1. III
3.2 DISCRIMINACIÓN.
Discriminar significa seleccionar excluyendo; esto es, dar un trato de inferioridad a
personas o a grupos, a causa de su origen étnico o nacional, religión, edad, género,
opiniones, preferencias políticas y sexuales, condiciones de salud, discapacidades,
estado civil u otra causa. Cabe señalar que estas causas constituyen los criterios
prohibidos de discriminación.
Se discrimina cuando, con base en alguna distinción injustificada y arbitraria
relacionada con las características de una persona o su pertenencia a algún grupo
específico (como alguno de los criterios prohibidos), se realizan actos o conductas
que niegan a las personas la igualdad de trato, produciéndoles un daño que puede
traducirse en la anulación o restricción del goce de sus derechos humanos.
Discriminar quiere decir dar un trato distinto a las personas que en esencia son
iguales y gozan de los mismos derechos; ese trato distinto genera una desventaja
o restringe un derecho a quien lo recibe.
Todas las personas pueden ser objeto de discriminación; sin embargo, aquellas que
se encuentran en situación de vulnerabilidad o desventaja, ya sea por una
circunstancia social o personal, son quienes la padecen en mayor medida.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA DISCRIMINACIÓN?
La discriminación se origina en las distintas relaciones sociales, muchas veces
desde las familias, a través de la formación de estereotipos y prejuicios.
2. III
Estereotipos
Un estereotipo es una imagen o idea comúnmente aceptada, con base en la que se
atribuyen características determinadas a cierto grupo o tipo de personas, que lleva
a considerar a todos sus integrantes o a todas ellas como portadoras del mismo tipo
de características, sin que dicha atribución obedezca a un análisis objetivo y
concreto de las características específicas de la persona de que se trate.
En términos generales, un estereotipo se forma al atribuir características generales
a todos los integrantes de un grupo, con lo que no se concibe a las personas en
función de sus propias características, sino de ideas generales, a veces exageradas
y frecuentemente falsas, que giran en torno a la creencia de que todos los miembros
del grupo son de una forma determinada.
Prejuicios
Un prejuicio se forma al juzgar a una persona con antelación, es decir, prejuzgarla,
emitir una opinión o juicio —generalmente desfavorable— sobre una persona a la
que no se conoce, a partir de cualquier característica o motivo superficial. Los
prejuicios son una forma de juzgar lo distinto a nosotros sin conocerlo, considerando
lo diferente como malo, erróneo, inaceptable o inadecuado.
En muchas ocasiones la discriminación obedece a patrones socioculturales
tradicionalmente aprendidos y repetidos, en cuya transmisión y perpetuación el
medio familiar y el entorno social desempeñan un papel muy importante, ya que a
partir de dichas interacciones las personas comienzan a establecer criterios de
selección en distintos ámbitos. Es común que un niño aprenda y repita las prácticas
igualitarias o discriminatorias que observa en su entorno familiar.
3. III
A partir de los estereotipos y los prejuicios, resultado de la incomprensión, el temor,
el rechazo y la falta de respeto a las diferencias, se genera la intolerancia. Se suele
rechazar, juzgar, evitar, excluir, negar, desconocer o, incluso, eliminar y suprimir
con base en estos motivos. La intolerancia imposibilita la convivencia en armonía
entre los distintos grupos y personas, y lo que debemos buscar en función de la
igualdad y la paz social es precisamente la convivencia armónica de todas las
diferencias; es decir, la tolerancia.
CARACTERÍSTICAS DE LA DISCRIMINACIÓN
Es una conducta socialmente presente, se aprende rápido y tiende a
reproducirse hasta convertirse en una práctica cotidiana.
Es progresiva, ya que las personas pueden ser discriminadas por distintas
causas; sus efectos pueden acumularse e incrementarse, produciendo daños
mayores y dando lugar a nuevos problemas y a una mayor discriminación.
Evoluciona al adoptar nuevas formas y modalidades. Constantemente se
reproducen nuevas situaciones que tienden a generar conductas
discriminatorias.
Obedece a distintas causas, pero el resultado siempre es el mismo: la
negación del principio de igualdad y la violación de los derechos humanos.
Las conductas discriminatorias pueden generar daños morales, físicos,
psicológicos, materiales y diversas limitaciones en muchos ámbitos a las
personas discriminadas, al mismo tiempo que ocasionan un daño general a
la sociedad en su conjunto, al fomentar divisiones que la fragmentan.
4. III
¿CÓMO SE PRESENTA LA DISCRIMINACIÓN?
La discriminación puede presentarse en distintas formas:
Discriminación de hecho. Consiste en la discriminación que se da en las
prácticas sociales o ante funcionarios públicos, cuando se trata de modo
distinto a algún sector, como por ejemplo a las mujeres o a las personas
mayores.
Discriminación de derecho. Es aquella que se encuentra establecida en la
ley, vulnerando los criterios prohibidos de discriminación, mediante la que se
da un trato distinto a algún sector. Es el caso, por ejemplo, de una ley que
estableciera que las mujeres perderían su nacionalidad si contrajeran
matrimonio con un extranjero, pero que esta ley no afectara a los hombres
que estuvieran en semejante situación.
Discriminación directa. Cuando se utiliza como factor de exclusión, de forma
explícita, uno de los criterios prohibidos de discriminación.
Discriminación indirecta. Cuando la discriminación no se da en función del
señalamiento explícito de uno de los criterios prohibidos de discriminación,
sino que el mismo es aparentemente neutro. Por ejemplo, cuando para
obtener un puesto de trabajo se solicitan requisitos no indispensables para el
mismo, como tener un color de ojos específico.
Discriminación por acción. Cuando se discrimina mediante la realización de
un acto o conducta.
Discriminación por omisión. Cuando no se realiza una acción establecida por
la ley, cuyo fin es evitar la discriminación en contra de algún sector de la
población.
Discriminación sistémica. Se refiere a la magnitud de la discriminación de
hecho o de derecho en contra ciertos grupos en particular.
5. III
Es preciso señalar que para dar fin a una situación de discriminación
particularmente arraigada contra un grupo específico se suele recurrir a las llamadas
acciones positivas o afirmativas (conocidas también como sistemas de
discriminación inversa o positiva), que consisten en la adopción de medidas
concretas y temporales dirigidas a conseguir la igualdad ante la ley, la igualdad
material y, consecuentemente, la igualdad de oportunidades. Por medio de ellas se
pretende influir en los miembros de la sociedad para que cambien su mentalidad en
ese sentido y se corrijan las situaciones discriminatorias.
Un ejemplo de una acción positiva podría ser la adopción de leyes para evitar la
violencia contra las mujeres.
AMBITOS EN LOS CUALES SE PRESENTA LA DISCRIMINACIÓN
Existen al menos tres ámbitos en donde se presenta la discriminación con diferentes
intensidades, en tanto al interior como entre cada uno de ellos. El primero es la
interacción cotidiana que se realiza en la familia, escuela, la comunidad, el barrio,
en el trabajo, en el espacio público y, más recientemente, en internet. En este
ámbito, el ejercicio de la discriminación generalmente está focalizada en ciertas
personas o grupos, quienes pueden practicarla ocasional o regularmente,
realizando tratos diferentes e inferiores hacia quienes ven distintos y desiguales. Es
un acto de poder que pone en práctica mecanismos, estrategias y dispositivos que
niegan los derechos de los otros con el fin de obtener prebendas, beneficios
materiales o gratificaciones simbólicas para sí mismos. La discriminación puede ser
activa o pasiva, es decir sus agentes pueden ejercer directamente acciones que
afectan negativamente a otros o, sin participar directamente en actos de
discriminación como actores materiales o intelectuales, pero si hacerlo como
6. III
reproductores de prejuicios, temores y odio en contextos de interacción con aquellos
que se consideran iguales.
La discriminación en las relaciones interpersonales se puede practicar, además,
mediante ciertas conductas, expresiones verbales y pensamientos discriminantes
que irrumpen en momentos específicos de las relaciones humanas. Por ejemplo
cuando se niega la palabra y toma de decisiones a niños, mujeres y ancianos;
cuando realizan miradas despreciativas, sobre personas con rasgos fenotípicos o
culturales considerados distintos; cuando se emiten frases de contenido prejuiciado
que se expresan naturalmente, como “indio comido puesto al camino”; cuando se
hace esperar más tiempo en los servicios sociales a individuos que no son de
agrado de quien tiene la responsabilidad de estas decisiones; cuando se hacen
chistes sexistas, etc. Tales actitudes, pensamientos y expresiones no impiden la
participación de los discriminados en la cultura general, ni somete a éstos a
agresiones físicas o exclusiones directas de la organización y beneficios de la
sociedad, aunque sí disminuyen sus posibilidades de ser integrados y aceptados
plenamente. En estos casos, la agresión y la exclusión que se practica es más sutil
y muchas veces los propios afectados tienen una conciencia difusa del carácter
injusto de las mismas.
El segundo ámbito en donde se produce discriminación es en la cultura, a través de
los valores, normas, visiones del mundo y expresiones simbólicas que se
encuentran arraigadas en una sociedad. Este puede ser el caso de sociedades que
asocian a personas de otra nacionalidades o religiones con valores negativos y que
promueven actitudes de rechazo o exclusión hacia ellas. Los valores,
representaciones y simbolizaciones que sustentan la discriminación pueden
arraigarse de distinta manera en la cultura: pueden estar en etapa inicial o
emergente, delimitada a algunos individuos y contextos específicos, o puede
tratarse de elementos culturales hegemónicos, en cuya situación no solo se han
generalizado por todo el tejido social, sino que gozan de aceptación extendida. Pero
también pueden ser resultado de prácticas que paulatinamente han perdido el
7. III
arraigo que tenían en periodos anteriores y, por tanto, tener un carácter residual.
Los elementos emergentes, como los residuales, puede ir en contra de la cultura
hegemónica o dominante, o constituir una subcultura hasta cierto punto consentida,
aunque no plenamente aprobada o asumida por el resto de la población. Por
ejemplo, ciertas formas de machismo (aunque no el machismo como un todo) han
adquirido, sociedades o en determinados espacios sociales.
El tercer ámbito en donde se desarrolla la discriminación es el sistema o la
estructura social. Esto ocurre cuando la discriminación es apoyada, promovida u
organizada por las instituciones que estructuran a la sociedad en sus dimensiones
económicas, políticas y culturales. Este es quizá el grado de complejidad más
preocupante, aunque no menos peligroso que los anteriores, ya que las creencias
y acciones que desvalorizan, violentan, excluyen e incluso ponen en riesgo la
existencia de personas y grupos percibidos como distintos, se encuentran
institucionalizadas y son funcionales al sistema social. Puede ser que tal situación
guarde correspondencia con una cultura hegemónica discriminante, que genere las
condiciones para fomentar dicho arraigo o, cosa nada infrecuente, que opere sin
hacer explicita la discriminación a nivel cultural, legitimándose en argumentos que,
desde una perspectiva ingenua, podrían parecer no discriminatorios. Por ejemplo,
en la actual ocupación de Irak, la agresión pretende justificarse mostrándose como
¡un acto altruista de “liberación”!
La institucionalización de la discriminación puede darse a distintos niveles, entre los
que podemos destacar los siguientes:
Legislación: pueden existir leyes a nivel internacional o nacional que de una
u otra forma permitan, justifiquen o promuevan ciertos tipos de
discriminación, aunque también las leyes pueden combatir formas de
discriminación arraigadas en la cultura o practicadas en la vida cotidiana y
ámbitos institucionales;
8. III
Aparato institucional: pueden existir organismos internacionales,
instituciones públicas, privadas y del tercer sector, cuya estructura
organizacional permita, justifique o promueva sistemáticamente acciones
discriminatorias contra determinadas personas o grupos;
Cultura organizacional: las instituciones poseen, además de sus reglamentos
y normativas oficiales, un conjunto de valores y normas que no están escritas,
pero que orientan la práctica de los funcionarios de la institución; muchas
veces la discriminación está fuertemente arraigada a este nivel, a despecho
de lo que diga la reglamentación oficial;
Acción institucional; donde no existen mecanismos de monitoreo y
evaluación permanente de la actividad institucional en términos de los
efectos diferenciales que puede ésta tener sobre los grupos específicos de
la sociedad, el desarrollo de planes, programas y proyectos puede producir,
de manera deliberada o no, situaciones de discriminación social.
¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE LA DISCRIMINACIÓN?
La discriminación es la manifestación concreta, individual, grupal o colectiva de la
negación del principio de igualdad y constituye uno de los mayores obstáculos para
avanzar en el pleno ejercicio de los derechos humanos.
El principio de igualdad es uno de los valores más importantes reconocidos por la
comunidad internacional y constituye la piedra angular de la teoría de los derechos
humanos. Su importancia radica en que garantiza derechos y limita privilegios, con
lo que favorece el desarrollo igualitario de la sociedad.
Las personas deben ser consideradas iguales entre sí y tratadas como iguales
respecto de aquellas cualidades que constituyen la esencia del ser humano y su
naturaleza, como la dignidad, el libre uso de la razón y la capacidad jurídica. Los
posibles tratos desiguales dados a las personas sólo se pueden justificar si se
encuentran previstos en la ley, y generalmente obedecen a la comisión de actos
9. III
ilícitos que dañan a terceros o cuando las personas se encuentran en situación de
vulnerabilidad o discriminación, lo que hace necesario la aplicación de algún apoyo
o ayuda especial (como las medidas afirmativas).
El principio de igualdad establece que todas las personas tienen los mismos
derechos y comprende la necesidad de crear las condiciones ideales para que
aquellos que se encuentren en una situación de desigualdad tengan garantizado el
disfrute de sus derechos y libertades fundamentales.
Pérez Portilla (2006) identifica cuatro niveles principales de producción y
reproducción de las diversas formas de discriminación:
a) Estructural: formas desiguales en que las categorías sociales y el acceso a los
bienes están organizados física, política y jurídicamente en una sociedad. Para su
identificación hemos de analizar el diseño físico de los espacios, la participación en
los asuntos públicos y las leyes imperantes en la sociedad, así como las barreras
que en cada una de estas dimensiones obstaculizan el pleno acceso, goce y disfrute
de los derechos y beneficios de un grupo o sectores de la población.
b) Cultural: Está en relación con los significados y valores que la sociedad asume
de forma acrítica y que obligan a instituciones e individuos:
Los lineamientos culturales tales como la filosofía de la vida, el humor, el lenguaje,
los estereotipos, los mitos, las definiciones de lo bueno, lo normal, lo raro, así como
la gente viste, come, reza o se maquilla (y la reacción ante estos comportamientos)
a menudo tienen como función la de proporcionar justificaciones para la opresión
(Pérez, 2006, p. 712)
En este sentido los medios masivos de comunicación establecen agendas
excluyentes o inclusivas, frente a la “normalidad” cultural.
10. III
c) Institucional: Hace referencia a los procedimientos y prácticas normalizadas que
operan en contra de ciertos grupos o sectores de la población en las estructuras
que conforman lo social: la familia, la escuela, los sistemas de salud, la empresa,
las instancias gubernamentales, etc. Estas instituciones niegan servicios
apropiados y profesionales a ciertos individuos y grupos poblacionales por criterios
arbitrarios e irracionales.
d) Personal: Hace referencia al complejo entramado subjetivo de creencias,
actitudes, prejuicios y comportamientos conscientes o inconscientes de los que son
portadores los sujetos y que ejercen o refuerzan la discriminación. Es el nivel más
difícil de identificar porque su raíz está en la estructura subjetiva de cada persona.
Paradójicamente, en esta estructura subjetiva podrían fincarse las condiciones más
importantes para acceder a una sociedad plenamente equitativa, ya que apela a la
moralidad personal que, de ser justa, sería más efectiva que la ley misma, porque
cada ciudadano no requeriría una normatividad que le sancione, sino que dirige su
actuar orientado por altos valores universales, como el respeto a la dignidad de
todas las personas.
Estos cuatro niveles tienen una dinámica interdependiente y de reforzamiento
común a través de procesos psicosociales que contextualizan el actuar, la conducta,
las actitudes y las predisposiciones conscientes e inconscientes de las personas.
En síntesis, se podría afirmar que la dinámica excluyente y discriminadora en la
sociedad se compone de dos partes (CONAPRED, 2012): la desigualdad de trato y
la desigualdad económica (p.23). Estas dimensiones se traslapan, es difícil
distinguirlas, y son simbióticas porque se afectan mutuamente.
11. III
CONTEXTO DE LA DISCRIMINACIÓN
Se considera que el contexto para la discriminación es el fenómeno de la
desigualdad.
A mayor desigualdad en la distribución de los bienes materiales y culturales de una
sociedad, más vulnerable será esta ante el fenómeno de la discriminación.
En las sociedades profundamente desiguales, las tramas de la discriminación se
yuxtaponen hasta configurar situaciones de discriminación acumulativa muy difíciles
de revertir y que vulneran gravemente la dignidad de las personas. Ejemplo de ello
es el de las mujeres migrantes e indígenas que, dada su condición de género, clase
social, origen étnico y calidad migratoria, están expuestas a terribles vejaciones en
sus trayectos migratorios a través de países con altos índices de discriminación y
exclusión como México.
México adoptó tardíamente el derecho a la no discriminación, ya que no fue sino a
principios del presente siglo que lo incorporó en el tercer párrafo del artículo primero
de la Constitución. Como afirma Soberanes (2010) tuvieron que transcurrir varias
décadas e incluso la irrupción de un movimiento armado [EZLN] para que México
reconociera no sólo su composición multicultural, sino también el hecho de que la
inequidad en la distribución de la riqueza, la desigualdad de oportunidades, el
subdesarrollo y el machismo habían gestado prácticas discriminatorias de fuerte
arraigo. (p.265)
Este es el contexto que provoca la aparición de múltiples prácticas discriminatorias
detestables.
En noviembre de 2012 la CONAPRED identificó a los 12 grupos en situación de
discriminación en México: adultos mayores, afrodescendientes, fieles religiosos (los
8.3 millones de habitantes cuya profesión de fe es distinta a la católica), etnias,
migrantes y refugiados, mujeres, niños, personas con discapacidad, personas con
VIH/SIDA, jóvenes, personas con preferencias distintas a la heterosexual y las
trabajadoras domésticas.
12. III
El Sistema Educativo Nacional (SEN), y la escuela en particular, no pueden
permanecer indiferentes ante este escenario de violación estructural del derecho a
la igualdad y a la no discriminación. En primer lugar, han de mirar puertas adentro
para identificar las posibles condiciones generadoras de discriminación en el SEN y
en las instituciones escolares, para después incidir en las dinámicas sociales más
amplias que producen y reproducen las condiciones de desigualdad y
discriminación en nuestro país.
Como ya lo afirmamos antes, el escenario de violación estructural del derecho a la
igualdad y a la no discriminación se sostiene en un entramado complejo de
relaciones y mecanismos sociales cuya nota característica son los prejuicios,
creencias y estigmas que permiten a personas que detentan cierto poder, dar un
trato desfavorable y de desprecio a otras. Por ello es tan difícil responder a la
pregunta de quiénes discriminan. Las actitudes y comportamientos discriminadores
se expresan de muy diversas maneras y en diferentes sectores de la población. Si
fuese necesario aventurar una respuesta, habría que limitarse a decir que un
denominador común en las situaciones de discriminación es el poder (económico,
político, cultural, moral, etc.) que permite a unas personas otorgar ese trato
desfavorable y de desprecio a otras. Para identificar a los responsables de la
discriminación es necesario preguntarse quiénes ejercen el poder económico,
político y cultural en determinado grupo social, y qué expresiones de desprecio o
trato desfavorable a grupos sociales tiene ese poder.