Cultura y personalidad: determinantes y relación

UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ANGELES DE CHIMBOTE ANTROPOLOGÍA SOCIAL
TERCERA UNIDAD: LA ESTRUCTURA FUNCIONAL EN EL
DESARROLLO DEL SER HUMANO
TEMA N°14:
CULTURA Y PERSONALIDAD (1)
INTRODUCCIÓN
Una personalidad es el sistema integrado de comportamientos, aprendidos y no
aprendidos que son característicos de un individuo. Una cultura eso el sistema
integrado de patrones de conducta aprendidos que son característicos de los
miembros de una sociedad. Las relaciones entre ambas han planteado tres tipos de
problemas para estudio a la vez de psicólogos y antropólogos: 1) ¿Cómo afecta la
cultura a la personalidad? 2) ¿Cómo afecta la personalidad a la cultura? 3) ¿Cómo
influye la respuesta de la personalidad a las experiencias culturales específicas en
otros aspectos de la cultura, o en qué sentido son las personalidades individuales
eslabones intermedios en una cadena de causa a efecto entre distintas partes de las
culturas?
DETERMINANTES DE LA PERSONALIDAD
Una personalidad dada es el producto de muchos factores que se influyen entre sí y
que pueden clasificarse en cuatro categorías principales: 1) las características
constitucionales del individuo {su biología, neurofisiología. sistema endocrino. grupo
sanguíneo. etc.); 2) la naturaleza del .medio físico en el que vive el individuo; 3) la
cultura de la que forma parte el individuo, o y 4) la experiencia biológico-psicológico-
social o historia del individuo. Estos componentes se funden en la creación de cada
personalidad.
Caracteres constitucionales
Los más obvios, aun cuando en ningún modo los más importantes de los factores en la
determinación de la personalidad son las capacidades físicas y mentales de que está
dotado el individuo en el momento de su nacimiento. Son los rasgos llamados con

frecuencia “heredados” o “innatos ", aun cuando estas etiquetas son en sí mismas
desorientadoras y están abiertas a una gran variedad de, interpretaciones posibles.
Están incluidos factores tales como la constitución del cuerpo, la inteligencia, la
estructura neurológica la presencia o ausencia de deformidades. etc.
Los factores morfológicos cuya influencia directa sobre la personalidad es fácil de
observar son la estatura el peso y la apariencia física. La personalidad de un enano no
puede ser la de un gigante. Debemos tener en cuenta sin embargo, que el significado
social de una característica física viene determinado cultural mente. En la cultura
occidental se espera que los hombres grandes dominen en las relaciones de
ascendencia-sumisión. Las distintas culturas atribuyen sus significados particulares, y
a menudo ampliamente distintos a atributos físicos tales como la estatura superior al
promedio.
Para ilustrar este punto podemos comparar nuestra situación y la de los habitantes de
las islas Trobriand con respecto a la identificación de la fisonomía entre parientes. En
nuestra cultura todo recién nacido es examinado cuidadosamente por los parientes y
amigos para ver si se parece a la madre o al padre. al tío o la tía. o al abuelo o la
abuela. Tenemos una verdadera obsesión por encontrar semejanzas con los parientes.
Los parientes maternos destacan los parecidos del bebé con su línea y los parientes
paternos hacen igual con respecto a la suya. Si los rasgos físicos son identificables de
modo definido con los de una línea o la otra el valor de estímulo es muy marcado. y el
papel de la conducta puede ser influido de modo definido en un sentido u otro.
Entre los trobriandeses en cambio, el dogma de la cultura es que los niños no se
parecen ni pueden parecerse a su madre o a los parientes de ésta. Insinuar tal cosa es
de un mal gusto ofensivo. Sin embargo el parecido con el padre se supone y afirma
siempre. Los aspectos físicos del padre al igual que los aspectos de su personalidad,
pero no los de la madre son heredados por los niños. (Desde luego muchos de los
rasgos maternos son heredados por los hijos, por asociación y por aprendizaje.)
Una peculiaridad todavía más extraña en la cultura Trobriand es el dogma de que los

hermanos no se parecen nunca. Malinowski sugirió en una ocasión a propósito de las
observaciones de algunos trobiandeses sobre cómo se parecían a su padre un grupo
de hermanos que de ello se seguía que los hermanos debían parecerse entre sí. Los
nativos manifestaron sin ambages que tenía unos modales muy groseros puesto que
hacía una observación tan torpe. El razonamiento si logística no podía competir con la
percepción controlada culturalmente. Desde el punto de vista trobriandés, cualquier
tonto puede ver que los hermanos no se parecen nunca.
Puede ocurrir que ciertos tipos de temperamento y ciertos tipos constitucionales
tiendan a asociarse. Esta noción está profundamente enraizada en nuestras creencias
populares. Dejadme rodear de hombres gordos; Hombres de cabeza lisa que duermen
toda la noche; Ahí está Casio, que tiene un aspecto flaco y hambriento: Piensa
demasiado; estos hombres son peligrosos.
Los pelirrojos tienen temperamentos fogosos. Los rubios son aturdidos. Los gordos son
joviales. ¿Pero lo son realmente? Entre los antropólogos los profesores Ernest Hooton
y William Sheldona han encabezado un vigoroso esfuerzo para someter esta cuestión a
la prueba científica. Hooton midió y clasificó a presos americanos y comparó sus
rasgos corporales con los de una muestra de población no criminal. Como resultado de
sus investigaciones concluyó que hombres de tipos constitucionales característicos
tenían una relación con determinados tipos de crímenes. Sheldon aportó una
contribución, importante con el desarrollo de un método fotográfico en el cual el sujeto
se coloca delante de un fondo cuadriculado; en la fotografía pueden practicarse
mediciones relativas con lo cual puede determinarse el tipo corporal de los individuos
con relativa facilidad. El intento de Sheldon de establecer una escala para la
clasificación de los temperamentos que pudiera estudiarse para asociación con tipos
constitucionales específicos ha tenido mucho menos éxito.
El hecho de que existan definidas correlaciones psicológicas con tipos corporales
característicos parece bastante probable. Sin embargo, y a pesar de los grandes
esfuerzos realizados por Hooton y Sheldon, los problemas técnicos de la demostración
científica no se dominan lo bastante para permitirnos afirmar con alguna confianza

qué pueden ser tales correlaciones en detalle. Ningún estudioso ha tenido en cuenta,
al investigar, variables tan importantes como la clase social, el grupo étnico, la
ocupación, los ingresos o la dieta, con lo que se han dejado de explicar un buen
número de variables bastante obvias.
En muchas creencias populares se sostiene que la biología racial debe explicar las
supuestas características psicológicas y de conducta de las distintas razas. Esto ha
sido tan desmentido por la psicología y la antropología científicas (véase cap. 14) que
los antropólogos que trabajan en el campo de la cultura y la personalidad no
consideran esto como un área que valga la pena estudiar.
El ambiente físico como factor en la determinación de la personalidad
Los antropogeógrafos del siglo XIX trataron de explicar el carácter nacional por el
ambiente físico. Los habitantes de las montañas son rudamente individualistas, se
dijo. Quienes disfrutan de climas templados son creadores y vigorosos. Los habitantes
de los trópicos son indolentes y sexualmente precoces, y así sucesivamente en una
larga lista de estereotipos. La mayor parte de la obra antropogeográfica primitiva era
tan fácil y superficial que fue desechada, junto con el concepto de raza como
determinante de las características psicológicas y de comportamiento, por los
antropólogos del siglo xx. Sin embargo, el contenido mineral de la dieta puede afectar,
y afecta de hecho, al sistema endocrino de poblaciones enteras. El hecho de que un
pueblo deba adaptarse a un ambiente ártico, desierto o de bosque lluvioso es un
factor de significativa influencia. Las diferencias en cuanto a la altura a la que los pue-
blos viven y las presiones barométricas características a las que éstos se adaptan no
dejan de tener efectos en la personalidad. Tales cuestiones no deben, pues, ser
pasadas por alto, y la imaginación del profesor John Whiting, que buscaba una
relación causal entre las prácticas de iniciación masculina, los matrimonios múltiples y
el clima, es un buen ejemplo de cómo se toma en cuenta el factor ambiental .
Determinantes culturales de la personalidad
Los determinantes culturales estable can las pautas y los límites para la conducta
normal dentro de cualquier sociedad. En la fraseología de Miller y Dollard, la cultura es

«una afirmación sobre la estructura del laberinto humano, del tipo de recompensa
involucrada y sobre cuáles deben ser las respuestas recompensadas». El
funcionamiento de estos determinantes y el efecto de retroalimentación de las
respuestas de la personalidad a ellos constituye el tema del resto de este capítulo.
Rasgos idiosincrásicos de la experiencia individual
Todo individuo tiene una historia personal única. No todos los aspectos de la cultura
de una sociedad están abiertos a todas las personas, y las diferencias de status
significan diferencias de oportunidad y experiencia sociales. Estas significan diferencias
de status, roles y personalidades. Sin embargo, aún es más importante el hecho de
que, personas de idéntica posición no tengan nunca las mismas experiencias. La ma-
dre prefiere un niño a otro. Un niño se quema el dedo; otro no. Una mujer tiene un
accidente de automóvil; otra no. Un niño se cae al río; otro no. No hay dos personas
que tengan la misma experiencia social, ni incluso los gemelos univitelinos. Hemos
aprendido del psicoanálisis cuán importantes pueden ser los azares de la historia
individual en la configuración del desarrollo de la personalidad.
La cultura tiende a estandarizar las personalidades canalizando la experiencia de
todos los individuos siguiendo la misma ancha corriente. Pero la vida, está hecha de
tantos avatares, de tantas situaciones, de una variedad de experiencias tan rica que
nunca se llegará a la estandarización absoluta.
Una clasificación integradora de los determinantes de la personalidad
La personalidad ha de ser entendida, por lo tanto, como una síntesis en la conducta,
de la constitución física del individuo (incluyendo su constitución nerviosa y glandular),
el carácter psicoquímico de su ambiente, los patrones de su cultura, o su
interiorización de la historia total de su vida en relación con la gente y las cosas, y sus
reacciones frente a esa historia. Estas cuatro categorías han sido esbozadas
basándose en niveles dentro del orden cultural y la naturaleza de la experiencia
individual.
Una indicación de la inmensa complejidad de factores que idealmente deberían
entenderse puede obtenerse tratando de imaginar todos los pasos necesarios para

obtener todos los datos de una sola persona (y no digamos de una muestra
representativa de una sociedad). El modelo que explica esto clasifica los
determinantes basándose en criterio de grado de universalidad entre los seres
humanos. Las cuatro categorías basadas en este principio son: 1) lo universal: los
determinantes que son relativamente constantes que son relativamente constantes
para toda la humanidad, cualesquiera que sean el ambiente, la cultura o la raza; 2) Lo
comunal: los determinantes que son relativamente constantes y exclusivos de todos
los miembros de una sociedad dada frente a los miembros de otras sociedad; 3) el rol:
los determinantes vinculados a los distintos status, en el interior de una sociedad, y 4)
lo idiosincrásico: los determinantes que son únicamente individuales, tanto en
constitución como en el curso de la vida anterior. Combinando estos determinantes
con los cuatro basados sobre los niveles de orden natural se obtienen quince
componentes principales de la personalidad.
Este sistema señala el camino para distinguir las “personalidades de grupo”. Así, los
determinantes universales, aplicables a toda la humanidad, dan lugar a lo que es la
“naturaleza humana” en todo el mundo. Los rasgos comunales conducen a los tipos de
carácter nacional o social. Los determinantes del rol configuran las personalidades
distintivas de personas que pertenecen a distintos grupos de generación, sexo, oficio,
clase y casta dentro de las sociedades. Los determinantes idiosincrásticos garantizan
la unicidad de cada individuo mientras la humanidad siga existiendo.
LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS Y LA PERSONALIDAD
“Igual que se dobla el vástago, crece el árbol”. Un factor principal en el desarrollo del
niño como persona es la acumulación de innumerables presiones, sutiles la mayoría de
ellas, otras no tanto, que configuran sus imágenes y su percepción del mundo que le
rodea. Se esfuerza por actuar de acuerdo con estos conocimientos. El sentimiento del
mundo que tiene el niño y su percepción gradualmente creciente de lo que este
mundo le dará y le exigirá le sirve de guía para seguir adelante.
Todas estas percepciones deben ser examinadas y comprobadas. En el momento del
nacimiento, el mundo no es nada para el recién nacido. Sólo es sentido como un
cambio duro y repentino desde todas las ventajas de que gozaba en el seno materno a

la frialdad del aire que le afecta por primera vez. Su primera respuesta es el llanto y
no la risa.
El mundo que espera al niño es un mundo de personas provistas de multitud de
prejuicios culturales que afectan al comportamiento: personas con emociones
matizadas cultural mente, con expectativas y ansiedades. Es un mundo con muchas
cosas materiales, algunas beneficiosas, esenciales incluso para la existencia humana;
otras inexorablemente destructoras; algunas a veces una cosa y otras la otra. El niño
ignora esto del todo. Debe llegar a tener conocimiento de todas ellas.
Las investigaciones realizadas sobre adultos muestran que la mayor parte de su
conducta consta de patrones derivados de los procesos de condicionamiento durante la
primera infancia. En circunstancias normales, la primera experiencia del niño, y su
experiencia durante algún tiempo después tiene lugar en la familia conyugal primaria.
Éste es su mundo. Margaret Mead, por ejemplo, ha mostrado cómo este mundo deja
huella en él de modo diferencial.
Los arapesh [de Nueva Guinea] tratan al niño pequeño como a una cosa pequeña,
tierna, vulnerable, preciosa que debe ser protegida, alimentada, acariciada... Cuando
la madre camina, lleva al niño colgado debajo del pecho en una tira de tejido hecho
con corteza, o en un saco blando de malla, dentro del cual el niño todavía se encoge
como estaba en el seno materno. Siempre que manifiesta deseos de comer... es
alimentado, dulce y cariñosamente.
Entre sus vecinos iatmul, cazadores de cabezas:
El niño es tratado desde el nacimiento como si fuese una pequeña entidad separada
capaz de tener su propia voluntad... Tan pronto como el niño iatmul tiene unas pocas
semanas de edad, la madre deja de lIe. vario con ella a todas partes... en vez de ello
lo coloca a cierta distancia sobre un banco elevado, donde tiene que gritar
fuertemente hasta que le alimenten... La significación de la boca se construye como la
de un órgano asertivo, exigente, que toma cuanto puede de un mundo que, sin
embargo, no está dispuesto a entregarlo indebidamente. El niño aprende una actitud

frente al mundo; que si uno lucha con suficiente intensidad, algo que le trata a uno
tan durante como se trata a sí mismo cederá, y que la cólera y la confianza en uno
mismo serán recompensadas.
Y otro caso:
A las mujeres mundugomares (otra tribu de Nueva Guinea) les desagrada mucho dar a
luz y tampoco les gustan los niños. Los niños son transportados en cestos toscos y
opacos que les producen rasguños en la piel, y más tarde sobre los hombros de la
madre, bastante alejados del pecho. Las madres alimentan a sus hijos de pie,
apartándoles tan pronto como están un poco satisfechos... Tenemos aquí un desarrollo
del carácter que pone el acento en el enfado y la avidez. Más adelante, las parejas se
hacen la corte como si fuese el primer asalto de un combate de boxeo, y los mordiscos
y arañazos son partes importantes del juego previo.
La educación del niño abarca mucho más que la educación conscientemente dirigida.
Cada individuo, como organismo biológico, es movido por muchos impulsos o
estímulos. Muchos de ellos son innatos, es decir, inherentes a la constitución
neurofisiológica. Son apremios a la actuación. Estos impulsos básicos consisten en
tensiones internas, estados fisiológicos de desasosiego que apremian constantemente
a la acción. Los impulsos que conducen a buscar alimento son denominados «impulsos
de hambre... Otros básicos estímulos de absorber son los que se centran en el aire o
el líquido (más específicamente; el agua). Todos juntos constituyen los «impulsos
orales... Detrás de estos impulsos están las necesidades fisiológicas básicas. Si la
actividad motivada por tales impulsos no puede lograr la indispensable absorción, el
organismo es destruido; empieza su descomposición hasta los últimos residuos de
componentes inorgánicos: «polvo y cenizas... La satisfacción de las necesidades
básicas es, por con siguiente, un requisito previo ineludible para el mantenimiento de
la vida del organismo. La insatisfacción temporal produce el estado de tensión que se
percibe como un impulso. La insatisfacción prolongada convierte la frustración en
agobio. Los niños de pecho se agitan primero; después empiezan a chillar. Un adulto
hambriento o sediento puede aprender a soportar el agobio con un silencio estoico o a
ob!ener alivio acudiendo a la fantasía de los alimentos y bebidas imaginarios, pero

esto sólo alivia el agobio, no elimina la necesidad real que, en último término, tiene
que ser satisfecha.
Un segundo tipo de impulsos básicos que se centran en la eliminación de los
desperdicios corporales los impulsos a defecar y orinarse clasifica como “impulsos
anales”.
La tercera categoría de impulsos básicos se centra en la regulación de la temperatura.
La tolerancia del cuerpo humano frente a las condiciones extremas de frío y calor tiene
límites. Cuando las condiciones externas se acercan a estos límites, el individuo es
inducido a modificarlas migrando hacia climas más favorables, obteniendo ropas,
construyendo abrigos, empleando el fuego, buscando medios refrigerantes o tomando
comidas o bebidas especiales. Si el organismo se calienta o enfría demasiado, su
eficiencia se reduce hasta que muere de calor o de frío.
Una cuarta categoría de impulsos básicos va ligada al sexo. En su forma más ruda,
éste se expresa por la excitación genital, pero, desde luego, las sensaciones sexuales
son mucho más extensas que esto. Los impulsos sexuales son sensaciones poderosas,
pero, en lo que al individuo se refiere, su satisfacción, no es directamente necesaria
para sobrevivir, como lo es la de los otros impulsos básicos. Sin embargo, su
satisfacción directa es esencial para la supervivencia reproductora del grupo. La
contribución principal del psicoanálisis ha sido la demostración de la múltiple pero no
manifiesta significación de la experiencia individual en cuanto al ajuste de los impulsos
sexuales a las condiciones de vida social.
Los caminos por los que pueden ser satisfechas estas necesidades están siempre
limitados y estandarizados por cada cultura. Ninguna sociedad permite a sus
miembros comer cualquier cosa de cualquier modo en el momento que les guste.
Ninguna sociedad permite a sus miembros orinar y defecar donde y cuando quiera que
sientan necesidad de hacerlo. Se exige siempre el control de los esfínteres. Ninguna
sociedad tolera una expresión sin límites del impulso -sexual; por el contrario, todas
las sociedades ejercen un control social considerable en esta materia.

Toda persona ha de aprender qué tipos de respuestas a las presiones del impulso
conducen al logro del fin y la satisfacción de sus necesidades. Las respuestas
antisocial es -esto es, la conducta cultural mente prohibida- se castigan mediante
esfuerzos sociales para acabar con ellas. El individuo debe aprender a reprimir su
impulso, a actuar de modo prohibido y habituar su conducta a los caminos cultural-
mente señalados.
El proceso total se denomina enculturación, y se la define como el condicionamiento
consciente o inconsciente que se da dentro del proceso por el que el hombre, como
niño y adulto, alcanza la competencia en su cultura. Una personalidad bien ajustada
es la que satisface con éxito sus impulsos personales dentro de las expectativas
permisibles de su ambiente social. En psicología social y en sociología el término
tradicionalmente sinónimo de enculturación es socialización.
La vida humana transcurre en un estado de tensiones continuas que sólo pueden ser
reducidas a un mínimo pero nunca eliminadas permanentemente. La lucha entre el
impulso interno y las limitaciones reglamentadas toleradas por la cultura no tiene fin.
EI conflicto psíquico interno parecería ser de la verdadera esencia del hombre. La
madurez de la personalidad representa una aceptación de los términos según los
cuales la vida puede y debe ser vivida en 'el seno 'de cualquier sociedad determinada.
Cuando un niño ha adoptado su conducta a los patrones de su cultura, cuando sus
valores, creencias y modos de acción pertinentes se han convertido en 'una parte
normal de su pensamiento y de su conducta, él ha interiorizado su cultura y ha
quedado totalmente enculturado. Su personalidad ha madurado.
Por el camino habrá adquirido muchos impulsos y fines concomitantes que no se
hallaban en él en el momento de su nacimiento. Estos impulsos no son básicos, sino
adquiridos o secundarios. Son extensiones de una necesidad más elemental para
obtener una respuesta social calurosa. Las metas están simbolizadas culturalmente en
las recompensas sociales en consonancia con el prestigio del status. La mayoría de los
hombres de la mayoría de las sociedades se esfuerzan por alcanzar y modelar sus

personalidades de acuerdo con las exigencias de tales impulsos adquiridos, con tanta
intensidad de acción como la que necesitan los impulsos básicos.
SISTEMAS TEÓRICOS DE LA CULTURA Y PERSONALIDAD
Los primeros estudios antropológicos sobre personalidad y cultura fueron Sex and
Repression in Savage Socíety de Malinowski y Coming of Age in Samoa de Margaret
Mead. Malinowski comparó la teoría de Freud del complejo de Edipo con los hechos de
la sociedad trobriandesa. Los habitantes de las islas 'Trobriand tienen un sistema de
clanes matrilineales en los que ejerce la autoridad sobre los muchachos el tío materno
(hermano de la madre); más que el padre. Malinowski planteó la pregunta: “En este
tipo de escenario social, ¿tiene un niño deseos incestuosos hacia su madre y odia' a su
padre como figura de autoridad y rival en el afecto de la madre?”. Tras analizar la
conducta y la mitología Trobriand, Malinowski concluyó que la respuesta es «no». El tío
es el odiado y la hermana (en particular la hermana del clan) es el objeto del interés
sexual intrafamiliar. Por lo tanto, el principio básico del complejo de Epido existe, pero
su manifestación se altera por el complejo cultural.
La obra de M. Mead en Caming af Age in Sarnoa se ha comentado en el primer
capítulo como un ejemplo del empleo del método comparativo en antropología como
sustitutivo de la experimentación de laboratorio controlada para poner a prueba las
hipótesis. Recordemos que la conclusión dé Mead era que los adolescentes de Samoa
no pasan por el período de tensión psicológica que caracteriza a la adolescencia
americana porque la cultura de Samoa está libre de algunas facetas generadoras de
tensión.
Ni Mead ni Malinowski expresaron en aquel momento (1928 y 1926 respectivamente)
una teoría explícita sobre la cultura y la personalidad. En 1937, sin embargo. Ruth
Benedict publicó su famosa obra Patterns of Culture, que se convirtió en el prototipo
teórico para un buen número de «estudios configuracionales» ulteriores. Más tarde,
Abram Kardiner, psicoanalista con la colaboración de Ruth Benedict, Cora Dubois,
Ralph Linton, y otros antropólogos, desarrolló y publicó una «teoría sobre la estructura
básica de la personalidad» para tratar la cuestión del efecto de la cultura sobre la

personalidad, y viceversa. Ésta se convirtió también en el modelo de numerosos
estudios. Todos estos sistemas teóricos se apoyan en el análisis intensivo de una o
algunas tribus. John Whiting, seguidor de G. P. Murdock en la aplicación del método
estadístico a los estudios interculturales (véanse págs. 66-67), entró en la polémica en
1953 con la publicación de una teoría más amplia sobre cultura y personalidad, en la
que hipótesis específicas son sometidas a pruebas correlacionales elaboradas
estadísticamente.
Consideraremos a continuación cada una de estas teorías.
La configuración de la cultura y el tipo de personalidad ideal
La tesis central de la famosa contribución de Ruth Benedict a este problema es la de
que los contornos ideológicos de una cultura tribal están impresos en los individuos en
términos de un tipo de personalidad ideal. Cada sociedad tiene una idea más o menos
clara de lo que constituye el «hombre bueno» la clase de hombre que una persona
debiera ser. Los preceptos, máximas, recompensas y castigos otorgados por el
publicum están dirigidos a moldear a todos los hombres según la imagen del ideal.
Aquel que se aproxima al ideal es objeto de la admiración social. El carácter de esta
personalidad ideal se identifica con una estructura abstracta del carácter tribal.
En Patterns of Cultura, Benedict se dedicó a demostrar la validez empírica de la teoría
por medio de descripciones detalladas de lo que denominaba la «configuración
dionisíaca», representadas por los indios kwakiutls de la costa noroeste de
Norteamérica, y la «configuración apolínea», ejemplificada por los indios zuñis de
Nuevo México.
Formuló los conceptos dionisiaco y apolíneo del 'modo siguiente:
El contraste básico entre los indios pueblo y las otras culturas de Norteamérica es el
contraste señalado y descrito por Nietzsche en sus estudios sobre la tragedia griega.
Distinguió dos modos diametralmente opuestos de alcanzar los valores de la exis-
tencia. El dionisiaco los persigue a través de “la aniquilación de los límites ordinarios
de la existencia»; en los momentos en que valora más, trata de alcanzar la liberación
con respecto a los límites que le imponen sus cinco sentidos, de irrumpir en otro orden
de experiencia. El deseo del dionisiaco, en su experiencia personal o en el ritual, es el

de lanzarse a un cierto estado psicológico, para alcanzar la destemplanza. Lo más
cercano a las emociones que busca es la embriaguez, y valora las iluminaciones del
frenesí. Al igual que Blake, cree que “el camino del exceso conduce al palacio de la
sabiduría». El apolíneo desconfía de todo esto, y tiene a menudo poca idea de la
naturaleza de tales experiencias. Halla medios para proscribirlos de su vida consciente.
“Sólo conoce una ley, la mesura en el sentido helénico”. Va por el centro del camino,
permanece dentro del mapa de lo conocido, no se entromete en los estados
psicológicos disruptivos.
La validez factual de las características de Benedict de las sociedades kwakiutl y
pueblo es susceptible de una fuerte discusión. Trazó sus configuraciones con la licencia
artística de un poeta, más que con la exactitud de un científico. Sin embargo, la
hermosa exposición de su teoría configuracional ha ejercido gran influencia sobre la
antropología, educación y pensamiento desde 1937 hasta el presente. Es el libro de
antropología más popular escrito hasta ahora en el siglo xx. La eficacia' de su teoría y
su método analítico se comprobó bastante en el análisis que hizo durante la guerra de
la cultura y el carácter nacional japoneses, publicado en 1946 con el título The
Chrysanthemum and the Sword: Patterns of Japanese Cultura.
Al igual que la cultura, la personalidad ideal es una construcción. Si bien sufre los
peligros de una simplificación excesiva, ofrece sin embargó un enfoque
fundamentalmente útil. Por ejemplo, cuando hablamos del “carácter nacional” de un
pueblo estamos hablando de una personalidad ideal colectiva. El carácter nacional
francés es distinto del inglés, y el inglés es a su vez distinto del alemán. Las
personalidades de los indios de los llanos son típica y llamativamente distintas de las
de los indios pueblo. El enfoque de Benedict ha perfilado e implantado la teoría de que
las personalidades de la mayoría de los individuos en cualquier sociedad son en gran
parte reflejos de la personalidad ideal presentada por la cultura de la sociedad.
Las acciones colectivas de una nación son hasta cierto punto las reacciones de la
personalidad ideal a unas situaciones estimulantes dadas. Análisis cuidadosos del
carácter nacional pueden ayudar a comprender la conducta nacional. El problema,

desde el punto de vista de la ciencia social, consiste en ver que tales caracterizaciones
estén refrendadas por datos empíricos adecuados y comprobaciones críticas.
La teoría de la estructura básica de la personalidad y su proyección cultural
Aun cuando el concepto de estructura de la personalidad básica desarrollado por
Kardiner se originó en el concepto de tipo de personalidad ideal, se desarrolló
ulteriormente y no es idéntico a él.
Puesto que el empleo del concepto de tipo de personalidad ideal revela la estrecha
relación de la cultura con la personalidad, presenta una caracterización que es
esencialmente descriptiva y no genérica. Describe un tipo de personalidad sin tratar
de indagar profundamente en la cuestión de cómo se eligió tal opción.
Kardiner, psicoanalista por formación y en la práctica, ha dirigido el interés hacia la
psicodinámica de la personalidad y la cultura. El aspecto singular de su contribución es
el modo cómo trata de determinar el efecto de las instituciones sociales sobre la
personalidad y de la personalidad sobre las instituciones.
De la interacción de la afirmación psicoanalítica generalizada de que las instituciones
sociales y la personalidad se afectan mutuamente, y de los materiales antropológicos
sobre el determinismo cultural han surgido las siguientes construcciones: 1) Algunas
técnicas culturalmente establecidas de trato a los niños moldean las actitudes básicas
de éstos para con sus padres; tales actitudes existen a lo largo de toda la vida del
individuo. 2) El -grupo de constelaciones nucleares de actitudes y conducta formados
por los patrones de trato a los niños cultural mente estandarizados en cualquier so-
ciedad, y que persisten entre los adultos, es la estructura de la personalidad básica
que es característica de aquella sociedad. 3) Los complejos de trato a los niños son
denominados instituciones primarias. 4) Por medio de los mecanismos de proyección,
las constelaciones nucleares derivadas de las instituciones primarias se reflejan
subsiguientemente en el desarrollo de otras instituciones tales como la religión, el
gobierno y la mitología. Las instituciones derivadas de los sistemas proyectivos son
denominadas instituciones secundarias.

El sistema de Kardiner es un sistema limitado que trata de establecer dos cosas: 1) la
identificación de la estructura de la personalidad básica y el proceso de su formación
como reacción de las costumbres relacionadas con el cuidado de los niños, y 2) el
efecto persistente de los patrones de la personalidad básica en algunas de las
estructuras institucionales más amplias de la sociedad. En otras palabras, Kardiner se
esfuerza en demostrar cómo una etapa de la cultura configura la personalidad y cómo
la personalidad resultante moldea a su vez otras etapas de la cultura. Está
comprobando realmente la relación recíproca entre cultura y personalidad, y no sólo la
influencia de cultura sobre personalidad.
El método, en su estado de desarrollo actual, es manifiestamente auto limitado. No
trata de descubrir cómo nacieron las instituciones primarias, los complejos de cuidado
infantil. “La institución primaria es tratada como el punto de partida para el individuo,
no para la cultura” .Además, afirma que varios aspectos elementales de la cultura,
tales como algunas tecnologías (por ejemplo, la cestería) pueden no tener relación
directa con la estructura de la personalidad básica. Y todavía más: reconoce que en
muchas culturas algunas instituciones son externas al sistema proyectivo e
independiente de él.
En sentido positivo, un precepto de la psicodinámica que es esencial para todo el
esquema y que todavía no hemos mencionado es que el individuo no es totalmente el
receptor pasivo de su sistema cultural. La cultura se transmite a través del
aprendizaje, pero el individuo hace un trabajo emocional sobre lo que él experimenta
y lo que se le enseña.
Lo fundamental es que los procesos [directos] de aprendizaje no dan cuenta del
carácter integrador' de la mente humana en lo que se refiere a las relaciones
emocionales del individuo con su ambiente... Además de los procesos directos de
aprendizaje el individuo construye una serie altamente compleja de sistemas
integradores que no son el resultado de un aprendizaje directo.

La integración de la personalidad, al igual que la integración de la cultura, es más que
la suma de sus partes.
La teoría de Whiting-Child y el método correlativo
J. W. M. Whiting, antropólogo de Harvard, e I. L. Child, psicólogo de Vale, han
combinado la teoría freudiana de Kardiner, la teoría del aprendizaje de Dollard y Miller,
Skinner, Hull y otros, y las técnicas estadísticas interculturales de G. P. Murdock, para
obtener una hipótesis interesante en Child Training and Personality. Aun cuando
muchas hipótesis derivadas del pensamiento psicoanalítico son empleadas en esta
teoría, el énfasis del planteamiento está en poner a prueba las hipótesis (cosa en la
que el psicoanálisis es sumamente débil). Los datos para poner a prueba las hipótesis
han sido tomados de los Human Relations Area Files. Estos archivos contienen copias
de todos los datos significativos publicados sobre más de doscientas sociedades
seleccionadas que representan todos los niveles de desarrollo cultural y todas las
principales áreas geográficas del mundo. Los datos están clasificados y archivados de
un modo que facilita el cotejo de grandes cantidades de hechos para realizar
comparaciones interculturales.
Esencialmente, Whiting y Child hacer;' las siguientes afirmaciones:
1. La educación de los niños es universal: "En toda sociedad, el niño necesitado... debe
ser transformado en un adulto responsable que obedezca las reglas de Sll sociedad.
2. Las sociedades difieren en cuanto a sus reglas y métodos para enseñar a
conformarse a las reglas. Estas diferencias tienen efectos diferenciadores sobre la
personalidad.
3. Las cualidades específicas de las fuerzas de la personalidad se proyectan en las
instituciones adultas e influyen en el contenido de éstas.
Hasta aquí no existe diferencia con la teoría de Kardiner. Ahora interviene la teoría
del comportamiento.
4. Los adultos recompensan las respuestas que corresponden a pautas de conducta
culturalmente fijadas. El hecho de que sean sancionadas positivamente (refuerzo
positivo) aumenta la tendencia a repetir la respuesta aprobada. Las respuestas que
no corresponden a pautas de conducta instituidas no son recompensadas y pueden
ser castigadas. La sanción negativa (refuerzo negativo) disminuye la tendencia a
repetir la respuesta desaprobada.

5. La intensidad de las sanciones negativas y las edades a las que éstas son aplicadas
fomenta la angustia de la socialización. Las respuestas aprobadas aportan una
reducción de la tensión o la satisfacción del impulso. Debido a que son
recompensadas, cada repetición que tiene éxito intensifica el potencial de
satisfacción de la conducta.
6. La frustración excesiva o la satisfacción excesiva se traduce en una fijación negativa
o positiva. Fijación significa que un cierto tipo de acontecimientos tienen mayor o
menor importancia psicológica para alguien que ha tenido la experiencia fijadora
que para alguien que no la ha tenido.
7. La enfermedad es generadora de angustia. Las explicaciones de la enfermedad, o
las causas a la que es habitualmente atribuida, están coloreadas por la fantasía, por
la proyección de fijaciones establecidas consuetudinariamente entre los miembros
de una sociedad dada .por la experiencia pedagógica.
Por ejemplo, las fijaciones orales darán lugar a "causas” de enfermedad tales como el
hecho de comer y beber (especialmente cosas “venenosas”) o las maldiciones y otros
hechizos. Las fijaciones anales serán origen de explicaciones de la enfermedad en
términos de fracaso en cuanto a retener las heces u otras excreciones.
Se depuraron, para ponerlas a prueba, un cierto número de hipótesis especiales. El
método consistió en dar valores numéricos en una escala de calificación al grado de
severidad de socialización de las conductas orales, anales, sexuales, dependientes y
agresivas. Esto se hizo, cuando fue posible, para cincuenta sociedades elegidas. (Es
bastante interesante el hecho de que las prácticas de la clase media de Chicago, que
representaron a los Estados Unidos en la muestra, obtuvieron una calificación muy alta
en cuanto a la severidad y baja en cuanto a la indulgencia en prácticamente todas las
medidas de educación de los niños. Los americanos son severos y exigentes con sus
niños.) Cada sociedad se clasificó también, si los datos lo permitían, como poseedora o
carente de explicaciones orales, anales, sexuales, dependientes o agresivas para la
enfermedad. Se sometieron a tratamiento estadístico las fijaciones negativas y
positivas, por una parte, y el tipo de “teoría de la enfermedad”, por otra.
El estudio halló importantes correlaciones entre el efecto de las sanciones 'severas, o

negativas, en la producción de proyecciones en cuanto a la enfermedad. Las fijaciones
positivas no demostraron ser tan efectivas en cuanto a que las teorías adultas influyan
en la producción de la enfermedad.
Valoración del método Whiting-Child
Que este método se tenga en pie o no, depende de los juicios calificativos de quienes
valoran los informes etnográficos descriptivos. Las valoraciones son subjetivas y se
apoyan a menudo sobre datos etnográficos inadecuados. Sin embargo, tales juicios
son tratados como si fueran unidades cuantitativas “firmes”. Quienes consideran que
una ciencia debe tratar con números aplauden este esfuerzo. Quienes ven con escep-
ticismo el valor de los resultados lo consideran “el método de precisión putativa”. Sin
embargo, constituye una nueva época sugestiva aplicable a los materiales.
NORMALIDAD Y ANORMALIDAD
A partir de la discusión de la cultura aloresa y sus efectos puede verse que lo que es
una conducta normal en esa sociedad sería considerado por muchos americanos como
anormal. En 1954, un muchacho indio ojibwa fue enviado al departamento psiquiátrico
del hospital de la Universidad de Minnesota porque creía en los espíritus y en que
podía matarse a la gente golpeándola con conchas de molusco mágicas. Su abuelo le
había iniciado a los misterios de la Gran Logia de Medicina Ojibwa, o Midewiwin.
Según los ojibwa, sus creencias son verdad y totalmente normales. Sólo cuando se le
compara con nuestras creencias se convierte en “majareta”, y en individuo que
necesita un tratamiento psiquiátrico. Compartir las creencias ilusorias tradicionales de
la propia cultura es un fenómeno normal, dice Hallowell. Desarrollar un sistema
privado de ilusiones es lo que es en realidad anormal. En su forma menor es una
neurosis. Cuando se hace tan grave que el individuo pierde el contacto con el orden
real de su propia sociedad, se convierte en una psicosis.
Un buen número de casos de incesto entre los navajas, o de lo que los navajas
consideran incesto, recogidos por el profesor Walter Wyk, arroja mucha luz sobre la
determinación cultural de las psicosis. En cada caso, quien había cometido el incesto
se convirtió en psicótico y desarrolló una obsesión de autodestrucción por el fuego. Por

la noche, cuando los otros miembros del hagan se abandonaban al sueño, estos
pobres psicóticos se quemaban las manos o los pies o yacían de vientre sobre las
ascuas de la hoguera. En cada caso, el psicótico afirmaba haber cometido un incesto.
Las navajas creen que el incesto es castigado con la locura del fuego. Los psiquiatras
están muy acostumbrados al hecho de que los neuróticos y psicóticos puedan estar
convencidos de su culpabilidad de actos que no han cometido nunca. Es evidente que
la psicosis de las navajas con el síntoma de autodestrucción por el fuego es una
anormalidad de determinación cultural; también es muy posible que la culpabilidad del
incesto sea una consecuencia de la aberración mental más que una causa de ella.
Cada vez más, la psiquiatría investiga las raíces sociales de las psicosis. Incluso los
médicos generales amplían su conocimiento de la etiología' de las enfermedades
aparentemente orgánicas buscándola en un desequilibrio socio psicológico. - De la
consideración del individuo como unidad biológica, la psiquiatría ha pasado a
considerarlo como una unidad social... La psiquiatría se ha convertido en una ciencia
social a la vez que médica.»
La antropología ha demostrado que dentro de ciertos límites “los anormales son
quienes no son tolerados por las instituciones de sus civilizaciones respectivas”. Esto
significa que quien es anormal en una sociedad puede constituir el ideal aprobado por
otra. Craashing Thunder (Trueno Retumbante], el realista Winnebago (véase página
240) no encaja bien en su sociedad tribal, cuya cultura requiere experiencia visionaria
para obtener el éxito, pero estaba dotado de una personalidad que podía convertirle
en un hombre de negocios con grandes cualidades. Los chamanes siberianos poseen
personalidades neuróticas inestables definidas. En su sociedad son líderes y hombres
de influencia. En la nuestra estarían en la orilla de los lunáticos,. y muchos jueces los
considerarían candidatos para el manicomio.
En nuestra sociedad, el varón habitualmente homosexual es contemplado con una
intensa hostilidad emocional. Su repudio por parte de los elementos normales de
nuestro mundo puede ser completo y muy efectivo. Sus conflictos de culpabilidad,
remordimiento y frustración pueden, en algunos casos, bastar para convertirle en un

psicópata, independientemente de lo saludable que haya sido su personalidad primi-
tiva. La homosexualidad se acompaña habitualmente de un rechazo de los papeles
sociales normales establecidos para los dos sexos.
Entre los indios de las praderas, la solución al dilema que se plantea al muchacho que
se siente incapaz de satisfacer las exigencias del papel de guerrero agresivo era la de
convertirse en berdache o travestido, posición social institucionalizada. En el momento
de la búsqueda de la visión, algún espíritu tutelar le ordenaría que adoptara un papel
femenino, que llevara ropas de mujer y que realizara tareas femeninas. Puesto que la
orden era sobrenatural, nada se reprochaba al berdache. En verdad, aun cuando los
mitad hombre mitad mujeres eran observados con temor por los niños, eran
respetados y consultados por los jóvenes que esperaban obtener de ellos medicinas de
amor con las que atraer el afecto de una muchacha deseada. Así, los berdaches de los
indios de las praderas, si bien eran relativamente pocos, no constituían personalidades
anormales porque su cultura les apoyaba.
Otra guía para la comprensión de la confusión mental que puede derivarse del enfoque
cultural es un conocimiento del conflicto personal resultante de las exigencias variables
de la cultura de la sociedad.
Mead lo ha expuesto de modo muy adecuado en cuanto al problema del adolescente,
pero que también se adapta a todo el penoso ambiente de incertidumbre y las
continuas demandas de decisiones que nuestra cultura impone a todas las personas
salvo las más limitadas. Aun cuando los ejemplos citados por Mead puedan parecer
anticuados (la obra data de 1928), este extremo conserva su validez:
Nuestros jóvenes se enfrentan con una serie de grupos distintos que creen cosas
distintas y abogan por prácticas distintas, y a los cuales puede pertenecer algún fiel
amigo o pariente. Así, el padre de una muchacha puede ser presbiteriano, imperialista,
vegetariano, abstemio, tener una marcada preferencia literaria por Edmund Burke,
creer en la libre contratación y el proteccionismo y opinar que el lugar de una mujer
está en su hogar, que las muchachas debieran llevar corsé, no arreglarse las medias,
ni fumar ni sal ir con jóvenes por la noche. Pero su abuelo materno puede ser Bajo

Episcopaliano, creer en la buena vida, ser un gran defensor de los derechos del Estado
y de la doctrina Monroe, leer a Rabelais, ser aficionado a los espectáculos musicales y
a las carreras de caballos. Su tía es agnóstica, ardiente defensora de los derechos de la
mujer, internacionalista y pone todas sus esperanzas en el esperanto, es aficionada a
Bernard Shaw y dedica su tiempo libre a las campañas antiviviseccionistas. Su
hermano mayor, a quien admira por encima de todo, acaba de pasar dos años en
Oxford. Es anglocatólico, un entusiasta' de todo lo medieval, escribe poemas místicos,
lee a Chesterton y piensa dedicar su vida a investigar el secreto perdido de las
vidrieras medievales. El hermano menor de su madre es ingeniero, materialista
estricto, que no se ha recobrado de haber leído a Haeckel en su juventud; desprecia el
arte, cree que la ciencia salvará el mundo, se burla de todo lo dicho y pensado antes
del siglo XIX y arruina su salud con experimentos sobre la eliminación científica del
sueño.. Su madre posee una mente reposada, se interesa mucho por la filosofía india,
es pacifista lo menos que puede en las actividades de la vida y, a pesar de la devoción
que le profesa su hija, no habrá nada para atraer el entusiasmo de ésta. Y esto puede
darse dentro de la propia casa de la muchacha. Añádanse a esto los grupos repre-
sentados, defendidos y propugnados por sus amigos y profesores y por los libros que
lee accidentalmente, y la lista de posibles entusiasmos, de fidelidades sugeridas,
incompatibles entre sí, llega a ser espantosa.
Los fanáticos son una gente que se aferra a un esquema de vida, religión o política
porque no pueden hallar su camino por el laberinto de exigencias conflictivas que
impone la vida. Soslayan el fracaso adoptando una forma de cordura menos completa.
Si la multiplicidad de exigencias culturales conflictivas conduce casi a la locura a
quienes han sido educados completamente dentro de una tradición 'cultural única, la
situación es mucho más nociva para la personalidad de aquellos que se hallan
sometidos a las exigencias de dos o más culturas distintas, Tal es el caso de los
inmigrantes.
Vemos así que no sólo los conflictos de origen cultural engendran la psicosis, sino
que también las configuraciones de las culturas influyen en el tipo de locura que
resulta de ellas.

(1) HOEBEL, Adamson E. ANTROPOLOGIA: El estudio del hombre Pg.52-69

Cultura y personalidad: determinantes y relación

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