9. C. El futuro del creyente
(v.7)
“Hasta el infinito y más allá”
10. D. La salvación del creyente
es obra de Dios (vv.8-10)
Abel, Set, Enoc, Abraham, Isaac,
Jacob, José, Moisés, Aarón,
Josué, David, María la madre de
Jesús, José, Juan el Bautista, los
doce apóstoles, Pablo y todos los
demás...
Notas del editor
Aunque nuestros cuerpos estaban vivos, estábamos muertos para Dios, o separados de Dios. Éramos incapaces de conocer y entender a Dios y Sus caminos. No podíamos amar a Dios, y éramos incapaces de obedecerle.
“Transgredir” quiere decir apartarse o desviarse del camino correcto que Dios ha dado en Su Palabra. Quiere decir ir por nuestro propio camino en vez de ir por el camino de Dios.
*Nota de los traductores: La palabra traducida “delitos” en castellano se traduce “trespasses” en la versión tradicional inglesa “King James”. El hno. McIlwain desarrolla aquí un pensamiento en base al verbo afín “to trespass”, el cual significa violar un lindero, meterse en la propiedad de otro sin permiso, y figurativamente, pecar. El argumento no se transfiere bien al español, porque se basa en un verbo en inglés. El verbo “delinquir” no cuadra con el pensamiento desarrollado en base al verbo “trespass”. El maestro tendrá que decidir qué hacer.
Pablo también dijo que estamos muertos para Dios debido a nuestros pecados.
“Pecar” quiere decir errar o fallar en dar en el blanco que Dios dice que debemos alcanzar. Quiere decir que fallamos en alcanzar el estándar que Dios nos ha fijado en Su Palabra.
Dios dice que todo el mundo estaba muerto para Él porque Adán, nuestro padre, y todos nosotros fallamos al tratar de dar en el blanco que Él nos había indicado. ¿Cuál es el blanco al cual debiéramos apuntar? Es hacer todo lo que dice Dios y ser perfectos como Él. Nadie jamás, con la única excepción del Señor Jesucristo, ha hecho a la perfección lo que Dios le ha mandado hacer.
Antes de nacer en la familia de Dios, vivíamos nuestras vidas desviándonos más y más del camino que Dios nos mandó seguir. Nuestras vidas estaban controladas por las actitudes, opiniones y metas de las personas de este mundo que están separadas de Dios y no lo quieren a Él ni Sus caminos. Lea Romanos 12:2.
¿Quién está controlando y guiando a la gente de este mundo que está separada de Dios? Satanás. Lea 2:2. Antes de que el Señor Jesús nos liberara, nosotros, también, estábamos bajo el control de Satanás. Él estaba guiando nuestras mentes en desobediencia a Dios.
Pablo llamó a Satanás “el príncipe de la potestad del aire”. Satanás y sus demonios están en el aire que rodea la tierra entera. Trabajan desde el aire para controlar a todas las personas del mundo.
Lea 2:2. Al final de este versículo Pablo dijo que cuando estábamos bajo el control de Satanás, como todavía está la gente de este mundo, nosotros también éramos “hijos de desobediencia”. Estábamos viviendo en rebelión contra Dios.
Lea 2:3. Como éramos hijos de Adán, nacimos en este mundo con deseos perversos – con corazones pecaminosos. Por esto, antes de que naciéramos de nuevo, estos deseos perversos dentro de nosotros también guiaban y controlaban nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones.
En la carta de Pablo a los romanos, aprendimos acerca de los deseos perversos y las actitudes que controlan a cada persona inconversa. Lea Romanos 8:5-9. Ésta era nuestra condición pasada antes de nacer de nuevo por el poder del Espíritu Santo.
Porque éramos “hijos de desobediencia” como afirmó Pablo en el versículo 2, éramos también, como dijo en el versículo 3: “Hijos de ira, lo mismo que los demás”. Estábamos bajo la ira de Dios, no solamente por los actos malvados que cometíamos de vez en cuando, sino porque vivíamos en desobediencia continua a Dios.
Maestro: Note Juan 3:36, “la ira de Dios está sobre él”.
Antes de liberarnos el Señor, nuestra posición era sin esperanza, igual a la de Jonás cuando estaba en el vientre del pez. No había manera de escapar. Solamente el Señor lo pudo salvar, y efectivamente lo hizo. Nosotros, también, estábamos indefensos y sin esperanza en el pasado, “Pero Dios” (debido a Su gran amor y misericordia inmensurables) nos levantó de nuestra posición de muerte y nos dio vida espiritual por medio del Señor Jesucristo. Nuestra posición actual es que estamos sentados “juntamente (...) en lugares celestiales con Cristo Jesús”. Pablo está enseñando en los vv. 4-6 las mismas cosas que enseñó en Romanos 6.
Pero quizás estén pensando: “Yo no estoy sentado en el cielo, disfrutando de todas las cosas maravillosas que hay allí. Estoy aquí en la tierra, y muchas veces estoy enfermo, cansado, con hambre, y triste”. Sí, es cierto. Pero, ¿se acuerdan de lo que escribió Pablo a los creyentes Romanos? Lea Romanos 8:17,18. Mientras estemos en esta tierra, no podremos disfrutar de todo lo que le pertenece al Señor Jesús, pero cuando Él venga otra vez, nos llevará para estar con Él para siempre. Por eso vale la pena “perderlo todo, para ganarlo todo”. Se puede aprovechar para hablar del servicio.
Pablo dijo que, en “los siglos venideros”, o sea, para siempre en el cielo, nuestro Padre celestial nos mostrará, o nos demostrará, cuánto nos ama y nos quiere porque estamos en Cristo. Todo lo que seguiremos recibiendo en el cielo será por el Señor Jesucristo. Dios ama al Señor Jesús y le ha dado todo a Él y a todos los que estamos unidos a Él. ABUNDANTES = lanzar más allá de la línea usualmente marcada. Sobrepasar.
Todos merecíamos el castigo de Dios, pero por Su gran amor y misericordia, Él nos perdonó y nos aceptó como Sus hijos.
Y, ¿cómo recibimos la liberación de Dios? Fue por la fe – confiando, o dependiendo, en el Señor Jesús.
¿Inventamos nosotros una manera o hicimos algo para salvarnos a nosotros mismos? ¡Claro que no! Nuestra salvación fue un regalo gratuito de Dios que Él mismo ideó y luego proveyó para nosotros. Lea Romanos 6:23.
Lea 2:10. Somos la obra de las manos de Dios. Hemos sido diseñados y hechos por Él. Somos el “poema” de Dios. Poiema, lo que es hecho.
EJEMPLO DEL DIAMANTE: en su fase inicial es simplemente una piedra fea. Pero luego de un proceso de altas presiones y fuerzas sobre esa piedra, aparece el diamante, y luego de ser cortado y detallado se observa el acabado final que es hermoso y agradable a la vista, y que tiene un gran valor. Ustedes y yo somos la labranza de Dios. Cada día, Él trabaja en nuestras vidas para conformarnos al diseño que Él tiene para nosotros. Lea Romanos 8:28,29.