Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y quiere liberarnos de toda esclavitud y tristeza perdonándonos todas nuestras faltas.
Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente para que nos llene de su gracia.
Un abrazo y que Dios nos bendiga.
Luis J. Balvín Díaz
1. Primera Lectura: del libro de Isaías (65,17-21):
Salmo Responsorial: Sal 29,2.4.5-6.11-12a.13b
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Evangelio: san Juan (4,43-54):
Lunes de la 4ª semana de Cuaresma
Si queremos que de verdad Dios nos cure, tenemos que
acercarnos a Él confiadamente.
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Así dice el Señor: «Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo
y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni
vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría
perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a
transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en
gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi
pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya
no habrá allí niños malogrados ni adultos que no
colmen sus años, pues será joven el que muera a los
cien años, y el que no los alcance se tendrá por
maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán
viñas y comerán sus frutos.»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
4. En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había
hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.»
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto
todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos
habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había
convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo
enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue
a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo: «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.»
El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño.»
Jesús le contesta: «Anda, tu hijo está curado.»
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando,
cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba
curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría.
Y le contestaron: «Hoy a la una lo dejó la fiebre.»
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho:
«Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo
hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
¡Es palabra del Señor! ¡ Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Señor, dame una fe viva y operante, un amor ardiente y
desinteresado, una esperanza firme e ilimitada en Ti.
Ayúdame a orar con profundidad, para escuchar tu voz y ser
dócil a tus inspiraciones en este momento; aunque mi
espíritu quiera rebelarse, confío en que tu gracia me
fortalecerá.
Jesucristo, dame una fe real y verdadera que transforme mis
actitudes para hacer siempre el bien.
6. Jesús habla del anuncio del Reino de Dios como del
verdadero objetivo de su venida al mundo y su anuncio no
es sólo un "discurso". Incluye, al mismo tiempo, su mismo
actuar: los signos y los milagros que realiza indican que el
Reino viene al mundo como realidad presente, que coincide
en último término con su misma persona.
En este sentido, es obligatorio recordar que, también en el
primado del anuncio, palabra y signo son inseparables. La
predicación cristiana no proclama "palabras", sino la
Palabra, y el anuncio coincide con la misma persona de
Cristo, ontológicamente abierta a la relación con el Padre y
obediente a su voluntad. Por tanto, un auténtico servicio a
la Palabra requiere por parte del sacerdote que tienda a una
abnegación profunda de sí mismo, hasta decir con el
Apóstol: "No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí".
El presbítero no puede considerarse "amo" de la palabra,
sino siervo. (Benedicto XVI, 24 de junio de 2009).
7. De momento a Jesús le reciben bien en Galilea, aunque Él ya es
consciente de que "un profeta no es estimado en su propia patria". En
Caná, donde había hecho el primer milagro del agua convertida en vino,
hace otro "signo" curando al hijo del funcionario real de Cafarnaúm. Y
en este momento de nuevo aparece un extranjero con mayor fe que los
judíos pues el evangelio nos dice que el hombre creyó en las palabras de
Jesús y se puso en camino.
La marcha de Jesús hacia la muerte y la resurrección está sembrada de
hechos en que comunica a otros la salud, la vida, la alegría. Es Dios
quien desea que esta próxima Pascua sea una verdadera primavera para
nosotros, incorporándonos a su Hijo porque el que está en Cristo es una
nueva creación. Ha pasado lo viejo, todo es nuevo (2 Cor 5, 17).
Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y
quiere liberarnos de toda esclavitud y tristeza perdonándonos todas
nuestras faltas. Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure,
debemos acercarnos confiadamente para que nos llene de su gracia. Por
esto, cada vez que nos disponemos a recibirle en la Eucaristía le decimos
una breve oración que nos hace más humildes, "Señor, no soy digno que
entres a mi casa, pero sé que basta una palabra tuya para sanarme".
8. Predicar, no sólo con mi testimonio y mi palabra, sino
haciendo al menos un acto concreto de caridad.
Señor, la enfermedad de su hijo motivó al funcionario a
buscarte y a creer en Ti. Yo quiero madurar y crecer en mi
amor a Ti, para que no sólo te busque en la necesidad, en la
soledad o en el sufrimiento. Con tu gracia sé que lo podré
lograr. ¡Gracias por tu amor eterno y por estar siempre
conmigo!