"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Informe Misionero Adultos Nº4 para el 25 de Octubre 2014
1. MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA 11
con
país.
como
evangeliza-ción
a
medio
Igle-sia
Belice 25 de octubre
Tirado a la basura
1ª parte
“Todavía es demasiado pronto para que nazca
mi bebé”, pensó la mujer mientras salía apresura-damente
hacia el hospital para dar a luz a su déci-mo
hijo. Con solo cinco meses de embarazo, le
sorprendió sentir aquellos dolores de parto tan
familiares para ella. Cuando el bebé nació, el mé-dico
le dijo:
–Señora, usted tiene nueve hijos esperándola en la casa. Este no ha nacido bien; era
un feto sin desarrollar y no ha sobrevivido.
Y entonces, el doctor envolvió el feto en una sábana y la mamá no lo vio más.
–¿Dónde está mi bebé? –preguntaba ella a todo el mundo.
Pero la respuesta era siempre la misma:
–Su bebé no estaba lo suficientemente desarrollado.
Sin embargo, ella no estaba convencida. Una vez que las enfermeras se fueron, lo
buscó por todas partes y, mirando dentro de un cubo de basura, lo encontró bajo la sá-bana,
aún respirando.
Tomó una toalla, envolvió con ella a su bebé y se lo llevó escondido. Cuando llegó a
casa, sus otros hijos la estaban esperando.
–¿Dónde está el bebé? –le preguntaron.
Ella se lo mostró
PROPIEDAD ROBADA
Al poco tiempo llegó la policía, acusándola de haber robado una “propiedad del
hospital”. Y con esa frase se referían a su bebé. Le informaron que, si no lo devolvía, la
llevarían a juicio.
–Este es mi hijo –dijo ella negándose a entregarlo a la policía.
–Si este feto muere –le respondieron ellos–, usted irá a la cárcel por asesinato.
Negándose a dejarse intimidar por los agentes, la mamá les dijo:
–Entonces tendré que ir a la cárcel.
Una circular fue enviada entonces a todos los hospitales públicos de la zona, prohibién-doles
dar atención médica al feto o a la madre. Pero Dios no se olvidó de su hija desespera-da
ni de su bebé prematuro. Cuando ella oró, Dios la impresionó con lo que debía hacer.
El bebé era tan pequeño que su boquita no le alcanzaba para nutrirse del pecho de su
madre, así que ella lo alimentó con un biberón de juguete. Y, como no tenía acceso a una
2. 12 MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA
arrojado sin que bien años, Aunque Pero, Satanás MUY abandonó, llegaría tuvimos eran nuestra el temprana salvado respuesta era trajo pero incubadora, se le ocurrió ponerlo al sol to-dos
los días. Poco a poco, el bebé fue forta-leciéndose
y creciendo.
SUPLICANDO AYUDA
Un día, sin embargo, el bebé se enfermó
y su madre tuvo que llevarlo de nuevo al hos-pital,
donde se encontró con el mismo médi-co
y las mismas enfermeras. Todos se queda-ron
perplejos de que el feto estuviera aún con
vida. Arrodillándose delante de ellos, la ma-dre
suplicó al doctor que la ayudara.
El bebé necesitaba desesperadamente
una transfusión de sangre, pero el hospital
únicamente tenía una unidad disponible y
no estaba monitorizada. La madre, aun así,
le pidió que le permitieran usarla o su bebé
moriría. Y no dejaba de orar mientras veía
cómo conectaban a su pequeño a la má-quina.
El doctor le aseguró que su hijo no
pasaría de la medianoche, pero a las seis de
la mañana todavía estaba vivo. Para enton-ces,
el doctor estaba impactado. Nunca
había visto nada parecido. Y tuvo una idea:
–Pongámonos en contacto con Jamaica
–dijo–, para que lo lleven a uno de sus hospi-tales,
a ver cuánto tiempo puede sobrevivir.
La madre, sin embargo, se negó:
–Mi hijo no es un conejillo de Indias
–dijo.
Los agentes de policía intentaron asegu-rarse
de que aquella “desquiciada mujer” no
robara de nuevo el feto, pero ella, decidida a
llevárselo a casa, tramó un plan. Iría a la otra
ala del hospital, crearía allí una gran con-moción
y, mientras los agentes estuvieran
distraídos, tomaría a su bebé y huiría con él.
El plan funcionó, al principio. Pero, mien-tras
ella huía de camino a su casa, a poca
distancia la seguían los agentes de policía.
Una vez más, la amenazaron con de-nunciarla
por haber robado una propiedad
del hospital, pero ella se mantuvo firme.
Un año después, el bebé todavía estaba
vivo, pero una vez más se enfermó y no
hubo más remedio que llevarlo de nuevo al
hospital. Una vez allí, la madre se encontró
una vez más con el mismo médico y las
mismas enfermeras. Al ver al bebé, el mé-dico
hizo esta predicción: “Se quedará cie-go
y paralítico cuando tenga dos años, y
será mentalmente retrasado. Morirá antes
de los cinco”. La madre se llevó su peque-ño
tesoro y continuó orando.
Belice Tirado 2