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EL HOMBRE QUE HIZO UN PACTO CON EL DIABLO
La tarde empezaba a despedirse en Naranja Loma, el sol aun brindaba sus débiles rayos de
luz que llenaban con un poco de alegría aquel pobre, triste y tenebroso pueblo que parecía
esconder los más oscuros secretos.
Ella era una mujer bella, hogareña, preocupada por cuidar de su familia, siempre trataba de
sustentar a los suyos, a pesar de los escasos recursos que había en casa, Amelia, era el nombre
con que el que sus padres la habían bautizado. Su esposo de carácter un tanto misterioso,
algunas veces mostraba un rostro alegre y en otras su mirada parecía perderse en el lejano
horizonte, flaco, desgastado por el trabajo, a diario llegaba con un caminar cansino como si
tratase de mostrar el enorme cansancio que traía consigo, solo la sonrisa de su pequeño hijo
y la tierna mirada de su esposa podía alegrarle un poco y hacerle sentir que todo esfuerzo
valía la pena.
Sin embargo, últimamente sus chacras, que el tanto cuidaba, ya no producían como en
aquellos tiempos remotos y añorados, lo poco que podía ganar a penas alcanzaba para la
comida; Amelia, su esposa trataba de hacerle sentir que lo único que no debe faltar en casa
es el amor, pero la angustia de Juan cada vez crecía más, este mismo pesar sentía Amelia,
aunque trataba de disimularlo; Julio, el único hijo de esta pareja, cuando los veía tristes a por
la situación que pasaban, sin que se percatasen aparecía por detrás de ellos y los abrazaba
muy cariñosamente, siempre hacía lo mismo, sus padres lo amaban, era la alegría de su hogar.
Cada vez más la situación empeoraba, solo una comida al día consumían para que sus gastos
sean menos, pero como Julio era aún pequeño hacían un enorme esfuerzo para que él si pueda
comer tres veces al día, aunque muy humildemente.
Juan cambió por completo con su familia, sin entender cómo, ya no era el mismo, ahora se
mostraba distante, el amor que sentía por ellos parecía desvanecerse lentamente en el aire
como el sol cuando la luna amenaza con presentarse. Todo estaba tan distinto.
***
Una noche mientras todos dormían, o eso era lo que él pensaba; alumbrado solo por una
pequeña vela, sentado en una silla y en el profundo silencio de la noche, se le apareció la
figura de una chica muy bella, la mujer más hermosa que él haya visto jamás; el hombre se
quedó impactado con la belleza de esta mujer, que ni siquiera por un instante se preguntó:
¿cómo apareció?, se quedó turbado por un largo rato, sin embargo el ruido extraño que se
escuchaba desde lontananza hizo que Juan se disponga a preguntar:
- ¿quién eres?- mirándola fijamente a los ojos.
Fíjate, que tengo la solución a todos tus problemas, sé que últimamente el dinero te ha sido
exiguo - atinó a decir ella-.
Él no entendía cómo ella sabía todo eso -era lo de menos- se sentía tan bien de oír aquellas
palabras alentadoras que con un semblante lozano le preguntó:
-¿cuál es la solución que tienes para mis problemas?...
Aquí no podemos hablar, mañana con el crepúsculo matutito sales de tu casa y vas directo al
cerro más alto que hay en este pueblo, casi al llegar a la punta me vas a encontrar, yo te estaré
esperando; y deja de preocuparte que pronto todos tus problemas se habrán terminado. La
mujer desapareció y él cayó en un profundo sueño; sin embargo, no se había percatado que
su esposa aún estaba despierta y que sigilosamente lo miraba a través de la pequeña rendija
que dejaba la puerta entreabierta; Juan se había turbado tanto en aquella rara belleza de la
mujer con la que había conversado hace instantes, que no se percató que los pies de aquella
extraña acompañante no tocaban el suelo.
Esa noche - mientras Juan dormía- , Amelia rápidamente alistó a su hijo y con unas cuantas
monedas que tenía decidió irse a otro lugar, porque logró darse cuenta que su marido estaba
teniendo contacto con seres de otro mundo, temiendo que algo les pueda pasar -a su hijo o a
ella-, lo abandonó mudándose a una ciudad de la costa.
***
El sol no terminaba por alumbrar completamente el día, cuando Juan se despertó producto del
dolor de espalda que le había causado quedarse dormido sentado en aquella silla de terciopelo
tan incómoda, sorprendido de haberse despertado en aquel lugar, apresuró el paso en busca de
su esposa, grande fue su desconcierto cuando notó que el cuarto estaba vacío, las paredes y
muros yacían fríos y tétricos como su desesperado corazón al no encontrar a nadie en su
aposento. Sin embargo una idea alentadora que lo hizo cambiar de semblante cruzó por su
cabeza:
- “Mejor que me han abandonado, ahora ya no tengo que preocuparme por ellos, total me
hacían gastar más de la cuenta”.
En esos instantes recordó a la misteriosa mujer y sintió el deseo de ir a su encuentro. Tan pronto
como pudo se alistó, cogió su alforja, unos plátanos para el camino, y empezó a caminar hasta el
cerro,movido por una extraña sensación que ni él mismo comprendía.
* * *
La tarde daba ya sus últimos suspiros, el viento calaba y Juan se atería, emprendió su camino,
cuando hubo llegado casi hasta la punta del cerro, notó que el lugar se encontraba desolado,
el único ruido que se escuchaba era el del viento que golpeaba tenazmente la falda de los
cerros, en vano buscó con la mirada a aquella mujer de exótica belleza, pues en ese lugar no
se encontraba nadie. Estaba ya a punto de regresar a casa, cuando misteriosamente, como
alguna vez lo hizo la mujer con la que había pactado la cita, apareció un hombre muy extraño,
de mirada perdida y turbante, su sola presencia hacia que el cuerpo de Juan comenzara a
temblar despavoridamente , se le acercó y le dijo:
- ¿A quién buscas? – mirándolo con ojos desorbitados.
Tuvieron que pasar algunos minutos para que Juan pueda responder con voz temblorosa:
- “Eee, esteeee, estoy buscando a una persona, quedamos en encontrarnos aquí, pero no la
veo por ningún lado. ¿Dónde estará?”
-El extraño hombre fingió una tenue sonrisa y le dijo:
¿Te estás refiriendo a una mujer muy bella que ayer fue a visitarte?
- Sí, respondió inmediatamente él.
Ella me manda a verte, porque tiene muchas cosas por hacer, pero no te preocupes, me contó
sobre lo que te dijo”. En ese momento, el extraño hombre, tronó los dedos, miró al cerro y
este se abrió con un gran estruendo, una fulgurante luz empezó a divisarse en su interior, que
brillaba con una radiante intensidad, dejando anonadado a Juan. Corría por su cabeza muchas
preguntas y estaba a punto de formularlas cuando en ese instante el inesperado acompañante
reveló su verdadera personalidad, era el diablo, presentándose en ese instante como tal a Juan.
En un primer momento sintió algo de miedo, su corazón comenzó a latir más rápido que de
costumbre y su cuerpo tiritaba a tal punto que tuvo que sentarse para no desplomarse, pero
rápidamente el miedo desapareció al seguir viendo la gran y enorme riqueza que había en el
interior del cerro. Al ver que Juan se encontraba extasiado ante tanta riqueza, el diablo se
aproximó un poco más hacia él y le dijo:
-” Todo cuanto quieras de esto podrá ser tuyo si aceptas todas las condiciones que te pondré.
¿Estás de acuerdo?
Juan, embelesado aún y sin quitar la mirada de aquellos tesoros, respondió: - “está bien, tú
dime qué tengo que hacer”-.
- “Muy bien querido amigo” –expreso el diablo-, ahora escucha con atención lo que te voy
a decir:
“cada primer viernes del mes de octubre de cada año, quiero que me traigas una persona
aquí a este a cerro, y del resto yo me las arreglo……… ¿qué dices?”
Juan quedó un instante en silencio, pensando cómo cumpliría tal encargo, finalmente dijo:
“ya me las arreglaré”, pidiendo llevar algunas riquezas que habían dentro del cerro como pago
por el favor que le haría al diablo, quien accedió sin reclamo alguno advirtiéndole que no le
convenía fallarle. Dicho esto el diablo desapareció envuelto en una nube negra de aspecto
tenebroso. Pasado este acontecimiento, Juan ingresó a la montaña y sacó cuantas riquezas
alcanzaran en su alforja, cuando salió de ella, esta volvió a cerrarse y quedó como si nada
hubiera pasado.
* * *
Marcaban ya las manecillas del reloj las 10 pm, cuando Juan emprendió su regreso, pasando
por el pueblo lo más desapercibido posible, llegó a su casa y puso todo en una caja que
aseguró muy bien con llave. Entonces le saltó de nuevo la duda ¿Cómo haría para cumplir
con la promesa de llevar una persona a la montaña para el diablo? Se lo ocurrió que todos los
sábados asistiría a una iglesia que había en su comunidad, así lo hizo. Su vida cambió por
completo por las riquezas que poseía, realizaba algunos viajes para poder vender sus riquezas
con lo que obtuvo mucho dinero, nunca más tuvo problemas económicos, su casa por fuera
tenía el mismo aspecto humilde pero por dentro todo había cambiado, cuando Juan salía
también debía vestirse humildemente así nadie sospecharía nada.
* * *
Se despedía agosto y la vida de Juan había cambiado notablemente, eran dos las actividades
que hacía todas las semanas, sin preocupación ya del dinero, pues con el pacto que hubo
sostenido con el diablo, nunca le faltaba nada, solo faltaba que él cumpla su promesa. La
primera de las actividades que acostumbraba a hacer era sentarse por el sendero de su casa,
donde había una arboleda de bellos sauces que formaban un callejón romántico. Sus copas
se besaban por las tardes y sus hojas amarillentas caían en una lluvia que parecía evocar
los calendarios del tiempo; el viento silbaba con el crepúsculo cicatrices de historias que se
quedaron grabadas en los tallos turgentes de estos magníficos gigantes solitarios. A él le
encantaba ver el ocaso. Solía venir aquí con una flauta que le hacía llorar nostalgias viudas
de romances, sepultadas en el tiempo; a explorar el temple de las horas naturales. Así podía
respirarlas, sentirlas, evocarlas... y fundirse entre lo claro, puro y transparente que hay en la
mansedumbre de lo infinito que parecían traer a la memoria los maravillosos momentos que
vivió junto a su esposa y a su pequeño hijo, pero ellos ya no estaban y la vida continuaba,
entonces se decía asimismo – basta de melancolías, basta de cursilerías, ellos quisieron irse, yo
soy feliz con todo el dinero del mundo, no necesito de ellos para vivir. La segunda actividad
recurrente en su vida era la de asistir todos los sábados de cada semana a la iglesia que quedaba
a unas cuantas cuadras de su casa.Allí se ganó el aprecio de todos, muchos se hicieron amigos
de él, algunos hasta sentían lástima ya que lo habían abandonado, en poco tiempo logró lo
que muchos en esa iglesia añoraban, ser Pastor.
* * *
El calendario frisaba la cintura del primer viernes de octubre, fecha designada por el diablo
para que cumpla con la promesa, en tres días tendría que hacer lo que le encargaron, entonces
Juan dijo: -“Ya sé, voy a llevar con engaños a uno de mis hermanos de la iglesia, diciéndole
que iremos a la montaña para cosechar papas”-, así lo hizo.
El jueves se tornó escalofriante, el clima gélido parecía anunciar una macabra noticia, hasta
la luna intentó ocultarse para no ser testigo de aquella acción tal vil que estaba a punto de
cometerse, en la plaza se encontró con uno de los hermanos de su congregación; Carlos,
hombre de espíritu sensible, honesto, trabajador, que había encontrado en Juan un modelo a
seguir hacía la búsqueda de Dios, lo admiraba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por
ganarse su aprecio, es por eso que no dudo en aceptar la invitación que Juan le hizo: ir al
cerro al día siguiente.
El viernes muy temprano, Carlos se despidió de su familia; esbozando una sonrisa, les
comunicó que iba al cerro con Juan para cosechar papas, cogió su alforja y tan pronto como
pudo fue a la casa de Juan que estaba a cinco minutos de la suya. Ambos salieron rumbo al
cerro, cuando llegaron Juan le dijo a su acompañante: - “Espérame aquí hermano, voy por
unas papas que están un poco más allá, ya vengo, anda cosechando, mientras yo vuelva. Juan
se perdió lentamente en el horizonte, alejándose así de la vista de Carlos, quien quedó sólo
en el lugar donde Juan habló por primera vez con el diablo, en ese momento el viento
arremolinabase cada vez más fuerte, el sol se ocultó y el día pareció hacerse noche, a los lejos
se escuchaba gritos y estruendos desgarradores, Carlos comenzó a tiritar de miedo, quería
salir corriendo pero las piernas no le respondían, era como si una fuerza maligna lo detenía,
intento desesperadamente llamar a Juan, pero la voz salía de lo profundo de sus entrañas, de
pronto la montaña se abrió y de su interior salieron unas enormes serpientes que rápidamente
se envolvieron en sus pies, éste hombre pedía auxilio, llamaba a Juan desesperadamente -sin
darse que su voz no llegaba hasta donde estaba su hermano-, las serpientes le sacaron los
ojos y mordieron el cuello fue ahí donde los gritos aumentaron, pero ya nada podía hacer, las
serpientes lo arrastraron al interior del cerro y este se volvió a cerrar quedando nuevamente
intacto.
Ya era muy tarde y Helena, esposa de Carlos; tenía un mal presentimiento, la preocupación
se apoderó de ella, le comenzó a parpadear una vista, su corazón palpito más rápido que de
costumbre, ya que para subir al cerro había enormes abismos y temía que algo pudiera pasarle
a su esposo, entonces fue a casa de Juan y le preguntó, por qué su esposo no había llegado
junto con él, quien muy amablemente le dijo:
-“Él me pidió cosechar algunas papas más y yo acepté ahora vivo solo y prefiero
compartirlas”. Helena quedó muy convencida con la respuesta de Juan, pareció aliviarse un
poco, regresó a su casa más animada y esperó la llegada de Carlos, espero y esperó, pero él
nunca llegó. A la mañana siguiente para fingir preocupación Juan fue a casa de Carlos a
preguntar por él, y su esposa con lágrimas en los ojos y el rostro desencajado por la mala
noche que había pasado esperando a su amado le dijo:
- “Pasé toda la noche esperándolo pero no llegó”. Entonces Juan le propuso salir de inmediato
a buscar a Carlos. Y así lo buscaron durante un mes pero no apareció, su esposa e hijo estaban
desesperados pero finalmente decidieron resignarse a que tal vez se pudo haber desplomado
por los enormes abismos, y las aves rapaces que hay en el cerro se lo habían devorado.
* * *
Pasaron dos años sin que Juan entregue más víctimas al diablo, pero este no le reclamaba
nada porque estaba seguro que de todas maneras Juan cumpliría con lo prometido. Al termino
de este tiempo pasó algo muy extraño; unas personas venían de Niepos con rumbo a
Chiclayo, se les hizo tarde y decidieron pedir posada en la casa de Juan, quien aceptó
amablemente recibirlos, les ofreció un cuarto para que pasaran la noche, asegurándose que
sus visitantes estaban cómodos, se dirigió a su aposento para descansar. Los viajeros
durmieron por algo de dos horas, los despertó la música funesta que se salía de la habitación
de Juan, decidieron ir a ver de qué se trataba, aprovechando que la puerta del cuarto de Juan
estaba entreabierta, se acercaron con sigilo y caminaron hacia la habitación de donde salía la
tenebrosa música, vieron que este bailaba junto a unas serpientes doradas y su gato cuyos
ojos brillaban con un espeluznante color rojo muy intenso, quedaron espantados al ver tal
escena y de inmediato recogieron sus pertenencias y se fueron sin que Juan se dé cuenta.
Al año siguiente, todo parecía estar de lo más tranquilo, el dinero que Juan tenía guardado
no se acababa, él seguía asistiendo a la Iglesia y predicaba sobre Dios, nadie se podía
imaginar, quién era realmente Juan, no levantaba ninguna sospecha, entonces por tantas cosas
recibidas de parte del diablo, Juan decidió entregarle otra persona, eligió a un amigo del
pueblo, llamado Cergio que también asistía a la iglesia, era un hombre humilde y creyente
en Dios, su forma de entregárselo al diablo fue muy distinta, este hombre de lo más sano que
estaba, resultó con una enfermedad que lo postró en cama, solo decía que le dolía la cabeza
y sentía muy agitado su corazón, su esposa le dio todas las medicinas caseras que pudo para
que Cergio se sintiera mejor, visitaron los mejores médicos y no encontraba mejoría, llevados
por la desesperación la familia decidió seguir el consejo que Juan les había dado la noche
que los visitó, sin embargo lo que había recomendado Juan fue la nueva estrategia que el
diablo había tramado, la de visitar a un curandero que también trabajaba para él, parecía que
al fin Cergio encontraba mejoría, la noche anterior a su fallecimiento le dijo a su esposa: “ya
me siento un poco mejor, seguro mañana despertaré muy restablecido”, ella se acostó a su
lado. Al día siguiente Cergio amaneció muerto, su esposa lloró desconsolada y sin más que
hacer empezó a planear todo para su sepelio, asistieron muchas personas entre ellas también
Juan, que se mostraba lo de lo más dolido por la muerte. Llegó el día del entierro de Cergio,
se eligió a quienes cargarían el ataúd, y empezaron a caminar con rumbo al cementerio, de
pronto al llegar al cementerio la caja se les cayó a los cargadores y se abrió, mostrando que
en su interior solo había sábanas. Todos quedaron escalofriados al ver lo que pasó, pero como
el hombre era también un feligrés de la iglesia, pensaron que Dios decidió llevarlo, y en otros
empezó a surgir la idea que era obra de Satanás. Esto quedó en la memoria de todos los que
asistieron al entierro.
* * *
Todo en el pueblo transcurría de lo más normal, habían pasado ya dos años, Juan no volvió a
convivir con una mujer, para evitar que se entrometiera en sus asuntos; se llegó a enterar que
su esposa había fallecido y que su hijo ya estaba estudiando y trabajando, tenía incluso la
información de donde vivía exactamente, solo a veces tenía tristeza por lo que había hecho
pero no cambiaría por nada todo lo que Satanás le daba. Ya llegaba el día en que Juan tenía
que volver a planear como le entregaría otra persona al cerro, entonces pensó en el hermano
de una señora llamada María, el cual tenía deficiencias mentales -eso era lo que menos le
importaba a Juan-, llegado el primer viernes de octubre, aprovechando que María no estaba
en casa ya que había ido a lavar ropa donde una vecina que vivía un poco lejos, empezó a
llamar a su hermano Alfonso, que estaba sentado en una silla frente a su casa ,desde la
carretera decía: “Alfonso, ven, acompáñame; vamos a mi chacra a traer papas”, Alfonso
aceptó ir, cogió una bolsa y emprendieron el camino al cerro y cuando llegaron, Juan le dijo
a Alfonso: “Espérame aquí muchacho, voy a traer unas buenas papas que están un poco más
lejos de aquí, recoge las que están por aquí, ya regreso”.
Juan dejó frente al cerro a Alfonso, mientras éste recogía las papas, el cerro se abrió y como
hizo un sonido fuerte, Alfonso que estaba de espaldas volteó a ver qué sucedía, el cerro mostró
en su interior las riquezas engañosas, también vió en su interior a Carlos, Cergio y a mucha
gente de Naranja Loma que habían fallecido los cuales a gritos pedían ayuda, en ese instante
unas serpientes doradas salieron de su interior y empezaron a envolverse en los pies de
Alfonso, pero este muy astutamente sacó de su bolsillo un cuchillo de acero pequeño con el
que en su casa vivía haciendo bastones, rápidamente las empezó a cortar con el cuchillo y
corrió de regresó a su casa, lo que pasó lo dejó tan perturbado que se volvió perdió la razón.
Cuando Alfonso se fue, el diablo apareció encima de una nube negra al frente de Juan: “¡Eres
un idiota, cómo no te vas a figar en lo que trae, ha herido a mis servidoras, esto se merece
que deje todo trato contigo”.
Pero Juan que no querida dejar de recibir las riquezas que le daba el diablo, y le suplicó que
le diera otra oportunidad, a cambio el haría lo que fuese, a lo que el diablo respondió:
” Muy bien Juan, eso me gusta. Sé que tienes un hijo que está en Chiclayo, quiero que me
entregues a tu hijo para que sea uno más de los míos”, ¿aceptas lo que te estoy proponiendo?
Juan exclamo exasperado, ¡Pero como voy a entregarte a mi propio hijo! tú haces sufrir a
todos los que te traigo ¿Cómo me puedes pedir eso?
Está bien, entonces aquí termino todo trato contigo y atente a las consecuencias, resonaron
como truenos las palabras de aquel ser tan maligno; sin embargo, Juan a pesar de todo no
quería dejar todas las riquezas que había obtenido producto del malévolo trato y finalmente
aceptó entregarle a su hijo, solo le pidió que le diese tiempo. Después de haber hecho sus
tratos, el diablo desapareció en su nube negra. Juan regresó a su casa y cuando pasaba por la
casa de Alfonso lo escuchó gritando: “¡La serpiente me lleva, la serpiente me lleva, ahí está
me quiere llevar vótala de aquí!”. Prefirió apresurar el paso y llegar rápido a su casa. Mientras
tanto María que ya había llegado intentaba apaciguar a su hermano, “¡Cálmate, cálmate que
aquí no hay nada”!, le repetía, pero los gritos aumentaban y Alfonso empezó a llorar. María
quiso averiguar por qué su hermano se comportaba así, pero nadie le daba ni una pista de lo
que le había pasado. Alfonso le pedía que se vayan lejos del pueblo y tanto insistió que
terminaron por convencer a su hermana y se marcharon de Naranja loma a la ciudad de
Chiclayo.
* * *
Juan estaba en su casa y acariciando a su gato negro empezó a tramar cómo haría que su hijo
decida venir de Chiclayo a Naranja Loma si había pasado mucho tiempo desde que él y su
madre Amelia, se habían marchado de la casa, tenía que ubicarlo; entonces muy astutamente
empezó a fingir una enfermedad, todo para que le pudiera enviar una carta pidiéndole que
vaya a verlo.
Fue Jacinto, un amigo del pueblo, quien llevó la misiva a Julio, en la carta le decía que lo
extrañaba, que se encontraba muy enfermo y quería verlo.
Cuando Julio estaba solo abrió la carta, leyó lo que su padre escribió y le conmovió la forma
como le había escrito su padre. Realmente Julio nunca supo la verdad de por qué él y su madre
habían venido a la ciudad de Chiclayo, cuando su madre falleció le dio una explicación falsa,
pues creía que una mentira a que se enterará que su padre mantenía contacto con seres para
normales, así que mintió que se había enterado de la infidelidad de su padre, Julio se creyó
cada palabra de su madre. Al terminó de leer la carta y sin dudarlo ni una vez dijo: “Él es mi
padre, me dio la vida y no importa lo que hizo; estuvo mal pero tengo que ver por él, me
necesita”.
Así lo hizo Julio, al día siguiente tomó el primer carro que encontró para llegar lo más pronto
a Naranja Loma, sin imaginar que ya no regresaría nunca más a Chiclayo. Llegó al pueblo y
fue a la casa de su padre al verlo lo abrazó y Juan también aunque desde el primer momento
sabía que todo lo que estaba haciendo era para entregarlo al diablo finalmente, no pudo evitar
sentir amor por su hijo, aquel que le trajo tantas alegrías; pero trató de hacer su corazón lo
más duro para no sentir y concentrarse sólo en su maquiavélico plan.
Para no levantar muchas sospechas estuvo una semana junto con su hijo pasearon por el
pueblo e hicieron muchas cosas juntos, Julio se sentía muy contento con su padre, ni le
reclamó por lo que su madre le había dicho en sus últimos momentos de vida. Además como
lo encontró solo, pensó que su pobre madre se había equivocado o tal vez se había creído un
chisme de los que tanto acostumbraba el pueblo a hacer..
Al paso de esa semana, Juan buscó unas plantas que eran venenosas para así acabar con la
vida de su hijo, las cuales no dejaban rastro de nada en el organismo y todo parecería una
muerte natural. Un día estaban sentados juntos, alrededor de una mesa y Juan llegó con dos
tazas de café extendiendo la mano, alcanzo la que contenía el veneno a su hijo, antes de
empezar a disfrutar el café Julio comenzó a recordarle a su papá lo felices que habían sido, a
pesar de la pobreza, cuando vivían en familia, el corazón de Juan se entristeció tanto, que
estuvo a punto de derramar algunas lágrimas; entonces Julio tomó la taza, Juan estuvo a punto
de detenerle para que no tomara el café, pero ya era demasiado tarde porque su hijo se había
terminado casi todo el café; tan pronto como había dejado la taza seguía recordando sobre
cómo era la vida anteriormente cuando tenía a toda su familia unida, en ese momento Juan
ya no pudo aguantar más y derramó sus lágrimas, mientras tanto Julio cayó de la silla donde
estaba y se quejaba con dolor en el corazón empezando a votar espuma por la boca, Juan
puso a su hijo entre sus brazos, lloraba desconsoladamente y diciendo - ¿qué he hecho por
Dios?” -, los lamentos estaban de más, su hijo había muerto, envenenado por sus propias
manos, lo último que Julio le pudo decir a su padre cuando estuvo en sus brazos fue: “¡te
quiero papá!”, Juan no terminaba de secarse las lágrimas que aun recorrían sus mejillas
cuando apareció el diablo, felicitó a Juan por su fidelidad y por cumplir con su palabra, y se
llevó el alma de su hijo y su cuerpo quedó intacto.
Juan no puso objeción alguna, quería decirle al diablo que se había arrepentido de haber hecho
lo que hizo, pero pensó: “¿y a él qué le importa lo que sienta? Llorando comunicó al pueblo
que su hijo falleció a causa de un infarto y que nada puso hacer; todos se solidarizaron con él
y le apoyaron con mucho de lo que necesitaba, para el sepelio y entierro de su hijo; y todo se
llevó de la forma más normal posible.
La conciencia lo atormentaba, desesperado lloraba en su casa y todos sus amigos trataban de
consolarlo cuando iba por el pueblo, incluso algunos lo visitaban. Por las noches el fantasma
de su hijo lo atormentaba en sus sueños y le reclamaba por qué le había hecho ese terrible
daño, que todos los días vivía atormentado por los demonios servidores del diablo, que ya no
podía más. Y le anticipaba que su muerte iba a ser de lo más terrible posible y que nunca iba
a encontrar la paz por el daño que le hizo a él y a las demás personas que entregó como
obsequio para Satanás. Se despertó y fue a la cocina, el corazón de Juan palpitaba tanto y al
fin reaccionó y tomo conciencia de lo que había hecho. En ese momento Juan le dijo al diablo:
“¡Maldito demonio aparece en este instante ya no quiero más tratos contigo, no le haré daño
a más gente, si quieres me puedes matar ya no me importa nada!”
Apareció Satanás pero encarnado en el gato negro, que entró por la puerta, tomó un aspecto
espeluznante, rodeaba a Juan y empezó a decirle: “Eres demasiado tonto Juan, si conmigo
tienes tanta riqueza cuanto quisieras, pero yo no te voy a rogar hay muchos que quieren tener
tu suerte; en cuanto a matarte, pues no lo haré, porque tú mismo vas a acabar con tu vida,
pero desde el primer momento que hicimos el trato tú ya me pertenecías, así que de advierto
que de mí nunca te vas a poder librar”. Después que terminó de hablar todo eso, y Juan sin
pronunciar palabra alguna ya que quedó escalofriado con la escena; del gato salió como un
rayó que desapareció en el aire, y este volvió a ser el tierno animal de antes, pero Juan, por la
forma tan horrible como lo vió, cogió un machete, mató al gato, lo cortó en pedacitos, metió
los pedazos en una bolsa y luego enterró al animal en su huerto. Al regresar a la cocina se
sentía aún más atormentado con su alma tanto así que cogió su escopeta, se la puso dentro de
la boca apuntando hacia arriba y disparó, así acabó con su vida. Los vecinos que vivían cerca
escucharon el disparo en la casa de Juan se despertaron y fueron a ver lo que pasaba,
encontrando una horrible escena ya que la fuerza de la bala hizo que la cabeza se abriera,
haciendo volar el cerebro que encontraron más o menos a dos metros de su cuerpo. Todos los
vecinos que acudieron a ver lo que pasaba quedaron conmovidos con la escena y no les quedó
duda, ya no hacía falta averiguaciones; Juan se había suicidado, todos decían: “Ya no
soportaba más la pérdida de su hijo, lo extrañaba demasiado”, ¡pobre hombre!
* * *
Estaba a punto de amanecer cuando sucedió el terrible desenlace, Juan era muy querido por
gente del pueblo y también por algunas personas de pueblos cercanos, por esto los hombres
acomodaron el cuerpo amarrando la cabeza para que no saliera el cerebro y lo envolvieron
con sábanas, mientras tanto las mujeres acomodaban la casa para su sepelio, cuando ya era
muy temprano fueron y comunicaron al pueblo, todos entristecieron al saber la noticia, mucha
gente asistió al sepelio y a su entierro todo parecía de lo más normal posible; pero la noche
del día de su entierro algo paranormal pasó. Frente al cementerio había una chacra donde
unos campesinos cosechaban trigo, todo lo separaba solo un camino y de repente oyeron unos
ruidos muy extraños, como si estuvieran golpeando cajas, en ese momento vieron que unos
hombres estaban rodeando la tumba de Juan y con unas palas escavaron tan rápido, que en
cuestión de segundos, el ataúd de Juan estaba afuera; los campesinos observaron unos
caballos en el camino que vestían adornos preciosos y llegaban halado una carroza. Los
hombres extraños a los cuales no se les veía la cara empezaron a llevar la ataúd y la dejaron
en la carroza de los caballos fue ahí donde los campesinos con sus escopetas empezaron a
disparar en contra de los hombres extraños para que dejasen la ataúd en ese momento los
misteriosos hombres se mostraron como lo que eran, demonios; demonios enviados por el
diablo, se enfurecieron con los campesinos y les empezaron a lanzar desde lejos algo como
una fuerza extraña para que dejasen de dispararles pero los campesinos llevaban anillos de
acero que los hace inmune a los malos espíritus, los demonios seguían peleando con los
campesinos en una feroz batalla, en esos momentos la voz de Juan que estaba en la carroza
se escuchó y decía: “déjenme, déjenme”. Los caballos avanzaron muy rápido los campesinos
no dejaban de disparar tanto que consiguieron que el ataúd de Juan se callera al suelo, y los
caballos empezaron a ir a la velocidad de un rayo y desaparecieron. Los campesinos corrieron
a revisar el ataúd con algo de miedo lo abrieron pero en su interior solo había sábanas, los
demonios antes de haber tirado el ataúd extrajeron el cadáver para llevárselo a Satanás. Los
campesinos comunicaron de inmediato a algunos familiares lejanos los cuales se asustaron
cuando los campesinos les contaron la historia, decidieron volver a enterrarlo y le pidieron
a los campesinos guardar silencio con lo que habían visto, para que nadie se enterase que en
el ataúd de Juan solo había sábanas.

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El hombre compactado

  • 1. EL HOMBRE QUE HIZO UN PACTO CON EL DIABLO La tarde empezaba a despedirse en Naranja Loma, el sol aun brindaba sus débiles rayos de luz que llenaban con un poco de alegría aquel pobre, triste y tenebroso pueblo que parecía esconder los más oscuros secretos. Ella era una mujer bella, hogareña, preocupada por cuidar de su familia, siempre trataba de sustentar a los suyos, a pesar de los escasos recursos que había en casa, Amelia, era el nombre con que el que sus padres la habían bautizado. Su esposo de carácter un tanto misterioso, algunas veces mostraba un rostro alegre y en otras su mirada parecía perderse en el lejano horizonte, flaco, desgastado por el trabajo, a diario llegaba con un caminar cansino como si tratase de mostrar el enorme cansancio que traía consigo, solo la sonrisa de su pequeño hijo y la tierna mirada de su esposa podía alegrarle un poco y hacerle sentir que todo esfuerzo valía la pena. Sin embargo, últimamente sus chacras, que el tanto cuidaba, ya no producían como en aquellos tiempos remotos y añorados, lo poco que podía ganar a penas alcanzaba para la comida; Amelia, su esposa trataba de hacerle sentir que lo único que no debe faltar en casa es el amor, pero la angustia de Juan cada vez crecía más, este mismo pesar sentía Amelia, aunque trataba de disimularlo; Julio, el único hijo de esta pareja, cuando los veía tristes a por la situación que pasaban, sin que se percatasen aparecía por detrás de ellos y los abrazaba muy cariñosamente, siempre hacía lo mismo, sus padres lo amaban, era la alegría de su hogar. Cada vez más la situación empeoraba, solo una comida al día consumían para que sus gastos sean menos, pero como Julio era aún pequeño hacían un enorme esfuerzo para que él si pueda comer tres veces al día, aunque muy humildemente. Juan cambió por completo con su familia, sin entender cómo, ya no era el mismo, ahora se mostraba distante, el amor que sentía por ellos parecía desvanecerse lentamente en el aire como el sol cuando la luna amenaza con presentarse. Todo estaba tan distinto. *** Una noche mientras todos dormían, o eso era lo que él pensaba; alumbrado solo por una pequeña vela, sentado en una silla y en el profundo silencio de la noche, se le apareció la figura de una chica muy bella, la mujer más hermosa que él haya visto jamás; el hombre se quedó impactado con la belleza de esta mujer, que ni siquiera por un instante se preguntó: ¿cómo apareció?, se quedó turbado por un largo rato, sin embargo el ruido extraño que se escuchaba desde lontananza hizo que Juan se disponga a preguntar:
  • 2. - ¿quién eres?- mirándola fijamente a los ojos. Fíjate, que tengo la solución a todos tus problemas, sé que últimamente el dinero te ha sido exiguo - atinó a decir ella-. Él no entendía cómo ella sabía todo eso -era lo de menos- se sentía tan bien de oír aquellas palabras alentadoras que con un semblante lozano le preguntó: -¿cuál es la solución que tienes para mis problemas?... Aquí no podemos hablar, mañana con el crepúsculo matutito sales de tu casa y vas directo al cerro más alto que hay en este pueblo, casi al llegar a la punta me vas a encontrar, yo te estaré esperando; y deja de preocuparte que pronto todos tus problemas se habrán terminado. La mujer desapareció y él cayó en un profundo sueño; sin embargo, no se había percatado que su esposa aún estaba despierta y que sigilosamente lo miraba a través de la pequeña rendija que dejaba la puerta entreabierta; Juan se había turbado tanto en aquella rara belleza de la mujer con la que había conversado hace instantes, que no se percató que los pies de aquella extraña acompañante no tocaban el suelo. Esa noche - mientras Juan dormía- , Amelia rápidamente alistó a su hijo y con unas cuantas monedas que tenía decidió irse a otro lugar, porque logró darse cuenta que su marido estaba teniendo contacto con seres de otro mundo, temiendo que algo les pueda pasar -a su hijo o a ella-, lo abandonó mudándose a una ciudad de la costa. *** El sol no terminaba por alumbrar completamente el día, cuando Juan se despertó producto del dolor de espalda que le había causado quedarse dormido sentado en aquella silla de terciopelo tan incómoda, sorprendido de haberse despertado en aquel lugar, apresuró el paso en busca de su esposa, grande fue su desconcierto cuando notó que el cuarto estaba vacío, las paredes y muros yacían fríos y tétricos como su desesperado corazón al no encontrar a nadie en su aposento. Sin embargo una idea alentadora que lo hizo cambiar de semblante cruzó por su cabeza: - “Mejor que me han abandonado, ahora ya no tengo que preocuparme por ellos, total me hacían gastar más de la cuenta”. En esos instantes recordó a la misteriosa mujer y sintió el deseo de ir a su encuentro. Tan pronto como pudo se alistó, cogió su alforja, unos plátanos para el camino, y empezó a caminar hasta el cerro,movido por una extraña sensación que ni él mismo comprendía.
  • 3. * * * La tarde daba ya sus últimos suspiros, el viento calaba y Juan se atería, emprendió su camino, cuando hubo llegado casi hasta la punta del cerro, notó que el lugar se encontraba desolado, el único ruido que se escuchaba era el del viento que golpeaba tenazmente la falda de los cerros, en vano buscó con la mirada a aquella mujer de exótica belleza, pues en ese lugar no se encontraba nadie. Estaba ya a punto de regresar a casa, cuando misteriosamente, como alguna vez lo hizo la mujer con la que había pactado la cita, apareció un hombre muy extraño, de mirada perdida y turbante, su sola presencia hacia que el cuerpo de Juan comenzara a temblar despavoridamente , se le acercó y le dijo: - ¿A quién buscas? – mirándolo con ojos desorbitados. Tuvieron que pasar algunos minutos para que Juan pueda responder con voz temblorosa: - “Eee, esteeee, estoy buscando a una persona, quedamos en encontrarnos aquí, pero no la veo por ningún lado. ¿Dónde estará?” -El extraño hombre fingió una tenue sonrisa y le dijo: ¿Te estás refiriendo a una mujer muy bella que ayer fue a visitarte? - Sí, respondió inmediatamente él. Ella me manda a verte, porque tiene muchas cosas por hacer, pero no te preocupes, me contó sobre lo que te dijo”. En ese momento, el extraño hombre, tronó los dedos, miró al cerro y este se abrió con un gran estruendo, una fulgurante luz empezó a divisarse en su interior, que brillaba con una radiante intensidad, dejando anonadado a Juan. Corría por su cabeza muchas preguntas y estaba a punto de formularlas cuando en ese instante el inesperado acompañante reveló su verdadera personalidad, era el diablo, presentándose en ese instante como tal a Juan. En un primer momento sintió algo de miedo, su corazón comenzó a latir más rápido que de costumbre y su cuerpo tiritaba a tal punto que tuvo que sentarse para no desplomarse, pero rápidamente el miedo desapareció al seguir viendo la gran y enorme riqueza que había en el interior del cerro. Al ver que Juan se encontraba extasiado ante tanta riqueza, el diablo se aproximó un poco más hacia él y le dijo: -” Todo cuanto quieras de esto podrá ser tuyo si aceptas todas las condiciones que te pondré. ¿Estás de acuerdo?
  • 4. Juan, embelesado aún y sin quitar la mirada de aquellos tesoros, respondió: - “está bien, tú dime qué tengo que hacer”-. - “Muy bien querido amigo” –expreso el diablo-, ahora escucha con atención lo que te voy a decir: “cada primer viernes del mes de octubre de cada año, quiero que me traigas una persona aquí a este a cerro, y del resto yo me las arreglo……… ¿qué dices?” Juan quedó un instante en silencio, pensando cómo cumpliría tal encargo, finalmente dijo: “ya me las arreglaré”, pidiendo llevar algunas riquezas que habían dentro del cerro como pago por el favor que le haría al diablo, quien accedió sin reclamo alguno advirtiéndole que no le convenía fallarle. Dicho esto el diablo desapareció envuelto en una nube negra de aspecto tenebroso. Pasado este acontecimiento, Juan ingresó a la montaña y sacó cuantas riquezas alcanzaran en su alforja, cuando salió de ella, esta volvió a cerrarse y quedó como si nada hubiera pasado. * * * Marcaban ya las manecillas del reloj las 10 pm, cuando Juan emprendió su regreso, pasando por el pueblo lo más desapercibido posible, llegó a su casa y puso todo en una caja que aseguró muy bien con llave. Entonces le saltó de nuevo la duda ¿Cómo haría para cumplir con la promesa de llevar una persona a la montaña para el diablo? Se lo ocurrió que todos los sábados asistiría a una iglesia que había en su comunidad, así lo hizo. Su vida cambió por completo por las riquezas que poseía, realizaba algunos viajes para poder vender sus riquezas con lo que obtuvo mucho dinero, nunca más tuvo problemas económicos, su casa por fuera tenía el mismo aspecto humilde pero por dentro todo había cambiado, cuando Juan salía también debía vestirse humildemente así nadie sospecharía nada. * * * Se despedía agosto y la vida de Juan había cambiado notablemente, eran dos las actividades que hacía todas las semanas, sin preocupación ya del dinero, pues con el pacto que hubo sostenido con el diablo, nunca le faltaba nada, solo faltaba que él cumpla su promesa. La primera de las actividades que acostumbraba a hacer era sentarse por el sendero de su casa, donde había una arboleda de bellos sauces que formaban un callejón romántico. Sus copas se besaban por las tardes y sus hojas amarillentas caían en una lluvia que parecía evocar los calendarios del tiempo; el viento silbaba con el crepúsculo cicatrices de historias que se
  • 5. quedaron grabadas en los tallos turgentes de estos magníficos gigantes solitarios. A él le encantaba ver el ocaso. Solía venir aquí con una flauta que le hacía llorar nostalgias viudas de romances, sepultadas en el tiempo; a explorar el temple de las horas naturales. Así podía respirarlas, sentirlas, evocarlas... y fundirse entre lo claro, puro y transparente que hay en la mansedumbre de lo infinito que parecían traer a la memoria los maravillosos momentos que vivió junto a su esposa y a su pequeño hijo, pero ellos ya no estaban y la vida continuaba, entonces se decía asimismo – basta de melancolías, basta de cursilerías, ellos quisieron irse, yo soy feliz con todo el dinero del mundo, no necesito de ellos para vivir. La segunda actividad recurrente en su vida era la de asistir todos los sábados de cada semana a la iglesia que quedaba a unas cuantas cuadras de su casa.Allí se ganó el aprecio de todos, muchos se hicieron amigos de él, algunos hasta sentían lástima ya que lo habían abandonado, en poco tiempo logró lo que muchos en esa iglesia añoraban, ser Pastor. * * * El calendario frisaba la cintura del primer viernes de octubre, fecha designada por el diablo para que cumpla con la promesa, en tres días tendría que hacer lo que le encargaron, entonces Juan dijo: -“Ya sé, voy a llevar con engaños a uno de mis hermanos de la iglesia, diciéndole que iremos a la montaña para cosechar papas”-, así lo hizo. El jueves se tornó escalofriante, el clima gélido parecía anunciar una macabra noticia, hasta la luna intentó ocultarse para no ser testigo de aquella acción tal vil que estaba a punto de cometerse, en la plaza se encontró con uno de los hermanos de su congregación; Carlos, hombre de espíritu sensible, honesto, trabajador, que había encontrado en Juan un modelo a seguir hacía la búsqueda de Dios, lo admiraba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ganarse su aprecio, es por eso que no dudo en aceptar la invitación que Juan le hizo: ir al cerro al día siguiente. El viernes muy temprano, Carlos se despidió de su familia; esbozando una sonrisa, les comunicó que iba al cerro con Juan para cosechar papas, cogió su alforja y tan pronto como pudo fue a la casa de Juan que estaba a cinco minutos de la suya. Ambos salieron rumbo al cerro, cuando llegaron Juan le dijo a su acompañante: - “Espérame aquí hermano, voy por unas papas que están un poco más allá, ya vengo, anda cosechando, mientras yo vuelva. Juan se perdió lentamente en el horizonte, alejándose así de la vista de Carlos, quien quedó sólo en el lugar donde Juan habló por primera vez con el diablo, en ese momento el viento arremolinabase cada vez más fuerte, el sol se ocultó y el día pareció hacerse noche, a los lejos se escuchaba gritos y estruendos desgarradores, Carlos comenzó a tiritar de miedo, quería salir corriendo pero las piernas no le respondían, era como si una fuerza maligna lo detenía,
  • 6. intento desesperadamente llamar a Juan, pero la voz salía de lo profundo de sus entrañas, de pronto la montaña se abrió y de su interior salieron unas enormes serpientes que rápidamente se envolvieron en sus pies, éste hombre pedía auxilio, llamaba a Juan desesperadamente -sin darse que su voz no llegaba hasta donde estaba su hermano-, las serpientes le sacaron los ojos y mordieron el cuello fue ahí donde los gritos aumentaron, pero ya nada podía hacer, las serpientes lo arrastraron al interior del cerro y este se volvió a cerrar quedando nuevamente intacto. Ya era muy tarde y Helena, esposa de Carlos; tenía un mal presentimiento, la preocupación se apoderó de ella, le comenzó a parpadear una vista, su corazón palpito más rápido que de costumbre, ya que para subir al cerro había enormes abismos y temía que algo pudiera pasarle a su esposo, entonces fue a casa de Juan y le preguntó, por qué su esposo no había llegado junto con él, quien muy amablemente le dijo: -“Él me pidió cosechar algunas papas más y yo acepté ahora vivo solo y prefiero compartirlas”. Helena quedó muy convencida con la respuesta de Juan, pareció aliviarse un poco, regresó a su casa más animada y esperó la llegada de Carlos, espero y esperó, pero él nunca llegó. A la mañana siguiente para fingir preocupación Juan fue a casa de Carlos a preguntar por él, y su esposa con lágrimas en los ojos y el rostro desencajado por la mala noche que había pasado esperando a su amado le dijo: - “Pasé toda la noche esperándolo pero no llegó”. Entonces Juan le propuso salir de inmediato a buscar a Carlos. Y así lo buscaron durante un mes pero no apareció, su esposa e hijo estaban desesperados pero finalmente decidieron resignarse a que tal vez se pudo haber desplomado por los enormes abismos, y las aves rapaces que hay en el cerro se lo habían devorado. * * * Pasaron dos años sin que Juan entregue más víctimas al diablo, pero este no le reclamaba nada porque estaba seguro que de todas maneras Juan cumpliría con lo prometido. Al termino de este tiempo pasó algo muy extraño; unas personas venían de Niepos con rumbo a Chiclayo, se les hizo tarde y decidieron pedir posada en la casa de Juan, quien aceptó amablemente recibirlos, les ofreció un cuarto para que pasaran la noche, asegurándose que sus visitantes estaban cómodos, se dirigió a su aposento para descansar. Los viajeros durmieron por algo de dos horas, los despertó la música funesta que se salía de la habitación de Juan, decidieron ir a ver de qué se trataba, aprovechando que la puerta del cuarto de Juan estaba entreabierta, se acercaron con sigilo y caminaron hacia la habitación de donde salía la tenebrosa música, vieron que este bailaba junto a unas serpientes doradas y su gato cuyos
  • 7. ojos brillaban con un espeluznante color rojo muy intenso, quedaron espantados al ver tal escena y de inmediato recogieron sus pertenencias y se fueron sin que Juan se dé cuenta. Al año siguiente, todo parecía estar de lo más tranquilo, el dinero que Juan tenía guardado no se acababa, él seguía asistiendo a la Iglesia y predicaba sobre Dios, nadie se podía imaginar, quién era realmente Juan, no levantaba ninguna sospecha, entonces por tantas cosas recibidas de parte del diablo, Juan decidió entregarle otra persona, eligió a un amigo del pueblo, llamado Cergio que también asistía a la iglesia, era un hombre humilde y creyente en Dios, su forma de entregárselo al diablo fue muy distinta, este hombre de lo más sano que estaba, resultó con una enfermedad que lo postró en cama, solo decía que le dolía la cabeza y sentía muy agitado su corazón, su esposa le dio todas las medicinas caseras que pudo para que Cergio se sintiera mejor, visitaron los mejores médicos y no encontraba mejoría, llevados por la desesperación la familia decidió seguir el consejo que Juan les había dado la noche que los visitó, sin embargo lo que había recomendado Juan fue la nueva estrategia que el diablo había tramado, la de visitar a un curandero que también trabajaba para él, parecía que al fin Cergio encontraba mejoría, la noche anterior a su fallecimiento le dijo a su esposa: “ya me siento un poco mejor, seguro mañana despertaré muy restablecido”, ella se acostó a su lado. Al día siguiente Cergio amaneció muerto, su esposa lloró desconsolada y sin más que hacer empezó a planear todo para su sepelio, asistieron muchas personas entre ellas también Juan, que se mostraba lo de lo más dolido por la muerte. Llegó el día del entierro de Cergio, se eligió a quienes cargarían el ataúd, y empezaron a caminar con rumbo al cementerio, de pronto al llegar al cementerio la caja se les cayó a los cargadores y se abrió, mostrando que en su interior solo había sábanas. Todos quedaron escalofriados al ver lo que pasó, pero como el hombre era también un feligrés de la iglesia, pensaron que Dios decidió llevarlo, y en otros empezó a surgir la idea que era obra de Satanás. Esto quedó en la memoria de todos los que asistieron al entierro. * * * Todo en el pueblo transcurría de lo más normal, habían pasado ya dos años, Juan no volvió a convivir con una mujer, para evitar que se entrometiera en sus asuntos; se llegó a enterar que su esposa había fallecido y que su hijo ya estaba estudiando y trabajando, tenía incluso la información de donde vivía exactamente, solo a veces tenía tristeza por lo que había hecho pero no cambiaría por nada todo lo que Satanás le daba. Ya llegaba el día en que Juan tenía que volver a planear como le entregaría otra persona al cerro, entonces pensó en el hermano de una señora llamada María, el cual tenía deficiencias mentales -eso era lo que menos le importaba a Juan-, llegado el primer viernes de octubre, aprovechando que María no estaba
  • 8. en casa ya que había ido a lavar ropa donde una vecina que vivía un poco lejos, empezó a llamar a su hermano Alfonso, que estaba sentado en una silla frente a su casa ,desde la carretera decía: “Alfonso, ven, acompáñame; vamos a mi chacra a traer papas”, Alfonso aceptó ir, cogió una bolsa y emprendieron el camino al cerro y cuando llegaron, Juan le dijo a Alfonso: “Espérame aquí muchacho, voy a traer unas buenas papas que están un poco más lejos de aquí, recoge las que están por aquí, ya regreso”. Juan dejó frente al cerro a Alfonso, mientras éste recogía las papas, el cerro se abrió y como hizo un sonido fuerte, Alfonso que estaba de espaldas volteó a ver qué sucedía, el cerro mostró en su interior las riquezas engañosas, también vió en su interior a Carlos, Cergio y a mucha gente de Naranja Loma que habían fallecido los cuales a gritos pedían ayuda, en ese instante unas serpientes doradas salieron de su interior y empezaron a envolverse en los pies de Alfonso, pero este muy astutamente sacó de su bolsillo un cuchillo de acero pequeño con el que en su casa vivía haciendo bastones, rápidamente las empezó a cortar con el cuchillo y corrió de regresó a su casa, lo que pasó lo dejó tan perturbado que se volvió perdió la razón. Cuando Alfonso se fue, el diablo apareció encima de una nube negra al frente de Juan: “¡Eres un idiota, cómo no te vas a figar en lo que trae, ha herido a mis servidoras, esto se merece que deje todo trato contigo”. Pero Juan que no querida dejar de recibir las riquezas que le daba el diablo, y le suplicó que le diera otra oportunidad, a cambio el haría lo que fuese, a lo que el diablo respondió: ” Muy bien Juan, eso me gusta. Sé que tienes un hijo que está en Chiclayo, quiero que me entregues a tu hijo para que sea uno más de los míos”, ¿aceptas lo que te estoy proponiendo? Juan exclamo exasperado, ¡Pero como voy a entregarte a mi propio hijo! tú haces sufrir a todos los que te traigo ¿Cómo me puedes pedir eso? Está bien, entonces aquí termino todo trato contigo y atente a las consecuencias, resonaron como truenos las palabras de aquel ser tan maligno; sin embargo, Juan a pesar de todo no quería dejar todas las riquezas que había obtenido producto del malévolo trato y finalmente aceptó entregarle a su hijo, solo le pidió que le diese tiempo. Después de haber hecho sus tratos, el diablo desapareció en su nube negra. Juan regresó a su casa y cuando pasaba por la casa de Alfonso lo escuchó gritando: “¡La serpiente me lleva, la serpiente me lleva, ahí está me quiere llevar vótala de aquí!”. Prefirió apresurar el paso y llegar rápido a su casa. Mientras tanto María que ya había llegado intentaba apaciguar a su hermano, “¡Cálmate, cálmate que aquí no hay nada”!, le repetía, pero los gritos aumentaban y Alfonso empezó a llorar. María quiso averiguar por qué su hermano se comportaba así, pero nadie le daba ni una pista de lo
  • 9. que le había pasado. Alfonso le pedía que se vayan lejos del pueblo y tanto insistió que terminaron por convencer a su hermana y se marcharon de Naranja loma a la ciudad de Chiclayo. * * * Juan estaba en su casa y acariciando a su gato negro empezó a tramar cómo haría que su hijo decida venir de Chiclayo a Naranja Loma si había pasado mucho tiempo desde que él y su madre Amelia, se habían marchado de la casa, tenía que ubicarlo; entonces muy astutamente empezó a fingir una enfermedad, todo para que le pudiera enviar una carta pidiéndole que vaya a verlo. Fue Jacinto, un amigo del pueblo, quien llevó la misiva a Julio, en la carta le decía que lo extrañaba, que se encontraba muy enfermo y quería verlo. Cuando Julio estaba solo abrió la carta, leyó lo que su padre escribió y le conmovió la forma como le había escrito su padre. Realmente Julio nunca supo la verdad de por qué él y su madre habían venido a la ciudad de Chiclayo, cuando su madre falleció le dio una explicación falsa, pues creía que una mentira a que se enterará que su padre mantenía contacto con seres para normales, así que mintió que se había enterado de la infidelidad de su padre, Julio se creyó cada palabra de su madre. Al terminó de leer la carta y sin dudarlo ni una vez dijo: “Él es mi padre, me dio la vida y no importa lo que hizo; estuvo mal pero tengo que ver por él, me necesita”. Así lo hizo Julio, al día siguiente tomó el primer carro que encontró para llegar lo más pronto a Naranja Loma, sin imaginar que ya no regresaría nunca más a Chiclayo. Llegó al pueblo y fue a la casa de su padre al verlo lo abrazó y Juan también aunque desde el primer momento sabía que todo lo que estaba haciendo era para entregarlo al diablo finalmente, no pudo evitar sentir amor por su hijo, aquel que le trajo tantas alegrías; pero trató de hacer su corazón lo más duro para no sentir y concentrarse sólo en su maquiavélico plan. Para no levantar muchas sospechas estuvo una semana junto con su hijo pasearon por el pueblo e hicieron muchas cosas juntos, Julio se sentía muy contento con su padre, ni le reclamó por lo que su madre le había dicho en sus últimos momentos de vida. Además como lo encontró solo, pensó que su pobre madre se había equivocado o tal vez se había creído un chisme de los que tanto acostumbraba el pueblo a hacer.. Al paso de esa semana, Juan buscó unas plantas que eran venenosas para así acabar con la vida de su hijo, las cuales no dejaban rastro de nada en el organismo y todo parecería una
  • 10. muerte natural. Un día estaban sentados juntos, alrededor de una mesa y Juan llegó con dos tazas de café extendiendo la mano, alcanzo la que contenía el veneno a su hijo, antes de empezar a disfrutar el café Julio comenzó a recordarle a su papá lo felices que habían sido, a pesar de la pobreza, cuando vivían en familia, el corazón de Juan se entristeció tanto, que estuvo a punto de derramar algunas lágrimas; entonces Julio tomó la taza, Juan estuvo a punto de detenerle para que no tomara el café, pero ya era demasiado tarde porque su hijo se había terminado casi todo el café; tan pronto como había dejado la taza seguía recordando sobre cómo era la vida anteriormente cuando tenía a toda su familia unida, en ese momento Juan ya no pudo aguantar más y derramó sus lágrimas, mientras tanto Julio cayó de la silla donde estaba y se quejaba con dolor en el corazón empezando a votar espuma por la boca, Juan puso a su hijo entre sus brazos, lloraba desconsoladamente y diciendo - ¿qué he hecho por Dios?” -, los lamentos estaban de más, su hijo había muerto, envenenado por sus propias manos, lo último que Julio le pudo decir a su padre cuando estuvo en sus brazos fue: “¡te quiero papá!”, Juan no terminaba de secarse las lágrimas que aun recorrían sus mejillas cuando apareció el diablo, felicitó a Juan por su fidelidad y por cumplir con su palabra, y se llevó el alma de su hijo y su cuerpo quedó intacto. Juan no puso objeción alguna, quería decirle al diablo que se había arrepentido de haber hecho lo que hizo, pero pensó: “¿y a él qué le importa lo que sienta? Llorando comunicó al pueblo que su hijo falleció a causa de un infarto y que nada puso hacer; todos se solidarizaron con él y le apoyaron con mucho de lo que necesitaba, para el sepelio y entierro de su hijo; y todo se llevó de la forma más normal posible. La conciencia lo atormentaba, desesperado lloraba en su casa y todos sus amigos trataban de consolarlo cuando iba por el pueblo, incluso algunos lo visitaban. Por las noches el fantasma de su hijo lo atormentaba en sus sueños y le reclamaba por qué le había hecho ese terrible daño, que todos los días vivía atormentado por los demonios servidores del diablo, que ya no podía más. Y le anticipaba que su muerte iba a ser de lo más terrible posible y que nunca iba a encontrar la paz por el daño que le hizo a él y a las demás personas que entregó como obsequio para Satanás. Se despertó y fue a la cocina, el corazón de Juan palpitaba tanto y al fin reaccionó y tomo conciencia de lo que había hecho. En ese momento Juan le dijo al diablo: “¡Maldito demonio aparece en este instante ya no quiero más tratos contigo, no le haré daño a más gente, si quieres me puedes matar ya no me importa nada!” Apareció Satanás pero encarnado en el gato negro, que entró por la puerta, tomó un aspecto espeluznante, rodeaba a Juan y empezó a decirle: “Eres demasiado tonto Juan, si conmigo tienes tanta riqueza cuanto quisieras, pero yo no te voy a rogar hay muchos que quieren tener
  • 11. tu suerte; en cuanto a matarte, pues no lo haré, porque tú mismo vas a acabar con tu vida, pero desde el primer momento que hicimos el trato tú ya me pertenecías, así que de advierto que de mí nunca te vas a poder librar”. Después que terminó de hablar todo eso, y Juan sin pronunciar palabra alguna ya que quedó escalofriado con la escena; del gato salió como un rayó que desapareció en el aire, y este volvió a ser el tierno animal de antes, pero Juan, por la forma tan horrible como lo vió, cogió un machete, mató al gato, lo cortó en pedacitos, metió los pedazos en una bolsa y luego enterró al animal en su huerto. Al regresar a la cocina se sentía aún más atormentado con su alma tanto así que cogió su escopeta, se la puso dentro de la boca apuntando hacia arriba y disparó, así acabó con su vida. Los vecinos que vivían cerca escucharon el disparo en la casa de Juan se despertaron y fueron a ver lo que pasaba, encontrando una horrible escena ya que la fuerza de la bala hizo que la cabeza se abriera, haciendo volar el cerebro que encontraron más o menos a dos metros de su cuerpo. Todos los vecinos que acudieron a ver lo que pasaba quedaron conmovidos con la escena y no les quedó duda, ya no hacía falta averiguaciones; Juan se había suicidado, todos decían: “Ya no soportaba más la pérdida de su hijo, lo extrañaba demasiado”, ¡pobre hombre! * * * Estaba a punto de amanecer cuando sucedió el terrible desenlace, Juan era muy querido por gente del pueblo y también por algunas personas de pueblos cercanos, por esto los hombres acomodaron el cuerpo amarrando la cabeza para que no saliera el cerebro y lo envolvieron con sábanas, mientras tanto las mujeres acomodaban la casa para su sepelio, cuando ya era muy temprano fueron y comunicaron al pueblo, todos entristecieron al saber la noticia, mucha gente asistió al sepelio y a su entierro todo parecía de lo más normal posible; pero la noche del día de su entierro algo paranormal pasó. Frente al cementerio había una chacra donde unos campesinos cosechaban trigo, todo lo separaba solo un camino y de repente oyeron unos ruidos muy extraños, como si estuvieran golpeando cajas, en ese momento vieron que unos hombres estaban rodeando la tumba de Juan y con unas palas escavaron tan rápido, que en cuestión de segundos, el ataúd de Juan estaba afuera; los campesinos observaron unos caballos en el camino que vestían adornos preciosos y llegaban halado una carroza. Los hombres extraños a los cuales no se les veía la cara empezaron a llevar la ataúd y la dejaron en la carroza de los caballos fue ahí donde los campesinos con sus escopetas empezaron a disparar en contra de los hombres extraños para que dejasen la ataúd en ese momento los misteriosos hombres se mostraron como lo que eran, demonios; demonios enviados por el diablo, se enfurecieron con los campesinos y les empezaron a lanzar desde lejos algo como una fuerza extraña para que dejasen de dispararles pero los campesinos llevaban anillos de
  • 12. acero que los hace inmune a los malos espíritus, los demonios seguían peleando con los campesinos en una feroz batalla, en esos momentos la voz de Juan que estaba en la carroza se escuchó y decía: “déjenme, déjenme”. Los caballos avanzaron muy rápido los campesinos no dejaban de disparar tanto que consiguieron que el ataúd de Juan se callera al suelo, y los caballos empezaron a ir a la velocidad de un rayo y desaparecieron. Los campesinos corrieron a revisar el ataúd con algo de miedo lo abrieron pero en su interior solo había sábanas, los demonios antes de haber tirado el ataúd extrajeron el cadáver para llevárselo a Satanás. Los campesinos comunicaron de inmediato a algunos familiares lejanos los cuales se asustaron cuando los campesinos les contaron la historia, decidieron volver a enterrarlo y le pidieron a los campesinos guardar silencio con lo que habían visto, para que nadie se enterase que en el ataúd de Juan solo había sábanas.