La comunicación dentro de las organizaciones debe ir más allá de simplemente levantar actas de los hechos y comportamientos, sino que debe elevar los discursos a la categoría de realidades concretas. Para que la comunicación sea realmente estratégica, es necesario que los dichos de una organización estén alineados con sus hechos, de lo contrario se pierde credibilidad. Las contradicciones entre lo que una organización comunica y lo que realmente hace genera pérdida de confianza entre sus grupos de interés.
CAMBIO DE USO DE SUELO LO BARNECHEA - VITACURA - HUECHURABA
Digo hago o el hiato de la contradicción
1. Digo-hago o el hiato de la contradicción
Por Javier Villalba. http://jvillalba.wordpress.com/. (Gerente de Comunicación
Interna. Pelayo Mutua de Seguros. Miembro de la Vocalía de Comunicación Interna
DirCom).
Quizá merezca la pena plantearse si la comunicación va al rebufo de los hechos,
como si dijéramos, levantando testimonio sobre comportamientos y conductas, o si
aquella se propone elevar los discursos a la categoría de realidades.
Muchas veces decimos que la comunicación es una función estratégica, sin
embargo, para numerosas organizaciones, dicho aserto no es más que un horizonte
hacia el que decidir, o no, dirigir su nave. Dicha opción condiciona, no ya la
importancia de la comunicación, sino el buen gobierno de la empresa para
armonizar dichos y hechos, discursos y conductas; lo que viene a valer lo mismo
que cimentar una cultura del compromiso con la visión, responsable con su misión
y consistente con sus valores, lo que de no producirse dará al traste con su
credibilidad; si bien con desigual resultado ante sus grupos de interés toda vez que
las oportunidades de conformar las percepciones de éstos varía sustancialmente.
Trataré de explicarme. ¿Son antes los hechos que la comunicación o ésta es
anterior a aquellos? Planteado así, incurro en un error de bulto, pues, si bien es
verdad que no todo es comunicación, es igual de cierto que todo comunica.
Con ello estoy afirmando que cualesquiera hechos organizativos, que cualquier
conducta en la empresa, materializada en los actos que directivos y trabajadores
ejecutan, están comunicando. Y ello es así porque las conductas son también
comunicación y, además, el comportamiento tiene mucha más fuerza que la
palabra, por embellecida que ésta pueda sonar.
Luego, no sólo nos comunicamos mediante la palabra, ya sea pronunciada, leída,
escrita, rotulada, sugerida o silenciada, sino que las empresas también comunican
sus aspiraciones y lo que son, su identidad, mediante actos y comportamientos,
acciones y omisiones, en cualquier circunstancia y escenario, interna y
externamente.
Analizando los discursos de las empresas y contrastando mensajes difundidos y
silencios con hechos observables, podemos llegar a la conclusión de que unas veces
coinciden y otras no. Evidentemente, cuanto mayor sea el grado de
coincidencia mayor será la coherencia percibida por los grupos de interés y