Todo en la Iglesia se apoya sobre la fe: los sacramentos, la liturgia, la evangelización, la caridad.
También el derecho, también la autoridad en la Iglesia se apoya sobre la fe.
La Iglesia no se da a sí misma las reglas, el propio orden, sino que lo recibe de la Palabra de Dios, que escucha en la fe y trata de comprender y vivir.
Un abrazo y que Dios nos bendiga.
Luis J. Balvín Díaz
Todo en la Iglesia se apoya sobre la fe: los sacramentos, la liturgia, la evangelización, la caridad.
1. Jueves de la 1ª semana de Cuaresma
Él ha prometido que nuestras necesidades quedarán
satisfechas, sólo tenemos que pedir con fe.
Primera Lectura: del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):
Salmo Responsorial: Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8
R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Evangelio: San Mateo (7,7-12):
Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
2. En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro
inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel:
«Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y
no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he
expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi
familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones,
a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu
heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido.
Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación y dame
valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en
mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al
león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para
que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con
tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti,
protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
4. En aquel tiempo dijo Jesús: «Pedid y se os dará; buscad
y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que
pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo
que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le
dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que
se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os
hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
porque ésta es la Ley y los Profetas.
¡Es palabra del Señor! ¡ Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Vengo a orar, Jesús, confiado en tus palabras. Sé
que si te pido, me darás; que si te busco, te
encontraré; que si toco a la puerta de tu corazón,
me la abrirás, porque Tú sólo me das cosas buenas.
Te pido, Señor, que me ayudes a descubrir siempre
cuál es tu voluntad y me des tu gracia para
cumplirla.
6. El Señor dice "lo que pidáis os doy". Y nosotros querríamos decir:
"No, Señor, no es verdad". Cuántas oraciones buenas y profundas de
madres que rezan por el hijo que está muriendo y no son
escuchadas, cuántas oraciones para que suceda alguna cosa buena
y el Señor no escucha. ¿Qué significa esta promesa? El Señor nos da
la clave para comprender: nos dice cuánto nos da, qué es este
todo, la alegría: si uno ha encontrado la alegría ha encontrado todo
y ve todo en la luz del amor divino. […] Es útil recordar, al mismo
tiempo, algunos versículos del Evangelio de san Lucas, donde el
Señor, en una parábola, habla de la oración diciendo: "Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan". El Espíritu Santo -en el Evangelio de san Lucas- es alegría,
en el Evangelio de san Juan es la misma realidad: la alegría es el
Espíritu Santo y el Espíritu Santo es la alegría, o, en otras palabras,
de Dios no pedimos algo pequeño o grande, de Dios invocamos el
don divino, Dios mismo; este es el gran don que Dios nos da: Dios
mismo. (Benedicto XVI, 20 de febrero de 2010.)
7. Jesús nos da todas las posibilidades para vivir esta vida
como es debido. Él ha prometido que nuestras
necesidades quedarán satisfechas.
Sólo tenemos que pedir, con fe, y recibiremos. Cuando
no sepamos qué hacer, el nos dará la respuesta.
Invocándole en el momento de dificultad, Él nos
señalará el camino. No hay límites, ni por el número de
peticiones ni por la magnitud de su bondad. Jesús
alienta nuestra confianza asegurándonos que actuará
como un padre con su hijo, esto es, con amor. Buscará
lo mejor.
Como en otros lugares del Evangelio, Cristo no puede
hablar del Cielo sin hablar de la tierra. Nos dice que
debemos actuar con nuestro prójimo del mismo modo
como Dios lo hace con nosotros. Queremos ser amados,
amemos. Queremos ser perdonados, perdonemos.
8. Dejar, con confianza, mis preocupaciones en manos
de Dios y dedicar un tiempo a la evangelización.
Jesús, ayúdame a llevar a cabo mi misión, confiado
en que Tú me darás la luz y la fortaleza para poder
ser ese canal por el cual fluya tu gracia e inunde a
mis hermanos de tu amor. Soy un torpe y débil
instrumento, pero sé que si te lo pido y te dejo
actuar, podré lograr milagros. ¡Gracias, Señor, por
permitirme participar en la evangelización!