El documento habla sobre los deseos suicidas del consumo irracional. Explica que aunque todos sabemos distinguir entre lo que deseamos y lo que necesitamos, a menudo nos dejamos llevar por los deseos promovidos por la publicidad y terminamos comprando cosas que no necesitamos realmente. Esto nos deja con deudas que nos asfixian financieramente. El documento concluye diciendo que la presión social por el consumo genera adicción, pero se la puede combatir practicando la abstinencia y priorizando nuestras necesidades reales.
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Combate el consumo irracional
1. Nacion.com. Revista Proa
Tinta fresca
Deseos suicidas
Any Pérez
A nadie le dejarán de hablar en el barrio por no ir a
esquiar a Bariloche
Al menos en teoría, todos sabemos la diferencia entre desear y necesitar. Hasta nos
volvemos doctorales cuando se trata de exponerles a los amigos nuestro perfecto
plan estratégico de prioridades o, sobre todo, cuando se trata de criticarle a los
demás que no tienen claro el asunto.
En la vida cotidiana el límite se vuelve nebuloso cuando nos hacemos los consumidores tontos y nos dejamos atolondrar por los
efluvios de deseos que emanan de la pantalla, la vitrina o el catálogo, con promesas de ensueño de "¡goce hoy y pague en la vida
eterna!"
Es entonces cuando el piloto automático del consumo toma las decisiones y ¡ayayay! Al despertarnos, tenemos el carrito de la compra
hasta el tope, el saldo en el sótano y la billetera de real y material "goma" financiera. El galope en el costo de la vida es agobiante pero
muchas de las deudas innecesarias que adquirió ese piloto infame y traidor son las que más nos asfixian.
La mayoría estará de acuerdo en que, se puede desear pero, en sí, nadie necesita un tele de pantalla plana, ni un celular que nos
recuerde que mami cumple años, ni un combo de DVD con tele y equipo de sonido incorporados si la casa grita por reparaciones o
debemos hasta la comida que metemos al microondas.
Tampoco es de vida o muerte cambiar el carro solo porque están baratísimos por el aumento en el petróleo, si uno nunca podrá
llenarle el tanque.
A nadie le dejarán de hablar en el barrio por no comprar una refri con televisor incorporado o por no ir a esquiar a Bariloche (está
super in, aunque el abrigo solo sirva aquí para subirse en la camioneta a ver pasar el Festival de las Luces).
Nadie necesita tantísimos productos dizque de belleza para ser una persona querida y respetada. Y menos coherente es gastarse la
mitad de la semana en el concierto de moda si el colchón sobre el que dormimos está como territorio bombardeado.
Las sirenas cantan que los consumidores movemos al mundo, pero en realidad nos hacen perdernos en suicidios financieros que
dañan a nuestra familia. Aun en el caso de tener muchísimo dinero, el consumo irracional equivale a botar los billetes al basurero.
http://wvw.nacion.com/proa/2005/julio/31/proa2.html (1 of 2)10/6/2011 3:30:39 PM