1. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ me esperan las hojas secas:
¡si mi alma fuera una hoja
Somnolienta
y se perdiera entre ellas!
Va cayendo la tarde con triste misterio...
El sol ha mandado un rayo
inundados de llanto mis ojos dormidos,
de oro viejo a la arboleda,
al recuerdo doliente de Amores perdidos,
un rayo flotante, dulce
en la bruma diviso fatal cementerio...
luz para las cosas muertas.
El Sol muerto derrama morados fulgores
¡Qué ternura tiene el pobre
inundando de nieblas la verde espesura...
sol para las hojas secas!
Dulce ritmo harmonioso de vaga amargura
Una tristeza infinita
me despierta... A mi lado se duermen las flores...
vaga por todas las sendas,
Taciturno prosigo mi senda de abrojos
lenta, antogua sinfonía
y mis ojos contemplan la azul Lejanía...
de músicas y de esencias,
Alá lejos... muy lejos... está mi Alegría,
algo que dora el jardín
en los míos clavando sus lívidos ojos...
de ensueño de primavera.
¡Ah! ¡delirio! ¡delirio...! Al través de una rama
Y esa luz de ensueño y oro
una Sombra adorada ligera se mueve:
que muere en las hojas secas
una Sombra con cara de lirios y nieve,
alumbra en mi corazón
que sus labios me ofrece y gimiendo me llama...
no sé qué vagas tristezas.
Y se aleja llorando con triste misterio.
(De Arias tristes)
Inundados de llanto mis ojos dormidos,
Hay un oro dulce y triste
al recuerdo doliente de Amores perdidos,
Hay un oro dulce y triste
tras la sombra camino al fatal cementerio...
en la malva de la tarde,
(De Ninfeas)
que da realeza a la bella
Los sauces me llamaron...
suntuosidad de los parques.
Los sauces me llamaron, y no quise
Y bajo el malva y el oro
decir que no a las voces de los muertos:
se han recogido los árboles
abrí la verja y penetré tranquilo
verdes, rosados y verdes
en el abandonado cementerio.
de brotes primaverales.
Lucía por Oriente la mañana
En el cáliz de la fuente
su celeste dulcísimo y sereno,
solloza el agua fragante,
y los rayos de un sol de primavera
agua de música y lágrima,
doraban la campiña con sus besos.
nacida bajo la hierba
Dentro del campo santo, entre las zarzas
entre rosas y cristales...
y los agrios rosales, unos huesos
...Ya el corazón se olvidaba
carcomidos y oscuros se escondían
de la vida...; por los parques
en la tierra mojada, y por el seco
todo era cosa de ensueño,
y crujiente ramaje, los lagartos
luz de estrellas, alas de ángeles...
se entraban en los ojos siempre abiertos
Sólo había que esperar
con que las calaveras, bajo lirios,
a los luceros; la carne
miraban melancólicas el cielo.
se hacía incienso y penumbra
A lo lejos cantaban las alondras;
por las sendas de los rosales...
mi corazón alzó su sentimiento.
Y, de repente, una voz
Un sepulcro caído, desde el fondo
melancólica y distante,
del patio, me llamó con su misterio:
ha temblado sobre el agua
su losa de alabastro estaba rota
en el silencio del aire.
sobre la yerba exuberante, y dentro,
Es una voz de mujer
con espantosa mueca, sonreía,
y de piano, es un suave
cuajado de rocío, un esqueleto.
bienestar para las rosas
(De Rimas)
soñolientas de la tarde;
Mi alma es hermana del cielo
Una voz que me va haciendo
Mi alma es hermana del cielo
llorar por nadie y por alguien
gris y de las hojas secas;
en esta triste y dorada
sol enfermo del otoño,
suntuosidad de los parques.
¡mátame con tu tristeza!
(De Jardines Lejanos)
Los árboles del jardín
Primavera amarilla
están cargados de niebla:
¡Abril galán venía, todo
mi corazón busca en elos
lleno de flores amarillas...
esa novia que no encuentra;
amarillo el arroyo,
y en el suelo frío y húmedo
Antología de poesía del siglo XX 1
2. amarilla la senda, la colina, Se quedó con la túnica
el cementerio de los niños, De su inocencia antigua.
el huerto aquel donde el amor vivía! Creí de nuevo en ella.
El sol ungía el mundo de amarillo Y se quitó la túnica,
con sus luces caídas; Y apareció desnuda toda...
¡oh por los liros áureos, ¡Oh pasión de mi vida, poesía
el agua clara, tibia!, desnuda, mía para siempre!
¡las amarillas mariposas (De Eternidades)
sobre las rosas amarillas! Inteligencia, dame…
Guirnaldas amarillas escalaban ¡Intelijencia, dame
los árboles: el día el nombre exacto de las cosas!
era una gracia perfumada de oro … Que mi palabra sea
en un dorado despertar de vida... la cosa misma,
Entre los huesos de los muertos, creada por mi alma nuevamente.
abría Dios sus manos amarillas. Que por mí vayan todos
(De Poemas mágicos y dolientes) los que no las conocen, a las cosas;
Soledad que por mí vayan todos
En tí estás todo, mar, y sin embargo, los que ya las olvidan, a las cosas;
¡qué sinti estás, qué solo, que por mí vayan todos
qué lejos, siempre, de ti mismo! los mismos que las aman, a las cosas…
Abierto en mil heridas, cada instante, ¡Intelijencia, dame
cual mi frente, el nombre exacto, y tuyo,
tus olas van, como mis pensamientos, y suyo, y mío, de las cosas!
y vienen, van y vienen, (De Eternidades)
besándose, apartándose, Sueño
con un eterno conocerse, Imajen alta y tierna del consuelo,
mar, y desconocerse. aurora de mis mares de tristeza,
Eres tú, y no lo sabes, lis de paz con olores de pureza,
tu corazón te late y no lo sientes... ¡premio divino de mi largo duelo!
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!. Igual que el tallo de la flor del cielo,
(De Diario de un poeta recién casado) tu alteza se perdía en tu belleza...
Intelijencia Cuando hacia mí volviste la cabeza,
Intelijencia, dame creí que me elevaban desde el cuelo.
el nombre esacto de las cosas! Ahora en el alba casta de tus brazos,
Que mi palabra sea acogido a tu pecho transparente,
la cosa misma, ¡cuán claras a mí tornan mis prisiones!
creada por mi alma nuevamente. ¡Cómo mi corazón hecho pedazos
Que por mí vayan todos agradece el dolor, al beso ardiente
los que no las conocen, a las cosas; con que tú, sonriendo, lo compones!
que por mí vayan todos (De Sonetos espirituales)
los que ya las olvidan, a las cosas; Cuando, dormida tú, me echo en tu alma...
que por mí vayan todos Cuando, dormida tú, me echo en tu alma
los mismos que las aman, a las cosas... y escucho, con mi oído
¡Intelijencia, dame en tu pecho desnudo,
el nombre esacto, y tuyo, tu corazón tranquilo, me parece
y suyo, y mío, de as cosas! que, en su latir hondo, sorprendo
(de Eternidades) el secreto del centro
Vino primero pura… del mundo. Me parece
Vino, primero, pura, que legiones de ángeles,
Vestida de inocencia. en caballos celestes
Y la amé como un niño. -como cuando, en la alta
Luego se fue vistiendo noche escuchamos, sin aliento
De no sé qué ropajes. y el oído en la tierra,
Y la fui odiando, sin saberlo. trotes distantes que no llegan nunca-,
Llegó a ser una reina, que legiones de ángeles,
Fastuosa de tesoros... vienen por ti, de lejos
¡Qué iracundia de yel y sin sentido! -como los Reyes Magos
...Mas se fue desnudando. al nacimiento eterno
Y yo le sonreía. de nuestro amor-,
Antología de poesía del siglo XX 2
3. vienen por ti, de lejos, ¿Te acuerdas? Fue en el cuarto de los niños. La
a traerme, en tu ensueño, tarde
el secreto del centro de estío alzaba, limpia, por entre la arboleda
del cielo. suavemente mecida, últimas glorias puras,
(De Diario de un poeta recién casado) tristes en el cristal de la ventana abierta.
Donador (fragmentos)
Sé bien que soy tronco El maniquí de mimbre y las telas cortadas,
del árbol de lo eterno. eran los confidentes de mil cosas secretas,
Sé bien que las estrellas una majia ideal de deshojadas rosas
con mi sangre alimento. que el amor renovaba con audacia perversa...
Que son pájaros míos
todos los claros sueños… ¡Oh, qué encanto de ojos, de besos, de rubores;
Sé bien que, cuando el hacha qué desarreglo rápido, qué confianza ciega,
de la muerte me tale, mientras, en la suave soledad, desde el suelo,
se vendrá abajo el firmamento. miraban, asustadas, nuestro amor las muñecas!
(De Libros de amor)
Yo no soy yo. El viaje definitivo
Soy este Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
que va a mi lado sin yo verlo; cantando;
que, a veces, voy a ver, y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y que, a veces, olvido. y con su pozo blanco.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio, Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
el que pasea por donde no estoy, y tocarán, como esta tarde están tocando,
el que quedará en pie cuando yo muera. las campanas del campanario.
(De Eternidades)
Mujer, perfúmame el campo Se morirán aquellos que me amaron;
Mujer, perfúmame el campo; y el pueblo se hará nuevo cada año;
da a mi malestar tu aroma, y en el rincón aquel de mi huerto florido y
y que se pongan tus manos encalado,
entre el tedio de mis rosas. mi espíritu errará, nostálgico…
Olor a carne y romero, Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
traje blanco y verdes hojas, verde, sin pozo blanco,
ojos negros entre todo sin cielo azul y plácido…
lo que azula y lo que dora! Y se quedarán los pájaros cantando.
(De Poemas agrestes)
Y tu risa de amor, y La negra y la rosa
tus concesiones de novia, La negra va dormida, con una rosa blanca en la mano.
y el bien que siempre me has hecho -La rosa y el sueño apartan, en una superposición mágica, todo
con el clavel de tu boca! el triste atavío de la muchacha: las medias rosas caladas, la
blusa verde y transparente, el sombrero de paja de oro con
amapolas moradas.- Indefensa con el sueño, se sonríe, la
Ay, corazón, que mal lates!
rosa blanca en la mano negra.
oh, mujer, cómo me llora ¡Cómo la lleva! Parece que va soñando con llevarla
el alma entre tu fragancia, bien. Inconsciente, la cuida -con la seguridad de una
cazadora blanca y rosa! sonámbula- y es su delicadeza como si esta mañana la
hubiera dado ella a luz, como si ella se sintiera, en
Pero mátame de carne, sueños, madre del alma de una rosa blanca. - A veces se
que me asesine tu boca, le rinde sobre el pecho, o sobre un hombro, la pobre cabeza de
dardo que huela a tu sangre, humo rizado, que irisa el sol cual si fuese de oro, pero la mano
lengua, espada dulce y roja! en que tiene la rosa mantiene su honor, abanderada de la
primavera.-
Una realidad invisible anda por todo el subterráneo,
Mujer, perfúmame el campo; cuyo estrepitoso negror rechinante, sucio y cálido,
da a mi malestar tu aroma, apenas se siente. Todos han dejado sus periódicos, sus
y que se pongan tus manos gomas y sus gritos; están absortos, como en una
entre el tedio de mis rosas. pesadilla de cansancio y de tristeza, en esta rosa blanca
(De Pastorales) que la negra exalta y que es como la conciencia del
¿Te acuerdas? subterráneo. Y la rosa emana, en el silencio atento,
una delicada esencia y eleva como una bella presencia
inmaterial que se va adueñando de todo, hasta que el
Antología de poesía del siglo XX 3
4. hierro, el carbón, los periódicos, todo, huele un poco a
rosa blanca, a primavera mejor, a eternidad...
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