1. EL LEÑADOR HONRADO
Érase una vez, un leñador humilde y bueno, que después de trabajar todo el día en
el campo, regresaba a casa a reunirse con los suyos. Por el camino, se dispuso a
cruzar un puente pequeño, cuando de repente, se cayó su hacha en el río.
“¿Cómo haré ahora para trabajar y poder dar de comer a mis hijos?” exclamaba
angustiado y preocupado el leñador. Entonces, ante los ojos del pobre hambre
apareció desde el fondo del río una ninfa hermosa y centelleante. “No te lamentes
buen hombre. Traeré devuelta tu hacha en este instante” le dijo la criatura mágica
al leñador, y se sumergió rápidamente en las aguas del río.
Poco después, la ninfa reapareció con un hacha de oro para mostrarle al leñador,
pero este contestó que esa no era su hacha. Nuevamente, la ninfa se sumergió en
el río y trajo un hacha de plata entre sus manos. “No. Esa tampoco es mi hacha”
dijo el leñador con voz penosa.
Al tercer intento de la ninfa, apareció con un hacha de hierro. “¡Esa sí es mi hacha!
Muchas gracias” gritó el leñador con profunda alegría. Pero la ninfa quiso premiarlo
por no haber dicho mentiras, y le dijo “Te regalaré además las dos hachas de oro y
de plata por haber sido tan honrado”.
Ya ven amiguitos, siempre es bueno decir la verdad, pues en este mundo solo
ganan los honestos y humildes de corazón.
Esopo
2. LA ZORRA Y EL LEÑADOR
Una zorra, perseguida por unos cazadores, suplicó a un leñador que la escondiera.
El hombre le aconsejó que entrara a su cabaña.
Cuando llegaron los cazadores y preguntaron al leñador si había visto el animal, él
les dijo que no, pero con la mano les señaló la cabaña.
Los cazadores no comprendieron el gesto y creyeron sus palabras. Al verles
marchar, la zorra salió sin decir nada.
-Te he ayudado y ni siquiera me lo agradeces- le reprochó el leñador.
Y la zorra respondió:
-Te habría dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran indicado lo mismo.
“NO NIEGUES CON TUS ACTOS LO QUE DICEN TUS PALABRAS”
Esopo
3. COMO NACIERON EL SOL Y LA LUNA
Cuando todo era muy oscuro, una indígena tuvo dos hijos: un niño Yui y una niña
Tima. Los gemelos eran muy hermosos y despedían luz por todo el cuerpo.
Como eran tan bellos, la indígena tuvo miedo de lo que se los robaran, entonces
los escondió en una cueva y tapó la entrada con ramas. Pero el resplandor de
los niños era tan grande que la luz se veía por entre las hojas.
Los demás indígenas, curiosos, quisieron saber qué había en la cueva. Entonces
llevaron flautas, caracoles y tambores y empezaron a tocar una música tan bella
que el niño salió a escucharla. En ese momento, los indígenas intentaron
atraparlo, pero el niño voló y subió al cielo. El niño se convirtió en el Sol.
Entonces, quisieron atrapar a su hermanita y volvieron a tocar la música. Cuando
la niña salió le tiraron ceniza en la cara para enceguecerla y evitar que escapara.
Pero ella consiguió llegar al cielo, como su hermano. Solamente se le mermó su
resplandor y, con la cara tiznada, vigila las noches de los seres humanos..
Mito Arhuaco
4. LA SIRENA DE HURTADO
Cuentan los abuelos que Rosario Arciniegas, era una niña muy linda y caprichosa,
nacida en el barrio "Cañaguate" de Valledupar. Acostumbrada a hacer siempre su
voluntad, no hizo caso cuando sus padres, fieles a la tradición, le prohibieron que
fuera a bañarse a las profundas aguas del pozo de Hurtado en el río Guatapurí,
por ser un Jueves Santo, día consagrado a rememorar la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. Orgullosa y resuelta, Rosario se marchó a escondidas y al llegar al
pozo, soltó sus largos cabellos, se quitó la ropa y se lanzó al agua desde las más
altas rocas. Eran las dos de la tarde y, no obstante, el cielo se oscureció y cuando
Rosario trató de salir de las aguas no pudo.
DUC
Enterado todo el pueblo se sumó a la búsqueda de su cadáver creyendo que se
había ahogado, pero en la mañana del Viernes Santo al salir el sol apareció sobre
la roca desde donde se había lanzado y a la vista de su familia y de todos los que
la buscaban, dijo adiós con la cola y se zambulló por última vez. Dicen que desde
entonces la ven y oyen su canto los trasnochadores y los que amanecen por la
orilla del río.
Leyenda Popular