2. INTRODUCCIÓN
La fe católica es cristocéntrica.
Cristo es alfa y omega, el gran
pontífice que ha restablecido la
unión del hombre con Dios
mediante su encarnación, vida,
pasión, muerte, resurrección y
ascensión a los cielos.
A la vez, Cristo nos ha merecido
una elevación (por
participación) a la vida divina.
¿Qué es la vida divina?
3. La vida de la gracia, con las
virtudes sobrenaturales, los
dones y frutos del Espíritu
Santo. Esta vida es más
elevada que aquella de que
gozaron nuestros primeros
padres en el paraíso.
La salvación no es sólo
“rescate”, sino también
santificación. No se trata sólo
de salvarse sino de ser santos.
4. La misericordia divina resplandece en
la encarnación del Verbo y en toda su
obra salvífica y santificadora. Sólo
Cristo es mediador perfecto entre Dios
y los hombres (cfr. 1 Tim 2,5). Pero
Jesús no es un “mediador solitario”, ha
querido hacer partícipes a los
hombres de su mediación. Jesucristo
es el único Redentor, pero ha querido
hacernos partícipes en su obra
salvífica, ¿cómo ser corredentores?
5. Cristo ha querido unir a la Virgen a
su ser y misión de hombre. La
Virgen tiene una presencia activa
en la salvación de sus hijos ella
encomendados.
San Juan Pablo II dijo: “ Nadie en
la historia del mundo ha sido más
cristocéntrico, más cristóforo –
portador de Dios- que Ella. Nadie
ha sido más semejante a Cristo
que Ella” (8-XII-1980)
6. Dios podía salvarnos de diversas
maneras, pero quiso hacerlo de
un modo que seguramente es el
mejor de los posibles. Quiso
asumir nuestra condición
humana y nacer de mujer.
Piensa: ¿Qué es lo que más te
gusta de la creación?
7.
8. Privilegios de la Virgen María
¿Cuáles son?
Su concepción
inmaculada
Su perpetua virginidad
Su maternidad divina
Su asunción en cuerpo y
alma a los cielos
9. Génesis 3,15
La primera profecía referente a María se encuentra en los
capítulos iniciales del Libro del Génesis (3:15): "Pondré enemistad
entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; ella te aplastará la
cabeza y tú estarás al acecho de su talón".
Isaías 7,1-17
Ajaz había abandonado al Señor por Moloc, y había depositado
su confianza en una alianza con Asiria. Isaías le dice: “Pide al
Señor, tu Dios, una señal, o de abajo en lo profundo o de arriba
en lo alto". Ajaz responde con hipocresía: " no la pediré, no
tentaré al Señor", rechazando así declarar su fe en Dios y
prefiriendo la política asiria. Isaías le dice: "El Señor mismo os dará
una señal. He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un
hijo, y será llamado Emmanuel.”
10. Santo Tomás de Aquino dice
“Por el hecho de ser Madre de Dios, la Virgen tiene una
dignidad en cierto modo infinita, a causa del bien infinito
que es Dios. Y en esa línea no puede imaginarse una dignidad
Mayor, como no puede imaginarse una cosa mayor que Dios.
(S. Th I, q. 25 a 6 ad 2).
11. La Santísima Trinidad y María
El Papa León XIII dice que para contemplar
este misterio han sido creados los ángeles en
el cielo y los hombres en la tierra.
A la Santísima Trinidad no la conocieron
Abraham, Moisés, David. La primera que la
conoció fue María, de manera explícita. No la
conocen los musulmanes ni los judíos.
Dios es familia, es un misterio de amor. El
hombre es imagen de Dios porque es un ser
para el amor.
12. Maternidad divina
Jesús nos la dio como
Madre cuando él estaba
en la Cruz (Juan 19,27). Le
dijo a Santa María:
He aquí a tu hijo.
Y a San Juan:
He aquí a tu Madre.
Y nos la dio como Madre
nuestra. Realizamos una
peregrinación bajo sus
cuidados maternos.
13. La Maternidad divina de María
Definición de un dogma
Un día, allá en Oriente, los fieles comenzaron a habituarse a
pronunciar un nombre: Theotókos, que significa “aquella que había
engendrado a Dios”.
Nestorio: monje elevado a la sede patriarcal de Constantinopla, en
el año 428, comenzó a desasosegarse cuando oyó que el pueblo
aclamó a María como Theotókos. No entendía que la Segunda
Persona Divina pudiese asumir una naturaleza humana sin resultar,
de la unión, dos sujetos (o personas) distintos. Decía que a María se
le podía llamar Cristotókos, pero no Theotókos. El escándalo llega
hasta Alejandría y Roma. La cuestión se dirime en el Concilio de
Éfeso (año 431).
15. Ante la definición del dogma de la
maternidad divina
“el pueblo entero de la ciudad de Éfeso, desde
las primeras horas de la mañana hasta la noche,
permaneció ansioso en espera de la resolución...
Cuando se supo que el autor de las blasfemias
había sido depuesto, todos a una voz
comenzaron a glorificar a Dios y a aclamar al
Sínodo, porque había caído el enemigo de la fe.
Apenas salidos de la iglesia, fuimos acompañados
con antorchas a nuestras casas. Era de noche:
toda la ciudad estaba alegre e iluminada”. San Cirilo de
Alejandría, Epistolae, 24 (PG 77, 138).
17. Maternidad espiritual de María
La Virgen es Madre de la Iglesia, es decir, de todos los que
pertenecen a la Iglesia con bautismo de agua, de deseo o de
sangre. Dice San Agustín: La Virgen “es verdadera madre de los
miembros (de Cristo)... por haber cooperado con su amor a que
naciesen en la Iglesia los fieles que son miembros de aquella
Cabeza” (citado en Lumen gentium n. 53).
La maternidad espiritual de la Virgen se concreta también en los
títulos:
Madre de los hombres (en orden a su salvación y
perfeccionamiento).
Madre de la Iglesia (militante, purgante y triunfante).
San Agustín, De s. virginitate 6; PL 40. 399.
18. La Encarnación
Nadie entiende con plenitud lo que significa “el Verbo se hizo
carne”, excepto la Virgen María.
La Encarnación del Hijo hay que entenderla en el marco de una
creación de Dios en el seno de Santa María. “El Verbo se hizo
carne” (Juan 1,14). La naturaleza divina, que era pura y santa, entró
como principio renovador en la línea corrompida de la raza de
Adán.
Jesucristo es el enigma más grande de la historia. Las conclusiones
sobre Jesús dependerán a que se acepte o no la posibilidad de
que la intervención de Dios en la historia.
La anunciación fue la petición que Dios hizo a una criatura para
que le diera su libre consentimiento de ayudarle a incorporarse a la
humanidad.
19. La Encarnación
“El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios –señaló
Juan Pablo II- centro del cosmos y de la historia,
constituye el verdadero horizonte del ser y del actuar
del hombre. A los interrogantes religiosos y morales de
la humanidad, Jesucristo no sólo da una respuesta
sabia, sino que Él en persona se pone como
respuesta decisiva, porque en su misterio de Verbo
Encarnado encuentra luz verdadera el misterio de la
persona humana (...). En el misterio pascual y en el
misterio de nuestra adopción filial, surge, de hecho,
en todo su esplendor la dignidad originaria de la
humanidad”.
20. Ninguna mente mundana podría
haber sospechado jamás que
aquel que hizo al sol necesitara
que lo arroparan; que la Palabra
eterna estaría muda; que la
omnipotencia se vería envuelta
en pañales... nadie habría
sospechado que al venir Dios a
esta tierra se hallara hasta tal
punto desvalido. Y ésta es la
razón por la que muchos no
quieren creer en Él.
21. La Inmaculada Concepción
San Agustín se atrevió a decir: De nada hubiera
servido a María la maternidad corporal si no
hubiera concebido primero a Cristo, de manera
más dichosa, en su corazón y sólo después en su
cuerpo.
Entre los privilegios de la Virgen María destaca el
de su Inmaculada Concepción. La palabra
inmaculada viene del latín:
In = sin; mácula = mancha. No tiene la mancha
del pecado original.
22. La concepción es el momento en el cual Dios crea el alma
y la infunde en la materia orgánica procedente de los
dos padres. Es el momento en que comienza la
vida humana.
María es la “llena de gracia” desde su concepción.
Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se trata
de la concepción de Jesús quien, claro está, también fue
concebido sin pecado.
Es aquel misterio de María por el que reconocemos que
fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original,
desde el primer instante de su concepción, por singular
gracia y privilegio de Dios.
23. ¿Qué significa inmaculada
concepción?
Que María no tiene el pecado original, que nunca lo ha tenido,
que ha sido pura desde que su madre la concibió. ¿Por qué? En
previsión de los méritos de Cristo. En su amor eterno, Dios eligió ese
momento desde la eternidad. Ni el pecado original, ni todas las
culpas personales han podido disuadir al Padre Eterno de este plan
de amor. Eligió a su Madre del pueblo al que, desde siglos, había
confiado particularmente sus misterios y promesas. La eligió de la
estirpe de David. La eligió de estirpe real y al mismo tiempo de
entre la gente pobre.
El privilegio de la Inmaculada Concepción fue reconocido por la
Iglesia desde sus comienzos, pero fue definido como dogma de fe
el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX en ala Bula Ineffabilis
Deus.
24. Angelus: “Y habitó entre nosotros”.
Él sigue habitando entre nosotros. “Ya ves la
casa en que habito: el Tabernáculo. Aquí os
espero. La gente del mundo tiene sus días para
recibir; para Mí, todos los días son días de
recepción... Y conmigo, nada falta: ni el
banquete, ni el espíritu, ni el afecto, ni los regalos
de mi gracia. Os recibo sin haceros esperar,
pues soy Yo el que os espera... Yo tengo otra
casa: vuestra alma, cuando vivís en gracia, pues
la gracia soy Yo... ¿Te imaginas lo que es
‘sentirse en su propia casa’ en un alma?” (Él y yo,
Gabriela Bossis, n. 8, Cuaderno 5).
25. Virginidad de María
La virginidad de María consiste en tres principios:
a) Concibió a su Hijo por obra del Espíritu Santo, conservando
íntegra su virginidad;
b) dio a luz conservando íntegra su virginidad;
c) después del nacimiento de Cristo permaneció
perpetuamente virgen.
El concepto de virginidad tiene 3 aspectos:
a) simple integridad somática;
b) su voluntaria conservación;
c) las razones o sentido que se da a esa conservación.
26. Sentido de este privilegio
No era conveniente que Cristo
tuviera un padre humano, puesto
que ya tenía un Padre Divino.
Siendo el que nace el Verbo de Dios,
era conveniente que su nacimiento
temporal imitase la incorruptibilidad
de su nacimiento eterno. El Verbo
que venía a curar todos nuestros
males no podía, al nacer, lesionar a
su Madre.
27. Cooperación de María
María no fue un instrumento pasivo, sino que al abrazar de todo
corazón y sin entorpecimiento de pecado, la voluntad salvífica de
Dios, se consagró totalmente como Esclava del Señor, a la persona
y a la obra de su Hijo, para servir con diligencia al Misterio de la
redención. La concepción de Cristo se realizó en el instante en que
se realiza la unión hipostática. “La Virgen María, que al anuncio del
ángel recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la
Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera Madre
de Dios y del Redentor” (Constitución “Lumen gentium”, n. 53). Está
unida a Dios con vínculo estrecho e indisoluble. “Pero también está
unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres, que necesitan
de la salvación”.
29. La Asunción de María
San Juan Damasceno (siglo VII) fue un Padre de la Iglesia que
amaba tanto las Escrituras que se trasladó a Jerusalén, para vivir en
el ambiente en que se escribieron. Este santo dice: “Convenía que
aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad,
conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte;
convenía que aquella que había llevado en su seno al Creador,
hecho niño, habitara en la morada celeste (...): Convenía que
aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su
corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo
contemplase sentado a la diestra del Padre; convenía que la
madre de Dios poseyera lo que corresponde a su hijo y que fuera
honrada como Madre y esclava de Dios por todas las criaturas”.
(Homilía en la dormición de la Virgen: PG 96,742).
30. Muerte o dormición de María
San Juan Damasceno describe así el tránsito de la Virgen: “La Madre
de Dios no murió de enfermedad (...) No murió de ancianidad, porque
no tenía por qué envejecer (...) Ella murió de amor. Era tanto el deseo
de irse al cielo donde estaba su Hijo, que este amor la hizo morir.
Unos catorce años después de la muerte de Jesús, cuando ya había
empleado todo su tiempo en enseñar la religión del Salvador a
pequeños y grandes, cuando había consolado tantas personas tristes y
había ayudado a tantos enfermos y moribundos, hizo saber a los
Apóstoles que ya se aproximaba la fecha de partir de este mundo para
la eternidad.
Los Apóstoles la amaban como a la más bondadosa de todas las
madres y se apresuraron a viajar para recibir de sus maternales labios
sus últimos consejos, y de sus sacrosantas manos su última bendición.
31. Su entierro más parecía una procesión de Pascua que un
funeral. Todos cantaban el Aleluya con la más firme
esperanza de que ahora tenían una poderosísima
Protectora en el cielo, para interceder por cada uno de los
discípulos de Jesús.
En el aire se sentían suavísimos aromas, y parecía escuchar
cada uno armonías de músicas muy suaves.
Pero Tomás, Apóstol, no había alcanzado a llegar a tiempo.
-Pedro -dijo Tomás- no me puedes negar el gran favor de
poder ir a la tumba de mi madre amabilísima y darle un
último beso a esas manos santas que tantas veces me
bendijeron. Y Pedro aceptó.
Se fueron todos hacia su santo sepulcro, y cuando ya
estaban cerca empezaron a sentir de nuevo, suavísimos
aromas en el ambiente y armoniosas músicas en el aire.
Abrieron el sepulcro y en vez de cadáver encontraron una
cantidad grande de hermosas flores.
32. El término “Asunción”
En Mariología la palabra asunción tiene un significado exclusivamente
pasivo y se dice sólo de María, que es la asunta, y no así de Dios que
es el asumente. También podría decirse sin error en un sentido activo
de María, puesto que Ella es asunta al Cielo en virtud de su alma
gloriosa unida a su cuerpo. Pero no es menos cierto que la virtud del
alma gloriosa de María es donación y gracia de Dios.
Asunción de María
Al término de su vida terrena, María Santísima, por singular privilegio,
fue llevada en cuerpo y alma a los cielos por el poder de Dios, a
diferencia de la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder.
En la Bula Munificentissimus Deus (Noviembre 1, 1950), Pío XII lo definió
como dogma de fe revelado: “Proclamamos, declaramos y definimos
ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios,
siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria celeste.” (Dz 2333). ((Antonio Orozco,
Madre de Dios y Madre nuestra, Nostras ediciones, p. 54)).
33. De esta definición pontificia conviene
destacar dos aspectos:
1º Que la Asunción de María ocurre
inmediatamente después del término de su
vida mortal.
2º Se hace hincapié en la glorificación de su
cuerpo más que en la gloria de su alma.
La Virgen fue llevada al Cielo en cuerpo y
alma, con todas las cualidades y dotes
propias del alma de los bienaventurados e
igualmente con todas las cualidades propias
de los cuerpos gloriosos. Se trata de la
glorificación de María en cuerpo y alma.
34. Asunción
Es indudable que el amor de Dios por su
Madre dispondría con su omnipotencia
todos los detalles para que el tránsito
de la que había ya “casi muerto”
místicamente, en el Calvario,
corredimiendo con Cristo, fuese exento
de cualquier dolor y vivido con toda
felicidad.
Desde el momento en que nuestro
Redentor era Hijo de María, no podía
menos de honrar, a su Madre
queridísima.
35. Asunción
Al sentimiento cristiano le repugna
admitir que la carne de la Virgen
María, de la que vino la carne de
Cristo, pudiera ser sometida a la
corrupción del sepulcro. Repugna a
su dignidad todo lo que sea
desdoro. Por su maternidad divina
fue asunta al cielo y glorificada en
cuerpo y alma.
En la Bula no se especifica si hubo
muerte o tránsito (dormición).
36. En la Asunción se nos manifiesta el destino y el sentido del cuerpo,
santificado por la gracia. María llevada al cielo es la integridad
humana, cuerpo y alma, que ahora reina intercediendo por nosotros,
peregrinos en la historia. En el cuerpo glorioso de María comienza la
creación material a tener parte en la gloria del cuerpo glorioso y
resucitado de Cristo. Estas verdades iluminan un continente donde la
dignidad humana es despreciada muy frecuentemente
37. Escribía Paulo VI:
“Nuestra aspiración a la vida eterna parece cobrar
alas y remontarse a cimas maravillosas, al
reflexionar que nuestra Madre celeste está allá
arriba, nos ve y nos contempla con su mirada llena
de ternura”.
Finalmente, la Asunción de María nos recuerda su
poder de intercesión y nos invita a un culto de
plegaria. María, glorificada anticipadamente, vive
con una solicitud intercesora por cada uno de sus
hijos. La piedad popular y el arte mariano han
representado el misterio de la Asunción en el que
aparece la Virgen llevada por los ángeles y
aureolada de nubes.
38. Realeza de María
La Lumen gentium así lo declara: “la
Virgen Inmaculada, preservada
inmune de toda mancha de culpa
original, terminado el curso de la
vida terrena, en alma y cuerpo fue
asunta a la gloria celestial y
enaltecida por el Señor como Reina
del Universo, para que se asemejara
más plenamente a su Hijo, Señor de
los que dominan y vencedor del
pecado y de la muerte”.
39. La Redemptoris Mater insiste en
que
La Madre de Cristo es glorificada como “Reina
Universal”. La que en la anunciación se definió como
“esclava del Señor” fue durante toda su vida terrena
fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así
que era una verdadera “discípula” de Cristo, el cual
subraya intensamente el carácter de servicio de su
propia misión: el Hijo del hombre “no ha venido a ser
servido, sino a servir” (Mateo 20, 28). Por eso María
ha sido la primera en conseguir plenamente la
libertad de los hijos de Dios, propia de los discípulos
de Cristo: servir quiere decir reinar.
40. La realeza de María
consiste en un
primado de
excelencia y
dominio sobre todo
lo creado, y en una
potestad de regir las
almas redimidas,
mediante la
distribución de la
gracia en orden a
conducirlas al reino
de Dios.
41. Realeza de María
San Juan Damasceno escribe: “María es Reina asociada
del reino de Cristo y, por ser Madre del Creador, posee
dominio, cual Omnipotencia Suplicante sobre la creación
entera”.
Tanto los Padres de la Iglesia como los autores
medievales presentan la realeza de María íntimamente
asociada a la Asunción, en la que tiene su comienzo.
El tema de la realeza de Cristo y María no es otro que el
de la “recapitulación” en Cristo de todas las cosas. La
Bienaventurada Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de
Dios, sino también porque, como nueva Eva, fue
asociada al nuevo Adán.
42. Es también señora del tiempo y de
la Historia
Regir, en sentido propio, implica iniciativa y hasta
capacidad decisoria. Esto se ve en las Bodas de
Caná donde, cuando se acaba el vino, María
discurre por su cuenta. Y decide que es llegada “la
hora”, y aunque no había llegado “la hora”, según el
plan de Jesús, se cumple lo que María ha discurrido y
sugerido.
No faltan acontecimientos que, para quien conoce
las revelaciones privadas de la Virgen en Fátima,
presentan todas las características de una
intervención directa de María, rectificando el rumbo
de la historia.
43. La mediación universal de María
San Luis María Grignion de Montfort escribía: “Todo se
reduce a hallar un medio con que consigamos de Dios
la gracia necesaria para ser santos. Para hallar esta
gracia de Dios hay que hallar a María”. ¿Por qué María
nos es necesaria? Se pregunta, y contesta: “Dios la ha
escogido por tesorera, administradora y dispensadora
de todas las gracias, de suerte que todas las gracias y
dones pasan por sus manos y conforme al poder que ha
recibido reparte ella a quien quiere, como quiere,
cuando quiere y cuanto quiere las gracias del Eterno
Padre, las virtudes de Jesucristo y los dones del Espíritu
Santo” (El secreto de María).
44. El Nican Mopohua relata
en la cuarta aparición en el Tepeyac a Juan
Diego, la Virgen de Guadalupe le dice: “Escucha,
ponlo en tu corazón, hijo mío el menor, que es
nada lo que te espanta, lo que te aflige; que no
se turbe tu rostro, tu corazón. No temas esta
enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa
punzante, aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu
madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en
el hueco de mi manto, en el cruce de mis
brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?
(vv. 118-119).
45. San Bernardo decía: “Dios quiso que nada consiguiéramos que no nos
viniera por manos de María” (Sermo in Nativitate, 3.10).
El Santo Cura de Ars afirmó: “El demonio rompió la escalera que conducía
al cielo. Nuestro Señor, por su Pasión, ha construido otra para nosotros. La
Santísima Virgen está en lo alto de la escalera y la sostiene con sus manos
(...). Pienso que en el fin del mundo la Santa Virgen estará tranquila; pero
mientras este mundo dure, Ella está como inquieta, pendiente de todo. La
Santa Virgen es como una madre que tiene muchos hijos, y
continuamente vela por ellos”.
46. ¿Cómo es la mediación de la
Virgen María?
Su mediación es subordinada, no coordinada
con el Salvador, depende enteramente de los
méritos de Cristo. No es necesaria pues la
mediación de Cristo es superabundante y no
necesita complemento. Pero ha sido querida
por la providencia, y es la más excelente de
todas. Es eficaz para alcanzar la santidad y la
salvación (caso de sacerdote tibio
accidentado: déjalo). Su mediación es
perpetua en cuanto se extiende a todos los
hombres y a todas las gracias.
47. San Ireneo (año 202) dice:
“Al modo como Eva, por su desobediencia, vino
a ser causa de perdición para sí y para todo el
género humano; así también María, por su
obediencia, vino a ser causa de salvación para sí
y para todo el género humano”. A partir del siglo
IV los Padres de la Iglesia, comúnmente afirman
que todos los bienes espirituales nos vienen por
ella, y que es medianera entre Dios y los hombres.
San Jerónimo sintetiza, que vino “la muerte por
Eva, la vida por María”.
48. María Medianera
San Bernardo decía:
“Dios quiso que nada
consiguiéramos que
no nos viniera por
manos de María”
(Sermo in Nativitate,
3.10).
49. En una homilía sobre la Virgen,
San Bernardo decía:
“Cuando se levanten los vientos de las tentaciones, si tropiezas con
los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te
agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira
a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza
impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado
con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu
conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte
en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la
desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en
las dudas, piensa en María, invoca a María.(...) No te descaminarás
si la sigues, no desesperarás si le ruegas, no te perderás si en Ella
piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada
tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente
al puerto si Ella te ampara.”
50. Santidad de María
La gracia en María no es sólo la
preservación del pecado (algo negativo),
sino una gracia positiva y plena. Nunca
existió sin gracia. Esta gracia informó todo
su ser, que no sólo impidió todas las
consecuencias del pecado original, sino
que realizó en Ella aquella rectitud de
justicia verdaderamente original de
nuestros primeros padres. Por eso se le
llama la nueva Eva.
51. La gracia de la Inmaculada
corresponde a la gracia de
la maternidad. La gracia de
Corredentora exige la de la
Inmaculada Concepción.
Magnificat es la más bella
oración dirigida a Dios por el
más humilde de los laicos y
también es la que
personifica a la Iglesia.
52. Ante las herejías
En 1208, en Francia, había una herejía
imposible de revertir humanamente
hablando: la albigense o cátaros. La Virgen le
dijo a Sto. Domingo: “Si te preguntas por qué
has obtenido tan poco fruto en tu trabajo, es
porque lo has gastado en tierra áspera,
todavía no has regado con el rocío de la
gracia divina. Cuando Dios quiso renovar la
superficie de la tierra, envió la lluvia del
Saludo Angélico. Con el rezo del Rosario
obtendrás cosecha abundante”.
53. Siglo XVI: La Batalla de
Lepanto
Los mahometanos pretendían invadir Europa. El Papa Pío V convocó a
los Príncipes Católico. Se formó un ejército y se fueron en busca del
enemigo. Se encontraron los dos ejércitos en el golfo de Lepanto. Los
mahometanos tenían 282 barcos y 88000 soldados. Los cristianos eran
inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados
cristianos se confesaron, oyeron Misa y comulgaron, rezaron el Rosario
y entonaron un canto a la Madre de Dios. Al principio la batalla era
desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección
opuesta a la que ellos llevaban. mientras la batalla se llevaba a cabo,
el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles, recorría las calles de
Roma rezando el Santo. La victoria se logró el 7 de octubre de 1572. Por
eso el Papa mandó que en adelante se celebrara la fiesta de la Virgen
del Rosario ese día, y que en las letanías se incluyera la advocación de
“María, Auxilio de los Cristianos”.
54. Golfo de Lepanto
A partir de esa batalla, a la Virgen se le dio el título de Nuestra Señora de las Victorias.
55. La victoria, si llega, será alcanzada por la Virgen,
la Omnipotencia Suplicante; “omnipotencia”
porque todo lo puede, “suplicante” porque no lo
puede por sí misma, lo pide a Dios.
56. María, la Virgen del silencio
Ni una palabra, ni una alusión al imponente secreto en aquellos
treinta años de convivencia continua con los vecinos y vecinas de
Nazareth. Pentecostés es para María la vocación a un silencio
mayor, más profundo. Desde este momento, María desaparece de
los relatos sagrados. “Es el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que a
unos comunica el don de lenguas y a otros el don del
silencio”. (Pedro María Iraolagoitia, María, el carpintero y el Niño,
Clavería, México, p. 201).
Bernanos escribe: La Virgen no tuvo triunfos ni milagros. Su Hijo no
permitió que la gloria humana la rozara siquiera.
57. Vittorio Messori escribe
La «mariología» es, en realidad, «cristología»; sus dogmas no son
sino confirmación y baluarte de los de su Hijo. Allí donde María ha
sido olvidada, antes o después se ha desvanecido también Cristo.
En Occidente el incremento de las peregrinaciones ha sido el único
índice de signo positivo en una Iglesia donde todo disminuía, desde
la participación en los sacramentos hasta las vocaciones. La
devoción mariana es actualmente tal vez el mayor recurso
pastoral.
Históricamente la expansión de los cristianos se explica también
gracias a una elevada concepción de la mujer respecto al mundo
pagano. ¿Hasta qué punto la figura de María explica la
concepción cristiana de la mujer?
58. El Arca de Alianza
Lo que hacía santa al arca es que contenía la alianza. Dentro de
aquella caja de oro estaban los diez mandamientos, la Palabra de
Dios; el maná y la vara de Aarón.
Lo que hacía santa al arca, hacía aún más santa a María. Si la primera
contenía la Palabra de Dios en piedra, el cuerpo de María contenía la
palabra de Dios encarnada. Si el arca conservaba pan del cielo, el
cuerpo de María guardaba el mismo Pan de Vida que vence a la
muerte para siempre. Si la primera arca custodiaba la vara del antiguo
sacerdote Aarón, el cuerpo de María contenía la persona divina del
sacerdote eterno, Jesucristo. Lo que vio San Juan en el templo del cielo
era mucho más grande. Juan vio el arca de la nueva alianza, el vaso
escogido para llevar al mundo la alianza de Dios de una vez y para
siempre.
Los Padres de la iglesia primitiva dieron testimonio de esta
identificación de maría con el arca de la alianza (Cfr. Scott Hahn, Dios
te salve Reina y Madre. La Madre de Dios en la Palabra de Dios,
Patmos, Madrid 2003, pp.56-60 y 65.)
59. El escapulario de la Virgen del
Carmen
En 1247 San Simón Stock era general de los carmelitas. Recibió de
manos de María el escapulario del Carmen, “signo de
Consagración al Inmaculado Corazón de María".
El escapulario también representa el dulce yugo de Jesús que
María nos ayuda a sobrellevar. Y finalmente, el Papa continuó: el
escapulario nos marca como hijos escogidos de María y se
convierte para nosotros en un 'Vestido de Gracia".
El mismo día que S. Simón Stock recibió de María el escapulario y la
promesa, el fue llamado a asistir a un moribundo que estaba
desesperado. Cuando llegó puso el escapulario sobre el hombre,
pidiéndole a la Virgen que mantuviera la promesa que le acababa
de hacer. Inmediatamente el hombre se arrepintió, se confesó y
murió en gracia de Dios“.
60. La pintura de Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro data del siglo XV
El titulo se difundió mucho, a finales del siglo XIX, en todo el
mundo cristiano, desde su coronación por el Papa, en Roma,
el año 1865. La Virgen parece mirarnos directamente a los
ojos, como si quisiera dar nos un mensaje importante. A
derecha e izquierda, San Miguel y San Gabriel, que presentan
los símbolos de la Pasión al Niño. San Miguel le ofrece un cáliz
amargo, la lanza y la caña con el hisopo; San Gabriel, la Cruz
y los clavos. El Niño los mira con temor, mientras se refugia en
los brazos de Santa María, quien lo acoge y lo tranquiliza… En
su carrera, el Niño estuvo a punto de perder una sandalia, que
queda detenida con la correa, en sus deditos. Esta sandalia
simboliza el alma en pecado mortal, a punto de caer en el
infierno.
61. Santa Catalina Laboure:
1830
En 1830, comienza lo que Pío XII llama la “era
de María”: la Salette, Lourdes, Fátima…
Lugar de la aparición a Santa Catalina
Laboure: Rue de Lubac, en París, una semana
antes de que estalle la Revolución Francesa.
La Virgen le pide rezar por la conversión de
Francia y del mundo y propagar la Medalla
Milagrosa.
62. La Virgen de Lourdes, se aparece
a Bernadette Soubirous (7 de enero de 1844)
Según Juan Pablo II, el mensaje divino que la Virgen dio al
mundo en Lourdes es que “a través de la oración y la
penitencia, la victoria de Cristo puede tocar a todas las
personas y todas las sociedades”.
“Para cambiar nuestra conducta, debemos escuchar la
voz de nuestra conciencia, donde Dios nos ha dado la
facultad de reconocer el bien y el mal. Es desafortunado
que muchas veces el hombre moderno parezca haber
perdido el poder de saber qué es el pecado”. La Virgen
se apareció a Santa Bernardita cuatro años antes de la
proclamación del dogma, presentándose a sí misma
como la “Inmaculada Concepción”.
63. La Virgen de Fátima
Nuestra Señora vino a solicitar oraciones y sacrificios a los tres
pastorcitos. Hablando a los pequeños, nuestra Señora quiso hablar
al mundo entero, exhortando a todos los hombres a la oración, a la
penitencia y a la enmienda de vida. Nuestra Señora afirmó que los
pecados del mundo habían llegado a tal grado que clamaban por
el castigo de Dios.
En la cuarta aparición, el 15 de agosto de 1917, la Virgen –tomando
un aspecto triste, les recomendó la práctica de la mortificación,
diciendo, al final: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los
pecadores, que muchas almas se van al infierno por no haber
quién se sacrifique y pida por ellas”.
En la sexta -13 de octubre de 1917- la Virgen, entre otras cosas,
dijo: “No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy
ofendido”.
64. Lucía
En una carta al Padre Gonzalves, escribe la
Hermana Lucia el 24 de abril de 1940: “(...)
Nuestro Señor se disgusta a veces, no sólo
por los grandes pecados, sino también por
nuestra dejadez y negligencia en atender sus
pedidos. Son muchos los crímenes, pero,
sobre todo, ahora es mucho mayor la
negligencia de las almas de quienes Él
esperaba fervor en su servicio. Es muy
limitado el número de aquellas con quienes
Él se encuentra” (Sebastiao Martíns dos Reis,
El futuro de España en los documentos de
Fátima, Ediciones Fe Católica, Madrid 1977,
pp. 167-168).
65. Lucia, la pastorcita de Fátima,
describe así a la Virgen:
Señora “vestida toda de blanco, más brillante que el sol, irradiando
una luz más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua
cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos
detuvimos sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca que
nos quedábamos dentro de la luz que la cercaba. O que Ella
irradiaba (...). No sé por qué las apariciones de Nuestra Señora
producían en nosotros efectos muy diferentes. La misma alegría
interior, la misma paz y felicidad, pero en vez de un abatimiento
físico, una cierta agilidad expansiva; en vez de este
anonadamiento en la divina presencia, un exultar de alegría; en
vez de esa dificultad en hablar, un cierto entusiasmo comunicativo.
Y a pesar de estos sentimientos, sentía la inspiración de callar sobre
todo algunas cosas” (Memorias de la Hermana Lucia, volumen 1,
Fátima, Portugal, 2001, p. 161 y 160).
66. San Juan Bosco se admira
¡Si supiéramos de
cuántas desgracias nos
ha librado la Virgen
María¡ !Y cuántos
favores nos ha
concedido y nos quiere
conceder! En el Cielo lo
sabremos y nos
quedaremos atónitos
67. San Alonso Rodríguez
decía a la Virgen: “¡Ah,
si tú me amaras como
yo te amo...!”. Y ella le
respondió: ¿Qué dices,
Alonso? Entre lo que tú
me amas y lo que yo te
amo hay tanta
desproporción como
entre la tierra y el cielo.
Yo te amo un millón de
veces más de lo que tú
me amas.
68. Noticia amabilísima
Los cató1icos, estamos convencidos, que cuando se agotan todos los
recursos humanos... ¡NOS QUEDA MARIA!
Cuando se desvanecen las esperanzas y parece no haber remedio... ¡NOS
QUEDA MARÍA!
Cuando parece que nuestro hogar se deteriora, la felicidad desaparece y
cuesta la unión... ¡NOS QUEDA MARÍA!
Cuando nuestras aspiraciones no se logran, fracasaron nuestros ideales, no
conseguimos el éxito en lo espiritual y en lo temporal... ¡NOS QUEDA MARIA!
Al sentir decepción y dolor, por haber pasado la ocasión, la posibilidad de
triunfar... ¡NOS QUEDA MARIA¡
Para los pobres, pecadores, enfermos, tristes, que desfallecen bajo el peso
de su Cruz... ¡LES QUEDA MARI A!
Para ti, alma querida, que sufres incomprensión, desolación y abandono...
¡TE QUEDA MARIA!
En todas las circunstancias desfavorables, en medio del gozo y alegría,
siempre... ¡QUEDA MARIA!
69. BIBLIOGRAFÍA
Antonio Orozco, Madre de Dios y Madre nuestra.
Introducción a la Mariología.
Nostra Ediciones, México 2001,
Conferencia del postulador de la Causa de
Canonización de Juan Diego.