1. ROMA Y EL IMPERIO
La fundación de la ciudad de roma data, según su leyenda, del año 753 a.C. La historia romana
subsiguiente se suele dividir en tres periodos: la monarquía, 753-510 a.C. ; la república, 509-27
a.C. y el imperio (Roma Imperial), 27 a.C.-510 d.C. Hasta alrededor del año 270 a.C.
El Alto Imperio (27 a.C-305 d.C)
Entre los años 14 y 68 los herederos de Augusto, se van
sucediendo en el poder: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
Esta sucesión dinástica se vio interrumpida por la guerra civil
que, en el año 68, se libró entre los tres emperadores que
gobernaban en ese año. Este primer período de crisis que vive
el Imperio será superado por los Flavios.
Genérico que se da a los emperadores Nerva, Trajano, Imperio
Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo, con una política similar a la de los Flavios. Con
Séptimo Severo se inauguró la dinastía de los Severos (197-235), en la que se encontraba él
mismo, Caracalla, Macrino, Heliogábalo y Alejandro Severo.
El poder absoluto de Roma, capital del Imperio, se fue debilitando con el tiempo. Entre los años
235 y 300 la única prioridad de Roma fue la defensa de las fronteras del Imperio de los
continuos ataques de los pueblos bárbaros y de los que provenían del imperio sasánido de
Persia. La presión de estos pueblos motivó que el ejército asumiese el poder a partir del 235,
momento que se conoce como Anarquía militar y que duró unos
cincuenta años. Estos emperadores soldados tenían como única
finalidad la lucha contra los enemigos del Imperio.
El Bajo Imperio (305-476)
Desde la abdicación de Diocleciano, en el 305, se sucedieron una
serie de luchas que se prolongaron hasta el 312,
cuando Constantino se convirtió en el único emperador de
Occidente y último emperador del imperio unificado. Instituyó el
cristianismo como religión oficial del Imperio.
En esta etapa se produce el traslado de la capitalidad del Imperio
a la antigua ciudad de Bizancio, reconstruida y ampliada por
decisión del emperador. Bizancio, desde el 8 de noviembre del
Imperio Romano en su apogéo
Estandarte Romano
2. 324 (fecha de su inauguración) pasó a denominarse Constantinopla o ciudad de Constantino.
Más tarde Teodosio dividió el Imperio entre sus dos hijos Arcadio y Honorio surgiendo el
Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente.
En el año 476 tiene lugar la caída del Imperio Romano en Occidente. El Imperio Romano de
Oriente, posteriormente llamado Imperio Bizantino, sobrevivió hasta 1453, fecha de la caída de
Constantinopla la actual Estambul.
El principal problema que se plantea al escribir sobre la antigua Roma es el de la selección. El
hecho de tener que comprimir más de 1.000 años de rápidos cambios en un solo capitulo de
este estudio general, aunque se le conceda una importancia primordial, trae como
consecuencia inevitable la omisión de algunos aspectos del tema, y a mención demasiado breve
de otros. Roma ha sido descrita con gran detalle en infinidad de estudios arqueológicos. El
presente trabajo se basa principalmente en tres obras extraordinarias, dos de ellas de finales
del siglo pasado: The Ruins and Excavations of Ancient Rome del profesor Lanciani.
3. EL PLANTEAMIENTO URBANO EN ROMA
La cultura romana no fue la primera en la
antigüedad en desarrollar formas urbanas
complejas. De cualquier manera, podemos
decir, sin temor a equivocarnos, que el
desarrollo de las ciudades romanas fue
crucial para la evolución urbanística de los
centros del Occidente mediterráneo. La
civilización romana fue principalmente
urbana, y esto no podía ser de otro modo,
puesto que los orígenes de su dominio
están fuertemente enraizados en el desarrollo de la ciudad por antonomasia: Roma. Así, la
concepción de lo urbano en Roma nace como una reproducción de esquemas que subyacían
latentes desde sus propios orígenes —lo etrusco, por ejemplo— o que se fueron tomando y
adaptando de aquellos lugares que la civilización romana pasaba a dominar, como Grecia o las
ciudades helenísticas de Anatolia. Puede que la originalidad romana estribe en la feliz unión
conseguida entre dos nociones: la de ciudad, por un lado, la de Estado, por otro, y su
reproducción celular en los territorios dominados,
como elemento de cohesión.
El urbanismo romano no hace tabla rasa de lo
anterior. De tal forma, podemos distinguir dos tipos
de ciudades: aquéllas que aprovechan el
emplazamiento de otras anteriores y las de nueva
planta. En el primer caso, la impronta de lo romano se
deja sentir de forma localizada en la inclusión de nuevas formas en las viviendas, en la
incorporación de elementos de servicios como distribución de aguas, cloacas, o algunos
edificios públicos y, dependiendo de la importancia de la ciudad, en el desarrollo de planes
parciales o proyectos arquitectónicos más complejos como la construcción de foros, edificios de
espectáculos o reordenaciones más o menos profundas de los trazados de las calles.
En el caso de las ciudades ex Novo los planteamientos urbanísticos son diferentes. En primer
lugar, el solar elegido para el emplazamiento de la nueva ciudad debe reunir una serie de
características, entre las que prevalecen, ante todo, los criterios estratégicos, ya sean éstos
militares o políticos; tras ellos, tanto en el tiempo como en el
orden de importancia, siguen las razones económicas, ya que la
ciudad será cabeza de un territorium que dependerá de ella
jurídica, política y económicamente.
Acueductoanfiteatrocircoesculturas
enel teatro
4. PRIMER ASENTAMIENTO ROMANO
Aunque la influencia romana tuvo
gran repercusión en las ciudades
ya existentes en la península, los mayores esfuerzos urbanísticos
se centraron en las ciudades de nueva construcción,
como Tarraco (la actual Tarragona), Augusta Emérita (hoy Mérida)
o Itálica (en el actual Santiponce, cerca a Sevilla).
Los municipios romanos o colonias se concebían como imágenes de la capital en miniatura. La
ejecución de los edificios públicos corría a cargo de los curatores operatum o eran regentados
directamente por los supremos magistrados municipales.
Para emprender cualquier obra a cargo de los fondos públicos era necesario contar con la
autorización del emperador. El patriotismo local impulsaba a las ciudades a rivalizar para ver
cuál construía más y mejor, animando a los vecinos más pudientes de los municipios. La sed de
gloria hacía que sus nombres pasasen a la posteridad asociados a los grandes monumentos.
Las obras públicas acometidas con fondos particulares
no estaban sometidas al requerimiento de la
autorización del emperador. Los urbanistas decidían el
espacio necesario para las casas, plazas y templos
estudiando el volumen de agua necesario y el número
y anchura de las calles. En la construcción de la ciudad
colaboraban soldados, campesinos y sobre todo
prisioneros de guerra y esclavos propiedad del estado
o de los grandes hombres de negocios.
Ciudad tarraco
Ciudad emerita
Ciudad italica
5. ALCANTARILLADO Y SUMINISTRO DE AGUA
Los romanos comprendieron desde el principio
de su auge como civilización que una ciudad
debía tener un sistema eficiente de eliminación
de desechos para poder crecer. Para ello
construyeron en todas las ciudades de cierta importancia los conocidos sistemas
de alcantarillado que aún hoy siguen cumpliendo su
función original. En Mérida, por ejemplo, el alcantarillado
romano se ha usado hasta hace pocos años, y su trazado
sirve todavía como referencia para conocer cómo era la
antigua ciudad romana. En otras ciudades
como León (inicialmente fundada como un campamento de
la Legión VII Gemina) se conservan vestigios de estas
infraestructuras, y en Itálica sirven como ejemplo al
visitante en los días lluviosos de la perfección del sistema
de drenaje de las calles para evitar su encharcamiento.