4. Dios nos ha creado y Él es nuestro destino
eterno. Por eso nos interesa, más que todo,
conocer a Dios lo más íntimamente posible.
5. Lo primero que decimos de Dios es que es UNO
y solamente puede ser uno. Nos lo dice nuestra
razón. Debe haber Alguien que sea principio de
todo y que tenga todas las buenas cualidades
posibles, como el ser eterno, todopoderoso,
inmenso, y sobre todo ser bueno.
Si tiene todo, no puede haber otro que lo tenga todo.
10. Del Padre y del
Espíritu Santo
les hablaba
Jesús a los
apóstoles en la
Última Cena con
palabras que hoy
nos trae el
evangelio de este
día, en el ciclo C.
Jn 15, 12-15
11. Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora:
cuando venga él, el Espíritu de la Verdad,
os guiará hasta la verdad plena. Pues lo
que hable no será suyo: hablará de lo que
oye y os comunicará lo que está por venir.
El me glorificará, porque recibirá de mí lo
que os irá comunicando. Todo lo que
tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho
que tomará de lo mío y os lo anunciará.
12. Jesús les dice a los apóstoles que tendría que explicarles
muchas cosas más ampliamente, todo lo que les había
dicho en aquellos años; pero ellos aún no están
capacitados para comprenderlo todo.
Por eso, al
marcharse de
este mundo,
les envía
Alguien que
les va a ayudar
a comprender
todo.
13. Las personas divinas no se
reparten la única divinidad,
sino que cada una de ellas
es enteramente Dios: "El
Padre es lo mismo que es el
Hijo, el Hijo lo mismo que es
el Padre, el Padre y el Hijo
lo mismo que el Espíritu
Santo, es decir, un solo
Dios por naturaleza“.
No confesamos tres dioses sino un solo
Dios en tres personas.
14. La Santísima Trinidad es un misterio. No quiere decir
que vaya contra la razón, sino que nosotros tenemos
una cabecita muy pequeña en comparación con la
esencia infinita de Dios.
15. En el cielo
nuestra felicidad
será
adentrarnos en
la plenitud de
amor, belleza y
alegría de la
Trinidad.
16. Esta fiesta nos debe llenar de esperanza y de
alegría, ya que, como dice un himno de este día,
“la Iglesia nos sumerge en ese misterio de Dios”.
23. que, aunque sea uno, no puede estar
solo, no puede ser alguien solitario,
sino que debe ser como una familia
donde circule ampliamente el amor.
24. Este amor de Dios no se queda entre los
Tres, sino que sale a crear seres con los
cuales pueda gozarse en el amor.
25. Dios, llevado por su amor, creó primeramente a
los ángeles, seres espirituales, para que
pudieran compartir su amor y felicidad,
26. Después creó a los seres humanos, que somos mezcla
de materia y espíritu. Los creó para que haya un
intercambio de amor ahora y por la eternidad. Creó las
condiciones necesarias para vivir y para poder adquirir
méritos para la felicidad eterna.
27. El único ejemplo que tenía Dios al crearnos era Él mismo.
Por eso nos hizo “a su imagen y semejanza”. Pero nos
dio algo grandioso, que es la libertad, para que el gozo
definitivo pueda ser un premio a nuestros méritos.
28. Y esta es la
segunda
conclusión de la
fiesta de la
Santísima
Trinidad: que
cuanto más
imitemos a Dios,
en el amor, mayor
mérito tendremos
para la felicidad
actual y sobre
todo en la vida
eterna.
29. Nuestro amor
a Dios muy
bien puede
hacerse
personal
respecto al
Padre, al Hijo
o al Espíritu
Santo.
30. Al Padre se le atribuye la creación. Todo lo que tenemos
es suyo. De nuestro corazón debe surgir una continua
acción de gracias. Y, como hacía Jesús, hablarle con
cariño a quien es nuestro papá o papaíto.
31. Dios quiso hacerse hombre: La segunda
Persona, enviada por el Padre con todo amor
para salvarnos.
Nuestro amor
con Jesucristo
debe ser
agradecido y
vivo, porque Él
vive con
nosotros como
hermano
mayor.
32. El Espíritu Santo
también vive en
nuestra alma,
ayudándonos con
sus inspiraciones
para la vida de
total felicidad en
el cielo. Merece
nuestro amor más
íntimo.
33. Quiere decir que el
amor que debemos
tener no sólo es
respecto a Dios sino
entre nosotros
mismos.
34.
35. Dios nos ha creado en familia. Cuanto más amor
haya dentro de una familia más estará imitando
el gran modelo que es Dios, Santísima Trinidad.
36. Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, se
merece toda nuestra
gloria. Así lo
proclamamos muchas
veces cuando
decimos: “Gloria al
Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo”. Que
lo digamos siempre
con mucho
entusiasmo y amor.
Así terminamos
cantando: