Educare orientaciones viii conferencia general 2012
Introducción ornelas
1. Conferencia General
Introducción
1. Saludos
Con gran alegría y amistad dirijo un cordial saludo de bienvenida a cada una y ca-
da uno de vosotros que, de diferentes maneras, tomáis parte en esta octava Conferencia
General de la Congregación de los Sacerdotes del Corazón de Jesús, dedicada al tema
de la educación/formación de los jóvenes.
En los responsables y representantes de las Entidades de la Congregación, veo la
presencia de numerosos hermanos que, en tantas partes del mundo y en condiciones
muy diversificadas, se dedican con todo el corazón a la noble y esencial misión de for-
mar a las jóvenes generaciones.
Con esto, va también un saludo muy especial a los colaboradores y responsables no
dehonianos de nuestras obras dedicadas a los jóvenes. A vosotros y a todos aquellos que
representáis, quiero expresar la más grande estima y aprecio por la cualidad y dedica-
ción de vuestro compromiso, que hace posible el servicio de la Congregación en el
campo educativo. Estoy convencido de que vuestra presencia en esta Conferencia será
preciosa para nuestra reflexión, como lo es vuestro servicio en vuestros puestos de tra-
bajo.
La bienvenida asume la forma de un sentido agradecimiento al dirigirse a cuantos
ya han dado y aún darán la propia colaboración a la Conferencia misma, comenzando
por la Provincia Alemana y por la comunidad SCJ de Neustadt, que acogen por segunda
vez una Conferencia general de la Congregación (la primera fue la tercera Conferencia
General, en 1982). La típica y preciosa capacidad organizativa alemana nos ha ayudado
ya mucho en la preparación; la acogida y la amistad con que lo hacéis serán seguramen-
te determinantes para crear el clima que debe reinar entre nosotros en estos días y el es-
tímulo que debemos llevar a casa. Gracias, hermanos, que el Señor os bendiga y haga
fecundo vuestro trabajo.
Quiero aún saludar y agradecer a todo el personal de esta casa y a cuantos contri-
buyen al desarrollo de nuestros trabajos y al buen ambiente que nos circunda: la Comi-
sión preparatoria de la Conferencia, el Secretario y sus colaboradores, las queridas tra-
ductoras, que nos acompañan desde hace tantos años y todo el personal técnico y cuan-
tos rinden agradable y eficiente nuestra presencia aquí, durante los próximos días. Bus-
caremos usar lo mejor posible vuestra colaboración para el pleno éxito de la Conferen-
cia.
2. La función de las Conferencias Generales
Una Conferencia General, no obstante no sea un instrumento de gobierno, desarro-
lla un papel muy importante en la vida del Instituto, como momento de comunión, de
reflexión y de propuesta de orientaciones, que serán tomadas seriamente en considera-
ción por el Gobierno General de las Entidades de la Congregación. Por nuestra expe-
riencia congregacional se puede observar el marco que las Conferencias Generales han
-1-
2. dejado en la vida de la Congregación. No se trata solamente de decisiones operativas –
que no es el verdadero objetivo de las conferencias de este género– sino de la formación
de la mente y del corazón que preparan y orientan las mentalidades, las opciones y las
direcciones de nuestra misión.
Sin hacer todo el recorrido de las Conferencias que han precedido esta que estamos
iniciando, querría tan solo llevar a la memoria los temas que han ocupado estas reunio-
nes desde la precedente Conferencia habida en esta casa:
• 1982 – Neustadt: La misión de nuestra Congregación hoy.
• 1988 – Brusque: La reparación dehoniana, hoy.
• 1994 – Hales Corners: Los Dehonianos hermanos en la comunidad SCJ: una
vocación común para una misión común.
• 2000 – Recife: Economía y Reino de Dios.
• 2006 – Varsovia: Juntos para la misión.
El elenco revela cómo los temas unidos a nuestra identidad y a nuestra misión han
ocupado un papel fundamental en la reflexión de estas Conferencias, dejando un sende-
ro cultural propio en nuestra alma común de Dehonianos. Si bien no es fácil verificar el
resultado de estas reuniones en términos de causa/efecto inmediatos, los que hemos
acompañado y vivido la historia de la Congregación en los últimos decenios, no tene-
mos dificultad en descubrir su efecto concreto en la vida de la Congregación, en la con-
vergencia de pensamiento y de objetivos, en la evolución de nuestro modo de pensar y
de actuar. Ellos delinean un recorrido evolutivo y hacen de levadura que fermenta y
transforma la Congregación, haciéndola capaz de generar nueva vida, partiendo de su
tradición e identidad carismática.
Con esta perspectiva iniciamos también la presente Conferencia. Somos conscien-
tes de la densidad del momento que vivimos en términos de humanidad, de Iglesia y de
Congregación. No escapa a nadie con qué velocidad y radicalidad el mundo está cam-
biando. La crisis económica y la globalización están modificando nuestro modo de vi-
vir, de pensar y de actuar, pidiendo, al mismo tiempo, nuevas medidas para responder a
los desafíos del tiempo. La Iglesia y la Congregación no son excepción a este cambio
epocal. También nosotros Dehonianos estamos viviendo, sin duda, el cambio más radi-
cal desde nuestros orígenes; un cambio geográfico, cultural, institucional. Momentos de
reflexión como estos son fundamentales para darnos cuenta de lo que estamos llamados
a ser, y cuál es nuestra función en la Iglesia y en la sociedad. Si no queremos ser sim-
plemente arrastrados por el movimiento del tiempo, si estamos convencidos de que la
Congregación es fruto de una iniciativa del Espíritu de Dios y que cada uno de nosotros
tiene un puesto y una función en esta historia, entonces, en momentos cruciales como
estos, es importante detenerse para escuchar la voz de Dios, Señor nuestro y de la histo-
ria, mirar los signos de nuestro tiempo y buscar orientaciones y caminos que abran ho-
rizontes de futuro.
3. Una atención preferencial por los jóvenes
El tema que se nos propone es de fundamental importancia en este tiempo. Tras la
Conferencia de Neustadt de hace 30 años, se afrontó el tema de la misión de la Congre-
-2-
3. gación en términos generales. Se ha vuelto a esta reflexión con la Conferencia de Var-
sovia, centrada sobre misión "ad gentes"; es decir, a superar los confines de las naciona-
lidades y de las culturas, para llevar el Evangelio al mundo y contribuir a la renovación
de la humanidad según el proyecto de Dios. Ahora, en esta misma casa, volvemos al
mismo argumento, tomando una dimensión fundamental de la misión: la atención a la
juventud.
De hecho, en tiempo de gran crisis y cambio, los jóvenes asumen una importancia
muy particular. Son ellos, normalmente, los que más nos advierten y padecen las conse-
cuencias negativas: la desorientación, la desocupación, la manipulación… Por otra par-
te, son también ellos los que se revelan más prontos a aceptar los cambios y a contribuir
a la construcción de un nuevo futuro, sea con su no sufrimiento y rebelión, sea con la
capacidad de soñar, esperar y crear.
Dar atención a los jóvenes es, por ello, una prioridad en todo tiempo, pero particu-
larmente en la situación presente. Muchos lo hacen por motivos de interés propagandís-
tico, comercial, consumista o de explotación. Se trata siempre de instrumentalización y
despersonalización de los jóvenes, que pagan por esto un elevadísimo precio. Los me-
dios de comunicación están llenos de ejemplos de esta manipulación y explotación de la
marca "jóvenes". Muchos otros sienten, sea la importancia sea la responsabilidad y la
pasión de invertir en esto terreno juvenil pleno de potencialidad y generosidad, así como
de incongruencias, inconsistencias y rebeliones.
La atención preferencial a los jóvenes asume para nosotros, Sacerdotes del Sagrado
Corazón de Jesús, una importancia fundacional, que nos hace remontar a las raíces ca-
rismáticas de la Congregación. No podemos de hecho olvidar que es a la sombra del
Colegio San Juan de San Quintín donde nació la Congregación. Esta, junto al patronato
para los niños, fue la primera expresión de la misión de la Congregación. Ella forma
parte de la "com-pasión" o "sim-patía" del P. Dehon hacia los males de la sociedad de
su tiempo, que se reflejaban particularmente en la juventud.
Esta dirección ha marcado la misión de la Congregación a lo largo de toda su histo-
ria y continúa siendo uno de nuestros principales campos de trabajo en todo el mundo,
en las más diversas situaciones sociales y en la variedad de niveles y ambientes en que
se expresa el educar a la juventud. Uno de los objetivos de este encuentro será precisa-
mente el de permitir el intercambio de esta diversidad de experiencias en el trabajo de la
Congregación en medio de la juventud, en los cuatro continentes en los que ella está
presente.
La decisión de tomar este tema por parte de la presente Conferencia General surge
por lo tanto como fruto de la conciencia de la importancia que asume en el contexto ac-
tual de la sociedad en todo el mundo, que nos desafía particularmente a nosotros que
nos inspiramos en la "sim-patia" de P. Dehon por los jóvenes.
4. Dos imágenes
Este trasfondo histórico nos lleva a pensar en la relación entre la tradición y la
transmisión creadora de nuestros valores. "Educare" como dehonianos a las jóvenes ge-
neraciones, dice que el tema del testimonio es decisivo en la experiencia humana y en el
-3-
4. horizonte de la fe. De hecho, esto que es esencial para ser personas, y personas creyen-
tes, no puede ser comunicado solo a través de técnicas o automatismos; tiene necesidad
de ser visto y encarnado en una persona, en una comunidad de personas. El educando
tiene como necesidad de reflejarse en el adulto educador para activar sus potencialida-
des personales. Y un verdadero educador testigo es per se persona de esperanza. Por es-
to querría dejar en medio a nosotros dos imágenes o iconos abiertos a nuestra reflexión
de estos días.
La primera imagen habla de nosotros como educadores o maestros de vida. Muy a
menudo, de hecho, el problema de los jóvenes y del "educare" es un problema de los
adultos y de los educadores. Por esta razón nos encontramos aquí reunidos en estos días.
Sentimos la urgencia de la llamada juvenil. Constatamos las difíciles condiciones en que
se encuentra una gran parte de la juventud en este planeta: pobreza, falta de accesos a
condiciones mínimas de vida, imposibilidad de educación e instrucción, el problema de
la droga, de las manipulaciones políticas e ideológicas, de la explotación y de la humi-
llación. Hagamos también la experiencia de sus capacidades, de la belleza de sus sue-
ños, de la energía de su compromiso, de la generosidad de su entrega hasta el fondo, de
la elevación de su fe y de la ternura y pasión de su amor. Dedicarse a los jóvenes no
puede ser un trabajo como cualquier otro. Exige pasión, ternura, pureza de intención,
alegría y seriedad, compromiso y esfuerzo más allá de todo cansancio y sobretodo mu-
cho amor, amor verdadero. Nuestros jóvenes tienen muchos jefes e ideólogos, pero no
siempre tienen quien los respete, los estime y los ame.
Hay un bellísimo texto poético del profeta Oseas que querría proponer en este pun-
to como un primer icono de nuestra reflexión en estos días. Habla de la pasión de un
papá por su joven hijo; una pasión hecho de ternura, premura, serio compromiso y espe-
ranza, pero también de desilusión, cansancio, preocupación y además rabia hasta el de-
seo de punición y de destrucción. Quien una vez se ha apasionado en ver y ayudar cre-
cer a un/a joven, no tendrá dificultad en reconocerse en las palabras de Oseas sobre la
pasión de Dios, educador de su pueblo:
Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los
Baales y quemaban incienso a los ídolos.
¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no
reconocieron que yo los cuidaba.
Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los
que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de
comer.
…
Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí.
La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes de sus puertas y
los devorará a causa de sus intrigas.
Mi pueblo está aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo
se levanta.
-4-
5. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a
tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se subleva contra
mí y se enciende toda mi ternura.
No daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque yo
soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
(Os 11,1-4.8-9)
Aquí encontramos la expresión "visceral" de la com-pasión o sim-patía, de la que
hablaba antes. Aquí encontramos un Padre y Maestro que camina con su hijo, camina
junto a él, en sus aventuras, no solo para evaluar sus prestaciones, sino para alimentarlo,
estimularlo, acariciarlo y enseñarlo a caminar; un Dios apasionadamente Emmanuel
(Dios con nosotros). Esta es toda la lógica y la mística de la encarnación y de la misión.
Anunciar poniéndose al lado del destinatario de la Palabra, "educar" con sim-patía, jun-
to al discípulo, sin dejar de ser maestro.
La segunda imagen está muy unida a la anterior y se dirige tanto a educadores co-
mo a educandos, proponiéndoles a todos que se sientan como discípulos, cada uno en su
condición. Encontrándose en una situación crítica de su misión y debiendo afrontar la
oposición violenta de las autoridades, el enfriamiento del entusiasmo popular y la de-
fección de muchos discípulos, Jesús se debe dar ánimo, él mismo, y lo hace dando gra-
cias a Dios, el Padre, que está haciendo germinar el trigo incluso si él no lo ve. En los
discípulos que quedan, en la debilidad de muchos que se han ido y además en la incom-
prensión y oposición que amenazan con desanimarlo a él mismo, Jesús ve, con los ojos
del Padre, el necesario recorrido del crecimiento de una semilla con un gran destino.
Fuerte en esta perspectiva que llena su corazón de alegría y confianza en el Padre, Señor
y garante de su trabajo, se dirige a los discípulos que se han quedado:
Venid a mí los que estáis cansados, llevando pesadas cargas, y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
vuestras almas encontrarán descanso.
Pues mi yugo es suave y mi carga ligera.
(Mt 11,28-30)
Para nuestras crisis, según la guía espiritual del P. Dehon, somos invitados a elevar
la mirada verdadera al hombre del Corazón nuevo, el verdadero Hijo, educado en la es-
cuela del Padre, en su Espíritu. Por ello Él se ha convertido en verdadero Maestro de
humanidad; Maestro de alegría, de confianza, de creatividad. De Él viene la invitación a
acercase: ¡Venid! (la educación es siempre una cuestión de relación interpersonal). Su
primera tarea y preocupación no es impartir mandamientos o lecciones, sino acercar y
cuidar de nosotros: Yo os daré descanso, por vuestras fatigas y cansancios. En esta acti-
tud (de cuidar de los suyos) Él se convierte en Maestro de vida y puede decir entonces:
Aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón. En esta relación/escuela, de he-
cho, podemos reconquistar la propia alegría, dignidad, confianza y nuevos horizontes,
una verdadera restauración del ser desde lo más profundo del alma; lo que llamamos re-
paración. Esto no es un yugo pesado de alguien que te quiere someter, explotar o mani-
-5-
6. pular. Son, sin embargo los lazos de amistad y de amor que te hacen retornar con alegría
a la casa de tu propio ser y te abren los horizontes de la fuerza y de la creatividad del
amor de Dios.
Quien se acoge verdaderamente a la escuela del Maestro de Corazón nuevo, puede,
a su vez, hacerse maestro para otros, para ser curador/reparador de corazón heridos e in-
dicador/formador de un recorrido de personas renovadas, libres, confiadas y felices, ca-
paces de recrear el mundo. Así, este aprended de mí se convierte en un proceso educati-
vo dinámico, no solo de contenidos a recibir y transmitir, pero sobretodo de actitudes y
vida compartida y comunicada. Todo esto tiene un modelo en la persona misma de Je-
sús que continúa a invitar: aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón.
La atención al corazón, es decir, a la persona en su dignidad, integridad y proyecto,
debe constituir un toque típicamente dehoniano como fundamento de nuestro proyecto
educativo y, al mismo tiempo, de nuestra propia espiritualidad como formadores y cola-
boradores, en la construcción de un mundo mejor para las nuevas generaciones.
Deseo que estas dos imágenes –del Padre Educador com-pasivo o sim-pático y del
Maestro del Corazón Nuevo, que sana e instruye nuestros corazón acompañen nuestro
recorrido de estos días, al servicio de los jóvenes que ayudamos a crecer.
5. Un saludo final
En los saludos iniciales, he dejado intencionalmente en la sombra una mención es-
pecial que ahora querría retomar. Dentro del Gobierno General, hay alguno que, junto al
Secretario y sus colaboradores, se ha empeñado especialmente en la preparación de esta
Conferencia, coordinando la comisión, organizando recorridos, delineando contenidos.
Debería ser también él quien asumiese la conducción del desarrollo de los trabajos. Este
proceso ha sido interrumpido por su nombramiento episcopal, el 29 de junio de 2012.
Saludo, con gran alegría y amistad, al P. Claudio Dalla Zuanna, hasta hace poco tiempo
Vicario General de la Congregación y ahora arzobispo electo de Beira, en Mozambique.
No es difícil captar la alegría por el reconocimiento eclesial del servicio del P. Claudio,
como misionero en Mozambique y como Consejero y Vicario General de la Congrega-
ción. Pero no es menos evidente también el sentido de falta que su partida provoca en
nosotros, comenzando por el Gobierno General. Pero sobretodo esto supera cualquier
otro sentimiento, para expresar la gratitud de todo lo que hemos vivido, soñado, sufrido
y esperado juntos.
Gracias, queridísimo Dom Claudio (así se a trata a los obispos en Mozambique),
en mi nombre, en el del Gobierno General y en el de toda la Congregación, por el don
que has sido y continuas siendo para nosotros. Gracias por la coherencia de tu vida co-
mo persona, como presbítero y como dehoniano. Sabes bien con qué dificultad te vemos
partir a otra misión, sino también con cuanta esperanza vemos el no fácil encargo que se
te confía.
Personalmente me siento muy feliz por el hecho de que podamos darte gracias y
estrechar nuestra comunión, juntos como Congregación, al inicio de esta Conferencia,
en la cual has invertido mucho de ti mismo. Sabes que estás siempre en casa entre noso-
tros. Sin querer entrometernos en tu misión, también nosotros queremos acompañarte
con nuestra amistad, nuestra oración y nuestra solidaridad. El pequeño signo de gratitud
-6-
7. y que te ofrecemos ahora es el icono de la cordialidad trinitaria y humana, de la acogida
y de la amistad. Que ella pueda expresar y acompañar nuestra comunión en tu servicio
pastoral, como testigo del Corazón del Hijo de Dios, en tu servicio pastoral en la Iglesia
de Beira en Mozambique.
-7-