1. Finalmente la Triada despertó e intervino restableciendo las
antiguas fronteras, las tierras de Rodinia fueron purgadas del
mal, al poder de los dragones se acalló haciéndoles entrar en
un profundo letargo, a los hombres se les castigó privándoles
de la larga vida, comenzó así una segunda era, las ciudades
del Myth bajo los restos del antiguo imperio de Tarannia se
convirtieron en ciudades estado, donde se establecieron
nuevas fronteras.
Lo que debía ser una paz perpetua fue interrumpida por
nuevos acontecimientos, había guerra en los cielos, “la guerra
de las siete esferas” la llamaron, se reclutaron guerreros para
ambos bandos por todos los nuevos mundos, y la guerra del
cielo se extendió en la Tierra.
Addanc se unió a la rebelión y la triada se rompió. Addanc,
el dios chacal desafió al creador, a U´N, “el único “levantándose
en armas contra sus propios padres, atacó los reinos de los
hombres, las tierras del Myth, arrasó Nimrod la capital de
Avalonia, acumulando más y más poder con cada conquista.
Estuvo a punto de imponerse, pero Dallan y Sepsis le
combatieron, junto a ellos estaban los descendientes de
Tarannia, los hijos de Danna, también el pueblo de Dallan, los
Draconios, todos empleaban el conocimiento, todos lucharon
por la vida y todos murieron.
Finalmente Dallan y Sepsis con setenta y siete seres de
poder hicieron frente a Addanc, y en la “llanura del asesinato”
libraron su gran batalla, destruyendo el poder de Addanc al
precio de su existencia.
Pero el oscuro solo fue detenido, herido más allá de todo lo
que el hombre podía imaginar, los fuegos arcanos que
liberaron los setenta y siete se oyeron reverberar en los nueve
mundos de la creación, y hasta el mismísimo U´N en su trono,
bajó los ojos ante el dolor de Addanc.
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2. Y el dios herido maldijo al hombre, aquel ser nacido del barro
que con solos unos segundos de vida en la rueda de la
creación le había herido fragmentando su alma inmortal. Huyó
Addanc a sus dominios de las tierras del Sur, lejos de todos,
tras la batalla nadie quedó en el mundo de los hombres con
poder para hacerle frente, nadie se atrevió y así el dios chacal
se convirtió en leyenda. Y pasaron siglos de lo sucedido antaño
y de lo ocurrido nada más se supo, hasta ahora.
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5. Los reinos del Myth
Oissin
Enclavado en el Norte ante la gran frontera de montañas y
hielo se encuentra el pequeño reino de Oissin, frontera entre
Grange y Nementon sus grandes y belicosos vecinos. Las
constantes guerras que han sostenido han convertido a estos
hombres en una mezcla de pueblos y razas, de refugiados,
parias, gentes sin hogar y víctimas de las guerras que con de-
masiada frecuencia han sacudido las tierras del Myth, Oissin
posee pequeñas ciudades fortaleza por sus tierras y una gran
capital amurallada llamada Aurin, “La ciudad de Oro”, pues en
el pasado lejano los Draconianos establecidos en ella, crearon
esbeltas torres doradas donde los dragones se posaban al
regresar a la ciudad.
Pero tras las grandes guerras del esplendor de los Draconios
solo el nombre ha perdurado, la ciudad de Aurin es hoy día un
refugio donde la sobriedad de las defensas Nemetianas y el
refinamiento de los palacios Grangianos se dan cita. El reino de
Oissin posee un pequeño pero flexible ejército, básicamente
caballería ligera, que golpea y desaparece rápidamente antes
de que el enemigo sepa quien los ha atacado.
Sus gentes son de complexión fuerte, muy altos de cabello
rubio o rojizo, acostumbrados al frío del Norte, aunque con el
paso del tiempo se han ido mezclando cada vez más con otros
pueblos que han llegado a Oissin en busca de paz. Es este
pequeño reino del Norte una isla donde no se es perseguido
por creencias, credos o religiones, en Oissin tan solo la figura
de los monarcas regentes de la ciudad, parece tener un halo
sagrado. Los Oissianos se visten con hermosas telas y bro-
cados, utilizan los perfumes y un modo de hacer muy refinado
influencia de los reinos de Is y Grange, pero son gentes
curtidas que ansían ante todo la paz.
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7. Grange
Las tierras del Este pertenecen al reino de Grange, herede-
ros del poder de Avalonia, en la antigüedad desde sus costas
partieron las naves a la conquista del mundo conocido, pro-
vocando las guerras de la segunda edad, que concluyeron con
el fin del imperio de los hombres, en la actualidad se cree que
las flotas de barcos de guerra de Grange han recuperado su
esplendor, y que sus ciudades cerca del mar han florecido de
nuevo.
Cultura en extremo refinada, sus ciudades están construidas
con grandes edificios en piedra, de bellas formas y de suntuo-
sos palacios, los dragones y las serpientes adornan cada
rincón, cada esquina de sus ciudades, están presentes en sus
armas y en toda su vida, recordatorio de un tiempo pasado.
Un sistema de castas coexisten en el Este, por un lado la
“Casta Prima” o primera casta, rubios muy altos casi albinos y
de ojos claros violáceos que los caracteriza, bellos y fríos se
creen descendientes de los Draconios que una vez invadieron
sus costas, codician por encima de todo el poder, y las conti-
nuas guerras con sus vecinos del Oeste así lo demuestran,
siempre van ataviados con ricos ropajes celestes, con
bordados en oro y plata, aunque son pocos en comparación
son la casta dominante ostentan el poder a través de un
senado al que no pueden acceder otras castas.
Grandes cosechas de cereales de sus valles y sus grandes
rebaños de ganado garantizan provisiones a Grange, pero es
sin embargo su capacidad para moldear los metales los que los
ha hecho celebres en todos los reinos.
La metalurgia Grangiana no tiene rival en el Myth, sus armas
y herramientas son muy ligeras y duras, el secreto de ello es un
acero blanco, que manufacturan en sus grandes fundiciones
con conocimientos heredados de sus ancestros.
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9. Dominan la alquimia y remedios curativos que comercian con
otros reinos, pero siempre guardando para si los secretos que
los hicieron posibles.
La casta negra, como le llaman despectivamente, o segun-
da casta, son los habitantes más numerosos de Grange, más
bajos de lo normal, atléticos, de piel y cabellos oscuros son la
mano de obra que cultiva los campos, que sirve a sus amos y
nutre a sus ejércitos, las demás castas son obreros especializa-
dos, minorías apenas visibles, leales servidores de la casta
prima.
La casta prima ha impuesto desde hace mucho un servilis-
mo en las otras castas, han sustituido el látigo de antaño por
contratos y arriendos que los ha hecho enriquecerse todavía
más, las luchas y enfrentamientos entre las castas inferiores
por la supervivencia en el reino más rico del Myth, ha sido
común desde hace ya demasiado
Los años de yugo de la casta prima han hecho que los gran-
gianos sometidos miren con buenos ojos a los Narts y sus
promesas de libertad.
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11. Nemeton
Las áridas tierras y planicies del Oeste pertenecen al reino
de Nemeton aquí pervive el antiguo espíritu del reino de los
hombres, aunque sea una sombra de su pasado.
Las ciudades parecen vestigios sin forma de una época
remota cuando estas eran atacadas desde los cielos, ante el
terror que llegaba por el aire los Nemetianos hundieron sus
ciudades en la tierra, estas apenas son perceptibles desde el
exterior, sus entradas se hallan excelentemente camufladas,
ciudades fortaleza increíblemente extensas que se adentran en
la dura roca del suelo como túneles de gusano, uniendo
grandes galerías interiores donde florece la vida, en ella los
campos de cultivo dan vida al mundo subterráneo.
Su arquitectura ha producido desde los días oscuros, una
red de tragaluces y claraboyas que llevan la luz y el agua del
exterior a cada rincón de sus ciudades, la vida en Nemeton es
subterránea, oculta a miradas indiscretas, los extranjeros no
son bienvenidos, los grandes canales y aljibes que recogen el
agua de lluvia proveen el indispensable elemento en tierras
muy hostiles.
En los últimos tiempos, las ciudades fronterizas más abiertas
al comercio con sus vecinos, han hecho que el miedo al cielo
desaparezca y se edifique de nuevo hacia lo alto, creando en el
camino una mezcla de culturas y sofisticación nunca vistas, aún
así, cada ciudad mantiene su red subterránea como las raíces
de un árbol.
La vida en Nemeton es dura al igual que sus gentes, de
aspecto bravo, de tez clara y largas melenas muy onduladas,
sus ojos claros contrastan con las de sus ancestros tan oscu-
ros, una antigua casta de reyes guerreros gobierna Nemeton,
cada ciudad está al mando de hombres leales a la corona, sus
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12. soldados en batalla son disciplinados y nunca retroceden,
nunca se retiran, sus falanges de infantería pesada tienen una
merecida fama en todas las tierras del Myth.
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13. El reino de Is
Enclavado en el centro de los reinos de los hombres, se halla
el pequeño reino de Ker-Is, una ciudad amurallada en el centro
de un lago rodeado de montañas de piedra negra. En los
últimos tiempos la ciudad de Is ha extendido su influencia más
allá de sus montañas y ya ocupa grandes tierras de cultivo de
la llanura de Llan Bala. Una ciudad gobernada por una estirpe
de reinas hechiceras. Las gentes de Is son hábiles comercian-
tes y prestamistas de todo aquello que tiene valor, gracias a
ello y a su aparente neutralidad en cualquier conflicto, las artes
y la vida pacifica ha reinado desde siempre.
Ker-Is posee una arquitectura de sólidos muros y bellas
casas con gráciles esculturas, de hermosos palacios e im-
presionantes jardines por doquier.
Pero Is esconde bajo su manto de amabilidad y no beligeran-
cia unas poderosas garras, su ejército de mercenarios es relati-
vamente grande, esta bien entrenado y mejor armado con
cuanto puede comprar el oro. La ciudad es en si una fortaleza
inexpugnable enclavada en el centro de un lago tan solo
accesible por un istmo convertido en puente.
Dada la genocracia que gobierna la ciudad el culto a Sepsis
como diosa de la belleza y el amor se ha difundido ampliamen-
te, las mujeres de Is son bellas sin parangón en todo el Myth,
sus formas y maneras son cuidadas y refinadas. Se dice de
ellas que son adiestradas desde pequeñas en el arte del amor
y la guerra.
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15. Attica
Al adentrarnos en el Norte, las grandes montañas de hielo
dan paso a los parajes helados de Laurentia y a medio camino
se encuentra la ciudad sagrada de Attica. No se sabe mucho
de quien o que raza edificó la ciudad, sus murallas y edificios
colosales apunta a una raza de gigantes de la primera edad,
que se sospecha partieron hacia las inhóspitas tierras de
Laurentia.
Mucho tiempo después una orden sacerdotal, adoradores de
la nueva fe de Dallan y Sepsis, llegaron a sus abandonados
muros para depositar las reliquias de sus dioses, utilizaron sus
enormes edificios como grandes almacenes donde depositar
manuscritos e incunables de civilizaciones perdidas, así el
saber del Myth comenzó a llenar sus estancias.
Los bibliotecarios originales dieron paso a una nueva orden
de monjes que cultivaban el conocimiento, con el paso del
tiempo los monjes se convirtieron en eruditos y la comunidad
ganó el respeto de sus vecinos como hombres sabios. La
ciudad de antaño ha ido añadiendo nuevos edificios y monaste-
rios, la pequeña comunidad se ha convertido en una gran
ciudad dirigida por un consejo de ancianos al frente de un
abad.
La comunidad se dedica al estudio y la adoración de Dallan y
Sepsis, aquí se realizan rituales y sacrificios en honor a los
dioses del pasado, la fe mueve a gentes de todos los rincones
del Myth dejan sus posesiones para venir a Attica y entregarse
a la divinidad. Attica nunca toma parte en las guerras de los
hombres, su ejército de excelentes artistas marciales, tan solo
protege a los suyos de saqueos y de los nómadas de las
fronteras, sus bien guardadas cámaras del tesoro la ha hecho
un lugar donde los reyes y nobles de todo el Myth, depositan
sus bienes, a cambio la ciudad recibe regalos y ofrendas por
parte de estos.
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17. Capítulo 1
Presente
Luz, luz blanca e inmaculada, por ninguna esencia jamás
manchada, dolor, dolor, el yo en expansión sin limites, las fibras
de ser en su máxima expansión, consciencia, unidad, el
cosmos, el macro universo, la creación, el todo.
No hay lugar aquí para las mentiras, ¿cómo mentirle al
infinito?, aquí todas las preguntas hallan respuesta. Soy el
estado de plenitud total cuando el alma alcanza el último grado
de perfección.
Soy lo que soy, miro a través de la vida de cuanto veo, y solo
veo destellos de luz que nacen brillan por un breve momento y
luego se apagan, así son las vidas de los hombres, pequeños
destellos en un cielo infinito bajo el mar de la eternidad.
Hoy el cielo es claro y limpio, las estrellas están tan cerca
que se podrían alcanzar con solo alargar la mano lo suficiente.
Una estrella errante cruza el Myth, dejando en su recorrido un
hilo de plata que al morir ilumina brevemente la noche.
En el corazón de la estrella que acaba de caer, late un alma
pura, un ser que piensa y razona el porqué de su existencia, su
etérea vida pasa ahora a una fase de corporeidad y dolor. Solo
los bosques se hacen ecos del acontecimiento, los seres
sensibles del mundo sienten la nueva presencia que acaba de
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