Analisis de la pelicula el discurso del reypatatiux
Anatomia de la sangre
Publicado en Hematología y Serología
Anatomia de la sangre
La sangre está compuesta por muchos tipos de corpúsculos; estos elementos constituyen alrededor de un 45% de la sangre, lo que se conoce con el nombre de hematocrito. El otro 55% es plasma sanguíneo, un fluido amarillento que conforma el medio líquido de la sangre, compuesto por agua y sales. El pH normal de la sangre arterial humana es aproximadamente de 7,40. La sangre es alrededor del 7% del peso del cuerpo humano promedio [1] y, por lo tanto, un adulto tiene un volumen de sangre de aproximadamente cinco litros, de los cuales 2,7-3 litros son plasma. La sumatoria de las superficies de todos los eritrocitos en la anatomía humana sería alrededor de 2000 veces mayor que la superficie exterior del cuerpo humano.
Los glóbulos rojos se conocen también como hematíes y se forman en la médula ósea roja. Los glóbulos blancos pueden ser polimorfonucleares (eosinófilos, basófilos y neutrófilos) o mononucleares como los monocitos y los linfocitos (T, B); también se originan en la médula ósea roja. Las plaquetas (trombocitos) son células anucleadas que sirven para taponar las lesiones que pudieran afectar a los vasos sanguíneos y se forman en la médula ósea a partir de la fragmentación de una célula gigante llamada megacariocito.
Componentes de la sangre
Elementos figurados o elementos formes
Glóbulos rojos
Artículo principal: Eritrocito
Los glóbulos rojos, hematíes o eritrocitos constituyen el 96%. En los mamíferos, estos corpúsculos carecen de núcleo y orgánulos, por lo cual no son células estrictamente hablando. Contienen la hemoglobina de la sangre y son los encargados de distribuir el oxígeno. En los glóbulos rojos están las proteínas que definen a los distintos grupos sanguíneos. Su valor normal (conteo) está entre 4 300 000 y 5 900 000 por mm³ (ó microlitro).
Los eritrocitos tienen una forma oval, aplanada, con una depresión en el centro (esta forma facilita el intercambio de oxígeno con el medio que los rodea). Carecen de núcleo, porque cuando un glóbulo rojo madura, expulsa su núcleo en la médula ósea antes de entrar en el torrente sanguíneo (esto no ocurre en aves, anfibios y ciertos animales). Los eritrocitos en humanos adultos se forman en la médula ósea. Sin embargo, los hematíes de los animales se forman en el interior de los tejidos vasculares.
Se encargan de transportar oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo mediante la hemoglobina.
La hemoglobina encerrada exclusivamente en los glóbulos rojos es una proteína que contiene el grupo “hemo” (formado por moléculas de hierro que enlazan el oxígeno en los pulmones o en los bronquios y la liberan por el resto del cuerpo). También transporta productos residuales como el dióxido de carbono, la mayoría del cual se encuentra disuelto en el plasma sanguíneo. Los niveles normales de hemoglobina están entre los 12,5
Analisis de la pelicula el discurso del reypatatiux
Anatomia de la sangre
Publicado en Hematología y Serología
Anatomia de la sangre
La sangre está compuesta por muchos tipos de corpúsculos; estos elementos constituyen alrededor de un 45% de la sangre, lo que se conoce con el nombre de hematocrito. El otro 55% es plasma sanguíneo, un fluido amarillento que conforma el medio líquido de la sangre, compuesto por agua y sales. El pH normal de la sangre arterial humana es aproximadamente de 7,40. La sangre es alrededor del 7% del peso del cuerpo humano promedio [1] y, por lo tanto, un adulto tiene un volumen de sangre de aproximadamente cinco litros, de los cuales 2,7-3 litros son plasma. La sumatoria de las superficies de todos los eritrocitos en la anatomía humana sería alrededor de 2000 veces mayor que la superficie exterior del cuerpo humano.
Los glóbulos rojos se conocen también como hematíes y se forman en la médula ósea roja. Los glóbulos blancos pueden ser polimorfonucleares (eosinófilos, basófilos y neutrófilos) o mononucleares como los monocitos y los linfocitos (T, B); también se originan en la médula ósea roja. Las plaquetas (trombocitos) son células anucleadas que sirven para taponar las lesiones que pudieran afectar a los vasos sanguíneos y se forman en la médula ósea a partir de la fragmentación de una célula gigante llamada megacariocito.
Componentes de la sangre
Elementos figurados o elementos formes
Glóbulos rojos
Artículo principal: Eritrocito
Los glóbulos rojos, hematíes o eritrocitos constituyen el 96%. En los mamíferos, estos corpúsculos carecen de núcleo y orgánulos, por lo cual no son células estrictamente hablando. Contienen la hemoglobina de la sangre y son los encargados de distribuir el oxígeno. En los glóbulos rojos están las proteínas que definen a los distintos grupos sanguíneos. Su valor normal (conteo) está entre 4 300 000 y 5 900 000 por mm³ (ó microlitro).
Los eritrocitos tienen una forma oval, aplanada, con una depresión en el centro (esta forma facilita el intercambio de oxígeno con el medio que los rodea). Carecen de núcleo, porque cuando un glóbulo rojo madura, expulsa su núcleo en la médula ósea antes de entrar en el torrente sanguíneo (esto no ocurre en aves, anfibios y ciertos animales). Los eritrocitos en humanos adultos se forman en la médula ósea. Sin embargo, los hematíes de los animales se forman en el interior de los tejidos vasculares.
Se encargan de transportar oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo mediante la hemoglobina.
La hemoglobina encerrada exclusivamente en los glóbulos rojos es una proteína que contiene el grupo “hemo” (formado por moléculas de hierro que enlazan el oxígeno en los pulmones o en los bronquios y la liberan por el resto del cuerpo). También transporta productos residuales como el dióxido de carbono, la mayoría del cual se encuentra disuelto en el plasma sanguíneo. Los niveles normales de hemoglobina están entre los 12,5
Sandra Bullock es perfecta_Fanzine sobre cineMiguel Ventayol
Sandra Bullock es perfecta.
Fanzine confeccionado con la excusa de la celebración del Reto Fanzine 2020 que este año, por motivos obvios, del coronavirus, de la COVID19, no podremos celebrar como otros años, juntándonos a repartir fanzines impresos.
Este texto hace un repaso de la carrera de Sandra Bullock por algunas de sus películas. No pretende ser exhaustivo, solo entretenido.
Artículo publicado en la revista Jot Down Cultural Magazine, noviembre 2013.
"No hay ficción televisiva que se abra y se cierre mejor que The Shield. El primer asalto es salvaje: una crochet de realismo sucio y adrenalina en la jungla de asfalto, una hora que castiga el hígado hasta noquearte. «Lo del poli bueno y el poli malo se acabó por hoy. Yo soy un tipo de policía diferente», clama Vic Mackey antes de partirle los dientes a un pederasta en la sala de interrogación.
Como el protagonista, The Shield (FX, 2002-08) también es un relato diferente, arriesgado, que aspira a contar «esas historias que podías ver en The Shield y no encontrar en ninguna otra serie», como confesaba su creador, Shawn Ryan. Unas veces empleando la sutileza del planchazo en la cara y otras optando por la suavidad del tiro en la cabeza. Enérgica, brutal y ambigua hasta lo insoportable, la trama agarra al espectador por las pelotas y no lo suelta hasta su imborrable adiós, el más deslumbrante que ha ofrecido la serialidad contemporánea. Siempre fue un chute adictivo y cañero, pero su séptima y última temporada —capaz de competir en agonía e intensidad con la quinta de Breaking Bad— la aupó al Olimpo, multiplicando el sentido narrativo y la implicación emocional del viaje que el espectador había recorrido con los personajes. "
Alberto Illán: 'Lo liberal en el cómic: una visión un poco friki' juandemariana
Alberto Illán regresa a la sede del Instituto para hablarnos de una de sus pasiones, el cómic, desde el prisma de la libertad. En sus propias palabras: “Repasaré la industria del cómic y sus temáticas, lo que nos dará lugar a tratar algunos asuntos que a los liberales, y los que no lo son, nos gusta debatir, pero con un toque un poco friki...para desengrasar”.
Alberto Illán es miembro del Instituto, donde escribe comentarios mensuales y colabora desde que se fundó. Trabaja en comunicación empresarial pero sus intereses abarcan muchas y variadas disciplinas, sobre las que continuamente lee, estudia y se informa. Es un un apasionado del cine y muy aficionado al cómic, más del cómic americano que del europeo, más de superhéroes que de otros personajes, y más de Marvel que de DC.
Series que me han gustado y queria recomendarles que se pasaren por mi blog: seriesrecomendadas.blogspot.com.es Alli lo publicare, espero que les guste.
Estan las series como Como conoci a vuestra madre, the big bang theory,
El engaño como medio de justicia o, como llegar a la redención a través del p...Marcos Daniel Gonzalez
Ensayo acerca del género de shows de TV que tratan sobre vengadores o justicieros anónimos, no superheroes, sino los políticamente incorrectos, como Burn Notice o A Team. Justicia por mano propia, leyes, ética y moral, vengadores. El fin y los medios.
Sandra Bullock es perfecta_Fanzine sobre cineMiguel Ventayol
Sandra Bullock es perfecta.
Fanzine confeccionado con la excusa de la celebración del Reto Fanzine 2020 que este año, por motivos obvios, del coronavirus, de la COVID19, no podremos celebrar como otros años, juntándonos a repartir fanzines impresos.
Este texto hace un repaso de la carrera de Sandra Bullock por algunas de sus películas. No pretende ser exhaustivo, solo entretenido.
Artículo publicado en la revista Jot Down Cultural Magazine, noviembre 2013.
"No hay ficción televisiva que se abra y se cierre mejor que The Shield. El primer asalto es salvaje: una crochet de realismo sucio y adrenalina en la jungla de asfalto, una hora que castiga el hígado hasta noquearte. «Lo del poli bueno y el poli malo se acabó por hoy. Yo soy un tipo de policía diferente», clama Vic Mackey antes de partirle los dientes a un pederasta en la sala de interrogación.
Como el protagonista, The Shield (FX, 2002-08) también es un relato diferente, arriesgado, que aspira a contar «esas historias que podías ver en The Shield y no encontrar en ninguna otra serie», como confesaba su creador, Shawn Ryan. Unas veces empleando la sutileza del planchazo en la cara y otras optando por la suavidad del tiro en la cabeza. Enérgica, brutal y ambigua hasta lo insoportable, la trama agarra al espectador por las pelotas y no lo suelta hasta su imborrable adiós, el más deslumbrante que ha ofrecido la serialidad contemporánea. Siempre fue un chute adictivo y cañero, pero su séptima y última temporada —capaz de competir en agonía e intensidad con la quinta de Breaking Bad— la aupó al Olimpo, multiplicando el sentido narrativo y la implicación emocional del viaje que el espectador había recorrido con los personajes. "
Alberto Illán: 'Lo liberal en el cómic: una visión un poco friki' juandemariana
Alberto Illán regresa a la sede del Instituto para hablarnos de una de sus pasiones, el cómic, desde el prisma de la libertad. En sus propias palabras: “Repasaré la industria del cómic y sus temáticas, lo que nos dará lugar a tratar algunos asuntos que a los liberales, y los que no lo son, nos gusta debatir, pero con un toque un poco friki...para desengrasar”.
Alberto Illán es miembro del Instituto, donde escribe comentarios mensuales y colabora desde que se fundó. Trabaja en comunicación empresarial pero sus intereses abarcan muchas y variadas disciplinas, sobre las que continuamente lee, estudia y se informa. Es un un apasionado del cine y muy aficionado al cómic, más del cómic americano que del europeo, más de superhéroes que de otros personajes, y más de Marvel que de DC.
Series que me han gustado y queria recomendarles que se pasaren por mi blog: seriesrecomendadas.blogspot.com.es Alli lo publicare, espero que les guste.
Estan las series como Como conoci a vuestra madre, the big bang theory,
El engaño como medio de justicia o, como llegar a la redención a través del p...Marcos Daniel Gonzalez
Ensayo acerca del género de shows de TV que tratan sobre vengadores o justicieros anónimos, no superheroes, sino los políticamente incorrectos, como Burn Notice o A Team. Justicia por mano propia, leyes, ética y moral, vengadores. El fin y los medios.
EL FUNERAL MEJICANO DE DOUGLAS ADAMS_Fanzine 2021Miguel Ventayol
EL FUNERAL MEJICANO DE DOUGLAS ADAMS
Fanzine de Miguel Ventayol sobre la serie de Netflix, Dirk Gently: Agencia de Investigaciones Holísticas.
Editado y creado para la celebración del Reto Fanzine 2021 que se desarrolló
Análisis fílmico de la película de Tim Burton "Eduardo manostijeras". Estudio de sus simbolismos y la forma de construcción de un mundo único, fruto de la mente del director norteamericano. Trabajo de grupo relacionado con la universidad Carlos III de Madrid, realizado por Julio Núñez Márquez, Marta Recio Malpartida y Alberto Serrano Martín
Ya podes leer REVISTA 16:9 OCTUBRE a PURO TERROR
No te pierdas el ejemplar de Octubre con entrevistas a los mejores artistas.
Tommy McLoughlin, Adrienne King, Patrick Baxter, Walter Armada sobre Batman y mucho más.
https://www.facebook.com/16.9revista
Diapositivas de la conferencia impartida 24 de octubre de 2019 en la Universidad de la Sabana, Bogotá, Colombia. En ellas, analizo la evolución del relato televisivo en esta era de plataformas de streaming.
The Power Point I used at the seminar I gave in the School of Communication and Arts, University of Queensland, on the 20th of April, 2018. You can check the talk in this Youtube: https://youtu.be/eitJwUtzDh4
Outline of the lecture given at the School of Communication and Arts (University of Queensland), within the course "Recent Approaches to Film and Television" (Prof. Ted Nannicelli)
Sesión impartida en el VII Encuentro anual del Institute for Culture and Society (ICS): “Desarrollo y vínculos sociales (I): aproximaciones a la felicidad”.
Pamplona, 16 Noviembre 2017
Pistas, sugerencias, ejemplos y ejercicios prácticos para la escritura en general y la crítica cultural en particular. Power Point empleado en las clases de "Crítica y Comunicación Cultural", Universidad de Navarra-Museo Universidad de Navarra, curso 2016 en adelante.
Esquema del seminario impartido en el proyecto de investigación "Cultura Emocional e Identidad", en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.
Power Point empleado en la tercera sesión del Curso de verano "El guión de ficción televisiva. Una introducción al relato serial", impartido por el Máster de Guión de la Universidad de Navarra y la Universidad Miguel Hernández.
Alicante, 29-31 de julio de 2013.
Más info: http://gentedigital.es/comunidad/series/2013/06/18/curso-de-verano-en-alicante-29-31-de-julio/
Estructura narrativa adaptada a los tres actos fílmicos (en lugar de los cuatro televisivos). Se trata de un formato .pptx
Esquema de la conferencia impartida en la Universitat Abat Oliva CEU, durante la jornada "Los seriales televisivos en la actualidad: realidad y ficción". Barcelona, 27 de noviembre de 2013.
Coescrito por Alberto Nahum García Martínez y Javier Serrano Puche. En Gutiérrez, Ruth (coord.), "Poéticas de la persona. Creación, responsabilidad y vigencia en la Comunicación Pública y la Cultura (Estudios en homenaje a Juan José García-Noblejas)", Comunición Social, Salamanca 2013, pp. 279-290.
Abstract: "El artículo estudiará qué imagen de los periodistas y de la profesión periodística se ofrece en las series de televisión contemporáneas, seleccionando aquellas en las que la prensa ocupa un lugar destacado en la trama argumental: State of Play, The Newsroom y The Wire.
Tomando como referencia inicial algunas investigaciones precedentes sobre cómo el cine ha reflejado la actividad periodística (Good, 1989; Langman, 1998; Ehrlich, 2004; Bezunartea et al, 2008; Mera Fernández, 2008), puestas en diálogo con bibliografía sobre aspectos esenciales del periodismo (Gomis, 1997; Meikle, 2008; Kovach y Rosenstiel, 2012), se examinará cómo en aquellas ficciones audiovisuales están reflejadas algunas cuestiones de la profesión informativa, tales como: la función social del periodismo, la relación del periodistas con sus fuentes informativas, las interacciones del periodista con los políticos o el impacto de las tecnologías digitales en la labor periodística"
Reference: Pablo Echart and Alberto N. García. Paper presented at "Apocalypse. Imagining the End" Conference, Oxford University, July 2013.
Abstract: "Although Breaking Bad (AMC, 2008-2013) is one of the most critically acclaimed TV Series of the last decade, it has been the subject of little academic research. This paper aims to figure out the motivations fueling Walter White’s behavior, one of the most compelling characters in contemporary popular culture.
The discovery of Walter White’s cancer serves as a catalyst (a particularly appropriate chemical term) for him to unveil his true ‘inner self’. The serious nature of his disease, the associated medical costs, and his feeling of failure as both a father/husband and in the professional sphere, are established as the driving force behind his infamous behavior from the very start of the series. However, beyond the strategies that underlie the initial sympathy that every viewer feels for this ‘ordinary American guy’, Breaking Bad divulges other keys that allow us to understand the transformation from ‘Mr Chips into Scarface’, following the premise described by Breaking Bad’s creator, Vince Gilligan.
As we will explore, the progressive moral and criminal decline of Walter White is spurred on by the contradictory tension between two radical emotions that become ‘rationalized’ in order to justify his actions, which become increasingly less defensible: an increasing pride, and the guilt that fades as the narrative unfolds. In summary, we will analyze the moral and narrative mechanisms that hasten Walter White’s self-destruction once he became aware that he was facing the end of his own life."
Reference: Article published in "La Televisión en España. Informe 2012", Ediciones Deusto, Barcelona, pp. 225-246.
Abstract: “No penséis en términos de un principio y un final. Porque, al contrario que algunos entretenimientos con una trama guiada, no hay cierre en la vida real. En absoluto” (1.9.). Así se despide Creighton Bernette de sus alumnos hacia el final de la primera temporada de Treme (HBO, 2010-). Con aliento realista, fotocopiando “la vida real”, la serie creada por David Simon entona una balada armónica sobre la regeneración de Nueva Orleans gastando un ritmo lento, glacial, y un tono contemplativo que deja respirar los ambientes y sonar los instrumentos. En las antípodas su sitúa Community (NBC, 2009-), una sitcom disparatada, intertextual y repleta de guiños metaficcionales. En el episodio más celebrado de su tercera temporada, todos los personajes están reunidos en torno a una mesa para jugar al Yazhtee. Antes de tirar el dado para resolver quién abandona la partida, Abed Nadir advierte: “Solo para que lo sepas, Jeff, así estás creando seis líneas temporales diferentes” (3.4.).
Tanto en la escena que desvela la premisa del episodio “Remedial Chaos Theory” –seis variaciones sobre un mismo relato– como en el comentario sutilmente autorreferencial del trágico protagonista de Treme se condensa la evolución que el relato televisivo ha sufrido en la última década larga: sofisticado, innovador, complejo, de largo recorrido y destinado a un espectador educado narratológicamente. Desde esquinas complementarias –a veces enfrentadas–, propuestas como Lost, The Wire, Mad Men, Arrested Development, 24, The Good Wife o Fringe han aupado la televisión anglosajona al Olimpo narrativo, convirtiéndola en un dispositivo privilegiado –una máquina perfecta– para contar historias. A lo largo de este ensayo analizaremos por qué."
Paper presented at the "Identity and Emotions in Contemporary TV-Series" workshop.
Universidad de Navarra, 25-26th of October, 2013.
More info: http://gentedigital.es/comunidad/series/2013/10/21/un-pequeno-congreso-y-un-capitulo-de-libro/
Documento de apoyo para las clases impartidas en el "Máster en Guión Audiovisual" de la Universidad de Navarra.
Se trata de un repaso por las estructuras, los temas y los estilos predominantes en la ficción televisiva contemporánea, tanto estadounidense como británica.
Amar a Walter White, odiar a Walter White (Breaking Bad)
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¡Contemplad mis obras, oh poderosos, y desesperad!
(Ozymandias, Percy Bysshe Shelley, 1818)
Dentro de ocho capítulos comprobaremos si Breaking Bad cristaliza como una de las tres mejores series de la historia
de la televisión. Clausurar con brillantez esta salvaje huida hacia adelante no se antoja fácil, pero Gilligan y cía han
dado sobradas muestras de que saben cómo manejar la nitroglicerina narrativa que tienen entre manos.
Guillermo Ortiz: Paco Llorente o la última jugarreta de
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Sin embargo, ahora que se acerca el final de la metamorfosis de Walter White, tan relevante como el cierre narrativo
es la «clausura moral» del relato. Ambas están entrelazadas, como es lógico. Porque desde aquel encontronazo con
Jesse y aquella primera «cocinada» de cristal —medio en pelotas, ahumando el desierto de Nuevo México—, Breaking
Bad se ha caracterizado por levantar una serie gravemente moral. De esas que estampa al espectador contra el muro
de su conciencia una y otra vez. Pocas teleficciones nos han obligado a asomarnos al abismo de la naturaleza humana
con tanta intensidad… y hacernos disfrutar con las vistas.
El hombre, el mal y unos antihéroes a los que adoras. Empatía, lo llaman. Quizá el primer Dexter, el inefable Tony
Soprano o la impresionante cabalgada de The Shield podrían emparentar con el grado de gris ético que dibuja
Breaking Bad. Pero existe una diferencia crucial: al inicio de la historia Walter White es un tipo normal. No un serial-
Actitudes Doble o Nada
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2. killer domesticado, ni un mafioso con corazoncito patoso, ni un poli tan cabrón como efectivo para contener el crimen
en la jungla de asfalto. No. Es un profesorucho que vive con miedo y anda abonado a la derrota:
Doctor, mi esposa está embarazada de siete meses, con un bebé que ni siquiera planeamos. Mi hijo de 15 años
tiene parálisis cerebral. Yo soy un profesor de Química extremadamente superdotado. Cuando puedo trabajar
hago 43.700 dólares al año y, sin embargo, he visto como mis colegas y amigos me han superado en todo lo
imaginable. ¡Y en 18 meses estaré muerto! ¿Y me pregunta por qué huir? (Bit by a Dead Bee, 2.3.).
Esa confesión de Walter ante el psiquiatra —formaba parte del pretexto para acreditar su ausencia tras ser
secuestrado por Tuco Salamanca— marca bien la primera clave empática del relato: el espectador se pone del lado de
Walter White porque es una víctima. Revisar el capítulo piloto —una experiencia muy enriquecedora con la perspectiva
que otorga ahora toda la serie— sirve para recordar por qué el personaje interpretado por Bryan Cranston genera
tanta identificación.
Cinco temporadas y un capazo de cadáveres después, ¿seguimos los espectadores queriendo que Walter White
triunfe? Es más: a estas alturas de la guerra, ¿qué entenderíamos por «triunfar»? El propósito de este artículo es
intentar explicar cómo los relatos televisivos nos hacen adorar a personajes que detestaríamos en la vida real. Puesto
de otro modo: cómo la ambigüedad moral ejerce de motor narrativo y qué respuestas (emocionales y morales)
demanda del espectador.
Atención: a partir de aquí, ESPOILERS de las cinco temporadas de Breaking Bad.
La posmodernidad es antiheroica, el cable también
En primer lugar, hay un asunto ideológico: la posmodernidad cultiva el antiheroísmo. Hay un humus intelectual
—certezas blandas, relativismo rampante— que provoca que las nociones de Bien y Mal estén proscritas, de modo que
al heroísmo le ha pateado el culo el cinismo. Se ha convertido en mainstream un ambiente intelectual pesimista,
derrotista y autoflagelante que también ha salpicado a las ficciones audiovisuales de calidad. Con un añadido
empresarial: la televisión por cable siempre ha querido diferenciarse de las networks tradicionales.
Esto, como ya se ha explicado hasta la saciedad, ha generado un círculo virtuoso donde la competencia ha espoleado
la vitalidad artística y la fecundidad estética. Si la HBO dinamitó la «escala tradicional de valores» con Los Soprano y
Deadwood, Showtime siguió su grupa explorando ese modelo del antihéroe simpático con un Dexter Morgan, una
Nancy Botwin o un Hank Moody. Si FX demostró que un policía corrupto y criminal o un bombero alcohólico y depresivo
podían ganarse el aplauso de la audiencia, AMC surfeó la misma ola con Drapers, Whites y demás vecinos de enfrente.
Es decir, se han entremezclado elementos ideológicos y empresariales para generar una determinada constante
temática en la narrativa serial.
Lecturas recomendadas
Esto es inédito. Hace 20 años había (no tantas como ahora, cierto) series excelentes; sin embargo, el antiheroísmo
constituía la excepción, no la regla, en los shows más influyentes. Esto no quiere decir que solo la ambigüedad
provoque drama de calidad. Simplemente, la brillantez provenía de otros costados. Recordemos un emblema:
Expediente X. Sus protagonistas, cortados por el patrón heroico clásico, amasaban multitud de conflictos internos y
externos, pero nunca dejaban de ser personajes positivos; el villano estaba identificado y la corrupción anidaba en las
instituciones, no en las almas de Mulder y Scully. En la televisión en abierto ocurre igual: The West Wing, Lost o The
Good Wife exhiben personajes repletos de aristas, penetrantes, sí, pero carentes del retruécano moral presente de
forma estructural en el cable. Porque ahí, desde Oz y Los Soprano, el antiheroísmo ha sido uno de los rasgos
dramáticos más esponjosos y la contradicción interna de los protagonistas una semilla de la que nacen los conflictos
del relato. Breaking Bad es, simplemente, la última estación del viaje.
Identificación con el personaje: alineamiento y complicidad
Carl Plantinga, siguiendo a Murray Smith, establece una distinción (Midwest Studies in Philosophy, 2010) que
ayuda a entender el juicio moral y las actitudes del espectador hacia personajes como Walter White. Este teórico del
cine resalta dos niveles: el alineamiento (alignment) y la complicidad/lealtad (allegiance). Lo primero es «una
característica de la película»; lo segundo es una respuesta de la audiencia, provocada por la obra audiovisual.
En primer lugar, explica, nos alineamos con un personaje mediante una «relación espacio temporal» (esto es: el relato
nos muestra qué hace el personaje en su entorno) y un «acceso subjetivo» (la narrativa también nos revela qué siente,
desea, quiere el personaje). Por expresarlo llanamente: pasamos tiempo con Walter, conociéndole, tratándole,
asistiendo a sus dudas y confidencias, convirtiéndolo en «amigo». Breaking Bad está fuertemente focalizada por Mr.
White, por lo que seguimos al protagonista en el dolor y la enfermedad, el amor y la amistad, la esfera doméstica y el
ámbito criminal.
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3. Sin embargo, la allegiance implica subir un peldaño: el personaje se gana la aprobación del espectador. Es decir, esta
complicidad se enraíza en la evaluación que el espectador hace de los rasgos morales de un personaje; como
explicaremos en seguida, no conviene caer en el simplismo binario de acciones buenas o malas, puesto que el asunto
resulta, por suerte, más engorroso.
Víctimas y empatía
Un personaje dramáticamente rico hará cosas buenas, discutibles, malas, ocres o aguachirladas; la clave de la alianza
espectador-protagonistaradica en que en todo momento juzgamos al personaje con cierta benevolencia. Creamos un
sistema de valores propio para acercarnos a una historia de ficción. Establecemos, en definitiva, un «pacto moral»
diferente. ¿Por qué? Porque la simpatía hacia un personaje no pasa necesariamente por que exhiba un
comportamiento éticamente cabal. No.
«Simpatizamos con personajes que están en peligro o deben ser protegidos —escribe Plantinga—, con personajes que
sufren o están afligidos o con personajes que sentimos que son tratados de manera injusta». Recordemos que Walter
White inicia el relato como un perdedor XXL, un tipo del que hasta sus alumnos se mofan en el lavadero de coches. Un
don Nadie. Un mierda. Al que, para más inri, le diagnostican un cáncer atroz. Jesse no le va a la zaga: a pesar de su
estampa de pícaro, pronto descubrimos su adicción, la imposible relación con sus padres, su tristeza vital y, por si no
fuera bastante, su imán para atraer todas las palizas.
Además, una de las habilidades de los creadores de Breaking Bad es la de hurtarnos, en la primera temporada
especialmente, las consecuencias potencialmente brutales de los actos delictivos de Walter y Jesse. Los efectos
perniciosos de la metanfetamina apenas asoman la patita; la repercusión del viaje de Walter en su círculo íntimo es
nula. Estos actos sin consecuencias facilitan la afinidad inicial del espectador hacia los «nuevos emprendedores»,
obligándonos a establecer una enrevesada relación con esos protagonistas, un vínculo que germina desde una ética
borrosa, con anteojos y sin paracaídas. Porque, claro, la gracia de la serie es convertir a «Mr. Chips en Scarface»,
según la feliz premisa voceada por el propio Vince Gilligan.
Agenda Cultural Jot Down
Bajar la guardia
El poder emocional de la imagen en movimiento es gigantesco. La identificación/juicio moral sobre el que estamos
reflexionando aquí no se produce solo en el ámbito de la trama, sino que también opera en la forma audiovisual:
música contrapuntística, diálogos reveladores, voz en off intimista, ralentizaciones épicas, primeros planos, iluminación
simbólica, angulaciones exultantes, interpretaciones magnéticas, etc. El relato audiovisual puede desplegar multitud de
recursos formales que nos cogen con la guardia baja y, así, logran nuestra adhesión a tal o cual personaje. Y, como
bien ha explicado Noël Carroll (Movies, the Moral Emotions, and Sympathy, 2010), el juicio moral que trazamos
en las ficciones audiovisuales está muy condicionado por respuestas emocionales… fácilmente manipulables, por tanto.
¡Si hasta un caníbal como el sofisticado Dr. Lecter es capaz de hacernos tilín!
En Breaking Bad hay un caso paradigmático al respecto. Sentimos mucha más identificación con Walter White que con
su esposa Skyler. Por un lado, hay una jerarquía evidente que lo facilita: el primero es el protagonista absoluto,
mientras que la segunda es un personaje sabroso, sí, pero secundario. Sin embargo, al escarbar algo más
encontramos un reflejo interesante de la inevitable manipulación de la empatía. La segunda —a pesar de estar
embarazada y soportar mentiras del tamaño de la catedral de Burgos— ha sido odiada por buena parte del público.
¿Su pecado? Básicamente, pedirle a su marido que le dijera la verdad durante las dos primeras temporadas. Aquí es
donde entran en combustión tanto el alineamiento como la complicidad. El giro por fin ha llegado en la quinta
temporada, cuando el alma de Walter ya se ha ennegrecido tanto que ha pisado directamente el terreno del maltrato
doméstico, en una memorable escena de terror psicológico que acaba con Skyler, desesperada, intentando ahogarse
en su propia piscina (Fifty-One, 5.4.). Por fin la percibimos como víctima; incluso nos sorprendemos de habernos
puesto tímidamente a apoyar a su equipo.
Taller de apreciación musical para adultos
La Central de Callao (Madrid)
Viernes, 11 octubre 2013 a las 19:00
Madrid
Taller literario
Librería Rafael Alberti (Madrid)
Viernes, 11 octubre 2013 a las 19:00
Madrid
Los caminos del duende
La Puerta de Tannhäuser (Plasencia)
Viernes, 11 octubre 2013 a las 21:00
Plasencia
Una vida de arte y de todo
Café Molar (Madrid)
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En el descenso a los infiernos que supone toda la peripecia de Walter White, solo durante esta última temporada se
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4. En el descenso a los infiernos que supone toda la peripecia de Walter White, solo durante esta última temporada se
ha empezado a oler a azufre. El diablo ha dejado asomar su rabo en el citado amedrentamiento doméstico, pero
también, con mayor hipocresía aún, tras la muerte de aquel niño que pasaba por allí (Dead Freight, 5.5.). Nunca unos
silbidos atronaron tanto. Jesse Pinkman descubrió ahí, por fin, que es la careta de hombre la que esconde al monstruo.
Mas, si miramos atrás, descubrimos que Walter White lleva tiempo cabalgando el crimen. Desde el primer relincho. No
olvidemos que en el piloto fosfatiza a Emilio y, poco después, ahoga a Krazy-8 con un candado, en una escena de
dureza maccarthyana. Más adelante llegará la guadaña para el lunático Tuco (Grilled, 2.2.), la chutada Jane (Phoenix,
2.12.), los dos matones atropellados en Half Measures (3.12.), el pobre Gale (Full Measures, 3.13.) o, ay, la voladura
controlada del impoluto Gus Fring y sus dobermans (Face Off, 4.13.). ¡Ahí es nada!
Aun así, con tanta sangre de por medio, siempre hemos apoyado al equipo de Walter. ¿Por qué? Porque el tipo
interpretado por Bryan Cranston se nos ha presentado, desde aquel cold open donde grababa una despedida en
calzoncillos, como una víctima, logrando que nos solidarizáramos vigorosamente con él. Su transformación es sutil,
atestada de salidas de emergencia y, sobre todo, contiene altibajos, dudas, caídas y vueltas a la casilla de salida. Casi
duele —y produce melancolía cinco temporadas después— contemplar su agobio, en el baño, mientras se aporta
razones a favor y en contra de «liquidar» a Krazy-8 (… And the Bag’s in the River, 1.3.). Escribe en la columna a favor
de dejarle con vida: «Es lo que manda la moral», «puede que escuche a razones», «estrés post-traumático», «no
serás capaz de vivir contigo mismo», «principios judeocristianos», «tú NO eres un asesino», «lo sagrado de la vida»,
«¡El asesinato está mal!». En la de la derecha hay una sola razón, muerta de frío: «Matará a toda tu familia si le dejas
marchar»… y los añicos de un plato roto. Hábilmente, los guionistas siembran constantemente el relato de minas
morales, donde solo cabe elegir entre guatemala y guatepeor. Logran así que Mr. White transmita una y otra vez la
sensación de que sus decisiones violentas han sido un último e inevitable recurso, absolviéndolo en cierta manera de
todas y cada una de ellas. Emmm, ¿de todas?
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La coartada familiar
Siempre hay una excusa: la familia. Ocurre en un buen puñado de estas irresistibles propuestas borderline: Game of
Thrones, Sons of Anarchy, The Sopranos, The Shield… Aunque la búsqueda del dinero por el bien familiar constituye
un objetivo genuino en los primeros capítulos de la epopeya de Walter White, pronto se convertirá en una mera
coartada exculpatoria. En una mentira más.
La precipitación hacia el mundo de la droga y las reprobables acciones que conlleva se justifican por una situación
sobrevenida —la cercanía de la muerte a causa del cáncer— y un fin que se presenta como superior —la necesidad de
abastecer a su familia—. Ambas pierden sentido conforme avanza el relato y Walter White se emancipa de sus
justificaciones: el cáncer remite y Heisenberg amontona tantos billetes en su «negocio» como para «aparecer listado
en el índice Nasdaq» (Cornered, 4.6.).
Durante parte de la serie, Walter White exhibe una conciencia que admite la maldad de sus acciones y, en
consecuencia, llega a manifiestar un fuerte sentimiento de culpa. Por eso es tan rabiosa su respuesta ante una buena
noticia objetiva: la remisión de su enfermedad (4 Days Out, 2.9.). Walter responde dañándose a sí mismo (se golpea
furiosamente los nudillos en el baño), puesto que en ese momento intuye que no podrá soportar el peso de todo el
dolor que ha estado causando; ya no puede esgrimir el atenuante de que lo hacía por un bien mayor «disculpado» por
la inminencia de su muerte. Es un sentimiento que hace explícito en esa delicia minimalista que regala The Fly (3.10.):
Skyler y Holly estaban en otra habitación. Podía oírlas por el monitor cuida-bebés. Ella estaba cantando una nana.
¡Si hubiera vivido justo hasta ese momento y ni un segundo más…! Habría sido perfecto (…) Solo digo que he
vivido demasiado.
En el ámbito económico, Walter, ya de suyo maestro del autoengaño, encontrará puntualmente el apoyo de Skyler
(Kafkaesque, 3.9.). Ella también escuda su incursión en el mundo criminal bajo la misma coartada que su marido:
defender la integridad física de su familia. Sin embargo, la sensación de culpabilidad de una y otro resultan
radicalmente opuestas. Skyler se sume en la depresión y el terror al calibrar las consecuencias de sus actos mientras
que Walter sigue ascendiendo en la cadena alimenticia. Gud Fring ya le había advertido, en plan patriarcal, que uno
haría cualquier cosa por los hijos (Más, 3.5.):
Walter White: He tomado una serie de muy malas decisiones, y no puedo tomar otra más.
Gus Fring: ¿Por qué tomaste esas decisiones?
Walter White: Por el bien de mi familia.
Gus Fring: Entonces no fueron malas decisiones. ¿Qué debe hacer un hombre, Walter? Un hombre abastece a su
familia.
Walter White: Esto me costó mi familia.
Gus Fring: Cuando tienes niños, siempre tienes una familia. Siempre serán tu prioridad, tu responsabilidad. Y un
hombre… un hombre provee. Y lo hace incluso cuando no es apreciado o respetado o, incluso, querido.
Simplemente lo sobrelleva y lo hace… Porque es un hombre.
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5. El relato expandido y la cara B
El hecho de que para Walter White la familia sea una excusa con la que justificar su nuevo yo criminal no impide que
para nosotros, espectadores, la visualización del entorno familiar ejerza de bálsamo moral y actúe como un potente
mecanismo de complicidad. Una breve escena del final de la tercera temporada ejemplifica esta idea a la perfección.
Vemos a Walter White en su salón, dando la leche a la pequeña Holly. Un primer plano nos muestra cómo la niña le
arrebata las gafas, en un instante de una ternura paternal subyugante (Full Measures, 3.13.). Con mucha astucia, los
guionistas rehumanizan así a un personaje que viene de ajusticiar a dos matones y minutos después ordenará el
asesinato de su compañero de laboratorio. Todo un salto adelante en la mutación de Walter White que, sin embargo,
se nos presenta tamizada por un puñado de atenuantes: los niños, la familia, la cotidianidad. La defensa propia, as
usual, opera como eximente en esas muertes, por supuesto, pero también el biberón de Holly y la devoción de un
padre de familia entran en la ecuación moral que constantemente despeja Breaking Bad.
Esta estrategia de «dulcificar» el mal al presentar la esfera íntima y doméstica del personaje no es privativa de la
ficción televisiva, ni mucho menos. Recordemos, por ejemplo, cómo El hundimiento —la película alemana que revive
los últimos días de Adolf Hitler—, ofrece una de las más arriesgadas volteretas en este sentido. Sin embargo, hay
algo en el relato serial —no en el autoconclusivo, sino en el que despliega una potente trama de fondo— que privilegia
la ambigüedad vital de sus protagonistas.
Al disponer de 60 horas en lugar de dos para desarrollar los conflictos, la propia forma del relato permite adentrarse
en los tiempos muertos, en la cara B de los protagonistas, en su faceta familiar, en su otro yo, en sus dudas. Tenemos
más tiempo para ver como Tony Soprano, tras aplastar el cráneo de Ralph Cifaretto, puede dar un beso de buenas
noches a sus hijos y olvidarse de la ansiedad de su profesión mientras come macarrones y se emociona con una
película de Gary Cooper. O cómo Jamie Lannister, aquel malnacido que clavaba sus primeras garras en Juego de
tronos merodeando conceptos tan repulsivos como «incesto» e «infanticidio con risitas», se humanizaba a base de
palique, humillaciones, miembros amputados y una larga, dolorosa, confidencia con su captora. O cómo el matrimonio
Jennings, los espías de la KGB que protagonizan la excepcional The Americans, pueden preparar los cornflakes de sus
hijos tras una noche cazando agentes de la CIA en el Washington reaganiano. Así, el relato serial permite que los
conflictos internos y externos se multipliquen, afilando salientes y excavando en la complejidad de estos antihéroes.
Como con Walter White.
Equilibrios y antagonismos
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6. Incluso cuando su alma se va oscureciendo, secundamos a Walter. En la cuarta temporada, por ejemplo, ya cuesta
seguir comprando la parana del Walter White víctima. Este famoso monólogo del 4.6.: «No estoy en peligro, Skyler.
¡¡Yo soy el peligro!! Un tipo abre la puerta y le disparan. ¿Piensas que soy yo? ¡NO! ¡Yo soy el que llama a la puerta!».
Tamaña arrogancia va de la mano de un mentiroso compulsivo capaz de seguir mirando a Hank a la cara, de un
manipulador que no duda en poner en peligro la vida del pequeño Brock y de un desalmado que manda a su vecina en
labor de zapa para saber si los matones andan cerca.
Y, aun así, el tour de force de los guionistas durante la cuarta temporada es lograr que todavía sintamos afecto por un
tipejo así y deseemos su victoria. ¿Cómo? A babor siempre nada el flotador de los niños, ya citado. Verle despedirse
amorosamente de su pequeña hija y haber asistido a su patética confesión a Walter Jr. nos obliga a recalibrar su
fiereza: quedan trazas del maestro de química, del paterfamilias, del ultrajado por el cáncer. Pero a estribor también
hay un jaque-mate emboscado: esa fascinación que cualquier espectador siente por la inteligencia superior, por el
personaje avispado, por el timo a largo plazo. El ingenio te gana para la causa sí o sí. Derrocar a Gus Fring en un
artero y letal juego de ajedrez, defendiendo sin peones ni torres un tablero amañado, oh amigo, eso derrite cualquier
resistencia moral. Genera empatía porque todos anhelamos secretamente ser un poquito Walter White y partir la
madre, que dirían en México, a los gángsters de cuello blanco.
Este último punto también resulta esencial para persistir en la identificación con un Heisenberg que sube el envite de
perversidad en cada temporada. En los relatos, conectamos con personajes censurables mediante una estrategia de
guión que se enmascara bajo la etiqueta de «equilibrio dramático». Blanco y en botella: el protagonista necesita un
antagonista. Esto es: nos ponemos del lado de Nucky Thompson, Omar Little, Dexter Morgan, Patty Hewes o Nick Brody
porque siempre hay alguien peor que ellos, mucho peor, de modo que establecemos una inconsciente comparación con
otros personajes… y concluimos que nuestros protagonistas, a pesar de sus métodos violentos y sus crímenes, son «de
los buenos». Gris moral. Walter White, incluso Heisenberg, siempre sería preferible a Gustavo Fring y demás ralea.
¿Hasta cuándo Walter White?
Como muchas de las series citadas evidencian, el partido que tomamos por estos antihéroes también tiene un límite.
Breaking Bad es una serie que explora esa frontera de forma explícita desde su origen. Crimen y castigo. Por eso, no
es casualidad que el gran cambio que exhibió la primera mitad de la quinta temporada fuera el de la ausencia de un
villano reconocible enfrente. Ya no hay balanza. Heisenberg se ha aupado a la cima del negocio: «Me preguntabas
Jesse si estaba en el negocio de la metanfetamina o del dinero. Ninguno de los dos. Estoy en el negocio de un imperio»
(5.6.).
El protagonista es ya también su peor antagonista.
Skyler hace tiempo que lo sabe; Mike lo anticipó; Jesse lo sospecha; y Hank —un islote de integridad en el relato— no
la va a cagar de nuevo. La ausencia de villano en la quinta entrega ha hecho emerger más, si cabe, la verdadera
maldad de Walter: manipulador, abusón, insaciable, violento y más altanero que nunca. Su progresiva
deshumanización está alentada por un orgullo desmedido que, conforme avanza el relato, pierde todas las resistencias
morales que impone una emoción tan común como el sentimiento de culpa. Desprovisto de este, Walter White se
convierte en un hombre sin piedad.
Y ahí aguarda es la gran pregunta que resta por responder en esta recta final: ¿hasta cuándo apoyaremos y
justificaremos los actos de alguien sin compasión? Una respuesta que, durante los ocho capítulos que restan, se
encaramará sobre una desconcertante paradoja: la de que para odiar a Walter White lo hayamos tenido que amar
tanto.
No queda nada a su lado. Alrededor de las ruinas
de ese colosal naufragio, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas.
(Ozymandias, Percy Bysshe Shelley, 1818)
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