2. “Pero ¿puede una
mujer olvidarse del
niño que cría o dejar
de querer al hijo de sus
entrañas? Pues bien,
aunque alguna lo
olvidaseYO nunca me
olvidaría de ti” (Isaías
49,15)
3. Dios Padre te ama como nadie podría amarte nunca; si
juntáramos en un depósito el amor que te tienen tus
padres, tus hermanos, tus familiares y tus amigos
apenas formarían una gota, frente al océano de
misericordia, amor y ternura que Dios tiene por ti.
Dios tiene un plan especial para ti, mejor de lo que
alcanzarías a pensar o idear, y desea que llegues a
tener una vida plena y feliz junto a quienes amas, pero
para que se haga realidad debes abrirle la puerta de
tu corazón : “Mira que estoy a la puerta y llamo: si
uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y
comeré con él y él conmigo” (Apo 3,20).
4. Hoy nuestro Señor toca la puerta de tu corazón para
decirte: “Te ofrezco en este día el Bien y la Vida,
por una parte, y por la otra, el Mal y la Muerte.
Lo que hoy te mando es que ames a tu Dios y
sigas sus caminos…Escoge la vida para que vivas
tú y tu descendencia” (Dt 30,15.19).
5. El Amor de Dios, en sus diversas manifestaciones, se
encuentra revelado a lo largo de toda la Santa Biblia.
En el Libro de Lucas, capítulo 15, versículos del11 al
32 se encuentra la Parábola del Hijo Pródigo, que nos
da a conocer la historia del Amor de Dios para con
nosotros sus hijos. Allí tenemos al Padre, al hijo
menor y al hijo mayor.
El PADRE representa a Dios, fuente del amor y la
misericordia, que nos proporciona todo: la vida, los
alimentos, el vestido y el techo que nos cobija; nos
cuida y protege; nos concede lo que le pedimos y
siempre está pendiente de nuestras necesidades.
6.
7. El Amor de Dios es personal, pues nos ama según
como necesitamos ser amados; es incondicional
porque nos ama tal como somos, sin ponernos
ninguna condición para amarnos; es gratuito nos
ama porque somos sus hijos y desea lo mejor para
nosotros; y es fiel, pues nos ama desde antes de
crearnos y por toda la eternidad, aunque estemos
alejados de Él.
El Salmo (102),13 nos dice: “Como la ternura de un
padre con sus hijos, es la ternura de Dios con los
suyos”.
8. Algunas veces no llegamos a experimentar este
amor de Dios, por causa de nosotros mismos, como
leemos en Isaías 59,2: “sus maldades han cavado
un abismo entre ustedes y su Dios. Sus pecados
han hecho que Él vuelva su cara para no
atenderlos”. Es el pecado lo que nos aleja de Dios y
no nos permite sentir su amor y vivirlo con los
demás.
En la parábola que comentamos, el hijo menor es el
pecador que abandona la casa del Padre y se aleja
para sentirse libre, llevando una vida desordenada
que lo conduce a la miseria y a la esclavitud de los
hombres y los cerdos que tenía que cuidar.
9.
10. El pecado es todo acto contrario a Dios, que nos aleja
de la gracia divina. Por causa del pecado cargamos
las cadenas pesadas, estamos muertos, sin esperanza
y no podemos vivir juntos el amor, la felicidad y la
paz.
Ante esta situación, el Amor de Dios se vuelve a
manifestar por su gran misericordia y fidelidad, y
nos entrega lo que más ama: nos envía a su Único
Hijo Jesucristo para salvarnos y hacernos
nuevamente sus hijos, según señala Juan 3,16: “Pues,
Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único,
para que todo aquel que cree en Él no muera, sino
que tenga vida eterna”.
11. Es través de Jesús que volvemos a restablecer
nuestra amistad con Dios, porque “No hay salvación
en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a
los hombre ningún otro Nombre por el que
debamos ser salvados” (Hechos 4,12).
Jesús entregó su vida por nosotros en la Cruz; con su
vida, su muerte y su resurrección venció al pecado,
la muerte y a Satanás.
Jesucristo ya te salvó, ahora solo es necesario que
aceptes esa salvación, para lo cual necesitas creer,
tener fe, arrepentirte de tus pecados y convertirte.
12.
13. La fe es un don de Dios que te lleva a tener plena
confianza y dependencia en Jesús Salvador como
único mediador entre Dios y los hombres. Es la
certeza de esperar recibir aquello que no ves. Si
crees en Dios y le crees a Él, que siempre cumple sus
promesas “Te salvarás tú y tu familia”(Hechos
16,31).
La fe es el primer paso para convertirnos,
reconociendo que somos pecadores, mostrando un
sincero arrepentimiento, alejándonos del pecado,
y aceptando a Jesús como tu único Señor y Salvador.
14. En la parábola que comentamos, el hijo menor se
arrepiente de su pecado y toma la decisión de volver
al Padre para pedir perdón y servirle. El Padre que
ama a sus hijos y es fiel, espera el regreso del hijo, y
en cuanto lo ve acercarse lo toma en sus brazos y lo
cubre de besos, devolviéndole la dignidad que había
perdido. Así, te está esperando Jesús que regreses a
su casa para perdonarte, y concederte una nueva
vida.
15.
16. Si aceptas recibir a Jesús como el Señor de tu vida,
Dios te brinda la ayuda especial de su Espíritu Santo
que continuará transformando tu corazón y tu vida,
como nos prometió en Ezequiel 36,26: “Les daré un
corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un
espíritu Nuevo. Quitaré de su carne ese corazón
de piedra y les dare un corazón de carne”.
17.
18. El Espíritu Santo es un regalo o don de Dios que ya lo
recibimos en nuestro bautismo y confirmación, y que
ahora Jesucristo quiere obsequiarte para fortalecer
tu fe, ayudarte en tu vida espiritual, apartarte del
pecado y renovar tu vida.
La fe y la nueva vida solo se vive en comunidad, allí
se encuentra Jesús como nos dice en Mateo 18,20:
“Pues donde están dos o tres reunidos en mi
Nombre, allí estoyYo, en medio de ellos”.
19.
20. En la comunidad vives el amor de Dios, lees las
Sagradas Escrituras, te comunicas con tu Señor a
través de la oración, ofreces tu servicio a los demás,
y te mantienes unido a Él, formando parte del
Cuerpo de Cristo en la Iglesia.
21. Nuestro Señor Jesucristo ha puesto sus ojos en ti y te
invita a participar en la vida en comunidad, donde Él
se manifiesta, para compartir contigo un encuentro
personal que cambiará tu vida personal, familiar,
laboral y social.
Ven a conocer más de Jesús, pues cuanto más lo
conozcas más aprenderás a amarlo.
PARROQUIA
COMUNIDAD
DIRECCIÓN
HORARIO
22. El ser humano, generalmente, trata de cuidar su
cuerpo físico visitando, de acuerdo a sus necesidades
al médico, al gimnasio, al sastre o al peluquero; sin
embargo se olvida de lo más importante su alma y
espíritu que son inmortales.
Jesús, el Médico de cuerpos y de almas, te llama para
sanar tu corazón y tu espíritu, y acompañarte en el
Camino a la vida eterna.
ORGANIZA
LUGAR
DIRECCIÓN
INICIO
HORARIO