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ENCUENTRO CIUDADANO LAGUNERO
ARTÍCULOS DE OPINIÓN PUBLICADOS POR FRANCISCO VALDÉS
PEREZGASGA EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES
EL RÍO SAN RODRIGO
15-02-2015
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Rio-San-
Rodrigo_18_464533613.html
Francisco Valdés Perezgasga
Quiero hablarle del Río San Rodrigo, un admirable río de desierto, ubicado al
norte de Coahuila y que desemboca al Río Bravo llamado también Río Grande
dependiendo de donde se pare uno. En 1851 Emil Langberg,nacido en 1810 en
Copenhague llegó como coronel del ejército mexicano a reconocer sus parajes.
Encontró un río tan normal y tan extraordinario como cualquier río de desierto.
Un lagunero de hoy que viajara a ese pasado, reconocería sus sauces, sus
álamos y sus ahuehuetes. Los mismos que vio Langberg. Los nogales nativos y
los sicomoros quizá le hubieran parecido un tanto exóticos. Sus castores y
nutrias habrían sido maravillas sin par. La presencia de bandas de indios
nómadas saciando su sed en sus aguas transparentes o pescando matalotes le
darían la clave que aquella era otra época.
Si el mismo lagunero, o cualquier coahuilense, pongamos por ejemplo Rubén
Moreira, volviera hoy y se parara en el sitio arqueológico de Monclova Viejo, las
ruinas del viejo presidio desde donde Langberg lo describió, no hubiera
reconocido nada. El Río San Rodrigo es hoy un río moribundo. Lo estrangula la
presa de la Fragua, una obra inútil que sólo sirve para evaporar ingentes
cantidades de agua, privando a Coahuila de un bien precioso en forma de
nubes fugitivas. Vería que varios kilómetros aguas arriba y aguas abajo de la
presa se desarrollan actividades dantescas por enormes conglomerados
mineros dedicados a la extracción de piedra. Esos sitios son lunares. No por
que sean pequeñas manchas en la faz de Coahuila, sino porque asemejan
paisajes de la Luna aunque en la Luna no hay tolvaneras.
Enormes maquinarias destrozan el río y su vegetación día y noche. Roban un
recurso -la piedra- mientras arruinan otros dos -el agua y el aire- enfermando a
los pobladores. Triturados de Piedras Negras, Materiales Ballesteros y Mateco,
roban piedra 24/7 sin permiso, mientras destrozan aquel paraje idílico que
sobrevivió a Langberg hasta hace pocos años y lo llenan de polvo, de ruido y
de muerte.
A pesar de incontables denuncias a la CNA y a Profepa, el robo descarado a la
nación continúa y la devastación de aquella maravilla que nos narró el danés y
mexicano -y que aún existía hace veinte años- muere una muerte horrible y
lenta a manos de empresarios y funcionarios. Para vergüenza de Coahuila y
para ruina de sus pobladores.
HUMEDALES, HUMEDADES
08/02/2015
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Humedales-
humedades_18_460933904.html
Francisco Valdés Perezgasga
El pasado 2 de febrero, Día Mundial de los Humedales, sucedieron dos cosas.
Una, que llovió. Mucho, lo que en el antiguo sistema de numeración maya se le
llamaba un madral. Ningún día de febrero de los últimos 45 años había llovido
tanto. De hecho, el promedio de lluvia para todo el mes de febrero, de 1971 a
2014, es de 3.5 milímetros o lo que es lo mismo, tres litros y medio por metro
cuadrado. El Día de los Humedales el observatorio de Torreón midió una
precipitación de 50.8 milímetros. Llovió, en un sólo día, quince veces más de lo
que le tocaba al mes entero. En Gómez Palacio la lluvia fue aún más: 62
milímetros en tan sólo quince horas. En resumen, con la lluvia de ese día, el de
2015 es ya el febrero más lluvioso de los últimos 45 años. Una lluvia sin
huracán de por medio, en invierno, una lluvia inverosímil.
Pues bien, ese día, Ruedas del Desierto decidió hacer un paseo en bici por el
Parque Estatal Cañón de Fernández para celebrar su día. Recordemos que el
Cañón de Fernández es un Humedal de Importancia Internacional, designado
como tal por la Convención Ramsar en 2008.
El paseo fue agradable y divertido como cualquier cosa que se comparte con
treinta y un personas con el mismo amor por la bici y por nuestra naturaleza.
Pero fue sobre todo inolvidable por la lluvia, fuerte e incesante. Y los charcos. Y
el lodo. Los charcos y el lodo que, junto con la bici, hacen que el reloj
existencial de cualquiera se devuelva a la infancia alocada, feliz y
despreocupada. Con la mejor compañía y haciendo lo que más nos gusta, el
frío y el agua pasan a segundo plano.
Yo vi el Cañón de Fernández de otra manera. O no lo vi porque las nubes bajas
ocultaban sus cerros majestuosos. Los arenales que cualquier día seco te
obligan a desmontar y a caminar estaban duros, como pavimento. Los caminos
que más que de tierra suelen parecer de talco eran unos zoquetales
resbalosos, impasables. Si desmontabas, al hundir tus pies, el lodo quería
quedarse con tus zapatos. La fauna callada y mustia por la lluvia y el frío aún
nos mostró tres grupos de patos monjita.
Fue una jornada memorable, feliz, única. Como debe de ser el día en que
honramos algo tan bello y bueno para todos los laguneros como el Cañón de
Fernández.
2 DE FEBRERO
01-02-2015
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/febrero_18_45673
4344.html
Francisco Valdés Perezgasga
El 2 de febrero es una fecha especial para quienes, en todo el planeta,
sentimos una conexión especial con los ríos, los lagos, los esteros y las
lagunas. Es especial porque celebramos el Día Mundial de los Humedales,
esos sitios únicos por los ensambles biológicos que albergan y por los servicios
y bienes que entregan a la humanidad.
La Convención Ramsar designa a los humedales de importancia internacional y
el 2 de febrero anuncia los nuevos humedales que entran a formar parte de los
denominados Sitios Ramsar. En 2008, el Parque Estatal Cañón de Fernández
fue inducido como el Sitio Ramsar 1747, un logro enorme de un modelo de
cooperación entre la ciudadanía y el gobierno.
Un modelo que ya había probado su éxito con la declaratoria del Cañón de
Fernández como Parque Estatal en 2004 ante las solicitudes de Prodefensa del
Nazas, organización que agrupa a los ambientalistas más comprometidos de la
comarca. En 2005 la alianza se reforzó con la instauración de una
administración conjunta del área.
La protección del Cañón de Fernández será exitosa en la medida que los
laguneros nos involucremos en su conservación y en la medida que las cuatro
instancias de gobierno -ejidal, municipal, estatal y federal- se aporten al
cuidado de sus comunidades humanas y biológicas.
El Cañón de Fernández enfrenta riesgos importantes. La intención de los
desarrolladores inmobiliarios de poblarlo de ranchettes, la caza furtiva, la
amenaza de contaminación y sobreexplotación de sus mantos acuíferos -que
amenazan al propio ecosistema ripario, la sobrepoblación ganadera -
estabulada o no- son algunas de las presiones que deben ser enfrentadas con
decisión y con la ley en la mano. Aunque también el Cañón y sus pobladores
han visto avances importantes en su desarrollo y su conservación gracias a la
acción de la administración del parque, del gobierno de Durango, del gobierno
federal y de los miembros de Prodefensa del Nazas.
Te animo a que visites el Parque Estatal Cañón de Fernández. Maravíllate con
su bosque de galería y sus noas. Atiende al espectáculo de un águila
pescadora sumergiéndose en las aguas del Nazas o admira la gracia -simple e
infinita- contenida en el arco dibujado por el pájaro carpintero al volar. Y únete
ya a las mujeres y los hombres que queremos conservar este sitio único para
las generaciones futuras.
PRESAS
18-01-2015
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Presas_18_44833
5166.html
Francisco Valdés Perezgasga
Recientemente, la organización International Rivers difundió una reseña de
Peter Bosshard sobre las doce presas que cambiaron al mundo. Las presas,
sin duda, son la expresión concreta de la arrogancia humana. Son estructuras
que han cambiado la cara del planeta: generan un sexto de la electricidad e
irrigan un séptimo de sus cultivos. Han inundado tierras del tamaño de
California, desplazado una población como la de Alemania y convertido
reservas de agua pura, como nuestros ríos y acuíferos laguneros, en
ecosistemas amenazados. Han redistribuido el peso planetario al grado de
alterar perceptiblemente la duración del día.
Bosshard pasa revista a presas eminentes como la Hoover, que hizo posible el
paraíso artificial de Las Vegas y destruyó al otro gran río de Norteamérica: el
Colorado. Hoy, el cambio climático está afectando gravemente su capacidad de
almacenar agua y de generar electricidad. En su artículo, no se olvida de otras
presas como la de Kariba en el río Zambezi en Sudáfrica que expulsó de sus
hogares a 57,000 personas que quedaron condenadas a la pobreza. O la presa
Chixoy en Guatemala que fue rechazada por las comunidades que se verían
inundadas por su construcción. Siendo 1982 y siendo Guatemala, el gobierno
intentó dar solución al conflicto asesinando a más de cuatrocientos hombres,
mujeres y niños indígenas. Apenas en 2014 estas comunidades firmaron con el
gobierno acuerdos de indemnización por $154 millones de dólares.
Otra tragedia fue la presa Banqiao, en China. Cuando se hace una presa, se
interviene de manera radical un sistema biólogico, orográfico, climático y
geólogico único y complejo. Se afecta con la arrogancia y la ignorancia del
humano, una combinación que muchas veces ha resultado letal. Cuando la
presa Bangiao falló, en 1975, mató a 171,000 personas. En tiempos más
recientes, se encontró que el sismo de Sichuan en el sur de China en 2008, el
año de las Olimpiadas de Pequín y que causó ochenta mil víctimas fatales,
pudo haber sido provocado por la represa Zipingpu.
Yacyretá en el río Paraná, entre la provincia de Corrientes en Argentina y la
ciudad paraguaya de Ayolas. es otra de las presas reseñadas. La falta de
controles democráticos en una sociedad autoritaria gobernada por militares
favorece la corrupción. En promedio, las grandes presas muestran sobrecostos
del 96% y no son redituables económicamente. El costo de esta presa pasó de
dos mil quinientos millones de dólares a más de quince mil y terminó por ser un
monumento a la corrupción.
Hay grandes presas, en proyecto o construidas, que han jugado un papel
central en las rebeliones populares como la de Nagymaros en Hungría, cuya
oposición marcó el fortalecimiento de la revuelta contra el autoritarismo,
revuelta que desembocó, junto a muchos otros movimientos de descontento
popular, con la caída del bloque soviético. Otras que han provocado problemas
sociales y ambientales gigantescos, como la de las Tres Gargantas en China
que ha destrozado el rico ecosistema del Río Yangtze.
La de GlinesCanyon en Estados Unidos es notable por ser la presa de mayor
altura jamás desmantelada. Su cortina de 64 metros de altura fue retirada en
2014 pasando a engrosar la lista de las más de 1,150 presas que se han
quitado en nuestro país vecino de 1930 a acá.
Pero de la lista de Bosshard, las que más me entusiasman son las cinco
enormes presas que no se construyeron en el sur de Chile. La Patagonia es
una región de una riqueza biólogica y escénica sin par. Ante una oposición
popular sin precedentes en el Chile democrático, el gobierno decidió el año
pasado detener el proyecto y así salvar al Río Baker y a otros ríos y lagos del
extremo austral de nuestro continente.
Para cada uno de nosotros no hay sitio más importante sobre el planeta que el
rincón en el que vivimos. Por eso, las presas que más nos deben preocupar
son las de aquí. Los laguneros hemos empezado a cuestionar los efectos de
las presas del Nazas y del Aguanaval. Se construyeron como parte de un
proyecto fallido de nación. La agricultura lagunera nunca se repuso de este
error.
Con estas presas terminamos con las lagunas que nos dieron nombre e
identidad. Mayrán, Viesca, Tlahualilo, el Caimán son nombres enmudecidos
que hoy, lo poco que evocan es la desolación, el atraso y la sed. Estos días se
empieza a hablar de nuevo de construir la inútil presa del Cañón de la Cabeza.
Quien mueve los hilos es el mismo oscuro personaje de la política local que fue
también uno de los responsables del sinsentido de la Presa del Tigre, cerca de
San Juan de Guadalupe. Una presa que iba a costar cuarenta millones y
terminó costando ciento cuarenta. Sin terminar. Ciento cuarenta millones que
nunca cumplieron las demagógicas promesas que cruelmente le hicieron a una
población desesperada por la miseria.
AMENAZAS EN EL NAZAS
26-10-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Amenazas-
Nazas_18_397940209.html
Francisco Valdés Perezgasga
Hace diez años y meses el gobierno de Durango decretó la creación del
Parque Estatal Cañón de Fernández, la primera área natural estatal. Dos años
después instaló su administración al amparo de un convenio de colaboración
entre el gobierno estatal y Prodefensa del Nazas, A.C., la organización de la
sociedad civil que cabildeó, desde el año 2000, la protección y restauración de
los ecosistemas del Río Nazas, desde la Sierra Madre Occidental, hasta la
Laguna de Mayrán. Los esfuerzos de este grupo ciudadano fueron el origen de
la acción del gobierno estatal que mandó hacer un estudio técnico que
concluyó que el Cañón de Fernández debería ser protegido. Con estos
antecedentes -y con la anuencia de los propietarios de las tierras ubicadas
dentro del polígono del parque- el Congreso de Durango decretó el parque
estatal en 2004 y su administración en 2006.
El 2 de febrero de 2008, en una solemne ceremonia en Mazatlán, en el marco
del Día Mundial de los Humedales, se indujo al Cañón de Fernández como
Humedal de Importancia Internacional o sitio Ramsar número 1747. Con esta
inducción el cañón queda bajo la protección de un tratado internacional. Como
sitio Ramsar, el Cañón de Fernández quedó también bajo la tutela de la
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Dicho de otra forma, el
Parque Estatal Cañón de Fernández es hoy un área natural protegida por el
Estado de Durango, el Gobierno Federal y la comunidad internacional. Un
verdadero orgullo para los laguneros y las lagunas, dueños finales de este
patrimonio nacional.
Los humedales están formados por la franja de tierra comprendida entre un
cuerpo de agua y la tierra firme. En el caso del Cañón de Fernández, esto se
localiza en la zona federal administrada por la CONAGUA y que son terrenos
propiedad de la nación -suyos, míos, de todos- pero que pueden ser
concesionados para su aprovechamiento con las limitantes que la Ley de
Aguas Nacionales precisa. Estas limitantes se aplican al uso de estos terrenos
sea que se ubiquen o no dentro de un área natural protegida.
¿Por qué el Cañón de Fernández es un espacio tan protegido? Por una parte
por que alberga una inusual biodiversidad que, al día de hoy, llega a más de
751 especies conocidas de flora y fauna silvestre. Pero también, este sitio de
17,000 hectáreas tiene una inusual riqueza escénica que atrae el interés de la
población por conocerla o de aprovecharla con fines de esparcimiento. Pero el
parque estatal también fue dotado de todas estas protecciones por las
amenazas que enfrenta y para que el plan de manejo y las diversas
disposiciones legales vigentes las minimicen o eliminen.
Lamentablemente, ha surgido un caso en el que un concesionario decidió violar
todas las normas y reglas para construir un complejo habitacional que incluye
un palacete, una alberca de grandes dimensiones, una enorme estupa budista
y un área con animales exóticos enjaulados. Con estas construcciones ilegales,
este concesionario ha violado los términos de su concesión federal y ha violado
la Ley de Aguas Nacionales, la Ley General del Equilibrio Ecológico y
Protección al Ambiente y diversas leyes y disposiciones estatales tal como la
Ley Estatal del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y el Programa de
Ordenamiento Ecológico del Estado de Durango. Estas violaciones e
irregularidades han sido señaladas por los responsables de la administración
del Parque Estatal Cañón de Fernández y por Prodefensa del Nazas, A.C. a la
Presidencia de la República, a la Procuraduría Federal de Protección al
Ambiente y la Comisión Nacional del Agua. Estas tres instancias han hecho
caso omiso a las denuncias lo que resalta el grave clima de impunidad y
debilidad institucional que vive nuestro país. Especialmente grave es que la
Comisión Nacional del Agua, que primero le negó el permiso al concesionario
para levantar construcción alguna, haya realizado diversas visitas de
inspección pero sin ser capaz de mover un dedo para hacer que la ley se
cumpla. El Cañón de Fernández es el último tramo del Nazas que conserva sus
valores ecológicos y su belleza escénica, que proporciona a los laguneros
servicios ambientales tan importantes como la recarga del acuífero y la
purificación natural del agua. Este atentado a su integridad debe ser
denunciada enérgicamente. Los habitantes de La Laguna tenemos que
defender nuestro patrimonio natural y no debemos permitir que entre nosotros
se instale la impunidad que está desangrando a nuestro amado México.
AL FONDO DE LAS COSAS
31-08-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/fondo-
cosas_18_364343585.html
Francisco Valdés Perezgasga
Se ha repetido hasta la saciedad: La Laguna enfrenta una crisis de agua. Una
crisis grave, muy grave. Según datos oficiales, del subsuelo se extrae casi el
doble del agua que ingresa. El total del caudal del Nazas y del Aguanaval se
extrae para actividades productivas destruyendo desde hace décadas
ecosistemas únicos e irrebatibles y extinguiendo especies que sólo aquí viven.
Las Lagunas de Viesca y Mayrán y sus ricos y exuberantes deltas
desaparecieron antes de que pudiéramos preguntarnos qué eran, qué tenían,
cómo funcionaban. El mal uso del agua nos ha puesto en este camino, un
camino claramente insustentable. Un camino que sólo puede tener un destino,
la tragedia. Se habla del declive de nuestra comarca. Se diagnostica y se
pontifica. Pero la verdad es que no se llega al fondo de las cosas. En la manera
actual que tienen las sociedades para organizarse, la economía ocupa un lugar
basal. Todo gira en torno a ella. Ojo, no es la única forma en que un grupo
humano puede funcionar y hay montones de ejemplos de ello. Pero bueno, lo
que hoy rifa es la economía. Y por lo tanto, el dinero. Dime cuánto tienes, te
diré cuánto vales. Pero se nos olvida que la economía descansa sobre el medio
natural. Sin suelo, sin aire y sin agua no hay economía que funcione. De ahí
que establecer un conflicto entre ecología y economía es una falsedad tan
grande como una catedral. Debemos entonces cuidar el medio natural, pero sin
descuidar el bienestar de la sociedad. Si lográramos estas dos cosas
estaríamos frente al santo grial del desarrollo sustentable: que todos tengamos
lo suficiente, siempre. Pero aquí y ahora, esto no es así. Extraer del subsuelo el
doble del agua que le entra, nos borra la palabra siempre y la palabra
suficiente. Visto cómo se reparte el uso del agua en La Laguna también
podríamos borrar la tercera palabra: todos. Hoy, en esta tierra, pocos tienen
todo por un rato. La antítesis de lo que como sociedad, lo que como humanidad
deberíamos estar buscando. En sociedades hidráulicas como la lagunera, la
divisa es el agua. Dime cuánta agua tienes y te diré cuánto vales. Aquí, como
en pocos sitios del planeta lo que rifa es el agua. Karl Wittfogel, el sociólogo
alemán que definió y estudió estas sociedades hidráulicas de la antigüedad
encontraría en La Laguna su feliz día de campo. Si nuestro modelo de progreso
económico no es sustentable -y no lo es principalmente por el mal uso del
agua- entonces La Laguna se dirige hacia un colapso ambiental, económico y
social. Un colapso cuyas primeras señas empiezan a advertirse en este declive
-lento ahora pero que se acelerará- que dura ya demasiados años. El estado,
supuesto garante del bienestar social, parece paralizado por la magnitud del
problema. Advierte las consecuencias de su inacción pero no actúa. Se
encuentra congelado como el conejito en medio de la autopista, viendo
fijamente las luces del tráiler que raudo se abalanza sobre él. En lugar de echar
mano de las múltiples armas a su alcance, apenas alcanza a tomar medidas
que intentan cubrir las apariencias. El presidente de la república podría
cancelar concesiones por razones de utilidad pública. La ley lo faculta para ello.
La salud de millón y medio de personas y la economía que les da sustento son
clarísimos ejemplos de utilidad pública. Podría Conagua meter en cintura a los
productores que se roban un bien de la nación extrayendo más agua de la que
legalmente les corresponde. En un pacto social, podríamos reservar una
fracción del caudal de los ríos para conservar y para restaurar ecosistemas
únicos, para rellenar los saqueados acuíferos y para frenar la ola de arsénico
que ya llegó a nuestros pozos de las ciudades. Pero a lo más que llega el
estado mexicano es a prometer filtros que remuevan el arsénico del agua que
bebemos. Filtros a pie de pozo o megapotabilizadoras. Una solución cara y de
pilón tan insustentable como el problema que no resuelve. No lo resuelve
porque el arsénico en el agua no es sino un síntoma del mal mayor que es la
sobreexplotación del agua tanto del subsuelo como de los ríos. Desde
Encuentro Ciudadano Lagunero, la coalición de organizaciones ciudadanas en
defensa del agua, no nos oponemos a que el arsénico se quite del agua que
bebemos. De hecho exigimos el cese de este envenenamiento masivo. Pero lo
exigimos junto a la demanda de un orden en la extracción del agua que nos
lleve a su uso sustentable. La aplicación de la tecnología anti-arsénico debe ser
una medida temporal y puntual que debe ser aplicada de la manera más
eficiente posible. Pero siempre acompañada de medidas de fondo. Quitar sólo
el arsénico del agua, sin hacer frente al gran problema que lo causó, equivale a
tratar una enfermedad terminal -un cáncer avanzado, digamos- con un poquito
de maquillaje. Estos tiempos requieren de medidas drásticas y a fondo. Claro,
si de verdad nos importa el futuro de esta tierra y de quienes vivimos y de
quienes vivirán en ella.
LA VIDA
03-08-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/vida_18_3475452
50.html
Francisco Valdés Perezgasga
Quienes hacemos el esfuerzo de divulgar la maravilla y el milagro que es la
vida y su evolución en la Tierra fallamos a menudo. Fallamos al dar la
impresión que la vida es algo que pasa en otra parte. En una reserva natural,
en una lejana sierra, en el vasto océano. Fallamos porque la vida ocurre no
sólo en nuestro rededor sino en nosotros mismos. Somos ejemplo y producto
de la evolución de la vida. Una ramita tan pequeña y tan importante del
inmenso árbol de la vida como otras ramitas: la del rinoceronte, la del más
diminuto asquel, la del ahuahuete, la de la mosca, la del olivo. Somos y
alojamos vida.
Nuestra relación como espectadores ante la divulgación biológica también falla.
Seguido creemos que la vida ocurre en la pantalla de la televisión. O, por lo
menos, en algún sitio inaccesible traído hasta la comodidad de nuestro hogar
por National Geographic. Esfuerzos más próximos como los de este diario (lea
los reportajes de Agustín del Castillo en Milenio Jalisco) o los de la Revista
Nomádica ayudan pero no resuelven del todo esta lejanía artificial entre el
espectáculo y el espectador.
Tomar una visión amplia de lo que significa hoy ser parte de esa compleja tela -
hoy tan deshilachada por nuestra inconsciencia- es fundamental para el futuro
de la vida, es decir, para nuestro futuro. Por ello es imperativo dejar esta
distancia, este desapego. Un posible primer remedio es salir y andar el monte.
El Cañón de las Canoas, Jimulco, Bilbao, los cerros de Tomás Garrido o el
Cañón de Fernández son puntos excelentes para dejar de darle la espalda a
nuestro desierto y a nuestros ríos. Pero no es suficiente.
Quizá un mejor consejo es intentar quitarnos el velo que nos impide
ver la vida en nuestro rededor. Es entonces cuando el pavimento, nuestros
edificios y aeropuertos se disuelven y aparecen esas florecitas azules de
pistilos amarillos que llamamos pollo. Es entonces cuando, por encima del
ruido del tráfico de la Calle Cobián, se eleva el inquieto canto del pequeño
verdín que brinca en las ramas del huizache pescando insectos o el llamado
del halcón peregrino posado en la antena de la televisora. Es entonces cuando
además de los corredores y caminantes en las amplias banquetas del
Boulevard Río Nazas aparecen los mezquites chilenos que te maravillan y te
alarman por lo rápido que crecen y por lo invasivos que son.
Pero además de encontrarla así, además de ver la vida en toda su anchura,
conviene también echarle una mirada larga. ¿De dónde viene? ¿Cómo surgió?
¿Sólo existe en este planeta? Preguntas que nos llevan muy atrás,
hasta la noche de los tiempos en que el universo aún no era. La vida que
conocemos se origina en la Tierra hace miles de millones de años. Un
organismo sencillo, casi tan sólo un saco de protoplasma, capaz de
reproducirse e interactuar con su medio inició todo. Un organismo surgido en
las aguas primordiales de un mar antiguo donde persistió y floreció pero donde
también se transformó y se adaptó y, transformado, empezó a aprovecharse de
cuantas oportunidades le brindaba el planeta virgen.
La diversidad de condiciones en el agua, en el aire, en las montañas, en los
polos, etc. aunada a la plasticidad aleatoria de los primeros seres unicelulares
fue la combinación ganadora que hoy nos entrega esta alucinante diversidad
de organismos vivos. Parece increíble, pero no fue sino hasta la segunda mitad
del siglo XIX que Darwin descifró esta ley fundamental que tanto nos ayuda a
entender el mundo, la evolución por selección natural.
Nosotros, los humanos, estos changos lampiños, somos apenas una ramita del
árbol de la vida cuyo tronco es aquella bolsita de protoplasma de hace 3,500
millones de años. Todo ese árbol portentoso del que formaron parte trilobitas y
dinosaurios está hecho del material forjado en el crisol de las estrellas.
Toda la materia que hoy forma todo lo que vemos, palpamos, olemos y somos,
fue hidrógeno y luego helio y luego litio y luego… hasta crear todo aquello que
hoy vemos en la tabla periódica de los elementos. Pero usted y yo y todo lo
vivo tenemos carbono, sin carbono no seríamos. No en balde la química
de la vida es llamada la química del carbono. Le confieso que sentí raro cuando
me di cuenta que no soy -que no somos- más que depósitos temporales de
átomos de carbono creados en un sol lejano hace miles de millones de años.
Átomos que fueron y serán uvas, alas de mosca, nueces, hojas, lagartijas.
Una reflexión más en torno a la vida. De todas las células que contenemos y
portamos, tan sólo una de cada diez son humanas, más del 90% son bacterias,
hongos y levaduras sin las cuáles no podríamos funcionar o ser. Cada uno de
nosotros, cada una de nosotras, es un ecosistema más que un individuo. Eso
debería unir nuestro ser con el de otros ecosistemas, con las selvas y los
desiertos, con las montañas y con los mares. Finalmente la vida es un continuo
maravilloso del cual somos una parte. Única, especial, temporal y maravillosa,
pero tan sólo una parte más.
LAS COSAS POR SU NOMBRE
25-07-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/cosas-
nombre_18_343345670.html
Francisco Valdés Perezgasga
Llamamos eufemismo a una palabra o una expresión aceptable, políticamente
correcta, usada en lugar de una palabra que pueda inquietar u ofender a la
persona o al público al que nos dirigimos. El eufemismo es siempre evasión.
Buscamos no ofender, no confrontar, no molestar, una actitud muy mexicana
que percibí el verano pasado de visita en Oaxaca. Allá, pareciera que la
palabra “no” fuera considerada ofensiva. Claro, no hay eufemismo posible para
la palabra no. No es no. “No” es, a todas luces, una palabra absoluta,
arrinconada. Pero la evasión de los oaxaqueños para emplearla nos llevó
siempre a innumerables confusiones a un par de norteños como Patricia y yo.
Desde que empezamos a pronunciar la palabra misma ya sabemos que el
eufemismo es bueno. Me explico. Etimológicamente, la partícula eu- denota
algo bueno. Eugenio es el bien nacido. Eutimio de buen ánimo. Eunice la
buena victoria (la marca de zapatos deportivos Nike se refieren a la victoria,
igual que la ciudad de Niza o Nice en francés). Eucariota, el buen núcleo, como
se llama a las células con núcleo, más modernas que las procariotas,
literalmente “antes del núcleo”. Eufemismo, el buen hablar, por cierto, es lo
opuesto a la blasfemia, el hablar hiriente.
Los eufemismos cambian. Pueden pasar de políticamente correctos a
francamente insultantes. Ahora mismo vivimos una transición en la que
“gordito”, “negrito”, “cieguito”, “tontito”, “indito” o loquito son palabras a las que
muchos les hacemos el feo.
Pero vuelvo al inicio. México es un país de eufemismos. Aquí no respiramos
venenos sino tóxicos. No hay terremotos, sino temblores y movimientos
telúricos. El Popocatépetl y el Volcán de Fuego en Colima no hacen erupción
sino que experimentan exhalaciones. No seremos todos oaxaqueños pero aún
así usamos el lenguaje con pincitas.
Creemos que en el lenguaje de la técnica y de la ciencia no hay lugar para los
eufemismos. Que se trata de un lenguaje exacto, preciso, aséptico, sin
influencia cultural ni emotiva. ¿Porqué? Pues porque creemos -erróneamente-
que la técnica y la ciencia son materias exactas, precisas, asépticas, al margen
de la política, la emotividad o cualquier influencia cultural. Que la técnica y la
ciencia son moralmente neutras que sólo se tuercen cuando se usan para mal
o bien se reivindican cuando se usan para bien. Nada más equivocado. Quizá
solo el lenguaje matemático, es decir, el lenguaje de las ecuaciones y los
teoremas, es ejemplo de un lenguaje realmente neutro, preciso y aséptico.
Estoy leyendo la biografía de Raquel Carson, una escritora de pluma elegante
y bella que escribió uno de los pocos libros que podemos decir cambiaron el
rumbo de la historia: “Primavera Silenciosa”. Cuando “Primavera Silenciosa” se
publicó, en 1962, era quizá una de las escritoras más leídas y admiradas de su
época. Bióloga e investigadora, Carson desde niña quiso ser escritora. Sus
obras “El mar que nos rodea” y “La orilla del mar” son monumentos a la
literatura pero también a la divulgación científica.
Primavera Silenciosa”, publicado en 1962, es un devastador análisis de las
consecuencias de los plaguicidas sobre la salud del planeta y sobre la salud
humana. Se publicó cuando los plaguicidas se aplicaban sin freno en amplias
áreas del planeta, cuando ya había temores bien fundados sobre los efectos de
las pruebas nucleares atmosféricas y la consecuente dispersión de material
radioactivo. Temores poéticamente retratados ese mismo año de 1962 por Bob
Dylan en su aterradoramente y bella canción “A hardrain’’s a gonnafall” (Una
fuerte lluvia va a caer).
Me detengo. Me paro en seco. ¿Percibió el eufemismo colarse en el lenguaje
técnico en el párrafo anterior? Búsquelo. La palabra “plaguicidas” es un
eufemismo del tamaño de una catedral. Igual que insecticidas”, “rodenticidas” o
“herbicidas”. Se supone que denota a una familia de sustancias que matan a
las plagas -o a los insectos, o a los roedores o a las hierbas- cuando en
realidad son venenos capaces de envenenarlo todo, de matarlo todo. Si hemos
de prescindir del eufemismo, deberíamos llamarlos a todos “biocidas”,
sustancias capaces de extinguir la vida.
En el centro de estos eufemismos está la creencia generalizada de que los
humanos no formamos parte del resto de la vida. Que no creamos relaciones y
dependencias con el resto de los seres vivos ni con la tierra misma. Que a los
humanos nos bordaron a mano. Que a los humanos nos parió Zeus. Que los
humanos nos cocemos aparte. Como si no comiéramos o como si no
respiráramos como lo hace un chapulín o un rinoceronte.
Esta disociación cultural, de innegables y profundas raíces judeocristianas, es
la barrera más alta que nos impide aceptar que somos un hilito más de la
deshilachada trama que es la tela de la vida. Que nos impide ver más allá de
nuestras narices y tomar la decisión de vivir de otra manera, de vivir honrando
el milagro que es la vida y mientras vivimos -y comemos y producimos y nos
transportamos, hacer lo conducente para que la vida siga floreciendo y no
como ahora, que pareciéramos empeñados en extinguirla aunque en el camino
estemos acabando con nosotros mismos.
¿CÓMO FUNCIONA UN ÁREA NATURAL PROTEGIDA?
20-07-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/funciona-area-
natural-protegida_18_339146084.html
Francisco Valdés Perezgasga
Las áreas naturales protegidas son sitios para los que se ha establecido un
determinado estatus de protección legal. Dicha protección se les ha dado para
conservar sus valores naturales -biológicos, escénicos- pero también, cuando
así lo amerita, sus valores culturales, o históricos. Por ejemplo, a finales del
mes pasado la “Antigua Ciudad Maya y Bosques Tropicales Protegidos de
Calakmul”, fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) como bien mixto, reconociendo plenamente su Valor Universal
Excepcional. Ya en 2002, las tres mil hectáreas de la zona arqueológica se
habían inscrito como Patrimonio de la Humanidad, pero ahora se fusionó con la
Reserva de la Biósfera de Calakmul para formar un bien mixto de más de
300,000 hectáreas que así, ahora, cuenta con una doble protección, la de las
leyes mexicanas y las del tratado internacional respectivo.México es un país
megadiverso. Contiene una variedad de ecosistemas y climas como pocos
países en el mundo. Esto trae consigo una enorme diversidad biológica con
una gran cantidad de endemismos. Esto es, una gran cantidad de organismos
que solamente se encuentran en el territorio mexicano y en sus aguas
territoriales. Es por ello que cuenta con un conjunto de espacios naturales
amplio y diverso. A nivel federal existen 176 áreas naturales protegidas
administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
(CONANP). Estas áreas protegen más de veinticinco millones de hectáreas, lo
que representa casi el 13 % del territorio nacional. A esto hay que sumarle las
áreas naturales protegidas de competencia estatal, las áreas municipales y las
comunitarias o voluntarias. En nuestra región contamos con la Reserva de la
Biósfera de Mapimí (federal), el Parque Estatal Cañón de Fernández (estatal,
Durango) la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco
(municipal, Torreón) y las recientemente decretadas áreas naturales protegidas
voluntarias en las Dunas de Bilbao y en la Sierra de Tomás Garrido (estatales,
Coahuila). El lento proceso para decretar otra área natural protegida estatal en
el Cañón de Las Canoas y la Sierra del Sarnoso sigue atorado en Durango.El
objetivo de un área natural protegida, repito, es conservar los valores biológicos
y paisajísticos de la zona. Una área decretada tiene que contar con un
programa de manejo que zonifica el sitio y declara las actividades que pueden
desarrollarse en cada una de sus zonas, a saber, las zonas núcleo, las zonas
de amortiguamiento y, por último, las zonas de influencia.Las zonas núcleo son
las porciones del territorio con un grado mayor de conservación. Ahí existen
ecosistemas u ocurren fenómenos naturales importantes o viven especies de
flora y fauna que, por su rareza o el peligro en el que se encuentran, requieren
de una protección total para propósitos científicos o de regulación ambiental. La
zona núcleo debe dar una protección a largo plazo a los paisajes, ecosistemas
y especies que alberga. Debe ser suficientemente grande para cumplir sus
objetivos. Una misma área natural protegida puede tener varios núcleos y así
representar adecuadamente todos los sistemas ecológicos clave que se deban
proteger. Por lo general, en una zona núcleo no se realizan actividades
humanas salvo la investigación y la conservación. Las zonas de
amortiguamiento son los sitios que rodean y protegen a las zonas núcleo donde
se dan condiciones favorables para las actividades productivas, educativas,
recreativas, de investigación aplicada y de capacitación bajo un esquema de
sustentabilidad. Por último, las zonas de influencia se encuentran alrededor del
área natural protegida, y sirven como zonas de transición para mitigar los
efectos adversos que pudieran tener sobre ésta las modificaciones
ambientales de su entorno.De esta zonificación se derivan objetivos,
regulaciones y trabajos que pueden incluir la preservación de regiones
biogeográficas y ecológicas, la salvaguarda de la biodiversidad genética, el
aprovechamiento y la preservación de los ecosistemas, la investigación
científica, la educación, la generación de conocimientos y tecnologías para el
aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, la protección de
zonas geológicas, y en lo posible, proporcionar las condiciones para la
recreación, el ecoturismo y la generación de servicios ambientales. Sin
embargo, estas actividades se realizan o no en función de la zonificación. En
las zonas núcleo es donde estas actividades se restringen más.La importancia
de resaltar estas reglas, a menudo áridas, reside en la necesidad de
comprensión de lo que es un área natural protegida, su vocación y los
mecanismos que la hacen cumplir su función. En el centro de estos
mecanismos, está su zonificación y su programa de manejo los cuales le
permiten lograr los objetivos de protección y de conservación.
TODA LA LUZ QUE NO PODEMOS VER
15-06-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Toda-luz-
podemos-ver_18_318148184.html
Francisco Valdés Perezgasga
Aún recuerdo cuanto me sorprendió la furia con la que aquel contertulio en un
programa de radio reaccionó a mi queja del bajo nivel de cultura natural que
hay en nuestro país. Por cultura natural me refería al conocimiento vulgar de
los elementos naturales que nos rodean. Mucha gente podrá, con cierta
dificultad, reconocer al chilero. Casi nadie podría nombrar una planta de salvia
en las laderas de Jimulco o enunciar las diferencias entre un nopal rastrero y
un nopal cegador. O declamar las cuatro especies de tórtolas que habitan
nuestras ciudades laguneras. He constatado, con cierto grado de horror, que
mis alumnos no tienen idea de cuánto llueve en promedio en La Laguna. Ni
cuánta agua se evapora. Todos unos universitarios y no saben acotar la
temporada de lluvias en el alto altiplano mexicano. Para mi contertulio -escritor,
por cierto- el mismo concepto de cultura natural era una blasfemia. Según él la
cultura era lo opuesto a la naturaleza. La cultura es aquello que nos permite
combatir y sojuzgar al mundo natural. Sus objeciones las enunció varios
decibeles por encima de lo necesario en aquella apretada cabina, y con una
entonación de verdadero odio acompañada de una cara encendidamente roja
con algunas venas cerca de estallar. Ya no hubo manera de entrar a temas
más sutiles y elevados como el de la literatura natural, es decir, la literatura
cuyo eje es la naturaleza. Hubiera querido referirme a la ausencia en nuestra
lengua de escritores como los que uno se encuentra en la lengua inglesa:
Gilbert White, Ralph Waldo Emerson, Darwin, Thoreau, Mary Austin, Aldo
Leopold, Raquel Carson, Edward Abbey, Melville, Peter Matthiessen, Wendell
Berry, John McPhee, Barry Lopez, David Quammen o Terry Tempest Williams.
Le espeto esta larga lista pues aquí estoy a mis anchas, no como entonces, en
aquella pequeña cabina, cuando fui el blanco de la furia del culto contertulio
que no me permitió ni enunciar el primer nombre. A esta literatura se le da en
llamar “literatura de lugar”. No es una moda o un fenómeno nuevo, como puede
atestiguar la larga lista líneas arriba, que empieza con autores del siglo
dieciocho.Otra manera de ver a esta literatura de lugar es como una tradición
literaria que reconoce que una noción de lugar, una noción del sitio donde uno
es y uno está, está ligado íntimamente a una noción de moralidad y de
identidad. Esa tradición literaria no tiene fronteras definidas. Podrá contar con
escritores tan distinguidos como E.O. Wilson o Stephen JayGould, profesores
de biología en Harvard, pero también podemos clasificar ahí a Faulkner o
Steinbeck, premios Nobel de literatura o a Thomas Merton, monje de la Orden
del Císter, muerto en 1968, conocido como poeta místico pero que también
nos regaló ensayos como “La lluvia y el rinoceronte”. Todo esto lo menciono
pues me encuentro leyendo a Anthony Doerr, escritor usamericano nacido en
1973, cuyo lenguaje deslumbrante, definición de personajes, generación de
drama y creación de atmósferas enmarcan cuentos y novelas magistrales. En
las obras de Doerr la naturaleza brinca donde menos la espera uno. Su última
novela, Toda la luz que no podemos ver, trenza la vida de una muchachita que
quedó ciega, su padre conserje del Museo de Historia Natural de París y un
joven huérfano alemán con un inusual talento para la electrónica atrapados en
el remolino de la segunda guerra mundial. Buena parte de la novela transcurre
en Saint Malo, la ciudad amurallada en la costa bretona. En una escena que
retrata la destrucción total de la ciudad a fuerza de los cañonazos
usamericanos, se le escapa a Doerr una frase sobre las golondrinas que
confundidas buscan sus nidos sepultados bajo las ruinas. Este no sólo es un
apunte documental, sino una imagen que, como una bofetada, nos recuerda
que la devastación de la guerra llega mucho más lejos que la tragedia
puramente humana. Otro punto sobrecogedor es el relato de las visitas que
Marie Laure, la chica ciega, hace a las antiguas perreras medievales, donde las
autoridades de la ciudad solían guardar fieros mastines que cada noche
patrullaban las playas y destrozaban a quien osara desembarcar
subrepticiamente al amparo de la oscuridad. Las perreras abandonadas,
inundadas por la marea, albergaban una gran cantidad de moluscos y
cangrejos que con sus movimientos y texturas llenaban de maravilla y
reminiscencias a Marie Laure. Otro pincelazo que llena una escena cruenta con
un apunte incongruentemente bello es la descripción de los altos girasoles que
parecen inclinar sus cabezas ante el paso sigiloso de los soldados alemanes
que acuden a emboscar a unos guerrilleros soviéticos.Creo que así como hay
una tradición en las letras inglesas de permitir a la naturaleza tomar su sitio, la
debería haber también en nuestras letras y en nuestras vidas. Deberíamos
poder encontrar la puerta que nos dé acceso a ese mundo mayor y antiguo
pero que también permita que ese mundo entre, nos inunde y nos invada.
KORENFELD EN LA LAGUNA
01-06-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Korenfeld-
Laguna_18_309149148.html
Francisco Valdés Perezgasga
El pasado miércoles visitó la Comarca Lagunera David Korenfeld, director de la
Comisión Nacional del Agua. Era, al parecer, una visita sorpresiva.
Nominalmente venía a revisar diversos aspectos del funcionamiento del
organismo de cuenca local, el de Cuencas Centrales del Norte. Sólo gracias a
que, de alguna forma, la prensa local se enteró de su presencia, los habitantes
de esta región pudimos saber de su visita. Pudimos enterarnos, a toro pasado,
que también vino a entrevistarse con los dueños del agua lagunera. El agua,
claro, le pertenece a la nación. No al gobierno. A la nación. A usted y a mí.
Pero para todo efecto práctico le pertenece a unos cuantos grandes, grandes
empresarios
Esta última aseveración merece una explicación. Ellos no tienen un título de
propiedad. Nadie se las vendió, regaló o transfirió. Ellos se la tomaron, por la
vía de los hechos, usando la noria, el billete y la influencia. En su visita, la
sobreexplotación del acuífero fue reconocida por el director de Conagua, pero
no dijo lo que hará para detenerla. Vino, en una palabra, a reconocer
públicamente el expolio del que somos y hemos sido objeto y a callar sobre lo
que la Comisión Nacional del Agua va a hacer al respecto.
Los dueños del agua le presentaron su plan. Un plan que no contempla
sanciones a los responsables de este atraco pero que sí exige -faltaba más-
que el gobierno desembolse miles de millones de pesos en subsidios. Para
ellos. Los responsables del desastre. La llamada tecnificación del riego es el
gran arenque rojo. Ya se intentó una vez. Cuando el agricultor se dio cuenta
que podía regar la misma superficie con la mitad del agua, duplicó la superficie
cultivada. Resultado: un nulo ahorro de agua. Millones de pesos tirados al
drenaje. ¿Quién nos garantiza que no sucederá de nuevo? ¿En cuánto tiempo
empezará a recuperarse el acuífero? ¿Es la llamada tecnificación del riego la
única medida válida? ¿La más eficaz?
En una región con el grave problema de hidroarsenicismo que tenemos estas
son preguntas de vida o muerte. Preguntas en las que bascula el futuro de
nuestra tierra y de nuestra gente. No se puede ser demasiado dramático
cuando se palpa lo que está en juego. ¿Tiene usted un amigo, un conocido o
un ser querido con cáncer? Entonces sabe usted de lo que le hablo.
La agenda de Korenfeld en la región fue calculada. Calculada para no decir
nada y para no resolver nada. Para reunirse a escuchar a los amos y señores
del agua. No vino a leerles la cartilla. No vino a informarles que se acabó su
macabra fiesta. No vino a decirles que la ilegalidad ya terminó. Parecería que
vino a recibir instrucciones. En el colmo de la burla, el director general no se
reunió siquiera con su propio Consejo de Cuenca, la instancia oficial para la
interacción entre Conagua y la sociedad. Menos quiso reunirse con los
miembros del Encuentro Ciudadano Lagunero, una coalición formada para
defender nuestros ríos y nuestro acuífero, es decir, para defender nuestra agua
y nuestro futuro. Evadió reunirse con los ciudadanos de a pie preocupados y
estudiosos del problema con propuestas claras y contundentes.
El Encuentro Ciudadano Lagunero exige agua en cantidad y calidad para todas
las personas, un derecho garantizado por nuestra constitución. Si para esto se
ha de echar mano de la tecnología, exigimos que se haga de manera eficiente,
transparente, puntual y temporal para que nadie, absolutamente nadie, siga
envenenándose al saciar su sed. El Encuentro Ciudadano Lagunero exige
también que cese la sobreexplotación del acuífero para acabar de raíz con el
problema del hidroarsenicismo. Esto implica operar las presas del Nazas y del
Aguanaval bajo otros criterios que los estrictamente económicos. Que el agua
fluya por el cauce de los ríos para restablecer los procesos ecosistémicos
interrumpidos y para que se filtre a los acuíferos alejando de la mancha urbana
el veneno del arsénico.
Propuestas lógicas, sencillas y realizables si los ciudadanos ejercemos el poder
que quizá ni sabemos que tenemos. Propuestas probadas en otros sitios.
Propuestas mucho más baratas y equitativas que las tecnificaciones y las
potabilizadoras.
Lo que en La Laguna hemos visto ya demasiado tiempo es insostenible. Urge
ya enderezar el rumbo. Esperpentos como la visita de David Korenfeld son ya
patéticamente excedente. Porque a lo que vino en realidad el director general
de la Conagua fue a intentar consolidar el status quo y se le agradece. Porque
con su visita, David Korenfeld ha dejado bien claro que ni usted ni yo
importamos. Que no contamos. Que somos desechables. Pero con su visita
también abre la enorme posibilidad de que por fin nos desengañemos. Que por
fin podamos demostrarle a él -y a los dueños del agua- que somos más,
muchísimos más y que podemos más, muchísimo más.
EL PULITZER EN LA LAGUNA
11-05-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Pulitzer-
Laguna_18_296550411.html
Francisco Valdés Perezgasga
No sé cuándo oí hablar, por primera vez, de los premios Pulitzer. Desde niño
me ha gustado -en temporadas me ha obsesionado- la lectura de los diarios.
Seguro que fue en una de esas eras tempranas que supe del Pulitzer, pero no
sé cuándo. Este premio se otorga anualmente, en los Estados Unidos, en dos
vastas categorías: el periodismo y las artes. Es, sin duda, uno de los máximos
galardones periodísticos y literarios que puedan otorgarse en aquel país. Por
cierto, el año pasado, el premio para la categoría de fotografía noticiosa lo ganó
Narciso Contreras, mexicano, por la foto de dos insurgentes sirios disparando
desde el agujero de una pared. Una imagen que revela, con gran esteticismo,
el horror de aquella lucha fraticida.
En 1999 conocí por primera -y única- vez a una ganadora del Pulitzer: Julia
Preston, quien lo ganó en 1998, vino a reportar para el New York Times las
afectaciones a la salud pública por la contaminación por plomo. Como otros
corresponsales que vinieron a Torreón en esas fechas (James F. Smith de Los
Angeles Times, Harris Whitbeck de CNN), Julia era una periodista que había
hecho la tarea. Seguramente no tendría más de un par de días de haber
estudiado el caso, pero sus preguntas eran certeras, sorprendentes, al punto.
Hace años que tengo la costumbre de revisar la lista anual del Pulitzer. Aunque
me interesan todos, me enfoco en la sección de artes, en particular el premio al
mejor libro de ensayo o no-ficción. Siempre he sido un lector más de ensayo
que de novela y me gusta leer en inglés, de manera que ver esta lista es una
forma de encontrar, quizá, lecturas interesantes.
Gracias a esta búsqueda -o maña, según se vea- es que me he encontrado
libros excepcionales como Annals of a former world (Anales de un mundo
anterior) de John McPhee, ganador en 1999. Este libro es una vasta
exploración de la historia geológica de los Estados Unidos que le llevó a
McPhee veinte años completar. Lo mismo puedo decirle de otro libro, ganador
en 2011, traducido ya al español, “El emperador de todos los males, una
biografía del cáncer” de Siddhartha Mukherjee, oncólogo de pluma elegante,
compasiva y precisa.
Este año, el ganador fue Toms River de Dan Fagin donde se relata un caso de
contaminación química que produjo en los noventas cientos de casos de
cáncer en los habitantes de Toms River, Nueva Jersey. En el centro de este
caso se ubicaba una fábrica de colorantes y plásticos de Ciba-Geigy a la sazón
el gigante químico suizo. No sólo es una investigación de un caso puntual de
contaminación sino que Fagin trenza con esta historia una historia de la
toxicología ambiental y de la industria química con gran habilidad narrativa. En
este libro me enteré que las áes de CIBA, AGFA y BASF vienen de la palabra
“anilinas” los colorantes artificiales que son tan tóxicos de usar como de
producir. Para producir un kilo de estos colorantes se generan cerca de veinte
kilos de desperdicios tóxicos, cancerígenos y/o explosivos. Ciba-Geigy, con
gran diligencia, esparcía estos desechos en sus terrenos arenosos -
asegurándose que migrarían al acuífero- o los vertía directamente al río.
Cuando estas prácticas fueron denunciadas, empezaron a verterlas al Océano
Atlántico. Una planta tratadora les reducirían sus sacrosantas ganancias.
De hecho, la empresa suiza pasó sus operaciones de Cincinatti, una urbe con
ciudadanos e instituciones propios de una población urbana, instruida y con
alternativas de empleo a TomsRiver, una localidad cuasi-rural en donde la
llegada de una gran fábrica con cientos de empleos bien remunerados fue vista
como una bendición. La actitud de los ejecutivos de Ciba-Geigy ante los
problemas que causaban a la población osciló en todo momento entre la
desvergüenza y el autoengaño. Era esta ciertamente una posición insostenible
que vino a terminar de la peor manera con el súbito cierre de la empresa,
gastos enormes de remediación y compensación y el sufrimiento sin orilla de
miles de habitantes de TomsRiver.
De poco sirve lo que aprendamos si no lo usamos para entender mejor nuestra
realidad. En La Laguna veo yo a un grupo de empresas, lidereadas por una
gran corporación local, cuya actividad económica está causando un daño
enorme a nuestra comunidad, que esparce enfermedad. La débil defensa de
estas empresas es que ellas no poseen pozos, ni vacas, ni hectáreas de alfalfa.
Estrictamente es cierto. Las empresas no, pero sus dueños, socios y
proveedores sí. Tienen pozos, extraen más agua de la que la nación les ha
concesionado y dejan detrás la ponzoña del arsénico, un potente cancerígeno.
Como algún día fueron los suizos en Toms River, Nueva Jersey, los dueños de
estas empresas son hoy héroes, personajes del año, capitanes de la industria,
sonrientes golfistas, proveedores de empleos. Pero con todas veces que esta
historia se ha repetido -y se ha relatado- deberían saber ya que esto va a
acabar mal. Para ellos y para todos.
DIEZ AÑOS
04-05-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/anos_18_2923508
19.html
Francisco Valdés Perezgasga
El Cañón de Fernández me ha acompañado toda mi vida. En mi niñez fueron
muchos los domingos que pasé en grandes comidas familiares en el rancho de
mi tío abuelo Agustín Anaya por el rumbo de la Posta. En mi juventud
preparatoriana, los días de campo por esos rumbos fueron pocos, quizá no
pasaron de una docena. En 1984, al poco tiempo de haber vuelto tras nueve
años en el Distrito Federal, empecé a ir ocasionalmente al Cañón de
Fernández ya con un interés por descubrir sus aves. Mis visitas se
suspendieron por una ausencia de cuatro años de La Laguna. Volví de
Inglaterra en 1990 y entonces mis visitas empezaron a ser más frecuentes.
En 1999 el alcalde de Lerdo, Gerardo Katsicas, convocó a todo aquel y a toda
aquella que tuviera preocupación por el estado de los ecosistemas del Nazas, a
reunirse en la biblioteca municipal para establecer un diagnóstico y esbozar
acciones para detener el deterioro severo que ya había terminado con
Raymundo, con Las Piedras y con Villa Juárez y amenazaba con terminar con
lo que quedaba de la gran cinta verde que acompaña al Nazas desde las
lejanas montañas de la Sierra Madre Occidental. Una víbora verde que llegaba
hasta San Pedro pero que ahora no pasaba de los Puentes Cuates.
Eran juntas largas y catárticas. Cada mes aquello era un listado de nuevas
afectaciones al bosque y al río que recién alguien detectaba. Llegamos a un
punto, en el año 2000, en el que nos quedó claro que hacía falta darle
continuidad a lo que el alcalde Katsicas había puesto en movimiento y darle
una estructura formal a aquel grupo de individuos que, al margen de lo que
pudiéramos representar, compartíamos una preocupación por el estado del río
y una convicción de que éramos quienes deberíamos iniciar su rescate. Así
nació, en 2001, Prodefensa del Nazas, A.C.
Basados en un estudio realizado por Biodesert, A.C. denominado “Factores
que inciden en el deterioro ecológico y social de la parte baja del Río Nazas”
empezamos a solicitar al gobernador de Durango, Ángel Sergio Guerrero Mier,
un estatus de protección para los ecosistemas del río comprendidos entre la
presa de las Tórtolas y la presa de San Fernando, en Raymundo. Cartas,
editoriales, notas periodísticas, peticiones a pie de banqueta, todo lo
intentamos. Finalmente el gobierno mandó hacer un estudio técnico para ver si
nuestra solicitud tenía sustento. Dicho estudio encontró que el Cañón de
Fernández tenía un estado de conservación alto y que, por lo tanto, era el sitio
a conservar. El resto del área reivindicada por Prodenazas como zona de
amortiguamiento y restauración fue desechado. Fue en el gobierno de Ismael
Hernández Deras que se decretó finalmente la protección de esa parte del
Nazas bajo la figura de Parque Estatal Cañón de Fernández. El decreto se
publicó el 25 de abril de 2004.
Este logro sería nada si no se traducía en la instalación de una administración
del parque que velara por el progreso social de sus habitantes y la
conservación de los valores biológicos y paisajísticos del sitio, de modo que
empezamos a cabildear para que esto se diera a la brevedad y el Parque
Estatal Cañón de Fernández no se convirtiera en un parque de papel, sólo
existente en el periódico oficial. En 2005 el gobernador propuso que el parque
lo administraran, en conjunto, su gobierno y Prodefensa del Nazas. Vimos de
inmediato ventajas en esta propuesta y en noviembre se firmó el convenio
correspondiente. Una propuesta novedosa que sólo puede ser realidad robusta
si la determinación forjada por un sentimiento de responsabilidad compartida
no falla en ninguna de las dos partes.
Este pasado 25 de abril el Parque Estatal Cañón de Fernández, patrimonio de
todos los laguneros cumple pues sus primeros diez años de vida. Diez años en
que se ha avanzado en el progreso social de sus pobladores y en la
conservación de sus valores biológicos y paisajísticos. Diez años que tienen
como protagonistas a las dos admirables mujeres que forman la plantilla
completa que cuida de diecisiete mil hectáreas: Gladys Aguirre y Sandra
Ramos, acompañadas por el resto de los miembros de Prodefensa del Nazas,
A.C., por los funcionarios federales, municipales y estatales que se han
preocupado por apoyar esta labor y por las empresas que han colaborado de
diversas maneras con su protección.
Se dice fácil, pero han sido diez años de empeño, sustos, disgustos y
malentendidos. Pero sobre todo, diez años de logros, de triunfos y de
satisfacciones en que el Parque fue distinguido como Humedal de Importancia
Internacional o Sitio Ramsar en 2008.
Este verano de 2014 espero poder registrar al Cucú de Pico Amarillo anidando
en uno de sus sauces. Esta ave es un indicador de la calidad del hábitat que
ocupa. Si el cucú cumple su promesa de volver un año más de su invierno en
Sudamérica es porque los laguneros y las laguneras le cumplimos la promesa
de que le cuidaríamos ese hábitat. Una labor cada vez más difícil en un mundo
indiferente que cada día se torna más caliente.
REVERENCIA POR MIS MAYORES
17-03-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Reverencia-
mayores_18_263553651.html
Francisco Valdés Perezgasga
Así como nos ve, todos y todas andamos por el mundo metidos en una esfera.
Es etérea, inmaterial y virtual. Es la esfera moral. Contiene, entre muchas
cosas aquello que amamos, todo lo que defendemos. Hay personas cuya
esfera moral es bien chiquita, ocupada toda por su propio ego. Casi todos
profesamos incluir en esa esfera a nuestros padres -o su memoria- y a
nuestras familias por supuesto. Hay quien deja que la ideología les llene la
esfera moral con conceptos y objetos cuya importancia no resiste el primer
análisis, como la patria, la bandera, el partido político o el himno nacional.
Aquellos a quienes les preocupa el estado del ambiente han ensanchado esa
esfera para que quepa el paisaje. Por eso nos indigna y nos duele tanto que lo
dañen. Por qué hemos llegado a entender que el paisaje define, si lo dejamos,
quienes somos y que sin él somos menos.
En la niñez se nos enseña que debemos honrar a nuestros mayores. Cuando
amplías esa esfera moral, los mayores son seres que viven desde tiempo
inmemorial sobre la faz de la Tierra. Las sequoias de
California, los pinos de conos erizos de Utah y Nevada, los estromatolitos de
Cuatrociénegas o la gobernadora conocida como el “Rey Clon” del Desierto de
Mojave. Nuestros mayores a los que debemos respeto y reverencia.
En el Parque Estatal “Cañón de Fernández” hay ahuehuetes de más de mil
doscientos años de edad. Verdaderos abuelos de todo lo que vive y de todo lo
que respira en La Laguna. Patriarcas vegetales de nuestras comunidades. A
esos ahuehuetes centenarios les debemos no menos respeto y reverencia que
el que desplegamos por otros ahuehuetes como el Árbol del Tule en Oaxaca, el
árbol de la Noche Triste en Tacuba o el Sargento en Chapultepec.
Usted sabe, por supuesto, que Ahuehuete es un nahuatlismo. Que su
significado es “viejo en el agua” (atl, agua; huéhuetl, viejo). La palabra misma,
ahuehuete, debería movernos a la admiración por las lenguas originarias de
México y a los pueblos que aún conservan esta herencia milenaria. La
plasticidad del Náhuatl permite que se puedan crear nuevos vocablos a partir
de vocablos ya conocidos y eso pone el terreno fértil para sustantivos, adjetivos
y adverbios cargados de hermosas metáforas. Viejo en el agua nos informa la
ecología del ahuehuete, un árbol que sólo puede concebirse en las orillas de un
río o de un lago. Los ahuehuetes milenarios del Cañón de Fernández son un
tesoro que nos han legado los siglos y que nos ha legado el Río Nazas. El río
que llamamos nuestro padre pero al que hemos tratado de manera infame.
Escribo estas líneas el 14 de marzo, Día Mundial de la Defensa de los Ríos.
Las escribo con toda la admiración y el amor que me inspiran el Nazas y el
Aguanaval y quienes dedican sus esfuerzos por defenderlos y conservarlos.
Las escribo también con el desprecio hacia todos aquellos -dejo el masculino,
todos son hombres- que los quieren seguir dañando y abusando, a pesar de
que hoy sepamos lo que sabemos. Nuestros ríos han sido dañados por dos
razones: por la extracción desmedida de sus aguas y por la construcción de
presas que interrumpen su curso y destruyen todos los procesos bióticos que
dependen de él.
Esta semana se publicó un artículo científico en la revista Energy Policy de un
equipo de investigadores de la Universidad de Oxford. Estudiaron el costo y el
desempeño de las grandes presas construidas entre 1934 y 2007 para las que
se contaba con cifras confiables de costos y de beneficios. En promedio las
presas costaron casi el doble de lo que se presupuestó y su construcción llevó
44% más tiempo del calculado. Los investigadores concluyen que las grandes
presas que hoy estamos proyectando no tienen ningún sentido económico.
Esto cuando CFE pretende cargarse al Río San Pedro con la presa de Las
Cruces y destruir así todos los ecosistemas que alimenta, incluyendo las
Marismas Nacionales, un sitio clave para las migraciones continentales de aves
acuáticas.
POTABILIZADORA INÚTIL Y DAÑINA
09-02-2014
http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Potabilizadora-
inutil-danina_18_242555745.html
Francisco Valdés Perezgasga
Los proponentes del oscuro proyecto de construir una potabilizadora en el
Nazas siguen tocando puertas, buscando incautos a quienes sumar a una obra
que significará el hundimiento final de nuestra región. Enarbolan la necesidad
de dar agua de calidad a la población ante la crisis del arsénico, una crisis,
huelga decirlo, que se origina del manejo criminal del agua que se hace en La
Laguna. La troupe que va de puerta en puerta por Coahuila la conforma una
extraña aunque predecible mezcla de ex-funcionarios, constructores y algún
autodenominado experto en cuestiones del agua.
En La Laguna ciertamente tenemos una crisis por el arsénico presente en
nuestra agua de bebida. Es una crisis de salud pública que afecta a cientos de
miles de laguneras y de laguneros. Que nos afecta a usted, a mí y a todos los
que usted y yo queremos en esta tierra. El arsénico es un tóxico ligado a
enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, dos enfermedades que
abundan entre nosotros. Es inadmisible que una sola persona -ya no digamos
cientos de miles- se envenene al beber agua. Por eso el programa de filtros
desplegado por las autoridades de Torreón es un paso -a medias- en la
dirección correcta. Adolece claro, del un pequeño detalle: 95% del agua que se
limpia se desperdicia, es decir, no se usa para detener la intoxicación masiva
de sus habitantes.
Pero la potabilizadora es otra cosa. Es una obra que se nos vende como la
solución al problema del agua en La Laguna cuando en realidad es la solución
al 2% del problema del agua en La Laguna. Encima de ser una obra inútil, su
escala es tal que pagarla habrá de lastrarnos con una deuda de muy largo
plazo.
La solución al problema del abasto y de la calidad del agua en La Laguna no es
una megaobra que, como toda megaobra, viene acompañada de un cortejo de
corrupción, ineficiencia y sobrecostos. La solución está en meter orden, en
hacer cumplir la ley, en obrar con sentido común usando la base sólida de la
ciencia. En la Universidad Nacional Autónoma de México se ha estudiado el
origen del arsénico en nuestro acuífero. El arsénico siempre estuvo en el
acuífero debajo de la Laguna de Mayrán. Este veneno se mantuvo arrinconado
por las avenidas regulares del Nazas que, de pasada, rellenaban nuestro
acuífero con agua nueva, que apenas semanas antes había llovido en las altas
montañas de Durango.
Nuestros problemas empezaron en la década de los cuarenta. Desde entonces,
las avenidas ya no llegan a Mayrán. El agua queda detenida en la presa del
Palmito. Al mismo tiempo los pozos profundos empezaron a proliferar merced
de los motores, de diesel primero y eléctricos después. El nivel relativo entre
nuestro acuífero y el de Mayrán se invirtió. El nivel del agua que la tierra guarda
bajo nuestros pies ya no fue más alto que el nivel del acuífero de Mayrán. Lo
que fue aguas abajo ahora quedó arriba. El agua emponzoñada de Mayrán
empezó a migrar hacia el suroeste a llenar el vacío que las norias y el río seco
iban dejando.
La ciencia con su diagnóstico pareciera estar cantándonos la solución al
problema del agua en La Laguna. Debemos dejar de extraer tanta agua del
subsuelo y debemos permitir que el río corra de nuevo por su cauce para
rellenar con agua limpia a nuestro acuífero. Pero todas las decisiones, por
racionales e inspiradas en la ciencia que sean, se aplican en un contexto social
dado. Es decir, hacer lo que se debe implica modificar nuestros anhelos y
expectativas, redefinir nuestra idea de progreso. Esto se traduce en cambiar el
modelo de desarrollo que hoy seguimos, claramente insustentable y
demencial.
Pero este proyecto es también un proyecto malvado en los detalles. Su
construcción habrá de destruir al Parque Estatal Cañón de Fernández, ese
magnífico, bello y admirable refugio de lo que alguna vez fue el Nazas. Habrá
de destruir la maravilla de sus ahuehuetes milenarios. Hará callar a la tángara
roja y al cucú de pico amarillo. Expulsará a la aguililla gris y a la chara verde.
Volverá árido páramo lo que hoy es sombreado verdor. Planean construir la
potabilizadora en el límite mismo del parque sin proveer de un mínimo respiro
en forma de una zona de amortiguamiento.
La lógica diría que, si la planta se construye en el bajo valle, dentro de nuestras
ciudades, y el agua que la alimente se conduce por el cauce del río, el acuífero
se rellenará poco a poco y la planta sería mucho más pequeña y más barata.
Pero a quienes proponen megaproyectos, no les gusta la modestia. Piensan en
grande. Entre más grande, mejor. Obra grande, presupuesto grande, mayor
ganancia y mayor oportunidad de arañar mordidas y comisiones.
Por ello seguirán insistiendo y tocando puertas para hacer avanzar su proyecto.
No se detienen en usar las mentiras más gordas para engañar incautos, para
embetunar y endulzar lo que es en el fondo una execrable pila de corrupta
suciedad.
ESPERANDO MALAS NOTICIAS
01-09-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9190359
Francisco Valdés Perezgasga
Con toda probabilidad será a finales de septiembre que se publique la primera
parte del quinto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático.
Los cuatro reportes anteriores. Este panel, conocido por sus siglas en inglés
como IPCC, es el principal organismo mundial para evaluar el cambio climático.
Fue creado en 1988 a instancias del Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial, también
de las ONU. Su objetivo es darnos una idea científicamente clara del estado
actual del conocimiento sobre el cambio climático y sus posibles impactos
socioeconómicos y ambientales. Su acto de creación fue avalado por la
asamblea general de la ONU.
A menudo se confunden las cosas y se cree que el IPCC es un grupo
ambientalista. Nada más alejado de la realidad. El IPCC está formado por los
gobiernos del mundo. Es un cuerpo científico que revisa y evalúa la información
científica, técnica, social y económica más reciente y relevante para la
comprensión del cambio climático. El IPCC no hace investigación ni mide
variables climáticas.
La autoridad que tiene el IPCC se basa en que está formado por expertos de
gran prestigio de 195 países. Por eso los negacionistas del cambio climático -
muchos de ellos conectados o financiados por la industria de los combustibles
fósiles- han buscado descalificar los reportes de este cuerpo. En 2007, con
motivo de la emisión del cuarto reporte, se filtraron una serie de correos
electrónicos y se presentaron como evidencia de una manipulación de la
información científica. Se realizó una investigación exhaustiva que no encontró
adulteración alguna. Hace unos días se filtró ya un borrador de la primera parte
del quinto reporte que ha sido blanco de las críticas de los negacionistas a
pesar de que se trata, por definición, de un documento no acabado.
Una de las cosas que se espera que el quinto reporte del IPCC explique es la
pausa en el calentamiento que al parecer se observa desde 1998. Ya antes
hubo una pausa, entre 1940 y 1970, en el que el calentamiento del planeta se
desaceleró. Abundan las posibles explicaciones sobre este fenómeno: que si el
efecto albedo de las estelas que dejan los aviones que vuelan a gran altura,
que si la absorción de calor en el océano profundo, que si un ciclo en el que fue
más fuerte la Niña que el Niño. Que si un ciclo solar débil.
Sea como fuere, una pausa no debe hacernos quitar la vista del balón. El
mundo se está calentando. Se calienta por las actividades humanas como la
quema de combustibles fósiles y la desforestación. Algunas zonas sufrirán más
que otras, entre ellas el norte de México y el suroeste de Estados Unidos
donde las temperaturas aumentarán, lloverá menos y los eventos
meteorológicos extremos serán cada vez más intensos, como ya lo hemos
estado viendo: con heladas, inundaciones, sequías, granizadas.
Pero hay datos que van apareciendo y que no debemos olvidar. En 2013, por
primera vez en la historia de la especie humana, la concentración de CO2 en la
atmósfera llegó a las 400 partes por millón o ppm. Para considerar que nuestro
planeta está lejos de un cambio catastrófico, se estima que esta concentración
nunca debió pasar de 350 ppm.
En la Cumbre sobre Cambio Climático en Copenhague los gobiernos del
mundo llegaron a un acuerdo por el cual el aumento de temperatura global no
debería de llegar a los 2º C. Mas allá de este umbral está el desbocamiento del
clima, su inestabilidad y la destrucción de las condiciones que permitieron que
nuestra civilización apareciera y se mantuviera.
Dos grados centígrados. Según la ciencia, alcanzaremos ese umbral si, al
seguir quemando combustibles fósiles, emitimos 565 gigatoneladas de bióxido
de carbono más. Quinientas sesenta y cinco gigatoneladas. Lo que es
realmente escalofriante es que, en las entrañas de la Tierra, están esperando
para ser sacados y quemados, suficientes combustibles fósiles para emitir 2795
gigatoneladas extras de gases de efecto invernadero. Las cuentas no le salen
al planeta.
Pero que las cuentas no le salgan al planeta no incomoda a nuestra sociedad.
Vea el debate suicida en torno a la reforma energética del presidente Peña
Nieto. El pleito es por quien saca y quien vende y quien quema nuestro gas y
nuestro petróleo cuando la situación es tal que deberíamos estar decididos a
no extraerlo y dejarlo donde ha estado millones de años. La energía que
México necesita -y la más barata- está en cada embotellamiento, en cada boiler
de gas bajo el sol, en cada edificio sobrerefrigerado, en cada coche parado con
el motor andando y en cada foco o arbotante prendido en pleno día. Pero nadie
parece notarlo, enfrascado como está el país en un debate tan polarizado como
inútil.
PARADOJAS Y CONTRADICCIONES
28-07-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9187345
Francisco Valdés Perezgasga
En 1969 Elisabeth Kübler-Ross estableció un modelo que describe como
enfrentamos la pérdida o la muerte. Su libro, “Sobre la muerte y el morir”
significó una revolución en la manera en que los médicos tratan a los enfermos
terminales. Su lista de etapas sucesivas no pretende ser un conjunto cerrado.
De hecho, Kübler-Ross acepta que la reacción de cada individuo es tan única
como el individuo mismo. Más tarde, este modelo fue ampliado no sólo para la
muerte, sino para cualquier evento traumático extremo que amenace con
alterar nuestras vidas.
Las cinco etapas son: la negación (estoy bien, esto no está pasando); la rabia
(¿Porqué a mí? ¿A quien puedo culpar?); la negociación (haría cualquier cosa
por tener unos meses / años más, daría todo lo que tengo por...); la depresión
(¿Ya para qué hago esto? ¿Para qué le sigo?) y, finalmente, la aceptación (el
cambio es inevitable, mejor me preparo). No es raro que esta última etapa sea
alcanzada primero por el enfermo terminal que por otros.
A pesar del optimismo desbordado de los promotores del Estado de La Laguna,
nuestra comarca está enfrentando una amenaza terminal: el agotamiento del
agua. Un evento paradójico sin duda, habida cuenta que contamos con
muchísima más agua que muchas zonas metropolitanas del norte de México.
Hermosillo, Ciudad Juárez, Chihuahua, Saltillo, Monterrey, Durango y
Zacatecas no cuentan con dos grandes ríos como el Nazas y el Aguanaval.
Quizá sólo la Zona Metropolitana de Delicias-Meoqui-Saucillo-Rosales tiene
una poderosa razón para no envidiarnos: el Río Conchos. El gran problema de
La Laguna -pero quizá no de Delicias- es que esa agua en abundancia que nos
escurre cada año desde la Sierra Madre Occidental -y la que en milenios
pasados se infiltró en el subsuelo- la usamos muy mal, en cultivos inapropiados
para nuestro clima. Me refiero a los forrajes, en especial la alfalfa.
Desperdiciar el agua de esa manera es exhibir a los ojos del mundo el
desprecio por un recurso que debería sernos precioso. Se exhibe así un
desprecio por el futuro. En 2007 el entonces secretario de salud, José Ángel
Córdova Villalobos, señaló, en el marco de la LXXXVI Reunión Nacional
Extraordinaria de la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de
Medicina que el arsénico en el agua en La Laguna era ya un foco rojo que
requería de una acción urgente. Los estudios del IMTA, la Conagua y la UNAM
apuntan de manera unánime a la sobreexplotación del acuífero como la causa
de la aparición de este tóxico metaloide en el agua que bebemos. Y una
sociedad envenenada, sin agua, no tiene futuro.
Vivimos entonces en la paradoja de ser una población sedienta y enferma en
una situación hidrológica privilegiada. Una paradoja que debemos resolver con
inteligencia y equidad. Una paradoja que no se resuelve volteando a las
cuencas vecinas a ver de donde podemos traer más agua para continuar en el
mismo tenor. Una paradoja que sólo se resuelve frenando el abuso ilegal de
extraer del subsuelo y de los ríos más agua de la que los concesionarios tienen
derecho.
La alarma de Córdova Villalobos de 2007 resuena hoy con la que del Ing. José
Armando García Triana, de la Conagua, quien hace unos días, en estas
páginas, anunciaba la desecación de 700 pozos como ejemplo del agotamiento
del acuífero. Declaraba: “No hay nadie, ni ambientalistas, ni no-ambientalistas,
ni agricultores, ni ganaderos que no estén conscientes de la necesidad de
hacer algo respecto al acuífero”. La realidad tardó horas en desmentirlo.
El Consejo Ciudadano por el Agua, que cada día más parece ser la voz de la
mayor empresa lechera y de los constructores, rápidamente declaró que el
titular del Organismo de Cuenca Cuencas Centrales del Norte, era un
alarmista. Que no era cierto que se hubieran secado 700 pozos, que tan sólo
habían sido reubicados por “colapsos de ademes, incrustaciones en ranurados,
incremento de tramos, reubicaciones y clausura por caducidad”. Eufemismos
para evadir decir que se secaron. Que se incrementan los tramos porque se
desploma el nivel del acuífero, que se reubican porque ya no rinden, que
caducan pues porque ya no dan.
Los dueños del agua en La Laguna parecieran estar experimentando
simultáneamente las primeras tres etapas del modelo Kübler-Ross: la negación
(es una exageración), la rabia (los ataques velados y no tanto a sus críticos en
los medios) y la negociación (si nos dan ocho mil millones de pesos
prometemos usar 450 millones de metros cúbicos de agua menos). Esperemos
que no duren mucho en la depresión y que no tarden mucho en llegar a la
aceptación. Porque solo desde la aceptación se resuelven los problemas. Es lo
que necesitamos todos y lo necesitamos ya.
SUSTENTABLE
21-07-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9186722
Francisco Valdés Perezgasga
Ante la crisis del agua en La Laguna, los actores principales, lecheros y
autoridades, no parecen exhibir ningún sistema o coherencia en sus
propuestas. Son la imagen misma del proverbial pollo descabezado. Corren
tras buscapiés como el alucinado Plan MEVA. Hablan de explotar más a un
Nazas que no aguantaría una megaplanta potabilizadora. Peor, al mismo
tiempo, nadie sabe cuanta agua se saca del subsuelo, cuantos pozos -legales
o ilegales- existen o como evoluciona el grave problema del arsénico. Mientras
esta tragicomedia se desenvuelve ante nuestros atónitos ojos, el problema
avanza y se agrava.
El del agua es un problema cuyo conocimiento, diagnóstico y solución data de
la década de los cuarenta del siglo pasado, pero que en un irresponsable y
dilatado juego de la gallina ciega, sigue sin ponérsele remedio. La solución
inútil de moda es la eficiencia del riego. Los lecheros claman por un regalo de
miles de millones de pesos para eficientar el uso del agua, ahorrar y así
solucionar el problema. Salvo lo de los miles de millones de pesos, no sabemos
nada. Nadie ha ofrecido cifras del hipotético ahorro de estas medidas. Peor
aún, en gran parte de su superficie agrícola, la Comarca Lagunera ya es
ejemplo de riego eficiente sin que esto haya aminorado l siquiera a tasa con
que el agua se agota. Cuando se ha eficientado el riego, viene detrás el
aumento de las superficies irrigadas. Si un agricultor puede cultivar lo mismo
con la mitad del agua, pues entonces inevitablemente duplicará la superficie.
Cero ahorro, doble ganancia. Eso ha sucedido ya y eso volverá a suceder. A
final de cuentas ¿No es la historia de la agricultura en La Laguna una historia
de hacer eficiente el uso del agua? La eficiencia implica restricciones, y el
ahorro, sacrificio. Dos conceptos incompatibles con la avaricia.
El resultado de esta historia es una sociedad destrozada ejemplificada por el
poblado rural de Palo Blanco, en Gómez Palacio. Ahí, una comunidad
empobrecida y azotada por el crimen, sin trabajo ni ingreso, está
paradójicamente rodeada de inmensos campos de verdes forrajes propiedad
de una sola persona. Un multimillonario local, no un extraterrestre. No es ET
pero se le parece.
El sustrato de esta miseria es el acaparamiento del agua y, a través de él, de la
tierra. El acaparamiento del capital natural en unas pocas manos que no se
tientan el corazón para agotarlo, para cambiar el agua por dinero sin
importarles el destino ineludible de los pueblos mineros. El agua, explotada a
un ritmo muchísimo más alto que el de su recuperación, es aquí la veta, la
mina, la que impulsa la explotación frenética de estos mineros de nuevo cuño.
El desarreglo social que afloró agudamente en La Laguna hace seis años es la
consecuencia natural del desarreglo económico y ambiental que proviene de
décadas atrás.
Los políticos se llenan la boca con frases como “el uso sustentable del agua”
sin que den indicios de entender de qué están hablando. Este choteo dialéctico
desgasta los conceptos y vacía de significado a las palabras. Por ello vale la
pena repasar. La sustentabilidad -el desarrollo sustentable- puede resumirse en
una frase: “tener lo suficiente, siempre, todos”. La sustentabilidad en La Laguna
está lejana y, por ello, el futuro de nuestra comunidad está en entredicho. Aquí
hay empresarios con cientos de pozos que extraen cientos de millones de
metros cúbicos de agua al año. Pozos que no paran, día y noche, mientras los
habitantes de las colonias populares de la zona metropolitana viven en el
estrés permanente del tandeo y el riesgo constante del cáncer y otras
enfermedades crónicas como la diabetes y las comunidades rurales dependen
de las pipas que manda el gobierno para saciar su sed.
Antes de los humanos había en La Laguna ríos, humedales, bosques, pájaros.
Se desarrollaban los complicados procesos interrelacionados que llevan a un
ecosistema al equilibrio. La apropiación descuidada de esa riqueza, de ese
capital natural, nos llevó al deterioro, es decir, al callejón sin salida que es la
insustentabilidad. Para saber si hemos aprendido la lección, si de verdad
estamos volviendo al camino correcto, tendremos que poner atención a las
condiciones sociales y de bienestar de todas y de todos en La Laguna, en
especial de quienes viven en comunidades como Palo Blanco. Pero también
tendremos que volver la vista a nuestros ecosistemas deteriorados y aún
perdidos.
La pregunta que tenemos que hacernos, todas y todos, si de verdad nos
importa nuestra tierra y nuestra gente es ¿cómo logramos prosperar, florecer y
ser felices a la vez que conservamos y restauramos los humedales que nos
dieron identidad, rellenamos los acuíferos, restablecemos la salud de este
entorno desecado y enfermo y volvemos a caminar de Rodeo a San Pedro de
las Colonias, bajo la fresca sombra de álamos, sauces y ahuehuetes? Es una
tarea grande, una visión magnífica. Es una lucha que bien vale que
emprendamos ya. Todos y todas.
VALORES Y NÚMEROS
16-06-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9183616
Francisco Valdés Perezgasga
Mucho se habla de la responsabilidad social de las empresas. Para bien y para
mal. Hay quien piensa que este sello es una argucia mercadotécnica. Parecer y
no ser. Imagen sin sustancia. Los escépticos no somos solamente los
ambientalistas de espuma en la boca. Uno de los más feroces críticos de la
responsabilidad social empresarial fue Milton Friedman, economista, premio
Nobel, adalid del liberalismo e ideólogo en asuntos económicos de Pinochet.
Decía Friedman que los empresarios que hablan de responsabilidad social o
son ideólogos del socialismo o “son marionetas de las fuerzas intelectuales que
han minado las bases de la sociedad libre durante las últimas décadas”.
Friedman no se andaba por las ramas: quienes hablan de responsabilidad
social corporativa o son socialistas o son títeres de los socialistas. Es decir, del
enemigo. Decía Friedman que las personas tienen responsabilidades, las
corporaciones no. La única responsabilidad de la empresa, bajo la óptica de
Friedman, es producir ganancias para sus accionistas.
Sin embargo, las corporaciones son personas (personas morales les llamamos
en nuestra lengua) y como tales han adquirido derechos diseñados
originalmente para las personas. De hecho, la película “La Corporación” -en la
que aparece Friedman hablando del tema- realiza un análisis de la persona
moral, de la persona corporativa. De manera genial concluye que, si la
corporación es una persona, su personalidad corresponde a la de un sicópata
tal y como lo define la Organización Mundial de la Salud. Este diagnóstico no
debe sorprendernos ni escandalizarnos.
Repasemos la lista diagnóstica de la sicopatía diseñada por el Dr. Robert Hare
-otra estrella de la película La Corporación- y usada hoy por el FBI y la OMS.
Insensibilidad ante el sufrimiento de otros. Incapacidad de establecer
relaciones duraderas. Indiferencia temeraria por la seguridad de otros. Uso
sistemático de mentiras para obtener ganancias. Incapacidad de sentirse
culpable. Incapaz de mantener un comportamiento conforme a las normas
sociales o a las disposiciones legales. A un lado de esta lista podríamos alinear
los logos de muchas grandes empresas, incuyendo algunas con el sello de
empresa socialmente responsable.
Vale preguntarse ¿Que hay detrás de la corporación sicópata? ¿Ejecutivos
sicópatas? Si bien los debe haber, la mayoría han de ser buenas personas.
Gente que va a la iglesia, dona dinero y tiempo para causas caritativas, que
aman a sus familias, tratan bien a sus mascotas, son simpáticos, etc. Pero
como lo expresa Noam Chomsky, el linguista norteamericano que también sale
en la película, también había gente buena entre los guardias de los campos
nazis de concentración.
¿Donde está entonces la desconexión entre los valores de los empresarios y
los valores de las empresas que dirigen? ¿Porqué aparece esta desconexión?
No creo que UnionCarbide, por ejemplo, se haya planteado matar a 20,000
personas envenenadas en la India, afectar gravemente a 150,000 o dañar a
medio millón más. Pero está claro que la manera de hacer negocios de
UnionCarbide llevó ineludiblemente a esa fatídica noche de diciembre de 1984
en que sucedió aquel desastre. Insensibilidad ante el sufrimiento de otros.
Incapacidad de establecer relaciones duraderas. Indiferencia temeraria por la
seguridad de otros. Uso sistemático de mentiras para obtener ganancias.
Incapacidad de sentirse culpable. Incapaz de mantener un comportamiento
conforme a las normas sociales o a las disposiciones legales.
William McDonough y Michael Braungart, en su más reciente libro
“TheUpcycle” apuntan a una posible razón de la desconexión: la colocación de
los números antes de los valores. Según McDonough y Braungart la
corporación inicia por poner metas y límites a toda empresa: cuanto podemos
gastar, cuanto queremos ganar. Al último de su lista de guías están sus
valores: la justicia, la dignidad, la sustentabilidad. De esa manera, los números
se vuelven todo y el último ítem de la lista, los valores, nunca es considerados.
Se pierde.
Así las cosas, siguen estos originales pensadores del diseño y la
sustentabilidad, una de las tareas urgentes es voltear la lista. Que lo primero
sean los valores y que sean ellos los que rijan el proceso. Un proceso que,
siendo la empresa lo que es, derive en ganancias, sí, pero también mejore al
mundo, lo convierta un sitio más justo, más digno, más limpio, más bello y más
viable de lo que es ahora.
Un mundo corporativo como el que McDonough y Braungart están ayudando a
forjar es uno en el que el empresario sueña lo que quiere y luego trabaja para
que salgan los números. Afortunadamente los ejemplos de que esto puede ser
existen ya. Pocas compañías aún por supuesto, pero abriendo un camino
necesario para que el resto transite si quieren sobrevivir y que el nuestra
civilización perdure.
TECNIFICACIÓN DEL RIEGO
31-05-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182325
Francisco Valdés Perezgasga
A estas alturas no creo que quede alguien que ignore que La Laguna tiene un
grave problema de agua. Aunque, para ser preciso, el nuestro no es un
problema de agua. El problema es su uso indebido y, en demasiados casos,
ilegal. Dos grandes ríos, los más grandes de México que no desaguan al mar,
el Nazas y el Aguanaval, conducen la abundancia desde la Sierra Madre hasta
acá y así originaron la vasta zona de humedales que nos dio identidad.
Antes, a finales del Pleistoceno, hace doce, quince mil años, La Laguna era
eso: un gran lago. Este antiguo, enorme lago cubría buena parte del territorio
de los actuales municipios de San Pedro, Madero y Viesca. Las dunas que
vemos en Bilbao, en La Cuchilla y en Acatita son testigos, remanentes, de
aquel gran cuerpo de agua. Hace quince mil años, con el planeta más fresco y
estos cielos más húmedos, al final de la última glaciación, las orillas de ese
lago eran vastos bosques de pinos y de táscates o juníperos. Un terreno
surcado por enormes mamíferos ya extinguidos: mastodontes, camellos,
perezosos gigantes, osos chatos, enormes lobos, leones y tigres dientes de
sable. La llegada de tiempos más calientes y más secos encogieron el lago,
extinguieron a los gigantes junto con el arribo de los primeros humanos al
continente e hicieron que los pinos y los táscates corrieran a refugiarse a las
alturas frescas de Jimulco.
Con todo, cuando empezó el desarrollo moderno de La Laguna, en el siglo
diecinueve, aún quedaban los restos de aquel gran lago: las lagunas de Viesca
y de Mayrán. Para entonces los bosques ya no eran y la megafauna había
pasado al olvido dejando para recordar a esos gigantes desaparecidos sólo a
las plantas que coevolucionaron con ellos. Lo que aquí había cuando llegó la
agricultura moderna no sólo eran esas lagunas -y la de Tlahualilo- sino también
los húmedas vegas a los lados del canal principal de nuestros ríos, el cerrado y
vasto mezquital y los humedales de La Posta que a principios del siglo veinte
aún sobrevivían visitados por las hoy rarísimas grullas blancas. Ahí, y en
muchos otros parajes de nuestros ríos, los castores eran comunes.
Lo que vino después, mediando el diecinueve, significó un cambio radical y
acelerado. La Laguna fue poblada por fuereños. Desplazamos a los nativos de
su hogar de milenios. Donald John Hall recordaba a los antiguos habitantes del
Río Colorado como podríamos recordar a las docenas de pueblos que
habitaron nuestra región: “Nadie sino indios vivieron en este país, y sólo
existieron como parte de él. Nunca intentaron imponerse, crecieron en él como
crecen los árboles. El paisaje era su comida, su bebida, su religión y su vida,
Sus cantos y rezos eran de la tierra, del cielo y de la lluvia. Nunca lucharon
contra este país, lo usaron como una parte de ellos mismos. Pasaron por él en
silencio, dejando tan poca huella como la luz cuando pasa por el viento”.
Los fuereños llegamos con una fe religiosa, con la misión obsesiva de vencer al
desierto. Con lluvia tan escasa, esto significó frenar y desviar ríos. Más tarde,
cuando eso no fue suficiente para nuestra avaricia, el furor nos llevó a poner
grandes presas y extraer el agua de los depósitos subterráneos, antiguos y
finitos. La actitud ciega que nos trajo hasta el desastre actual.
Quienes deciden hoy nuestro futuro –los lecheros y Conagua- quieren
vendernos una salida que no es: que el gobierno regale ocho mil millones de
pesos para tecnificar el riego. Siendo más cuidadosos con el agua,
ahorraremos y saldremos de este atolladero, dicen. Como si el problema fuera
tecnológico y no social. Como si sólo se tratara de una crisis hidráulica y no de
una profunda crisis civilizatoria.
Un consejo sabio, aplicable también aquí y ahora, es dudar de las soluciones
fáciles ante problemas complejos. Dudar. Cuestionar. ¿No son las grandes
presas y los canales encementados parte fundamental del problema que
tenemos? ¿No son estas estructuras, junto a los pozos agrícolas, los pilares
mismos de la tecnificación del riego, del uso eficiente del agua? La tecnificación
siempre ha servido para ampliar la frontera agrícola, nunca para ahorrar agua.
La tecnificación que hoy se pide será otra vez una herramienta para que siga la
destrucción. Una distracción cuando tenemos que pensar como virar rumbo
hacia un camino con futuro. Más que ver de que forma esparcimos el agua
sobre la tierra, urge poner coto a nuestra avaricia. Ver lo que esta tierra tiene -
que no es poco- y lo que tendrá -que será menos merced del calentamiento
global- y entonces, hecho el inventario, decidir la forma de prosperar y ser
felices todos con los límites que la naturaleza nos ha dado. Dejar de ser
fuereños. Empezar a ver que esta tierra seca y bella es nuestro hogar. Que
estos ríos grandes, frescos y sombreados son nuestra fortuna. Sentir por fin
que hemos llegado a casa. Volvernos nativos.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
28-04-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9179039
Francisco Valdés Perezgasga
De un tiempo acá se habla de la responsabilidad social corporativa. Al
declararse socialmente responsable, una empresa aspira a ser vista como
buena para la sociedad y para el ambiente, no sólo para sus accionistas. Pero
la responsabilidad social corporativa se viene usando con demasiada laxitud.
De laxo, el concepto se va desgastando hasta ir perdiendo significado. O peor
aún, transmutándose en una especie de ecocinismo o greenwashing. Una
manita de pintura verde para parecer ser lo que no se es.
La economía humana lleva demasiado tiempo funcionando contra la lógica de
la economía natural con sistemas lineales que van de la extracción a la
transformación, al comercio, a la obsolescencia y a la basura. Sistemas que
generan más desperdicios que lo que producen. Sistemas que agotan el agua,
contaminan el aire, desmontan las selvas y arruinan a las comunidades. El
mundo siempre ha funcionado en sistemas cerrados, donde un ciclo empieza
donde otro acaba. Donde el desperdicio de uno se vuelve el insumo del otro. La
disparidad entre las economías humana y natural, acelerada por el capitalismo
desbocado de los últimos días, es lo que subyace a la gran crisis ambiental que
estamos enfrentando. O que no estamos enfrentando.
Por todo ello desespera el abuso de la “responsabilidad social”. La
responsabilidad social se muestra ante la sociedad. De muros para afuera.
Impactando benéficamente no sólo a través de empleos dignos y bien
remunerados, sino a través de la filantropía y el cuidado del bienestar social y
del medio ambiente. No conozco una empresa que ostente el sello de
“Empresa Socialmente Responsable” que cumpla cabalmente con estos
puntos. Podría argumentarse que nunca habrá una empresa, sujeta a las
intensas presiones del comercio, capaz de cumplir con las exigencias de un
ambientalista irredento. Pero no es así.
Interface es la fabricante de alfombras modulares más grande del mundo.
Tiene ventas anuales por mil millones de dólares. Desde 1996, cuando su
fundador y director, Ray Anderson, decidió apuntar el desarrollo de la empresa
hacia la sustentabilidad, sus logros han sido impresionantes. Ha reducido en 80
% la generación de desechos. Ha reducido el uso de agua en un 80 %. Ha
reducido el uso de energía en un 43 %. Tomando en cuenta el uso de energías
renovables esta reducción llega al 60 %. Aplicando medidas compensatorias
por las emisiones que aún tienen, resulta que su producción de gases de efecto
invernadero ha bajado un 94 %. El 36 % en peso de su materia prima es
reciclada o son materiales biológicos. El 100 % de la electricidad que usan sus
fábricas europeas proviene de fuentes renovables, así como el 89 % a nivel
global. En 2003 introdujo sus alfombras que no incrementan el calentamiento
global “CoolCarpet” y ha producido ya más de 100 millones de metros
cuadrados de ellas. Han reciclado 100 millones de toneladas de alfombras y
han reducido en un 60 % su huella ecológica. Los detalles de como ha logrado
todo esto, al mismo tiempo que su actividad y sus ingresos se han
incrementado, no son celosamente guardados por sus ejecutivos. Al contrario,
son una empresa abierta para que sus principios y métodos sean copiados por
quien quiera.
La existencia de Interface nos da todo el derecho de exigir a quien se ponga el
escudo de Empresa Socialmente Responsable a que de verdad lo sea. No
valen los pretextos. No vale apelar a las realidades del mundo real. Interface se
ha embarcado en una transformación de la empresa destructora que era a la
empresa restauradora que hoy es. Si ellos pueden, otros también.
La Comarca Lagunera enfrenta una crisis de dimensiones tales que no queda
clara la viabilidad misma de nuestras comunidades. En el centro de esa crisis
está el agua. No es que no tengamos agua, la tenemos pero la usamos mal.
Despilfarramos el tesoro. Más del 90 % del agua que se usa en La Laguna la
usa la agricultura. La mayor parte de esa agua se emplea en sembrar forrajes
para alimentar las vacas para producir la leche. De nuestro Acuífero Principal
se extrae el doble del agua que le entra. La mayor parte de ese desbalance es
agua que se extrae fuera de las concesiones. Fuera de la ley. Es agua robada.
Las empresas lecheras que actúan en La Laguna alegan que ese no es su
problema pues ellas no poseen pozos ni vacas. Es cierto. Pero los dueños de
la empresa lechera más grande del país sí tienen pozos y sí tienen vacas. Y
todas estas empresas compran leche producida con agua mal habida. ¿Es
demasiado pedirles, como se los ha pedido Encuentro Ciudadano Lagunero,
que extiendan sus valores, la responsabilidad social que profesan, a su cadena
de proveedores? ¿Pedir a quienes les venden leche una prueba de no estarla
produciendo sobre la base de sobreexplotar el acuífero? Se va acercando el
momento de demostrar que la responsabilidad social no es una frase hueca, un
recurso de marketing, sino un compromiso auténtico con la sociedad, con el
planeta, con las generaciones aún por nacer.
NO LE SALEN LAS CUENTAS AL PLANETA TIERRA
19-05-2013
http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9180997
Francisco Valdés Perezgasga
Bill McKibben admite que el nunca se planteó ser un activista. En la década de
los ochenta, cuando se dio cuenta del grave peligro que corría el planeta por el
calentamiento global, pensó que sería suficiente escribir un libro sobre el tema
para el gran público y ya. Su libro sería leído, la gente se alarmaría, los
políticos reaccionarían, los empresarios también y todo se arreglaría. A tiempo.
Huelga decir que la película no resultó ser como él pensaba. Bill McKibben se
volvió activista. Fundó 350.org, un movimiento ciudadano global para enfrentar
esta amenaza, la más grave con la que se haya topado la humanidad. Para
alguien que no se planteaba volverse activista, el vigor y la extensión de
350.org es un logro monumental.
Los científicos han calculado que, para que nuestro planeta siga funcionando
como lo ha hecho durante los diez o doce mil años que ha durado nuestra
civilización, los niveles de bióxido de carbono en la atmósfera no debe de pasar
de 350 partes por millón. El 9 de mayo de este año, alcanzamos, por primera
vez en la historia no de nuestra civilización, sino de nuestra especie, las 400
partes por millón. Michael Mann, climatólogo afirma que: “la última vez que el
CO2 tuvo estos niveles fue hace diez millones de años, a la mitad del Mioceno.
En ese entonces las temperaturas globales eran más altas que hoy y
prácticamente no había hielo en nuestro planeta”. Estamos llevando al planeta
a un estado que no se conocía desde que nuestros ancestros aún no bajaban
de los árboles.
Los investigadores creen que los cambios climáticos que estamos provocando
hoy no podrán revertirse en mil años, aún cuando dejáramos de emitir más
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Artículos Francisco Valdés Perezgasga

  • 1. ENCUENTRO CIUDADANO LAGUNERO ARTÍCULOS DE OPINIÓN PUBLICADOS POR FRANCISCO VALDÉS PEREZGASGA EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES EL RÍO SAN RODRIGO 15-02-2015 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Rio-San- Rodrigo_18_464533613.html Francisco Valdés Perezgasga Quiero hablarle del Río San Rodrigo, un admirable río de desierto, ubicado al norte de Coahuila y que desemboca al Río Bravo llamado también Río Grande dependiendo de donde se pare uno. En 1851 Emil Langberg,nacido en 1810 en Copenhague llegó como coronel del ejército mexicano a reconocer sus parajes. Encontró un río tan normal y tan extraordinario como cualquier río de desierto. Un lagunero de hoy que viajara a ese pasado, reconocería sus sauces, sus álamos y sus ahuehuetes. Los mismos que vio Langberg. Los nogales nativos y los sicomoros quizá le hubieran parecido un tanto exóticos. Sus castores y nutrias habrían sido maravillas sin par. La presencia de bandas de indios nómadas saciando su sed en sus aguas transparentes o pescando matalotes le darían la clave que aquella era otra época. Si el mismo lagunero, o cualquier coahuilense, pongamos por ejemplo Rubén Moreira, volviera hoy y se parara en el sitio arqueológico de Monclova Viejo, las ruinas del viejo presidio desde donde Langberg lo describió, no hubiera reconocido nada. El Río San Rodrigo es hoy un río moribundo. Lo estrangula la presa de la Fragua, una obra inútil que sólo sirve para evaporar ingentes cantidades de agua, privando a Coahuila de un bien precioso en forma de nubes fugitivas. Vería que varios kilómetros aguas arriba y aguas abajo de la presa se desarrollan actividades dantescas por enormes conglomerados mineros dedicados a la extracción de piedra. Esos sitios son lunares. No por que sean pequeñas manchas en la faz de Coahuila, sino porque asemejan paisajes de la Luna aunque en la Luna no hay tolvaneras. Enormes maquinarias destrozan el río y su vegetación día y noche. Roban un recurso -la piedra- mientras arruinan otros dos -el agua y el aire- enfermando a los pobladores. Triturados de Piedras Negras, Materiales Ballesteros y Mateco, roban piedra 24/7 sin permiso, mientras destrozan aquel paraje idílico que sobrevivió a Langberg hasta hace pocos años y lo llenan de polvo, de ruido y de muerte.
  • 2. A pesar de incontables denuncias a la CNA y a Profepa, el robo descarado a la nación continúa y la devastación de aquella maravilla que nos narró el danés y mexicano -y que aún existía hace veinte años- muere una muerte horrible y lenta a manos de empresarios y funcionarios. Para vergüenza de Coahuila y para ruina de sus pobladores. HUMEDALES, HUMEDADES 08/02/2015 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Humedales- humedades_18_460933904.html Francisco Valdés Perezgasga El pasado 2 de febrero, Día Mundial de los Humedales, sucedieron dos cosas. Una, que llovió. Mucho, lo que en el antiguo sistema de numeración maya se le llamaba un madral. Ningún día de febrero de los últimos 45 años había llovido tanto. De hecho, el promedio de lluvia para todo el mes de febrero, de 1971 a 2014, es de 3.5 milímetros o lo que es lo mismo, tres litros y medio por metro cuadrado. El Día de los Humedales el observatorio de Torreón midió una precipitación de 50.8 milímetros. Llovió, en un sólo día, quince veces más de lo que le tocaba al mes entero. En Gómez Palacio la lluvia fue aún más: 62 milímetros en tan sólo quince horas. En resumen, con la lluvia de ese día, el de 2015 es ya el febrero más lluvioso de los últimos 45 años. Una lluvia sin huracán de por medio, en invierno, una lluvia inverosímil. Pues bien, ese día, Ruedas del Desierto decidió hacer un paseo en bici por el Parque Estatal Cañón de Fernández para celebrar su día. Recordemos que el Cañón de Fernández es un Humedal de Importancia Internacional, designado como tal por la Convención Ramsar en 2008. El paseo fue agradable y divertido como cualquier cosa que se comparte con treinta y un personas con el mismo amor por la bici y por nuestra naturaleza. Pero fue sobre todo inolvidable por la lluvia, fuerte e incesante. Y los charcos. Y el lodo. Los charcos y el lodo que, junto con la bici, hacen que el reloj existencial de cualquiera se devuelva a la infancia alocada, feliz y despreocupada. Con la mejor compañía y haciendo lo que más nos gusta, el frío y el agua pasan a segundo plano. Yo vi el Cañón de Fernández de otra manera. O no lo vi porque las nubes bajas ocultaban sus cerros majestuosos. Los arenales que cualquier día seco te obligan a desmontar y a caminar estaban duros, como pavimento. Los caminos que más que de tierra suelen parecer de talco eran unos zoquetales resbalosos, impasables. Si desmontabas, al hundir tus pies, el lodo quería
  • 3. quedarse con tus zapatos. La fauna callada y mustia por la lluvia y el frío aún nos mostró tres grupos de patos monjita. Fue una jornada memorable, feliz, única. Como debe de ser el día en que honramos algo tan bello y bueno para todos los laguneros como el Cañón de Fernández. 2 DE FEBRERO 01-02-2015 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/febrero_18_45673 4344.html Francisco Valdés Perezgasga El 2 de febrero es una fecha especial para quienes, en todo el planeta, sentimos una conexión especial con los ríos, los lagos, los esteros y las lagunas. Es especial porque celebramos el Día Mundial de los Humedales, esos sitios únicos por los ensambles biológicos que albergan y por los servicios y bienes que entregan a la humanidad. La Convención Ramsar designa a los humedales de importancia internacional y el 2 de febrero anuncia los nuevos humedales que entran a formar parte de los denominados Sitios Ramsar. En 2008, el Parque Estatal Cañón de Fernández fue inducido como el Sitio Ramsar 1747, un logro enorme de un modelo de cooperación entre la ciudadanía y el gobierno. Un modelo que ya había probado su éxito con la declaratoria del Cañón de Fernández como Parque Estatal en 2004 ante las solicitudes de Prodefensa del Nazas, organización que agrupa a los ambientalistas más comprometidos de la comarca. En 2005 la alianza se reforzó con la instauración de una administración conjunta del área. La protección del Cañón de Fernández será exitosa en la medida que los laguneros nos involucremos en su conservación y en la medida que las cuatro instancias de gobierno -ejidal, municipal, estatal y federal- se aporten al cuidado de sus comunidades humanas y biológicas. El Cañón de Fernández enfrenta riesgos importantes. La intención de los desarrolladores inmobiliarios de poblarlo de ranchettes, la caza furtiva, la amenaza de contaminación y sobreexplotación de sus mantos acuíferos -que amenazan al propio ecosistema ripario, la sobrepoblación ganadera - estabulada o no- son algunas de las presiones que deben ser enfrentadas con decisión y con la ley en la mano. Aunque también el Cañón y sus pobladores han visto avances importantes en su desarrollo y su conservación gracias a la acción de la administración del parque, del gobierno de Durango, del gobierno federal y de los miembros de Prodefensa del Nazas.
  • 4. Te animo a que visites el Parque Estatal Cañón de Fernández. Maravíllate con su bosque de galería y sus noas. Atiende al espectáculo de un águila pescadora sumergiéndose en las aguas del Nazas o admira la gracia -simple e infinita- contenida en el arco dibujado por el pájaro carpintero al volar. Y únete ya a las mujeres y los hombres que queremos conservar este sitio único para las generaciones futuras. PRESAS 18-01-2015 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Presas_18_44833 5166.html Francisco Valdés Perezgasga Recientemente, la organización International Rivers difundió una reseña de Peter Bosshard sobre las doce presas que cambiaron al mundo. Las presas, sin duda, son la expresión concreta de la arrogancia humana. Son estructuras que han cambiado la cara del planeta: generan un sexto de la electricidad e irrigan un séptimo de sus cultivos. Han inundado tierras del tamaño de California, desplazado una población como la de Alemania y convertido reservas de agua pura, como nuestros ríos y acuíferos laguneros, en ecosistemas amenazados. Han redistribuido el peso planetario al grado de alterar perceptiblemente la duración del día. Bosshard pasa revista a presas eminentes como la Hoover, que hizo posible el paraíso artificial de Las Vegas y destruyó al otro gran río de Norteamérica: el Colorado. Hoy, el cambio climático está afectando gravemente su capacidad de almacenar agua y de generar electricidad. En su artículo, no se olvida de otras presas como la de Kariba en el río Zambezi en Sudáfrica que expulsó de sus hogares a 57,000 personas que quedaron condenadas a la pobreza. O la presa Chixoy en Guatemala que fue rechazada por las comunidades que se verían inundadas por su construcción. Siendo 1982 y siendo Guatemala, el gobierno intentó dar solución al conflicto asesinando a más de cuatrocientos hombres, mujeres y niños indígenas. Apenas en 2014 estas comunidades firmaron con el gobierno acuerdos de indemnización por $154 millones de dólares. Otra tragedia fue la presa Banqiao, en China. Cuando se hace una presa, se interviene de manera radical un sistema biólogico, orográfico, climático y geólogico único y complejo. Se afecta con la arrogancia y la ignorancia del humano, una combinación que muchas veces ha resultado letal. Cuando la presa Bangiao falló, en 1975, mató a 171,000 personas. En tiempos más recientes, se encontró que el sismo de Sichuan en el sur de China en 2008, el año de las Olimpiadas de Pequín y que causó ochenta mil víctimas fatales, pudo haber sido provocado por la represa Zipingpu.
  • 5. Yacyretá en el río Paraná, entre la provincia de Corrientes en Argentina y la ciudad paraguaya de Ayolas. es otra de las presas reseñadas. La falta de controles democráticos en una sociedad autoritaria gobernada por militares favorece la corrupción. En promedio, las grandes presas muestran sobrecostos del 96% y no son redituables económicamente. El costo de esta presa pasó de dos mil quinientos millones de dólares a más de quince mil y terminó por ser un monumento a la corrupción. Hay grandes presas, en proyecto o construidas, que han jugado un papel central en las rebeliones populares como la de Nagymaros en Hungría, cuya oposición marcó el fortalecimiento de la revuelta contra el autoritarismo, revuelta que desembocó, junto a muchos otros movimientos de descontento popular, con la caída del bloque soviético. Otras que han provocado problemas sociales y ambientales gigantescos, como la de las Tres Gargantas en China que ha destrozado el rico ecosistema del Río Yangtze. La de GlinesCanyon en Estados Unidos es notable por ser la presa de mayor altura jamás desmantelada. Su cortina de 64 metros de altura fue retirada en 2014 pasando a engrosar la lista de las más de 1,150 presas que se han quitado en nuestro país vecino de 1930 a acá. Pero de la lista de Bosshard, las que más me entusiasman son las cinco enormes presas que no se construyeron en el sur de Chile. La Patagonia es una región de una riqueza biólogica y escénica sin par. Ante una oposición popular sin precedentes en el Chile democrático, el gobierno decidió el año pasado detener el proyecto y así salvar al Río Baker y a otros ríos y lagos del extremo austral de nuestro continente. Para cada uno de nosotros no hay sitio más importante sobre el planeta que el rincón en el que vivimos. Por eso, las presas que más nos deben preocupar son las de aquí. Los laguneros hemos empezado a cuestionar los efectos de las presas del Nazas y del Aguanaval. Se construyeron como parte de un proyecto fallido de nación. La agricultura lagunera nunca se repuso de este error. Con estas presas terminamos con las lagunas que nos dieron nombre e identidad. Mayrán, Viesca, Tlahualilo, el Caimán son nombres enmudecidos que hoy, lo poco que evocan es la desolación, el atraso y la sed. Estos días se empieza a hablar de nuevo de construir la inútil presa del Cañón de la Cabeza. Quien mueve los hilos es el mismo oscuro personaje de la política local que fue también uno de los responsables del sinsentido de la Presa del Tigre, cerca de San Juan de Guadalupe. Una presa que iba a costar cuarenta millones y terminó costando ciento cuarenta. Sin terminar. Ciento cuarenta millones que nunca cumplieron las demagógicas promesas que cruelmente le hicieron a una población desesperada por la miseria.
  • 6. AMENAZAS EN EL NAZAS 26-10-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Amenazas- Nazas_18_397940209.html Francisco Valdés Perezgasga Hace diez años y meses el gobierno de Durango decretó la creación del Parque Estatal Cañón de Fernández, la primera área natural estatal. Dos años después instaló su administración al amparo de un convenio de colaboración entre el gobierno estatal y Prodefensa del Nazas, A.C., la organización de la sociedad civil que cabildeó, desde el año 2000, la protección y restauración de los ecosistemas del Río Nazas, desde la Sierra Madre Occidental, hasta la Laguna de Mayrán. Los esfuerzos de este grupo ciudadano fueron el origen de la acción del gobierno estatal que mandó hacer un estudio técnico que concluyó que el Cañón de Fernández debería ser protegido. Con estos antecedentes -y con la anuencia de los propietarios de las tierras ubicadas dentro del polígono del parque- el Congreso de Durango decretó el parque estatal en 2004 y su administración en 2006. El 2 de febrero de 2008, en una solemne ceremonia en Mazatlán, en el marco del Día Mundial de los Humedales, se indujo al Cañón de Fernández como Humedal de Importancia Internacional o sitio Ramsar número 1747. Con esta inducción el cañón queda bajo la protección de un tratado internacional. Como sitio Ramsar, el Cañón de Fernández quedó también bajo la tutela de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Dicho de otra forma, el Parque Estatal Cañón de Fernández es hoy un área natural protegida por el Estado de Durango, el Gobierno Federal y la comunidad internacional. Un verdadero orgullo para los laguneros y las lagunas, dueños finales de este patrimonio nacional. Los humedales están formados por la franja de tierra comprendida entre un cuerpo de agua y la tierra firme. En el caso del Cañón de Fernández, esto se localiza en la zona federal administrada por la CONAGUA y que son terrenos propiedad de la nación -suyos, míos, de todos- pero que pueden ser concesionados para su aprovechamiento con las limitantes que la Ley de Aguas Nacionales precisa. Estas limitantes se aplican al uso de estos terrenos sea que se ubiquen o no dentro de un área natural protegida. ¿Por qué el Cañón de Fernández es un espacio tan protegido? Por una parte por que alberga una inusual biodiversidad que, al día de hoy, llega a más de 751 especies conocidas de flora y fauna silvestre. Pero también, este sitio de 17,000 hectáreas tiene una inusual riqueza escénica que atrae el interés de la población por conocerla o de aprovecharla con fines de esparcimiento. Pero el parque estatal también fue dotado de todas estas protecciones por las amenazas que enfrenta y para que el plan de manejo y las diversas disposiciones legales vigentes las minimicen o eliminen.
  • 7. Lamentablemente, ha surgido un caso en el que un concesionario decidió violar todas las normas y reglas para construir un complejo habitacional que incluye un palacete, una alberca de grandes dimensiones, una enorme estupa budista y un área con animales exóticos enjaulados. Con estas construcciones ilegales, este concesionario ha violado los términos de su concesión federal y ha violado la Ley de Aguas Nacionales, la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y diversas leyes y disposiciones estatales tal como la Ley Estatal del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y el Programa de Ordenamiento Ecológico del Estado de Durango. Estas violaciones e irregularidades han sido señaladas por los responsables de la administración del Parque Estatal Cañón de Fernández y por Prodefensa del Nazas, A.C. a la Presidencia de la República, a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional del Agua. Estas tres instancias han hecho caso omiso a las denuncias lo que resalta el grave clima de impunidad y debilidad institucional que vive nuestro país. Especialmente grave es que la Comisión Nacional del Agua, que primero le negó el permiso al concesionario para levantar construcción alguna, haya realizado diversas visitas de inspección pero sin ser capaz de mover un dedo para hacer que la ley se cumpla. El Cañón de Fernández es el último tramo del Nazas que conserva sus valores ecológicos y su belleza escénica, que proporciona a los laguneros servicios ambientales tan importantes como la recarga del acuífero y la purificación natural del agua. Este atentado a su integridad debe ser denunciada enérgicamente. Los habitantes de La Laguna tenemos que defender nuestro patrimonio natural y no debemos permitir que entre nosotros se instale la impunidad que está desangrando a nuestro amado México. AL FONDO DE LAS COSAS 31-08-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/fondo- cosas_18_364343585.html Francisco Valdés Perezgasga Se ha repetido hasta la saciedad: La Laguna enfrenta una crisis de agua. Una crisis grave, muy grave. Según datos oficiales, del subsuelo se extrae casi el doble del agua que ingresa. El total del caudal del Nazas y del Aguanaval se extrae para actividades productivas destruyendo desde hace décadas ecosistemas únicos e irrebatibles y extinguiendo especies que sólo aquí viven. Las Lagunas de Viesca y Mayrán y sus ricos y exuberantes deltas desaparecieron antes de que pudiéramos preguntarnos qué eran, qué tenían, cómo funcionaban. El mal uso del agua nos ha puesto en este camino, un camino claramente insustentable. Un camino que sólo puede tener un destino, la tragedia. Se habla del declive de nuestra comarca. Se diagnostica y se pontifica. Pero la verdad es que no se llega al fondo de las cosas. En la manera actual que tienen las sociedades para organizarse, la economía ocupa un lugar basal. Todo gira en torno a ella. Ojo, no es la única forma en que un grupo
  • 8. humano puede funcionar y hay montones de ejemplos de ello. Pero bueno, lo que hoy rifa es la economía. Y por lo tanto, el dinero. Dime cuánto tienes, te diré cuánto vales. Pero se nos olvida que la economía descansa sobre el medio natural. Sin suelo, sin aire y sin agua no hay economía que funcione. De ahí que establecer un conflicto entre ecología y economía es una falsedad tan grande como una catedral. Debemos entonces cuidar el medio natural, pero sin descuidar el bienestar de la sociedad. Si lográramos estas dos cosas estaríamos frente al santo grial del desarrollo sustentable: que todos tengamos lo suficiente, siempre. Pero aquí y ahora, esto no es así. Extraer del subsuelo el doble del agua que le entra, nos borra la palabra siempre y la palabra suficiente. Visto cómo se reparte el uso del agua en La Laguna también podríamos borrar la tercera palabra: todos. Hoy, en esta tierra, pocos tienen todo por un rato. La antítesis de lo que como sociedad, lo que como humanidad deberíamos estar buscando. En sociedades hidráulicas como la lagunera, la divisa es el agua. Dime cuánta agua tienes y te diré cuánto vales. Aquí, como en pocos sitios del planeta lo que rifa es el agua. Karl Wittfogel, el sociólogo alemán que definió y estudió estas sociedades hidráulicas de la antigüedad encontraría en La Laguna su feliz día de campo. Si nuestro modelo de progreso económico no es sustentable -y no lo es principalmente por el mal uso del agua- entonces La Laguna se dirige hacia un colapso ambiental, económico y social. Un colapso cuyas primeras señas empiezan a advertirse en este declive -lento ahora pero que se acelerará- que dura ya demasiados años. El estado, supuesto garante del bienestar social, parece paralizado por la magnitud del problema. Advierte las consecuencias de su inacción pero no actúa. Se encuentra congelado como el conejito en medio de la autopista, viendo fijamente las luces del tráiler que raudo se abalanza sobre él. En lugar de echar mano de las múltiples armas a su alcance, apenas alcanza a tomar medidas que intentan cubrir las apariencias. El presidente de la república podría cancelar concesiones por razones de utilidad pública. La ley lo faculta para ello. La salud de millón y medio de personas y la economía que les da sustento son clarísimos ejemplos de utilidad pública. Podría Conagua meter en cintura a los productores que se roban un bien de la nación extrayendo más agua de la que legalmente les corresponde. En un pacto social, podríamos reservar una fracción del caudal de los ríos para conservar y para restaurar ecosistemas únicos, para rellenar los saqueados acuíferos y para frenar la ola de arsénico que ya llegó a nuestros pozos de las ciudades. Pero a lo más que llega el estado mexicano es a prometer filtros que remuevan el arsénico del agua que bebemos. Filtros a pie de pozo o megapotabilizadoras. Una solución cara y de pilón tan insustentable como el problema que no resuelve. No lo resuelve porque el arsénico en el agua no es sino un síntoma del mal mayor que es la sobreexplotación del agua tanto del subsuelo como de los ríos. Desde Encuentro Ciudadano Lagunero, la coalición de organizaciones ciudadanas en defensa del agua, no nos oponemos a que el arsénico se quite del agua que bebemos. De hecho exigimos el cese de este envenenamiento masivo. Pero lo exigimos junto a la demanda de un orden en la extracción del agua que nos lleve a su uso sustentable. La aplicación de la tecnología anti-arsénico debe ser una medida temporal y puntual que debe ser aplicada de la manera más eficiente posible. Pero siempre acompañada de medidas de fondo. Quitar sólo el arsénico del agua, sin hacer frente al gran problema que lo causó, equivale a tratar una enfermedad terminal -un cáncer avanzado, digamos- con un poquito
  • 9. de maquillaje. Estos tiempos requieren de medidas drásticas y a fondo. Claro, si de verdad nos importa el futuro de esta tierra y de quienes vivimos y de quienes vivirán en ella. LA VIDA 03-08-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/vida_18_3475452 50.html Francisco Valdés Perezgasga Quienes hacemos el esfuerzo de divulgar la maravilla y el milagro que es la vida y su evolución en la Tierra fallamos a menudo. Fallamos al dar la impresión que la vida es algo que pasa en otra parte. En una reserva natural, en una lejana sierra, en el vasto océano. Fallamos porque la vida ocurre no sólo en nuestro rededor sino en nosotros mismos. Somos ejemplo y producto de la evolución de la vida. Una ramita tan pequeña y tan importante del inmenso árbol de la vida como otras ramitas: la del rinoceronte, la del más diminuto asquel, la del ahuahuete, la de la mosca, la del olivo. Somos y alojamos vida. Nuestra relación como espectadores ante la divulgación biológica también falla. Seguido creemos que la vida ocurre en la pantalla de la televisión. O, por lo menos, en algún sitio inaccesible traído hasta la comodidad de nuestro hogar por National Geographic. Esfuerzos más próximos como los de este diario (lea los reportajes de Agustín del Castillo en Milenio Jalisco) o los de la Revista Nomádica ayudan pero no resuelven del todo esta lejanía artificial entre el espectáculo y el espectador. Tomar una visión amplia de lo que significa hoy ser parte de esa compleja tela - hoy tan deshilachada por nuestra inconsciencia- es fundamental para el futuro de la vida, es decir, para nuestro futuro. Por ello es imperativo dejar esta distancia, este desapego. Un posible primer remedio es salir y andar el monte. El Cañón de las Canoas, Jimulco, Bilbao, los cerros de Tomás Garrido o el Cañón de Fernández son puntos excelentes para dejar de darle la espalda a nuestro desierto y a nuestros ríos. Pero no es suficiente. Quizá un mejor consejo es intentar quitarnos el velo que nos impide ver la vida en nuestro rededor. Es entonces cuando el pavimento, nuestros edificios y aeropuertos se disuelven y aparecen esas florecitas azules de pistilos amarillos que llamamos pollo. Es entonces cuando, por encima del ruido del tráfico de la Calle Cobián, se eleva el inquieto canto del pequeño verdín que brinca en las ramas del huizache pescando insectos o el llamado del halcón peregrino posado en la antena de la televisora. Es entonces cuando además de los corredores y caminantes en las amplias banquetas del Boulevard Río Nazas aparecen los mezquites chilenos que te maravillan y te alarman por lo rápido que crecen y por lo invasivos que son.
  • 10. Pero además de encontrarla así, además de ver la vida en toda su anchura, conviene también echarle una mirada larga. ¿De dónde viene? ¿Cómo surgió? ¿Sólo existe en este planeta? Preguntas que nos llevan muy atrás, hasta la noche de los tiempos en que el universo aún no era. La vida que conocemos se origina en la Tierra hace miles de millones de años. Un organismo sencillo, casi tan sólo un saco de protoplasma, capaz de reproducirse e interactuar con su medio inició todo. Un organismo surgido en las aguas primordiales de un mar antiguo donde persistió y floreció pero donde también se transformó y se adaptó y, transformado, empezó a aprovecharse de cuantas oportunidades le brindaba el planeta virgen. La diversidad de condiciones en el agua, en el aire, en las montañas, en los polos, etc. aunada a la plasticidad aleatoria de los primeros seres unicelulares fue la combinación ganadora que hoy nos entrega esta alucinante diversidad de organismos vivos. Parece increíble, pero no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX que Darwin descifró esta ley fundamental que tanto nos ayuda a entender el mundo, la evolución por selección natural. Nosotros, los humanos, estos changos lampiños, somos apenas una ramita del árbol de la vida cuyo tronco es aquella bolsita de protoplasma de hace 3,500 millones de años. Todo ese árbol portentoso del que formaron parte trilobitas y dinosaurios está hecho del material forjado en el crisol de las estrellas. Toda la materia que hoy forma todo lo que vemos, palpamos, olemos y somos, fue hidrógeno y luego helio y luego litio y luego… hasta crear todo aquello que hoy vemos en la tabla periódica de los elementos. Pero usted y yo y todo lo vivo tenemos carbono, sin carbono no seríamos. No en balde la química de la vida es llamada la química del carbono. Le confieso que sentí raro cuando me di cuenta que no soy -que no somos- más que depósitos temporales de átomos de carbono creados en un sol lejano hace miles de millones de años. Átomos que fueron y serán uvas, alas de mosca, nueces, hojas, lagartijas. Una reflexión más en torno a la vida. De todas las células que contenemos y portamos, tan sólo una de cada diez son humanas, más del 90% son bacterias, hongos y levaduras sin las cuáles no podríamos funcionar o ser. Cada uno de nosotros, cada una de nosotras, es un ecosistema más que un individuo. Eso debería unir nuestro ser con el de otros ecosistemas, con las selvas y los desiertos, con las montañas y con los mares. Finalmente la vida es un continuo maravilloso del cual somos una parte. Única, especial, temporal y maravillosa, pero tan sólo una parte más. LAS COSAS POR SU NOMBRE 25-07-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/cosas- nombre_18_343345670.html Francisco Valdés Perezgasga
  • 11. Llamamos eufemismo a una palabra o una expresión aceptable, políticamente correcta, usada en lugar de una palabra que pueda inquietar u ofender a la persona o al público al que nos dirigimos. El eufemismo es siempre evasión. Buscamos no ofender, no confrontar, no molestar, una actitud muy mexicana que percibí el verano pasado de visita en Oaxaca. Allá, pareciera que la palabra “no” fuera considerada ofensiva. Claro, no hay eufemismo posible para la palabra no. No es no. “No” es, a todas luces, una palabra absoluta, arrinconada. Pero la evasión de los oaxaqueños para emplearla nos llevó siempre a innumerables confusiones a un par de norteños como Patricia y yo. Desde que empezamos a pronunciar la palabra misma ya sabemos que el eufemismo es bueno. Me explico. Etimológicamente, la partícula eu- denota algo bueno. Eugenio es el bien nacido. Eutimio de buen ánimo. Eunice la buena victoria (la marca de zapatos deportivos Nike se refieren a la victoria, igual que la ciudad de Niza o Nice en francés). Eucariota, el buen núcleo, como se llama a las células con núcleo, más modernas que las procariotas, literalmente “antes del núcleo”. Eufemismo, el buen hablar, por cierto, es lo opuesto a la blasfemia, el hablar hiriente. Los eufemismos cambian. Pueden pasar de políticamente correctos a francamente insultantes. Ahora mismo vivimos una transición en la que “gordito”, “negrito”, “cieguito”, “tontito”, “indito” o loquito son palabras a las que muchos les hacemos el feo. Pero vuelvo al inicio. México es un país de eufemismos. Aquí no respiramos venenos sino tóxicos. No hay terremotos, sino temblores y movimientos telúricos. El Popocatépetl y el Volcán de Fuego en Colima no hacen erupción sino que experimentan exhalaciones. No seremos todos oaxaqueños pero aún así usamos el lenguaje con pincitas. Creemos que en el lenguaje de la técnica y de la ciencia no hay lugar para los eufemismos. Que se trata de un lenguaje exacto, preciso, aséptico, sin influencia cultural ni emotiva. ¿Porqué? Pues porque creemos -erróneamente- que la técnica y la ciencia son materias exactas, precisas, asépticas, al margen de la política, la emotividad o cualquier influencia cultural. Que la técnica y la ciencia son moralmente neutras que sólo se tuercen cuando se usan para mal o bien se reivindican cuando se usan para bien. Nada más equivocado. Quizá solo el lenguaje matemático, es decir, el lenguaje de las ecuaciones y los teoremas, es ejemplo de un lenguaje realmente neutro, preciso y aséptico. Estoy leyendo la biografía de Raquel Carson, una escritora de pluma elegante y bella que escribió uno de los pocos libros que podemos decir cambiaron el rumbo de la historia: “Primavera Silenciosa”. Cuando “Primavera Silenciosa” se publicó, en 1962, era quizá una de las escritoras más leídas y admiradas de su época. Bióloga e investigadora, Carson desde niña quiso ser escritora. Sus obras “El mar que nos rodea” y “La orilla del mar” son monumentos a la literatura pero también a la divulgación científica. Primavera Silenciosa”, publicado en 1962, es un devastador análisis de las consecuencias de los plaguicidas sobre la salud del planeta y sobre la salud humana. Se publicó cuando los plaguicidas se aplicaban sin freno en amplias
  • 12. áreas del planeta, cuando ya había temores bien fundados sobre los efectos de las pruebas nucleares atmosféricas y la consecuente dispersión de material radioactivo. Temores poéticamente retratados ese mismo año de 1962 por Bob Dylan en su aterradoramente y bella canción “A hardrain’’s a gonnafall” (Una fuerte lluvia va a caer). Me detengo. Me paro en seco. ¿Percibió el eufemismo colarse en el lenguaje técnico en el párrafo anterior? Búsquelo. La palabra “plaguicidas” es un eufemismo del tamaño de una catedral. Igual que insecticidas”, “rodenticidas” o “herbicidas”. Se supone que denota a una familia de sustancias que matan a las plagas -o a los insectos, o a los roedores o a las hierbas- cuando en realidad son venenos capaces de envenenarlo todo, de matarlo todo. Si hemos de prescindir del eufemismo, deberíamos llamarlos a todos “biocidas”, sustancias capaces de extinguir la vida. En el centro de estos eufemismos está la creencia generalizada de que los humanos no formamos parte del resto de la vida. Que no creamos relaciones y dependencias con el resto de los seres vivos ni con la tierra misma. Que a los humanos nos bordaron a mano. Que a los humanos nos parió Zeus. Que los humanos nos cocemos aparte. Como si no comiéramos o como si no respiráramos como lo hace un chapulín o un rinoceronte. Esta disociación cultural, de innegables y profundas raíces judeocristianas, es la barrera más alta que nos impide aceptar que somos un hilito más de la deshilachada trama que es la tela de la vida. Que nos impide ver más allá de nuestras narices y tomar la decisión de vivir de otra manera, de vivir honrando el milagro que es la vida y mientras vivimos -y comemos y producimos y nos transportamos, hacer lo conducente para que la vida siga floreciendo y no como ahora, que pareciéramos empeñados en extinguirla aunque en el camino estemos acabando con nosotros mismos. ¿CÓMO FUNCIONA UN ÁREA NATURAL PROTEGIDA? 20-07-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/funciona-area- natural-protegida_18_339146084.html Francisco Valdés Perezgasga Las áreas naturales protegidas son sitios para los que se ha establecido un determinado estatus de protección legal. Dicha protección se les ha dado para conservar sus valores naturales -biológicos, escénicos- pero también, cuando así lo amerita, sus valores culturales, o históricos. Por ejemplo, a finales del mes pasado la “Antigua Ciudad Maya y Bosques Tropicales Protegidos de Calakmul”, fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como bien mixto, reconociendo plenamente su Valor Universal
  • 13. Excepcional. Ya en 2002, las tres mil hectáreas de la zona arqueológica se habían inscrito como Patrimonio de la Humanidad, pero ahora se fusionó con la Reserva de la Biósfera de Calakmul para formar un bien mixto de más de 300,000 hectáreas que así, ahora, cuenta con una doble protección, la de las leyes mexicanas y las del tratado internacional respectivo.México es un país megadiverso. Contiene una variedad de ecosistemas y climas como pocos países en el mundo. Esto trae consigo una enorme diversidad biológica con una gran cantidad de endemismos. Esto es, una gran cantidad de organismos que solamente se encuentran en el territorio mexicano y en sus aguas territoriales. Es por ello que cuenta con un conjunto de espacios naturales amplio y diverso. A nivel federal existen 176 áreas naturales protegidas administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Estas áreas protegen más de veinticinco millones de hectáreas, lo que representa casi el 13 % del territorio nacional. A esto hay que sumarle las áreas naturales protegidas de competencia estatal, las áreas municipales y las comunitarias o voluntarias. En nuestra región contamos con la Reserva de la Biósfera de Mapimí (federal), el Parque Estatal Cañón de Fernández (estatal, Durango) la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco (municipal, Torreón) y las recientemente decretadas áreas naturales protegidas voluntarias en las Dunas de Bilbao y en la Sierra de Tomás Garrido (estatales, Coahuila). El lento proceso para decretar otra área natural protegida estatal en el Cañón de Las Canoas y la Sierra del Sarnoso sigue atorado en Durango.El objetivo de un área natural protegida, repito, es conservar los valores biológicos y paisajísticos de la zona. Una área decretada tiene que contar con un programa de manejo que zonifica el sitio y declara las actividades que pueden desarrollarse en cada una de sus zonas, a saber, las zonas núcleo, las zonas de amortiguamiento y, por último, las zonas de influencia.Las zonas núcleo son las porciones del territorio con un grado mayor de conservación. Ahí existen ecosistemas u ocurren fenómenos naturales importantes o viven especies de flora y fauna que, por su rareza o el peligro en el que se encuentran, requieren de una protección total para propósitos científicos o de regulación ambiental. La zona núcleo debe dar una protección a largo plazo a los paisajes, ecosistemas y especies que alberga. Debe ser suficientemente grande para cumplir sus objetivos. Una misma área natural protegida puede tener varios núcleos y así representar adecuadamente todos los sistemas ecológicos clave que se deban proteger. Por lo general, en una zona núcleo no se realizan actividades humanas salvo la investigación y la conservación. Las zonas de amortiguamiento son los sitios que rodean y protegen a las zonas núcleo donde se dan condiciones favorables para las actividades productivas, educativas, recreativas, de investigación aplicada y de capacitación bajo un esquema de sustentabilidad. Por último, las zonas de influencia se encuentran alrededor del área natural protegida, y sirven como zonas de transición para mitigar los efectos adversos que pudieran tener sobre ésta las modificaciones ambientales de su entorno.De esta zonificación se derivan objetivos,
  • 14. regulaciones y trabajos que pueden incluir la preservación de regiones biogeográficas y ecológicas, la salvaguarda de la biodiversidad genética, el aprovechamiento y la preservación de los ecosistemas, la investigación científica, la educación, la generación de conocimientos y tecnologías para el aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, la protección de zonas geológicas, y en lo posible, proporcionar las condiciones para la recreación, el ecoturismo y la generación de servicios ambientales. Sin embargo, estas actividades se realizan o no en función de la zonificación. En las zonas núcleo es donde estas actividades se restringen más.La importancia de resaltar estas reglas, a menudo áridas, reside en la necesidad de comprensión de lo que es un área natural protegida, su vocación y los mecanismos que la hacen cumplir su función. En el centro de estos mecanismos, está su zonificación y su programa de manejo los cuales le permiten lograr los objetivos de protección y de conservación. TODA LA LUZ QUE NO PODEMOS VER 15-06-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Toda-luz- podemos-ver_18_318148184.html Francisco Valdés Perezgasga Aún recuerdo cuanto me sorprendió la furia con la que aquel contertulio en un programa de radio reaccionó a mi queja del bajo nivel de cultura natural que hay en nuestro país. Por cultura natural me refería al conocimiento vulgar de los elementos naturales que nos rodean. Mucha gente podrá, con cierta dificultad, reconocer al chilero. Casi nadie podría nombrar una planta de salvia en las laderas de Jimulco o enunciar las diferencias entre un nopal rastrero y un nopal cegador. O declamar las cuatro especies de tórtolas que habitan nuestras ciudades laguneras. He constatado, con cierto grado de horror, que mis alumnos no tienen idea de cuánto llueve en promedio en La Laguna. Ni cuánta agua se evapora. Todos unos universitarios y no saben acotar la temporada de lluvias en el alto altiplano mexicano. Para mi contertulio -escritor, por cierto- el mismo concepto de cultura natural era una blasfemia. Según él la cultura era lo opuesto a la naturaleza. La cultura es aquello que nos permite combatir y sojuzgar al mundo natural. Sus objeciones las enunció varios decibeles por encima de lo necesario en aquella apretada cabina, y con una entonación de verdadero odio acompañada de una cara encendidamente roja con algunas venas cerca de estallar. Ya no hubo manera de entrar a temas más sutiles y elevados como el de la literatura natural, es decir, la literatura cuyo eje es la naturaleza. Hubiera querido referirme a la ausencia en nuestra lengua de escritores como los que uno se encuentra en la lengua inglesa:
  • 15. Gilbert White, Ralph Waldo Emerson, Darwin, Thoreau, Mary Austin, Aldo Leopold, Raquel Carson, Edward Abbey, Melville, Peter Matthiessen, Wendell Berry, John McPhee, Barry Lopez, David Quammen o Terry Tempest Williams. Le espeto esta larga lista pues aquí estoy a mis anchas, no como entonces, en aquella pequeña cabina, cuando fui el blanco de la furia del culto contertulio que no me permitió ni enunciar el primer nombre. A esta literatura se le da en llamar “literatura de lugar”. No es una moda o un fenómeno nuevo, como puede atestiguar la larga lista líneas arriba, que empieza con autores del siglo dieciocho.Otra manera de ver a esta literatura de lugar es como una tradición literaria que reconoce que una noción de lugar, una noción del sitio donde uno es y uno está, está ligado íntimamente a una noción de moralidad y de identidad. Esa tradición literaria no tiene fronteras definidas. Podrá contar con escritores tan distinguidos como E.O. Wilson o Stephen JayGould, profesores de biología en Harvard, pero también podemos clasificar ahí a Faulkner o Steinbeck, premios Nobel de literatura o a Thomas Merton, monje de la Orden del Císter, muerto en 1968, conocido como poeta místico pero que también nos regaló ensayos como “La lluvia y el rinoceronte”. Todo esto lo menciono pues me encuentro leyendo a Anthony Doerr, escritor usamericano nacido en 1973, cuyo lenguaje deslumbrante, definición de personajes, generación de drama y creación de atmósferas enmarcan cuentos y novelas magistrales. En las obras de Doerr la naturaleza brinca donde menos la espera uno. Su última novela, Toda la luz que no podemos ver, trenza la vida de una muchachita que quedó ciega, su padre conserje del Museo de Historia Natural de París y un joven huérfano alemán con un inusual talento para la electrónica atrapados en el remolino de la segunda guerra mundial. Buena parte de la novela transcurre en Saint Malo, la ciudad amurallada en la costa bretona. En una escena que retrata la destrucción total de la ciudad a fuerza de los cañonazos usamericanos, se le escapa a Doerr una frase sobre las golondrinas que confundidas buscan sus nidos sepultados bajo las ruinas. Este no sólo es un apunte documental, sino una imagen que, como una bofetada, nos recuerda que la devastación de la guerra llega mucho más lejos que la tragedia puramente humana. Otro punto sobrecogedor es el relato de las visitas que Marie Laure, la chica ciega, hace a las antiguas perreras medievales, donde las autoridades de la ciudad solían guardar fieros mastines que cada noche patrullaban las playas y destrozaban a quien osara desembarcar subrepticiamente al amparo de la oscuridad. Las perreras abandonadas, inundadas por la marea, albergaban una gran cantidad de moluscos y cangrejos que con sus movimientos y texturas llenaban de maravilla y reminiscencias a Marie Laure. Otro pincelazo que llena una escena cruenta con un apunte incongruentemente bello es la descripción de los altos girasoles que parecen inclinar sus cabezas ante el paso sigiloso de los soldados alemanes que acuden a emboscar a unos guerrilleros soviéticos.Creo que así como hay una tradición en las letras inglesas de permitir a la naturaleza tomar su sitio, la debería haber también en nuestras letras y en nuestras vidas. Deberíamos
  • 16. poder encontrar la puerta que nos dé acceso a ese mundo mayor y antiguo pero que también permita que ese mundo entre, nos inunde y nos invada. KORENFELD EN LA LAGUNA 01-06-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Korenfeld- Laguna_18_309149148.html Francisco Valdés Perezgasga El pasado miércoles visitó la Comarca Lagunera David Korenfeld, director de la Comisión Nacional del Agua. Era, al parecer, una visita sorpresiva. Nominalmente venía a revisar diversos aspectos del funcionamiento del organismo de cuenca local, el de Cuencas Centrales del Norte. Sólo gracias a que, de alguna forma, la prensa local se enteró de su presencia, los habitantes de esta región pudimos saber de su visita. Pudimos enterarnos, a toro pasado, que también vino a entrevistarse con los dueños del agua lagunera. El agua, claro, le pertenece a la nación. No al gobierno. A la nación. A usted y a mí. Pero para todo efecto práctico le pertenece a unos cuantos grandes, grandes empresarios Esta última aseveración merece una explicación. Ellos no tienen un título de propiedad. Nadie se las vendió, regaló o transfirió. Ellos se la tomaron, por la vía de los hechos, usando la noria, el billete y la influencia. En su visita, la sobreexplotación del acuífero fue reconocida por el director de Conagua, pero no dijo lo que hará para detenerla. Vino, en una palabra, a reconocer públicamente el expolio del que somos y hemos sido objeto y a callar sobre lo que la Comisión Nacional del Agua va a hacer al respecto. Los dueños del agua le presentaron su plan. Un plan que no contempla sanciones a los responsables de este atraco pero que sí exige -faltaba más- que el gobierno desembolse miles de millones de pesos en subsidios. Para ellos. Los responsables del desastre. La llamada tecnificación del riego es el gran arenque rojo. Ya se intentó una vez. Cuando el agricultor se dio cuenta que podía regar la misma superficie con la mitad del agua, duplicó la superficie cultivada. Resultado: un nulo ahorro de agua. Millones de pesos tirados al drenaje. ¿Quién nos garantiza que no sucederá de nuevo? ¿En cuánto tiempo empezará a recuperarse el acuífero? ¿Es la llamada tecnificación del riego la única medida válida? ¿La más eficaz? En una región con el grave problema de hidroarsenicismo que tenemos estas son preguntas de vida o muerte. Preguntas en las que bascula el futuro de nuestra tierra y de nuestra gente. No se puede ser demasiado dramático cuando se palpa lo que está en juego. ¿Tiene usted un amigo, un conocido o un ser querido con cáncer? Entonces sabe usted de lo que le hablo. La agenda de Korenfeld en la región fue calculada. Calculada para no decir nada y para no resolver nada. Para reunirse a escuchar a los amos y señores del agua. No vino a leerles la cartilla. No vino a informarles que se acabó su
  • 17. macabra fiesta. No vino a decirles que la ilegalidad ya terminó. Parecería que vino a recibir instrucciones. En el colmo de la burla, el director general no se reunió siquiera con su propio Consejo de Cuenca, la instancia oficial para la interacción entre Conagua y la sociedad. Menos quiso reunirse con los miembros del Encuentro Ciudadano Lagunero, una coalición formada para defender nuestros ríos y nuestro acuífero, es decir, para defender nuestra agua y nuestro futuro. Evadió reunirse con los ciudadanos de a pie preocupados y estudiosos del problema con propuestas claras y contundentes. El Encuentro Ciudadano Lagunero exige agua en cantidad y calidad para todas las personas, un derecho garantizado por nuestra constitución. Si para esto se ha de echar mano de la tecnología, exigimos que se haga de manera eficiente, transparente, puntual y temporal para que nadie, absolutamente nadie, siga envenenándose al saciar su sed. El Encuentro Ciudadano Lagunero exige también que cese la sobreexplotación del acuífero para acabar de raíz con el problema del hidroarsenicismo. Esto implica operar las presas del Nazas y del Aguanaval bajo otros criterios que los estrictamente económicos. Que el agua fluya por el cauce de los ríos para restablecer los procesos ecosistémicos interrumpidos y para que se filtre a los acuíferos alejando de la mancha urbana el veneno del arsénico. Propuestas lógicas, sencillas y realizables si los ciudadanos ejercemos el poder que quizá ni sabemos que tenemos. Propuestas probadas en otros sitios. Propuestas mucho más baratas y equitativas que las tecnificaciones y las potabilizadoras. Lo que en La Laguna hemos visto ya demasiado tiempo es insostenible. Urge ya enderezar el rumbo. Esperpentos como la visita de David Korenfeld son ya patéticamente excedente. Porque a lo que vino en realidad el director general de la Conagua fue a intentar consolidar el status quo y se le agradece. Porque con su visita, David Korenfeld ha dejado bien claro que ni usted ni yo importamos. Que no contamos. Que somos desechables. Pero con su visita también abre la enorme posibilidad de que por fin nos desengañemos. Que por fin podamos demostrarle a él -y a los dueños del agua- que somos más, muchísimos más y que podemos más, muchísimo más. EL PULITZER EN LA LAGUNA 11-05-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Pulitzer- Laguna_18_296550411.html Francisco Valdés Perezgasga No sé cuándo oí hablar, por primera vez, de los premios Pulitzer. Desde niño me ha gustado -en temporadas me ha obsesionado- la lectura de los diarios. Seguro que fue en una de esas eras tempranas que supe del Pulitzer, pero no sé cuándo. Este premio se otorga anualmente, en los Estados Unidos, en dos
  • 18. vastas categorías: el periodismo y las artes. Es, sin duda, uno de los máximos galardones periodísticos y literarios que puedan otorgarse en aquel país. Por cierto, el año pasado, el premio para la categoría de fotografía noticiosa lo ganó Narciso Contreras, mexicano, por la foto de dos insurgentes sirios disparando desde el agujero de una pared. Una imagen que revela, con gran esteticismo, el horror de aquella lucha fraticida. En 1999 conocí por primera -y única- vez a una ganadora del Pulitzer: Julia Preston, quien lo ganó en 1998, vino a reportar para el New York Times las afectaciones a la salud pública por la contaminación por plomo. Como otros corresponsales que vinieron a Torreón en esas fechas (James F. Smith de Los Angeles Times, Harris Whitbeck de CNN), Julia era una periodista que había hecho la tarea. Seguramente no tendría más de un par de días de haber estudiado el caso, pero sus preguntas eran certeras, sorprendentes, al punto. Hace años que tengo la costumbre de revisar la lista anual del Pulitzer. Aunque me interesan todos, me enfoco en la sección de artes, en particular el premio al mejor libro de ensayo o no-ficción. Siempre he sido un lector más de ensayo que de novela y me gusta leer en inglés, de manera que ver esta lista es una forma de encontrar, quizá, lecturas interesantes. Gracias a esta búsqueda -o maña, según se vea- es que me he encontrado libros excepcionales como Annals of a former world (Anales de un mundo anterior) de John McPhee, ganador en 1999. Este libro es una vasta exploración de la historia geológica de los Estados Unidos que le llevó a McPhee veinte años completar. Lo mismo puedo decirle de otro libro, ganador en 2011, traducido ya al español, “El emperador de todos los males, una biografía del cáncer” de Siddhartha Mukherjee, oncólogo de pluma elegante, compasiva y precisa. Este año, el ganador fue Toms River de Dan Fagin donde se relata un caso de contaminación química que produjo en los noventas cientos de casos de cáncer en los habitantes de Toms River, Nueva Jersey. En el centro de este caso se ubicaba una fábrica de colorantes y plásticos de Ciba-Geigy a la sazón el gigante químico suizo. No sólo es una investigación de un caso puntual de contaminación sino que Fagin trenza con esta historia una historia de la toxicología ambiental y de la industria química con gran habilidad narrativa. En este libro me enteré que las áes de CIBA, AGFA y BASF vienen de la palabra “anilinas” los colorantes artificiales que son tan tóxicos de usar como de producir. Para producir un kilo de estos colorantes se generan cerca de veinte kilos de desperdicios tóxicos, cancerígenos y/o explosivos. Ciba-Geigy, con gran diligencia, esparcía estos desechos en sus terrenos arenosos - asegurándose que migrarían al acuífero- o los vertía directamente al río. Cuando estas prácticas fueron denunciadas, empezaron a verterlas al Océano Atlántico. Una planta tratadora les reducirían sus sacrosantas ganancias. De hecho, la empresa suiza pasó sus operaciones de Cincinatti, una urbe con ciudadanos e instituciones propios de una población urbana, instruida y con alternativas de empleo a TomsRiver, una localidad cuasi-rural en donde la llegada de una gran fábrica con cientos de empleos bien remunerados fue vista como una bendición. La actitud de los ejecutivos de Ciba-Geigy ante los problemas que causaban a la población osciló en todo momento entre la desvergüenza y el autoengaño. Era esta ciertamente una posición insostenible que vino a terminar de la peor manera con el súbito cierre de la empresa, gastos enormes de remediación y compensación y el sufrimiento sin orilla de
  • 19. miles de habitantes de TomsRiver. De poco sirve lo que aprendamos si no lo usamos para entender mejor nuestra realidad. En La Laguna veo yo a un grupo de empresas, lidereadas por una gran corporación local, cuya actividad económica está causando un daño enorme a nuestra comunidad, que esparce enfermedad. La débil defensa de estas empresas es que ellas no poseen pozos, ni vacas, ni hectáreas de alfalfa. Estrictamente es cierto. Las empresas no, pero sus dueños, socios y proveedores sí. Tienen pozos, extraen más agua de la que la nación les ha concesionado y dejan detrás la ponzoña del arsénico, un potente cancerígeno. Como algún día fueron los suizos en Toms River, Nueva Jersey, los dueños de estas empresas son hoy héroes, personajes del año, capitanes de la industria, sonrientes golfistas, proveedores de empleos. Pero con todas veces que esta historia se ha repetido -y se ha relatado- deberían saber ya que esto va a acabar mal. Para ellos y para todos. DIEZ AÑOS 04-05-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/anos_18_2923508 19.html Francisco Valdés Perezgasga El Cañón de Fernández me ha acompañado toda mi vida. En mi niñez fueron muchos los domingos que pasé en grandes comidas familiares en el rancho de mi tío abuelo Agustín Anaya por el rumbo de la Posta. En mi juventud preparatoriana, los días de campo por esos rumbos fueron pocos, quizá no pasaron de una docena. En 1984, al poco tiempo de haber vuelto tras nueve años en el Distrito Federal, empecé a ir ocasionalmente al Cañón de Fernández ya con un interés por descubrir sus aves. Mis visitas se suspendieron por una ausencia de cuatro años de La Laguna. Volví de Inglaterra en 1990 y entonces mis visitas empezaron a ser más frecuentes. En 1999 el alcalde de Lerdo, Gerardo Katsicas, convocó a todo aquel y a toda aquella que tuviera preocupación por el estado de los ecosistemas del Nazas, a reunirse en la biblioteca municipal para establecer un diagnóstico y esbozar acciones para detener el deterioro severo que ya había terminado con Raymundo, con Las Piedras y con Villa Juárez y amenazaba con terminar con lo que quedaba de la gran cinta verde que acompaña al Nazas desde las lejanas montañas de la Sierra Madre Occidental. Una víbora verde que llegaba hasta San Pedro pero que ahora no pasaba de los Puentes Cuates. Eran juntas largas y catárticas. Cada mes aquello era un listado de nuevas afectaciones al bosque y al río que recién alguien detectaba. Llegamos a un punto, en el año 2000, en el que nos quedó claro que hacía falta darle continuidad a lo que el alcalde Katsicas había puesto en movimiento y darle una estructura formal a aquel grupo de individuos que, al margen de lo que pudiéramos representar, compartíamos una preocupación por el estado del río y una convicción de que éramos quienes deberíamos iniciar su rescate. Así nació, en 2001, Prodefensa del Nazas, A.C.
  • 20. Basados en un estudio realizado por Biodesert, A.C. denominado “Factores que inciden en el deterioro ecológico y social de la parte baja del Río Nazas” empezamos a solicitar al gobernador de Durango, Ángel Sergio Guerrero Mier, un estatus de protección para los ecosistemas del río comprendidos entre la presa de las Tórtolas y la presa de San Fernando, en Raymundo. Cartas, editoriales, notas periodísticas, peticiones a pie de banqueta, todo lo intentamos. Finalmente el gobierno mandó hacer un estudio técnico para ver si nuestra solicitud tenía sustento. Dicho estudio encontró que el Cañón de Fernández tenía un estado de conservación alto y que, por lo tanto, era el sitio a conservar. El resto del área reivindicada por Prodenazas como zona de amortiguamiento y restauración fue desechado. Fue en el gobierno de Ismael Hernández Deras que se decretó finalmente la protección de esa parte del Nazas bajo la figura de Parque Estatal Cañón de Fernández. El decreto se publicó el 25 de abril de 2004. Este logro sería nada si no se traducía en la instalación de una administración del parque que velara por el progreso social de sus habitantes y la conservación de los valores biológicos y paisajísticos del sitio, de modo que empezamos a cabildear para que esto se diera a la brevedad y el Parque Estatal Cañón de Fernández no se convirtiera en un parque de papel, sólo existente en el periódico oficial. En 2005 el gobernador propuso que el parque lo administraran, en conjunto, su gobierno y Prodefensa del Nazas. Vimos de inmediato ventajas en esta propuesta y en noviembre se firmó el convenio correspondiente. Una propuesta novedosa que sólo puede ser realidad robusta si la determinación forjada por un sentimiento de responsabilidad compartida no falla en ninguna de las dos partes. Este pasado 25 de abril el Parque Estatal Cañón de Fernández, patrimonio de todos los laguneros cumple pues sus primeros diez años de vida. Diez años en que se ha avanzado en el progreso social de sus pobladores y en la conservación de sus valores biológicos y paisajísticos. Diez años que tienen como protagonistas a las dos admirables mujeres que forman la plantilla completa que cuida de diecisiete mil hectáreas: Gladys Aguirre y Sandra Ramos, acompañadas por el resto de los miembros de Prodefensa del Nazas, A.C., por los funcionarios federales, municipales y estatales que se han preocupado por apoyar esta labor y por las empresas que han colaborado de diversas maneras con su protección. Se dice fácil, pero han sido diez años de empeño, sustos, disgustos y malentendidos. Pero sobre todo, diez años de logros, de triunfos y de satisfacciones en que el Parque fue distinguido como Humedal de Importancia Internacional o Sitio Ramsar en 2008. Este verano de 2014 espero poder registrar al Cucú de Pico Amarillo anidando en uno de sus sauces. Esta ave es un indicador de la calidad del hábitat que ocupa. Si el cucú cumple su promesa de volver un año más de su invierno en Sudamérica es porque los laguneros y las laguneras le cumplimos la promesa de que le cuidaríamos ese hábitat. Una labor cada vez más difícil en un mundo indiferente que cada día se torna más caliente. REVERENCIA POR MIS MAYORES 17-03-2014
  • 21. http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Reverencia- mayores_18_263553651.html Francisco Valdés Perezgasga Así como nos ve, todos y todas andamos por el mundo metidos en una esfera. Es etérea, inmaterial y virtual. Es la esfera moral. Contiene, entre muchas cosas aquello que amamos, todo lo que defendemos. Hay personas cuya esfera moral es bien chiquita, ocupada toda por su propio ego. Casi todos profesamos incluir en esa esfera a nuestros padres -o su memoria- y a nuestras familias por supuesto. Hay quien deja que la ideología les llene la esfera moral con conceptos y objetos cuya importancia no resiste el primer análisis, como la patria, la bandera, el partido político o el himno nacional. Aquellos a quienes les preocupa el estado del ambiente han ensanchado esa esfera para que quepa el paisaje. Por eso nos indigna y nos duele tanto que lo dañen. Por qué hemos llegado a entender que el paisaje define, si lo dejamos, quienes somos y que sin él somos menos. En la niñez se nos enseña que debemos honrar a nuestros mayores. Cuando amplías esa esfera moral, los mayores son seres que viven desde tiempo inmemorial sobre la faz de la Tierra. Las sequoias de California, los pinos de conos erizos de Utah y Nevada, los estromatolitos de Cuatrociénegas o la gobernadora conocida como el “Rey Clon” del Desierto de Mojave. Nuestros mayores a los que debemos respeto y reverencia. En el Parque Estatal “Cañón de Fernández” hay ahuehuetes de más de mil doscientos años de edad. Verdaderos abuelos de todo lo que vive y de todo lo que respira en La Laguna. Patriarcas vegetales de nuestras comunidades. A esos ahuehuetes centenarios les debemos no menos respeto y reverencia que el que desplegamos por otros ahuehuetes como el Árbol del Tule en Oaxaca, el árbol de la Noche Triste en Tacuba o el Sargento en Chapultepec. Usted sabe, por supuesto, que Ahuehuete es un nahuatlismo. Que su significado es “viejo en el agua” (atl, agua; huéhuetl, viejo). La palabra misma, ahuehuete, debería movernos a la admiración por las lenguas originarias de México y a los pueblos que aún conservan esta herencia milenaria. La plasticidad del Náhuatl permite que se puedan crear nuevos vocablos a partir de vocablos ya conocidos y eso pone el terreno fértil para sustantivos, adjetivos y adverbios cargados de hermosas metáforas. Viejo en el agua nos informa la ecología del ahuehuete, un árbol que sólo puede concebirse en las orillas de un río o de un lago. Los ahuehuetes milenarios del Cañón de Fernández son un tesoro que nos han legado los siglos y que nos ha legado el Río Nazas. El río que llamamos nuestro padre pero al que hemos tratado de manera infame. Escribo estas líneas el 14 de marzo, Día Mundial de la Defensa de los Ríos. Las escribo con toda la admiración y el amor que me inspiran el Nazas y el Aguanaval y quienes dedican sus esfuerzos por defenderlos y conservarlos. Las escribo también con el desprecio hacia todos aquellos -dejo el masculino, todos son hombres- que los quieren seguir dañando y abusando, a pesar de que hoy sepamos lo que sabemos. Nuestros ríos han sido dañados por dos razones: por la extracción desmedida de sus aguas y por la construcción de presas que interrumpen su curso y destruyen todos los procesos bióticos que dependen de él. Esta semana se publicó un artículo científico en la revista Energy Policy de un
  • 22. equipo de investigadores de la Universidad de Oxford. Estudiaron el costo y el desempeño de las grandes presas construidas entre 1934 y 2007 para las que se contaba con cifras confiables de costos y de beneficios. En promedio las presas costaron casi el doble de lo que se presupuestó y su construcción llevó 44% más tiempo del calculado. Los investigadores concluyen que las grandes presas que hoy estamos proyectando no tienen ningún sentido económico. Esto cuando CFE pretende cargarse al Río San Pedro con la presa de Las Cruces y destruir así todos los ecosistemas que alimenta, incluyendo las Marismas Nacionales, un sitio clave para las migraciones continentales de aves acuáticas. POTABILIZADORA INÚTIL Y DAÑINA 09-02-2014 http://www.milenio.com/firmas/francisco_valdes_perezgasga/Potabilizadora- inutil-danina_18_242555745.html Francisco Valdés Perezgasga Los proponentes del oscuro proyecto de construir una potabilizadora en el Nazas siguen tocando puertas, buscando incautos a quienes sumar a una obra que significará el hundimiento final de nuestra región. Enarbolan la necesidad de dar agua de calidad a la población ante la crisis del arsénico, una crisis, huelga decirlo, que se origina del manejo criminal del agua que se hace en La Laguna. La troupe que va de puerta en puerta por Coahuila la conforma una extraña aunque predecible mezcla de ex-funcionarios, constructores y algún autodenominado experto en cuestiones del agua. En La Laguna ciertamente tenemos una crisis por el arsénico presente en nuestra agua de bebida. Es una crisis de salud pública que afecta a cientos de miles de laguneras y de laguneros. Que nos afecta a usted, a mí y a todos los que usted y yo queremos en esta tierra. El arsénico es un tóxico ligado a enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, dos enfermedades que abundan entre nosotros. Es inadmisible que una sola persona -ya no digamos cientos de miles- se envenene al beber agua. Por eso el programa de filtros desplegado por las autoridades de Torreón es un paso -a medias- en la dirección correcta. Adolece claro, del un pequeño detalle: 95% del agua que se limpia se desperdicia, es decir, no se usa para detener la intoxicación masiva de sus habitantes. Pero la potabilizadora es otra cosa. Es una obra que se nos vende como la solución al problema del agua en La Laguna cuando en realidad es la solución al 2% del problema del agua en La Laguna. Encima de ser una obra inútil, su escala es tal que pagarla habrá de lastrarnos con una deuda de muy largo plazo. La solución al problema del abasto y de la calidad del agua en La Laguna no es una megaobra que, como toda megaobra, viene acompañada de un cortejo de corrupción, ineficiencia y sobrecostos. La solución está en meter orden, en hacer cumplir la ley, en obrar con sentido común usando la base sólida de la
  • 23. ciencia. En la Universidad Nacional Autónoma de México se ha estudiado el origen del arsénico en nuestro acuífero. El arsénico siempre estuvo en el acuífero debajo de la Laguna de Mayrán. Este veneno se mantuvo arrinconado por las avenidas regulares del Nazas que, de pasada, rellenaban nuestro acuífero con agua nueva, que apenas semanas antes había llovido en las altas montañas de Durango. Nuestros problemas empezaron en la década de los cuarenta. Desde entonces, las avenidas ya no llegan a Mayrán. El agua queda detenida en la presa del Palmito. Al mismo tiempo los pozos profundos empezaron a proliferar merced de los motores, de diesel primero y eléctricos después. El nivel relativo entre nuestro acuífero y el de Mayrán se invirtió. El nivel del agua que la tierra guarda bajo nuestros pies ya no fue más alto que el nivel del acuífero de Mayrán. Lo que fue aguas abajo ahora quedó arriba. El agua emponzoñada de Mayrán empezó a migrar hacia el suroeste a llenar el vacío que las norias y el río seco iban dejando. La ciencia con su diagnóstico pareciera estar cantándonos la solución al problema del agua en La Laguna. Debemos dejar de extraer tanta agua del subsuelo y debemos permitir que el río corra de nuevo por su cauce para rellenar con agua limpia a nuestro acuífero. Pero todas las decisiones, por racionales e inspiradas en la ciencia que sean, se aplican en un contexto social dado. Es decir, hacer lo que se debe implica modificar nuestros anhelos y expectativas, redefinir nuestra idea de progreso. Esto se traduce en cambiar el modelo de desarrollo que hoy seguimos, claramente insustentable y demencial. Pero este proyecto es también un proyecto malvado en los detalles. Su construcción habrá de destruir al Parque Estatal Cañón de Fernández, ese magnífico, bello y admirable refugio de lo que alguna vez fue el Nazas. Habrá de destruir la maravilla de sus ahuehuetes milenarios. Hará callar a la tángara roja y al cucú de pico amarillo. Expulsará a la aguililla gris y a la chara verde. Volverá árido páramo lo que hoy es sombreado verdor. Planean construir la potabilizadora en el límite mismo del parque sin proveer de un mínimo respiro en forma de una zona de amortiguamiento. La lógica diría que, si la planta se construye en el bajo valle, dentro de nuestras ciudades, y el agua que la alimente se conduce por el cauce del río, el acuífero se rellenará poco a poco y la planta sería mucho más pequeña y más barata. Pero a quienes proponen megaproyectos, no les gusta la modestia. Piensan en grande. Entre más grande, mejor. Obra grande, presupuesto grande, mayor ganancia y mayor oportunidad de arañar mordidas y comisiones. Por ello seguirán insistiendo y tocando puertas para hacer avanzar su proyecto. No se detienen en usar las mentiras más gordas para engañar incautos, para embetunar y endulzar lo que es en el fondo una execrable pila de corrupta suciedad. ESPERANDO MALAS NOTICIAS 01-09-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9190359
  • 24. Francisco Valdés Perezgasga Con toda probabilidad será a finales de septiembre que se publique la primera parte del quinto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático. Los cuatro reportes anteriores. Este panel, conocido por sus siglas en inglés como IPCC, es el principal organismo mundial para evaluar el cambio climático. Fue creado en 1988 a instancias del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial, también de las ONU. Su objetivo es darnos una idea científicamente clara del estado actual del conocimiento sobre el cambio climático y sus posibles impactos socioeconómicos y ambientales. Su acto de creación fue avalado por la asamblea general de la ONU. A menudo se confunden las cosas y se cree que el IPCC es un grupo ambientalista. Nada más alejado de la realidad. El IPCC está formado por los gobiernos del mundo. Es un cuerpo científico que revisa y evalúa la información científica, técnica, social y económica más reciente y relevante para la comprensión del cambio climático. El IPCC no hace investigación ni mide variables climáticas. La autoridad que tiene el IPCC se basa en que está formado por expertos de gran prestigio de 195 países. Por eso los negacionistas del cambio climático - muchos de ellos conectados o financiados por la industria de los combustibles fósiles- han buscado descalificar los reportes de este cuerpo. En 2007, con motivo de la emisión del cuarto reporte, se filtraron una serie de correos electrónicos y se presentaron como evidencia de una manipulación de la información científica. Se realizó una investigación exhaustiva que no encontró adulteración alguna. Hace unos días se filtró ya un borrador de la primera parte del quinto reporte que ha sido blanco de las críticas de los negacionistas a pesar de que se trata, por definición, de un documento no acabado. Una de las cosas que se espera que el quinto reporte del IPCC explique es la pausa en el calentamiento que al parecer se observa desde 1998. Ya antes hubo una pausa, entre 1940 y 1970, en el que el calentamiento del planeta se desaceleró. Abundan las posibles explicaciones sobre este fenómeno: que si el efecto albedo de las estelas que dejan los aviones que vuelan a gran altura, que si la absorción de calor en el océano profundo, que si un ciclo en el que fue más fuerte la Niña que el Niño. Que si un ciclo solar débil. Sea como fuere, una pausa no debe hacernos quitar la vista del balón. El mundo se está calentando. Se calienta por las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la desforestación. Algunas zonas sufrirán más que otras, entre ellas el norte de México y el suroeste de Estados Unidos donde las temperaturas aumentarán, lloverá menos y los eventos meteorológicos extremos serán cada vez más intensos, como ya lo hemos estado viendo: con heladas, inundaciones, sequías, granizadas.
  • 25. Pero hay datos que van apareciendo y que no debemos olvidar. En 2013, por primera vez en la historia de la especie humana, la concentración de CO2 en la atmósfera llegó a las 400 partes por millón o ppm. Para considerar que nuestro planeta está lejos de un cambio catastrófico, se estima que esta concentración nunca debió pasar de 350 ppm. En la Cumbre sobre Cambio Climático en Copenhague los gobiernos del mundo llegaron a un acuerdo por el cual el aumento de temperatura global no debería de llegar a los 2º C. Mas allá de este umbral está el desbocamiento del clima, su inestabilidad y la destrucción de las condiciones que permitieron que nuestra civilización apareciera y se mantuviera. Dos grados centígrados. Según la ciencia, alcanzaremos ese umbral si, al seguir quemando combustibles fósiles, emitimos 565 gigatoneladas de bióxido de carbono más. Quinientas sesenta y cinco gigatoneladas. Lo que es realmente escalofriante es que, en las entrañas de la Tierra, están esperando para ser sacados y quemados, suficientes combustibles fósiles para emitir 2795 gigatoneladas extras de gases de efecto invernadero. Las cuentas no le salen al planeta. Pero que las cuentas no le salgan al planeta no incomoda a nuestra sociedad. Vea el debate suicida en torno a la reforma energética del presidente Peña Nieto. El pleito es por quien saca y quien vende y quien quema nuestro gas y nuestro petróleo cuando la situación es tal que deberíamos estar decididos a no extraerlo y dejarlo donde ha estado millones de años. La energía que México necesita -y la más barata- está en cada embotellamiento, en cada boiler de gas bajo el sol, en cada edificio sobrerefrigerado, en cada coche parado con el motor andando y en cada foco o arbotante prendido en pleno día. Pero nadie parece notarlo, enfrascado como está el país en un debate tan polarizado como inútil. PARADOJAS Y CONTRADICCIONES 28-07-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9187345 Francisco Valdés Perezgasga En 1969 Elisabeth Kübler-Ross estableció un modelo que describe como enfrentamos la pérdida o la muerte. Su libro, “Sobre la muerte y el morir” significó una revolución en la manera en que los médicos tratan a los enfermos terminales. Su lista de etapas sucesivas no pretende ser un conjunto cerrado. De hecho, Kübler-Ross acepta que la reacción de cada individuo es tan única como el individuo mismo. Más tarde, este modelo fue ampliado no sólo para la
  • 26. muerte, sino para cualquier evento traumático extremo que amenace con alterar nuestras vidas. Las cinco etapas son: la negación (estoy bien, esto no está pasando); la rabia (¿Porqué a mí? ¿A quien puedo culpar?); la negociación (haría cualquier cosa por tener unos meses / años más, daría todo lo que tengo por...); la depresión (¿Ya para qué hago esto? ¿Para qué le sigo?) y, finalmente, la aceptación (el cambio es inevitable, mejor me preparo). No es raro que esta última etapa sea alcanzada primero por el enfermo terminal que por otros. A pesar del optimismo desbordado de los promotores del Estado de La Laguna, nuestra comarca está enfrentando una amenaza terminal: el agotamiento del agua. Un evento paradójico sin duda, habida cuenta que contamos con muchísima más agua que muchas zonas metropolitanas del norte de México. Hermosillo, Ciudad Juárez, Chihuahua, Saltillo, Monterrey, Durango y Zacatecas no cuentan con dos grandes ríos como el Nazas y el Aguanaval. Quizá sólo la Zona Metropolitana de Delicias-Meoqui-Saucillo-Rosales tiene una poderosa razón para no envidiarnos: el Río Conchos. El gran problema de La Laguna -pero quizá no de Delicias- es que esa agua en abundancia que nos escurre cada año desde la Sierra Madre Occidental -y la que en milenios pasados se infiltró en el subsuelo- la usamos muy mal, en cultivos inapropiados para nuestro clima. Me refiero a los forrajes, en especial la alfalfa. Desperdiciar el agua de esa manera es exhibir a los ojos del mundo el desprecio por un recurso que debería sernos precioso. Se exhibe así un desprecio por el futuro. En 2007 el entonces secretario de salud, José Ángel Córdova Villalobos, señaló, en el marco de la LXXXVI Reunión Nacional Extraordinaria de la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina que el arsénico en el agua en La Laguna era ya un foco rojo que requería de una acción urgente. Los estudios del IMTA, la Conagua y la UNAM apuntan de manera unánime a la sobreexplotación del acuífero como la causa de la aparición de este tóxico metaloide en el agua que bebemos. Y una sociedad envenenada, sin agua, no tiene futuro. Vivimos entonces en la paradoja de ser una población sedienta y enferma en una situación hidrológica privilegiada. Una paradoja que debemos resolver con inteligencia y equidad. Una paradoja que no se resuelve volteando a las cuencas vecinas a ver de donde podemos traer más agua para continuar en el mismo tenor. Una paradoja que sólo se resuelve frenando el abuso ilegal de extraer del subsuelo y de los ríos más agua de la que los concesionarios tienen derecho. La alarma de Córdova Villalobos de 2007 resuena hoy con la que del Ing. José Armando García Triana, de la Conagua, quien hace unos días, en estas páginas, anunciaba la desecación de 700 pozos como ejemplo del agotamiento del acuífero. Declaraba: “No hay nadie, ni ambientalistas, ni no-ambientalistas,
  • 27. ni agricultores, ni ganaderos que no estén conscientes de la necesidad de hacer algo respecto al acuífero”. La realidad tardó horas en desmentirlo. El Consejo Ciudadano por el Agua, que cada día más parece ser la voz de la mayor empresa lechera y de los constructores, rápidamente declaró que el titular del Organismo de Cuenca Cuencas Centrales del Norte, era un alarmista. Que no era cierto que se hubieran secado 700 pozos, que tan sólo habían sido reubicados por “colapsos de ademes, incrustaciones en ranurados, incremento de tramos, reubicaciones y clausura por caducidad”. Eufemismos para evadir decir que se secaron. Que se incrementan los tramos porque se desploma el nivel del acuífero, que se reubican porque ya no rinden, que caducan pues porque ya no dan. Los dueños del agua en La Laguna parecieran estar experimentando simultáneamente las primeras tres etapas del modelo Kübler-Ross: la negación (es una exageración), la rabia (los ataques velados y no tanto a sus críticos en los medios) y la negociación (si nos dan ocho mil millones de pesos prometemos usar 450 millones de metros cúbicos de agua menos). Esperemos que no duren mucho en la depresión y que no tarden mucho en llegar a la aceptación. Porque solo desde la aceptación se resuelven los problemas. Es lo que necesitamos todos y lo necesitamos ya. SUSTENTABLE 21-07-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9186722 Francisco Valdés Perezgasga Ante la crisis del agua en La Laguna, los actores principales, lecheros y autoridades, no parecen exhibir ningún sistema o coherencia en sus propuestas. Son la imagen misma del proverbial pollo descabezado. Corren tras buscapiés como el alucinado Plan MEVA. Hablan de explotar más a un Nazas que no aguantaría una megaplanta potabilizadora. Peor, al mismo tiempo, nadie sabe cuanta agua se saca del subsuelo, cuantos pozos -legales o ilegales- existen o como evoluciona el grave problema del arsénico. Mientras esta tragicomedia se desenvuelve ante nuestros atónitos ojos, el problema avanza y se agrava. El del agua es un problema cuyo conocimiento, diagnóstico y solución data de la década de los cuarenta del siglo pasado, pero que en un irresponsable y dilatado juego de la gallina ciega, sigue sin ponérsele remedio. La solución inútil de moda es la eficiencia del riego. Los lecheros claman por un regalo de miles de millones de pesos para eficientar el uso del agua, ahorrar y así solucionar el problema. Salvo lo de los miles de millones de pesos, no sabemos nada. Nadie ha ofrecido cifras del hipotético ahorro de estas medidas. Peor
  • 28. aún, en gran parte de su superficie agrícola, la Comarca Lagunera ya es ejemplo de riego eficiente sin que esto haya aminorado l siquiera a tasa con que el agua se agota. Cuando se ha eficientado el riego, viene detrás el aumento de las superficies irrigadas. Si un agricultor puede cultivar lo mismo con la mitad del agua, pues entonces inevitablemente duplicará la superficie. Cero ahorro, doble ganancia. Eso ha sucedido ya y eso volverá a suceder. A final de cuentas ¿No es la historia de la agricultura en La Laguna una historia de hacer eficiente el uso del agua? La eficiencia implica restricciones, y el ahorro, sacrificio. Dos conceptos incompatibles con la avaricia. El resultado de esta historia es una sociedad destrozada ejemplificada por el poblado rural de Palo Blanco, en Gómez Palacio. Ahí, una comunidad empobrecida y azotada por el crimen, sin trabajo ni ingreso, está paradójicamente rodeada de inmensos campos de verdes forrajes propiedad de una sola persona. Un multimillonario local, no un extraterrestre. No es ET pero se le parece. El sustrato de esta miseria es el acaparamiento del agua y, a través de él, de la tierra. El acaparamiento del capital natural en unas pocas manos que no se tientan el corazón para agotarlo, para cambiar el agua por dinero sin importarles el destino ineludible de los pueblos mineros. El agua, explotada a un ritmo muchísimo más alto que el de su recuperación, es aquí la veta, la mina, la que impulsa la explotación frenética de estos mineros de nuevo cuño. El desarreglo social que afloró agudamente en La Laguna hace seis años es la consecuencia natural del desarreglo económico y ambiental que proviene de décadas atrás. Los políticos se llenan la boca con frases como “el uso sustentable del agua” sin que den indicios de entender de qué están hablando. Este choteo dialéctico desgasta los conceptos y vacía de significado a las palabras. Por ello vale la pena repasar. La sustentabilidad -el desarrollo sustentable- puede resumirse en una frase: “tener lo suficiente, siempre, todos”. La sustentabilidad en La Laguna está lejana y, por ello, el futuro de nuestra comunidad está en entredicho. Aquí hay empresarios con cientos de pozos que extraen cientos de millones de metros cúbicos de agua al año. Pozos que no paran, día y noche, mientras los habitantes de las colonias populares de la zona metropolitana viven en el estrés permanente del tandeo y el riesgo constante del cáncer y otras enfermedades crónicas como la diabetes y las comunidades rurales dependen de las pipas que manda el gobierno para saciar su sed. Antes de los humanos había en La Laguna ríos, humedales, bosques, pájaros. Se desarrollaban los complicados procesos interrelacionados que llevan a un ecosistema al equilibrio. La apropiación descuidada de esa riqueza, de ese capital natural, nos llevó al deterioro, es decir, al callejón sin salida que es la insustentabilidad. Para saber si hemos aprendido la lección, si de verdad estamos volviendo al camino correcto, tendremos que poner atención a las condiciones sociales y de bienestar de todas y de todos en La Laguna, en especial de quienes viven en comunidades como Palo Blanco. Pero también tendremos que volver la vista a nuestros ecosistemas deteriorados y aún perdidos.
  • 29. La pregunta que tenemos que hacernos, todas y todos, si de verdad nos importa nuestra tierra y nuestra gente es ¿cómo logramos prosperar, florecer y ser felices a la vez que conservamos y restauramos los humedales que nos dieron identidad, rellenamos los acuíferos, restablecemos la salud de este entorno desecado y enfermo y volvemos a caminar de Rodeo a San Pedro de las Colonias, bajo la fresca sombra de álamos, sauces y ahuehuetes? Es una tarea grande, una visión magnífica. Es una lucha que bien vale que emprendamos ya. Todos y todas. VALORES Y NÚMEROS 16-06-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9183616 Francisco Valdés Perezgasga Mucho se habla de la responsabilidad social de las empresas. Para bien y para mal. Hay quien piensa que este sello es una argucia mercadotécnica. Parecer y no ser. Imagen sin sustancia. Los escépticos no somos solamente los ambientalistas de espuma en la boca. Uno de los más feroces críticos de la responsabilidad social empresarial fue Milton Friedman, economista, premio Nobel, adalid del liberalismo e ideólogo en asuntos económicos de Pinochet. Decía Friedman que los empresarios que hablan de responsabilidad social o son ideólogos del socialismo o “son marionetas de las fuerzas intelectuales que han minado las bases de la sociedad libre durante las últimas décadas”. Friedman no se andaba por las ramas: quienes hablan de responsabilidad social corporativa o son socialistas o son títeres de los socialistas. Es decir, del enemigo. Decía Friedman que las personas tienen responsabilidades, las corporaciones no. La única responsabilidad de la empresa, bajo la óptica de Friedman, es producir ganancias para sus accionistas. Sin embargo, las corporaciones son personas (personas morales les llamamos en nuestra lengua) y como tales han adquirido derechos diseñados originalmente para las personas. De hecho, la película “La Corporación” -en la que aparece Friedman hablando del tema- realiza un análisis de la persona moral, de la persona corporativa. De manera genial concluye que, si la corporación es una persona, su personalidad corresponde a la de un sicópata tal y como lo define la Organización Mundial de la Salud. Este diagnóstico no debe sorprendernos ni escandalizarnos. Repasemos la lista diagnóstica de la sicopatía diseñada por el Dr. Robert Hare -otra estrella de la película La Corporación- y usada hoy por el FBI y la OMS. Insensibilidad ante el sufrimiento de otros. Incapacidad de establecer relaciones duraderas. Indiferencia temeraria por la seguridad de otros. Uso sistemático de mentiras para obtener ganancias. Incapacidad de sentirse
  • 30. culpable. Incapaz de mantener un comportamiento conforme a las normas sociales o a las disposiciones legales. A un lado de esta lista podríamos alinear los logos de muchas grandes empresas, incuyendo algunas con el sello de empresa socialmente responsable. Vale preguntarse ¿Que hay detrás de la corporación sicópata? ¿Ejecutivos sicópatas? Si bien los debe haber, la mayoría han de ser buenas personas. Gente que va a la iglesia, dona dinero y tiempo para causas caritativas, que aman a sus familias, tratan bien a sus mascotas, son simpáticos, etc. Pero como lo expresa Noam Chomsky, el linguista norteamericano que también sale en la película, también había gente buena entre los guardias de los campos nazis de concentración. ¿Donde está entonces la desconexión entre los valores de los empresarios y los valores de las empresas que dirigen? ¿Porqué aparece esta desconexión? No creo que UnionCarbide, por ejemplo, se haya planteado matar a 20,000 personas envenenadas en la India, afectar gravemente a 150,000 o dañar a medio millón más. Pero está claro que la manera de hacer negocios de UnionCarbide llevó ineludiblemente a esa fatídica noche de diciembre de 1984 en que sucedió aquel desastre. Insensibilidad ante el sufrimiento de otros. Incapacidad de establecer relaciones duraderas. Indiferencia temeraria por la seguridad de otros. Uso sistemático de mentiras para obtener ganancias. Incapacidad de sentirse culpable. Incapaz de mantener un comportamiento conforme a las normas sociales o a las disposiciones legales. William McDonough y Michael Braungart, en su más reciente libro “TheUpcycle” apuntan a una posible razón de la desconexión: la colocación de los números antes de los valores. Según McDonough y Braungart la corporación inicia por poner metas y límites a toda empresa: cuanto podemos gastar, cuanto queremos ganar. Al último de su lista de guías están sus valores: la justicia, la dignidad, la sustentabilidad. De esa manera, los números se vuelven todo y el último ítem de la lista, los valores, nunca es considerados. Se pierde. Así las cosas, siguen estos originales pensadores del diseño y la sustentabilidad, una de las tareas urgentes es voltear la lista. Que lo primero sean los valores y que sean ellos los que rijan el proceso. Un proceso que, siendo la empresa lo que es, derive en ganancias, sí, pero también mejore al mundo, lo convierta un sitio más justo, más digno, más limpio, más bello y más viable de lo que es ahora. Un mundo corporativo como el que McDonough y Braungart están ayudando a forjar es uno en el que el empresario sueña lo que quiere y luego trabaja para que salgan los números. Afortunadamente los ejemplos de que esto puede ser existen ya. Pocas compañías aún por supuesto, pero abriendo un camino
  • 31. necesario para que el resto transite si quieren sobrevivir y que el nuestra civilización perdure. TECNIFICACIÓN DEL RIEGO 31-05-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182325 Francisco Valdés Perezgasga A estas alturas no creo que quede alguien que ignore que La Laguna tiene un grave problema de agua. Aunque, para ser preciso, el nuestro no es un problema de agua. El problema es su uso indebido y, en demasiados casos, ilegal. Dos grandes ríos, los más grandes de México que no desaguan al mar, el Nazas y el Aguanaval, conducen la abundancia desde la Sierra Madre hasta acá y así originaron la vasta zona de humedales que nos dio identidad. Antes, a finales del Pleistoceno, hace doce, quince mil años, La Laguna era eso: un gran lago. Este antiguo, enorme lago cubría buena parte del territorio de los actuales municipios de San Pedro, Madero y Viesca. Las dunas que vemos en Bilbao, en La Cuchilla y en Acatita son testigos, remanentes, de aquel gran cuerpo de agua. Hace quince mil años, con el planeta más fresco y estos cielos más húmedos, al final de la última glaciación, las orillas de ese lago eran vastos bosques de pinos y de táscates o juníperos. Un terreno surcado por enormes mamíferos ya extinguidos: mastodontes, camellos, perezosos gigantes, osos chatos, enormes lobos, leones y tigres dientes de sable. La llegada de tiempos más calientes y más secos encogieron el lago, extinguieron a los gigantes junto con el arribo de los primeros humanos al continente e hicieron que los pinos y los táscates corrieran a refugiarse a las alturas frescas de Jimulco. Con todo, cuando empezó el desarrollo moderno de La Laguna, en el siglo diecinueve, aún quedaban los restos de aquel gran lago: las lagunas de Viesca y de Mayrán. Para entonces los bosques ya no eran y la megafauna había pasado al olvido dejando para recordar a esos gigantes desaparecidos sólo a las plantas que coevolucionaron con ellos. Lo que aquí había cuando llegó la agricultura moderna no sólo eran esas lagunas -y la de Tlahualilo- sino también los húmedas vegas a los lados del canal principal de nuestros ríos, el cerrado y vasto mezquital y los humedales de La Posta que a principios del siglo veinte aún sobrevivían visitados por las hoy rarísimas grullas blancas. Ahí, y en muchos otros parajes de nuestros ríos, los castores eran comunes. Lo que vino después, mediando el diecinueve, significó un cambio radical y acelerado. La Laguna fue poblada por fuereños. Desplazamos a los nativos de su hogar de milenios. Donald John Hall recordaba a los antiguos habitantes del Río Colorado como podríamos recordar a las docenas de pueblos que habitaron nuestra región: “Nadie sino indios vivieron en este país, y sólo existieron como parte de él. Nunca intentaron imponerse, crecieron en él como crecen los árboles. El paisaje era su comida, su bebida, su religión y su vida, Sus cantos y rezos eran de la tierra, del cielo y de la lluvia. Nunca lucharon
  • 32. contra este país, lo usaron como una parte de ellos mismos. Pasaron por él en silencio, dejando tan poca huella como la luz cuando pasa por el viento”. Los fuereños llegamos con una fe religiosa, con la misión obsesiva de vencer al desierto. Con lluvia tan escasa, esto significó frenar y desviar ríos. Más tarde, cuando eso no fue suficiente para nuestra avaricia, el furor nos llevó a poner grandes presas y extraer el agua de los depósitos subterráneos, antiguos y finitos. La actitud ciega que nos trajo hasta el desastre actual. Quienes deciden hoy nuestro futuro –los lecheros y Conagua- quieren vendernos una salida que no es: que el gobierno regale ocho mil millones de pesos para tecnificar el riego. Siendo más cuidadosos con el agua, ahorraremos y saldremos de este atolladero, dicen. Como si el problema fuera tecnológico y no social. Como si sólo se tratara de una crisis hidráulica y no de una profunda crisis civilizatoria. Un consejo sabio, aplicable también aquí y ahora, es dudar de las soluciones fáciles ante problemas complejos. Dudar. Cuestionar. ¿No son las grandes presas y los canales encementados parte fundamental del problema que tenemos? ¿No son estas estructuras, junto a los pozos agrícolas, los pilares mismos de la tecnificación del riego, del uso eficiente del agua? La tecnificación siempre ha servido para ampliar la frontera agrícola, nunca para ahorrar agua. La tecnificación que hoy se pide será otra vez una herramienta para que siga la destrucción. Una distracción cuando tenemos que pensar como virar rumbo hacia un camino con futuro. Más que ver de que forma esparcimos el agua sobre la tierra, urge poner coto a nuestra avaricia. Ver lo que esta tierra tiene - que no es poco- y lo que tendrá -que será menos merced del calentamiento global- y entonces, hecho el inventario, decidir la forma de prosperar y ser felices todos con los límites que la naturaleza nos ha dado. Dejar de ser fuereños. Empezar a ver que esta tierra seca y bella es nuestro hogar. Que estos ríos grandes, frescos y sombreados son nuestra fortuna. Sentir por fin que hemos llegado a casa. Volvernos nativos. RESPONSABILIDAD SOCIAL 28-04-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9179039 Francisco Valdés Perezgasga De un tiempo acá se habla de la responsabilidad social corporativa. Al declararse socialmente responsable, una empresa aspira a ser vista como buena para la sociedad y para el ambiente, no sólo para sus accionistas. Pero la responsabilidad social corporativa se viene usando con demasiada laxitud. De laxo, el concepto se va desgastando hasta ir perdiendo significado. O peor aún, transmutándose en una especie de ecocinismo o greenwashing. Una manita de pintura verde para parecer ser lo que no se es. La economía humana lleva demasiado tiempo funcionando contra la lógica de
  • 33. la economía natural con sistemas lineales que van de la extracción a la transformación, al comercio, a la obsolescencia y a la basura. Sistemas que generan más desperdicios que lo que producen. Sistemas que agotan el agua, contaminan el aire, desmontan las selvas y arruinan a las comunidades. El mundo siempre ha funcionado en sistemas cerrados, donde un ciclo empieza donde otro acaba. Donde el desperdicio de uno se vuelve el insumo del otro. La disparidad entre las economías humana y natural, acelerada por el capitalismo desbocado de los últimos días, es lo que subyace a la gran crisis ambiental que estamos enfrentando. O que no estamos enfrentando. Por todo ello desespera el abuso de la “responsabilidad social”. La responsabilidad social se muestra ante la sociedad. De muros para afuera. Impactando benéficamente no sólo a través de empleos dignos y bien remunerados, sino a través de la filantropía y el cuidado del bienestar social y del medio ambiente. No conozco una empresa que ostente el sello de “Empresa Socialmente Responsable” que cumpla cabalmente con estos puntos. Podría argumentarse que nunca habrá una empresa, sujeta a las intensas presiones del comercio, capaz de cumplir con las exigencias de un ambientalista irredento. Pero no es así. Interface es la fabricante de alfombras modulares más grande del mundo. Tiene ventas anuales por mil millones de dólares. Desde 1996, cuando su fundador y director, Ray Anderson, decidió apuntar el desarrollo de la empresa hacia la sustentabilidad, sus logros han sido impresionantes. Ha reducido en 80 % la generación de desechos. Ha reducido el uso de agua en un 80 %. Ha reducido el uso de energía en un 43 %. Tomando en cuenta el uso de energías renovables esta reducción llega al 60 %. Aplicando medidas compensatorias por las emisiones que aún tienen, resulta que su producción de gases de efecto invernadero ha bajado un 94 %. El 36 % en peso de su materia prima es reciclada o son materiales biológicos. El 100 % de la electricidad que usan sus fábricas europeas proviene de fuentes renovables, así como el 89 % a nivel global. En 2003 introdujo sus alfombras que no incrementan el calentamiento global “CoolCarpet” y ha producido ya más de 100 millones de metros cuadrados de ellas. Han reciclado 100 millones de toneladas de alfombras y han reducido en un 60 % su huella ecológica. Los detalles de como ha logrado todo esto, al mismo tiempo que su actividad y sus ingresos se han incrementado, no son celosamente guardados por sus ejecutivos. Al contrario, son una empresa abierta para que sus principios y métodos sean copiados por quien quiera. La existencia de Interface nos da todo el derecho de exigir a quien se ponga el escudo de Empresa Socialmente Responsable a que de verdad lo sea. No valen los pretextos. No vale apelar a las realidades del mundo real. Interface se ha embarcado en una transformación de la empresa destructora que era a la empresa restauradora que hoy es. Si ellos pueden, otros también. La Comarca Lagunera enfrenta una crisis de dimensiones tales que no queda clara la viabilidad misma de nuestras comunidades. En el centro de esa crisis está el agua. No es que no tengamos agua, la tenemos pero la usamos mal. Despilfarramos el tesoro. Más del 90 % del agua que se usa en La Laguna la usa la agricultura. La mayor parte de esa agua se emplea en sembrar forrajes para alimentar las vacas para producir la leche. De nuestro Acuífero Principal se extrae el doble del agua que le entra. La mayor parte de ese desbalance es agua que se extrae fuera de las concesiones. Fuera de la ley. Es agua robada.
  • 34. Las empresas lecheras que actúan en La Laguna alegan que ese no es su problema pues ellas no poseen pozos ni vacas. Es cierto. Pero los dueños de la empresa lechera más grande del país sí tienen pozos y sí tienen vacas. Y todas estas empresas compran leche producida con agua mal habida. ¿Es demasiado pedirles, como se los ha pedido Encuentro Ciudadano Lagunero, que extiendan sus valores, la responsabilidad social que profesan, a su cadena de proveedores? ¿Pedir a quienes les venden leche una prueba de no estarla produciendo sobre la base de sobreexplotar el acuífero? Se va acercando el momento de demostrar que la responsabilidad social no es una frase hueca, un recurso de marketing, sino un compromiso auténtico con la sociedad, con el planeta, con las generaciones aún por nacer. NO LE SALEN LAS CUENTAS AL PLANETA TIERRA 19-05-2013 http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9180997 Francisco Valdés Perezgasga Bill McKibben admite que el nunca se planteó ser un activista. En la década de los ochenta, cuando se dio cuenta del grave peligro que corría el planeta por el calentamiento global, pensó que sería suficiente escribir un libro sobre el tema para el gran público y ya. Su libro sería leído, la gente se alarmaría, los políticos reaccionarían, los empresarios también y todo se arreglaría. A tiempo. Huelga decir que la película no resultó ser como él pensaba. Bill McKibben se volvió activista. Fundó 350.org, un movimiento ciudadano global para enfrentar esta amenaza, la más grave con la que se haya topado la humanidad. Para alguien que no se planteaba volverse activista, el vigor y la extensión de 350.org es un logro monumental. Los científicos han calculado que, para que nuestro planeta siga funcionando como lo ha hecho durante los diez o doce mil años que ha durado nuestra civilización, los niveles de bióxido de carbono en la atmósfera no debe de pasar de 350 partes por millón. El 9 de mayo de este año, alcanzamos, por primera vez en la historia no de nuestra civilización, sino de nuestra especie, las 400 partes por millón. Michael Mann, climatólogo afirma que: “la última vez que el CO2 tuvo estos niveles fue hace diez millones de años, a la mitad del Mioceno. En ese entonces las temperaturas globales eran más altas que hoy y prácticamente no había hielo en nuestro planeta”. Estamos llevando al planeta a un estado que no se conocía desde que nuestros ancestros aún no bajaban de los árboles. Los investigadores creen que los cambios climáticos que estamos provocando hoy no podrán revertirse en mil años, aún cuando dejáramos de emitir más