1. LA CONQUISTA Y LA COLONIA EN CHILE
La Conquista una tarea inconclusa:
En términos económicos, la expedición de
Almagro fue un fracaso. Fue por ello que en Perú nadie
comprendió la razón por la que Pedro de Valdivia solicitó
a Francisco Pizarro el permiso para venir a la conquista de
este territorio.
Valdivia, tras grandes esfuerzos, logró reunir algo
más de una docenas de hombres y los elementos
necesarios para la empresa. Ello lo obligó a invertir su
fortuna personal y a contraer deudas. En los primeros días
de Enero de 1540 partió del Cuzco y tomó el camino del
desierto de Atacama. La expedición llegó
al valle del río Mapocho en diciembre del
mismo año y, el 12de Febrero de 1541,
fundó la ciudad de Santiago.
Siguiendo las costumbres y las
leyes, Valdivia nombró un cabildo, la
primera institución que existió en Chile.
Fue este organismo el que poco tiempo
después le pidió que se asumiese
Gobernador de Chile en nombre del rey, lo
que aceptó, pero sólo en forma interina
hasta que el monarca lo confirmase. La
razón de esto era bastante simple, corrían
rumores de la muerte de Francisco Pizarro
y los conquistadores temerosos de que
Valdivia fuese reemplazado, vislumbraban
la posibilidad de no recibir las anheladas
encomiendas de indios. Si Valdivia asumía
tal cargo, podría entregarles los
repartimientos.
Con la finalidad de adelantar la
conquista, se inició la exploración de los
lavaderos de oro de Marga Marga y la
construcción de un barco para poder tener
comunicación con Perú, el que también
facilitaría el arribo de más soldados y de lo
elementos requeridos. Fue en esas circunstancias que el Cacique Michimalongo atacó la
ciudad, al mismo tiempo que otros grupos caían sobre las faenas de la construcción de la
nave.
2. Santiago quedó reducido a ruinas, si bien se iniciaron
labores de reconstrucción, la situación era bastante difícil.
Valdivia mando entonces al Perú algunos hombres
encabezados por Alonso Monroy, en busca de refuerzos y de
abastecimiento. Los refuerzos sólo llegaron al cabo de un año
y medio, en la nave Santiaguillo, y también por tierra. Después
arribó otro barco, al mando de Juan Bautista Pastene, quien
informó a Valdivia de la insurrección de Gonzalo Pizarro en el
Perú y de la llegada a ese país de don Pedro de la Gasca con el
encargo real de someter a los sublevados.
Como era necesario facilitar las comunicaciones con el
Perú y disponer de territorios para entregar recompensas a los
conquistadores, Valdivia encargó a Juan Bohón la fundación
de la ciudad de La Serena (1544).
Los sucesos del Perú obligaron al gobernador a embarcarse con destino a ese país,
para servir a la causa del rey y obtener nuevos recursos. Una vez en él, combatió a los
pizarristas, quienes fuero derrotados. La Gasca lo confirmó en el gobierno de Chile. A su
regreso Valdivia decidió emprender la conquista del sur de Chile. En esta época fundó la
ciudad de Concepción (1550), La Imperial (1552), Valdivia (1552) y Los Confines (1553), y
los fuertes de Arauco, Tucapel y Purén. Por encargo suyo se fundaron Villarrica, se refundó
La Serena, y Francisco de Aguirre exploró la región de Tucumán, fundó Santiago del Estero
(1553). Al fundar ciudades y fuertes en un territorio tan dilatado, Valdivia había dispersado
sus fuerzas, lo que lo dejaba, al seguir avanzando, cada vez más debilitado. Los araucanos, a
quienes creía sometidos, preparaban una ofensiva que, al mando de Lautaro, estalló en 1553,
en lo que se conoce como el primer levantamiento general de indígenas. El fuerte de Tucapel
fue atacado y Valdivia partió a su exilio, siendo emboscado en el camino por varios grupos
indígenas en forma sucesiva, lo que cansó a hombres y animales. Todos, incluso el
gobernador, perecieron.
Tras la muerte de Valdivia, y hasta 1557, se desarrolló un complejo panorama, pues
varios de sus compañeros se disputaron el mando, y a ello se debe agregar la continua
ofensiva Mapuche, que sólo logró ser detenida por Villagra en 1557.
Ese año arribó un nuevo gobernador, García Hurtado de Mendoza, quien casi de
inmediato alejó a los antiguos conquistadores de los puestos de poder e inició su campaña.
Si bien obtuvo algunos triunfos, la guerra no estaba concluida. Hurtado repobló Concepción,
reconstruyó el fuerte de Tucapel y fundó Cañete (1558). Avanzó hacia el sur, llegando al
golfo del Reloncaví. De regreso fundó Osorno (1558), y por orden suya el capitán Pedro del
Castillo atravesó los Andes y Fundó Mendoza (1561).
Hurtado de Mendoza gobernó hasta 1561. Los gobernadores que le sucedieron,
Francisco de Villagra (1561-1563), Pedro de Villagra (1563-1565), Rodrigo de Quiroga
(1565-1567 y 1575-1581), la Real Audiencia de Concepción y su presidente, Melchor Bravo
de Saravia (1567-1575), Martín Ruiz de Gamboa (1580-1581), Alonso de Sotomayor (1583-
3. 1592) y, por último, Martín García Oñez de Loyola (1592-1598), se avocaron
fundamentalmente a tratar de finiquitar el conflicto de Arauco, pero la suerte les fue esquiva,
tanto que el último de los nombrados debió enfrentar, en 1598, el segundo levantamiento
general de indígenas, muriendo en un combate conocido como el Desastre de Curalaba.
Arauco parecía indomable y la llegada de Alonso de Rivera, con el consecuente
establecimiento de una línea de frontera custodiada por un ejército permanente, puso fin a
esta etapa, que ha sido denominada Conquista.
LA COLONIA S. XVI, XVII y XVIII
La Economía Colonial:
Junto a los primeros conquistadores llegó también una serie de animales domésticos
desconocidos en el territorio: Vacunos, Equinos, Ovinos, etc y también varias especies
vegetales, tales como el Trigo, Las Hortalizas, La Vid y varios árboles frutales, todos los que,
junto a los cultivos autóctonos, sobre todo Maíz, Papas y Porotos, alcanzaron a fines del siglo
XVI una producción que satisfacía las necesidades del consumo de la población. Las
exportaciones se limitaban a algo de Vino y Trigo, y con cierta regularidad mayor, a los
cueros y frutas secas.
En el siglo XVI, la actividad a la que se le dedicaba mayor esfuerzo era la minería, en
especial a la explotación de lavaderos de oro, como Quilacoya y Madre de Dios, los que
ubicaban en el sur del territorio, por lo que su explotación, en cierto modo, estuvo sujeta a
los avatares de la guerra.
La mano de obra se basaba en la encomienda indígena y, por lo tanto, su
disponibilidad estuvo sujeta a la cantidad de nativos que la conformaban. Como esta
población se viera afectada por una serie de factores que provocaron su rápido descenso,
poco a poco fueron reemplazados por mestizos.
La regulación del trabajo indígena se realizó a través de distintas tasas. La primera de
ellas fue la de Santillán, dictada en 1559, que limitó el servicios de indios entre 18 y 59 años,
aplicando el sistema de turnos de trabajo, o mita, y les entregaba el derecho a recibir la sexta
parte del oro extraído. En 1580, se dictó la tasa de Gamboa, mediante la cual se estableció
que los indígenas podían pagar su tributo en oro o en especies que obtendrían de la libre
contratación de su trabajo. En 1621, se empezó a aplicar la tasa de Esquilache, muy parecida
a la anterior. En 1635, se dictó la tasa de Laso de la Vega, según la cual el indígena de
encomienda era libre de tributar en dinero, trabajo o especies, fijándose un monto anual de
10 pesos, o 40 días de labor. En la práctica, estas normas no dieron resultado y la situación
del encomendado no varió mucho. Sólo en 1791 esta institución fue abolida.
En forma paralela al decaimiento de la minería se produjo el incremento de las
actividades agropecuarias, en la que se mezclaron productos y técnicas europeas con las
4. indígenas. La producción adquirió un ritmo creciente, y ya a fines del siglo XVI se
iniciaron las exportaciones de cereales, cueros, cebos, frutas secas, charqui y otros hacia el
Perú. A partir de 1678, la producción triguera del Perú disminuyó notablemente, lo que
colocó a Chile como el principal proveedor de trigo con que ese mercado podía contar. Esto
provocó un auge triguero que se tradujo en una extensiva explotación de las tierras, surgiendo
las haciendas o grandes propiedades. Los dineros obtenidos de las exportaciones se
destinaron a la adquisición de manufactura y otros productos. Los hacendados se convirtieron
en el núcleo social más importante de Chile, llegando algunos a obtener títulos nobiliarios
y mayorazgos.
La hacienda se transformó en el centro de la actividad agropecuaria y llegó a ser,
económicamente, independiente. En efecto, en ellas se producía todo lo que se necesitaba,
pués no sólo contaba con los peones que realizaban las tareas agrícolas, sino que también con
artesanos que manufacturaban aquellos productos que se requerían. También en ella surgió
el inquilino, cuya función básica era custodiar los deslindes de la propiedad..
El propietario era amo y señor del destino de sus peones e inquilinos, y al no existir
otra autoridad que él, su poder era en la práctica incontrarrestable. Fue por ello que gran parte
de las nuevas ciudades que se establecieron en el siglo XVIII se emplazaban cerca de las
haciendas, pues se buscaba que las autoridades oficiales tuvieran el poder del hacendado.
El Comercio Colonial:
A partir de 1561, se
reestableció, para desarrollar
el comercio entre España y
sus colonias en América, el
sistema de flotas y galeones,
cuya base de operación se
encontraba en el puerto de
Sevilla. Las naves se dirigían
al Nuevo Mundo y al
aproximarse a Las Antillas se
dividían en dos grupos. Uno
navegaba hacia los puertos de
Cartagena de Indias y
Portobello; el orto se
encaminaba hacia Veracruz, el principal puerto Mexicano del Atlántico, para luego pasar a
la Habana, en Cuba, donde finalmente se reunían todas para partir rumbo a Europa.
Los mercaderes debían dirigirse a estos puertos a fin de realizar sus transacciones
comerciales. Por lo general, los comerciantes chilenos se entendían con los peruanos para
que éstos los representaran y luego les enviaran las mercaderías que adquirían en su nombre.
5. Este sistema, si bien servía para mantener el monopolio español, provocaba que la
manufactura europea tuviera altos precios, lo que es entendible si se consideran los costos de
almacenaje y transporte, y a ello se agregan los impuestos que de debían pagar.
Tanto los reyes de la casa de Austria como los Borbones, que empezaron a reinar
en el siglo XVII, mantuvieron ese sistema monopólico que prohibía a los americanos
entenderse directamente con comerciante europeos. Sin embargo, en el siglo XVIII, la nueva
dinastía reinante empezó a liberalizar el comercio en forma paulatina. Sebilla dejó de ser el
punto principal del comercio trasatlántico, siendo reemplazada por Cádiz. En 1748 se
instauró el sistema de navío de registro, llamado así por que las naves eran revisadas antes
de zarpar, verificándose que no transportasen contrabando. En 1756, se autorizó a las naves
españolas para zarpar desde cualquier puerto de España, y en 1778, se estableció la libertad
de comercio, abriéndose nuevas rutas y puertos, como Concepción y Valparaíso.
El comercio extranjero continuaba proscrito, pero en la práctica el contrabando era
un fenómeno bastante extendido. Las mismas manufacturas llegaban legal e ilegalmente a
las colonias, produciéndose entonces una saturación de los mercados; es decir, una oferta
excesiva que, a su vez, generaba una baja en los precios.
El Régimen Colonial Tributario:
En la época inicial de la conquista, pocos fueron los impuestos que se cobraron,
debido a que para fomentar el poblamiento de los territorios que se incorporaban a su
dominio, los reyes optaron por establecer una serie de exenciones tributarias. Por lo general
se cobraba el diezmo, impuesto eclesiástico que se destinaba a la mantención del culto y que
correspondía a la décima parte de la producción agropecuaria, y el Quinto Real, que
ascendía al 20% de la producción aurífera. En los primeros años de la colonización, el
quinto real no se pagaba competo, sino que una fracción menor, que con el correr de los años
iba aumentando.
Paulatinamente se fueron estableciendo otros, tales como la alcabala, un impuesto a
las transacciones comerciales, y el almojarifazgo, impuesto de aduana.
Otros tributos interesantes eran el papel sellado, que consistía en la obligatoriedad de
utilizar para trámite oficiales hojas de papel que contaban con un sello estampado y que tenía
un valor determinado, y la denominada composición de extranjeros, que correspondían a una
cantidad que los extranjeros residentes ilegalmente debían cancelar para regularizar su
permanencia.
Existían varios otros rubros de ingresos a las arcas fiscales, tales como la bula de
cruzada y la que autorizaba a comer carne los días viernes, pero estrictamente esto no
corresponde a impuestos, puesto que no eran obligatorios. Es importante aclarar lo
concerniente al Real Situado. En estricto rigor, el real situado no era otra cosa que dinero
fiscal, es decir, provenientes de impuestos, que se destinaba de una caja de origen a otra. En
6. el caso chileno, el RealSituado provenía desde el Perú y se destinaba a los gastos del ejército
de la Frontera.
Obviamente, existían conductas de evasión tributaria. En 1543 los oficiales reales de
Santiago reclamaron ante el cabildo por los ardiles que empleaban algunos propietarios para
no pagar el Diezmo, colocando algunos animales a nombre de sus hijos. Así, nunca
alcanzaban a poseer, por ejemplo, diez cabezas de ganado, por lo cual no pagaban el
impuesto. Otro tanto ocurría con el Quinto Real. Si bien las fundiciones eran de propiedad
del rey, y estaba prohibida la existencia de otras de carácter privado, el oro en polvo circulaba
como moneda de cambio sin cancelar el tributo.
Quienes se encargaban de la recaudación de impuestos y de la administración de los
fondos fiscales eran los tres oficiales reales: un tesorero, un contador y un factor. El primero
de ellos tenía a su cargo la custodia del dinero; el segundo llevaba las cuentas, mientras que
el tercero realizaba con el dinero las operaciones que se debían hacer, tales como los pagos a
los funcionarios.
Los tres eran escrupulosamente elegidos, y antes de asumir sus funciones debían
pagar una fianza, realizar una declaración de sus propiedades y nombrar un fiador. Por otra
parte, debían actuar siempre en conjunto, tanto así como que los cofres donde se guardaba el
dinero tenía tres llaves, una por cada uno de ellos, y cada cierto tiempo estaban sujeto a vistas
inspectivas, en las que se revisaban las cuentas de los tres libros de contabilidad y se tomaba
razón del circulante que se hallaba en la caja.
La Población y la Sociedad:
Desde los inicios de la conquista, la población chilena experimentó un proceso
paralelo de crecimiento de la población
aborigen y de aumento numérico de los
grupos blancos y mestizos.
Muchos fueron los factores que
influyeron en el descenso demográfico
que se observó en la población indígena,
pero tres elementos, que debieron actuar
en forma conjunta, son lo que mejor lo
explican. La población indígena
encomendada estaba sujeta a fuertes ritmos de trabajos que generaba un desgaste notorio: a
ello se suman los malos tratos que recibían, los problemas de mala alimentación y,
finalmente, las verdaderas epidemias de ciertas patologías ante las cuales no contaban con
anticuerpo naturales. Si bien la corona dictó una serie de normas relativas al tratamiento que
debía darse a los indígenas, estas no eran cumplidas y ellos estaba prácticamente condenados
a vivir en la pobreza.
7. El mestizaje, por otra parte, fue un fenómeno bastante notorio. Los mestizos, producto
de la relación de indígenas y españoles, fueron constituyendo la base de la población del país.
Ellos reemplazaron como mano de obra a la población indígena encomendada, que tendía a
disminuir. Sus condiciones de vida eran bastante parecidas a la de los indígenas, con la
importante diferencia de que no estaban sometidos al régimen de encomienda.
La internación de esclavos negros también se conoció en Chile, pero su número,
debido al alto costo que implicaba adquirir uno, fue más bien reducido.
La población blanca, por su parte, concentraba la posesión de tierras, actividades
comerciales y mineras. Los antiguos conquistadores y sus descendientes conformaron una
aristocracia, y en forma permanente defendieron los privilegios que habían adquirido. Sus
grandes propiedades y los beneficios económicos que lograban de su explotación les
permitieron, incluso, obtener títulos de nobleza y mayorazgos, una institución jurídica
mediante la cual los bienes familiares no se dividían a la muerte del titular, pasando íntegros
a manos del primogénito, quien se ocupaba de la mantención de sus familiares.
La Administración Colonial:
El sistema que España empleó para administrar sus colonias en América se basaba en
dos principios fundamentales. En primer lugar, no concentró funciones específicas en
funcionarios ni instituciones y, segundo, aquellos y éstas se supervigilaban en forma
constante. Así, el gobierno, la administración económica, etc., eran tareas en las que todos
intervenían, con esto, evitar los abusos de poder.
Los funcionarios, por otra parte, estaban
sometidos a un estricto conjunto de prohibiciones
que pretendía aislarlos de las sociedades en las que
ejercerían sus funciones, para que lo hicieran de
manera más imparcial.
Dos instituciones básicas se radicaban es
España: el Real y Supremo Consejo de las Indias y la Casa de Contratación. El primero
asesoraba al monarca en todos los asuntos relativos a las colonias, preparaba la legislación
que se aplicaría en el nuevo mundo, proponía a quienes ocuparían los nuevos cargos,
efectuaba los juicios de residencia, era la única instancia judicial y también tenía injerencia
en los asuntos de carácter administrativo de la iglesia americana, unida al Estado en virtud
8. del derecho de patronato concedido por el papado. La segunda se encargaba de todos los
asuntos de carácter comercial y del control de paso de pasajeros a Indias.
En América, el rey era representado por virreyes y gobernadores, quienes, en
jurisdicciones territoriales de distintas dimensiones, debían velar por la buena marcha de la
administración en materia de gobierno, judicial, militar, eclesiásticos y económicos.
Las reales audiencias asesoraban al virrey y
gobernadores y ejercían la máxima autoridad judicial en
sus respectivos territorios. Sus integrantes recibían el título
de oidores. Tal era la importancia de estas instituciones,
que las leyes disponían que, en determinados casos y muy
especialmente cuando fallecía un gobernador, podían
ejercer el gobierno a prevés de uno de sus miembros.
En los poblados que tenían el título de ciudad
existían los cabildos, organismos pluripersonales que
velaban por las materias de interés común, tales como aseo,
ornato, manejos de bienes públicos, etc., y además,
representaban los intereses políticos de los vecinos,
solicitando la adopción de determinadas medidas o
representando la inconveniencia de otras. Esta última función del cabildo era la que, de un
modo u otro, generaba el a veces pequeño grado de participación política de que disponían
los vasallos del rey. Sus cargos eran elegibles.
En las áreas rurales de cada ciudad existía un corregidor que, además de encargarse
de administrar justicia, debía procurar el bien estar de los indígenas.
La Iglesia en Chile Colonial:
9. En virtud en lo dispuesto en varias bulas papales, la iglesia católica se hallaba unida
al Estado, el rey ejercía sobre ella un conjunto de
derechos que se conocen como el real patronato.
En términos simples, desde la dictación de la
bula Inter Caetera por Alejandro VI en 1493, los reyes
de Castilla adquirieron, a cambio de la concesión de
los territorios americanos, la obligación de evangelizar
a los indígenas. A estas obligaciones se sumaron
algunos derechos, tal como el de presentar candidatos
a los más altos cargos de la jerarquía eclesiástica en
América (obispos, arzobispos y canónigos de las
catedrales). También la corona debía velar por la
pureza de la fe de los escritos impresos que pasaron al
nuevo mundo, lo que se conoció como el pase regio o
exequátur.
Otro de los aspectos importantes de la iglesia en América Hispana y en Chile, fue la
presencia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.
La inquisición era un tribunal que juzgaba los delitos contra la pureza de la fe católica,
la que tenía gran importancia política. Su reaparición durante el reinado de los reyes católicos
no fue casual. Fernando de Aragón e Isabel de Castilla luchaban por la construcción de una
nación, y eligieron como elemento clave de la unión nacional a la
religión católica. Esa fue la razón por la que se obligó a aquellos que,
como los judíos, profesaban credos distintos a convertirse al
cristianismo. Para velar por la pureza de la fe de estos nuevos
cristianos, se estableció el tribunal de la inquisición.
Los procedimientos judiciales seguidos por este tribunal eran
secretos, pero los acusados contaban con defensa. Mucho se ha escrito sobre las torturas a
que eran sometidos los acusados en busca de una confesión de sus culpas, pero estos
procederes no eran distintos a los usados por los tribunales ordinarios.
El tribunal se estableció en Lima en 1569, y en Chile sólo existían los comisarios del
Santo Oficio, quienes iniciaban los juicios, en su etapa indagatoria, y luego remitían los
antecedentes a la capital virreinal.
Si bien el tribunal tenía jurisdicción sobre cristianos viejos y recién conversos, no
tenía atribuciones para actuar sobre indígenas, y en Chile los casos no fueron de gran
trascendencia, exceptuando el de Francisco Maldonado de Silva, un médico de Concepción
encausado en 1627, quien fue ejecutado en Lima.
En lo que se refiere a la división administrativa de la Iglesia en Chile, es
importante señalar que el obispo de Santiago, el primero en el territorio, fue
10. creado en 1561, y que el primer obispo fue Rodrigo González Marmolejo. Dos años
después se creo el de la imperial, que con el correr del tiempo trasladó su sede a Concepción.
La Cultura en la Colonia:
Durante el siglo XVI y XVII, la actividad milita primó en la creación literaria chilena,
sobresale con fuerza propia el primer poema épico, que encontró su mejor exponente en
Alonso de Ercilla, quien llegó a Chile junto al Gobernador García Hurtado de Mendoza. Su
obra, La Araucana, se imprimió por primera vez en 1561 y encierra una dura crítica al modo
en que se hacía la guerra. Otro de los cultores de la épica fue Pedro de Oña, autor del
Araucano Domado, que se publicó en Lima en 1596.
El mismo Pedro de Valdivia, a través de sus cartas, dejó un importante testimonio
escrito de la forma en que se realizaba la conquista de Chile. Entre los autores de crónicas se
debe mencionar a Alonso de Góngora y Marmolejo, autor de una Historia de Chile; Pedro
Mariño de Lobera, quien escribiera su crónica del Reino de Chile, y a Jerónimo de Vivar,
autor de la Relación Copiosa y
Verdadera de los Reinos de Chile.
Durante el siglo XVII
aparecen otras obras, tales como la
del Padre Diego de Rosales, autor
de una Historia General del
Reino de Chile. Flandes
Indiano, y Alonso de Ovalle, quien
es conocido por su Histórica
Relación del Reino de Chile, que
se publicó en 1645. Un autor
sumamente interesante es
Francisco Núñez de Pineda y
Bascuñan, un militar que fue capturado por los araucanos y que convivió con ellos por algún
tiempo. Sus vivencias y lo que comprendió de su forma de vida lo plasmó en su libro titulado
Cautiverio Feliz y Razón Individual de las Dilatadas Guerras de Chile, el que también utilizó
para criticar el sistema militar imperante. De gran interés es también el Purén Indómito,
escrito por Fernando Álvarez de Toledo.
La compañía de Jesús en Chile Marcó profundamente el desarrollo de la cultura y la
educación a través de sus establecimientos educacionales y de la labor desarrollada por sus
sacerdotes hasta 1767, cuando fueron expulsados simultáneamente de todos los dominios del
rey de España. De entre los jesuitas expulsados sobresalen Juan Ignacio Molina, autor
de Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reino de Chile, y
Manuel Lacunza, quien redactó La Venida del Mesías en Gloria y Majestad.
11. La educación colonial era manejada fundamentalmente por la iglesia a través de sus
órdenes religiosas. Entre los establecimientos educacionales más importantes debe
mencionarse el Convictorio Corolino y el Colegio de Naturales de Chillán, destinado este
último a la instrucción de los hijos de los caciques.
La instrucción se reducía a lo elemental, es decir, catecismo, lectura, escritura y
operaciones matemáticas básicas. Quienes aspiraban a algo más que el sacerdocio, debieron
durante mucho tiempo dirigirse a Lima para cursar estudios en la Universidad de San Marcos.
En 1713, Francisco Ruiz de Berecedo, alcalde del cabildo de Santiago, propuso la creación
de una Universidad en Chile, lo que recién fue autorizado por el rey en 1738, solo en 1758 la
Real Universidad de San Felipe, que funcionaba en Santiago, inició sus labores. Otra
institución de importancia fue la Academia de San Luís, creada a instancia de Manuel de
Salas, en 1779. En ella se enseñaba geometría, dibujo y aritmética.
El Siglo de la Ilustración:
El siglo XVIII se caracterizó por un gran desarrollo científico e intelectual. Por ello
se le conoce como el siglo de las luces, en alusión al movimiento racionalista que trataba de
explicar la realidad a través de la razón. Hombre como Newton. Locke, Voltaire y Rousseau
conmovieron los cimientos intelectuales del mundo al plantear nuevas ideas y promover el
desarrollo científico, del cual derivó una serie de aplicaciones tecnológicas que, en su
conjunto, son conocidas como la Revolución Industrial.
En España y sus colonias la ilustración también dejó su huella, aunque dado el
tradicionalismo imperante, todas aquellas objeciones a cuestiones religiosas fueron
expurgadas. El nuevo espíritu se tradujo en la búsqueda de formas más eficientes de
administración del Estado, lo que se plasmó a través de una serie de modificaciones que son
conocidas como las reformas borbónicas, que buscaban acentuar el control estatal sobre las
colonias, aumentar la producción agrícola y minera y, a través de esto último, aumentar las
rentas fiscales. Con estos objetivos se crearon nuevos virreinatos en Nueva Granada y Río de
la Plata, se reformó el sistema administrativo, buscando una mayor eficiencia, y se liberalizó
el comercio. Un nuevo tipo de funcionario asumió en las colonias, sobresaliendo en el caso
de Chile hombres como José Antonio Manso de Velasco, Ambrosio O”Higgins, Antonio de
Guill y Gonzaga y Manuel de Amat y Juniet.
De esta época datan importantes instituciones, como la Real Universidad de San
Felipe, La Casa de Moneda y los Tribunales del Consulado y Minería. En obras de carácter
público sobre sale el puente de Cal y Canto y la misma Casa de Moneda, obra esta última del
arquitecto Joaquín Toesca.
La Expulsión de los Jesuitas:
12. Durante el siglo XVIII, tanto los reyes como sus asesores recibieron el derecho de
patronato como una prerrogativa real; es decir, algo que les correspondía ejercer por el simple
hecho de gobernar, y no como algo que había sido concedido por el papado.
Los religiosos de la Compañía de Jesús no aceptaron estos postulados, y sostenían
una serie de críticas a las teorías relativas al origen divino del poder de los reyes.
Estas críticas obviamente no eran del agrado de la monarquía, y a esto se sumaba,
como elemento que aumentaba el disgusto hacia esta orden religiosa, el influjo que
intelectualmente ejercían en las sociedades americanas y el poder económico que habían
acumulado debido a la aplicación de innovadoras tecnologías agrícolas en sus haciendas.
Esta situación llevó a Carlos III a decretar, en 1767, la expulsión de los
jesuitas de todos sus dominios, y la confiscación de todas sus propiedades.
La orden se ejecutó simultáneamente en todas las partes, para evitar que algunos
fuesen avisados. Solo aquellos novicios que no hubiesen realizado sus primeros votos
tuvieron la posibilidad de optar entre salir junto a los jesuitas o incorporarse a otra orden.
Desde Chile salieron jesuitas tan destacados como Manuel Lacunza y Juan Ignacio
Molina.
La Guerra de Arauco:
El establecimiento de una frontera en el río Bio Bio, lo que formaba parte de una
estrategia adoptada por España para enfrentar este conflicto, y la presencia de de un ejercito
permanente, que era financiado por medio del real situado que provenía del Perú, no implicó
que la Guerra de Arauco disminuyera. Por el contrario: ella se mantuvo, aunque no de forma
continua.
El padre Luís de Valdivia promovió una nueva forma de
entendimiento con los mapuches, a la que se llamó Guerra Defensiva.
Esta, que en definitiva era un esfuerzo por eliminar la conquista más bien
militar de los indígenas, se utilizó entre 1612 y 1625. La penetración en el
territorio hostil de Arauco debía ser realizada por sacerdotes que predicarían el evangelio.
Las fuerzas militares sólo podrían intervenir en el caso de que los poblados hispanos fuesen
atacados ilegítimamente por los naturales, situación que sólo podía ser declarada como tal
por los sacerdotes, quienes debían evaluar si existía o no una provocación hispana para el
ataque indígena; de existir, se consideraba que los indígenas se estaban defendiendo, por lo
que no se podía contestar. Si bien este sistema se aplicó, resultó en un fracaso y se optó por
volver a utilizar las formas tradicionales.
13. El ejercito reinició sus malocas, es decir, sus
entradas en el territorio indígena con la finalidad de
provocar a los Mapuches y así poder,
legítimamente, esclavizarlos, de acuerdo con una
real cédula dictada tras el segundo levantamiento
general, la que disponía tal pena para los naturales
sorprendidos con armas. Estos últimos, a su vez,
respondieron con los malones, acciones en que,
además de ganar ganado, raptaban a mujeres y
niños.
Una nueva forma de entendimiento se empezó a
utilizar desde mediado del siglo XVII: los
parlamentos. Estos eran reuniones entre las
autoridades coloniales y los Lonkos Mapuches, en
las que, junto con grandes agasajos, se establecían
las condiciones de la paz. Sin embargo, en líneas
generales no dieron resultados, por que las
comunidades mapuches no tenían un solo
representante, y bien podía suceder que algunas
aceptaran y cumplieran lo estipulado, pero otras
que no habían participado en la adopción de estos acuerdos rompieran las hostilidades,
originando una respuesta española general e indiscriminada. Las autoridades coloniales no
comprendieron que los mapuches formaban una sociedad segmentada, carente de una
autoridad central.