Por: Lic. Manuel Eduardo Mezones Saavedra
Docente FACCOM UDCH
No cabe duda, que el uso adecuado de lo que se ha denominado Marketing Político, ha contribuido a instituir valor y competitividad, a la contienda electoral en un país con sentido democrático. La democracia, ha posibilitado la creación de un mercado electoral, cuyos votos validan y definen el carácter de reputación pública, que pugnan los diferentes actores y agrupaciones políticas, en su búsqueda por alcanzar metas electorales, tendientes a la legitimización social y al ascenso al poder, mediante la conquista del voto popular, por medios lícitos, pacíficos y democráticos.
1. Marketing político y luchas electorales
Por: Lic. Manuel Eduardo Mezones Saavedra
Docente FACCOM UDCH
No cabe duda, que el uso adecuado de lo que se ha denominado Marketing Político, ha
contribuido a instituir valor y competitividad, a la contienda electoral en un país con sentido
democrático. La democracia, ha posibilitado la creación de un mercado electoral, cuyos votos
validan y definen el carácter de reputación pública, que pugnan los diferentes actores y
agrupaciones políticas, en su búsqueda por alcanzar metas electorales, tendientes a la
legitimización social y al ascenso al poder, mediante la conquista del voto popular, por medios
lícitos, pacíficos y democráticos.
Sin embargo, en una democracia, esta situación se torna compleja, dinámica y cambiante, ya que
las lealtades electorales se vuelven efímeras; la decisión de votar del ciudadano, se ve influenciada
por una serie de factores o situaciones coyunturales, que originan que el resultado entre la victoria
o el fracaso, sea muy estrecho. La cultura política, las experiencias frustrantes pasadas, la imagen
de los candidatos y del partido, las plataformas programáticas, la creatividad de las campañas
propagandísticas, son algunos de estos aspectos que configuran este entorno y afectan la decisión
electoral.
Es así que en un ambiente caracterizado por la diversidad y concomitancia de los hechos y
acontecimientos descritos, surge el Marketing, para ocupar un lugar privilegiado en el espectro
político, como una herramienta de poder que proporciona principios, fundamentos, estrategias y
técnicas que orientan la toma de decisiones estratégicas, para lograr de manera eficaz la voluntad
electoral, concentrando esfuerzos y acciones durante la contienda política.
El Marketing Político, en su verdadera dimensión, es mucho más que slogans, simbolismos,
imágenes o anuncios propagandísticos. Su objetivo, es diseñar una propuesta electoral integral, de
valor que satisfagan las necesidades, deseos, problemas y expectativas de los ciudadanos,
logrando no sólo su voto, sino la aceptación, apoyo y lealtad a la gestión futura, en cuanto a planes
y programas a favor del bien común.
Centra su estudio en el conocimiento del ciudadano que conforma el mercado electoral; mediante
la investigación, identifica la prioridad de sus problemas y nivel de expectativas; conoce sus
reacciones, frenos o motivaciones; analiza el entorno interno y externo que le afecta, estudia la
coyuntura política, diseña los procesos de comunicación y promoción de mensajes, y de la imagen
ante la opinión pública, entre otros aspectos. En última instancia, busca posicionar en la mente y
voluntad de los electores, las ofertas electorales de los candidatos y partidos, generando un nivel
de competitividad y lealtad, en el controvertido mercado laboral.
Sin embargo, se puede apreciar que muchas veces se hace uso incorrecto de esta delicada
disciplina, distorsionando su verdadero sentido, lo que contrae riesgos en su gestión. Así tenemos,
2. la manipulación de masas, incompatibilidad entre la ideología de un candidato o partido y la
realidad actual; el maquillaje de personalidades postizas; la sobredimensión de atributos de un
candidato y el ocultamiento de sus deficiencias, limitaciones y errores cometidos en el pasado.
En esta línea, también tenemos la sobreoferta de candidatos en una campaña electoral, y la
creación de escenarios falsos, cuyo afán obstinado de políticos por lograr el poder, hace que caiga
en demagogia y populismo. Un caso típico de la movilización política, en contiendas electorales,
es la saturación del ambiente político-electoral, caracterizado por la masiva participación de
candidatos y la difusión excesiva de anuncios, que terminan confundiendo al electorado, creando
un entorno de indecisión ante la abrumadora sobrecarga de propuestas electorales.
Pese a estos riesgos, causados por el manejo inadecuado de los asesores o responsables de la
conducción de las campañas electorales, cabe señalar que el Marketing Político, constituye uno de
los elementos importantes del poder, en el proceso de legitimización de la política, que coexiste
en una sociedad plural, donde los diferentes actores políticos se disputan el voto.
De allí, que el reto para consolidar un sistema democrático, es reconocer su verdadera dimensión,
y crear el ambiente idóneo para su empleo adecuado y moderado, que debe estar estrechamente
relacionado con los principios éticos de la sociedad y con los principios de libertad, equidad y
racionalidad, que deben prevalecer en una democracia moderna. Su empleo, reclama pues la
existencia de un escenario de competencia, y la presencia de actores políticos que se disputen,
dentro de un marco de libertad y respeto al estado de derecho, la voluntad y el voto de los
electores.
Consolidar una identidad e imagen positiva, que logre un posicionamiento y la preferencia en el
mercado electoral, implica el compromiso de los candidatos y partidos políticos, de ofrecer
propuestas electorales de valor, en sintonía con los verdaderos intereses de sus ciudadanos.
El Marketing, es una herramienta que gestiona este compromiso, estimula, desarrolla y comunica
atractivamente el discurso o promesa electoral, mediante un adecuado despliegue de medios
propagandísticos, contribuyendo significativamente a conquistar el voto electoral, y asegurando la
lealtad del elector en el corto, medio y largo plazo. Ir a contracorriente con este nuevo enfoque
del Marketing Político, es asegurar la derrota en la lucha electoral.