Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Homilía miércoles de ceniza deusto 2018
1. Miércoles de ceniza 2018
“Convertíos a mí de todo corazón”
En ocasiones, y cómo no en cuaresma, nos preguntamos ¿a dónde voy y a qué?, ¿quién soy
en verdad, ¿a dónde lleva mi camino?, ¿cuál es el estado de mi felicidad?
La cuaresma no es un tiempo triste… es el momento de vislumbrar la meta… y de
abrigar esperanza.
La vida es un regalo inmenso aunque tenga también una cuota de esfuerzo, preocupación y
dolor. Pero la felicidad no es puro bienestar, es algo más profundo… sin duda tiene un
componente muy importante de amor y de sentido, pero cuando vivo la vida como un
regalo y lo sé reconocer, cuando soy capaz de querer desinteresadamente, cuando tengo
esperanza, cuando me siento querido, todo se transforma, hasta el dolor.
Por eso, ya desde ahora, caminamos con la vista puesta en la Pascua y la vivo ya, no puedo
separar cruz y resurrección. Todo se tiñe de un color nuevo. Lo comprobamos en el modo
de vivir de Jesús y en la certeza de los que han experimentado su resurrección.
El mensaje de hoy “convertíos”, nos invita a salir al camino y a ponernos a andar, a
fijar nuestros ojos en la meta. Dejar lo que nos sobra para caminar, calibrar bien qué es lo
que provoca bien y felicidad. No se trata sólo ni principalmente de penitencia… se trata de
fraternidad, de reconciliación, de reorientar la mirada, de reconocer, de vivir en
alabanza. Ni siquiera es convertirse, sino dejarse convertir. Dejaos reconciliar por Dios.
Ese es también el mensaje de la última Congregación de la Compañía de Jesús:
Reconciliación con los demás, con toda la creación y con Dios nuestro Padre.
Cuaresma es tiempo favorable, el contexto de la liturgia nos ayuda. La ceniza nos recuerda
que somos criaturas, ceniza y polvo, no somos para nada autosuficientes…nos hacemos
conscientes de lo que somos, seres limitados y, al tiempo, llamados a una vida plena con
Dios. Pero tenemos que pasar el abismo de la muerte, dejando todo a lo que nos apegamos
y armados con las solas alas de la fe y de la esperanza. Me quieres, no me dejas en la nada,
salto y entrego la vida para tener vida.
Todas las tentaciones tienen un componente de no-reconocimiento, de querer ser
autosuficientes, de apropiarnos de los bienes de todos como si fueran bienes exclusivos y
de hacer nuestra ley a la medida de nuestros puros deseos.
Encontramos el mismo mensaje de verdad y de humildad en el Evangelio que hemos
escuchado.
Cuando ores, cuando ayunes, hazlo de verdad, no para que lo vea la gente… tu Padre que lo
ve en lo escondido te recompensará.
Humildad es reconocimiento de que todo lo que tengo, lo que me han dado es un don, no
me puedo gloriar de mí mismo. Mi mirada vuelve a Dios y a todos… entonces brota el canto
de alabanza y recobro una mirada más profunda. Veo nuevas todas las cosas y todas las
personas.
En cuaresma, oración, ayuno y limosna.
2. • En la oración, me pongo a escuchar, hago silencio y la vida se vuelve alabanza.
• En el ayuno dejo todo lo que no es esencial, agradezco el don, reconozco mi necesidad.
• En la limosna, pongo en el centro de mi vida, la vida de los demás. Me alegro al
compartir y me hago hermano.
Todo esto no es fruto de un ejercicio de la mente, se nos pide “volved a mí de todo corazón,
con todo el corazón”. Supone una experiencia de búsqueda y encuentro. Una vuelta a Dios,
atraídos por él, tras haber experimentado que nos hemos perdido y que hemos destrozado
los sueños Dios.
Ignacio en los EE dice en algunas de las meditaciones pedir crecido e intenso dolor y
lágrimas de mis pecados y también, al contemplar la resurrección, pide: “Gracia para me
alegrar y gozar intensamente, con tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor…” a esto
estamos llamados, al gozo intenso.
Así, nuestra vida se orienta a la gloria, reconoce por supuesto los errores, vuelve al abrazo
del Padre como sucedió en el relato del hijo prodigo.
Hace poco vi por youtube un reportaje de la visita del Papa en Chile a una cárcel con 600
mujeres privadas de libertad, muchas de ellas con sus hijos pequeños, que al cumplir
algunos años tenían que abandonarlos permaneciendo solas en prisión con un dolor y una
soledad enormes. Me emocionó. Cantaban un canto compuesto por ellas mismas,
expresando sus sentimientos, su sufrimiento y también su esperanza. Decían:
“Soy un ave atrapada con un dolor escondido, con mis alas quebradas te recibo Papa
amigo. Una luz empieza a brillar, hoy renace la esperanza, vuelvo a sentirme amada,
de ataduras liberadas. Dios me mira en tu mirar, se ilumina mi belleza. Hoy en mí
vuelvo a confiar, desaparece la tristeza”.
Necesitamos una mirada de misericordia y así renace la vida y la esperanza. Reconozco mi
historia y se caen las cadenas y vuelvo a ser libre. O como decía recientemente el Papa
Benedicto: interiormente estoy en peregrinación hacia casa. Esto exactamente es la
cuaresma y desde ahora, comienza la Pascua.
Que así sea.