Este documento describe cómo San Francisco vivió el Evangelio de forma práctica y radical, siguiendo los dichos de Jesús en los evangelios sinópticos. San Francisco incorporó muchos de estos textos radicales en sus reglas, incluyendo vivir en pobreza, seguir a Jesús llevando la cruz, amar a los enemigos y no resistir el mal con violencia. El documento analiza cómo San Francisco captó la esencia del Evangelio a través de su estilo de vida itinerante, siguiendo fielmente las enseñanzas de Jesús.
1. ORACIÓN
Yo te suplico, Jesús pobrísimo,
que me distingas con este privilegio,
que me enriquezcas con tan gran tesoro;
para mí y para todos mis hermanos
quiero tener una sola cosa propia,
es decir,
no poseer nada propio aquí,
en la tierra, y vivir siempre en pobreza,
mientras viva en esta carne.
Francisco de Asís
REGLA DE LA ORDEN FRANCISCANA: Regla 11
Cristo, confiado en el Padre, aun apreciando atenta y amorosamente
las realidades creadas, eligió para Sí y para su Madre una vida pobre
y humilde; del mismo modo, los Franciscanos seglares han de buscar
en el desapego y en el uso, una justa relación con los bienes terrenos,
simplificando las propias exigencias materiales; sean consientes, en
conformidad con el Evangelio, de ser administradores de los bienes
recibidos, en favor de los hijos de Dios.
Así, en el espíritu de las "Bienaventuranzas", esfuércense en
purificar el corazón de toda tendencia y deseo de posesión y de
dominio, como "peregrinos y forasteros" en el camino hacia la casa
del Padre.
COMISIÓN VOCACIONAL ENERO 2015
CÓMO VIVIÓ SAN FRANCISCO EN EVANGELIO
Francisco era un hombre práctico. Si había optado por el Evangelio
no era sólo para conocerlo intelectualmente, sino sobre todo para
practicarlo. Pero a la hora de saber qué tipo de evangelismo fue el
vivido por Francisco, habrá que preguntarse también desde dónde lo
vivió o desde qué imagen lo actuó.
Los Sinópticos traen unos logia o dichos de Jesús que, vividos y
transmitidos por el llamado Movimiento de Jesús, proponen un tipo
de seguimiento desarraigado y radical. Estos textos radicales, que
forman el eje del Evangelio, permiten al que ha optado por Jesús la
posibilidad de volver a sus propias raíces personales y, desde ahí,
reconstruir todo su proyecto humano según el programa ofrecido
por Jesús.
Todos estos dichos radicales que aparecen en los Sinópticos, excepto
la frase sobre los eunucos (Mt 19,12) y la otra sobre el escándalo
(Mc 9,43-48), aparecen también en los Escritos de Francisco,
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2. principalmente en sus dos Reglas. Esto nos aclara la influencia que
pudiera tener Francisco sobre sus colaboradores a la hora de buscar
y aplicar las citas evangélicas a sus Escritos, aunque él no fuera el
ejecutor material de esa trascripción.
Los textos radicales aparecen casi todos en la Regla no bulada. Así
pues, se insiste en el esfuerzo para entrar por la puerta estrecha (1 R
11,13), dejando en segundo lugar al padre, a la madre e incluso a sí
mismo (1 R 1,4); en negarse y tomar la propia cruz para seguir a
Jesús (1 R 1,3), perdiendo la propia vida para encontrarla (1 R
16,11), pues de nada sirve ganar el mundo si uno pierde la propia
vida (1 R 7,1). Por tanto, hay que convertirse (1 R 21,3), dejando que
los muertos entierren a sus muertos (1 R 22,18), olvidándose de
todas las preocupaciones para mejor servir al Reino (1 R 8,2).
El seguidor de Jesús debe ser constructor de la paz (Adm 15; 1 R
14,2), libre frente a los legalismos (1 R 9,13-16) y alegre cuando
ayuna (1 R 3,2). Confesará a Jesús delante de los hombres (1 R 16,8),
aunque tal actitud le acarree persecución (1 R 16,16). Antes que
defenderse o resistir (1 R 14,4), será como una oveja entre lobos (1
R 16,1-2), esforzándose por no reaccionar de forma violenta (1 R
22,21-23), sino amando a sus enemigos (Adm 14,4), perdonándolos
siempre (1 R 21,6; 22,28) y no temiendo a los que matan el cuerpo
(1 R 16,17-18).
El que pretenda seguir a Jesús deberá cumplir la ley desde dentro (1
R 11,4) y saber que el mal no viene de fuera, sino del corazón mismo
del hombre (1 R 22,7-8). De cara a Dios y de cara a los hombres, se
considerará un esclavo que hace lo que debe y de quien se puede
prescindir (1 R 11,3; 23,7). Y si tiene algún cargo de responsabilidad
que le da poder, lejos de aceptar el título de padre o de maestro (1 R
22,33-35), se considerará servidor e inferior a todos (1 R 5,10-11), a
ejemplo de Jesús el Señor, que vino para servir. El que quiera unirse
a la comunidad de Jesús abandonará lo que posee en favor de los
pobres (1 R 1,2) y se pondrá en camino para la misión, libre de todo
lo que estorba (1 R 14,1). Una vez que haya puesto la mano en el
arado, no mirará atrás (1 R 2,10), sino que seguirá adelante, seguro
de que el Señor cumplirá sus promesas (1 R 1,5). Y, por encima de
todo, amará al Señor Dios (2CtaF 18), sabiendo que, si persevera
hasta el final, obtendrá la salvación (1 R 16,21).
Entre los textos no sinópticos que piden la misma radicalidad están
los de san Juan sobre Dios Espíritu, al que hay que adorar en espíritu
y verdad (1 R 22,30-31), y el mandamiento del amor (1 R 11,5), así
como el de lavarse los pies mutuamente (1 R 6,4).
De las Cartas de san Pedro y de las Cartas Pastorales aparece el tema
del seguimiento como una marcha sobre las huellas de Jesús (1 R
22,2), en plena sumisión a toda criatura (1 R 16,6), sin vanas
disputas ni querellas verbales (1 R 11,1), sino con benevolencia y
dulzura (1 R 11,7-9).
A partir de este mosaico de textos, en el que se nos dibuja la imagen
del verdadero seguidor de Jesús, podemos percatamos de la
fidelidad con que Francisco captó lo esencial del Evangelio,
contribuyendo a ello el tipo socio-religioso de vida itinerante que
adoptó a la hora de construir su proyecto de vida.
LA VIDA DEL EVANGELIO
Julio Micó, OFMCap
PAZ Y BIEN.