1. Descrito por muchos como “la biblia política” es un magnifico manual de como adquirir
y mantener el poder, de cómo manejarse y tratar los súbditos, es una reliquia literaria fría,
calculadora y como el mismo autor impregna su misma esencia maquiavélica en cada
capítulo.
Es un tratado de teoría política que describe la forma en que un gobernante se
debe comportar ante sus súbditos.
Un manual de cómo hacer uso del poder. Nicolás Maquiavelo dedicó El Príncipe
al hombre que lo recluyó, Lorenzo II de Médici, y que lo acusó de conspiración.
Fue retomado, y comentado, en su momento por personalidades de la política y la
cultura como Benito Mussolini, Napoleón Bonaparte, Voltaire, entre otros.
Para que haci se animen a leer la obra el principe de Nicolas Maquiavelo, te muestro
ocho frases del libro escrito en 1513:
1) Un príncipe no debe tener otro objetivo, ni otra preocupación, ni debe considerar
como suyo otro estudio que el de la guerra, su organización y su disciplina. Porque
éste es un arte necesario exclusivamente para quien manda.
2) El que no coloca los cimientos con anticipación podría colocarlos luego si tiene
talento, aun con riesgo de disgustar al arquitecto y de hacer peligrar el edificio.
3) Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos. Todos
pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, pero pocos saben lo
que eres; y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría, que
se escuda detrás de la majestad del Estado.
4) Hay tres clases de intelecto: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo
que los otros disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que los otros
disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil.
5) No hay manera de evitar la adulación que hacer entender a los hombres que no
existe ofensa al decir la verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la
verdad, faltan al respeto. Por lo tanto, un príncipe prudente debe preferir una
tercera vía: rodearse de los hombres de buen juicio.
6) La mayoría de los hombres, mientras no se les prive de sus bienes y de su honor,
viven felices; entonces, el príncipe es libre para combatir la ambición de las
minorías.
7) El príncipe, cuando es querido por el pueblo, debe cuidarse poco de las
conspiraciones; pero cuando tiene enemigos y es aborrecido, debe cuidarse de
todo y de todos.
8) El odio se gana tanto con las buenas acciones como con las malas. Un príncipe,
para conservar el poder, es a menudo obligado a ser perverso, porque cuando el
grupo (ya sea pueblo, soldados o nobles) del que juzga necesario para mantenerse,
está corrompido, es conveniente seguir su capricho para satisfacerlo, pues las
buenas acciones serían tus enemigas.