El obelisco de Tello fue descubierto en 1907 por un agricultor en Chavín de Huántar, Perú. Fue estudiado más adelante por el arqueólogo Julio C. Tello, quien determinó que representa una deidad hermafrodita con cabeza de felino. Se cree que los antiguos chavines lo usaban para predecir el clima y solicitar eventos climáticos específicos.