El documento describe las experiencias de una enfermera trabajando en el Hospital Civil de Xalapa durante varios años. Detalla algunos de los desafíos que enfrentó al atender pacientes y presenciar situaciones difíciles, como el maltrato de enfermeras hacia pacientes o el intercambio oculto de recién nacidos. También observó las condiciones insalubres que enfrentaban las mujeres en áreas rurales al dar a luz con comadronas tradicionales y la falta de acceso a servicios médicos para tratar enfermedades
2. Mi primera experiencia como enfermera fue en la sala de cirugía para mujeres en el Hospital
Civil de la ciudad, durante dos años; después me pasaron a la sala de cirugía para hombres. Es
muy difícil atender a los pacientes porque debe uno tener espíritu de servicio. Una vez me agarré
a trancazos con la jefa de grupo porque ella maltrataba a una enfermita, no me aguanté y le dije:
-¡Qué bruta! ¡Eso no se hace!
-¡Oye, aquí las finuras no se acostumbran!
Mientras tanto a la enfermita se empezó a desangran y entonces me le fui encima a la
otra enfermera. A veces veía llegar a chamaquitas de quince o dieciséis años ya muy enfermas de
sus genitales, con infecciones graves contraídas por andar en la prostitución.
3. Un día me saco de onda algo que vi. Se aliviaron dos mujeres juntas, una de las criaturas era hija
de una campesina y la otra, de una persona rica; pero había un problema: la niña de la señora
rica nació enferma; entonces se es hizo fácil cambiarla, a escondidas, por la niña de los padres
campesinos; yo les dije:
-¡Eso no esta bien!
-Mira, estas personas –les discutí- tienen dinero suficiente para curar a la enfermita, en
cambio ustedes se la van a dan a los pobres ¿Con qué la van a tratar?
El papá al ver a su hija enferma habló con el director de hospital y con un poco de dinero
se hizo el cambio.
Algunas veces me tocó trabajar como auxiliar en partos y ahí me di cuenta que llegaban
algunas señoras en malas condiciones porque en los pueblos vecinos de la ciudad de Xalapa
acudían con las comadronas –parteras empíricas-, y
4. Por falta de higiene, las recién aliviadas contraían infecciones y cuando llegaban al hospital ya
no podíamos ayudarlas y morían. Además, si algún niño nacía con labio leporino u otro
problema, se quedaba así para toda la vida porque se tenían los medios económicos para
operarlo y eran escasos los servicios en los servicios en los hospitales. En aquel tiempo las
campañas de vacunación no llegaban a todos lo pueblitos y muchos niños sufrieron poliomielitis
o tuberculosis; la leucemia, el raquitismo y hasta la sarna eran enfermedades frecuentes en las
cercanías de la ciudad.
Yo conocí a dos o tres comadronas, ya fallecieron, que realizaban su trabajo de manera
muy ruda –casi salvaje- y tenían a las mujeres hasta quince días en sus casas para guardarles la
dieta y bañarlas en temascal con algunas hierbas. En esos años era muy castigado provocar el
aborto;
5. Precaución e higiene y las mujeres morían. Aún con todo, a domicilio; mi mamá, por ejemplo, se
alivió aquí en la casa y tuvo nueve hijos, casi uno por año, pues todavía no existí un control natal.