Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
La literatura como espejo de la psique humana
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La literatura como espejo de la psique humana
Es un hecho ya incuestionable ver en las grandes obras literarias la
manifestación de la conciencia humana, expuesta a través de los personajes
universales que han poblado las historias de los grandes clásicos. No cabe duda que
es una ventana fidedigna de la mente, en la cual se exploran todos sus procesos y
fenómenos. Estos personajes desarrollan en el decurso narrativo, las conductas,
procederes o hábitos derivados de esa psique, cada vez más accesible como objeto
cognoscible, gracias precisamente a la ciencia, pero también, innegablemente, al
espejo maravilloso de la literatura.
La conducta marca entonces las pistas que van dibujando el psiquismo de ese
ser ficcional puesto en escena, pero cuya correspondencia con la realidad nos
interpela profundamente. No puede ser de otro modo, esa invención literaria es
realizada por un hombre que puede verter su propia historia, o bien tomar de su
contexto, las experiencias de otros para hábilmente convertirlas en relato. Sea cuál
sea su estrategia creativa, si esta es aguda y sensible, devela el alma del hombre; la
exhibe y la desnuda sin cortapisas.
De los comportamientos abyectos dibujados por la literatura, se encuentra el
incesto. Esta práctica de relación sexual entre miembros biológica y
consanguíneamente enlazados ha tenido el rechazo de la civilización humana, a pesar
sus variantes culturales. Su tratamiento ha estado diferenciado dependiendo del tipo
de incesto. De forma general, se describe como una presencia masculina que se
aprovecha, sin ningún tipo de escrúpulos, de la fragilidad femenina. Hecho
acompañado de una violencia física y psicológica. En Bestiario, cuento de Julio
Cortázar (2006), se devela el abuso constante de Nene contra su hermana Rema. Es
una relación que se revela gradualmente en el cuento, con gestos lascivos que definen
la actitud impúdica del agresor:
“le pareció que Rema suspiraba. (…) lo vio otra vez al Nene saliendo a
fumar al porche, delgado y canturreando, a Rema que le llevaba el café
y él que tomaba la taza equivocándose, tan torpe que apretó los dedos
de Rema al tomar la taza” (p. 118).
El agresor convierte su agresión en rutina. Sabe cuándo arremeter y en qué
espacios realizar sus despreciables actos. Encubre sus verdaderas intenciones y se
muestra casi siempre intachable. A pesar de ese esfuerzo, se abandona y en una
grieta, las dudas en torno a él aparecen:
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“le pidió que subiera a darles las buenas noches. El Nene tenía
entornada la puerta de su estudio y estaba paseándose en mangas de
camisa, con el cuello suelto (…) – Oíme: decíle [a Rema] que me haga
una limonada bien fresca y me la traiga aquí. Después subís no más a
tu cuarto” (p. 127).
No obstante, la dignidad de la víctima emerge como lo hacen los pueblos
contra las grandes injusticias. Gritan al mundo la deshonra que viven. En el caso de
Bestiario (Ob. cit), es la propia Rema quien, sin poder ocultar su padecimiento, le
confiesa a su hermano Luis su inmensa pena:
“¿Qué tenés, Rema? ¿No estás bien?, un silencio, toda la casa como
una oreja, después un murmullo y otra vez la voz de Luis: <<Es un
miserable, un miserable…>>, casi comprobando fríamente un hecho,
una filiación, tal vez un destino” (p. 125).
Toda tropelía termina en calamidad para quien la acomete. No hay final feliz
para ningún agresor. El escritor argentino no escapa a la justicia poética. En la parte
conclusiva del relato, el merecido castigo aparece protagonizado por la figura de un
tigre. En este ha participado Rema, al desvirtuar el lugar exacto donde se encontraba
el animal. ¿Elemento fantástico? ¿Real? No queda del todo claro. Se destaca, en
cambio, la actitud de la víctima en procura de recobrar su pundonor:
“al primer alarido del Nene, todos corrían ya y ella estaba sobre los
caracoles como si no oyera el nuevo grito ahogado del Nene, los
golpes de Luis en la puerta de la biblioteca, don Roberto que entraba
con los perros, las quejas del Nene entre los ladridos furiosos de los
perros, y Luis repitiendo: <<¡Pero si estaba en el estudio de él! ¡Ella
dijo que estaba en el estudio de él!>>” (p. 130).
En el último fragmento del relato, el tigre atrapa a Nene. Rema había mentido
por venganza, para librarse de él. Sin embargo, subsiste aún la interrogante: ¿Qué era
en realidad? ¿Un tigre? ¿El peligro de lo prohibido? ¿Fuerza que fija los límites de la
transgresión humana? ¿O simple tabú? La interpretación también queda a gusto del
lector.
Cortázar lega en su breve historia, que siempre sobrevivirá entre nosotros, una
acción guiada por la conciencia para hacerle frente a las desmesuras, al horror y a los
actos que envilecen la condición humana. En definitiva, Bestiario es una muestra más
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de la relación entre la literatura y la psique. Aquella desentrañando los recovecos de
ese misterioso lugar por virtud del gran arte como una fuente de inagotable sabiduría.
Referencias
Cortázar, J. (2006). Bestiario. Segunda edición. Punto de lectura, España.