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Año 1, Número 1. 2015
palabras viajeras
La novela negra: miedo, terror y horror
H. P. Lovecraft + Rimbaud, el poeta maldito + Poesía + Cuento
En el tintero: Cthulhu + Etrevista a Andrés González
H. P. Lovecraft
2EDITORIALÍNDICE
E
l equipo de Ambuletrario. Palabras viajeras te da la bienvenida
a este primer número de nuestra revista literaria. El propósito
fundamental de esta publicación es la de ser portavoces de una
nueva literatura, hecha por jóvenes y para los jóvenes, donde podamos
expresar nuestra visión del mundo a partir de la ficción y de la sensibi-
lidad que nos permite la poesía. Además, es una forma de contagiar a
los demás del placer de la imaginación.
	 Hemos elegido para este primer número la temática de “novela
negra”, llamada así por el escritor estadounidense Raymond Chandler,
la cual es definida como aquella literatura relacionada con el miedo,
el terror y el horror, así como textos de tinte misterioso y sangriento.
Obras clásicas como Drácula de Bram Stoker, Frankenstein de Mary
Shelley, La muerte enamorada de Theophile Gautier o El Horla de Guy
de Maupassant ensanchan las filas de este género literario.
	 Muchos hemos leído Las narraciones extraordinarias de Edgar
Allan Poe, los cuentos de H.P. Lovecraf y las novelas de Stephen King;
pues de cierta manera, este número es un tributo a estos y otros autores
que han dado creaciones extraordinarias a la literatura universal.
	 Antes de cualquier otra cosa, es necesario que aclaremos un
punto esencial para la comprensión del género de “novela negra”: la di-
ferencia entre el miedo, el terror y el horror. El miedo está relacionado
con aquello a lo que desconocemos o que nos causa incertidumbre, por
ejemplo, tememos a la muerte. El terror es un sentimiento que rebasa
el miedo, es provocado por algo que podemos visualizar o materializar,
por ejemplo, tenemos terror cuando somos perseguidos por algún ase-
sino o vemos un ser que nos parece monstruoso. El horror, en cambio,
es la sensación exagerada del miedo, está relacionado con lo psicoló-
gico; somos dados a crear en nuestra mente cosas que no existen, que
nosotros mismos inventamos y tememos.
	 La “novela negra” forma parte de las producciones más concu-
rridas en la actualidad. La literatura y el cine se han ocupado de darle
un espacio sólido en la vida de las personas. Con lo anterior, sólo que-
remos invitarte a que te adentres a un mundo extravagante, caótico y
misterioso en este primer número de Ambuletrario. Palabras viajeras.
P. Gustavo A. González Castañeda, sj.
Rector del Instituto de Ciencias
José Carlos Crocker
Director sección Preparatoria
Jorge Ángel Olvera Meza
Jefe del área de Comunicación y
Lenguaje
CONSEJO EDITORIAL
Jorge Urzúa Jiménez
Coordinador
Marissa Vidales López
Estefanía Contreras Romo
Daniela Navarro
Juan Pablo Villaseñor
Alejandra Hoyo Reyes
Karla G. Nieves Uribe
Ambuletrario. Palabras viajeras es una publicación
del área de Comunicación y Lenguaje de la sección
de Preparatoria del Instituto de Ciencias, dedicada
al fomento y difusión de la literatura.
	 Esta revista literaria escrita, editada y di-
señada por alumnos, está dirigida a su comunidad
estudiantil y al público en general. Su contenido es
responsabilidad de los autores; todo lo que declaren
podrá ser utilizado en su contra. Léase bajo su pro-
pio riesgo.
Pablo Pufleau
Luis Javier Pérez
DISEÑO EDITORIAL
Roberto Maciel Velázquez
Coordinador
Isabel Espinosa Gispert
Tania Ojeda
Sara Baruqui
EQUIPO CREATIVO
Andrés González Cosio
Isabel Espinosa Gispert
Alondra Chubey Ruiz
Tania Ojeda
Daniela Navarro
Paulina R. Landeros
Sara Baruqui
Yana González
Marcelo Zayas Díaz
Karla G. Nieves Uribe
Luis Javier Pérez Hernández
Manolo Padilla
Pablo Pufleau
Germán Torres
Juan Pablo Villaseñor
Alejandra Hoyo Reyes
Lilia Arceli Lobato Martínez
David Ricardo Flores
Carolina Arias
DIFUSIÓN Y PATROCINIO
José A. Jiménez Mejorada
Coordinador
Marcela Gómez Hinojosa
Alejandra Hoyo Reyes
Carlos Riggen
D I
R E
C T
O R
I O
BREVERDADES
PRÓXIMAMENTE
PALABRERÍAS
EN EL TINTERO
LEER TÉ
7ÉPTIMO
CARTÓN LITERARIO
LETRÁMBULO
EL DIVÁN
EL SÓTANO
ESCRÍPTICOS
3
9
11
4
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18
15
16
17
8
4PALABRERÍAS3 BREVERDADES MINIFICCIONES / MICRORELATOS
Un eco, después una melodía, ahora repugnante. Una carcajada
enfermiza; suficientemente macabra como para revolverle las
entrañas a cualquiera. Cuidado con darle un razón para em-
pezar...
Se consumía, la consumía. La volvía loca al punto del suicido
tener que estar enteramente sola.
La despierta un piquete de una aguja. Enloquece. Va a dormir
gracias al piquete de otra.
Lo despertó un ligero tirón, ya no lo cubría su... ¡Otra vez! Aho-
ra más fuerte, su sábana había salido despedida. Se levantó para
recogerla y al agacharse escuchó algo detrás suyo, en la profun-
da oscuridad.
Fue cuando se volteó y vio a unos centímetros a la criatura
más horrenda que podía imaginarse: pelos, fluidos, una figura
tan amorfa que parecía estar rota. Le hubiera gustado, pero no
pudo despertarse.
Tú, yo. Aplastados en un espacio tan pequeño que no podamos
ni movernos. Piénsalo.
Cien, doscientos, dos mil... ¿Qué importa? Eran tantos metros
entre sus pies y el suelo... Una caída eterna. Sólo pensar en ello
le revolvía el estómago.
Y sus ojos blancos y vidriosos ya no se veían vacíos; la zombi
frente a él fue testigo de tantos momentos que ya nunca vería
igual su par de ojos muertos.
Se acercaba. Era alta y delgada, demacrada. Manos con dedos
largos y uñas afiladas. Tenebrosa. Ya había cruzado la puerta
en su misión por mutilar y dibujar con sangre; arte de cierta
manera. Y finalmente reemplazar las partes perdidas con aguja
e hilo.
Se esconden en la lluvia, acechan en la penumbra con la niebla
como aliada. Despreciables y brutales. Escalofriantes. Crueldad
sólo saciable añadiendo más corazones a su colección. Literal-
mente.
Un paso. Un intruso. Un frío siniestro. Un cuarto. Un niño. Un
charco.
Ridículo temerle a la oscuridad y a todas las criaturas espeluz-
nantes que pueden habitar en ella. A las cosas desconocidas que
podrían saltar de la nada y devorarse tu cara. Ridículo...
Se desliza un pedazo de piel y cae al piso con un sonido aguado,
luego otro. Caen pedazos y partes, se desploman por todo el
suelo junto con la desesperación de no poder gritar. Ahí termi-
na, desecha en el piso; ahí termina su vida.
Breverdades
José Manuel Padilla
La lira
Pablo Pufleau
Bajo un aire libre de aullidos sobre aquel cerro, sin otro aroma más que la humedad
de las cortezas, inversamente proporcional a la imagen proyectada, en la tierra, solo,
reposaba con y por la fuerza, un sueño al que la Cabeza Lira lo había obligado,
no moriría, antes del trance fue cerciorado. Los puntos lo decían perfectamente,
estaban en su mano, no en él, él se encontraba a dos metros de ella unido únicamente
por una estela roja, secándose poco a poco.
	 A los dos días despertó con un nido de insectos debajo de él, que sin darse
cuenta aplastó con el chaleco, el campo era el mismo, no había estela, ni la
mano, esa maldita mano, ¿dónde estaba?
	 Con la mano única se levantó, buscó su fusil y caminó. Divisó su hogar y
cuando se encontró en la puerta casi lloró. Enfrente, dócil, reposaba una Cabeza Lira.
Tranquila subió por su pierna y posó en su cuerpo como si fuera parte de él.
La acarició y cerró los ojos, miró su nueva mascota y notó que muy sutilmente muy
cerca de la cola nacía la punta de un dedo. ¡MORDIÓ!
Piel y huesos
Isabel Espinosa Gispert
Ernesto se quedó dormido sobre el sofá, sin embargo su pre-
sentimiento de que algo no estaba bien no había desapareci-
do. Su corazón latía tranquilamente cuando alguien o algo lo
aventó por los aires y cayó de súbito en el suelo, el palpitar de
su corazón se aceleró hasta que se hizo escuchar, dejando un
eco por toda la sala. Vio una sombra moverse en la oscuridad.
	 Se repitió a sí mismo que todo era producto de su
imaginación, no logró engañarse. Intentó levantarse pero algo
lo estaba sofocando, sintió cómo este ser se volvió más pesado
e hizo crujir sus huesos como un edificio viejo a punto de de-
rrumbarse. Quiso gritar pero este ente tan extraño empezó a
absorber su alma y en unos segundos Ernesto ya no era más
que un saco de piel y huesos.
5 6PALABRERÍAS PALABRERÍAS
Ermitofobia
Daniela Navarro
Volvió a acomodarse firmemente frente a la criatura. A pesar
del miedo que éste le infundía decidió mirar una última vez
sus grandes ojos inyectados de furia, sus largos colmillos
amenazantes, su boca rodeada de... ¿eso era sangre?
	 Fue bajando la mirada poco a poco hasta encontrar-
se con su largo cuerpo, después con su brazo, el cual tenía un
gran cuchillo en su mano, justamente apuntando a su corazón.
	 Sin pensarlo dos veces y al darse cuenta de que su
vida corría peligro, tomó su propio cuchillo e hizo un gran
corte en la garganta de la bestia, terminando así con su vida.
	 Entonces se dio cuenta de que ahora estaba viviendo
una pesadilla aún peor que la anterior. Su vida ya no corría
peligro porque ya no había bestia, pero ésta había tomado la
vida de todos los demás, dejándolo completamente solo en el
mundo.
Sombras que
van contigo.
Aída Hernández
Todos los días que entras a bañarte “solo”, alguien te acom-
paña, un hombre, más bien una sombra, una silueta que va
contigo, él es la razón de que la mayoría ponga música al ba-
ñarse. Lo hacemos para evitar sentir que está ahí, pero esto
no lo hace menos presente. Cuando tienes los ojos abiertos
hay una presencia, sientes a alguien ¿atrás de ti?, ¿al lado de
ti?, ¿arriba de ti?, o tal vez te observa a través del espejo. Y
cuando cierras los ojos debido al jabón o a la corriente de
agua, hay quienes dicen sentir que se acerca, unos lo perciben
tan claro, que es parte de sus pesadillas, otros apenas una si-
lueta, y una vez que está parado en frente de ti... bueno, nadie
ha podido contármelo, pero no me imagino nada bueno. No
tengas miedo de ver por el espejo de tu baño, él ya se aleja, si
te acercas lo suficiente, puedes ver la silueta: la cabeza y los
anchos hombros alejarse frente a tus ojos.
El pasatiempo
de mamá
Tania Ojeda
El día que descubrió que su madre desollaba personas fue
uno muy peculiar. La había encontrado con un cuchillo de
carnicero (probablemente ni siquiera era el más óptimo para
desollar a alguien), cortando el brazo de quién sabe cuál
cristiano que había tenido poca suerte. Lanzaba estocadas a
aquel miembro sin preocuparse por la dirección o la cantidad,
le arrancaba la piel erráticamente, sin elegancia, sin delica-
deza. La sangre caía como una cascada y cubría las manos de
su madre como si se tratase de una obra de arte. Con aquellas
manos, ella solía acariciarle el cabello a veces. Y probable-
mente lo más repugnante de la situación no era que su madre
estuviera bañada en sangre o que el lugar apestara a muerte en
su totalidad, sino el hecho de que a su hijo le pareciera tétrica-
mente natural.
	 –Mamá, ¿por qué nunca me has desollado a mí? –pre-
guntó una vez.
	 Se le había hecho costumbre ver a su progenitora ha-
cerse de vidas y pieles ajenas.
	 –¿Qué te hace pensar que no lo hice ya? –fue la res-
puesta.
	 Entonces él dirigió la mirada abajo y vio su piel en car-
ne viva y la sangre corriendo por sus brazos, por sus piernas.
De repente la luz del sol le quemaba; aquel inmundo olor a piel
muerta inundaba sus entrañas y la muerte se apoderaba de
él segundo a segundo. Su madre le sonreía.
Sara Baruqui
Miro el reloj. 9:52 p.m. como siempre.
	 Me dispongo a escribir la siguiente letra, cuando la
lámpara del escritorio se apaga. Comprendo que ya no tiene
baterías, así que me levanto a encender la luz. Nada.
	 Camino a ciegas en mi cuarto. Subo la cortina. La luz
es tenue; con eso basta.
	 Mi libreta… ¿En dónde está mi libreta?
	 Escucho una respiración que no coincide con la mía.
Hay una silueta encima de mi cama.
	 —¿Quién eres? Quítate la capucha.
	 No responde. Sólo presume lo que trae entre manos.
¡Ahí está!
	 Quiero moverme. No puedo. Quiero gritarle, que suelte
ya mi libreta. Tampoco puedo.
	 La coloca frente a mí. Escribe algo, como si fuera su
trabajo: “Vivieron felices por siempre”. ¡NO! Cualquier cosa
menos ese final, por favor.
	 Hay un portazo muy fuerte que quizá no sea un portazo,
no sé. Retumba en mi cabeza. Todo se vuelve más oscuro, como
si fuera posible. Luego blanco, y morado, y amarillo, y azul...
	 Enseguida todo es lúcido por última vez. Pone la pistola
al lado de una mano, y la pluma al lado de la otra. Una carta falsa
sobre el escritorio.
	Negro.
	 Todo es negro.
Cómo asesinar
a un escritor
7 PALABRERÍAS
El fuerte hedor a putrefacción, caño y humedad la despertó.
La oscuridad más absoluta la rodeaba, como una cortina negra
que cubría sus ojos y que no la dejaba ver más allá de su nariz.
El suelo en el que estaba recostada era duro y frío, al igual que
la temperatura del lugar.
	 Se impulsó con ambos brazos para sentarse y al mo-
mento un dolor punzante la atravesó como un relámpago. Todo
el cuerpo le dolía, desde la cabeza que amenazaba con explotar-
le hasta los pies que los sentía cansados y pesados, pero la parte
en la que más se concentraba el dolor era la entrepierna que
la sentía como si se la hubieran desgarrado. Llevó una de sus
manos a esta zona y no encontró ninguna barrera, sintiendo
la piel del lugar cubierta por un líquido espeso y tibio. Dejan-
do escapar un gemido entre dolor y asco, elevó la mano para
limpiársela en el abdomen, el cual también encontró desnudo.
Tan repentinamente como el relámpago de dolor que la había
azotado antes, lo notó. Recorrió frenéticamente su cuerpo con
sus manos sintiendo nada más que su piel erizándose.
	 Asustada, trató de levantarse, aunque con mucha difi-
cultad. Pero resbaló. Cayó encima de un pequeño charco de la
misma sustancia que había encontrado antes entre sus muslos.
Ahora que estaba más cerca percibió su olor como a metal oxi-
dado.
	 Más asustada aún, se levantó rápido conteniendo la
respiración y empezó a correr a ciegas, con los brazos estirados
frente a ella ignorando el dolor. Tropezó. El sonido de la carne
chocando contra más carne. Dejó escapar un gritito mientras
retrocedía desquiciadamente a gatas tratando de poner la ma-
yor distancia posible entre ella y el lugar en el que había caído.
Logró ponerse de pie nuevamente y apenas se había dado la
vuelta para salir disparada hacia la otra dirección cuando un
foco justo encima de ella empezó a parpadear hasta prenderse,
llenando la gran habitación de una sucia luz amarilla.
	 Las paredes que la apisonaban, in-
cluyendo techo y suelo eran de concreto
oscuro y la luz se encontraba justo en el
centro del cuarto cuadrado. Esparcidos
por la habitación había varios cuerpos
de mujeres, todas desnudas, con la mis-
ma complexión y cabello rubio de ella,
aunque la edad variaba, había desde ni-
ñas que no parecían haber pasado los 14,
hasta mujeres que no habían tenido la
oportunidad de llegar a los 30. Todos
los cadáveres estaban llenos de more-
tones; algunas llevaban las marcas en
Muñeca de porcelana
Mayra Reynoso
la cintura, muslos, brazos y alcanzó a ver que otras también en
los glúteos, como si alguien las hubiera agarrado muy fuerte
y dejado sus dedos impresos en su piel, también había las que
portaban hematomas más circulares en cuellos, pechos, abdo-
men y muslos. Muy pocas de las víctimas tenían los moretes
de un color negro azulado; unas pocas más entre azul y verde;
pero los de la mayoría se encontraban entre verduzcos y amari-
llentos. Los de ella violáceos. También había heces en distintos
lugares del cuarto, a poca distancia de cada uno de los cuerpos
confiriéndole ese nauseabundo hedor que la había despertado.
	 –¿Te gusta nuestra audiencia? –gruñó una voz a su de-
recha.
	 Volteó rápidamente y descubrió a un hombre esquelé-
tico y desarreglado, con pinta de vagabundo de pie a un lado de
una puerta metálica de aspecto bastante pesado, la única puerta
del lugar. Él la observaba. Trató de cubrirse con sus manos co-
locando una en su parte baja y otra en la alta, pero era inútil, sus
brazos no tapaban todo y su cabello no era lo suficientemente
largo para cubrir sus pechos. Estaba expuesta.
	 El hombre rió.
	 –No tienes que ocultarte de mí, querida –dijo con voz
ronca.
	 Empezó a caminar hacia ella lentamente, recorriéndo-
la con la mirada. Ella no podía moverse, estaba paralizada. Él
se detuvo frente a ella y extendió una mano para quitarle el ca-
bello de la cara, de ahí la deslizó por su cuello, hombro y ambas
manos por los brazos, apartándoselas de las partes que cubrían.
Un escalofrío la recorrió, pero si él lo notó no dio muestras de
ello. El hombre dio un paso hacia atrás para poder contemplar-
la nuevamente, con calma, tomándose su tiempo en cada parte
de su cuerpo, bebiéndola con una sed morbosa, como si nunca
hubiera contemplado a una mujer en su vida. Después llevó una
de sus manos a su cintura y la acercó a él bruscamente, inclinó
la cabeza para besarla y ella reaccionó, le mordió el labio y salió
corriendo en dirección a la puerta. El hombre dio un rugido
bestial y ella resbaló con una de las heces, se volteó de espaldas
y empezó a arrastrarse hacia atrás, pero era demasiado tarde, él
ya la había alcanzado. El hombre colocó sus piernas a cada uno
de sus costados para impedir que se siguiera moviendo, su cara
descompuesta por la ira, colocó ambas manos alrededor de su
cuello, la jaló y la estrelló con fuerza contra el suelo. Se levantó
y la arrastró hasta la pared más cercana. Observó unos segun-
dos más el nuevo cadáver de su colección y murmuró:
	 –Ésta pudo haber durado más. ¡Qué desperdicio!
	 Y salió a conseguir otra muñeca de porcelana para de-
corar la habitación.
9 10LETRÁMBULO LETRÁMBULO
En el momento en que las vi, no supe cómo sentirme. Mis manos se pusieron sudorosas y mi frente de
súbito se tornó fría. Algo tronó dentro de mí y de repente todo se puso calmo.
	 Me dirigí hacia el maestro y le pregunté sus razones. Todo era ilógico, las razones eran
insuficientes; así que esperé hasta la salida. Ya tenía la mente decidida, lo tomaría por sorpresa. Al
fin y al cabo no había nada que perder.
	 Lo noqueé, lo moví a un lugar seguro y lo dejé allí por unas semanas sin comida excepto agua
y pan. Estaba tirado en un hoyo en la tierra, desnudo, desnutrido, con ojeras en los ojos y encadenado
al suelo; ni un solo día dejó de gritar, lo hacía como un niñito. Para la semana ya tenía la garganta tan
hinchada como un sapo y roja como el jugo de granada. Cabe decir que lloraba como un bebé; era
casi cómico si no fuera porque estaba de aspecto famélico y que se comportaba como un patético
animal.
	 En la segunda semana me dirigí a él. Anteriormente lo observaba tal como un niño
mira a un hámster en su jaula, pero ahora era tiempo de confrontarlo. Salté al hoyo, la cria-
tura encadenada al suelo levantó la cabeza y se dignó en voltear su mirada hacia su captor.
¿Cómo es que algo que alguna vez fue tan superior, que trató de pisarme, se encontrara ahí
tirado en el suelo como un animal suplicándome piedad? Eso sólo logró prender la furia
Hola, Andrés. ¿De dónde nace tu interés por la escritura?
	 Nace de la necesidad de poder plasmar todos los des-
varíos de mi imaginación, dado que no soy tan buen dibujante
y que la fotografía no es muy de mi agrado, el escribir resulta
una manera muy satisfactoria de poner en físico lo que me vie-
ne a la mente.
¿Escribes con frecuencia? ¿Qué te inspira a escribir?
	 No escribo con tanta frecuencia, normalmente lo hago
cuando me viene una idea muy prometedora o cuando tengo
tiempo libre. Me suele mover mucho la idea del ¿qué pasaría
si me voy al extremo? Cuando uno empieza a divagar salen las
ideas más extrañas.
En “El maestro” retomas una figura icónica para la educación;
¿por qué decidiste, con tus personajes, conflictuar a un alumno
un tanto trastornado y a un maestro aparentemente rígido?
	 Creo que es una fantasía un poco pesada pero tam-
bién pienso que es algo que alude mucho a lo que algunos
alumnos desearían, tal vez no de una manera tan extrema, pero
sí hay que aceptar que pocos son a los que no les pasa por la
mente alguna idea así sobre su maestro. Aunque por supuesto
esto es mera ficción y es así como lo debemos de tomar.
¿Qué opinas de la literatura de terror?
	 Es uno de los géneros más populares y de mis favori-
tos, pues permite al lector involucrarse en situaciones diversas
El maestro
Andrés González Cosío
Andrés González Cosío cursa quinto de preparatoria. Es un
alumno reservado, tranquilo y muy atento. Nos concedió una
charla para este primer número de Ambuletrario. Palabras via-
jeras. Entre preguntas observamos a un joven interesante y pro-
metedor.
que harían una muy buena película, pero dejando todo a su
imaginación, sólo dándole las bases para crear su más terrible
pesadilla. Estas historias permiten conocer más a fondo al per-
sonaje que lo que dejaría una película mostrando sus intencio-
nes, debilidades, entre otras cosas.
¿Cuáles son tus tres libros favoritos y por qué?
	 Estudio en Escarlata de Sir Arthur Conan Doyle por
ser la primera de muchas de las aventuras de Sherlock Holmes;
La Sombra de Ender de Orson Scott Card porque logra mostrar
el otro lado de una historia igual de emocionante como es El
juego de Ender; y La Fundación de Isaac Asimov, pues muestra
los posibles alcances de las matemáticas y los procesos evoluti-
vos de una sociedad naciente.
¿Qué es lo que más te gusta del Ciencias?
	 Definitivamente su biblioteca. Es silenciosa, calma-
da, con aire acondicionado y una gran vista al patio. Huele a
libro viejo y tiene sillones muy cómodos; su amplio catálogo
de libros permite encontrar los grandes clásicos además varios
otros un poco fuera de lo ordinario. Es un gran lugar para ir a
buscar calma y paz, claro está que también para leer.
¿Qué pasatiempos tienes?
	 Lo que suelo hacer es leer, investigar sobre temas de
ciencia, política e histora, escuchar música y ver películas; y por
supuesto, de vez en cuando escribir.
¿Cómo te ves en el futuro, como un escritor? ¿O la escritura
sólo es un pasatiempo?
	 No me veo a futuro como un escritor consagrado,
preferiría primero explorar otras opciones. Aunque siempre
cabe la posibilidad de ponerme de lleno a escribir y hacer una
carrera de ello, pero por ahora no; prefiero escribir con calma
cuando me venga la inspiración.
Para terminar, haremos un juego de relación de conceptos. Di-
nos lo primero que te viene a la mente cuando escuchas:
que llevaba dentro. Aquello no debía ni mirarme. Maldita criatura inferior.
	 Lo tomé y levanté sobre mi cabeza, agarré su cuello con mis palmas. Pude sentir su
pulso latir bajo las yemas de mis dedos. Percibía el “pum... pum… pum…” que marcaba el
correr de su existencia, y eso me excitaba. Sentí un cosquilleo pasar de su pulso hacia mis
manos, de ahí a mis brazos, hacia el cuello, y a todo el cuerpo en un impulso que me hizo
estremecer. Tuve ganas de terminar su existencia en ese mismo instante, pero aún era de-
masiado pronto; tenía algo muy especial preparado para él.
	 Empezamos a jugar a la mesa de operaciones. Lo amarré a una mesa plegable y em-
pecé a afilar un pequeño cuchillo de cocina hasta que quedó lo suficiente como para afeitarse.
Me divertí como nunca lo había hecho, esta nueva libertad que siento me ha extasiado y no
siento ninguna responsabilidad con o hacia alguien. Puedo hacer lo que quiera. Cuando terminé con
él parecía un muñeco de anatomía muscular. Sólo había un problema, seguía vivo.
	 Lo terminé rápidamente, un simple corte acabó con su existencia. Pude ver su corazón dejar de latir,
resultado de nuestro juego. Oh maestro, debiste haber pensado tus respuestas, mantenido tu respeto; ahora
que te los he metido por el gaznate es muy tarde para corregir errores. Qué lástima, nunca debiste haberme
reprobado. Que disfrutes tu suave cuna de tierra, espero que no sea muy cómoda.
Vida
Amor
Cama
Libertad
Fuerza
Traición
Maestro
Luz
Violencia
Paz
Muerte
Comida
> plena
> compromiso
> ensueño
> ilusión
> héroes
> preservación
> tarea
> lugar a donde iremos
> ser humano
> monotonía
> lo único seguro
> tacos al pastor
11 LEER TÉ 12LEER TÉLéase con una taza de café o té Léase con una taza de café o té
No cierres los ojos
Aída Hernández
Perdida en las sombras
sonidos que inquietan
veo gente muerta
“nadie escucha tus gritos”
La voz se pierde en la oscuridad
Nunca cerrar los ojos,
o nunca abrirlos
¡está parado al lado tuyo!
Las voces se tornan claras,
quédate a jugar
¿tienes miedo?
entonces tú eliges
Ya no hay espacio en el infierno
lo más parecido es tu oscuridad
Me aterraba seguir con vida
un vacío que miraba hacia mí,
me consumía
sentí la presencia de la muerte
pero nunca cerré los ojos
Fue como vivir en un pozo
muy por debajo del suelo
Ahí me encontraba yo,
admirando.
Todo en plena oscuridad
rodeada por sombras y recuerdos
Asfixiada por melancolía
ahogada en lágrimas.
Tuve el coraje de escapar
pero en el proceso dudé
Quería dejarme de nuevo caer
algunas veces no, pero tiendo a resbalar.
Ya aquí afuera
sigo volteando abajo
viviendo a medias
y eso hace que vuelva atrás.
Volver atrás
Alondra Chubey
Compañera nocturna
Isabel Espinosa Gispert
La mano me tiembla
Se aferra a la daga
Ella durmiendo
Yo excitado
Me tomo mi tiempo
Primero el cuello
La daga se tiñe
Y su grito inaudible
Despierta a los gatos
Se toman su sangre
Quedan dormidos
Su cuerpo ya frío
Refleja hermosura
Me acuesto a su lado.
La habitación se hace más pequeña
y mis cadenas más cortas
Huir se convierte en un anhelo
una necesidad para sobrevivir a este infierno
Una mujer me culpa
gritos que me conducen hacia la locura
y las palabras que se atornillan en mi garganta
Mi única salvación es moldeable
cada vez que cambia es más tentadora
y me regocijo ante la euforia que produce en mí
Una soga, edificios
un cuchillo, pastillas
y muchas más
Cierro mis ojos
Angustia
Marissa Vidales
De tal palo
Pablo Pufleau
Entre tierras cavernarias
con alcohol
con incesante prisa
crece
dos metros de aura
de negrura
con puñales
con esputos
hacia mí
una rama
de dos
sobre mi rostro
crece.
Corta mis entrañas
empala mis principios
mis fragmentos de astilla.
14EN EL TINTERO13 EL SÓTANO
Howard Phillips Lovecraft nació en Providence, Rhode Island
el 20 de agosto de 1890. Su padre Winfield Scott murió cuando
tenía solo ocho años y su mejor amigo (su abuelo) Phillips W.
Van Buren cuando tenía catorce años. Lo crió su madre Susan
S. Phillips Lovecraft, una mujer que descargó en su hijo todas
sus frustraciones y el resentimiento que tenía hacia su esposo.
	 Lovecraft era un muchacho que pasaba largas horas en
la biblioteca de su abuelo ampliando su conocimiento a pesar de
ser un niño enfermizo y solitario. Le interesaban bastante los
géneros de la novela gótica, la policiaca, la historia y también
las ciencias como la biología, la física y la química.
	 Empezó a escribir desde muy joven. Debutó con un
cuento llamado “La bestia en la cueva”, pero no fue sino hasta
1923 que se dio a conocer con el relato “Dagon” que se publicó
en la revista Weird Tales.
	 Al morir su madre comenzó a trabajar como crítico y
revisor de obras. Llegó, incluso, a elaborar algunos textos. En
El terror en H. P. Lovecraft
Andrés González Cosío
Antaño nuestro
mundo fue poblado por
otras razas que, por prac-
ticar la magia negra, per-
dieron sus conquistas y
fueron expulsadas; pero
viven aún en el Exterior,
dispuestas en todo mo-
mento a volver a apode-
rarse de la Tierra
“
”
El terror en H. P. Lovecraft
Andrés González Cosío
esta etapa conoció a Sonia Greene con quien se casó y mudo a
Brooklyn,NuevaYorken1924.Alnopoderconseguirunempleo
estable y con la crisis económica, aunado a varios problemas
personales, se divorcian en 1926.
	 Regresó a Providence en 1927 y se dedicó a escribir de
tiempo completo. Es en esta etapa cuando crea la mayor parte de
su obra literaria. Escribió en esta faceta “La llamada de Cthulhu”,
“En las montañas de la locura” y “El caso de Charles Dexter
Ward”, algunas de sus más grandes obras. En este período se
cimienta el grupo conocido como “El círculo de Lovecraft”, un
grupodeescritoresqueintercambiabancartasconH.P.Lovecraft
pidiéndole consejos y utilizando algunos de sus personajes.
	 Lovecraft es reconocido por su uso del terror a lo des-
conocido, además de ser el creador de “Los mitos de Cthulhu”,
un ciclo literario de horror cósmico que se acerca mucho a la
ciencia ficción y a la fantasía. Su principio fundamental fue
establecido por Lovecraft de esta manera:
Cthulhu
Juan Pablo Villaseñor
Al entrar en el mundo literario de H. P. Lovecraft nos
adentramos a lo desconocido, alienígenas, seres extra di-
mensionales, dioses y bestias indescriptibles. Todos estos
elementos están presentes en su creación más popular, el
dios durmiente Cthulhu. Para empezar con esta descripción
de lo indescriptible hay que tener presente que Cthulhu es un
ser infinitamente superior a los seres humanos al punto que su
lógica sería incomprensible. Basta con saber que su nombre no
está establecido pues no es más que la representación escrita de
sonidos extraterrestres y se puede escribir de múltiples formas
(como Tulu, Clulu, Clooloo, Cthulu, Cthullu, C’thulhu, Cighulu)
y ninguna es mejor que otra, pero Cthulhu es la versión estan-
darizada y más común de llamar a este personaje.
	 Como muchos seres de la mitología de Lovecraft,
Cthulhu es uno extra dimensional y lo que vemos no es más
que una reflexión en nuestra realidad, algo así como la sombra
de tu mano proyectada en la pared. La forma con la que
se representa a este ente es una combinación entre un pul-
po, un dragón y un humanoide gigante, cuesta creer que es de
las descripciones más comprensibles entre los monstruos
creados por Lovecraft (al no ser simplemente una plasta de
tentáculos y bocas), sin embargo hay que tener en cuenta que
Cthulhu es capaz de cambiar de forma y tamaño.
	 Ahora bien, ¿qué hace tan especial a este gigante con
tentáculos en la boca? Puede ser el hecho de que a diferencia de
las otras deidades de su mitología, Cthulhu habita en nuestro
planeta, donde alguna vez hace millones de años reinó. Duerme
en la ciudad de R’lyeh (ex capital del planeta ahora conocido
como Tierra) que con el paso del tiempo ha quedado sumergida
en algún lugar del océano pacífico. Cthulhu obtiene energía
de las estrellas así que no despertará hasta que éstas estén en
una posición específica, pero cuando eso suceda, el caos
y la locura arrasarán con la humanidad mientras el
dios alienígena intenta recuperar su trono.
	 Pero su aparentemente eterno descanso no es
suficiente para detener a esta bestia pues aún en sueños
es capaz de inducir a gente a la locura y esparcir el
terrorsobrelaTierraconayudadesusesbirrosyde
varios cultos que han surgido en su honor a lo
largo de los siglos, tanto humanos,
alienígenaseinclusosereshíbridos.
	 Eso es Cthulhu, un ser
extraterrestre increíblemente poderoso que duerme en el
fondo del océano Pacífico esperando el día en que las estrellas
le permitan despertar una vez más para dominar el planeta,
y cuando eso pase no habrá nada que podamos hacer para
evitarlo. Sólo nos queda desear que las estrellas se mantengan
donde están o unirnos a un culto en esperanza no de que nos
deje vivir, sino que simplemente nos devore de manera rápida
y sin dolor.
167ÉPTIMO15 EL DIVÁN
Rimbaud fue uno de los más grandes poetas franceses. A tem-
prana edad inició sus creaciones literarias, componiendo a los
ocho años sus primeros trabajos en prosa y abandonó la lite-
ratura con tan sólo diecinueve años de edad. Eso significa que
logró su legado literario entre los 8 y los 19 años. Su orientación
poética en ese tiempo era la de los parnasianos, que en aquella
época publicaban sus obras en una revista literaria llamada El
Parnaso Contemporáneo. Rimbaud, como muchos otros, anhe-
laban que sus obras se publicaran en dicha revista, pero nunca
se logró su cometido.
	 Hoy, sus obras siguen teniendo influencia en la lite-
ratura moderna, la música y el arte de manera amplia y estre-
pitosa. Influyó en los poetas franceses de su tiempo, y también
en surrealistas como: Henry Miller, Hugo Pratt, Luis Alberto
Spinetta y Jim Morrison; el cantautor Van Morrison; el escritor
estadounidense de terror Thomas Ligotti; el poeta y cantautor
argentino Alejandro de Michele.
	 Rimbaud forma parte de un grupo de poetas a los que
se les denominó “los poetas malditos”, debido a una publica-
I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lilio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.
Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.
El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.
Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientra ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor...
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.
II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente transpuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza -son de árboles y noches.
Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.
Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
-Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.
III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.
ción de otro poeta francés de nombre Paul Verlaine que se ti-
tuló así. En este volumen Verlaine expresa comentarios de los
autores que él mismo conoció en persona, así como también
relata anécdotas vividas con ellos. Verlaine consideró que el ge-
nio de cada uno de estos poetas había sido también su propia
maldición, alejándolos de las personas y llevándolos a tomar la
rebeldía como formas de escritura. “Los poetas malditos” fue-
ron retratados como desiguales respecto a la sociedad, tenien-
do vidas trágicas y frecuentes tendencias autodestructivas; todo
esto consecuencia de sus dones literarios.
	 Los poemas de mayor renombre de Rimbaud son: “El
barco ebrio”, “Vocales”, “Mi bohemia”, “El corazón atormenta-
do” y “Ofelia”.
	 Arthur Rimbaud sin duda ha sido una gran influencia
para muchos escritores, para el cine y el teatro. Sin duda este
personaje era un genio y sus obras son joyas de la literatura,
incluyendo el ámbito de terror.
Arthur Rimbaud, el poeta maldito
Ofelia
Marissa Vidales
Arthur Rimbaud
DirigidayescritaporJenniferKentquienesactual-
mente maestra en The Australian Film Television
and Radio School aparte de su trabajo como actriz
y directora, decidió convertir su corto Mons-
ter (2005) en un largometraje filmado con bajo
presupuesto en la capital del sur de Australia,
Adelaide. The Babadook (2014) es la historia
de Amelia (Essie Davis) una madre viuda que
cría a su hijo, Samuel (Noah Wiseman), niño
de 6 años que vive en su mundo de magia y
fantasías en el cual incluye monstruos que
residen en sus sueños, aunque él asegura que
también se les puede encontrar en su habi-
tación. Amelia trabaja como enfermera
en una clínica de reposo para personas
de la tercera edad; sufre de insomnio
debido al comportamiento violento e
hiperactivodesuhijoquienconstru-
ye máquinas para poder combatir a
los monstruos que él asegura que
existen, se le ve con un aspecto
pálido y una mirada ojerosa. Vive
traumatizada por la muerte de
su marido, quien perdió la vida
en el camino hacia el hospital
cuando iba dar a luz a Samuel.
Éste, una noche encuentra un
libro Mister Babadook y Amelia
comete el error de leérselo antes
de dormir. Una gran silueta con
sombrero de copa, viste un largo
abrigodelcualsalenlargosdedos
esqueléticos de color negro por
sus mangas que decide llevar las
pesadillas a la vida de estos dos
protagonistas. La perturbación
proviene de una madre trastor-
nada que es impulsada tanto por
la influencia de la criatura ate-
rradora (Mr. Babadook) como
por su desequilibrio y cansancio
psicológico.
	 El horror sepul-
cral se manifiesta silen-
ciosamente en ambientes
relativamente comunes:
pasillos, sótano, escaleras
y puertas. El soundtrack enfatiza los sonidos
macabros que surgen al pronunciar el nom-
bre de esta criatura, cuyo origen proviene de
“Babaroga”, palabra serbia que es utilizada
para nombrar el Bogeyman, legendario espí-
ritu malvado que es mejor conocido en
Hispanoamérica como “el coco”.
	 Elfilmesemuestracomounapintura
fúnebre, diseñada en su totalidad para
causar cansancio visual con sus tonos azul
grisáceos, muebles viejos, días nublados
y pálidos, como noches largas, silen-
ciosas y oscuras. Rad Ladezuk, cine-
matógrafo polaco, captura planos
estables y fijos que conforme la
película avanza el espectador
comienza a profundizar a de-
talle lo que se encuentra al
fondo de la escena central.
Los planos comienzan a ser
inarmónicos sin llegar a ser
desordenados con el fin de
transmitirelcansancioydes-
equilibrio mental que sufre
la protagonista. Este filme
cuenta con efectos visua-
les a lo largo de la trama
que pretenden aumentar
la tensión del espectador,
mas no para sustos bara-
tos ni saltos abrumadores.
Recurre al uso efectivo del
stop-motion como recur-
so visual y pop-up art en
cuanto al diseño del libro.
	 The Babadook es
considerado uno de los
filmes más espeluznantes
entre los últimos años del
cine de terror. William
Friedkin (director de El
Exorsista, 1973) escri-
bió: “nunca he visto
una película más
aterradoraqueThe
Babadook”.
The Babadook
Alondra Chubey
PRÓXIMAMENTE17 ESCRÍPTICOS
Año 1, Número 2. 2015
palabras viajeras
En nuestro próximo número...
Sopa de letras
Acertijos
Locura
La locura: Privacion del juicio o del uso de la razon /
Accion inconsiderada o gran desacierto / Ac-
cion que, por su caracter anomalo, causa sorpresa
Frankenstein
Ánima
Horror
Cthulhu
Pánico
Zombie
Muerte
Monstruo
Lúgubre
Licántropo
Drácula
Fúnebre
Terror
Demonio
Fantasma
1.	 Relato corto de un escritor estadounidense que narra la transformación de una joven cuya belleza se
transforma en sepulcral. Su primo se obsesiona con su dentadura al grado que termina asesinándola, guar-
dando sus piezas dentales en una caja como reliquias preciadas. ¿Qué obra literaria es y cuál es su autor?
2.	 Película estadounidense de terror-dramática de 1968 escrita y dirigida por Roman Polański y prota-
gonizada por Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Sidney Blackmer, Maurice Evans y Ralph Bellamy
como actores principales. Cuenta la historia de una pareja joven que se muda a un vecindario donde una
secta planea hacer un ritual con el hijo (fruto de una violación por parte de un ser demoniaco) que la joven
espera. ¿Cuál película es?
Completa la sopa de letras, contesta los acertijos y si eres el primero en presentarlos correc-
tamente resueltos en la sala de maestros (con el profesor Jorge Urzúa o Roberto Maciel), serás
el ganador de un premio sorpresa.
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Ambuletrario 1

  • 1. Año 1, Número 1. 2015 palabras viajeras La novela negra: miedo, terror y horror H. P. Lovecraft + Rimbaud, el poeta maldito + Poesía + Cuento En el tintero: Cthulhu + Etrevista a Andrés González H. P. Lovecraft
  • 2. 2EDITORIALÍNDICE E l equipo de Ambuletrario. Palabras viajeras te da la bienvenida a este primer número de nuestra revista literaria. El propósito fundamental de esta publicación es la de ser portavoces de una nueva literatura, hecha por jóvenes y para los jóvenes, donde podamos expresar nuestra visión del mundo a partir de la ficción y de la sensibi- lidad que nos permite la poesía. Además, es una forma de contagiar a los demás del placer de la imaginación. Hemos elegido para este primer número la temática de “novela negra”, llamada así por el escritor estadounidense Raymond Chandler, la cual es definida como aquella literatura relacionada con el miedo, el terror y el horror, así como textos de tinte misterioso y sangriento. Obras clásicas como Drácula de Bram Stoker, Frankenstein de Mary Shelley, La muerte enamorada de Theophile Gautier o El Horla de Guy de Maupassant ensanchan las filas de este género literario. Muchos hemos leído Las narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe, los cuentos de H.P. Lovecraf y las novelas de Stephen King; pues de cierta manera, este número es un tributo a estos y otros autores que han dado creaciones extraordinarias a la literatura universal. Antes de cualquier otra cosa, es necesario que aclaremos un punto esencial para la comprensión del género de “novela negra”: la di- ferencia entre el miedo, el terror y el horror. El miedo está relacionado con aquello a lo que desconocemos o que nos causa incertidumbre, por ejemplo, tememos a la muerte. El terror es un sentimiento que rebasa el miedo, es provocado por algo que podemos visualizar o materializar, por ejemplo, tenemos terror cuando somos perseguidos por algún ase- sino o vemos un ser que nos parece monstruoso. El horror, en cambio, es la sensación exagerada del miedo, está relacionado con lo psicoló- gico; somos dados a crear en nuestra mente cosas que no existen, que nosotros mismos inventamos y tememos. La “novela negra” forma parte de las producciones más concu- rridas en la actualidad. La literatura y el cine se han ocupado de darle un espacio sólido en la vida de las personas. Con lo anterior, sólo que- remos invitarte a que te adentres a un mundo extravagante, caótico y misterioso en este primer número de Ambuletrario. Palabras viajeras. P. Gustavo A. González Castañeda, sj. Rector del Instituto de Ciencias José Carlos Crocker Director sección Preparatoria Jorge Ángel Olvera Meza Jefe del área de Comunicación y Lenguaje CONSEJO EDITORIAL Jorge Urzúa Jiménez Coordinador Marissa Vidales López Estefanía Contreras Romo Daniela Navarro Juan Pablo Villaseñor Alejandra Hoyo Reyes Karla G. Nieves Uribe Ambuletrario. Palabras viajeras es una publicación del área de Comunicación y Lenguaje de la sección de Preparatoria del Instituto de Ciencias, dedicada al fomento y difusión de la literatura. Esta revista literaria escrita, editada y di- señada por alumnos, está dirigida a su comunidad estudiantil y al público en general. Su contenido es responsabilidad de los autores; todo lo que declaren podrá ser utilizado en su contra. Léase bajo su pro- pio riesgo. Pablo Pufleau Luis Javier Pérez DISEÑO EDITORIAL Roberto Maciel Velázquez Coordinador Isabel Espinosa Gispert Tania Ojeda Sara Baruqui EQUIPO CREATIVO Andrés González Cosio Isabel Espinosa Gispert Alondra Chubey Ruiz Tania Ojeda Daniela Navarro Paulina R. Landeros Sara Baruqui Yana González Marcelo Zayas Díaz Karla G. Nieves Uribe Luis Javier Pérez Hernández Manolo Padilla Pablo Pufleau Germán Torres Juan Pablo Villaseñor Alejandra Hoyo Reyes Lilia Arceli Lobato Martínez David Ricardo Flores Carolina Arias DIFUSIÓN Y PATROCINIO José A. Jiménez Mejorada Coordinador Marcela Gómez Hinojosa Alejandra Hoyo Reyes Carlos Riggen D I R E C T O R I O BREVERDADES PRÓXIMAMENTE PALABRERÍAS EN EL TINTERO LEER TÉ 7ÉPTIMO CARTÓN LITERARIO LETRÁMBULO EL DIVÁN EL SÓTANO ESCRÍPTICOS 3 9 11 4 13 14 18 15 16 17 8
  • 3. 4PALABRERÍAS3 BREVERDADES MINIFICCIONES / MICRORELATOS Un eco, después una melodía, ahora repugnante. Una carcajada enfermiza; suficientemente macabra como para revolverle las entrañas a cualquiera. Cuidado con darle un razón para em- pezar... Se consumía, la consumía. La volvía loca al punto del suicido tener que estar enteramente sola. La despierta un piquete de una aguja. Enloquece. Va a dormir gracias al piquete de otra. Lo despertó un ligero tirón, ya no lo cubría su... ¡Otra vez! Aho- ra más fuerte, su sábana había salido despedida. Se levantó para recogerla y al agacharse escuchó algo detrás suyo, en la profun- da oscuridad. Fue cuando se volteó y vio a unos centímetros a la criatura más horrenda que podía imaginarse: pelos, fluidos, una figura tan amorfa que parecía estar rota. Le hubiera gustado, pero no pudo despertarse. Tú, yo. Aplastados en un espacio tan pequeño que no podamos ni movernos. Piénsalo. Cien, doscientos, dos mil... ¿Qué importa? Eran tantos metros entre sus pies y el suelo... Una caída eterna. Sólo pensar en ello le revolvía el estómago. Y sus ojos blancos y vidriosos ya no se veían vacíos; la zombi frente a él fue testigo de tantos momentos que ya nunca vería igual su par de ojos muertos. Se acercaba. Era alta y delgada, demacrada. Manos con dedos largos y uñas afiladas. Tenebrosa. Ya había cruzado la puerta en su misión por mutilar y dibujar con sangre; arte de cierta manera. Y finalmente reemplazar las partes perdidas con aguja e hilo. Se esconden en la lluvia, acechan en la penumbra con la niebla como aliada. Despreciables y brutales. Escalofriantes. Crueldad sólo saciable añadiendo más corazones a su colección. Literal- mente. Un paso. Un intruso. Un frío siniestro. Un cuarto. Un niño. Un charco. Ridículo temerle a la oscuridad y a todas las criaturas espeluz- nantes que pueden habitar en ella. A las cosas desconocidas que podrían saltar de la nada y devorarse tu cara. Ridículo... Se desliza un pedazo de piel y cae al piso con un sonido aguado, luego otro. Caen pedazos y partes, se desploman por todo el suelo junto con la desesperación de no poder gritar. Ahí termi- na, desecha en el piso; ahí termina su vida. Breverdades José Manuel Padilla La lira Pablo Pufleau Bajo un aire libre de aullidos sobre aquel cerro, sin otro aroma más que la humedad de las cortezas, inversamente proporcional a la imagen proyectada, en la tierra, solo, reposaba con y por la fuerza, un sueño al que la Cabeza Lira lo había obligado, no moriría, antes del trance fue cerciorado. Los puntos lo decían perfectamente, estaban en su mano, no en él, él se encontraba a dos metros de ella unido únicamente por una estela roja, secándose poco a poco. A los dos días despertó con un nido de insectos debajo de él, que sin darse cuenta aplastó con el chaleco, el campo era el mismo, no había estela, ni la mano, esa maldita mano, ¿dónde estaba? Con la mano única se levantó, buscó su fusil y caminó. Divisó su hogar y cuando se encontró en la puerta casi lloró. Enfrente, dócil, reposaba una Cabeza Lira. Tranquila subió por su pierna y posó en su cuerpo como si fuera parte de él. La acarició y cerró los ojos, miró su nueva mascota y notó que muy sutilmente muy cerca de la cola nacía la punta de un dedo. ¡MORDIÓ! Piel y huesos Isabel Espinosa Gispert Ernesto se quedó dormido sobre el sofá, sin embargo su pre- sentimiento de que algo no estaba bien no había desapareci- do. Su corazón latía tranquilamente cuando alguien o algo lo aventó por los aires y cayó de súbito en el suelo, el palpitar de su corazón se aceleró hasta que se hizo escuchar, dejando un eco por toda la sala. Vio una sombra moverse en la oscuridad. Se repitió a sí mismo que todo era producto de su imaginación, no logró engañarse. Intentó levantarse pero algo lo estaba sofocando, sintió cómo este ser se volvió más pesado e hizo crujir sus huesos como un edificio viejo a punto de de- rrumbarse. Quiso gritar pero este ente tan extraño empezó a absorber su alma y en unos segundos Ernesto ya no era más que un saco de piel y huesos.
  • 4. 5 6PALABRERÍAS PALABRERÍAS Ermitofobia Daniela Navarro Volvió a acomodarse firmemente frente a la criatura. A pesar del miedo que éste le infundía decidió mirar una última vez sus grandes ojos inyectados de furia, sus largos colmillos amenazantes, su boca rodeada de... ¿eso era sangre? Fue bajando la mirada poco a poco hasta encontrar- se con su largo cuerpo, después con su brazo, el cual tenía un gran cuchillo en su mano, justamente apuntando a su corazón. Sin pensarlo dos veces y al darse cuenta de que su vida corría peligro, tomó su propio cuchillo e hizo un gran corte en la garganta de la bestia, terminando así con su vida. Entonces se dio cuenta de que ahora estaba viviendo una pesadilla aún peor que la anterior. Su vida ya no corría peligro porque ya no había bestia, pero ésta había tomado la vida de todos los demás, dejándolo completamente solo en el mundo. Sombras que van contigo. Aída Hernández Todos los días que entras a bañarte “solo”, alguien te acom- paña, un hombre, más bien una sombra, una silueta que va contigo, él es la razón de que la mayoría ponga música al ba- ñarse. Lo hacemos para evitar sentir que está ahí, pero esto no lo hace menos presente. Cuando tienes los ojos abiertos hay una presencia, sientes a alguien ¿atrás de ti?, ¿al lado de ti?, ¿arriba de ti?, o tal vez te observa a través del espejo. Y cuando cierras los ojos debido al jabón o a la corriente de agua, hay quienes dicen sentir que se acerca, unos lo perciben tan claro, que es parte de sus pesadillas, otros apenas una si- lueta, y una vez que está parado en frente de ti... bueno, nadie ha podido contármelo, pero no me imagino nada bueno. No tengas miedo de ver por el espejo de tu baño, él ya se aleja, si te acercas lo suficiente, puedes ver la silueta: la cabeza y los anchos hombros alejarse frente a tus ojos. El pasatiempo de mamá Tania Ojeda El día que descubrió que su madre desollaba personas fue uno muy peculiar. La había encontrado con un cuchillo de carnicero (probablemente ni siquiera era el más óptimo para desollar a alguien), cortando el brazo de quién sabe cuál cristiano que había tenido poca suerte. Lanzaba estocadas a aquel miembro sin preocuparse por la dirección o la cantidad, le arrancaba la piel erráticamente, sin elegancia, sin delica- deza. La sangre caía como una cascada y cubría las manos de su madre como si se tratase de una obra de arte. Con aquellas manos, ella solía acariciarle el cabello a veces. Y probable- mente lo más repugnante de la situación no era que su madre estuviera bañada en sangre o que el lugar apestara a muerte en su totalidad, sino el hecho de que a su hijo le pareciera tétrica- mente natural. –Mamá, ¿por qué nunca me has desollado a mí? –pre- guntó una vez. Se le había hecho costumbre ver a su progenitora ha- cerse de vidas y pieles ajenas. –¿Qué te hace pensar que no lo hice ya? –fue la res- puesta. Entonces él dirigió la mirada abajo y vio su piel en car- ne viva y la sangre corriendo por sus brazos, por sus piernas. De repente la luz del sol le quemaba; aquel inmundo olor a piel muerta inundaba sus entrañas y la muerte se apoderaba de él segundo a segundo. Su madre le sonreía. Sara Baruqui Miro el reloj. 9:52 p.m. como siempre. Me dispongo a escribir la siguiente letra, cuando la lámpara del escritorio se apaga. Comprendo que ya no tiene baterías, así que me levanto a encender la luz. Nada. Camino a ciegas en mi cuarto. Subo la cortina. La luz es tenue; con eso basta. Mi libreta… ¿En dónde está mi libreta? Escucho una respiración que no coincide con la mía. Hay una silueta encima de mi cama. —¿Quién eres? Quítate la capucha. No responde. Sólo presume lo que trae entre manos. ¡Ahí está! Quiero moverme. No puedo. Quiero gritarle, que suelte ya mi libreta. Tampoco puedo. La coloca frente a mí. Escribe algo, como si fuera su trabajo: “Vivieron felices por siempre”. ¡NO! Cualquier cosa menos ese final, por favor. Hay un portazo muy fuerte que quizá no sea un portazo, no sé. Retumba en mi cabeza. Todo se vuelve más oscuro, como si fuera posible. Luego blanco, y morado, y amarillo, y azul... Enseguida todo es lúcido por última vez. Pone la pistola al lado de una mano, y la pluma al lado de la otra. Una carta falsa sobre el escritorio. Negro. Todo es negro. Cómo asesinar a un escritor
  • 5. 7 PALABRERÍAS El fuerte hedor a putrefacción, caño y humedad la despertó. La oscuridad más absoluta la rodeaba, como una cortina negra que cubría sus ojos y que no la dejaba ver más allá de su nariz. El suelo en el que estaba recostada era duro y frío, al igual que la temperatura del lugar. Se impulsó con ambos brazos para sentarse y al mo- mento un dolor punzante la atravesó como un relámpago. Todo el cuerpo le dolía, desde la cabeza que amenazaba con explotar- le hasta los pies que los sentía cansados y pesados, pero la parte en la que más se concentraba el dolor era la entrepierna que la sentía como si se la hubieran desgarrado. Llevó una de sus manos a esta zona y no encontró ninguna barrera, sintiendo la piel del lugar cubierta por un líquido espeso y tibio. Dejan- do escapar un gemido entre dolor y asco, elevó la mano para limpiársela en el abdomen, el cual también encontró desnudo. Tan repentinamente como el relámpago de dolor que la había azotado antes, lo notó. Recorrió frenéticamente su cuerpo con sus manos sintiendo nada más que su piel erizándose. Asustada, trató de levantarse, aunque con mucha difi- cultad. Pero resbaló. Cayó encima de un pequeño charco de la misma sustancia que había encontrado antes entre sus muslos. Ahora que estaba más cerca percibió su olor como a metal oxi- dado. Más asustada aún, se levantó rápido conteniendo la respiración y empezó a correr a ciegas, con los brazos estirados frente a ella ignorando el dolor. Tropezó. El sonido de la carne chocando contra más carne. Dejó escapar un gritito mientras retrocedía desquiciadamente a gatas tratando de poner la ma- yor distancia posible entre ella y el lugar en el que había caído. Logró ponerse de pie nuevamente y apenas se había dado la vuelta para salir disparada hacia la otra dirección cuando un foco justo encima de ella empezó a parpadear hasta prenderse, llenando la gran habitación de una sucia luz amarilla. Las paredes que la apisonaban, in- cluyendo techo y suelo eran de concreto oscuro y la luz se encontraba justo en el centro del cuarto cuadrado. Esparcidos por la habitación había varios cuerpos de mujeres, todas desnudas, con la mis- ma complexión y cabello rubio de ella, aunque la edad variaba, había desde ni- ñas que no parecían haber pasado los 14, hasta mujeres que no habían tenido la oportunidad de llegar a los 30. Todos los cadáveres estaban llenos de more- tones; algunas llevaban las marcas en Muñeca de porcelana Mayra Reynoso la cintura, muslos, brazos y alcanzó a ver que otras también en los glúteos, como si alguien las hubiera agarrado muy fuerte y dejado sus dedos impresos en su piel, también había las que portaban hematomas más circulares en cuellos, pechos, abdo- men y muslos. Muy pocas de las víctimas tenían los moretes de un color negro azulado; unas pocas más entre azul y verde; pero los de la mayoría se encontraban entre verduzcos y amari- llentos. Los de ella violáceos. También había heces en distintos lugares del cuarto, a poca distancia de cada uno de los cuerpos confiriéndole ese nauseabundo hedor que la había despertado. –¿Te gusta nuestra audiencia? –gruñó una voz a su de- recha. Volteó rápidamente y descubrió a un hombre esquelé- tico y desarreglado, con pinta de vagabundo de pie a un lado de una puerta metálica de aspecto bastante pesado, la única puerta del lugar. Él la observaba. Trató de cubrirse con sus manos co- locando una en su parte baja y otra en la alta, pero era inútil, sus brazos no tapaban todo y su cabello no era lo suficientemente largo para cubrir sus pechos. Estaba expuesta. El hombre rió. –No tienes que ocultarte de mí, querida –dijo con voz ronca. Empezó a caminar hacia ella lentamente, recorriéndo- la con la mirada. Ella no podía moverse, estaba paralizada. Él se detuvo frente a ella y extendió una mano para quitarle el ca- bello de la cara, de ahí la deslizó por su cuello, hombro y ambas manos por los brazos, apartándoselas de las partes que cubrían. Un escalofrío la recorrió, pero si él lo notó no dio muestras de ello. El hombre dio un paso hacia atrás para poder contemplar- la nuevamente, con calma, tomándose su tiempo en cada parte de su cuerpo, bebiéndola con una sed morbosa, como si nunca hubiera contemplado a una mujer en su vida. Después llevó una de sus manos a su cintura y la acercó a él bruscamente, inclinó la cabeza para besarla y ella reaccionó, le mordió el labio y salió corriendo en dirección a la puerta. El hombre dio un rugido bestial y ella resbaló con una de las heces, se volteó de espaldas y empezó a arrastrarse hacia atrás, pero era demasiado tarde, él ya la había alcanzado. El hombre colocó sus piernas a cada uno de sus costados para impedir que se siguiera moviendo, su cara descompuesta por la ira, colocó ambas manos alrededor de su cuello, la jaló y la estrelló con fuerza contra el suelo. Se levantó y la arrastró hasta la pared más cercana. Observó unos segun- dos más el nuevo cadáver de su colección y murmuró: –Ésta pudo haber durado más. ¡Qué desperdicio! Y salió a conseguir otra muñeca de porcelana para de- corar la habitación.
  • 6. 9 10LETRÁMBULO LETRÁMBULO En el momento en que las vi, no supe cómo sentirme. Mis manos se pusieron sudorosas y mi frente de súbito se tornó fría. Algo tronó dentro de mí y de repente todo se puso calmo. Me dirigí hacia el maestro y le pregunté sus razones. Todo era ilógico, las razones eran insuficientes; así que esperé hasta la salida. Ya tenía la mente decidida, lo tomaría por sorpresa. Al fin y al cabo no había nada que perder. Lo noqueé, lo moví a un lugar seguro y lo dejé allí por unas semanas sin comida excepto agua y pan. Estaba tirado en un hoyo en la tierra, desnudo, desnutrido, con ojeras en los ojos y encadenado al suelo; ni un solo día dejó de gritar, lo hacía como un niñito. Para la semana ya tenía la garganta tan hinchada como un sapo y roja como el jugo de granada. Cabe decir que lloraba como un bebé; era casi cómico si no fuera porque estaba de aspecto famélico y que se comportaba como un patético animal. En la segunda semana me dirigí a él. Anteriormente lo observaba tal como un niño mira a un hámster en su jaula, pero ahora era tiempo de confrontarlo. Salté al hoyo, la cria- tura encadenada al suelo levantó la cabeza y se dignó en voltear su mirada hacia su captor. ¿Cómo es que algo que alguna vez fue tan superior, que trató de pisarme, se encontrara ahí tirado en el suelo como un animal suplicándome piedad? Eso sólo logró prender la furia Hola, Andrés. ¿De dónde nace tu interés por la escritura? Nace de la necesidad de poder plasmar todos los des- varíos de mi imaginación, dado que no soy tan buen dibujante y que la fotografía no es muy de mi agrado, el escribir resulta una manera muy satisfactoria de poner en físico lo que me vie- ne a la mente. ¿Escribes con frecuencia? ¿Qué te inspira a escribir? No escribo con tanta frecuencia, normalmente lo hago cuando me viene una idea muy prometedora o cuando tengo tiempo libre. Me suele mover mucho la idea del ¿qué pasaría si me voy al extremo? Cuando uno empieza a divagar salen las ideas más extrañas. En “El maestro” retomas una figura icónica para la educación; ¿por qué decidiste, con tus personajes, conflictuar a un alumno un tanto trastornado y a un maestro aparentemente rígido? Creo que es una fantasía un poco pesada pero tam- bién pienso que es algo que alude mucho a lo que algunos alumnos desearían, tal vez no de una manera tan extrema, pero sí hay que aceptar que pocos son a los que no les pasa por la mente alguna idea así sobre su maestro. Aunque por supuesto esto es mera ficción y es así como lo debemos de tomar. ¿Qué opinas de la literatura de terror? Es uno de los géneros más populares y de mis favori- tos, pues permite al lector involucrarse en situaciones diversas El maestro Andrés González Cosío Andrés González Cosío cursa quinto de preparatoria. Es un alumno reservado, tranquilo y muy atento. Nos concedió una charla para este primer número de Ambuletrario. Palabras via- jeras. Entre preguntas observamos a un joven interesante y pro- metedor. que harían una muy buena película, pero dejando todo a su imaginación, sólo dándole las bases para crear su más terrible pesadilla. Estas historias permiten conocer más a fondo al per- sonaje que lo que dejaría una película mostrando sus intencio- nes, debilidades, entre otras cosas. ¿Cuáles son tus tres libros favoritos y por qué? Estudio en Escarlata de Sir Arthur Conan Doyle por ser la primera de muchas de las aventuras de Sherlock Holmes; La Sombra de Ender de Orson Scott Card porque logra mostrar el otro lado de una historia igual de emocionante como es El juego de Ender; y La Fundación de Isaac Asimov, pues muestra los posibles alcances de las matemáticas y los procesos evoluti- vos de una sociedad naciente. ¿Qué es lo que más te gusta del Ciencias? Definitivamente su biblioteca. Es silenciosa, calma- da, con aire acondicionado y una gran vista al patio. Huele a libro viejo y tiene sillones muy cómodos; su amplio catálogo de libros permite encontrar los grandes clásicos además varios otros un poco fuera de lo ordinario. Es un gran lugar para ir a buscar calma y paz, claro está que también para leer. ¿Qué pasatiempos tienes? Lo que suelo hacer es leer, investigar sobre temas de ciencia, política e histora, escuchar música y ver películas; y por supuesto, de vez en cuando escribir. ¿Cómo te ves en el futuro, como un escritor? ¿O la escritura sólo es un pasatiempo? No me veo a futuro como un escritor consagrado, preferiría primero explorar otras opciones. Aunque siempre cabe la posibilidad de ponerme de lleno a escribir y hacer una carrera de ello, pero por ahora no; prefiero escribir con calma cuando me venga la inspiración. Para terminar, haremos un juego de relación de conceptos. Di- nos lo primero que te viene a la mente cuando escuchas: que llevaba dentro. Aquello no debía ni mirarme. Maldita criatura inferior. Lo tomé y levanté sobre mi cabeza, agarré su cuello con mis palmas. Pude sentir su pulso latir bajo las yemas de mis dedos. Percibía el “pum... pum… pum…” que marcaba el correr de su existencia, y eso me excitaba. Sentí un cosquilleo pasar de su pulso hacia mis manos, de ahí a mis brazos, hacia el cuello, y a todo el cuerpo en un impulso que me hizo estremecer. Tuve ganas de terminar su existencia en ese mismo instante, pero aún era de- masiado pronto; tenía algo muy especial preparado para él. Empezamos a jugar a la mesa de operaciones. Lo amarré a una mesa plegable y em- pecé a afilar un pequeño cuchillo de cocina hasta que quedó lo suficiente como para afeitarse. Me divertí como nunca lo había hecho, esta nueva libertad que siento me ha extasiado y no siento ninguna responsabilidad con o hacia alguien. Puedo hacer lo que quiera. Cuando terminé con él parecía un muñeco de anatomía muscular. Sólo había un problema, seguía vivo. Lo terminé rápidamente, un simple corte acabó con su existencia. Pude ver su corazón dejar de latir, resultado de nuestro juego. Oh maestro, debiste haber pensado tus respuestas, mantenido tu respeto; ahora que te los he metido por el gaznate es muy tarde para corregir errores. Qué lástima, nunca debiste haberme reprobado. Que disfrutes tu suave cuna de tierra, espero que no sea muy cómoda. Vida Amor Cama Libertad Fuerza Traición Maestro Luz Violencia Paz Muerte Comida > plena > compromiso > ensueño > ilusión > héroes > preservación > tarea > lugar a donde iremos > ser humano > monotonía > lo único seguro > tacos al pastor
  • 7. 11 LEER TÉ 12LEER TÉLéase con una taza de café o té Léase con una taza de café o té No cierres los ojos Aída Hernández Perdida en las sombras sonidos que inquietan veo gente muerta “nadie escucha tus gritos” La voz se pierde en la oscuridad Nunca cerrar los ojos, o nunca abrirlos ¡está parado al lado tuyo! Las voces se tornan claras, quédate a jugar ¿tienes miedo? entonces tú eliges Ya no hay espacio en el infierno lo más parecido es tu oscuridad Me aterraba seguir con vida un vacío que miraba hacia mí, me consumía sentí la presencia de la muerte pero nunca cerré los ojos Fue como vivir en un pozo muy por debajo del suelo Ahí me encontraba yo, admirando. Todo en plena oscuridad rodeada por sombras y recuerdos Asfixiada por melancolía ahogada en lágrimas. Tuve el coraje de escapar pero en el proceso dudé Quería dejarme de nuevo caer algunas veces no, pero tiendo a resbalar. Ya aquí afuera sigo volteando abajo viviendo a medias y eso hace que vuelva atrás. Volver atrás Alondra Chubey Compañera nocturna Isabel Espinosa Gispert La mano me tiembla Se aferra a la daga Ella durmiendo Yo excitado Me tomo mi tiempo Primero el cuello La daga se tiñe Y su grito inaudible Despierta a los gatos Se toman su sangre Quedan dormidos Su cuerpo ya frío Refleja hermosura Me acuesto a su lado. La habitación se hace más pequeña y mis cadenas más cortas Huir se convierte en un anhelo una necesidad para sobrevivir a este infierno Una mujer me culpa gritos que me conducen hacia la locura y las palabras que se atornillan en mi garganta Mi única salvación es moldeable cada vez que cambia es más tentadora y me regocijo ante la euforia que produce en mí Una soga, edificios un cuchillo, pastillas y muchas más Cierro mis ojos Angustia Marissa Vidales De tal palo Pablo Pufleau Entre tierras cavernarias con alcohol con incesante prisa crece dos metros de aura de negrura con puñales con esputos hacia mí una rama de dos sobre mi rostro crece. Corta mis entrañas empala mis principios mis fragmentos de astilla.
  • 8. 14EN EL TINTERO13 EL SÓTANO Howard Phillips Lovecraft nació en Providence, Rhode Island el 20 de agosto de 1890. Su padre Winfield Scott murió cuando tenía solo ocho años y su mejor amigo (su abuelo) Phillips W. Van Buren cuando tenía catorce años. Lo crió su madre Susan S. Phillips Lovecraft, una mujer que descargó en su hijo todas sus frustraciones y el resentimiento que tenía hacia su esposo. Lovecraft era un muchacho que pasaba largas horas en la biblioteca de su abuelo ampliando su conocimiento a pesar de ser un niño enfermizo y solitario. Le interesaban bastante los géneros de la novela gótica, la policiaca, la historia y también las ciencias como la biología, la física y la química. Empezó a escribir desde muy joven. Debutó con un cuento llamado “La bestia en la cueva”, pero no fue sino hasta 1923 que se dio a conocer con el relato “Dagon” que se publicó en la revista Weird Tales. Al morir su madre comenzó a trabajar como crítico y revisor de obras. Llegó, incluso, a elaborar algunos textos. En El terror en H. P. Lovecraft Andrés González Cosío Antaño nuestro mundo fue poblado por otras razas que, por prac- ticar la magia negra, per- dieron sus conquistas y fueron expulsadas; pero viven aún en el Exterior, dispuestas en todo mo- mento a volver a apode- rarse de la Tierra “ ” El terror en H. P. Lovecraft Andrés González Cosío esta etapa conoció a Sonia Greene con quien se casó y mudo a Brooklyn,NuevaYorken1924.Alnopoderconseguirunempleo estable y con la crisis económica, aunado a varios problemas personales, se divorcian en 1926. Regresó a Providence en 1927 y se dedicó a escribir de tiempo completo. Es en esta etapa cuando crea la mayor parte de su obra literaria. Escribió en esta faceta “La llamada de Cthulhu”, “En las montañas de la locura” y “El caso de Charles Dexter Ward”, algunas de sus más grandes obras. En este período se cimienta el grupo conocido como “El círculo de Lovecraft”, un grupodeescritoresqueintercambiabancartasconH.P.Lovecraft pidiéndole consejos y utilizando algunos de sus personajes. Lovecraft es reconocido por su uso del terror a lo des- conocido, además de ser el creador de “Los mitos de Cthulhu”, un ciclo literario de horror cósmico que se acerca mucho a la ciencia ficción y a la fantasía. Su principio fundamental fue establecido por Lovecraft de esta manera: Cthulhu Juan Pablo Villaseñor Al entrar en el mundo literario de H. P. Lovecraft nos adentramos a lo desconocido, alienígenas, seres extra di- mensionales, dioses y bestias indescriptibles. Todos estos elementos están presentes en su creación más popular, el dios durmiente Cthulhu. Para empezar con esta descripción de lo indescriptible hay que tener presente que Cthulhu es un ser infinitamente superior a los seres humanos al punto que su lógica sería incomprensible. Basta con saber que su nombre no está establecido pues no es más que la representación escrita de sonidos extraterrestres y se puede escribir de múltiples formas (como Tulu, Clulu, Clooloo, Cthulu, Cthullu, C’thulhu, Cighulu) y ninguna es mejor que otra, pero Cthulhu es la versión estan- darizada y más común de llamar a este personaje. Como muchos seres de la mitología de Lovecraft, Cthulhu es uno extra dimensional y lo que vemos no es más que una reflexión en nuestra realidad, algo así como la sombra de tu mano proyectada en la pared. La forma con la que se representa a este ente es una combinación entre un pul- po, un dragón y un humanoide gigante, cuesta creer que es de las descripciones más comprensibles entre los monstruos creados por Lovecraft (al no ser simplemente una plasta de tentáculos y bocas), sin embargo hay que tener en cuenta que Cthulhu es capaz de cambiar de forma y tamaño. Ahora bien, ¿qué hace tan especial a este gigante con tentáculos en la boca? Puede ser el hecho de que a diferencia de las otras deidades de su mitología, Cthulhu habita en nuestro planeta, donde alguna vez hace millones de años reinó. Duerme en la ciudad de R’lyeh (ex capital del planeta ahora conocido como Tierra) que con el paso del tiempo ha quedado sumergida en algún lugar del océano pacífico. Cthulhu obtiene energía de las estrellas así que no despertará hasta que éstas estén en una posición específica, pero cuando eso suceda, el caos y la locura arrasarán con la humanidad mientras el dios alienígena intenta recuperar su trono. Pero su aparentemente eterno descanso no es suficiente para detener a esta bestia pues aún en sueños es capaz de inducir a gente a la locura y esparcir el terrorsobrelaTierraconayudadesusesbirrosyde varios cultos que han surgido en su honor a lo largo de los siglos, tanto humanos, alienígenaseinclusosereshíbridos. Eso es Cthulhu, un ser extraterrestre increíblemente poderoso que duerme en el fondo del océano Pacífico esperando el día en que las estrellas le permitan despertar una vez más para dominar el planeta, y cuando eso pase no habrá nada que podamos hacer para evitarlo. Sólo nos queda desear que las estrellas se mantengan donde están o unirnos a un culto en esperanza no de que nos deje vivir, sino que simplemente nos devore de manera rápida y sin dolor.
  • 9. 167ÉPTIMO15 EL DIVÁN Rimbaud fue uno de los más grandes poetas franceses. A tem- prana edad inició sus creaciones literarias, componiendo a los ocho años sus primeros trabajos en prosa y abandonó la lite- ratura con tan sólo diecinueve años de edad. Eso significa que logró su legado literario entre los 8 y los 19 años. Su orientación poética en ese tiempo era la de los parnasianos, que en aquella época publicaban sus obras en una revista literaria llamada El Parnaso Contemporáneo. Rimbaud, como muchos otros, anhe- laban que sus obras se publicaran en dicha revista, pero nunca se logró su cometido. Hoy, sus obras siguen teniendo influencia en la lite- ratura moderna, la música y el arte de manera amplia y estre- pitosa. Influyó en los poetas franceses de su tiempo, y también en surrealistas como: Henry Miller, Hugo Pratt, Luis Alberto Spinetta y Jim Morrison; el cantautor Van Morrison; el escritor estadounidense de terror Thomas Ligotti; el poeta y cantautor argentino Alejandro de Michele. Rimbaud forma parte de un grupo de poetas a los que se les denominó “los poetas malditos”, debido a una publica- I En las aguas profundas que acunan las estrellas, blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lilio, flota tan lentamente, recostada en sus velos... cuando tocan a muerte en el bosque lejano. Hace ya miles de años que la pálida Ofelia pasa, fantasma blanco por el gran río negro; más de mil años ya que su suave locura murmura su tonada en el aire nocturno. El viento, cual corola, sus senos acaricia y despliega, acunado, su velamen azul; los sauces temblorosos lloran contra sus hombros y por su frente en sueños, la espadaña se pliega. Los rizados nenúfares suspiran a su lado, mientra ella despierta, en el dormido aliso, un nido del que surge un mínimo temblor... y un canto, en oros, cae del cielo misterioso. II ¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve, muerta cuando eras niña, llevada por el río! Y es que los fríos vientos que caen de Noruega te habían susurrado la adusta libertad. Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena, en tu mente transpuesta metió voces extrañas; y es que tu corazón escuchaba el lamento de la Naturaleza -son de árboles y noches. Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo rompió tu corazón manso y tierno de niña; y es que un día de abril, un bello infante pálido, un loco miserioso, a tus pies se sentó. Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca! Te fundías en él como nieve en el fuego; tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra. -Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul. III Y el poeta nos dice que en la noche estrellada vienes a recoger las flores que cortaste, y que ha visto en el agua, recostada en sus velos, a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis. ción de otro poeta francés de nombre Paul Verlaine que se ti- tuló así. En este volumen Verlaine expresa comentarios de los autores que él mismo conoció en persona, así como también relata anécdotas vividas con ellos. Verlaine consideró que el ge- nio de cada uno de estos poetas había sido también su propia maldición, alejándolos de las personas y llevándolos a tomar la rebeldía como formas de escritura. “Los poetas malditos” fue- ron retratados como desiguales respecto a la sociedad, tenien- do vidas trágicas y frecuentes tendencias autodestructivas; todo esto consecuencia de sus dones literarios. Los poemas de mayor renombre de Rimbaud son: “El barco ebrio”, “Vocales”, “Mi bohemia”, “El corazón atormenta- do” y “Ofelia”. Arthur Rimbaud sin duda ha sido una gran influencia para muchos escritores, para el cine y el teatro. Sin duda este personaje era un genio y sus obras son joyas de la literatura, incluyendo el ámbito de terror. Arthur Rimbaud, el poeta maldito Ofelia Marissa Vidales Arthur Rimbaud DirigidayescritaporJenniferKentquienesactual- mente maestra en The Australian Film Television and Radio School aparte de su trabajo como actriz y directora, decidió convertir su corto Mons- ter (2005) en un largometraje filmado con bajo presupuesto en la capital del sur de Australia, Adelaide. The Babadook (2014) es la historia de Amelia (Essie Davis) una madre viuda que cría a su hijo, Samuel (Noah Wiseman), niño de 6 años que vive en su mundo de magia y fantasías en el cual incluye monstruos que residen en sus sueños, aunque él asegura que también se les puede encontrar en su habi- tación. Amelia trabaja como enfermera en una clínica de reposo para personas de la tercera edad; sufre de insomnio debido al comportamiento violento e hiperactivodesuhijoquienconstru- ye máquinas para poder combatir a los monstruos que él asegura que existen, se le ve con un aspecto pálido y una mirada ojerosa. Vive traumatizada por la muerte de su marido, quien perdió la vida en el camino hacia el hospital cuando iba dar a luz a Samuel. Éste, una noche encuentra un libro Mister Babadook y Amelia comete el error de leérselo antes de dormir. Una gran silueta con sombrero de copa, viste un largo abrigodelcualsalenlargosdedos esqueléticos de color negro por sus mangas que decide llevar las pesadillas a la vida de estos dos protagonistas. La perturbación proviene de una madre trastor- nada que es impulsada tanto por la influencia de la criatura ate- rradora (Mr. Babadook) como por su desequilibrio y cansancio psicológico. El horror sepul- cral se manifiesta silen- ciosamente en ambientes relativamente comunes: pasillos, sótano, escaleras y puertas. El soundtrack enfatiza los sonidos macabros que surgen al pronunciar el nom- bre de esta criatura, cuyo origen proviene de “Babaroga”, palabra serbia que es utilizada para nombrar el Bogeyman, legendario espí- ritu malvado que es mejor conocido en Hispanoamérica como “el coco”. Elfilmesemuestracomounapintura fúnebre, diseñada en su totalidad para causar cansancio visual con sus tonos azul grisáceos, muebles viejos, días nublados y pálidos, como noches largas, silen- ciosas y oscuras. Rad Ladezuk, cine- matógrafo polaco, captura planos estables y fijos que conforme la película avanza el espectador comienza a profundizar a de- talle lo que se encuentra al fondo de la escena central. Los planos comienzan a ser inarmónicos sin llegar a ser desordenados con el fin de transmitirelcansancioydes- equilibrio mental que sufre la protagonista. Este filme cuenta con efectos visua- les a lo largo de la trama que pretenden aumentar la tensión del espectador, mas no para sustos bara- tos ni saltos abrumadores. Recurre al uso efectivo del stop-motion como recur- so visual y pop-up art en cuanto al diseño del libro. The Babadook es considerado uno de los filmes más espeluznantes entre los últimos años del cine de terror. William Friedkin (director de El Exorsista, 1973) escri- bió: “nunca he visto una película más aterradoraqueThe Babadook”. The Babadook Alondra Chubey
  • 10. PRÓXIMAMENTE17 ESCRÍPTICOS Año 1, Número 2. 2015 palabras viajeras En nuestro próximo número... Sopa de letras Acertijos Locura La locura: Privacion del juicio o del uso de la razon / Accion inconsiderada o gran desacierto / Ac- cion que, por su caracter anomalo, causa sorpresa Frankenstein Ánima Horror Cthulhu Pánico Zombie Muerte Monstruo Lúgubre Licántropo Drácula Fúnebre Terror Demonio Fantasma 1. Relato corto de un escritor estadounidense que narra la transformación de una joven cuya belleza se transforma en sepulcral. Su primo se obsesiona con su dentadura al grado que termina asesinándola, guar- dando sus piezas dentales en una caja como reliquias preciadas. ¿Qué obra literaria es y cuál es su autor? 2. Película estadounidense de terror-dramática de 1968 escrita y dirigida por Roman Polański y prota- gonizada por Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Sidney Blackmer, Maurice Evans y Ralph Bellamy como actores principales. Cuenta la historia de una pareja joven que se muda a un vecindario donde una secta planea hacer un ritual con el hijo (fruto de una violación por parte de un ser demoniaco) que la joven espera. ¿Cuál película es? Completa la sopa de letras, contesta los acertijos y si eres el primero en presentarlos correc- tamente resueltos en la sala de maestros (con el profesor Jorge Urzúa o Roberto Maciel), serás el ganador de un premio sorpresa.