La trágica vida de Marilyn Monroe y su lucha contra la depresión
1.
2. Marilyn vivió una vida sumida en
problemas psicológicos. Sus
abuelos maternos y su propia
madre tenían conatos de demencia:
el abuelo se suicidó y su madre
estuvo ingresada en un manicomio
casi toda su vida adulta.
Marilyn Monroe se mostraba jovial
en público, pero en privado luchaba
contra la depresión y su herencia
genética. La actriz perdió la batalla
en 1962, cuando murió al
suicidarse.
3. Marilyn, cuyo verdadero nombre era Norma Jean
Baker, nació el 1 de junio de 1926 de Gladys Baker
(a quien todos llamaban Monroe) y de Edward
Mortenson, que abandonó a la madre de su futura
hija antes de nacer.
Su infancia fue dura y vivió rodeada de miseria e
incluso parece cierto que llegó a sufrir abusos
sexuales cuando sólo contaba con ocho años.
Después de que su madre fuese internada en un
psiquiátrico tras padecer una crisis nerviosa,
Norma Jean vivió en varios orfanatos y casas de
acogida.
4. La luz al final del túnel se empieza a ver
cuando se casa a los 16 años con un empleado
de una empresa de aviación de 21 años.
Mientras trabajaba en la planta, un fotógrafo
del ejército vio la foto de Norma Jean y le
ofreció la posibilidad de posar para anuncios
de ropa de baño y, tras teñirse el pelo del
rubio platino que ya nunca la abandonaría,
para almanaques y posters.
El mismísimo Howard Huges vio esas fotos y
se propuso hacerle unas pruebas para que
fichara por su compañía de cine, la RKO; sin
embargo, se le adelantó la 20th. Century-Fox,
que le firmó un primer contrato, entre cuyas
cláusulas figuraba un nuevo nombre artístico
para la nueva actriz: Marilyn Monroe.
5. Según los documentos médicos de su
psiquiatra el doctor Ralph Greensom y la Dra.
Kris, se manejaba el diagnostico de depresión
mayor posteriormente este cambio a psicosis
maniaco-depresiva, actual trastorno bipolar
tipo II de predominancia depresiva.
6. "Por favor, Lee, ayúdeme, éste es el último
lugar en el que debería estar. Quizás
llamando al doctor Kris y diciéndole que
tengo una buena salud mental y que tengo
que retomar las clases para prepararme
mejor para 'Rain'", continúa, casi gritando
desde esa carta desesperada
.
Y en otro momento de este compendio de
escritos, Marilyn Monroe dice que al doctor
Kris, interesado en saber si su depresión le
ayuda a interpretar mejor sus papeles en el
cine, responde: "Greta Garbo, Charlie
Chaplin y a lo mejor también Ingrid
Bergman a veces trabajaron mientras
estaban deprimidos".
7. "Intento recuperarme diciéndome a mí misma que
he hecho cosas que incluso estaban bien y que he
tenido momentos excelentes, pero se lleva peor lo
malo y noto que no tengo confianza (...) deprimida
(...) loca", se añade en esas notas que coinciden con
los años de gloria cinematográfica de la actriz.
Los fragmentos que corresponden a su estancia en
la clínica Payne Whitney de Nueva York reflejan el
sufrimiento de la actriz, su tendencia a la depresión
y su miedo a caer en la locura; en una carta a Lee y
Paula Strasberg, confiesa: "estoy segura de que
acabaré loca si sigo en esta pesadilla".
8. En sus cartas dirigidas a su psiquiatra, el doctor
Ralph Greensom, en 1961, la actriz intenta
explicar esa doble cara suya, triste y alegre.
Una duplicidad que ella conocía muy bien y que,
lejos de resultar chocante, debería explicar el por
qué de su profunda y todavía hoy inagotable
belleza: "Sé que nunca seré feliz, pero sé que
¡puedo ser muy alegre!
A veces me siento que nadie me puede detener
con mucha energía y poder, pero en ocasiones
muy enojada con todos mi consuelo es la bebida,
pero creo que bebo para olvidar quien soy.
9. "Anoche volví a pasar despierta toda la noche", le
escribe Marilyn a su psiquiatra. "A veces me pregunto
para qué sirve el tiempo nocturno. Casi no existe para
mí -todo me parece un largo y horrible día. Bueno,
pero pensé que más me valía ser constructiva y me
puse a leer las cartas de Sigmund Freud.
Cuando abrí el libro la primera vez me encontré la foto
de Freud y me eché a llorar, parecía muy deprimido (la
deben haber tomado muy al final de su vida) murió
decepcionado -la doctora Kris me dijo que había
sufrido mucho dolor físico lo cual ya sabía yo por el
libro de Jones- pero sabiéndolo sigo confiando en mi
instinto porque en su amable rostro veo un hombre
decepcionado".
10. Las pastillas solo eran una forma de aplacar su enorme
ansiedad y de mitigar su insomnio. Sufría cambios bruscos
de humor, el alcohol era su antídoto para la tristeza, su
manera de animarse, porque ella -como insiste en cada
rincón de sus escritos- necesitaba la alegría que había
perdido. "Yo solía reír tan fuerte y con tanta alegría“.
Muere al ingerir un frasco entero de Nembutal -las
pastillas que ese mismo día le acaba de recetar su
psiquiatra para frenar sus días sin descanso.
anunciaba ya en un poema sin fecha ni nombre que la
muerte era uno de sus pensamientos consoladores: "Ay
maldita sea me gustaría estar / muerta -absolutamente no
existente- / ausente de aquí -de / todas partes pero cómo
lo haría / Siempre hay puentes- el puente de Brooklyn .
11. Era una mujer triste, algo que nadie se explicaba y de
lo que ella misma se sentía secretamente
avergonzada. Porque también era alegre, o podía
serlo, radiante, pero la fatiga, la depresión y el
pesimismo fruto de un carácter extremadamente
sensible e inteligente la acorralaron hasta perder toda
esperanza en sí misma y suicidarse la madrugada del 4
al 5 de agosto de 1962 .
Fue victima de una enfermedad no muy comprendida
en la época, ni sus terapeutas pudieron darle las
respuestas que ella buscaba.
Lamentablemente nació y murió sin poder tener un
tratamiento adecuado quien sabe si eso hubiese
pasado hoy en día, otra seria la historia.