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Por una conciencia europea
1. Por una conciencia europea
La investigación y la innovación son y serán el futuro de Europa
La crisis económica actual transmite desde hace ya tiempo a los europeos unos mensajes
negativos que les abruman con el miedo al futuro; unos mensajes que hablan no solo de la
economía sino también de Europa, su integración y su futuro.
Sin olvidar la dramática situación de los más de 24 millones de europeos que están hoy sin
empleo ni las dificultades económicas que sufren varios países europeos, tenemos el deber de ser
optimistas. Debemos ser racionales y pensar que es precisamente gracias a los logros del
proceso de integración por lo que hoy los Estados miembros de la Unión Europea pueden hacer
frente juntos, y por tanto con más fuerza y una solidaridad común, a los retos mundiales que les
aguardan y a los demás grandes actores políticos del planeta, que en ocasiones son continentes
enteros.
Desde la cuna de la democracia, Europa ha presenciado el nacimiento y la instauración del
imperio de la ley, basado en el derecho romano, el nacimiento y el desarrollo de las ideas de la
Ilustración que sentaron las bases para las dos grandes revoluciones de ese siglo, el nacimiento
del liberalismo y el nacimiento de la ciencia empírica que, con sus descubrimientos y el entorno
creado por todo lo anterior, preparó el terreno para la revolución industrial. En épocas más
recientes, ha sido testigo del establecimiento de la democracia moderna y el nacimiento de un
modelo social que coloca la dignidad humana por encima de todo. Y Europa ha sido y es un
centro excepcional de cultura y creatividad.
Cada uno de estos factores, enumerados sin orden cronológico, merecería una reflexión más
profunda, pero lo que más útil resulta hoy es mencionarlos, todos juntos, para recordar que no
pertenecen solo al pasado sino que están presentes como rasgos fundamentales de la Europa de
hoy. Todo ello, unido al proceso permanente de integración europea, lleva 60 años garantizando el
periodo más largo de paz y prosperidad que nuestro continente ha experimentado jamás.
Quienes hablan del declive irreversible de Europa no tienen en cuenta estos factores
fundamentales porque confunden una crisis y un problema de gobernanza con decadencia. O
porque consideran, y temen, que el crecimiento económico de otras regiones del mundo es
negativo para nuestro futuro. Al contrario: un mayor bienestar en todo el mundo es un elemento
positivo para todos.
La prosperidad de una sociedad depende del nivel de educación
Europa no está en declive. Europa acaba de emprender un nuevo rumbo y, presionada por la
crisis, está admitiendo con realismo sus problemas y buscando posibles soluciones.
2. Jean Monnet dijo que “la gente solo acepta el cambio cuando se enfrenta a la necesidad, y solo
reconoce la necesidad cuando se enfrenta a una crisis”.
Ese es el motivo por el que Europa podría salir de esta crisis fortalecida.
Para conseguirlo, Europa no puede olvidar un factor que no suele mencionarse, pero tiene una
importancia crucial en el mundo actual, y que tiene que ver con todo lo que engloba la
extraordinaria capacidad de educar, investigar e innovar de los europeos.
Precisamente la investigación e innovación europea --un aspecto de importancia estratégica para
el presente y el futuro de Europa-- es el ámbito sobre el que queremos llamar la atención de los
ciudadanos europeos y los líderes de los Estados miembros. Conscientes de que las decisiones
que tomen hoy nuestros dirigentes determinarán cómo va a ser durante las próximas décadas el
continente en el que vivirán nuestros hijos y nuestros nietos.
Además de las medidas necesarias para la estabilización a corto plazo y la reflexión que los
Estados miembros deben llevar a cabo sobre la orientación que deben seguir, los líderes europeos
deben prestar más atención a un ámbito cuya importancia estratégica reconoce todo el mundo,
con el fin de garantizar que Europa no va a renunciar a una ventaja competitiva que tiene hoy en
favor de unos objetivos políticos locales y a corto plazo.
La calidad de la educación, la investigación y la innovación en Europa constituye una de las
principales ventajas de nuestro continente. Los conocimientos, la curiosidad y las ideas que tanto
han influido en nuestra historia deberían ser también la llave de nuestro futuro. Es un deber
mantener esas ventajas, porque hoy, más que nunca, la prosperidad de una sociedad depende del
nivel de educación y la capacidad de innovación de sus ciudadanos. Educación, investigación e
innovación son palabras concretas que forman la base de la economía real, de nuestra industria y
de la posibilidad de crear crecimiento y empleo. Serán esenciales para seguir teniendo una
Europa fuerte y competitiva en un entorno cada vez más globalizado.
Sin embargo, el gasto destinado a este fin, con la excepción de unos cuantos países, ha sufrido
graves recortes.
La propuesta de la Comisión Europea sobre el programa dedicado a este sector (Horizon 2020),
que prevé una inversión de 80.000 millones de euros de aquí a 2020, es un paso importante en la
buena dirección.
El gasto en este terreno, con la excepción de unos cuantos países, ha sufrido graves recortes
No obstante, invitamos a los dirigentes europeos, en especial en este momento de crisis, a
comprender que el gasto en investigación e innovación es una inversión esencial y trazar un
rumbo que permita a Europa aumentar gradualmente el gasto en I+D hasta llegar al 3% del PIB en
2020.
Hay que aumentar las inversiones en este sentido de aquí a corto plazo. Pero de momento