Tomas se despertó y fue a dar un paseo, donde se perdió y llegó a un pozo mágico. Al tirar una moneda y pedir un deseo, una mano lo jaló al interior del pozo y lo llevó a Oaz, el paraíso de los cronos donde los deseos se hacen realidad. Aunque Oaz estaba lleno de juguetes y dulces, Tomas deseó regresar a casa con su familia y amigos.