Stojan Adasevic - médico abortista que dejó de serlo al recibir revelaciones de un santo
Paso a hacer concientizar acerca de la vida en el vientre, después de haber practicado más de 50.000 abortos
1. Stojan Adasevic
Médico que llegó a realizar aproximadamente
50.000 abortos y descubrió la verdad
de lo que hacía al ser visitado por un santo.
Aquí su historia:
2. El serbio Stojan Adasevic
jamás olvidará el día en que,
aún como joven estudiante
de medicina,
estaba organizando algunos
archivos en la sala de los
médicos,
y algunos ginecólogos
entraron a la sala.
3. Sin prestar atención
al estudiante agachado tras
una pila de papeles en el
rincón de la habitación,
comenzaron a contar
historias de su práctica
médica.
4. El doctor Rado Ignatovic
recordó a una paciente que
lo había buscado para un
aborto,
y el procedimiento falló
porque el médico no había
sido capaz de alinear el
cuello del útero.
6. Se dio cuenta que la mujer
sobre la que estaban
discutiendo,
una antigua dentista
que trabajaba en una clínica
cercana, era nada menos que su
madre.
“Ella ya murió –dijo uno de los
médicos-, pero yo me pregunto
qué sucedió
con el hijo no deseado”.
7. Stojan no pudo resistir.
“¡Yo soy ese niño!”, dijo él,
levantándose. El silencio se
apoderó de la sala.
Segundos después, los médicos
comenzaron a retirarse.
8. Durante muchos años,
el doctor Adasevic se acordó
varias veces de ese evento.
Le quedaba perfectamente
claro el hecho de que debía su
vida a un aborto fallido.
Muchas mujeres eran enviadas
a él por la dificultad de alinear
el cuello del útero.
9. Ese nunca fue un problema
para Stojan.
Él se volvió el mayor abortista
de Belgrado y,
en poco tiempo,
superó a su maestro en la
profesión, el Dr. Ignatovic,
a cuya incompetencia le debía
su vida.
10. “El secreto está en
acostumbrar la mano a través
de procedimientos frecuentes”,
decía él, citando el proverbio
alemán, Übung macht Meister,
es decir,
“La práctica hace al maestro”.
11. Fiel a esa máxima,
él realizó de 20 a 30 abortos al
día.
Su récord fue 35 abortos
en un solo día.
A día de hoy, ha perdido la
cuenta de la cantidad
de abortos que realizó
en sus 26 años de práctica.
Él calcula que entre
48 y 62 mil abortos.
12. Las dudas comenzaron a surgir
sólo en los años 80,
cuando la tecnología del
ultrasonido llegó a los hospitales
de la antigua Yugoslavia.
Fue entonces cuando Adasevic
vio por primera vez en el monitor
del ultrasonido lo que hasta
ese momento era invisible para él:
el interior del vientre de una mujer,
un bebé vivo, chupándose el dedo,
moviendo sus bracitos y piernitas.
13. Con relativa frecuencia,
fragmentos de aquellos niños
luego estarían sobre la mesa
que quedaba a su lado.
“Yo veía sin ver –recuerda hoy-,
pero todo cambió cuando
comenzaron los sueños”.
Los sueños de Adasevic
15. Los sueños, en realidad,
eran versiones diferentes de una
sola escena, que lo atormentaba
cada noche, día tras día,
semana tras semana, mes tras mes.
Él soñaba que estaba paseando en
un campo soleado,
con bellas flores creciendo
alrededor, y con el ambiente lleno
de mariposas coloridas.
Aunque parecía todo muy agradable,
una sensación de ansiedad lo
oprimía.
16. Repentinamente, el campo se llenaba de niños riendo, corriendo
y jugando a la pelota. La edad de ellos variaba
entre los tres o cuatro hasta alrededor de los veinte años. Todos
eran increíblemente bellos.
17. Un niño en particular, y dos niñas,
le parecían extrañamente familiares,
pero él no lograba recordar dónde los había visto.
18. Cuando intentaba hablar con ellos, salían corriendo aterrados,
gritando. Todo el cuadro estaba presidido por un hombre
vestido de hábito negro que asistía atentamente a todo,
en silencio.
19. Todas las noches Adasevic
despertaba aterrado y quedaba
despierto hasta la mañana.
Las pastillas y medicinas de hierbas
medicinales eran inútiles.
20. Una noche, se quedó perturbado
durante el sueño y comenzó a
perseguir a los niños, que huían.
Agarró a uno de ellos,
pero el niño lloraba de miedo:
“¡Socorro! ¡Asesino!
¡Sálvenme del asesino!”.
21. En ese momento, el hombre
vestido de negro se transformó en
una águila, se acercó y le quitó al
niño de sus manos.
El médico se despertó con el
corazón latiendo como un martillo
en sus costillas.
22. El cuarto estaba frío,
pero él estaba caliente y cubierto
de sudor. A la mañana siguiente,
decidió buscar a un psiquiatra.
Como no había espacio disponible
de inmediato, reservó una cita.
23. La noche de ese mismo día,
sin embargo, decidió que pediría al
hombre de sus sueños que se
identificara. Fue lo que hizo.
El extraño le dijo:
“Aunque te lo dijera, mi nombre no
significaría nada para ti”.
Como el médico insistió,
el hombre finalmente respondió:
“Me llamo Tomás de Aquino”.
24. De hecho, el nombre no significaba nada para Adasevic.
Era la primera vez que él lo oía.
El hombre de negro continuó:
– ¿Por qué no preguntas quiénes son los niños?
¿No los reconoces?
25. Cuando el médico dijo que no,
él respondió:
– Mentira. Tú los conoces muy bien.
Estos son los niños que mataste mientras realizabas
abortos.
26. – ¿Cómo es posible?
–contestó él– Esos son niños
grandes. Yo nunca maté niños
ya nacidos. Yo nunca maté a un
chico de veinte años.
Tomás contestó:
– Tú lo mataste hace veinte
años –respondió el monje-,
cuando él tenía tres meses de
vida.
27. Fue entonces cuando
Adasevic reconoció los
rasgos del chico de veinte
años y de las dos niñas.
Ellas se parecían a personas
de su círculo cercano,
personas a quienes les
había realizado abortos a lo
largo de los años.
28. El chico se parecía a un
amigo cercano de Adasevic.
Stojan había realizado un
aborto a su mujer hacía
veinte años.
En las dos niñas el médico
reconoció a sus madres,
una de las cuales resultó ser
su sobrina.
30. Esa mañana en el hospital
lo estaba esperando un
sobrino suyo,
acompañado de su novia.
Ellos habían agendado un
aborto con él.
Embarazada de cuatro
meses, la mujer estaba lista
para deshacerse de su
noveno hijo consecutivo.
31. Adasevic se rehusó,
pero su sobrino lo presionó
tanto que él cedió,
pero aquella sería, de hecho,
la última vez.
32. En el monitor del ultrasonido
él veía claramente al niño
chupándose su dedo.
Al abrir el útero, él introdujo
los fórceps, aseguró algo y
jaló. En las garras del
instrumento estaba un
bracito.
33. Él lo colocó sobre la mesa,
pero una de las
terminaciones nerviosas del
miembro tocó una gota del
yodo que estaba derramado
ahí. De repente, el brazo
comenzó a contraerse.
La enfermera que estaba de
pie a su lado casi soltó un
grito.
34. Adasevic se estremeció,
pero continuó con el aborto.
Nuevamente él introdujo los
fórceps, agarró algo y jaló.
Esta vez, era una pierna.
Él pensó para sí,
“Mejor no la pondré en esa
gota de alcohol”.
35. Una enfermera que estaba
detrás de él dejó caer una
bandeja de instrumentos
quirúrgicos.
Asustado por el ruido,
el médico soltó los fórceps y
el pie cayó al lado del brazo, y
también comenzó a moverse.
36. El equipo jamás había visto
algo así: miembros humanos
contorsionándose en la
mesa.
Adasevic decidió moler lo
que aún estaba en el útero y
sacar todo en una masa
amorfa.
Comenzó a moler, aplastar,
triturar.
37. Después de retirar los
fórceps, seguro de que había
reducido todo a una pasta,
sacó un corazón humano.
El órgano aún estaba
latiendo, cada vez más débil,
hasta que paró
completamente.
Entonces se dio cuenta de
que había matado a un ser
humano.
38. Todo se oscureció a su alrededor.
No logra recordar cuánto tiempo estuvo así.
De repente, sintió un tirón en su brazo.
La voz atemorizada de una enfermera gritaba: “¡Dr.
Adasevic! ¡Dr. Adasevic!”.
39. La paciente sangraba.
Por primera vez en años, el médico empezó a rezar
de verdad:
“¡Señor, no me salves a mí, sino a esta mujer!”.
40. Cuando Adasevic se sacó
los guantes, él sabía que
aquél había sido el último
aborto de su vida.
41. Cuando Stojan le informó al
jefe del hospital de su
decisión, hubo un tumulto
considerable.
Nunca antes en un hospital
de Belgrado un ginecólogo se
había rehusado a realizar
abortos.
42. Su hija fue despedida de
su empleo.
Su hijo fue reprobado
de la selectividad.
Adasevic fue atacado por la prensa
y la televisión.
El estado socialista –decían–
había educado a Adasevic
para que él realizara abortos,
y ahora él saboteaba al estado.
43. Dos años de persecución
lo llevaron al borde
de un colapso nervioso.
Él estuvo a punto de pedir
al administrador que lo recolocara
nuevamente
a hacer abortos,
cuando Tomás de Aquino
se le volvió a aparecer en sueños,
tocando su hombro le dijo:
“Tú eres mi buen amigo.
Sigue luchando”.
44. Adasevic, entonces,
comenzó a participar
en el movimiento provida,
viajando por toda Yugoslavia
dando conferencias
y charlas sobre el aborto.
Logró exhibir dos veces en la
emisora estatal del país
el video El grito silencioso,
del Dr. Bernard Nathanson
45. Gracias a la intervención de
santo Tomás de Aquino,
Adasevic fué capaz de mirar
la humanidad del feto,
está convencido de que
existe una “guerra real”
que se lleva a cabo,
“trabada por los que ya
nacieron contra los que no
han nacido”.
46. “En esa guerra, ya crucé la
frontera varias veces:
primero, como feto
condenado a la muerte,
después cuando me volví
abortista, y ahora como
apóstol provida”.
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