Este documento discute los desafíos y oportunidades de vivir en comunidad. Explica que la vida en comunidad revela tanto las fortalezas como las debilidades de los individuos a medida que aprenden a amarse y apoyarse mutuamente. Sin embargo, también ofrece la posibilidad de crecimiento personal a través del perdón y el compromiso con los demás.
4. Págs.
El pan nuestro de cada día 109
Para crecer es necesario alimentarse. —El maná de cada
día.—Tiempo de admiración.—La mirada exterior que
confirma.—El pan de la palabra.—Esparcimiento y re-
poso.—Alimento de la inteligencia.—Alimento del creci-
miento.—El amigo.—Compartir.—La mirada def po-
bre.—Oración personal.—Convertirse en pan.—Oración
comunitaria y eucaristía. Introducción
Autoridad y otros dones 133
Autoridad.—Una misión que viene de Dios.—Ser ser-
vidor.—Continuar confiando.—El peligro del orgullo.—
Servidor del más pequeño.—Compartir las responsabili-
Antiguamente los hombres vivían en grupos homogéneos sur-
dades.—No ocultarse.—Relación personal.—diferentes
gidos más o menos de la misma familia y con las mismas raíces.
actitudes con la autoridad.—Signo dé perdón.—Dirigir
En esos grupos, la tribu, el pueblo, se hablaba la misma lengua,
la comunidad.—El don del pastor.—Participar unos de
se vivían los mismos ritos y tradiciones, se tenía el mismo modo de
los dones de otros.—Escuchar.—El discernimiento.—La
vida y se aceptaba la misma autoridad. Eran solidarios entre sí.
fidelidad.—La admiración.—Las comunidades mix-
Esta solidaridad venía al mismo tiempo de su carne y sangre y de
tas.—El ant i-don.—El don de la palabra.—La disponi-
la necesidad de una colaboración para procurar los bienes de la
bilidad.—El don de los pobres.
vida y para defenderse contra los ataques de los vecinos enemigos
La acogida 171 y de los peligros naturales. Había entre la gente de un mismo
La acogida.—¿Quién acoge?—El riesgo.—Verdaderas grupo una unidad que se enraizaba en las profundidades del
y falsas acogidas.—La acogida de la Providencia.—El inconsciente.
primer gesto.—Acogida de los marginados.—Margina- Los tiempos han cambiado. La sociedad moderna surge de la
dos dentro de la comunidad.—Acogida y lucha.— desintegración de estos grupos más o menos naturales o familia-
Acoger para servir.—Necesidad de comunidades que res. Los que ahora viven en la misma localidad no forman parte
acojan. de un grupo homogéneo. Las ciudades y a menudo los pueblos
Reuniones 185 están formados por vecinos que se ignoran. Cada cual se encierra,
Reunirse para compartir.—La reunión sagrada.—El por miedo, detrás de los muros de su casa. La comunidad huma-
don de la reunión.—Llevar una reunión.—Discerni- na no está tampoco al nivel de la calle, el barrio o la ciudad. Hay
miento comunitario. una mezcla de pueblos, religiones y filosofías, debido a la movi-
lidad.
Lo cotidiano 195 Este estado de cosas engendra una soledad mejor o peor so-
Vivir lo cotidiano.—Espiritualidad del movimiento y es- portada. La familia, a veces reducida a la pareja y sus hijos, no
piritualidad del círculo.—Las leyes de la materia.— llega a hacerse suficiente a sí misma. Entonces se buscan amigos.
Amor y pobreza.—El ritmo de lo cotidiano.—Dimensión La persona humana no puede vivir como una isla desierta, tiene
política de la comunidad. necesidad de compañeros, de amigos que participen en una
La fiesta 207 misma visión, un mismo ideal, con quien poder compartir. Por
En el centro de la comunidad: la fiesta.—La comida.— eso algunas personas forman grupos no por barrios o por familias
Animar la fiesta.—«Invitados a la boda». (hermanos y hermanas, tíos y tías) sino por simpatía o en torno a
unas ideas, una visión del hombre y de la sociedad o unos centros
Conclusión 219
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5. de interés. Algunos se encuentran ocasionalmente, otros viven Es evidente que casi todo lo que digo lo he sacado de mi expe-
bajo el mismo techo. Dejan sus lugares naturales, sus padres, riencia cotidiana en El Arca, la comunidad donde vivo desde hace
puede ser que hasta su trabajo, para vivir con otros, en comuni- bastantes años. También he tomado muchas cosas de las visitas a
dad según unos nuevos criterios y una nueva visión. Al mismo tiem- otras comunidades de El Arca por el mundo y escuchado a las
po quieren dar testimonio de esos valores ante la sociedad; entien- personas que viven en comunidad.
den que tienen una buena nueva que anunciar al mundo, que va Las comunidades de El Arca son muy particulares, ya que in-
acompañada de una felicidad, verdad y plenitud de vida, muy tentamos vivir con personas disminuidas mentales, para ayudarles
grandes. Desean llegar a ser la levadura en la masa de la sociedad a crecer, pero antes de «hacer a para» se quiere «ser con». El sufri-
humana. Quieren actuar por la paz y la justicia entre todos los miento del disminuido mental, como el de cualquier persona
hombres y naciones. marginada, es el sentirse excluida, sin valor, no amada.
Algunos de estos grupos están orientados hacia la acción, un Mediante la cotidianeidad de la vida comunitaria y" el amor
trabajo o la lucha. Se ve en el otro no a un hermano sino al cama- que se encarna allí, empieza a descubrir que tiene algún valor que
rada, al compañero de trabajo y de lucha. Se unen las capacida- es amada y amable.
des de acción. Empecé El Arca en 1964 con el deseo de vivir el evangelio y
Otros insisten más en la manera de vivir, las cualidades de la seguir mejor a Jesucristo. Cada día que pasaba me descubría aún
relación entre los miembros y la acogida, que en las cosas por más cuánto debe extenderse la vida cristiana en el compromiso de
hacer. Su acción, por decirlo de alguna manera, es su testimonio una vida comunitaria y cuánta necesidad hay de fe, de amor a
de vida y de acogida. Jesús y de presencia del Espíritu Santo para poder profundizar en
la vida comunitaria. Todo lo que digo en estas páginas sobre la
Estamos ante dos polos de la comunidad: el cabo que atrae y vida en común me lo ha inspirado mi fe en Jesús. Lo cual no
unifica, el centro de interés, el porqué de esa vida de unión; y la quiere decir que no haya vida en común fuera del cristianismo.
amistad que une a las personas entre sí, el sentimiento de perte- ¡Ni mucho menos! Esa afirmación iría contra la experiencia
nencia a un grupo, la solidaridad, las relaciones interpersonales. humana y el sentido común. Desde el momento en que los hom-
De hecho, en cualquier agrupación hay una multiplicación de bres se agrupan cualquiera que sea el motivo, se crea una forma
cabos, como hay múltiples maneras de considerar la solidaridad, de comunidad. Pero el mensaje de Jesús invita a sus discípulos a
el sentido de pertenencia. En este libro, el término «comunidad» amarse y vivir de esa manera la comunidad.
lo reservamos sobre todo á las agrupaciones de personas que han
dejado sus lugares habituales para vivir con otras bajo el mismo Como he estado cerca de muchas personas atraídas por la
techo, crear entre ellas relaciones interpersonales, vivir y trabajar comunidad, por los nuevos modos de vida, he comprobado la
según una visión nueva de la persona humana y de sus relaciones gran ignorancia que existe en lo que concierne a la vida comuni-
con sus semejantes y con Dios. Es un aspecto muy restringido; taria. Muchos creen que se trata de meter bajo el mismo techo a
otros pueden dar a la palabra «comunidad» sentidos más amplios. algunas personas que se entienden «poco más o menos» o que se
comprometen con un mismo ideal. El resultado es a veces desas-
Este libro se dirige sobre todo a los que viven o quieren vivir troso. La vida comunitaria no está compuesta simplemente de
en comunidad pero muchos de sus párrafos se pueden aplicar espontaneidad ni de leyes. Hay condiciones precisas, necesarias,
igualmente a la vida familiar. Los dos elementos esenciales de la para que esta vida comunitaria se pueda profundizar y extender
vida comunitaria se encuentran efectivamente en ella: relaciones mediante crisis, tensiones y «buenos momentos». Si estas condi-
interpersonales, sentido de pertenencia, y el hecho de estar orienta- ciones no se dan, es posible cualquier desviación, que conducirá
dos en unión hacia un fin y un testimonio de vida. progresivamente a la muerte de la comunidad o a su muerte espi-
De la misma manera, alguna de sus páginas se pueden aplicar ritual, «la esclavitud» de sus miembros.
a aquellos que aunque no viven juntos, se reúnen regularmente Estas páginas querrían clarificar las condiciones necesarias de
para compartir su ideal, orar o trabajar, y entre los que se crean una vida en común. Están escritas no como una tesis o un tratado
lazos profundos. de vida comunitaria sino en forma de flash. Son pistas de refle-
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6. xión, que he descubierto no en los libros sino en la vida cotidiana
a través de mis errores, mis fracasos, mis faltas, a través de las
inspiraciones de Dios, de las de mis- hermanos y hermanas, a
través de momentos de unidad entre nosotros y también de ten-
siones y sufrimientos. La vida en común es una maravillosa aventu-
ra. Deseo que muchos puedan vivir esta aventura que es en última
instancia la de la liberación interior: la libertad de amar y ser
amado.
Un corazón, un alma, un espíritu
En estos tiempos en que las ciudades son tan despersonaliza-
das y despersonalizantes muchos buscan la comunidad, sobre
todo cuando se sienten solos, fatigados, débiles y tristes. Para
otros, estar solo es insoportable, es un gusto anticipado de la
muerte. La comunidad aparece entonces como maravilloso lugar
de acogida y participación.
Pero, bajo otro ángulo, la comunidad es un lugar terrible. Es
el lugar donde se revelan nuestras limitaciones y egoísmos. Cuan-
do empiezo a vivir todo el día con otras personas, descubro mi
pobreza y debilidad, mi incapacidad para entenderme con
algunos, mis bloqueos, mi afectividad o mi sexualidad perturbada,
mis deseos que parecen insaciables, mis frustraciones, mis celos,
mis odios y mis deseos de destrucción. Mientras estaba solo,
podía creer que quería a todo el mundo; ahora con otros, constato
lo incapaz que soy de amar y rehuso la vida con otros. Si soy
incapaz de amar, ¿qué queda de bueno en mí? Sólo hay tinieblas,
desesperanza y angustia. El amor es una ilusión. Estoy condenado
a la soledad y a la muerte.
La vida en común es la revelación penosa de los límites, debili-
dades y tinieblas de mi ser; es la revelación, a menudo inesperada
de los monstruos escondidos en mí. Esta revelación es difícil de
asumir. Enseguida se trata de alejar esos monstruos, o volverlos a
esconder o negar su existencia, o se huye de la vida comunitaria y
de la relación con otros, o se les acusa a ellos y a los monstruos
que hay en ellos.
Pero si se acepta que estos monstruos están ahí, se les puede
dejar salir y aprender a domarles. Es el crecimiento hacia la
liberación.
Si somos acogidos con nuestras limitaciones y con nuestras
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7. capacidades también, la comunidad poco a poco se convertirá en Canadá. Si ante un grupo de niños se promete un premio al
un lugar de liberación; descubriendo que somos aceptados y primero que responda una pregunta, todos se ponen a buscar la
amados por los demás, nos aceptamos y amamos mejor el lugar solución juntos y cuando están de acuerdo responden gritando
donde se puede ser uno mismo sin miedo ni violencia. Así la vida todos al mismo tiempo. Para ellos sería intolerable que ganara
comunitaria profundiza en la confianza mutua entre todos los uno y perdiera la mayoría; el que ganara se separaría del resto de
miembros. sus hermanos. Habría ganado el premio pero habría perdido la
solidaridad.
Entonces ese lugar terrible se convertirá en lugar de vida y Nuestra civilización occidental es una civilización competitiva.
crecimiento. No hay nada más bello que una comunidad donde se Desde el colegio el niño aprende a «ganar»; sus padres están
empieza a amar realmente y a tenerse confianza los unos a los encantados cuando es el primero. De esa manera, el progreso
otros. «Ved: qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos uni- material individualista y el deseo de subir de grado en el prestigio
dos. Es'ungüento precioso en la cabeza... que baja por la barba pisotean el sentido de la comunión, de la compasión, de la comu-
de Aarón» (Sal. 133). nidad. Se trata ahora de vivir más o menos solo en casita, guar-
Nunca he llegado a entender muy bien esta referencia a la dando celosamente los bienes y tratando de adquirir otros, con un
barba de Aarón, sin duda porque nunca he tenido barba. Pero si papel en la puerta donde está escrito «cuidado con el perro». Por
el perfume que se desliza por una barba produce una sensación esto, el occidente ha perdido el sentido de la comunidad que pe-
tan asombrosa como la vida en común, debe ser maravilloso. queños grupos que surgen aquí y allá, tratan de recuperar.
Tenemos mucho que aprender de África y de la India, que nos
La vida comunitaria es el lugar donde se descubre la herida recuerdan que lo esencial de la comunidad es un sentimiento de
profunda del propio ser y donde se aprende a asumirla. Entonces pertenencia. Hay que reconocer que el sentido de su propia comu-
se puede empezar a renacer. Sí, hemos nacido a partir de esa
nidad les impide mirar con amor y objetividad a las otras comuni-
herida.
dades. Y entonces aparece la guerra entre tribus. A veces también
la vida comunitaria africana se basa en el miedo. El grupo, la
tribu, dan a la vida un sentido de solidaridad, protegen y dan
Sentimiento de pertenencia seguridad pero no son verdaderamente liberalizadores. Si el indivi-
duo no se separa de ellos es sólo por sus miedos y su propia herida,
Cuando veo los pueblos africanos, constato que a través de sus frente a fuerzas adversas a los genios malos y a la muerte. Estos
ritos y tradiciones, viven profundamente la vida comunitaria. miedos se concretizan en torno a ritos o fetiches que tienen un
Cada cual tiene la convicción de pertenecer a los otros; el que es poder de cohesión. Pero la verdadera comunidad es liberalizadora.
de la misma etnia o pueblo es verdaderamente un hermano. Me
viene a la memoria monseñor Agre, obispo de Man que se encon- Me gusta ese pasaje de la Escritura: «Y diré: Tú eres mi
tró a un aduanero en el aeropuerto de Abidjan; se abrazaron pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios» (Os. 2, 25).
como si fueran hermanos pues eran del mismo pueblo. De cierta
Siempre me recuerda a Jessie Jackson, uno de los discípulos
manera se pertenecían el uno al otro. Los africanos no tienen
de Martín Lutero King, diciendo a una asamblea de muchos
necesidad de hablar de la comunidad, la viven intensamente.
miles de negros: «Mi pueblo es humillado». La madre Teresa dice:
Me han dicho que los aborígenes de Australia no apetecen «Mi pueblo tiene hambre».
ningún bien material, salvo los coches que les permitan ir a visitar Mi pue"blo, es decir, mi comunidad, la pequeña comunidad de
a sus hermanos. Para ellos, lo único importante son los lazos de los que viven juntos pero también la comunidad más grande que
fraternidad que los alimentan. Hay, al parecer, tal unidad entre está a su alrededor y por la que ella existe. Esos son los que están
ellos que saben cuándo muere alguno; lo sienten en sus entrañas. inscritos en mi carne como yo estoy inscrito en la suya. Ya estemos
Rene Lenoir en su libro Les exclus >, habla de los indios de lejos o cerca, mi hermano, mi hermana, permanecen inscritos en
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mi interior. Los llevo y ellos me llevan y cuando nos encontramos
LENOIR, R.: Lesexclus, LeSeuil, París, 1975. nos reconocemos. Estamos hechos los unos para los otros, hechos
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8. de la misma tierra, miembros de un mismo cuerpo. El término «mi cia de un compromiso profundo hacia otra realidad más allá de la
pueblo» no quiere decir que en relación con ellos yo esté en un de ser una comunidad.
grado de superioridad, que yo sea su pastor y me ocupe de ellos.
Quiere decir que ellos son para mí como yo soy para ellos. Todos Cuanto una comunidad es más auténtica y creativa en su
somos solidarios. Lo que les toca a ellos, a mí me toca. El término búsqueda de lo esencial, más se sienten llamados sus miembros a
«mi pueblo» no implica que rechace a otros. No, «mi pueblo» es salir de sí mismos tendiendo a unirse. Por el contrario cuanto más
mi comunidad constituida por los que me conocen y me llevan. tibia se hace en relación con su fin inicial, más peligro hay de
Puede y debe ser un trampolín hacia la humanidad entera. Pero esterilizarse y de que aparezcan tensiones. Los miembros no
no puedo ser un hermano universal si no amo en primer lugar a hablan tanto de cómo responder mejor a la llamada de Dios y los
«mi pueblo» y a partir de él, a todos los demás. pobres, como de ellos mismos, sus problemas, sus estructuras, su
riqueza y su pobreza, etc. Existe un lazo íntimo entre los dos
No se va personalmente hacia la unidad interior más que polos de la comunidad: su objetivo y la unidad entre sus miembros.
cuando se agranda y profundiza el sentido de pertenencia. Y no
sólo de pertenencia a una comunidad sino al universo, a la tierra, Una comunidad se convierte verdaderamente en una y resulta
al aire, al agua, a todos los vivientes, a toda la humanidad. Si la radiante cuando todos sus miembros tienen un sentimiento de
comunidad da a la persona un sentimiento de pertenencia, la urgencia. En el mundo hay demasiada gente sin esperanza, dema-
ayuda también a asumir su soledad en un encuentro personal con siados gritos sin respuestas, demasiadas personas que mueren en
Dios. Por esto también está la comunidad abierta al universo y a su soledad. Cuando los miembros de una comunidad entienden
todos los hombres. que no están ahí para ellos mismos ni por su propia pequeña
santificación sino para acoger el don de Dios y para que Dios
venga a calmar la sed de los sedientos, viven plenamente la comu-
Tender hacia los fines de la comunidad nidad. La comunidad ha de ser la luz en un mundo de tinieblas,
un manantial en la Iglesia y para todos los hombres. No hay
Cualquier tipo de comunidad ha de tener un proyecto. Si los derecho a estar tibio.
miembros deciden vivir juntos sin especificar sus fines ni tener
claro el porqué de su vida en común, enseguida habrá conflictos y
todo se desplomará. Las tensiones en la comunidad provienen a
menudo de que las personas tienen expectativas muy distintas y De «la comunidad para mí» a «yo para la comunidad»
no las verbalizan. Pronto se descubre que lo que querían unas es
muy distinto de lo que esperaban otras. Imagino que igual pasa Una comunidad no se constituye como tal hasta que la mayoría
en el matrimonio. No se trata de querer vivir juntos. Si se quiere de sus miembros está dispuesta a dar el paso de «la comunidad
que esa vida dure, es necesario saber lo que se quiere hacer para mí» a «yo para la comunidad», es decir, hasta que el corazón
juntos, lo que se quiere ser juntos. de cada uno está dispuesto a abrirse a cada miembro, sin excluir
Esto implica que toda comunidad debe tener un proyecto de a nadie. Es el paso del egoísmo al amor, de la muerte a la resu-
vida que especifique claramente por qué se vive juntos y lo que se rrección; es la pascua, el paso del Seflor y también el paso de una
espera de cada uno. Implica también que antes de consolidarse, tierra de esclavitud a la tierra prometida, la de la liberación in-
una comunidad tenga un tiempo más o menos largo para preparar terior.
esta vida en común y clarificar sus opciones. La comunidad no es cohabitación porque eso es un cuartel o
Bruno Bettelheim dice en Un lugar donde renacer:2 «Estoy un hotel. No es tampoco un equipo de trabajo y menos aún un
convencido de que la vida en común sólo puede florecer cuando nido de víboras. Es el lugar en el que cada uno o más bien la
existe un fin fuera de ella. No es posible más que como consecuen- mayoría (¡hay que ser realista!), trata de salir de las tinieblas del
egocentrismo a la luz del amor verdadero. «En vez de obrar por
BETTELHEIM, B.: Un lieu oü renattre, R. Laffont, París, 1975. egoismo o presunción, cada cual considere humildemente que los
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9. otros son superiores y nadie mire únicamente por lo suyo, sino carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os
también cada uno por lo de los demás» (Flp. 2, 3-4). infundiré mi espíritu» (Ez. 36,26). Jesús nos ha prometido enviar-
El amor no es ni sentimental ni una emoción transitoria. Es nos al Espíritu Santo, el Paráclito, para comunicarnos esta
una atención al otro que poco a poco se convierte en compromiso, energía nueva, esta fuerza, esta calidad del corazón que hacen
reconocimiento de una alianza, de una pertenencia mutua. Es que se pueda acoger verdaderamente al otro —aunque sea un
escucharle, ponerse en su lugar, comprenderle, sentirse atañido enemigo— tal como es: soportar todo, creer todo, esperar todo.
por él. Es responder a su llamada y a sus necesidades más profun- Aprender a amar supone toda una vida, pues es necesario que el
das. Es compartir, sufrir con él, llorar cuando llore, alegrarse Espíritu penetre en todos los rincones y recovecos de nuestro ser,
cuando se alegre. Amar es también estar alegre cuando el otro en todas esas partes en las que hay temores, miedos, actitudes de
está y triste cuando permanece ausente; es morar mutuamente defensa y celos.
uno en otro, refugiándose uno en el otro. «El amor es una fuerza
La comunidad empieza a hacerse cuando cada uno hace un
unificadora» dijo Dionisio el Aeropagita.
esfuerzo para acoger y amar a los otros tal y como son. «Acogeos
Si el amor es tender uno hacia el otro, es también tender los mutuamente como Cristo os acogió para honra de Dios» (Rom.
dos hacia las mismas realidades, es esperar y querer las mismas 15,7).
cosas; es comulgar en la misma visión, con el mismo ideal. Por
eso, es querer que el otro se realice plenamente según los caminos
de Dios y al servicio de los demás, es querer que sea fiel a su
Simpatías y antipatías
llamada, libre para amar en todas las dimensiones de su ser.
Aquí están los dos polos de la comunidad: un sentimiento de Los dos grandes peligros de una comunidad son los «amigos» y
pertenencia del uno al otro y también un deseo de que el otro vaya los «enemigos». Muy rápidamente ocurre que «Dios los cría y ellos
más lejos en su donación a Dios y a los demás, que sea más lumi- se juntan»; se desea estar al lado de quien nos gusta, de quien
noso, más profundo en la verdad y la paz. «El amor es paciente, es tiene nuestras mismas ideas, la misma manera de concebir la
afable; el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es vida, el mismo tipo de humor. Nos alimentamos el uno del otro;
grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no nos halagamos: «eres maravilloso» «tú también lo eres», «somos
simpatiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa maravillosos porque somos inteligentes, astutos». Las amistades
siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre.» (1 Cor. humanas pueden enseguida caer en un club de mediocridades
13,4-7). donde se cierran los unos en los otros; se halagan mutuamente y
se hacen creer que son inteligentes. La amistad no es entonces
Para dar este paso del egoísmo al amor, de «la comunidad una tendencia a ir más lejos, a servir mejor a nuestros hermanos
para mí» a «yo para la comunidad», y la comunidad para Dios y y hermanas, a ser más fieles al don que se nos ha dado, más
para los que tienen necesidad, se precisa tiempo y muchas puri- atentos al Espíritu y a continuar la marcha a través del desierto
ficaciones, muertes constantes y nuevas resurrecciones. Para hacia la tierra prometida de la liberación. Se convierte en sofo-
amar, es necesario morir sin cesar a las ideas, susceptibilidades y cante y constituye un fardo que impide dirigirse a los otros,
comodidades propias. El camino del amor se teje con sacrificios. atendiendo sus necesidades. A la larga, ciertas amistades se trans-
Las raíces del egoísmo son profundas en nuestro inconsciente y a forman en una dependencia afectiva que es una forma de esclavi-
menudo constituyen nuestras primeras reacciones de defensa, de tud.
agresividad, de búsqueda del placer personal.
Amar no es sólo un acto voluntario que se acoja para controlar En -una comunidad también hay «antipatías». Siempre hay
y rebasar la sensibilidad (esto es un principio) sino una sensibili- personas que no me entienden, que me bloquean, que me contra-
dad y un corazón purificado que se dirigen espontáneamente dicen y ahogan el impulso de mi vida y de mi libertad. Su presen-
hacia el otro. Estas purificaciones profundas se realizan gracias al cia parece amenazarme y provocarme agresividades o un cierto
don de Dios, una gracia que surge de lo más profundo de noso- tipo de regresión servil. En su presencia, soy incapaz de expresar-
tros mismos, allí donde reside el Espíritu. «Arrancaré de vuestra me y vivir. Otros hacen nacer en mí sentimientos de envidia y
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10. celos, son lo que yo quisiera ser y su presencia me recuerda que queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También los des-
no lo soy. Su valía e inteligencia me retrotraen a mi propia indi- creídos quieren a quien los quiere» (Le. 6, 27, 32).
gencia. Otros me piden demasiado. No puedo responder a su
búsqueda afectiva incesante. Me veo obligado a rechazarlos. Estas El «falso amigo» es aquel en quien no veo más que «supuestas»
personas son mis «enemigos»; me ponen en peligro, e incluso cualidades. Suscita en mí una cierta vitalidad, un bienestar. Me
aunque no lo admita, les odio. Este odio no es psicológico, ni revela a mí mismo y me estimula. Por eso le amo.
aún moral, es decir querido. Pero cuánto me gustaría que no El «enemigo» por el contrario estimula en mí emociones que
existieran. Su desaparición, su muerte, me parecería una libe- no quiero considerar: agresividad, celos, miedo, falsa dependen-
ración. cia, odio, todo lo que del mundo de las tinieblas hay en mí.
Es natural que en una comunidad se den aproximaciones de Mientras no acepte ser una mezcla de luz y tinieblas, de cuali-
sensibilidades tanto como bloqueos entre sensibilidades distintas. dades y defectos, de amor y odio, de altruismo y egocentrismo, de
Unas por inmadurez de la vida afectiva y por cierta cantidad de madurez e inmadurez, sigo dividiendo el mundo en «enemigos» (los
elementos de nuestra infancia sobre los que no tenemos ningún «malos») y en «amigos» (los «buenos»), continúo alzando barreras
control. No hay por qué negarlo. en mí y fuera de mí extendiendo prejuicios.
Si nos dejamos guiar por nuestras emociones, pronto se harán Cuando acepte que tengo debilidades y defectos y también que
clanes en el interior de la comunidad. Entonces no habrá una puedo progresar hacia la libertad interior y un amor más verda-
comunidad sino grupos de personas más o menos cerradas sobre dero, entonces podré aceptar los defectos y debilidades de los
sí mismas y bloqueadas las unas por las otras. Cuando se entra en demás; también ellos pueden progresar hacia la libertad del
algunas comunidades se notan estas tensiones y luchas subterrá- amor. Puedo mirar a todos los hombres con realismo y amor.
neas. Las personas no se miran de frente. Cuando se cruzan en Todos somos personas mortales y frágiles pero con esperanza,
los pasillos, son como barcos en la noche. Una comunidad no es pues podemos crecer.
comunidad más que cuando la mayoría de sus miembros han
decidido conscientemente romper esas barreras y salir del capullo
de «amistades» para tender la mano al «enemigo». El perdón en el corazón de la comunidad
Pero esto es un largo camino. Una comunidad no se hace en
un día. En realidad, nunca está hecha, sino siempre en progre- ¿Podemos aceptarnos a nosotros mismos con nuestras tinie-
sión hacia un amor más grande, o en regresión. blas, debilidades, faltas, y miedos sin la revelación de que Dios
nos ama? Cuando se descubre que el Padre envió a su hijo único
El enemigo me da miedo. Soy incapaz de escuchar su grito, de no para juzgarnos ni condenarnos sino para sanarnos, salvarnos y
responder a sus necesidades; sus actitudes agresivas y dominado- guiarnos por los caminos del amor; cuando se descubre que ha
ras me aplastan. Le huyo o me gustaría que desapareciera. venido para perdonarnos porque nos ama en las profundidades de
En realidad, tengo que tomar conciencia de mi debilidad, de nuestro ser, entonces nos podemos aceptar a nosotros mismos.
mi falta de madurez, de una pobreza en mi interior. Y esto es lo Hay una esperanza. No estamos encerrados para siempre en una
que rehuso entender. Los defectos que critico en los otros son a prisión de egoísmo y tinieblas. Es posible amar. Así es posible
menudo mis propios defectos a los que me niego a mirar a la aceptar a los otros y perdonar.
cara. Los que critican a los otros y a la comunidad y buscan la Mientras que yo no vea en el otro más que las cualidades que
comunidad ideal, corren el peligro de huir del reconocimiento de reflejan a las mías, no hay crecimiento posible; la situación será
sus propios defectos y debilidades. Rechazan su sentimiento de estática y se romperá tarde o temprano. Una relación entre
insatisfacción, su herida. personas no es auténtica y estable más que cuando se funda en la
El mensaje de Jesús es claro: «Pero, en cambio, a vosotros que aceptación de las debilidades, el perdón y la esperanza de un cre-
me escucháis os digo: Amad a vuestro enemigo, haced el bien a los cimiento.
que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os Si el punto álgido de la vida comunitaria es la celebración, su
injurien. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra... Si corazón es el perdón.
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11. La comunidad es el lugar del perdón. A pesar de la confian/a
empezar simplemente por reconocer nuestros bloqueos, nuestros
que puedan tener unos con otros, hay siempre palabras que
celos, nuestra forma de compararnos, nuestras preguntas, y
hieren, actitudes que ponen en evidencia, situaciones donde se
nuestros odios más o menos conscientes y reconocernos como
estrellan las susceptibilidades. Por eso, vivir juntos implica llevar
somos. Y pedir perdón al Padre. Y después es bueno hablar con
una cruz, un esfuerzo constante y una aceptación que es el perdón un hombre de Dios que nos puede hacer comprender, quizá, lo
mutuo de cada día. Pablo dice: «En vista de esto, como elegidos que está pasando, confirmarnos en nuestro esfuerzo de rectitud y
de Dios, consagrados y predilectos, vestios de ternura entrañable, ayudarnos a descubrir el perdón de Dios.
de agrado, humildad, sencillez, tolerancia; conllevaos mutuamente Una vez que hemos reconocido que la rama está torcida, que
y perdonaos cuando uno tenga queja contra otro; el Señor os ha estamos bloqueados por la antipatía, se trata de dirigir los esfuer-
perdonado, haced vosotros lo mismo. Y, por encima, ceñios el zos hacia la lengua, evitando dejarla libre para que siembre ciza-
amor mutuo, que es el cinturón perfecto. Interiormente la paz de ña, que no indague las faltas y errores de los demás y se regocije
Cristo tenga la última palabra; a esta paz os han llamado como cuando constata que se han equivocado. La lengua es uno de los
miembros de un mismo cuerpo. Sed también agradecidos» (Col. 3, órganos más pequeños, pero que puede sembrar la muerte. Para
12-15). esconder nuestros propios defectos, engrandecemos los de los
demás. «Se» han equivocado. Cuando aceptamos los defectos
Bastantes personas van a una comunidad para encontrar algo, propios, nos es más fácil aceptar los de los demás.
pertenecer a un grupo dinámico y tener un estilo de vida cercano
al ideal. Al mismo tiempo hay que tratar lealmente de ver las cualida-
Si entran en una comunidad sin saber que se va para descu- des del «enemigo». ¡También tendrá alguna! Pero como tengo
brir el misterio del perdón, enseguida se desengañarán. miedo de él, también él lo tendrá de mí. Si yo estoy bloqueado
también lo estará él. Cuando dos personas se tienen miedo es difí-
cil que se puedan descubrir mutuamente las cualidades. Es nece-
Sed pacientes sario un mediador, un reconciliador, un artesano de la paz, una
persona en quien se tenga confianza, y que se entienda con el ene-
'No somos dueños de nuestras sensibilidades, atracciones y re- migo. Si confío a esta tercera persona mis dificultades, ella podrá
pulsas que nacen en lo más profundo de nuestro ser, allí donde ayudarme a descubrir las cualidades del «enemigo» o al menos a
tenemos más o menos el control. Todo lo que podemos hacer es comprender mis actitudes y mis bloqueos y después de haber visto
esforzarnos en no seguir esas pendientes que constituyen las ba- sus cualidades, podré algún día utilizar mi lengua para hablar
rreras en el interior de la comunidad. Será preciso esperar a que bien de él. Será un largo camino que terminará en un gesto final,
el Espíritu Santo venga a perdonar, purificar y podar las ramas pediré al enemigo antiguo un consejo o un servicio. El que se nos
un poco torcidas de nuestro ser. Nuestra sensibilidad desde pida un consejo o un servicio impacta mucho más que el hecho de
nuestra infancia se ha formado a base de miles de miedos y egoís- que se nos preste un servicio o se nos haga algún bien.
mos; también está hecha por los gestos de amor y el don de Dios. Durante todo este tiempo, el Espíritu Santo puede ayudarnos
Es una mezcla de tinieblas y luz. En un día no se podrá rectificar a orar por el «enemigo» para que también crezca como Dios
esa sensibilidad porque exige mil purificaciones y perdones, es- quiere, para que un día pueda realizarse el gesto de reconci-
fuerzos cotidianos y sobre todo el don del Espíritu que nos reno- liación.
vará en el interior. El Espíritu Santo vendrá un día para liberarme de este
bloqueo de antipatía o puede ser también que me deje seguir con
Transformar poco a poco nuestra sensibilidad para poder em- esta espina en mi carne que me humilla y me obliga a hacer cada
pezar a amar realmente al enemigo es un trabajo de larga dura- día nuevos esfuerzos. No se trata de inquietarse por los malos sen-
ción. Tenemos que ser pacientes con nuestras sensibilidades y timientos y aún menos de sentirse culpable. Se trata de pedir
miedos, misericordiosos con nosotros mismos. Para dar este paso perdón a Dios como niños pequeños y seguir andando. Si el cami-
hacia la aceptación y el amor al otro, a todos los demás, hay que no es largo, no hay que desanimarse. Uno de los papeles de la
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12. vida comunitaria es justamente el de ayudarnos a continuar
ruta con esperanza, el aceptarnos tal como somos y aceptar a , 1. (Flp. 2, 1-2). «En el grupo de los creyentes todos pensaban y
otros como son. V sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie consideraba
La paciencia, como el perdón, está en el corazón de la vid^ ^ suyo nada de lo que tenía (Hch. 4,32).
común: paciencia con nosotros mismos y las leyes de nuestro 0 Esta atmósfera de alegría proviene del hecho de que cada uno
cimiento, y paciencia con los demás. La esperanza comunitaria ^ se siente libre de ser él mismo en lo que tiene de más profundo.
funda en la aceptación y el amor de la realidad de nuestro se,A No hay necesidad de representar ningún papel, de intentar ser
del de los otros, y en la paciencia y confianza necesarias par^ ^ mejor que los otros, de tratar de hacer proezas, para ser amado.
crecimiento. ^i Ha descubierto que se le ama por sí mismo y no por sus capaci-
dades intelectuales o manuales.
Cuando alguien empieza a quitar las barreras y los miedos que
Confianza mutua le impedían ser uno mismo, se simplifica. La sencillez es precisa-
mente ser uno mismo sabiendo que los otros nos quieren tal como
En el corazón de la comunidad está esta confianza mutua fl somos. Es saberse aceptado con sus cualidades, sus defectos en su
unos en otros, nacida del perdón cotidiano y de la aceptación 3 persona profunda.
nuestras debilidades y pobrezas. Pero esta confianza no nace ^ ^
un día. Por eso hace falta tiempo para formar una vida comunit ^ Cada vez más descubro que la gran dificultad para muchos de
ría. Cuando alguien entra en una comunidad, representa siemp^ los que vivimos en comunidad es la falta de confianza en nosotros
un papel porque quiere ser lo que los otros esperan de él. Poco ^ mismos. Tenemos la impresión de que en el fondo de nuestro ser
poco descubre que los demás le quieren tal como es y que c o n f í ^ no somos amables y que si los demás nos vieran tal como somos,
en e'í. Pero ía confianza es una cosa que se debe probar y siemp^ nos rechazarían. Se tiene miedo a todo lo que en nosotros hay de
acrecer. tinieblas, a nuestras dificultades sobre el plan de vida afectiva o
Los casados jóvenes puede ser que se quieran mucho pero e$ de la sexualidad. Se tiene miedo de no poder amar verdadera-
amor a veces es un elemento superficial y excitante ligado al de s mente. Pasamos deprisa de la exaltación a la depresión, pero ni
cubrimiento que se acaba de hacer. El amor es, sin duda, m¿L una ni otra son expresión de lo que en verdad somos. ¿Cómo con-
profundo entre los esposos mayores que han vivido pruebas junt^ vencernos de que nos aman en nuestra pobreza y debilidad y que
y saben que el otro será fiel hasta la muerte. Saben que nad nosotros también somos capaces de amarnos?
puede romper su unión. Este es el secreto del crecimiento en comunidad. ¿No viene de
Igual pasa en nuestras comunidades; hay en ellas a menud^ un don de Dios que pasa a través de los otros? Cuando poco a
sufrimientos, dificultades muy grandes y tensiones que han puest^ poco se descubre que Dios y los otros tienen confianza en nos-
a prueba la fidelidad que hace crecer la confianza. Una comuna otros, es más fácil tener confianza en uno mismo y hacer crecer
dad donde existe una verdadera confianza mutua es una comunü nuestra confianza en los demás.
dad inquebrantable.
Vivir en comunidad es descubrir y amar el secreto de la perso-
La comunidad no es simplemente un grupo de personas qu e na, en lo que es única. Es así como se llega a ser libre. Entonces
viven juntas y se quieren, es una corriente de vida, un corazón, u^ no se vive según el deseo de los demás o representando una come-
alma, un espíritu. Son personas que se quieren entre sí mucho y dia sino a partir de la llamada profunda de su persona,
que están inclinadas hacia la misma esperanza. De ahí la atmós, haciéndose libre para descubrir la persona profunda del otro.
fera particular de alegría y acogida que caracteriza a la verdadera,
comunidad. «Entonces, si hay un estímulo en Cristo y un aliento "
en el amor mutuo, si existe una solidaridad de espíritu y un carü El derecho a ser uno mismo
ño entrañable, hacedme feliz del todo y andad de acuerdo, te-
niendo un amor recíproco y un interés unánime por la unidad» Siempre he querido escribir un libro que se llamara: El dere-
cho a ser malo, aunque con más justificación se podría llamar: El
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13. derecho a ser uno mismo. Una de las grandes dificultades de la
vida en común consiste en que a veces se obliga a los demás a ser vivir toda su vida con esas represiones y barreras. Son también
lo que no son; se les recubre de un ideal al que han de conformar- hijos de Dios y Dios puede actuar por ellos, con ellos y sus nervios,
se. Si no llegan a identificarse con la imagen que se han hecho los para bien de la comunidad. También han de ejercer su don. No
demás de ellos, temen que no les quieran o por lo menos decep- psiquiatricemos demasiado las cosas y mediante el perdón de
cionarlos. Si lo consiguen, se creen perfectos. Sin embargo, en cada día ayudémonos los unos a los otros a aceptar esos nervios y
una comunidad no se persigue el tener gente perfecta, sino que esas barreras. Es la mejor manera de que se disuelvan.
esté formada por personas unidas unas a otras, cada una
compuesta de una mezcla de bien y mal, de tinieblas y luz, de
amor y odio. La comunidad es la tierra en la que cada uno puede Llamados a vivir juntos tal como somos
crecer sin miedo hacia la liberación de las formas de amor que
hay escondidas en él. Pero no puede haber crecimiento si no se re-
conoce una posibilidad de progreso y que hay muchas cosas en En las comunidades cristianas, parece que Dios se complace
nuestro interior para purificar, tinieblas que han de transformar- en hacer vivir juntas a personas humanamente muy distintas, que
se en luz y miedos que han de convertirse en confianza. proceden de culturas, clases y países diferentes. Las comunidades
En la vida en común a menudo se espera demasiado de las más hermosas lo son justamente por esa gran diversidad de perso-
personas impidiéndoles reconocerse y aceptarse tal como son. Rá- nas y temperamentos, ló que obliga a cada uno a saltar por
pidamente se les juzga y clasifica en categorías, obligándolas a es- encima de sus simpatías o antipatías para querer al otro con sus
conderse tras una máscara. Pero, tienen el derecho a ser malas, a diferencias.
estar entenebrecidas por dentro, a tener rincones endurecidos en Esas personas nunca hubieran escogido vivir con las otras.
el corazón donde se esconden los celos y hasta el odio. Los celos, Humanamente parece un desafío imposible pero eso es precisa-
las inseguridades son naturales; no son «enfermedades vergonzo- mente lo que les da la certeza de que ha sido Dios quien les ha es-
sas», sino que pertenecen a nuestra naturaleza herida. Esa es cogido para vivir en esa comunidad. Lo imposible se convierte
nuestra realidad. Hay que aprender a aceptarlas, &. vivir con ellas entonces en posible. Esas personas no se apoyan en sus capacida-
sin dramatizar, y poco a poco, aprendiendo a perdonar, caminar des humanas o en sus simpatías sino en el Padre que les ha con-
hacia la liberación. vocado a vivir juntas y que poco a poco les dará un corazón nuevo
En algunas comunidades he visto que algunos de sus miembros y un espíritu nuevo para que sean testigos del amor. En efecto,
vivían una especie de culpabilidad inconsciente; tienen la impre- cuanto más humanamente imposible sea, más aparecerá como un
sión de que no son lo que deberían ser, y necesitan que se les con- signo de que el amor viene de Dios y de que Jesús sigue vivo: «En
firme y se les reafirme en la confianza. Hay que hacerles sentir esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a
que pueden compartir su debilidad sin que se les rechace. otros» (Jn. 13,35).
Jesús eligió para vivir con él en la primera comunidad de
En todos nosotros hay una parte que ya está iluminada, con- apóstoles, hombres profundamente diferentes: Pedro, Mateo (el
vertida. Hay también otra aún en tinieblas. Una comunidad no se publicano), Simón (el celóte), Judas... Nunca hubieran ido
compone sólo de necesidad de ser transformados, purificados, po- juntos, si el Maestro no les hubiera llamado.
dados. También se compone de «no convertidos».
No hay que buscar la comunidad ideal. Se trata de amar a los
Hay personas psicológicamente muy heridas, que arrastran que Dios ha puesto a nuestro lado hoy; ellos son signos de la pre-
verdaderas represiones y nerviosismos profundos. Terriblemente sencia de Dios para nosotros. Nosotros .hubiéramos querido per-
dañados en su infancia, se han rodeado, para defender su vulne- sonas distintas, más alegres o más inteligentes, pero esas son las
rabilidad de enormes barreras. que Dios nos ha dado, las que ha escogido para nosotros, y es con
No se trata de enviarlos siempre al psiquiatra, ni de empujar- ellas como debemos crear la unidad y vivir la alianza.
les a hacer una psicoterapia. Muchas personas están llamadas a
Cada vez estoy más impactado por la cantidad de gente insa-
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14. tisfecha de su comunidad. Cuando son pequeñas, querrían que
fueran numerosas para estar más apoyados, para tener más acti- Compartir tu debilidad
vidades comunes, para celebrar liturgias más bonitas y mejor pre-
paradas. Cuando están en comunidades grandes, sueñan con las El otro día, Colleen, que vive en comunidad desde hace más
pequeñas comunidades ideales. Los que tienen mucho que hacer de 25 años, me decía: «Siempre he intentado ser transparente en
suspiran por grandes momentos de oración; los que tienen mucho la vida en común. Sobre todo he querido evitar el ser un obstáculo
tiempo, se aburren y buscan alocadamente cualquier tipo de acti- al amor de Dios a los otros. Ahora estoy empezando a descubrir
vidad que dé un sentido a su vida. ¿No sueñan todos con esa co- otra cosa: que soy un obstáculo y que lo seré siempre. ¿No será la
munidad ideal, perfecta, donde haya una paz plena, una perfecta vida en común un reconocer que soy un obstáculo, compartirlo
armonía, con un equilibrio entre lo interior y lo exterior, donde con mis hermanos y hermanas y pedir perdón por ello?»
todo sea alegría? No existe la comunidad ideal. La comunidad se compone de
personas con sus valores y también con sus debilidades y su
Es difícil hacer entender que el ideal no existe, que el equili-
pobreza que se aceptan mutuamente y se perdonan. Más que la
brio personal y la armonía soñada no se dan hasta después de
perfección y el sacrificio, el fundamento de la vida en común es la
años y años de luchas y sufrimientos y que incluso puede que no
humildad y la confianza.
surjan más que como toques de gracia y paz. Si se busca siempre
el equilibrio propio, aún más, si se busca demasiado la propia
paz, nunca se llegará a la paz que da el fruto del amor y del ser- Aceptar nuestras debilidades y las de los demás es todo lo con-
vicio a los demás. A muchos miembros de comunidades que trario de la afectación. No es una aceptación fatalista, sin espe-
buscan ese ideal inaccesible, yo les diría: «No busques más la paz, ranza, sino que es esencialmente un hecho de verdad para no caer
pero allí donde estés, da paz; deja de mirarte para mirar a tus en la ilusión y poder crecer a partir de lo que se es y no de lo que
hermanos que pasan necesidad. Sé cercano a los que Dios te ha se podría ser, o de lo que los otros querrían que fuera. Esto no
dado hoy. Pregúntate muchas veces cómo puedes hoy amar a tus ocurre más que cuando se es consciente de lo que se es y de lo que
hermanos y hermanas. Entonces encentrarás la paz; encontrarás son los demás, con nuestros valores y debilidades, de la llamada de
el reposo y ese equilibrio que buscas entre lo interior y lo exterior, Dios y de la vida que nos da para que construyamos algo juntos.
entre la oración y la acción, entre el tiempo para ti y el tiempo El valor de la vida debe surgir de la realidad de lo que somos.
para los demás. Todo se resolverá en el amor. No es necesario
perder el tiempo persiguiendo una comunidad perfecta. Vive en Cuanto más profunda se hace una comunidad más se convier-
tu comunidad plenamente hoy. Deja de ver los defectos que tiene ten sus miembros en frágiles y sensibles. Algunas veces se podría
(y gracias que los tiene); mira más tus propios defectos y piensa creer lo contrario ya que si los miembros tienen tal confianza, los
que estás perdonado y que puedes a tu vez perdonar a los otrds y unos en los otros, podrían ser cada vez más fuertes. Eso es cierto
entrar hoy en la conversión del amor». pero no descarta esa fragilidad y sensibilidad que son la raíz de
una nueva gracia que hace que sean dependientes unos de otros.
Algunas veces es más fácil oír los gritos de los pobres que Amar es convertirse en débil y vulnerable; es levantar las barreras
están lejos que los de los hermanos y hermanas de la comunidad. y romper los caparazones; es dejar que los otros entren en mí y
Nada hay más digno de gloria que la respuesta al grito del que hacerse delicado para entrar en ellos. El encuentro de la unidad
está a mi lado día a día y que me molesta. es la interdependencia.
El otro día, Didier lo explicaba a su manera en el curso de un
encuentro: «Una comunidad se construye como una casa: con
Puede ser que no se pueda responder a los gritos de los demás
piedras de distintos tipos. Pero lo que mantiene a las piedras
más que cuando se haya reconocido y asumido el grito de la
juntas es el cemento, que está formado de arena y cal, elementos
propia herida. tan frágiles que un golpe de viento los dispersa. Igual en la comu-
nidad; lo que nos une, nuestro cemento, está hecho con lo que en
nosotros es más frágil y pobre».
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15. La comunidad se hace con delicadeza mutua en lo cotidiano.
Se hace con pequeños gestos, servicios y sacrificios que son seña- para que no haya divisiones en el cuerpo y los miembros se preocu-
les constantes del «te quiero» y «estoy contento de estar contigo». pen igualmente unos de otros. Así, cuando un órgano sufre, todos
Consiste en dejar el primer puesto al otro, no tratar de demostrar sufren con él; cuando a uno lo tratan bien, con él se alegran todos»
en una discusión que se tiene razón; es tomar sobre sí las cargas (1 Cor. 12,22-26).
pesadas para aliviar al vecino. Y en este cuerpo, «según el regalo que Dios nos haya hecho: si
es la predicación inspirada, ejérzase en proporción a la fe; si es el
Si vivir en comunidad consiste en quitar las barreras que pro- servicio, dedicándose a servir; si es el que enseña, a enseñar; si es
tegen nuestra vulnerabilidad para reconocer y acoger las debilida- el que exhorta, a exhortar. El que contribuye, hágalo con esplen-
des propias con el fin de crecer, es normal que los miembros didez; el encargado con empeño; el que reparte la asistencia, con
separados de sus comunidades se sientan terriblemente vulnera- simpatía» (Rom. 12, 6-8).
bles. Las personas que viven todo su tiempo en las luchas de la El cuerpo que es la comunidad debe actuar e irradiar por obra
sociedad están obligadas a crear a su alrededor caparazones que del amor, la acción del Padre; a la vez debe ser un cuerpo que ora
escondan su vulnerabilidad. y un cuerpo de misericordia para sanar y dar la vida a los que
A veces ocurre que personas que habían permanecido largo están angustiados, sin esperanza.
tiempo en una comunidad del Arca al volver a sus familias, des-
cubren en sí cantidad de agresividades. Creían que no las tenían.
Empiezan entonces a dudar de su llamada y de su verdadera per-
sonalidad. Estas agresividades son normales. Estas personas Ejercer el propio don
habían suprimido algunas barreras, pero no se puede vivir vulne-
rable con quienes no respetan esa vulnerabilidad. Utilizar cada uno su don es construir la comunidad. No ser
fiel al don es dañar a toda la comunidad y a cada uno de sus
miembros. Es pues, importante que cada cual conozca su don, lo
La comunidad es un cuerpo vivo ejerza y se sienta responsable de su crecimiento; que los demás le
reconozcan ese don y que dé cuentas de cómo lo utiliza. Los
San Pablo habla de la Iglesia, de la comunidad de los fieles, demás tienen necesidad de ese don y por lo tanto tienen también
como un cuerpo, el cuerpo místico. Cualquier comunidad es un el derecho a saber cómo se ejerce, animando al poseedor a
cuerpo en el que nos pertenecemos los unos a los otros. El senti- aumentarlo y a ser fiel a él. Todo el que siga su don, encuentra su
miento de pertenencia nos viene no de la carne ni de la sangre lugar en la comunidad, convirtiéndose no sólo en útil sino en
sino de la llamada de Dios: cada uno somos llamados personal- único y necesario para los otros. Así es cómo se desvanecen las ri-
mente a vivir juntos, a formar parte de la misma comunidad, del validades y los celos.
mismo cuerpo. Esta llamada es el fundamento de nuestra decisión
a comprometernos unos con otros y para los otros, llegando a ser Elizabeth O'Connor en su libro El octavo día de la creación
responsables los unos de los otros. «Porque en el cuerpo que es nos da ejemplos impactantes de esta doctrina de san Pablo. Cuenta
uno, tenemos muchos miembros, pero no todos tienen la misma la historia de la señora vieja que entró en la comunidad. Un
función; lo mismo nosotros con ser muchos, unidos a Cristo, for- grupo de personas intentaba hacerla discernir cuál era su don,
mamos un solo cuerpo y respecto de los demás, cada uno es pero a ella le parecía que no tenía ninguno. Unos y otros insistían
miembro» (Rom. 14, 4-5). reconfortándola: «tu presencia es tu don», aunque ella no estaba
Y en este cuerpo cada uno desempeña un papel: «no puede el satisfecha. Algunos meses más tarde descubrió su don que consis-
ojo decirle a la mano: no me haces falta», dice san Pablo, el oído tía en presentar ante Dios, en una oración de intercesión, a cada
y el ojo completan al olfato... «Los miembros que parecen de uno de los miembros de la comunidad. Cuando les hizo partícipes
menos categoría son los más indispensables... Dios combinó las a los otros de su descubrimiento, encontró su sitio en la comuni-
partes del cuerpo procurando más cuidado a lo que menos valía,
3
O'CONNOR, E.: Eigt Day ofCreation, Word Books Editor, Waco, Texas.
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16. dad. Los demás sabían que siempre necesitaban de ella y de su
oración para ejercer mejor sus propios dones.
Después de leer este libro, estuvimos discutiendo en El Arca lo tiana debe saber que no solamente los débiles necesitan de los
poco que hablábamos sobre nuestros dones para ayudarnos fuertes, sino también que los fuertes no pueden prescindir de los
débiles. La eliminación de los débiles encierra la muerte de la co-
mutuamente a construir la comunidad, lo poco conscientes que
munidad» 4 .
éramos de depender verdaderamente los unos de los otros y lo
poco que nos animábamos a ser fieles a nuestro don.
El don es lo que se aporta a la comunidad para edificarla,
para construirla. Si no se es fiel, habrá un fallo de construcción.
Los celos son un azote que destruye la comunidad. Provienen
San Pablo insiste sobre el lugar de los dones, carismáticos en
de los que ignoran sus propio don o de los que no creen bastante
el edificio. Hay algunos ligados más directamente a una cualidad
en él. Si estuviéramos convencidos de nuestro propio don, no ten- del amor. Bonhoeffer en su libro Vida en comunidad habla de
dríamos celos del de los demás que siempre nos parece mejor. distintos ministerios necesarios a la comunidad: el de retener la
lengua, el de la humildad, el de la dulzura, el de saberse callar
Bastantes comunidades forman (¿deforman?) a sus miembros cuando nos critican, el de la escucha, el de estar siempre dispuesto
intentando que todos se parezcan, como si eso fuera una cua- a hacer un servicio en las pequeñas cosas de la vida, el de soportar y
lidad, basada en la abnegación. Están fundadas en la ley, en llevar a los hermanos, el de perdonar, el de proclamar la palabra,
el reglamento. Por el contrario, hace falta que cada uno crezca en el de decir la verdad y por último, el ministerio de la autoridad.
el ejercicio de su don para construir la comunidad, volverla mejor
y más dimanante, como signo del reino. El don no está necesariamente unido a una función. Puede
No hay que mirar únicamente el don más externo, el talento. que exista una cualidad del amor animando una función, como
Hay algunos escondidos, latentes, mucho más profundos, ligados* puede que haya una cualidad del amor manifestada en la comuni-
a los dones del Espíritu Santo y al amor, que están llamados dad fuera de cualquier función. Hay quien tiene el don de sentir
también a florecer. inmediatamente y vivir el sufrimiento del otro; es el don de la
compasión. Otros tienen el don de notar cuando algo va mal y
Algunas personas tienen talentos excepcionales: son escrito- pueden poner enseguida el dedo en la llaga: es el de discerni-
res, artistas o administradores competentes. Estos talentos pueden miento. Otros tienen el don de la luz y ven claro en todo lo que
convertirse en don. Pero a veces la personalidad de esa persona atañe a las opciones fundamentales de la comunidad. Otros
está tan implicada en su actividad que esos talentos los ejerce más tienen el don de animar y crear una atmósfera propicia a la ale-
o menos para su gloria o con un deseo de afirmarse o de poder. gría, al descanso y al crecimiento profundo de cada uno. Otros
En ese caso, es mejor no ejercer esos talentos en comunidad. JEs tienen el don de discernir el bien de las personas y de sostenerlas.
preciso descubrir un don más profundo. Otros están por el con- Otros tienen el de la acogida. Cada uno tiene su don y debe poder
trario demasiado flexibles y receptivos o su personalidad puede ejercerlo para bien y crecimiento de todos.
estar menos formada o cuajada. Deben utilizar su competencia Pero hay también lo más íntimo del corazón de la persona
como un don al servicio de la comunidad. su unión profunda y secreta con Dios, su esposo, que corresponde
a su nombre secreto y eterno. Estamos hechos para alimentarnos
«En la comunidad cristiana todo depende de que cada cual los unos de los otros (cada uno es una especie distinta de alimen-
llegue a ser un eslabón indestituible de una cadena. Sólo allí to) pero sobre todo estamos hechos para vivir esa relación única
donde hasta el eslabón más pequeño engrana con firmeza, la ca- con nuestro Padre y su hijo Jesús. El don es como el reflejo en la
dena se vuelve irrompible. Una comunidad que permite la exis- comunidad de esa unión secreta; deriva de ella y la prolonga.
tencia de miembros que no se aprovechan se hundirá gracias a
ellos. Por ello será conveniente que a cada cual se le dé también La comunidad es el sitio donde cada uno se siente libre para
un encargo especial para la comunidad, a fin de que en horas de
4
duda sepa que no es inútil ni inservible. Toda comunidad cris- BONHOLHER, D.: Vida en comunidud. La Aurora, Buenos Aires, 1966,
pág.63.
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17. ser él mismo y expresarse, para decir con toda confianza lo qu e
vive y piensa. No todas las comunidades llegan a esto pero e s En una verdadera comunidad, cada persona debe poder pre-
bueno tender a ello. Mientras algunos tengan miedo a expresarse, servar el secreto profundo de su ser que no debe necesariamente
a ser-juzgados o considerados como tontos, a ser rechazados, confiarse a los otros ni compartirse. Hay algunos dones de Dios,
señal es de que aún hay que hacer progresos. En el fondo de Ja algunos sufrimientos, algunas fuentes de inspiración que no
comunidad debe existir una escucha total, un respeto y una ternur^ deben confiarse a toda la comunidad. Cada cual debe poder pro-
que impulse a lo que hay de más bello y verdadero en el otro. fundizar en su conciencia personal; esa es la debilidad y la fuerza
Expresarse no es sólo decir lo que va mal, las frustraciones j , de la comunidad; debilidad porque hay una incógnita, la de la
los enfados —aunque a veces es bueno decirlo—, sino hablar de conciencia personal de cada uno que, por su libertad, puede pro-
las motivaciones profundas y de lo que se está viviendo. A menú. fundizarse en la gratuidad y el don, y por ello construir la comuni-
do es una manera de ejercer el don para sostener a los otros y dad; puede por el contrario, ser infiel al amor, convertirse en un
ayudarles a crecer. egoísta, dimitir y negar a la comunidad; debilidad también
porque si prima totalmente la persona y su unión con Dios y la
verdad, puede, por una nueva llamada de Dios, encontrar otro
El secreto de la persona lugar en la comunidad y no asumir la función que la comunidad
podía estimar más útil, o incluso dejarla físicamente. Los caminos
La comunidad es el lugar donde se crece en la liberación inte- de Dios no son siempre los de los hombres ni los de los responsa-
rior, el lugar del desarrollo de la conciencia personal, de la unión bles. Pero la primacía de la persona es igualmente una fuerza,
con Dios, de la conciencia del amor y de la capacidad del don y pues no hay nada más fuerte que un corazón que ama y que se
de la gratuidad. Nunca puede estar por encima de la persona. Por entrega gratuitamente a Dios y a los otros. El amor es más fuerte
el contrario, la belleza y la unidad de una comunidad provienen que el miedo.
del reflejo de cada conciencia personal luminosa, verdadera,
amante y libremente unida a los otros. Por tres veces en su último discurso a los apóstoles, Jesús pide
Algunas comunidades, que no son verdaderas comunidades que sean uno como son uno él y el Padre. Estas palabras se apli-
sino grupos o sectas, tienden a suprimir la conciencia personal can a menudo a la unidad entre los cristianos de diferentes igle-
para que haya una unidad más grande. Tienden a impedir que la sias, pero ante todo y primeramente se dirigen a la unidad en el
gente piense, que tenga una conciencia personal; a suprimir el se- interior de las comunidades. Hacia esa unidad deben tender las
creto y la intimidad de la persona como si todo lo que está empa- comunidades: «un mismo corazón, una misma alma, un mismo
rentado con la libertal personal fuera contra la unidad del grupo y espíritu».
constituyera una traición. Todos deben pensar lo mismo; se mani- Me parece que hay un don especial que hay que pedir al Espí-
pulan entonces las inteligencias, se lava el cerebro. Las personas ritu Santo, el don de la unidad en toda su profundidad y con
se convierten en autómatas. Esta unidad se basa en el miedo, todas sus implicaciones. Y es verdaderamente un don de Dios al
miedo de uno mismo o de encontrarse solo si se separa de los que se tiene el derecho y el deber de aspirar.
otros, miedo de la autoridad tiránica, miedo de fuerzas ocultas y Este don de la comunidad, el don de la unidad, proviene de lo
represalias. La seducción en las sociedades secretas y en algunas que cada miembro es plenamente, de vivir totalmente el amor y
sectas es muy grande; las personas que no tienen confianza en ejercer su don único y distinto del de los demás. La comunidad es
ellas mismas y que son personalidades débiles se sienten muy se- entonces una, plenamente bajo la acción del Espíritu.
guras ligadas totalmente a otras, pensando lo que ellos piensan, La oración de Jesús es sorprendente. Su visión va más allá de
obedeciendo sin reflexionar, siendo manipulados. El sentimiento lo que los hombres podrían imaginar o desear. La unidad del
de solidaridad se hace cada vez mayor. La personalidad dimite Padre y del Hijo es total, sustancial. Las comunidades deben
frente al poder del grupo del que se hace casi imposible salir. Se tender hacia esa unidad pero no la podían realizar más que en
da como un chantaje latente, porque la persona se compromete el orden místico, por y en el Espíritu Santo. Cuando se está en
de tal manera que no puede romper. la tierra lo que se puede hacer es caminar humildemente hacia
ella.
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18. Cuando dos o tres se reúnen en su nombre, Jesús está presen-
te. La comunidad es signo de esa presencia, signo de la Iglesia.
Muchos de los que creen en Jesús viven más o menos angustiados:
la mujer a causa de su marido, el enfermo en el hospital psiquiá-
trico, los que viven solos..., los demasiado frágiles para vivir con
los otros. Todos pueden poner su esperanza en Jesús. Sus sufri-
mientos son un signo de su cruz, signo de una Iglesia que sufre.
Pero la comunidad que ora y ama es signo de la resurrección.
Mientras haya miedos y prejuicios en los corazones de los Entra en la alianza
hombres habrá guerras y desigualdades estridentes. Para resolver
los grandes problemas políticos primero hay que cambiar los co-
razones. La comunidad es el lugar que permite a los hombres ser
personas, curar y hacer crecer su afectividad profunda, andando
hacia la unidad y la liberación interior. Los temores y los prejui- Reconocer los lugares sagrados
cios disminuyen, la confianza en Dios y en los demás aumenta y
la comunidad puede irradiar y testimoniar un estilo y una calidad Hay quienes entran en la vida comunitaria atraídos por un
de vida que aportarán una solución a los disturbios del mundo. estilo de vida simple y pobre, donde existe el compartir, la acogi-
La respuesta a la guerra es vivir fraternalmente; la respuesta a las da y la primacía de una vida de relación. Algunas veces también
desigualdades es compartir; la respuesta a las desesperaciones es por miedo a las exigencias de la vida en sociedad. Se espera en-
una confianza y una esperanza sin límite; la respuesta a los pre- contrar un completo desarrollo en una vida de espontaneidad y
juicios y al odio es el perdón. celebración. Pero poco a poco descubren que la vida comunitaria
Sí, actuar en favor de la comunidad, es actuar por la humani- no es sólo esto. Para permanecer fiel en ella hace falta aceptar
dad. La paz es actuar por una sola política verdadera, actuar por cierta disciplina, ciertas estructuras y día a día realizar esfuerzos
el Reino de Dios; es actuar por que cada persona pueda gustar y para salir de la concha del propio egoísmo. Descubren también
vivir las alegrías secretas de la unión con lo eterno. que la vida comunitaria no es sin más un estilo de vida —esto no
sería más que un medio para otra cosa— sino que han sido llama-
dos por Dios para llevar a los otros en sus penas y su crecimiento
hacia la liberación, para tomarlos a su cargo. Y esto es exigente.
Y aún más, no se trata simplemente de tomarlos a su cargo y
ofrecerles su atención sino de aceptar ser tomado a cargo él
mismo, de aceptar ser conducido y amado por los otros, de entrar
en una relación de interdependencia, de entrar en suma en una
alianza. Y esto es más difícil, más exigente, ya que implica la re-
velación de las propias debilidades.
Esta evolución hacia una toma de conciencia de la responsabi-
lidad real hacia los otros, una responsabilidad cara a cara, resulta
a menudo bloqueada por el miedo. Es más sencillo quedarse al
nivel de un estilo de vida simpática, donde poder guardar la liber-
tad y las distancias. Pero entonces detiene uno su crecimiento, se
encierra en sus asuntillos y en sus comodidades.
Se entra en una comunidad para ser feliz.
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19. Se permanece en ella para hacer felices a los demás.
otros, con Dios y con los pobres que esperan los frutos de la co-
Para aquellos que llegan a vivir en una comunidad, los prime- munidad. Es un poco lo mismo que sucede en el matrimonio: los
ros tiempos son a menudo idílicos, todo resulta perfecto. Parecen novios reconocen que algo ha nacido entre ellos y que están
incapaces de ver los defectos, no ven más que las cualidades. hechos el uno para el otro desde antes incluso de comprometerse.
Todo es maravilloso, todo es bello; existe la impresión de estar Y hasta que no se percatan de esto no toman la decisión activa de
rodeado de santos, de héroes o de seres excepcionales que son comprometerse en el matrimonio y de permanecer fieles.
todo lo que uno quisiera ser. Así ocurre en la comunidad, todo comienza en este reconoci-
Luego viene la decepción, generalmente unida a un período de miento hecho para la unión. Se revela una mañana al descubrir
fatiga, a un sentimiento de soledad, a la nostalgia, a un fracaso los lazos ya animados, interviene entonces la decisión activa de
inesperado, a una frustración en relación a la autoridad. Durante comprometerse y prometer fidelidad, decisión que debe ser confir-
este tiempo de «depresión» todo se vuelve tinieblas, no se ve más mada por la comunidad.
que los defectos de los otros y de la comunidad; todo irrita. Se Pero atención a no dejar transcurrir mucho tiempo entre el re-
tiene la impresión de estar rodeado de hipócritas que no piensan conocimiento de estos lazos o de la alianza y la decisión. Esto
más que en la ley, en el reglamento, en las estructuras o que, por sería el mejor sistema para errar el tiro y quemar la pólvora en
el contrario, están totalmente desorganizados y son incompeten- salvas.
tes. La vida llega a ser insoportable.
Cuanto más se ha idealizado, en el primer tiempo, a la comu- Henri Nouwen dice que la verdadera soledad, lejos de opo-
nidad y puesto a los responsables sobre un pedestal, tanto más nerse a la vida comunitaria, es el lugar por excelencia en que
grande es el desencanto. Las alturas se han convertido en preci- tomamos conciencia de nuestra unión antes de vivir juntos y en el
picios. Pero si se llega a superar este segundo tiempo, se entra en que descubrimos que la comunidad no es creación de la voluntad
el tercero, que es el del realismo y el del desarrollo verdadero, el humana sino respuesta cristiana en la realidad de nuestra unión.
tiempo de la alianza. Los miembros de la comunidad no son ni Las viejas comunidades saben que a lo largo de los años y en los
santos ni diablos, son personas, cada una de ellas portadora de momentos difíciles, no son ellos los que por la fuerza de su volun-
una mezcla de bien y de mal, de luz y tinieblas, pero cada una de tad detienen los golpes, sino que es Dios el que los ha conservado
ellas con un impulso de crecimiento, cada una vive una esperan- unidos. No se es una comunidad ni porque se tiene un proyecto
za. En este momento nace la unión. La comunidad no se sitúa ni común, ni siquiera porque haya unión de amor sino porque se ha
en las alturas ni en el fondo de los precipicios, está sobre la tierra sido llamado a esta unión por Dios.
y todos están dispuestos a marchar con ella y en ella. Se acepta a
los otros y a la comunidad tal como son; y se afirma la confianza
de que todos juntos pueden crecer hasta conseguir algo más her- Eres responsable de tu comunidad
moso.
El compromiso en una comunidad no es ante todo una activi- Asistí hace unos días a la profesión solemne de las hermanas
dad, como la de uno que se compromete en un partido político o diaconisas de Rueil. La madre priora decía a cada una de las
en un sindicato. Estos tienen necesidad de militantes dispuestos a hermanas que se consagraban a Dios, al tiempo que ponía en su
luchar, que entreguen todo su tiempo y sus energías. cuello una cruz, estas palabras que me interpelaron: «Recibe
Una comunidad es otra cosa. El reconocimiento por parte de ahora esta cruz. Ella es signo de tu pertenencia a Dios en el seno
sus miembros de una llamada de Dios a vivir, a amarse, a orar, a de nuestra comunidad. Esta comunidad es de ahora en adelante
trabajar juntos, y a responder a los gritos del pobre. Y esto está la tuya. Y tú eres responsable con nosotras de su fidelidad».
más en el nivel del ser que del hacer. El compromiso activo en Sí, cada persona es responsable de la fidelidad de la comuni-
una comunidad está más o menos precedido por el conocimiento dad, no solo «los responsables».
de que se esta ya «en casa», de que se forma parte de un mismo
cuerpo, de que se ha entrado juntos en una alianza, entre nos- El sentimiento de pertenencia a un pueblo, la alianza con la
promesa que esta pertenencia implica, están en el corazón de la
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20. vida comunitaria. Pero queda la cuestión: ¿quién es mi pueblo? ayudar y estimular a cada uno a estar más próximo a los dismi-
¿Es sólo aquél a quien quiero, que tiene las mismas opiniones que nuidos y a hacer de esta comunidad una con todos? Una perte-
yo, o es todo aquel para cuyo servicio se ha creado la comunidad? nencia no suprime otra, son una para la otra. No son más que
Me explico. Tres personas comienzan su vida comunitaria en un una pues el amor es esencialmente don, no posesión.
barrio de chabolas, intentan vivir la acogida y una presencia dis-
creta y llena de amor. Han ido allí inspiradas por un amor univer-
Se entra en una comunidad para vivir con los otros, pero
sal, el amor de Jesús; se sienten enviadas, quieren testimoniar el
también y sobre todo para vivir con ellos los fines de la comuni-
amor del Padre, anunciando mediante su vida y presencia la dad, para responder a una llamada de Dios, para responder al
buena nueva del Evangelio. Para estas personas ¿quién es su grito de los pobres. La comunidad aparece entonces como un
pueblo? ¿el grupo del que han salido y que les sostiene espiritual medio de vida en el que se puede crecer y juntos responder a una
y hasta puede ser que materialmente, o las gentes que viven en el llamada.
barrio de chabolas, sus vecinos? ¿Por quién están dispuestas a
dar su vida? Una comunidad no existe nunca para sí misma. Pertenece a
Esta misma cuestión se da en El Arca. ¿La comunidad se ha cualquiera que la exceda, a los pobres, a la humanidad, a la Igle-
compuesto sobre todo de asistentes sanitarios que han venido li- sia, al universo. Es un don, un testimonio a ofrecer a todos los
bremente, con más o menos las mismas motivaciones, o sobre hombres.
todo con las personas subnormales que no han escogido venir, La comunidad no es más que un punto de partida que permite
sino que han sido colocadas ahí? Asistentes y atendidos; se quiere ensanchar el corazón a dimensiones universales. Y no tiene
creer en una comunidad y no en dos. Es verdad en teoría pero en la sentido si no se la considera con sus raíces y con sus prolonga-
realidad ¿no hay una tendencia entre los asistentes de hacer una ciones.
comunidad entre ellos que pueda satisfacerles? Es muy difícil, y
esto exige morir a sí mismo, hacer verdadera comunidad junto con A menudo algunas comunidades se alejan demasiado de sus
los más pobres identificándose con ellos. Cuanto más cerca se está fines. Sus miembros no saben claramente quién es «su pueblo»,
afectivamente de lo que asisten, mayor es el riesgo de alejarse de los no saben a qué gritos han de responder. No saben por qué deben
pobres. No se puede tener el corazón en todo al mismo tiempo. crecer en la luz, en la paz y la santidad. No saben por qué son ellos
Pero se puede ir todavía más lejos. ¿Es necesario limitar la co- llamados a convertirse en fuente de vida para «su pueblo» dolo-
munidad «mi pueblo», a aquellos —asistentes y asistidos— que rido.
viven compartiendo mi mismo techo? ¿No abarca también a mis Algunos tienen miedo de acercarse a las personas angustiadas,
vecinos, las gentes del barrio, los amigos? no quieren arriesgarse a que su corazón salga herido, porque acep-
A medida que una persona crece en el amor, que su corazón tar ser herido, es aceptar un lazo, una alianza. El pobre se con-
se ensancha y que la comunidad en su sentido más restringido vierte así en un pastor que les conduce. Al decir «sí» a los crucifi-
llega a una cierta madurez, la realidad de la comunidad, de «mi cados de este mundo, se dice «sí» al Crucificado. Al decir «sí» al
pueblo» se amplía. Crucificado, se dice «sí» a los crucificados de este mundo. Jesús se
Pero es necesario para ello que cada uno de los que vive en oculta tras el rostro del pobre. Y todo lo que se hace, aún el
comunidad establezca claramente sus prioridades. ¿Debo medir menor gesto de amor al más insignificante de sus hermanos, a
mis energías? ¿A qué debo entregar mi vida? Jesús se le hace. Jesús es el hambriento, sediento, prisionero, ex-
En el caso anterior, de las tres personas que viven en el barrio tranjero, desnudo, enfermo, agonizante. Jesús es el oprimido, el
de chabolas, ¿no es necesario que el grupo al que pertenecen sea pobre. Vivir con Jesús es vivir con el pobre. Vivir con el pobre es
como una fuente, una raíz que les permita estar más en «su vivir con Jesús.
pueblo» en el barrio? No se trata de una lucha de influencia o de
pertenencia. Las raíces están para que las flores y los frutos apa- Me siento dolido por la cantidad de personas que vienen con
rezcan, y en los frutos se encuentran las semillas de mañana. Lo un proyecto concreto a una comunidad. Sus energías están de tal
mismo en El Arca, la unidad de los asistentes, ¿no puede acaso modo galvanizadas por el proyecto que no ven ni la realidad ni a
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