1. generosidad
La economía de la sonrisa
Idea y enseñanza principal
A menudo acumulamos dinero para conseguir cosas que nos hagan sentir bien, cuando repartir
tiempo y dinero con los demás nos hace más felices.
Ambientación
Un país lejano
Personajes
Un rey y un labrador
Cuento
Había una vez un rey sabio y bueno que observaba preocupado la importancia que todos daban
al dinero, a pesar de que en aquel país no había pobres y se vivía bastante bien.
- ¿Por qué tanto empeño en conseguir dinero?- preguntó a sus consejeros. - ¿Para qué les
sirve?
- Parece que lo usan para comprar pequeñas cosas que les dan un poco más de felicidad -
contestaron tras muchas averiguaciones.
- ¿Felicidad, es eso lo que persiguen con el dinero? - y tras pensar un momento, añadió
sonriente. - Entonces tengo la solución: cambiaremos de moneda.
Y fue a ver a los magos e inventores del reino para encargarles la creación de un nuevo aparato:
el portasonrisas. Luego, entregó un portasonrisas con más de cien sonrisas a cada habitante del
reino, e hizo retirar todas las monedas.
- ¿Para qué utilizar monedas, si lo que queremos es felicidad? - dijo solemnemente el día del
cambio.- ¡A partir de ahora, llevaremos la felicidad en el bolsillo, gracias al portasonrisas!
Fue una decisión revolucionaria. Cualquiera podía sacar una sonrisa de su portasonrisas,
ponérsela en la cara y alegrarse durante un buen rato.
2. Pero algunos días después, los menos ahorradores ya habían gastado todas sus sonrisas. Y no
sabían cómo conseguir más. El problema se extendió tanto que empezaron a surgir quejas y
protestas contra la decisión del rey, reclamando la vuelta del dinero. Pero el rey aseguró que no
volvería a haber monedas, y que deberían aprender a conseguir sonrisas igual que antes
conseguían dinero.
Así empezó la búsqueda de la economía de la sonrisa. Primero probaron a vender cosas a
cambio de sonrisas, sólo para descubrir que las sonrisas de otras personas no les servían a ellos
mismos. Luego pensaron que intercambiando portasonrisas podrían arreglarlo, pero tampoco
funcionó. Muchos dejaron de trabajar y otros intentaron auténticas locuras. Finalmente, después
de muchos intentos en vano, y casi por casualidad, un viejo labrador descubrió cómo funcionaba
la economía de la sonrisa.
Aquel labrador había tenido una estupenda cosecha con la que pensó que se haría rico, pero
justo entonces el rey había eliminado el dinero y no pudo hacer gran cosa con tantos y tan
exquisitos alimentos. Él también trató de utilizarlos para conseguir sonrisas, pero finalmente,
viendo que se echarían a perder, decidió ir por las calles y repartirlos entre sus vecinos.
Aunque le costó regalar toda su cosecha, el labrador se sintió muy bien después de haberlo
hecho. Pero nunca imaginó lo que le esperaba al regresar a casa, con las manos completamente
vacías. Tirado en el suelo, junto a la puerta, encontró su olvidado portasonrisas ¡completamente
lleno de nuevas y frescas sonrisas!
De esta forma descubrieron en aquel país la verdadera economía de la felicidad, comprendiendo
que no puede comprarse con dinero, sino con las buenas obras de cada uno, las únicas capaces
de llenar un portasonrisas. Y tanto y tan bien lo pusieron en práctica, que aún hoy siguen sin
querer saber nada del dinero, al que sólo ven como un obstáculo para ser verdaderamente
felices.
solidaridad
Cuento sobre la solidaridad y la igualdad
Finales felices
3. Elementos principales
Idea y enseñanza principal
Nadie es mejor por tener más o menos suerte, y es responsabilidad de todos ayudar a los menos
afortunados
Ambientación
Un cine
Personajes
Un niño rico
cuento
Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una vida muy tranquila y cómoda, aislado de
muchas de las desgracias del mundo. Un día, Perico fue al cine a ver una película que le hacía
muchísima ilusión, pero llegó un pelín tarde, justo cuando la taquillera le vendía la última entrada
a un niño con un aspecto muy pobre, que llevaba ahorrando semanas para ver la película. Al
verse sin su entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a gritar y protestar, exigiéndole al
niño que le diera su entrada.
-¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la he pagado- dijo el niño
- Pues... ¡porque yo soy más importante que tú! ¡mírame!, yo soy rico y tú eres pobre, ¿lo ves? -
respondió Perico cargado de razón.
Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a Perico Picolisto y le ofreció una
entrada diciendo
- Por supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él de ver esta película
Entonces Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al cine. Echó un
vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que la sala estaba llena de niños ricos
como él, y se sentó a disfrutar de la película.
Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y se convirtió en un personaje más,
protagonista de muchas historias. Y en todas aquellas historias, Perico empezaba con
muchísima mala suerte: unas veces sus padres desaparecían, otras su casa se quemaba y
perdían todo su dinero, otras estaba de viaje en un país del que no entendía el idioma, otras le
tocaba trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía en un lugar
donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera sentimientos... Y en todas aquellas
historias, Perico se esforzaba terriblemente por salir adelante, aunque todo eran dificultades y
casi nadie le daba ninguna oportunidad. Pero igualmente, todas las historias acabaron con un
final feliz, cuando un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir adelante y
cumplir sus sueños.
Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse en su asiento, estaba asustado. Pensó
que en la vida real, él siempre había sido de aquellos que teniendo suerte, nunca ayudaban a
crear finales felices. Se sintió tan mal, que estuvo llorando largo rato en su silla...
Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió del cine casi bailando. Estaba
contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa ayuda que necesitan quienes tienen
menos suerte, ¡sería creador de finales felices!
Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor distinguido que le
había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le había ayudado a resolver todas las
historias de su película.
4. Las dos justicias
Cuento sobre la compasión y la justicia
Idea y enseñanza principal
La verdadera justicia necesita mirar al futuro y utilizar la compasión para no convertirse en una
forma más de venganza.
Ambientación
La antigua grecia
Personajes
Un filósofo, dos diosas y dos príncipes
Cuento
Caminaba un filósofo griego pensando en sus cosas, cuando vio a lo lejos dos mujeres altísimas,
del tamaño de varios hombres puestos uno encima del otro. El filósofo, tan sabio como miedoso,
corrió a esconderse tras unos matorrales, con la intención de escuchar su conversación. Las
enormes mujeres se sentaron allí cerca, pero antes de que empezaran a hablar, apareció el más
joven de los hijos del rey. Sangraba por una oreja y gritaba suplicante hacia las mujeres:
- ¡Justicia! ¡Quiero justicia! ¡Ese villano me ha cortado la oreja!
Y señaló a otro joven, su hermano menor, que llegó empuñando una espada ensangrentada.
- Estaremos encantadas de proporcionarte justicia, joven príncipe- respondieron las dos mujeres-
Para eso somos las diosas de la justicia. Sólo tienes que elegir quién de nosotras dos prefieres
que te ayude.
- ¿Y qué diferencia hay? -preguntó el ofendido- ¿Qué haríais vosotras?
- Yo, -dijo una de las diosas, la que tenía un aspecto más débil y delicado- preguntaré a tu
hermano cuál fue la causa de su acción, y escucharé sus explicaciones. Luego le obligaré a
guardar con su vida tu otra oreja, a fabricarte el más bello de los cascos para cubrir tu cicatriz y a
ser tus oídos cuando los necesites.
- Yo, por mi parte- dijo la otra diosa- no dejaré que salga indemne de su acción. Lo castigaré con
cien latigazos y un año de encierro, y deberá compensar tu dolor con mil monedas de oro. Y a ti
te daré la espada para que elijas si puede conservar la oreja, o si por el contrario deseas que
ambas orejas se unan en el suelo. Y bien, ¿Cuál es tu decisión? ¿Quién quieres que aplique
justicia por tu ofensa?
5. El príncipe miró a ambas diosas. Luego se llevó la mano a la herida, y al tocarse apareció en su
cara un gesto de indudable dolor, que terminó con una mirada de rabia y cariño hacia su
hermano. Y con voz firme respondió, dirigiéndose a la segunda de las diosas.
- Prefiero que seas tú quien me ayude. Lo quiero mucho, pero sería injusto que mi hermano no
recibiera su castigo.
Y así, desde su escondite entre los matorrales, el filósofo pudo ver cómo el culpable cumplía
toda su pena, y cómo el hermano mayor se contentaba con hacer una pequeña herida en la
oreja de su hermano, sin llegar a dañarla seriamente.
Hacía un rato que los príncipes se habían marchado, uno sin oreja y el otro ajusticiado, y estaba
el filósofo aún escondido cuando sucedió lo que menos esperaba. Ante sus ojos, la segunda de
las diosas cambió sus vestidos para tomar su verdadera forma. No se trataba de ninguna diosa,
sino del poderoso Ares, el dios de la guerra. Este se despidió de su compañera con una sonrisa
burlona:
- He vuelto a hacerlo, querida Temis. Tus amigos los hombres apenas saben diferenciar tu
justicia de mi venganza. Ja, ja, ja. Voy a preparar mis armas; se avecina una nueva guerra entre
hermanos...ja,ja,ja, ja.
Cuando Ares se marchó de allí y el filósofo trataba de desaparecer sigilosamente, la diosa habló
en voz alta:
-Dime, buen filósofo ¿hubieras sabido elegir correctamente? ¿Supiste distinguir entre el pasado
y el futuro?
Con aquel extraño saludo, comenzaron muchas largas y amistosas charlas. Y así fue cómo, de la
mano de la misma diosa de la justicia, el filósofo aprendió que la verdadera justicia trata de
mejorar el futuro alejándose del mal pasado, mientras que la falsa justicia y la venganza no
pueden perdonar y olvidar el mal pasado, pues se fijan en él para decidir sobre el futuro, que
acaba resultando siempre igual de malo.
lealtad
El zorro bocazas
Idea y enseñanza principal
Un zorro pide que confíen en él, pero no hace méritos para merecerlo, y sus amigos le dan una
lección
Ambientación
Paisaje nevado cercano al polo norte
Personajes
Un zorro, un pingüino y un reno
Cuento
6. Pingüino, reno y zorro eran muy amigos. Un día, el pingüino y el reno encuentran un montón de
fruta y deciden guardarlo en secreto. Por el camino, se encuentran al zorro, que al verles tan
felices les pregunta por qué. Se resisten a contarlo porque es secreto, pero el zorro les pide que
confíen en él y lo hacen. Cuando llegan al pueblo, se olvida de su promesa y lo cuenta a todo el
mundo. Cuando vuelven el pingüino y el reno por la fruta, los otros animales del pueblo ya se la
habían comido. Ese mismo día pingüino y reno encuentran otro lugar lleno de comida, y se repite
la misma historia con el zorro. Enfadados por sus traiciones, deciden darle una lección, y al día
siguiente le cuentan que han encontrado un lago tan lleno de peces que no hay que esforzarse
en cogerlos. El zorro vuelve a traicionarles y cuenta el secreto. Al día siguiente, el zorro aparece
lleno de golpes, porque al contarles a todo el mundo lo de los peces, habían ido allí hasta osos
polares; pero al no encontrar peces se sintieron engañados y le dieron una buena zurra al zorro
Y el zorro aprendió que la confianza es muy importante, pero que para que puedan confiar en
uno, hay que ganarse esa confianza con lealtad, y cumpliendo las promesas. Alguna trampa más
le pusieron sus amigos, pero como ya no era un bocazas, el zorro volvió a recuperar la confianza
de pingüino y reno, y éstos le perdonaron.
solidaridad
Cuento: Un mundo de solidaridad
Autor: María Inés Valencia - Santiago, Chile
a zorra iba aquella mañana, muy contenta por el bosque, cantaba mientras olfateaba, dentro de
poco iba a poder llevar alimento a sus cachorros, tan alegre iba que no vio al oso, que iba
tratando de alcanzar un panal de abejas para sacar su miel.
- Oh! buenos días señor oso, linda mañana, para caminar por el bosque, verdad?
- Así es señora zorra, pero tenga cuidado con el cazador que nos viene pisando los talones.
Apenas había dicho esto apareció el cazador con su escopeta apuntando al oso y a la zorra
- Por favor Señor cazador, mis hijos esperan que les lleve su alimento, no me dispare.
- Lo siento ese es mi instinto y necesito cazar para sentirme importante, además usted señora
Zorra tiene un bello pelaje que me servirá para venderlo a quienes le gusten las pieles.
La zorra lloraba tristemente, pensando en que ya no volvería a ver a sus zorritos, quien se iba a
preocupar de ellos?. El oso que se había mantenido en silencio, viendo esta escena, con sus
manos en alto, se dirigió al cazador, y le dijo
- Mi piel es muy gruesa y en invierno no se siente frío, te la ofrezco a cambio de que dejes que la
señora zorra vaya con sus hijos, yo en cambio estoy solo en el bosque.
El cazador de pronto se sintió avergonzado de sus instintos y pidió disculpa a ambos, alejándose
por el bosque. Aquella noche, en la cueva de la señora Zorra se sentían arrullos y risas de los
zorritos, mientras saltaban sobre el oso, contento ya de no estar solo en el bosque.
7. Pingüino, reno y zorro eran muy amigos. Un día, el pingüino y el reno encuentran un montón de
fruta y deciden guardarlo en secreto. Por el camino, se encuentran al zorro, que al verles tan
felices les pregunta por qué. Se resisten a contarlo porque es secreto, pero el zorro les pide que
confíen en él y lo hacen. Cuando llegan al pueblo, se olvida de su promesa y lo cuenta a todo el
mundo. Cuando vuelven el pingüino y el reno por la fruta, los otros animales del pueblo ya se la
habían comido. Ese mismo día pingüino y reno encuentran otro lugar lleno de comida, y se repite
la misma historia con el zorro. Enfadados por sus traiciones, deciden darle una lección, y al día
siguiente le cuentan que han encontrado un lago tan lleno de peces que no hay que esforzarse
en cogerlos. El zorro vuelve a traicionarles y cuenta el secreto. Al día siguiente, el zorro aparece
lleno de golpes, porque al contarles a todo el mundo lo de los peces, habían ido allí hasta osos
polares; pero al no encontrar peces se sintieron engañados y le dieron una buena zurra al zorro
Y el zorro aprendió que la confianza es muy importante, pero que para que puedan confiar en
uno, hay que ganarse esa confianza con lealtad, y cumpliendo las promesas. Alguna trampa más
le pusieron sus amigos, pero como ya no era un bocazas, el zorro volvió a recuperar la confianza
de pingüino y reno, y éstos le perdonaron.
solidaridad
Cuento: Un mundo de solidaridad
Autor: María Inés Valencia - Santiago, Chile
a zorra iba aquella mañana, muy contenta por el bosque, cantaba mientras olfateaba, dentro de
poco iba a poder llevar alimento a sus cachorros, tan alegre iba que no vio al oso, que iba
tratando de alcanzar un panal de abejas para sacar su miel.
- Oh! buenos días señor oso, linda mañana, para caminar por el bosque, verdad?
- Así es señora zorra, pero tenga cuidado con el cazador que nos viene pisando los talones.
Apenas había dicho esto apareció el cazador con su escopeta apuntando al oso y a la zorra
- Por favor Señor cazador, mis hijos esperan que les lleve su alimento, no me dispare.
- Lo siento ese es mi instinto y necesito cazar para sentirme importante, además usted señora
Zorra tiene un bello pelaje que me servirá para venderlo a quienes le gusten las pieles.
La zorra lloraba tristemente, pensando en que ya no volvería a ver a sus zorritos, quien se iba a
preocupar de ellos?. El oso que se había mantenido en silencio, viendo esta escena, con sus
manos en alto, se dirigió al cazador, y le dijo
- Mi piel es muy gruesa y en invierno no se siente frío, te la ofrezco a cambio de que dejes que la
señora zorra vaya con sus hijos, yo en cambio estoy solo en el bosque.
El cazador de pronto se sintió avergonzado de sus instintos y pidió disculpa a ambos, alejándose
por el bosque. Aquella noche, en la cueva de la señora Zorra se sentían arrullos y risas de los
zorritos, mientras saltaban sobre el oso, contento ya de no estar solo en el bosque.