1. Solía escuchar a su vecino tocar batería y cantar todas las tardes.
Se moría de envidia.
Quería ser así. Libre, dispersa, despreocupada. Quería poder tomar su guitarra, conectarla al
amplificador y ser feliz.
Pero tenía familia. Afortunada y desafortunadamente, a la vez.
Claro que los quería mucho, pero tenían sus reglas. Y eran como de hierro, no iban a oxidarse con
unas pocas lágrimas.
Y ella era como de fuego. Sus padres le repelían las lágrimas y la empapaban, extinguiéndola.
Y su vecino era como de agua. El creaba la corriente, si alguien lo miraba, lo seguían. Él era libre. Él
era liviano.
Y su música era como el aire, fluía y llegaba a todos lados, arrastrando a las personas a querer ser
como el, mientras ella estaba en una prisión de hielo, helada y aislada. Necesitaba una fuerza
enorme para romperse.
Y sus sueños eran como fantasmas. Y la perseguían y la atormentaban y la llevaban a la soledad de
la oscuridad.
Y sus padres eran como bichos, insistentes… pero fáciles de matar.