Este documento discute cómo no contristar al Espíritu Santo. Explica que no se debe rechazar la obra del Espíritu en la vida de cada persona y que se debe apreciar sus invitaciones. También advierte no blasfemar contra el Espíritu y analiza formas de no contristarlo como mentir, enojarse u odiar. Concluye que entender correctamente al Espíritu nos guiará a ser sensibles a sus llamados y sumisos a su voluntad, sin contristarlo o resistirlo.