El documento resume la vida de Edgar Allan Poe en primera persona a través de una serie de dibujos animados. Narra que Poe nació en Boston en 1809 pero fue abandonado por su padre y su madre murió de tuberculosis cuando era joven. Fue adoptado por la familia Allan pero tuvo una vida difícil marcada por la pobreza y el alcoholismo. Tuvo éxito como escritor pero sufrió la muerte de su esposa Virginia y murió en el hospital a la edad de 40 años.
1. Universidad Distrital Francisco José De Caldas
Lic. En Pedagogía Infantil
Juego, Tecnología Y Conocimiento Infantil
Profesora:Martha Cecilia Betancur
Alumna: Yenny Ramírez – Código: 20132187080
Mi Vida
Edgar Allan Poe
En primera persona se relatara la vida de Edgar Allan Poe haciendo uso de dibujos
propiamente diseñados y recortados para lograr una buena producción de animación
con la herramienta Movie Maker.
Se empleara cámara digital luz de ambiente y un aproximado de 200 dibujos.
1. Relato.
El 19 de enero de 1809 en Boston, a raíz de la unión de relación de David y
Elizabeth, nací yo; Edgar Poe.
Un año después, mi padre nos abandonaría y otro año más tarde, mi madre fallecería
por culpa de la horrible tuberculosis.
Quedando tan solo con una foto de mi madre y un dibujo del puerto de Boston
como recuerdo.
Pero, fui adoptado por el matrimonio de Frances y John Allan, de quienes heredaría
el apellido.
Aunque era brillante en la escuela, sombrías rarezas rodeaban mi cabeza, matizando
a gris mi mente, de allí mis primeros escritos, uno de ellos dedicado al primer amor
de mi corazón; la madre de uno de mis compañeros: Helen...
…al cumplir 16 años viaje a Virginia, en su universidad mi ingenio era notorio, pero
mi economía me obligaba a ser recursivamente ligado a bajas maneras de mejorarla,
aunque no fue suficiente el esfuerzo abandone la universidad.
Comienzo mi carrera militar. No dejaba de escribir, y allí nació mi primera obra:
“tamerlan y otros poemas” y a un “Bostoniano” puse como autor.
Pero después mi madre adoptiva moriría, herida más de mí abatida existencia.
Muchos otros golpes hicieron insoportable mi vida militar así que desapacible,
provoque mi obligado retiro…
Viaje nuevamente a nueva york, y me convertí en periodista, pero mi habilidad
literaria seguía perseguida por los tormentos de mi mente que naturalmente me
aferrarían al alcohol y que eventualmente provocarían mi excedencia del periódico
en el que trabajaba.
¡Una herida más! mi padre adoptivo moriría junto con la negativa relación que con
el tenia.
2. Viaje a Baltimore, a vivir con una de mis tías y su hija de 13 años de la que
honestamente, me enamore sin oponerme.
Pero aquel periódico no desconocía mi ingenio, así que recurrió a mí de nuevo. Pese
a que tenía que viajar mucho para ir al trabajo, no falto demasiado para que las
ventas subieran gracias a mi aporte.
Le añadía pequeños aires de luz a mi visa, casándome con mi amada Virginia.
Con aquella comodidad en mi vida, deje un trabajo que no pagaba bien a un genio
literario.
Viaje nuevamente a nueva york. No paso mucho para verme nuevamente
persiguiendo a esa escurridiza, rauda, inaccesible y poco presente economía.
Pero el tiempo y destreza me convirtieron en jefe de una revista; allí, una de mis
obras “cuentos de lo grotesco y lo arabesco”, seguida de muchas otras, hicieron
subir las ventas.
¡Una vez más en otra editorial!
La felicidad no era eterna, mi amada enfermaría…
… un refuerzo más me dan mis tormentos para alcoholizarme.
Pero pese a ellos me prometí ser el mejor escritor que pudiera.
Y con la fama llegaron los rumores, chismes y escándalos con una buena amiga.
Me vi obligado a ir a Boston nuevamente.
Compre una modesta casa para mi enferma esposa, pero al rato moriría.
Quede devastado, arruinado, maltrecho y solo el alcohol me consolaba
hipócritamente.
Hundido…trate de acabar con todos esos errores de mi vida, así que acabaría con
ella.
¡Fallido intento!
Nuevamente vivo, desolado, afligido, colérico y arrastrado, la esquizofrenia
inundaba mis miedos y temores. No se apartaban de mí ya, destruida mente.
De manera extraña acabe en un hospital donde mi final era adyacente…
… y con el mísero y mezquino esfuerzo que me quedaba, dije mis últimas palabras,
mis últimos renglones:
¡Que dios se apiade de mi pobre alma!