La arquitectura romana se caracterizó por el uso de variados materiales de construcción como la piedra, el hormigón y el ladrillo. Fue una arquitectura funcional y monumental que influenció estilos posteriores como la arquitectura románica y bizantina. Algunas de sus obras más importantes fueron el Panteón, el Coliseo y el Acueducto de Segovia, cuyas formas todavía pueden verse en edificios gubernamentales modernos.