Jesús Antonio Arbeláez perdió a su familia debido a su adicción al alcohol durante 20 años. A pesar de asistir a grupos de Alcohólicos Anónimos de forma intermitente, no pudo superar su enfermedad. Esto llevó a que su esposa solicitara el divorcio después de años de maltrato hacia ella y sus hijas. Actualmente Jesús Antonio trabaja en la Aeronáutica Civil y se esfuerza por mantener una vida alejada del alcoholismo.
2. Una vida llena de luchas, tristezas pero con una solo meta… Salir de la
enfermedad del alcoholismo
El miércoles 24 de septiembre de 2014, me reuní con Jesús Antonio Arbeláez en
las oficinas de la Aeronáutica Civil para saber un poco más sobre él, al llegar a su
trabajo alrededor de las dos de la tarde, tuve que pasar por una serie de revisiones
que deben hacer los guardas de seguridad, me dirigí a recepción donde me pidieron
mi cedula para ingresarla al sistema, me tomaron una foto para el registro con el fin
de poder ser anunciada y así ingresar a tan grande empresa como lo es la
Aeronáutica; tome el ascensor, oprimí el número cinco y comenzamos a subir hasta
el último piso donde está la oficina de Transporte Aéreo y es allí donde labora Jesús
Antonio.
La cordialidad de los funcionarios es de admirar, la manera de recibir a los visitantes
es muy buena, porque uno se siente en un lugar muy acogedor; las oficinas son
realmente amplias y en cada puesto de trabajo tiene un computador, teléfono y en
algunos pude observar fotografías de las familias o algunas cartas hechas por sus
hijos o nietos.
Jesús Antonio me recibió con una actitud grandiosa y con una sonrisa en su rostro,
me hizo seguir a su puesto y mientras caminábamos hacia allá me di cuenta que los
demás compañeros lo llamaban “toñito” y otros “chuchito”, después de una corta
caminata llegamos a su puesto, está rodeado de dos mujeres y dicen “chichito
bendito entre las dos mujeres” y sueltan una leve risa… lo primero que pude ver fue
una fotografía de un pequeño rubio con ojos azules y pregunte quien era ese niño
tan hermoso, me contesta con un tono de admiración, es mi nieto Derek, la luz de
mis ojos; después de esa bella respuesta, me quede observando su postura, sus
movimientos, su actitud, su trabajo y la verdad es una persona que no se queda
quieta en un solo puesto, todos le pedían favores, les respondía muy amablemente
y se dirigía a donde lo estaban necesitando, realizaba su labor con gran entusiasmo,
es increíble ver una persona de 61 años tan enérgico y sin tener ni un pero en cada
favor.
3. Le pregunte sobre su vida, su familia y me comento con voz desanimada, yo tuve
una familia muy bonita con mi esposa y mis dos hijas la mayor Paula que en este
momento tiene 26 años y la menor Juliana que tiene 21 años; Juliana es una niña
discapacitada con retraso psicomotor, esta discapacidad se debe a que en el
momento de nacer tuvo un meningocele sacro, al escuchar esa palabra quede con
cara de asombro y con muchos interrogantes en mi cabeza porque no sabía que
quería decir eso, él me explico; cuando la niña nació tenía una abertura en la parte
inferior de la espalda llegando al coxis y inmediatamente los médicos la llevaron a
cirugía. Al transcurrir los años se fueron dando cuenta de la discapacidad de la niña
y de ciertas limitaciones que tenía, pero eso no era una desmotivación para ellos al
contrario era una gran prueba de Dios para brindarle una vida placentera. Mi hija
mayor está estudiando Fisioterapia porque en su mete está en ayudar a su hermana
en la movilidad y afirma que es una persona muy amable y se caracteriza por sus
buenos sentimientos.
Por un momento se queda callado y me dice en un tono muy triste “por culpa del
alcohol perdí mi familia”, mi esposa lucho por mi mucho tiempo, por nuestra familia,
desafortunadamente nunca lo vi así, tomaba de viernes al salir del trabajo hasta el
domingo y a veces hasta los lunes, perdí total control de mí, esto duró la gran parte
de nuestras vidas fueron 20 años donde expuse a mi familia a algo horrible. Pase
por varios grupos de Alcohólicos Anónimos, pero ese tiempo fue intermitente y sin
gran ayuda porque no ponía de mi parte, así pasaron años y sin ningún cambio en
mi enfermedad. Ya mi esposa perdió la confianza y tomo la decisión del divorcio ya
había sido muchos años de maltrato hacia ella y hacia nuestras hijas. En ese
momento vi como sus ojos se comenzaron aguar y su actitud fue muy des motivante
no solo para él, sino para mí también al ver como cambio su postura y como le
resbalo por su mejilla una lagrima, eso fue muy triste y tuve que contenerme para
que él no se sintiera mal, pero la verdad me afecto demasiado ya que estuve en una
situación muy parecida a la que me contaba.