DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
C montés
1. CAZA, GESTIÓN de la CAZA y ESPECIES CINEGÉTICAS en ANDALUCÍA
Las especies cinegéticas de caza mayor: Cabra Montés
por Mª del Rocío García García
1. Especie y subespecies
En la península ibérica se han descrito (Ángel Cabrera, 1911) cuatro subespecies de cabra montes
que se basan en la corpulencia, distribución de las manchas negras del pelaje de los machos y
longitud y sección transversal de la cornamenta:
- Capra pyrenaica pyrenaica (Schinz, 1838). Conocida como bucardo. Cuernos muy grandes,
rugosos, con una quilla bien marcada y retorcidos en forma de media vuelta de espiral; pelaje
pardo grisáceo, con zonas negras muy extensas en los lados del cuerpo y en los miembros.
Se localizaba en el Pirineo y probablemente también en la cordillera Cantábrica. Esta especie se
extinguió en el año 2000. La última hembra fue encontrada muerta el 6 de enero de 2000, bajo
el tronco desplomado de un abeto seco, en el valle de Ordesa (Juan Manuel Seijas, 2000).
- Capra pyrenaica victoriae (Cabrera, 1911). Más pequeña que la forma típica, con las marcas
negras menos extendidas, y con los cuernos algo más pequeños y más anchos y aplastados.
Ocupa las serranías centrales, de modo fundamental la Sierra de Gredos, donde se le estima
una población próxima a los 10.000 ejemplares. Introducida en las Batuecas (Salamanca) y La
Pedriza (Madrid), en este último caso, sin éxito.
- Capra pyrenaica hispanica (Schimper, 1948). Más pequeña que C. p. victoriae, con las
marcas negras todavía más reducidas, el pelaje de verano más rojizo y los cuernos más
estrechos, de quilla menos saliente y generalmente muy extendidos hacia fuera. La que habita
nuestra zona y que se distribuye por todas las sierras paralelas al Mediterráneo peninsular, con
su colonia más importante en Sierra Nevada. La más ampliamente distribuida, se reparte en
numerosas poblaciones aisladas a lo largo de la franja oriental y suroriental de la Península:
puertos de Tortosa y Beceite (Tarragona, Teruel y Castellón), Muela de Cortes (Valencia),
Serranía de Cuenca (Cuenca), Sierra Madrona (C. Real), Sierra de Alcaraz (Albacete), algunas
sierras de Murcia, sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y Sierra Mágina (Jaén), Sierra de los
Filabres (Almería), Sierra Nevada y áreas próximas (Granada), Sierra de las Nieves (Málaga),
Grazalema y otras sierras de Cádiz.
- Capra pyrenaica lusitanica (Schlegel, 1872). Una raza de la misma alzada que C. p.
pyrenaica, pero del color de C. p. hispanica y con las marcas negras igualmente reducidas, y
con cuernos relativamente pequeños y poco extendidos hacia fuera. Se localizaba en el Sur de
Galicia y Norte de Portugal, extinta desde 1890. En la Sierra de Gerés se mató el último
individuo de que se tiene constancia.
2. Morfología externa
Mamífero del tamaño de una cabra doméstica, pero de aspecto más robusto y macizo. El macho
presenta un pelaje pardo grisáceo con manchas negras de diversa extensión en pecho, flancos y patas,
mientras que la hembra es de color pardo, exceptuando su zona ventral, blanca. En verano el pelaje es
más corto y de tonos claros, dejando paso en invierno a uno más largo y de color uniforme. Sus patas
son fuertes y la cola corta. Ambos sexos poseen cuernos, pero sólo en los machos alcanzan grandes
proporciones, presentando una gran cuerna dirigida hacia atrás sin ramificaciones.
2. Pezuñas: Se mueve con facilidad por las paredes rocosas de increíble verticalidad, gracias a la
peculiaridad de sus pezuñas, cuya superficie interna es antideslizante, lo que le evita los resbalones,
mientras que las puntas de las pezuñas, que además carecen de pliegue interdigital, son muy duras
y agudas, por lo que pueden agarrarse a las rocas. Como ya se ha indicado la pezuña de ambos
sexos carece de tabique interdigital entre los dedos lo que permite una mayor o menor separación
entre ellos, aumentando o disminuyendo la superficie de contacto con el suelo, los dedos están
formados de una plantilla blanda y elástica que se adapta perfectamente a la superficie, realizando
un efecto ventosa, facilitando el desplazamiento y sujeción en los terrenos pedregosos y de grandes
pendientes que constituyen su hábitat natural.
3. Determinación del sexo y la edad
-
Dimorfismo sexual: Además de diferenciarse por la cornamenta y tamaño (mayor el macho), este
último luce también una ostensible barba en forma de perilla, la que falta en las hembras, así
como la presencia de una almohadilla frontal de pelos arremolinados. La hembra puede
confundirse con machos jóvenes. Los cuernos del macho son gruesos, rugosos y nudosos y
normalmente tiene forma de semicírculo dirigido hacia atrás, pudiendo medir de 75 a 135 cm;
mientras que los cuernos en las hembras son mucho más reducidos en tamaño, no sobrepasa los
40 cm, son menos rugosos y más delgados y débiles. A diferencia del ciervo no se desprenden
anualmente, sino que acompañan al animal durante toda su vida.
Por su parte, las hembras son más ligeras y desprovistas de rasgos llamativos. Su coloración es
críptica, es decir, con tonalidades pardo grisáceas que tienen como fin hacerlas pasar desapercibidas
(coloración críptica). La longitud de los cuernos raramente sobrepasa los 25 cm. y su grosor oscila en
torno a unos 3 cm de diámetro.
- Longevidad: Puede alcanzar los 20 años, pero lo normal es que sea de unos 15 años.
La edad de los machos puede medirse por los anillos de crecimiento anuales, llamados medrones, hasta
los 8 ó 10 años, en que disminuye su crecimiento, para estabilizarse a los 14 ó 15 años. Otras partes del
cuerno de la cabra montes son los llamados surcos de crecimiento y los nudos de adorno, que se
desarrollan entre los nudos de crecimiento (normalmente 2, aunque también pueden ser 1 ó
3). Asimismo en su pelaje aparecen manchas negras características de la edad en la cabeza, patas,
pecho y zona abdominal que no se muestran en las hembras. Respecto a las hembras es muy difícil
determinar la edad fijándose en la cornamenta; otros factores podían ser: el crecimiento de las piezas
dentarias y la coloración del pelaje.
4. Alimentación
Esencialmente fitófaga, come todo tipo de alimentos vegetales y en invierno y época de escasez
incluso cortezas y ramas. Muestra gran apetencia por la sal. Normalmente no tienen necesidades de
beber agua, bastándole con el de las plantas y el rocío, aun cuando se ha comprobado que tras
grandes esfuerzos como huídas, se acercan al agua a abrevar.
La alimentación es preferentemente pascícola y ramoneadora dependiendo de la época del año. Los
machos son más ramoneadores que las hembras. En el otoño son muy importantes los frutos de
encinas y quejigos, sobretodo para los machos que pasan todo el periodo de celo sin apenas comer. En
ambos casos son más selectivos en la época de mayor abundancia (primavera), de acuerdo con la
teoría de Optimo Forrajeo.
5. Reproducción
3. - Celo: A principios del invierno (noviembre-diciembre) en el que tiene lugar duros combates entre los
machos contendientes. El celo dura unos 50 días.
- Gestación: Unos 5 meses (23-24 semanas).
- Época de parto: De abril a mayo.
- Parto: La hembra se retira a un lugar aislado y apartado, donde da a luz, permaneciendo en
compañía del cabrito durante varios días. Los cabritos a las pocas horas de nacer están en
condiciones de levantarse y poder seguir a la madre.
- Número de crías por camada: Una. A veces dos (un 20 % aprox.).
- Peso al nacer: 2-4 kg
- Duración de la lactancia: Se prolonga hasta que la hembra queda preñada de nuevo (a los 5 ó 6
meses) del alumbramiento, pero a los 7-10 días y el cabrito ya es capaz de ingerir alimento.
- Madurez sexual: La hembra a los 18 o 24 meses, pudiendo parir todos los, años hasta los 10 ó 12
años de edad. Los machos son fecundos a los 2 años aunque con difíciles posibilidades de copular.
Aun cuando se trata de una especie esencialmente polígama, de modo que un solo macho es el que
fecunda a un grupo de hembras, del que se hace dueño tras enfrentarse a topetazos a sus
competidores en unos espectaculares combates, los casos de poliandria en los que una hembra es
fecundada por más de un macho no son raros. Durante la época de celo el macho apenas come y
centra sus actividades en la apetencia sexual. Es corriente oír, en el silencio de la alta montaña, los
violentos choques de sus cuernos en las peleas nupciales. Aquel macho que empuje con más fuerza
se convertirá en el "macho dominante" y se llevará a la hembra o grupo de estas, a las cuales cubrirá
a comienzos de mes de Diciembre.
Durante la mencionada época, entran en actividad una serie de glándulas de la piel, que segregan
cierto olor, especialmente en los machos, que si son cazados en estos meses, aún en la piel curtida
se mantiene este olor característico durante una larga temporada. El instinto de reproducción
despierta en los machos cabríos unos grandes trastornos nerviosos, que vienen acompañados de
una gran acometividad por la posesión de las hembras; por ello se vuelven peligrosos y se atacan
unos a otros.
6. Etología
Suele separarse en grupos de sexos que pueden superar los 30 individuos: los machos por un
lado y las hembras junto con los jóvenes, por otro. En los rebaños de machos no hay cooperación ni
jerarquía social, mientras que el grupo de las hembras parece estar mandado por una adulta
experimentada. Los individuos solitarios suelen ser raros, normalmente machos viejos que han
perdido su poderío. Estas agrupaciones se desbaratan en tiempo de celo en el que se forman
rebaños mixtos.
Los hábitos de la especie son fundamentalmente diurnos y crepusculares. En verano pasa las
horas centrales del día descansando y refugiándose del sol. Tiene el olfato, vista y oído muy
desarrollado. Aunque se trata de un animal por lo general muy desconfiado del hombre, en zonas
como Gredos o Sierra Nevada, se han habituado a la presencia humana y se aproximan con
facilidad a los excursionistas.
Aun cuando son sedentarias, en invierno realizan desplazamientos más prolongados en busca de
refugio y abrigo, descendiendo hasta zonas más bajas. Se trata de una especie gregaria, lo cual afecta
positivamente en el tema de la inversión en el tiempo de vigilancia como estrategia antipredador.
En el comportamiento de huída se observa el uso de señales acústicas como mecanismo de guía y
coordinación del grupo y un desarrollo evolutivo relacionado con la Selección de parentesco.
4. La máxima autoridad del rebaño es el "macho dominante" de 10 a 14 años, que se suele rodear de
dos o tres ejemplares mas jóvenes que él. La actividad de los rebaños, durante el verano, se
desarrolla al amanecer y al atardecer; las horas de sesteo coinciden con las de máximo calor y las
monteses buscan lugares frescos e intrincados.
7. Dinámica poblacional
Esta especie muestra por lo general unas tasas de incremento bajas, al igual que sucede con otros
ungulados de montaña. Sin embargo el exceso de proteccionismo y la ausencia de depredadores han
propiciado en ocasiones una falta de autorregulación que ha llevado a superar la capacidad de carga de
determinadas reservas y ha producido epidemias. En la actualidad la regulación se realiza por medio de
la caza, pero los criterios de selección del hombre (tamaño de los trofeos) no son siempre lo más
indicados, dado que no se seleccionan aquellas características que son potencialmente importantes en
determinar la calidad de los individuos:
1. Supervivencia
2. Fertilidad.
3. Calidad genética.
4. Cuidado parental.
5. Aprovechamiento y conocimiento de los recursos.
Las causas de mortalidad se deben fundamentalmente a: enfermedades (sarna, brucelosis, …),
depredadores, caza y furtivismo (ocasiona mortalidades difíciles de cuantificar).
8. Genética
El estudio genético denominado “Biologie des populations d´altitude” en la Universidad J. Fourier de
Grenoble tenía como objetivo determinar el parentesco de las poblaciones ibéricas y al mismo tiempo la
filogenia del género Capra; la investigación se basó en un análisis del ADN mitocondrial, con muestras de
las distintas poblaciones de cabras monteses, de donde se obtuvieron resultados interesantes para el
conocimiento de la taxonomía de la Capra pyrenaica.
Los haplotipos de la cabra montés y del íbice o cabra de los Alpes forman un conjunto monofilético,
observándose que la divergencia nucleotídica media entre los haplotipos pirenaicos y los demás
haplotipos ibéricos es equivalente a la divergencia entre los haplotipos alpinos y los haplotipos ibéricos,
esto confirma la existencia de una unidad de conservación típica de los Pirineos (Manceau, 1997).
En el estudio “Distribución, Genética y Estatus Sanitario de las poblaciones andaluzas de cabra montés”,
en su apartado dedicado a la genética, Márquez y cols., (2002), afirman que existiendo una gran cantidad
de técnicas destinadas a la detección de mutaciones, en el estudio que realizan han utilizado como
marcador el gen mitocondrial que codifica para el citocromo b (cyt b). En principio la escasa divergencia,
parece incompatible, según estos autores, con el hecho de que la Capra pyrenaica evolucionara durante
un largo periodo en el sur peninsular, se podría argumentar que las actuales poblaciones precederían de
unos pocos individuos, estrechamente relacionados filogenéticamente.
Para algunos autores es muy importante el que sea totalmente desaconsejable el traslado
incontrolado de ejemplares desde unas zonas a otras, para mantener la pureza de las razas.
9.Estado sanitario
Epizootias, particularmente contagiadas por el ganado doméstico. Notable fue la incidencia que
tuvo la sarna sarcóptica o scabiosis (Sarcoptes scabiei) en el año 1988 en la población de cabras
montesas de la Sierra de Cazorla-Segura, que supuso que en tan solo unos meses se pasara de
una población estimada en unos 10.000 ejemplares a no más de 250, aun cuando la población se
recuperó hasta los 2.000 individuos (Eduardo Viñuales, 2001). La mortalidad de la montés por
enfermedad es muy reducida, pero aún sería menor si no estuviera en contacto con las cabras
domésticas y el ganado vacuno. Las enfermedades que suelen padecer son la fiebre de malta y la
fiebre aftosa.
5. 10. Historia
La cabra montes es una especie muy antigua, estimándose que en el Plioceno (hace 7 millones de
años), los caprínidos de Asia central llegaron a Europa y fue hacia la glaciación Riss cuando aparece
la forma ibérica del género Capra ya diferenciada de la ibex del centro de Europa (González, 1982).
La cabra montes ha sido una especie que se ha cazado desde los albores de los tiempos
primitivos, como lo atestiguan las numerosas escenas de caza de cabras que representan pinturas
rupestres. En la cueva de Pair-non-Pair (Francia) se ha encontrado el grabado rupestre más antiguo.
Durante los períodos fríos del Pleistoceno, las montesas habitaban en los valles y zonas más
cálidas, de modo que abundaban en los valles bajos de toda Europa central y meridional.
Posteriormente y por la presión humana en su caza, se refugió en las cumbres más altas e
inaccesibles, donde quedaron acantonados los últimos ejemplares de esta especie. Durante la Edad
Media, los escasos ejemplares que aun existían en sitios muy apartados de la presencia humana,
solo eran cazados por nobles y señores feudales, que eran los únicos que tenían este derecho;
existiendo leyes durísimas para el que se atreviese a matar una cabra montés, sin que no obstante
ello se pudiera evitar su caza, hasta ponerse en peligro la especie, por dos razones fundamentales:
una el preciado trofeo que representaba la cuerna de este animal, que siempre ha sido codiciado por
los cazadores y otra, el mundo de supersticiones y magia que ha rodeado la especie a la que se le
atribuían una serie de propiedades mágicas, así la sangre y los cálculos estomacales (bezoares) se
creía constituían remedios infalibles contra muchos males, aun cuando lo más solicitado era el
corazón, sobretodo cierta osificación de los cartílagos, de los que se decía tenían poderes curativos
(A. Berger y J.Schmid, 1958).
La primera medida de protección de la especie en España, fue la creación en 1905, por el rey
Alfonso XIII, del Refugio Real de Caza de la Sierra de Gredos, salvando una reducidísima población
de animales, siendo especialmente a partir de 1950, cuando se establece un efectivo programa de
conservación de las cabra montés a nivel nacional, con la creación de numerosas reservas y un
programa de conservación, lo que no obstante no ha impedido la regresión de la especie en algunas
zonas como ha ocurrido en los Pirineos.
Hábitats: Esencialmente rupícolas, defendiéndose bien sobre todo en media y alta montaña. En verano
sube a las partes más altas y en los sitios más escarpados, descendiendo un poco en invierno, aunque
sin llegar a los valles. En Sierra Nevada (Granada) alcanza su máxima altura ibérica superando los
3.500 metros aproximadamente, mientras que en la Sierra de Baza sube en torno a los 2.200 metros,
bajando hasta el nivel del mar en la zona costera que limita las provincias de Granada y Málaga
(Cerro Gordo-Maro).
11.Gestión. Manejo.
La utilización racional de un recurso natural renovable bajo una perspectiva sostenible es uno de los
objetivos de gestión y manejo más pretendidos de las últimas décadas. Las especies cinegéticas
constituyen un conjunto en las que se ha pretendido aplicar el criterio de utilización sostenible. La múltiple
vertiente utilitaria que ofrecen: p. ej. deportiva, coleccionista (trofeos), alimentaria o incluso la ganadera,
les ha facilitado su supervivencia e incluso su expansión. Dentro de este contexto, la cabra montés
6. (Capra pyrenaica hispanica Schinz, 1838), además de ser un endemismo ibérico, reúne gran parte de los
requisitos antes expuestos.
La caza del macho montés se realiza fundamentalmente a finales de otoño y principios del invierno
(época de celo entre octubre y diciembre). Aún así, también se habilitan permisos especiales en
primavera (antes de los alumbramientos). La cuerna del macho debe alcanzar los centímetros
“reglamentarios”.. En cuanto a arma, el rifle, provisto de mira telescópica, y lo más ligero posible. Los
calibres han de ser, asimismo, los reglamentarios.
El sistema de caza utilizado es el rececho, la forma más adecuada y deportiva para cazar este animal.
El cazador, en primer lugar, tiene que localizar la pieza (prismáticos) en la zona que previamente le han
indicado, perseguirla y aprovechar el momento para poder disparar y dar en el blanco. Para practicar la
caza al rececho lo más adecuado es llevar una indumentaria ligera y tratar de estar siempre lo mejor
camuflados posible, teniendo en cuenta que la cabra montés posee los sentidos de la vista y del oído
perfectamente desarrollados. Una vez capturada la pieza, y de acuerdo con un baremo establecido, a los
cuernos del ejemplar muerto se les concede una puntuación basada en el perímetro del contorno, C-C, DD y E-E (Longitud de cada cuerna. Distancia de punta a punta. Edad apreciada). La puntuación puede ser
rebajada si los cuernos presentan desgastes en las puntas y en los contornos de los medrones.
Los trofeos se clasifican con arreglo a la puntuación. El importe del permiso para cazar un macho
montés varía de año en año y está compuesto de la cuota de entrada, que se fija todos los años antes de
efectuar la subasta de los lotes, y de la cuota complementaria correspondiente a la puntuación del trofeo
obtenido en la cacería, de acuerdo con el baremo fijado. Existe una temporada hábil de caza y un período
de veda.
Los permisos para cazar cabras montesas cuestan cantidades de seis cifras, pudiendo pasar del millón
de las antiguas pesetas, si se es extranjero. Y en las Reservas hay que ir con un guarda y cazar el
ejemplar que éste indique, sin poder dejarlo herido.
Una vez establecidas las poblaciones a gestionar, los censos son una herramienta muy importante para
su gestión. Para su diseño es necesario conocer los hábitos de los animales, indicios de presencia,
localización:
Huellas: Debido al borde blando interno de la pezuña, las huellas aparecen impresas marcadas
únicamente el borde externo, lo que la diferencia claramente de los cérvidos que también marcan el
borde interno. La medida de la huella del macho es de uno 8 cm de largo por 4-5 cm de ancho.
Aunque a primera vista parecen las de una oveja muy grande, son bastante diferentes, puesto que
las dos pezuñas de la oveja aparecen paralelas, mientras que las de la cabra montesa divergen
hacia atrás.
- Excrementos: Varia ligeramente de aspecto y textura, en función de la dieta, aun cuando siempre
aparecen agrupados al detener su marcha el animal para defecar, siendo cilíndricos y miden
aproximadamente 1 cm de ancho y 1,5 –1,8 de largo. Debe de tenerse presente que estos montones
de excrementos a los pocos días, u horas de ser depositados pueden esparcirse por las pisadas del
propio animal u otras especies, así como por la propia acción de los factores meteorológicos.
Otros rastros: Al carecer la cabra montes de incisivos no corta los tallos y ramas con los dientes,
sino que los desgarran por el esfuerzo que produce el bocado del animal sobre la planta, la que
adquiere una peculiar forma deshilachada en su corte.
Para el control de las poblaciones es imprescindible la ayuda de la modelización (software LINCE,
Stella,...).
12. Estado de conservación
7. Categoría UICN (2001): Vulnerable.
Vulnerable (VU) B1 ac (Granados et al., 2002)
(IUCN, 2004):
C. p. victoriae: Vulnerable (VU D2), debido a su área de distribución restringida.
C.P. hispanica: Preocupación menor (LC/ cd), puesto que su viabilidad depende de los actuales
programas de conservación.
La cabra montesa ocupaba prácticamente toda la península al finalizar la última glaciación, desde las
tierras altas a las bajas, como lo atestiguan numerosos fósiles y pinturas rupestres (las de Ares, por
ejemplo). Pero la presión de la caza humana fue reduciendo y extinguiendo sus poblaciones,
confinándolas a las cuatro zonas en que Cabrera distinguió sus variedades, cuatro núcleos montañosos
aislados y en los que sus tamaños poblacionales no superaban las decenas de individuos.
Trataron de frenar esta situación crítica, en el abismo de la extinción, con la declaración de Reservas de
Caza. El cambio en la política conservacionista y cinegética de la segunda parte del siglo pasado modificó
la tendencia y ha hecho posible que en la actualidad se puedan contabilizar más de 30 núcleos y una
cabaña próxima a los 30000 ejemplares.
Entre las técnicas de estudio más aplicadas se encuentran los métodos de transectos, pero el más
importante es el de Puntos Fijos por tratarse de un hábitat de alta montaña, siguiendo el método de
Seber: N=2Nm-Nm-1 y el Método de cuadrantes o estratos. El muestreo debe hacerse en el período de celo
(igual visibilidad de machos y hembras). La captura se realiza por medio de cajas trampa, capturaderos,
rifle anestésico (Inmovilon/Revivon). Para el marcaje se utilizan pendientes vinilo, collares, anillas
cuernos, radiocollares.
Asimismo se ha descrito el uso de sistemas de información geográfica y genética molecular como
herramientas de conservación (Soriguer et al., 2001).
Amenazas actuales:
Desequilibrio de la estructura de sexo y edades en las poblaciones, baja variabilidad genética,
agricultura, la fragmentación territorio (ciudades, carreteras, pantanos, vallados cinegéticos,....), la
destrucción de hábitats (ocupación turística, repoblaciones inadecuadas, Ganadería,...),
ultraproteccionismo y ausencia de depredadores: falta de recursos, debilitamiento y mayor sensibilidad
a epizootias, gestión cinegética debido a una selección artificial y búsqueda exclusiva de mejores
trofeos.
13.Referencias
http://www.vertebradosibericos.org/
http://www.sierradebaza.org/
Fandos, P. (1994). Los ungulados de montaña. Pp. 261-314. En: Agualarga (ed.). Argali, Cacerías de Alta
montaña. Madrid.
“Gestión de la Cabra Montés, aplicación al caso de la provincia de Málaga” II Jornadas Zoológicas.
Málaga. 2005.
Granados, J. E. (2001). Distribución y estatus de la cabra montés (Capra pyrenaica, Schinz 1838)en
Andalucía. Tesis Doctoral, Universidad de Jaén, 567 pp.
Granados J.E., Pérez J.M. , Márquez F.J , Serrano, E. , Soriguer R.C y Fandos, P. (2001): “La Cabra
Montés (Capra pyrenaica, SCHINZ, 1838)”. Galernys 13 (1).