1. Domingo de Pentecostés. Evangelio (Juan 20, 19-23) 26 de Mayo de 2013
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos.»
“No tan iguales. No tan diferentes”
No es que tengamos que ser iguales. ¿Cómo va a pedirnos que seamos iguales Él, que nos ha
hecho diferentes? Sería como contradecirse. Sería como querer apagar la riqueza de su imagen,
que se expresa a través de nuestras mil caras diversas. ¿A que matar nuestras diferencias? Eso
hace el torrente con las peñas que le va quitando al monte; y, ¿qué consigue?: un montón de
guijarros, bien pulidos, que jamás conseguirán acoplarse a nadie para formar algo.
Al Espíritu le gusta actuar de otra manera: con una gran “diversidad de dones”. Cada don es
como una faceta suya que, para hacerse perceptible, se va encarnando en aquel de nosotros
que mejor sea capaz de reflejarla. Como si cada uno fuéramos traduciendo al Espíritu en un
sonido personal, peculiar. Luego, ese sonido se irá uniendo al de otros hasta formar un
conjunto armonioso. Y ese conjunto respetará, incluso favorecerá las diferencias –tenor y
contralto, fagot y violoncelo- y las irá ensamblando tan bien, que conseguirán crear un lenguaje
nuevo, distinto, mejor. Será la unidad. Una unidad construida desde la diversidad. Rica y llena.
Porque la unidad no es el equilibrio que se produce cuando dos personas se temen: eso es
sencillamente miedo. Tampoco consiste en el simple respeto de unos y otros: como las líneas
paralelas que, por mucho que se prolonguen, nunca se encuentran. Ni es unidad no meterse en
la vida del otro: entrar en ella por la puerta del amor, que es la puerta del servicio, no solo no
enfrenta, sino que crea amistad, hace familia.
La unidad, fruto del Espíritu, se parece más bien a unas líneas convergentes. Partiendo desde
puntos diversos, sin renunciar cada uno a nuestra historia, a nuestra manera de ser, a todo el
bagaje positivo que hemos adquirido a través de la vida, nos ponemos juntos a buscar objetivos
comunes. Esos objetivos no son propiedad nuestra, pero llenan nuestras aspiraciones más
profundas, los necesitamos para ser plenamente felices. Son objetivos que están fuera de
nosotros, pero cuyo deseo nace de nuestro más hondo interior.
Así, por ejemplo, dos que andan luchando, y odiándose, un buen día, tocados por el Espíritu,
deciden renunciar a la posible victoria; y se ponen juntos, a buscar, a merecer, a construir un
objetivo común: la paz.
Esa unidad, tan difícil. Todo un don. Y una señal: para que el mundo crea.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Enviados a qué?
¿Sientes el deseo de llevar este mensaje de Paz?
¿Cuál es la diferencia entre la Paz y el simple silencio?
¿Hay que ser molesto para romper el silencio y llegar a la Paz? ¿Alguna situación cercana?