Nos hemos acostumbrado a vivir apresuradamente sin disfrutar realmente de la vida, olvidando apreciar pequeños placeres como el sol, el aire y las personas cercanas. Esta vida rutinaria y apresurada hace que nos perdamos de vivir plenamente y disfrutar cada momento. En lugar de ahorrar vida viviendo siempre apresurados y estresados, debemos aprovechar cada día para ser felices y agradecidos por el regalo de la vida.