2. "Vicente de Paúl... ofrece mandar
sus misioneros"
Aunque realizado en tierras infieles, el trabajo
entre los cautivos de Berbería era trabajo de
cristiandad; la acción de los misioneros se limitaba
a los cristianos. Vicente deseaba ardientemente un
trabajo directo de evangelización de infieles
La Congregación de Propaganda, y de manera
especial su secretario, Mons. Ingoli, buscaba
misioneros para países lejanos.
Entre 1643 y 1647 se pensó en confiarle el obispado de
Babilonia, que incluía la responsabilidad de las misiones en
Mesopotamia, Persia y parte de la India. Casi llegó a
estar nombrado el P. Lambert. Pero el proyecto se vino
abajo por una serie de dificultades: las condiciones
puestas por el obispo retirado, Juan Duval,
3. En 1656, la oferta versó sobre el
Líbano, y se pidió a Vicente que
propusiera a uno de sus sacerdotes.
Después de algunas vacilaciones fue
designado Tomás Berthe,
También parece haberse pensado en algún
momento en el envío de misioneros a
Pernambuco, en Brasil, y al Canadá, país
este último en el que la política francesa
desarrollaba por entonces una intensa
tarea de colonización.
5. Humanamente, la misión de Madagascar era una misión
imposible. La distancia y, sobre todo, las
comunicaciones planteaban problemas desesperantes.
De las tres primeras expediciones enviadas por Vicente:
6. "Eche las redes con valentía"
Vicente fue escogiendo para la difícil y
arriesgada misión una serie de sacerdotes
extraordinarios por su calidad humana y
religiosa.
Asombra cómo, en menos de veinticinco
años, la pequeña compañía, a la que
Vicente consideraba compuesta de sujetos
insignificantes por virtud, ciencia y
condición social, dispuso de hombres
suficientes para tan varias y exigentes
empresas:
7.
8. Los misioneros
debían llevar
material
indispensable
para el viaje
Cien escudos en oro para imprevistos.
Un oratorio completo.
Dos rituales, dos biblias.
Dos concilios de Trento.
Dos manuales de la Moral de Binsfeld.
Dos libros de las meditaciones de Buseo.
9. Sólo he quedado yo para darle la noticia"
Entre la muerte de
Nacquart y la llegada de
la segunda expedición
de misioneros pasaron
más de cuatro años. Al
fin, el 16 de agosto de
1654, desembarcaron en
la isla los PP. Bourdaise
y Mousnier y el hermano
Forest.
Bourdaise, como antes Nacquart, se quedó solo para todo
el trabajo. En menos de tres años bautizó a unos 600
paganos. En 1656 tuvo la alegría de recibir refuerzos: los
PP. Dufour y Prévost. Un tercer compañero, el P.
Belleville, murió en el viaje. Lo peor fue que también
Dufour y Prévost murieron a los dos y tres meses,
respectivamente, de su llegada.
10. "Ese muchacho tímido, humilde y manso"
Entre 1656 y 1660 se sucedieron otros tres envíos
de misioneros, todos ellos destinados al fracaso.
El naufragio de la expedición de 1656, de que ya
hicimos mención, tuvo consecuencias fatales para
casi la mitad de los viajeros. De 64, perecieron
30. Los tres misioneros figuraron en el número
de los supervivientes, en parte por circunstancias
fortuitas y en parre por el valor y decisión de uno
de ellos
11. "ALABADO SEA DIOS POR LA VIDA Y POR LA
MUERTE"
Madagascar era para Vicente la coronación de la obra
misionera de la compañía Por eso la sostuvo contra
viento y marea no obstante el largo y doloroso rosario de
sacrificios.
En ninguna otra empresa desplegó Vicente de Paúl tanta
tenacidad, tanto trabajo, tanto esfuerzo. Madagascar
estuvo sin misioneros desde la muerte de Bourdaise
hasta tres años después de la de Vicente, cuando
llegaron por fin los últimos misioneros que él había
enviado.
Su sucesor, el P Alméras, continuó la obra hasta que
Francia retiró de la isla los últimos colonos. Los
misioneros vicencianos regresaron a ella en el siglo XIX,
y todavía hoy prosiguen en la diócesis de Fort-Dauphin la
labor iniciada por Nacquart y Gondrée en tan adversas
circunstancias