3. Trinidad: sólida, líquida y gaseosa
Dice el Evangelio de Juan: “Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único…”. El Amor de Dios nos regala a su
Hijo gracias al fuego, a la cadena de Amor del Espíritu.
El Amor es un misterio. El misterio es grandísimo, lo abarca
todo. De alguna manera, el misterio es inexplicable. No
tenemos palabras.
Esta semana, nuestro amigo Fano, nos explica con su
imaginación y el diálogo con sus amigos teólogos ..., una
imagen muy bonita para intentar comprender a este Dios,
que siendo uno, es trino: un Dios verdadero y tres personas
distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). En verdad, Dios es
comunidad, comunidad de Amor, a lo que estamos llamados
nosotros como Iglesia.
La ocurrencia de Fano gira en torno al agua, tres estados en
una materia:
Dios Padre es un amor sólido que se derrite por mí, por
cada uno de nosotros.
Dios Hijo es agua viva que se desborda de amor por mí, por
cada uno de nosotros.
Dios Espíritu Santo, que invisible sube al Cielo y es motor
como el vapor.
Entremos, amigos, en la corriente de amor, en el agua
sólida, líquida y gaseosa del Amor de Dios.