Este documento argumenta que las iglesias deben convertirse en escuelas para entrenar a sus miembros como discípulos de Cristo. Indica que los pastores deben capacitar a la iglesia para la obra misionera de evangelizar al mundo. También enfatiza la necesidad de entrenar a las nuevas generaciones, incluyendo niños y jóvenes, para que continúen la misión de predicar el evangelio y ayudar a otros hasta el fin de los tiempos.