1. VIGILIA DEL PERDÓN DE ASÍS
AMBIENTACIÓN:
En julio de 1216, hace 807 años, Francisco pidió en
Perusa a Honorio III que todo el que, contrito y
confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula,
ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como
la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y
otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas
de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la
Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de
las rosas (por el prodigio que medió en su
confirmación según alguna tradición tardía) u otros
parecidos.
Más allá de las controversias históricas acerca de los
orígenes y circunstancias de la concesión de la
Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido,
hasta nuestros días, otorgando y ampliando esa
gracia extraordinaria. En la actualidad, esta
Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María
de los Ángeles o la Porciúncula, sino en todas las
iglesias franciscanas, y también en las iglesias
catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la
Dedicación de la iglesita, una sola vez, con las
siguientes condiciones:
Visitar una de las iglesias mencionadas, rezando la
oración del Señor y el Símbolo de la fe (Padrenuestro
y Credo); confesarse, comulgar y rezar por las
intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro
con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden
cumplirse unos días antes o después, pero conviene
que la comunión y la oración por el Papa se realicen
en el día en que se gana la Indulgencia.
CANTO.-
ORACIÓN INICIAL.-
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
2. TEXTO FRANCISCANO: I Carta a los fieles Cap I, 1-10
CAP. I: DE AQUELLOS QUE HACEN PENITENCIA
Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las
fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos, y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y
reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia: ¡Oh cuán
bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas
perseveran!, porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor y hará en ellos habitación y
morada, y son hijos del Padre celestial, cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de
nuestro Señor Jesucristo.
Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo.
Somos para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos.
Madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo, por el amor divino y por una
conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los
otros como ejemplo.
CANTO.-
TEXTOS BÍBLICOS:
o 1 JUAN3,17: Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón cuando ve a su hermano
en apuros, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
o MATEO 25,35-46: Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi
Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del
mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de
beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron.
Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.» Entonces los
justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de
beber?¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándote vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo
hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.»Dirá
después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha
sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre yustedes no me dieron
de comer; tuve sed y no me dieron de beber;era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin
ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron.»Estos preguntarán
también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o
encarcelado, y no te ayudamos?»El Rey les responderá: «En verdad les digo: siempre que no lo
hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.» Y éstos irán a un
suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.»
3. SALMO:
MÍRAME SEÑOR CON ESOS OJOS
¿Cómo puedo sentirme poca cosa cuando me miras así,
cómo puedo pensar que nadie me tiene en cuenta,
que nadie valora mis esfuerzos
si están allí esos ojos buenos?
Quiero darte gracias Señor mío, por tu mirada,
porque nadie sabe mirarme así.
Porque ante tu mirada sólo puedo
encontrar un estímulo para ser mejor.
Gracias, porque todo lo que se escapa a la mirada del mundo
está claro ante tus ojos compasivos,
ante esos ojos que pueden descubrir una flor
en medio de mi desierto de miserias
DAME TU PERDÓN
MÍRAME SEÑOR CON ESOS OJOS
Ten piedad, Dios mío, dame tu perdón.
Soy un peregrino, soy un pecador.
Vengo arrepentido. Ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos con amor.
Lejos de tu casa, de tu bendición,
malgasté mi vida en la perdición.
Roto y pobre vengo, ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos con amor.
A tus puertas llamo, sé que me abrirás.
Con los pecadores muestras tu bondad.
A salvarnos vienes, ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos con amor.
4. LECTURA Y REFLEXIÓN: INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA.
SIGNO DE LA VIGILIA.- (Confesarse)
CANTO.-
PRECES Y ACCIÓN DE GRACIAS.
PADRENUESTRO.
AVE MARÍA.
ORACIÓN FINAL:
María,
Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil la Cruz de Cristo,
para que el hombre no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado
y crezca en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia»,
para que haga libremente las buenas obras
que Él le asignó
y, de esta manera, toda su vida
sea «un himno a su gloria». SAN JUAN PABLO II
CANTO A NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES.