15. INTERIOR DE LA CAPILLA
SIXTINA
1475-83, 1508-12,
1535-41
La Capilla Sixtina fue levantada
durante el pontificado de Sixto IV
(1471-1484), del que recibe su
nombre. Tenía dos funciones:
religiosa como Capilla Palatina y
defensiva como puesto avanzado
fortificado del conjunto de edificios
colocados alrededor del patio del
Papagayo, que constituían el
núcleo más antiguo de los
palacios
apostólicos. Fue erigida en el
lugar en que se levantaba la
"Capilla Magna" del palacio
construido por Nicolás III.
16. La capilla tiene planta
rectangular, sin ábside; mide
40'94 m de largo por 13'41 m de
ancho, siendo su altura de 20'70
m; está cubierta por una bóveda
de cañón truncada con bovedillas
laterales (o pechinas) que
corresponden a las ventanas que
iluminan la estancia.
La decoración original
constaba de una bóveda cubierta
por un cielo estrellado decorada
por Piero Matteo d'Amelia,
mientras que en las paredes
laterales se ubicarían frescos de
los maestros más importantes de
la época. En la década de 1480
se llamaría a Perugino para
decorar la pared tras el altar -
perdida hoy por la ubicación del
Juicio Final -; más tarde fueron
llegando Botticelli, Ghirlandaio,
Signorelli y Cosimo Rosselli con
sus respectivos talleres, para
ejecutar los frescos dedicados a
Cristo y Moisés.
17. Cuando Julio II accedió al
trono papal en 1503 decidió
enriquecer la decoración de la
bóveda, encargando seis años
más tarde los trabajos a
Miguel Ángel, quien empleó
tres años en la realización.
Buonarroti elaboró en tres
periodos sus frescos; el
primero entre enero y
septiembre de 1509; el
segundo entre septiembre de
1509 y septiembre de 1510; y
el tercero y último entre enero
y agosto de 1511. Trabajaría
solo, sin ninguna
colaboración de ayudantes,
sin permitir ningún acceso a
la capilla durante su labor.
21. La bóveda, realizada entre 1508 y 1512, presenta una distribución arquitectónica
en la que son adaptados los diferentes personajes de la composición. Parece ser
que Julio II había pensado en una serie de doce Apóstoles como temática de la
bóveda, pero fue cambiada para representar diversos asuntos del Antiguo
Testamento, junto a una serie de sibilas y profetas que hablaron de la llegada
de Cristo. En los lunetos sobre las ventanas y en los triángulos (pechinas) por
encima de éstos se situarían los antepasados de Cristo, mientras que en las
pechinas de los rincones la bóveda se narrarían cuatro historias de la salvación
del pueblo de Israel.
22. Si hacemos una exposición cronológica de los hechos, en primer término
vemos a Dios separando la luz de las tinieblas, La creación del Sol y los astros,
La separación de tierras y aguas, La creación de Adán, La creación de Eva, El
pecado original y La expulsión del Paraíso terrenal, El sacrificio de Noé, El
diluvio universal y La ebriedad de Noé. Todas estas escenas se encuentran
rodeadas por diferentes figuras desnudas (ignudi), profetas y sibilas. Las
diferentes escenas, que van de pared a pared de la bóveda, están distribuidas
en una decoración arquitectónica de pilastras y entablamentos fingida.
23. El programa iconográfico que observamos en la decoración no surgió del
pintor, ya que debió ser consensuado con el pontífice y asesorado por
alguna autoridad teológica, sometiéndose de nuevo a la aprobación definitiva
del Papa. El resultado es una de las obras maestras de la pintura,
recientemente restaurada y limpiada para ofrecer a los espectadores la
maravilla y la fuerza del color en la obra de Miguel Ángel, sin olvidar su
admiración por la anatomía humana desnuda presente en todo el proyecto.
24. La tensión y la fuerza de sus personajes caracteriza la pintura de
Buonarroti, un convencido escultor que se dedica a la pintura por capricho del
Papa Julio II; se especula con que el artífice indirecto de este cambio de
actividad fueron Bramante y Rafael quienes, celosos del éxito que estaba
cosechando Miguel Ángel, recomendaron al pontífice que Buonarroti
realizara una decoración al fresco, pensando que el resultado iba a ser el
fracaso. Los dos artistas salieron perdiendo con su reto, al afianzar Miguel Ángel
su fama en la corte papal debido a su éxito en la Sixtina.
29. LA CREACIÓN DE ADÁN
La Creación de Adán ha marcado la mirada del hombre desde el momento en que
se pintó hasta nuestros días. Esta imagen ha sido determinante en la formación del
arte tal y como hoy lo entendemos, y es considerada la alegoría más sugerente y
poética del origen del ser humano como ser que participa en la divinidad, sea
cual sea ésta.
30. La Creación de Adán sigue el mismo método de representación que la Creación de
Eva, fingiendo dos planos de realidad, uno de los cuales es la misma realidad del
espectador. Dios, tras haber creado luz y agua, fuego y tierra, a todos los animales
y seres vivos, decide crear un ser a su imagen y semejanza, crearse de nuevo a sí
mismo. Dios llega a la tierra en una nube arrebatada, rodeado de ángeles y
envuelto en turbulencias que crea su mismo poder irresistible.
31.
32. En tierra, la figura de
Adán ya está modelada,
esperando ser insuflado de
vida. Adán está totalmente
pegado a la tierra, como
surgiendo de ella. Su mano
se levanta débilmente, sin
fuerza propia, sin objetivo. Y
en ese punto el dedo de
Dios concentra toda la
fuerza terrible de la creación
para transmitirla a su
criatura y convertirla en lo
que es. El detalle aislado de
las dos manos resume en sí
mismo el misterio de la
creación, de la vida humana.
Es una interpretación
conmovedora de Miguel
Ángel, que ha hecho de esta
imagen un auténtico
patrimonio de la humanidad.
43. EL PROFETA ISAÍAS
Isaías, profeta de la Pasión, interrumpe
la lectura del libro - que mantiene abierto
con la mano derecha - al ser solicitada su
atención por un angelote situado tras él,
iluminándole el futuro. Este gesto provoca
un acentuado escorzo en la figura del
profeta, aunque sus ojos no se dirijan a su
objetivo, contrastando la tensión de su
cuerpo con su relajación interior. Como
todos sus compañeros, aparece sentado
en un trono de mármol, desafiando la ley
de la gravedad al dotar Miguel Ángel de
soberbia volumetría a todos sus
personajes, considerando el espectador
que en cualquier momento pueden
descender al suelo. La potente
estructura anatómica queda cubierta con
pesados y plegados paños de brillante
colorido que intentan ceñirse al máximo
para ofrecernos la masa muscular y ósea
de la figura como observamos en el gesto
de cruzar las piernas.
44. LAS SIBILAS
LA SIBILA ERITREA
Miguel Ángel se había formado
en la Florencia neoplatónica
que pretendía reunir los
conceptos de la filosofía griega
de Platón con las creencias
cristianas, en un intento de hacer
racional y comprensible al
entendimiento la religión.
Miguel Ángel tenía tremendas
dificultades para pintar figuras
femeninas, puesto que solía
simplemente dibujar el cuerpo
musculoso de un atleta y
adosarle dos pechos
femeninos.
45. LA SIBILA DE DELFOS
Las sibilas eran personajes de la
Antigüedad, de las religiones
paganas previas al cristianismo. Su
papel en la civilización griega fue
de importancia trascendental y
llegaron a influir en las guerras y
los gobiernos de las "polis". La
más famosa de todas ellas fue la
Sibila de Delfos, o Sibila Délfica,
situada en el ombligo del mundo,
que se consideraba Delfos. El
papel de las sibilas era similar al
de los profetas del Antiguo
Testamento. Se consideraba que
poseían poderes adivinatorios y
entre ellas se extendió una
creencia en el fin del mundo y en
la llegada de un salvador, que
los cristianos rápidamente
adaptaron a su Mesías,
extendiendo los anuncios de su
venida incluso al mundo de la
Antigüedad grecorromana.
La sibila délfica
48. LOS DESNUDOS
LOS IGNUDI
Los especialistas consideran que
esta figura desnuda que se ubica
sobre la Sibila Pérsica, dentro del
compartimento dedicado a la
Creación del mundo, es el más
dinámico del conjunto al reforzar el
escorzo con las posturas disparadas
de sus miembros. Se piensa que las
fuentes utilizadas por Miguel Ángel
debemos encontrarlas en el grupo
helenístico procedente de la escuela
de Rodas del Laocoonte y en el
Torso Belvedere. No hay que olvidar
tampoco sus estudios anatómicos
sobre cadáveres en el monasterio de
San Lorenzo de Florencia, aunque
ello estaba penado por la iglesia y
era práctica prohibida.
67. El Juicio Final
(1537- 41)
Fresco, 1370 x 1220 cm
Capilla Sixtina, Vaticano
En la parte frontal de la Capilla,
en la pared del altar, se encuentra
la representación del Juicio Final,
obra que Miguel Ángel realizó una
vez terminada la decoración de la
bóveda entre 1536 y 1545. La
escena está dominada por Cristo,
que se encuentra en actitud de
juzgar con su brazo levantado.
Todos los personajes de la obra
parecen estar envueltos por un
ambiente apocalíptico, que es
penetrado por el dramatismo de
la muerte y la vida.
97. • Ars Summum, www.arssummum.net
• Caballero, J.D., Enseñ-arte
• Grupo CREHA (J. Jiménez Zorzo, I. Martínez Buenaga, J. A. Martínez
Prades, J. Martínez Verón), www.artecreha.com
• Martínez Verón, J., www.slideshare.net/jmartinezveron
• Pérez Molina, T., www.slideshare.net/tomperez
• Web Gallery of Art, www.wga.hu
• Wikimedia Commons
REFERENCIAS de los materiales utilizados
Si reconoces alguno de tus materiales y
no aparece convenientemente reseñado,
por favor házmelo saber aquí.
Notas del editor
Construcción: 1472-77 / Sixto IV
En el Génesis (1, 19) se narra el episodio central de esta escena:"Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, pero el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Vio que la luz era buena y la separó de las tinieblas, y llamó a la luz día y a las tinieblas noche. Hubo así tarde y mañana: Día primero".La figura del Creador, en un sensacional escorzo, se afana en realizar la separación, ofreciéndonos Miguel Angel la superficie sobre la que hallamos a Dios dividida en luz y tinieblas. Viste una túnica rosácea, al igual que en la Creación de las plantas y los astros, donde observamos espectaculares reflejos lumínicos que convierten el color en blanco. Alrededor de la escena central encontramos a cuatro ignudis en variadas posturas rompiendo con la simetría de las primeras escenas. Las figuras desnudas sujetan los broncíneos medallones y las guirnaldas vegetales, exhibiendo una potencia anatómica de gran belleza, anticipando con sus escorzos el Manierismo y el Barroco.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
En el Génesis (1, 19) se narra el episodio central de esta escena:"Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, pero el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. Vio que la luz era buena y la separó de las tinieblas, y llamó a la luz día y a las tinieblas noche. Hubo así tarde y mañana: Día primero".La figura del Creador, en un sensacional escorzo, se afana en realizar la separación, ofreciéndonos Miguel Angel la superficie sobre la que hallamos a Dios dividida en luz y tinieblas. Viste una túnica rosácea, al igual que en la Creación de las plantas y los astros, donde observamos espectaculares reflejos lumínicos que convierten el color en blanco. Alrededor de la escena central encontramos a cuatro ignudis en variadas posturas rompiendo con la simetría de las primeras escenas. Las figuras desnudas sujetan los broncíneos medallones y las guirnaldas vegetales, exhibiendo una potencia anatómica de gran belleza, anticipando con sus escorzos el Manierismo y el Barroco.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
En el Génesis (1, 14-20) se nos narra de la siguiente manera la creación de los astros: " Después dijo Dios: "Haya luminares en el firmamento que separen el día de la noche,sirvan de signos para distinguir las estaciones, los días y los años, y luzcan en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y fue así. Hizo, pues, Dios dos luminares grandes, el mayor para el gobierno del día y el menor para el gobierno de la noche, y las estrellas. Los colocó Dios en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, regular el día de la noche y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno. Hubo de nuevo tarde y mañana: Día cuarto". Este episodio del Génesis ha sido pintado por Miguel Angel en la zona derecha de la composición, presentándonos a Dios con las brazos abiertos creando con su dedo hacedor el sol y la luna, acompañado de un amplia corte de angelotes. En la zona de la izquierda hallamos una figura de espaldas que vuelve a ser Dios creando ahora las plantas según el Génesis (1, 11-14): "Dijo después Dios: "Produzca la tierra hierbas, plantas sementíferas de su especie y árboles frutales que den sobre la tierra frutos conteniendo en ellos la simiente propia de su especie". Y fue así. Produjo la tierra hierbas, plantas sementíferas de su propia especie y árboles frutales que dan fruto conteniendo en ellos la simiente propia de su especie. Y vio Dios que esto era bueno. Hubo de nuevo tarde y mañana: Día tercero". Algunos estudiosos han visto en la figura de espaldas al Caos en fuga o la Noche, siendo más correcta la interpretación de unificar los días tercero y cuarto de la creación en una sola escena, algo muy habitual en el mundo gótico.Las figuras que representan a Dios no pueden estar más escorzadas,mostrando Miguel Angel la fuerza divina de la creación a través de la potencia escultórica del hacedor.Los personajes flotan en el aire y las telas que visten se ciñen a su cuerpo para manifestar su potente anatomía, exhibiendo Buonarroti un soberbio dibujo. Tras la reciente restauración - limpiando el fresco de repintes posteriores y pegamentos adheridos - se puede apreciar la delicada gradación de los grises y violetas que afectan a la túnica del Creador, utilizando el foco del sol para proyectar luz en los rostros de Dios y los ángeles de su corte. Miguel Angel pintó esta escena en siete jornadas empezando por la esquina superior derecha. Los discos del sol y la luna fueron pintados directamente sobre el "intonaco" con un compás.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
Las primeras pinturas de la Capilla Sixtina de Miguel Angel eran de 1509, como el profeta Zacarías. Ya entre 1510 y 1511 Miguel Angel se había metido con las escenas principales del Génesis, rematando la creación del hombre y la mujer. Los trabajos eran lentos y penosos, y Miguel Angel apenas contó con ayuda de sus discípulos. Además, el artista pretendía seguir trabajando en su proyecto faraónico para la tumba esculpida de Julio II. Este proyecto constituía el máximo interés del artista, pero Julio II no dejaba de presionarle para que terminara la Capilla Sixtina, que Miguel Angel odiaba por apartarle de sus tareas. Sin embargo, la obra por la que ha pasado a la fama de la Historia es sin duda este techo y la pared del altar, pintados al fresco con una maestría nunca más igualada. En la escena que contemplamos, el artista pinta a Dios emergiendo del caos confuso previo a su palabra, para separar las aguas de la tierra y de este modo crear el mundo por la sola acción del Verbo. Sin embargo, Miguel Angel traduce el efecto de la palabra en un gesto poderoso, en el que Dios separa ambas manos, cada una de ellas recipientes de poder, como si fueran dos mundos opuestos que han de ser arrojados cada uno a un lado del universo. Para hacernos una idea de la continuidad de las diversas escenas en el techo de la Sixtina, indicaremos que el hombre y la mujer presentes en la parte superior de la imagen son los mismos de la parte inferior de la Creación de Adán, por lo que podemos imaginar la estructura del techo.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
La Creación de Adán ha marcado la mirada del hombre desde el momento en que se pintó hasta nuestros días. Esta imagen ha sido determinante en la formación del arte tal y como hoy lo entendemos, y es considerada la alegoría más sugerente y poética del origen del ser humano como ser que proviene de Dios. La Creación de Adán sigue el mismo método de representación que la Creación de Eva, fingiendo dos planos de realidad, uno de los cuales es la misma realidad del espectador. Dios, tras haber creado luz y agua, fuego y tierra,a todos los animales y seres vivos, decide crear un ser a su imagen y semejanza. Dios llega a la tierra en una nube arrebatada, rodeado de ángeles y envuelto en turbulencias que crea su mismo poder irresistible. En tierra, la figura de Adán ya está modelada, esperando ser insuflado de vida. Adán está totalmente pegado a la tierra, como surgiendo de ella. Su mano se levanta débilmente, sin fuerza propia, sin objetivo.Y en ese punto el dedo de Dios concentra toda la fuerza terrible de la creación para transmitirla a su criatura y convertirla en lo que es. El detalle aislado de las dos manos resume en sí mismo el misterio de la creación, de la vida humana. Es una interpretación conmovedora de Miguel Angel, que ha hecho de esta imagen un auténtico patrimonio de la humanidad.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
En esta imagen se mezclan y confunden dos métodos diferentes de pintar la figura humana: por una lado, tenemos los personajes de la escena central, vistos frontalmente según los códigos tradicionales de la pintura como una ventana a la realidad. Esta imagen debía verse desde el suelo, a varias decenas de metros de altura, totalmente en vertical. Rodeando el marco de este cuadro fingidamente sujeto al techo, tenemos otras figuras de mayor tamaño, vistos en escorzo, como si de alguna manera misteriosa fueran personas reales que se sujetan al techo y a las que podemos ver en diagonal y en relieve, distribuidas por todo el techo sin seguir las normas de representación de la perspectiva geométrica. Miguel Angel está planteando un trampantojo, una imitación de la realidad en el espacio pintado. Según su propuesta, en el techo de la Capilla Sixtina, los profetas, los ángeles y las sibilas están sosteniendo los cuadros que narran la historia sagrada para que nosotros los veamos.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
Miguel Angel situó en esta escena dos episodios del Génesis (3):la tentación y la expulsión del Paraíso de la misma manera que se venía haciendo en el mundo gótico. En la zona izquierda de la composición hallamos a los primeros padres junto al árbol de la tentación en cuyo tronco se enrosca una serpiente con tronco femenino que entrega el fruto a Eva, recostada sobre unas rocas exultante de belleza - inspirándose el maestro en la antigüedad clásica - mientras que Adán parece intentar evitar la tentación. En la derecha se ubica la expulsión del Paraíso protagonizada por un ángel vestido con una túnica roja que espada en ristre procede a arrojar a los pecadores del Edén, destacando sus rostros de tristeza y el envejecimiento de Eva. Ambas escenas tiene lugar al aire libre, recortándose las figuras sobre un fondo celeste, destacando los escorzos y el movimiento que manifiestan. Las figuras están inspiradas en Jacopo della Quercia; sus anatomías son potentes, escultóricas, volumétricas, perfectamente dibujadas por el maestro que también se preocupa por sus expresiones, dotando de fuerza, energía y tensión a los diferentes momentos que nos presenta, recurriendo al color como elemento transmisor de sensaciones. El interés narrativo que Buonarroti nos presenta también resulta interesante, obteniendo una composición muy acertada en la que se aprecia la primacía del cuerpo humano desnudo, enlazando con los principios escultóricos que él siempre manifestará.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
El Génesis (8; 20-22) recoge la historia narrada por Miguel Angel en el segundo compartimento de la Capilla Sixtina. Tras el diluvio "Noé levantó un altar a Yavé y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras ofreció holocaustos sobre él. Yavé aspiró el agradable olor, diciéndose en su corazón : 'No maldeciré más la tierra por causa del hombre, porque los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia; jamás volveré a castigar a los seres vivientes como acabo de hacerlo' (...) Dios bendijo a Noé y sus hijos". En la escena se nos presenta al anciano Noé tras el altar mientras sus hijos hacen los sacrificios, destacando las escorzadas posturas de las figuras desnudas, cuyos movimientos anticipan el Manierismo. Buonarroti ha sabido interpretar el momento en el que Dios hace un nuevo pacto con la Humanidad, prefigurándose el sacrificio de la Cruz. La composición central está rodeada por cuatro ignudis en variadas posturas, sosteniendo los medallones fingidos y los festones vegetales. A los lados del Sacrificio de Noé hallamos a la Sibila Eritrea y el Profeta Isaías.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
Siguiendo al biógrafo Condivi, la escena del Diluvio Universal fue la primera que Miguel Angel pintó en la bóveda de la Sixtina. Las diferencias en la calidad de la ejecución entre las diversas partes del fresco indican que inicialmente el maestro se encontró con variadas dificultades en relación con la técnica y con los ayudantes que pensó en contratar, considerando más tarde trabajar en solitario para lo que se encerró en la capilla sin permitir acceder a nadie, aunque algunas manos sí trabajaron en este fresco como su buen amigo Granacci o Bugiardini. El Diluvio se incluye entre los episodios bíblicos inspirados en la vida de Noé al considerar a este patriarca como una prefiguración de Cristo. Su narración está inspirada en el Génesis (6-8) y Buonarroti nos presenta al fondo de la composición el Arca y una nave repleta de personas que intentan salvarse de las aguas. En la zona de la derecha la cima de un monte emergido sobre las aguas sirve de refugio a un grupo que se cubre con una tela a modo de tienda mientras que en la izquierda otro grupo de refugiados intentan su salvación, manifestándose todo tipo de reacciones en sus rostros: rabia, angustia, temor,piedad, egoísmo, amor, ... En la zona que ha perdido el enlucido se ubicaba, según Condivi, el rayo que caía sobre la tienda en forma de ira divina. Las figuras están en las más variadas posturas, predominando los violentos escorzos donde se demuestra la potencia escultórica del maestro, interesado por las fuertes anatomías y por el relieve aunque las recientes limpiezas han puesto de manifiesto que no elimina el color, muy variado y dinámico,ayudando a crear la sensación de tensión y dramatismo que requiere una escena de estas características.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
La embriaguez de Noé es la historia que se narra en el primer compartimento de la bóveda de la Capilla Sixtina, situándonos en la pared frente al altar. La escena se presenta en el centro del espacio, acompañada por cuatro ignudis que sostienen dorados medallones. Noé duerme borracho y desnudo junto a un gran tonel, escena que es contemplada con burla por su hijo Cam mientras Jafet cubre la desnudez del padre y Sam reprocha al burlador. En el fondo encontramos al patriarca sembrando la vid, considerándose que los efectos del vino son asociados al trabajo rural. Como en todo el conjunto, la composición se caracteriza por la potencia anatómica de las figuras desnudas, recordando a los relieves antiguos, lo que indica la mentalidad escultórica de Miguel Angel.Las iluminaciones son potentes, creando contrastes de claroscuro, obteniendo así una mayor intensidad dramática en la narración. La aparición de Noé en la iconografía está justificada por su papel como prefiguración de Cristo. Los ignudi refuerzan la idea del relieve al situarse en perspectiva ante la escena bíblica para crear un espacio fingido e inexistente, manifestando unas sensacionales posturas escorzadas. El desnudo de la zona inferior derecha se ha perdido por las filtraciones de agua que ha sufrido la capilla a lo largo del tiempo.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
Judit y Holofernes
En las esquinas de la Capilla Sixtina encontramos cuatro grandes pechinas que tienen como temática común las Milagrosas salvaciones de Israel, identificándose con la cristiandad. Los cuatro asuntos son los siguientes: David y Goliat, la Serpiente de bronce, el Castigo de Amán y Judith y Holofernes. Los especialistas consideran que las más lejanas - las escenas de Judith y David -a la pared del Juicio Final serían las más antiguas, ejecutadas por Miguel Angel en 1509 mientras las dos más cercanas - el Castigo y laSerpiente - serían de los últimos años de ejecución, considerándose la fecha de 1511.La escena que contemplamos recoge la decapitación del general asirio Holofernes por mano de Judith, bella y virtuosa viuda de Betulia. La mujer se trasladó, con el consentimiento de los jefes de su pueblo, al campamento enemigo donde Holofernes se prendó de su belleza y sabiduría, permitiéndole todo cuanto pedía. Con motivo de un banquete al que acuden todos los generales, Judith es invitada,apareciendo con sus mejores galas lo que provocaría una mayor admiración del militar. Holofernes y Judith se quedan solos en latienda; aprovechando la viuda la embriaguez del asirio, le corta la cabeza y con la ayuda de su aya, portan el trofeo hasta Betulia donde es colocado en las murallas, motivando la desbanda del ejército invasor al conocer la pérdida de su jefe. Miguel Angel ha elegido el momento en que Judith coloca la cabeza de Holofernes en la bandeja de plata y procede a cubrirla con un paño, considerándose que la cabeza del general sería un autorretrato del pintor. Las dos figuras se ubican en el centro de la escena mientras que al fondo observamos el cuerpo yacente del general, en una postura totalmente escorzada donde se destaca la potencia anatómica de su cuerpo. Al final de la pared donde se recortan las figuras de las mujeres hallamos un extraño personaje identificado con un soldado durmiendo. El momento de tensión ha sido interpretado a la perfección por Buonarroti, creando una escena de intensidad dramática gracias a los efectos lumínicos y al movimiento de los personajes. Los colores están estudiados con especial interés al vestir a la doncella de amarillo - color emblemático de la Iglesia - y a Judith de blanco como símbolo de pureza, creándose en sus vestidos sombras coloreadas que parecen anticipar al Impresionismo. Esos pesados ropajes que visten las damas intentan ocultar la anatomía de sus cuerpos, tratándose de figuras amplias y escultóricas, inspiradas en la estatuaria clásica que Miguel Angel tanto admiraba a través de Donatello.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
El Castigo de Amán y la Serpiente de bronce son las historias que recogen las pechinas situadas en la pared del Juicio Final, frente a Judith y Holofernes y David y Goliat. Los especialistas consideran a las primeras como realizadas en último lugar, fechándolas en 1511, interesándose Miguel Angel en toda la serie por el movimiento y el dramatismo del momento, sin perjuicio del color. La escena que contemplamos está inspirada en el texto bíblico de Esther. Mardoqueo tuvo un sueño en el que se le mostró de forma simbólica el peligro y la liberación que iba a pasar el pueblo judío. Mardoqueo descubrió al rey Asuero por medio de la bella Esther una conspiración de los eunucos patrocinada por Amán, el primer ministro. Amán se propuso exterminar a los judíos y logró un decreto del rey para obtener su objetivo pero Mardoqueo, valiéndose una vez más de Esther, consiguió cambiar la opinión de Asuero y fue el ministro Amán el condenado al patíbulo. Miguel Angel recoge en la pechina tres momentos de la historia: a la derecha el rey Asuero mandando venir a Mardoqueo para ofrecerle una recompensa; a la izquierda el consejo celebrado por el rey para castigar a Amán, y en el centro el castigo de Amán, clavado en una cruz aunque en la Biblia se habla de su ahorcamiento. Algunos especialistas consideran que esta escena tiene una alusión directa a las intrigas cortesanas que se daban a menudo en la corte pontificia. Lo más significativo del conjunto es el escorzado movimiento de las figuras, especialmente Amán y Asuero en su lecho, destacando la potente anatomía de las figuras desnudas inspiradas en las estatuas clásicas, aludiéndose al grupo helenístico del Laoconte. La tensión y el dramatismo de cada uno de los momentos también ha sido sabiamente interpretado por Buonarroti, demostrando que su maestría no se limita exclusivamente al dibujo sino que se acompaña con la armoniosa distribución de la luz y el color en el espacio para crear efectos dramáticos, reforzados por las expresiones y gestos de sus figuras. La unión de las tres escenas a través de elementos arquitectónicos recuerda al Quattrocento, concretamente a Masaccio de quien Miguel Angel aprendió más que con su verdadero maestro, Ghirlandaio.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
En esta pechina de la Capilla Sixtina se recoge la historia bíblica (Números, XXI) de la Serpiente de bronce. Desanimado en su marcha por el desierto de Transjordania, el pueblo israelita "habló contra Dios y contra Moisés" lo que provocó la ira divina y el castigo en forma de plaga de serpientes que picaban mortalmente. El arrepentimiento de los hebreos motivó la ejecución de una serpiente de bronce que por mandato de Yavé colgaron de un árbol; todo aquel que había sido picado por las serpientes se curaba al mirar a la de bronce. En este episodio se ha querido ver una prefiguración de la cruz que cura a quien la contempla, refiriéndose alegóricamente a los herejes que intentan convertirse. Miguel Angel nos ofrece un momento de máxima tensión a través de poderosas figuras escorzadas que preludian el Infierno del Juicio Final, mostrando un intenso movimiento en todas ellas. Los personajes de la zona derecha se retuercen de dolor, intentando quitar los reptiles de sus cuerpos mientras que en la zona izquierda encontramos a los que dirigen su mirada a la serpiente de bronce colgada en el árbol. Las figuras están inspiradas en esculturas clásicas, concretamente el grupo del Laoconte, exhibiendo sus potentes anatomías a través de sus cuerpos desnudos o de sus ceñidos vestidos,creándose una intensidad dramática difícilmente superable. La potencia de la escena no está reñida con una acertada distribución del color y la luz, intensificando aun más el momento gracias a los juegos de claroscuro.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.
David y Goliat
En la pechina derecha de la pared frente al Juicio Final encontramos esta famosa escena bíblica (I Samuel, 17) donde el joven David vence al gigante Goliat en combate al noquearle con una piedra lanzada con su honda. El momento elegido por Buonarroti es la decapitación de Goliat con su propia espada, escena contemplada por varias figuras en el fondo, desproporcionadas en relación con David y la perspectiva tradicional. El episodio está cargado de acción y movimiento al recurrir a dos figuras escorzadas de gran potencia anatómica, recortadas ante la tonalidad blanca de la tienda de campaña que sirve de fondo. La intensidad dramática del momento se refuerza con la iluminación empleada al crear contrastes de luz y sombra que recuerdan a Leonardo, destacando la intensidad de las ropas de ambos contendientes.
Genios de la Pintura (c) 1999 Ediciones Dolmen S.L.