En el siglo XI, la Iglesia estaba fragmentada y carecía de poder. Esto llevó a una serie de reformas como la Reforma Cluniacense y la Reforma Gregoriana para reducir la violencia en la sociedad y traer paz. La técnica de construcción románica reemplazó el sillarejo por el sillar más grande y fuerte para construir bóvedas abovedadas y soportar mejor las cargas y descargas estructurales.