2. • Dentro de una sociedad democrática, la relación entre sociedad
civil, sistema político y medios de comunicación es de una
relevancia fundamental. Son los medios de comunicación los
que cumplen el permanente rol de representar los intereses y
los problemas que aquejan a lo social
3. • En este sentido, la relación entre sociedad civil y medios de
comunicación debiese ser fluida y plural. La dificultad estriba
en que un marco capitalista neoliberal, como el que existe hoy
en Chile, esa relación está sobredeterminada por el Mercado.
Esto se conecta lógicamente con el concepto de subsidiaridad
instalado por la dictadura y reacomodado por los gobiernos
concertacionistas, que consideraron que la esfera de lo público
es un punto de encuentro entre actores privados, o mejor
dicho, privatizable..
4. • No existe representación robusta de un interés común, porque
la institucionalidad no debe inmiscuirse en estos espacios.
Salvo sí, para reprimir. En este línea (la represiva) es conocida
la historia de cómo a comienzos de los noventas, dentro de una
táctica más amplia de desmovilización social, la concertación
acabó con las radios comunitarias, las cuáles habían cumplido
un rol relevante en la lucha contra la dictadura
5. • La problemática de los medios de comunicación posee dos
dimensiones: una nacional y otra comunitaria. A nivel
comunitario, se hace necesario reconsiderar la importancia que
posee la reconstrucción del tejido social a partir de la
asociatividad barrial y comunal que generan las medios de este
tipo. Son espacios (si queremos decirlo así) de empoderamiento
social (o popular) que permiten a los sujetos constituirse como
actores dentro de su espacio local. Desde este medio, estos
nuevos actores pueden generar un sentido común en base a
sus problemas y experiencias.
6. • Podríamos afirmar que se trata de un proceso de politización,
en cuanto al sentido político de preocupación por problemas
públicos. Este proceso, en condiciones de subalternidad (o
explotación), puede transformarse en una tribuna de expresión
y articulación de demandas sociales y políticas
7. • A nivel nacional, el problema es más tangible. Tenemos medios
masivos que fueron entregados en concesión por décadas a holdings
empresariales. La televisión es su versión más dramática. Tenemos
un canal que es propiedad del retail (MEGA-Falabella), otro que es de
multinacional norteamericana (CHV – TimeWarner) y uno de la fortuna
más grande del país (C13-Luksic), sólo por citar los ejemplos más
extremos. ¿Dónde están los canales que representan a ese 80% de
chilenos que está en contra del lucro en la educación? ¿Le delegamos
esta responsabilidad a la buena voluntad de los editores de prensa y
gerentes de programación del gran empresariado? ¿El mismo que en
las últimas semanas se ha visto transversalmente ligado a los casos
de corrupción de la CNA y del “lucro” en las universidades?
8. • Para buscar las respuestas a estas preguntas, primero
debemos asumir una verdad con todas sus letras: el gran
culpable de esto no son los empresarios, fueron los gobiernos
concertacionistas. Fue la Concertación, la que renunció
voluntariamente a desarrollar medios de comunicación que
reflejaran líneas temáticas diversas a las de Copesa, El Mercurio
o Ricardo Claro. Se pensó que la épica del plebiscito iba a ser
un hito cultural que bastaba por sí solo para darle humanidad
al neoliberalismo. La derrota de esta utopía está
cotidianamente en nuestra
9. • TV abierta: Cosificación de la mujer, constante intimidación
social mediante una interminable pasada de revista de
violaciones y asesinatos, noticias deportivas (amo el deporte)
más centradas en las infracciones de tránsito de un DT, que en
las gestas deportivas cotidianas. En otras palabras, la TV
abierta chilena es la genuina expresión del espíritu que dominó
a Chile hasta el 2010: todo, absolutamente todo (personas,
eventos y objetos) pueden ser susceptibles de ser mercancía.
10. • A pesar de que un gran número de chilenos tiene acceso a
internet, este medio no alcanza para llegar a todos los sectores
sociales del país. Por lo mismo, debemos volver a pensar en los
clásicos medios masivos, que siguen siendo los que poseen
mayor legitimidad. Radios, periódicos y canales de televisión
deben ser pensados desde lo público, entendiendo a esto como
lo representativo de la mayoría de los chilenos.
11. • Pero esto no se puede centrar solamente en crear UN canal
público de televisión. Deben existir fondos estatales de libre
disposición para todos los medios posibles. El avisaje estatal no
puede concentrarse en los medios empresariales. Lo medios
independientes deben ser parte de la repartición de estos
fondos públicos, simplemente porque también representan una
dimensión de lo público..
12. • De esta forma, el Estado se transforma en un garante de que el
espacio público se transforme en lo que debiese ser: no una plaza
tapizada de publicidad, sino en el espacio de debate político de
nuestra sociedad. Esto también se aplica a los medios como las
radios comunitarias, para los cuáles ni siquiera es tan necesario un
potente esfuerzo de dineros públicos, sino que sencillamente
terminar con la legislación sobre telecomunicaciones pro
empresarial, y definitivamente anti popular (en todo el amplio
espectro que puede representar este concepto), y concertacionista
por cierto, que lleva décadas poniéndole trabas al desarrollo de estas
iniciativas