El documento resume el Evangelio del tercer domingo de Pascua en el que Jesús se encuentra con dos discípulos que caminaban hacia Emaús tristes y desconcertados. Jesús les explica las Escrituras y luego es reconocido cuando parte el pan. Al reconocer a Jesús, los discípulos regresan a Jerusalén para contar a los demás que han visto al Señor resucitado.
2. 3r Domingo de Pascua - A
Evangelio: Lc 24, 13-35
Entonces se les abrieron los ojos y lo
reconocieron.
En aquel primer día de la semana, las
apariciones se van sucediendo. Esta
vez los testigos son dos discípulos
que caminan hacia un pueblo
llamado Emaús. Abatidos, discuten
intentando comprender qué ha
ocurrido con su Maestro…
3. Dios sale al encuentro
Jesús siempre sale a nuestro
encuentro.
Cuando estamos tristes y
consternados, viene en busca de
nosotros.
Cuando dudamos y nos sentimos
desamparados, se hace el
encontradizo.
Y poco a poco, como a los discípulos,
nos va iluminando el corazón.
4. Jesús, catequista
De camino hacia Emaús, Jesús hace
de catequista con aquellos discípulos
desorientados. Paciente, camina a su
lado mientras les explica el
significado de las Escrituras.
Es el camino de la conversión. De la
oscuridad de la duda, poco a poco
llega a la claridad. Las Escrituras son
fundamentales para entender el
misterio de la revelación cristiana.
5. La promesa cumplida
Jesús es más que un profeta.
Mucho más que Moisés, Elías o
David. En él se culminan las
promesas del Antiguo
Testamento. En él está la
respuesta del hombre que, aún
sin saberlo, clama a Dios como
aquellos discípulos al anochecer:
¡Quédate con nosotros!
6. Pedir y desear
Para llegar a una sintonía con Dios,
ha de haber un deseo ardiente, que
se formula en una petición.
¡Quédate con nosotros!
Dejemos que Dios nos acompañe,
que la Iglesia nos instruya, que Jesús
nos salga al encuentro. Abramos
nuestro corazón, y podremos subir a
otro nivel: al ágape de la gratitud.
7. Compartir y anunciar
En la mesa, al partir el pan, los ojos
de los discípulos se abren.
Reconocen la presencia real de Jesús.
Él desaparece, pero a ellos les basta:
han experimentado su compañía,
real, íntima. Y salen corriendo.
Compartir el pan los hace apóstoles.
De la iniciación pasan a la acción de
gracias y de aquí a ser anunciadores
de la buena nueva.
8. Un camino nuevo
Ahora recorren el camino al revés:
de la desesperanza, inician el
camino de la fe y del amor.
Vuelven entusiasmados a
Jerusalén, y comunican a sus
compañeros que el Señor ha
resucitado y lo han visto.
“¿No ardía nuestro corazón
cuando nos explicaba el sentido
de las Escrituras?”
9. Emaús, hoy
Hoy los cristianos podemos encontrarnos
en situaciones semejantes. Los
problemas y las injusticias pueden
hundirnos en el desencanto. Dios parece
ausente de un mundo herido por las
luchas de poder. Quizás la tendencia
primera sea retirarse, huir, refugiarse en
nuestro Emaús particular, y discutir,
intentando razonar el por qué del mal.
10. Dios viene
Pero Jesús no deja de venir a
buscarnos. Lo hace de mil maneras, a
través de personas, lecturas,
plegarias, de los mensajes de la
Iglesia, de los acontecimientos…
Si queremos oír su voz, hemos de
prestar atención y abrir el corazón.
Dejemos que Dios se aloje en
nosotros, porque sin duda vendrá.
11. Intimidad reveladora
En el diálogo sereno, en el silencio de
una oración, en la comunión, en la
eucaristía… descubrimos que donde
dos o más se aman, se ayudan y
comparten, allí está Dios. Nuestra vida
tiene un sentido. La fracción del pan nos
ayuda a renovarla y nos da fuerza y
entusiasmo para seguir proclamando:
Dios nos busca y nos ama.